martes, 7 de diciembre de 2010

El poeta Delmore Schwartz traducido en España

En El País, de Madrid, del día 4 de diciembre pasado, Sabino Méndez publicó el siguiente artículo referido a la traducción de En los sueños empiezan las responsabilidades, del poeta estadounidense Delmore Schwartz (en la foto, frente al espejo), volumen que cuenta con traducción y epílogo de Albert Fuentes y Xavier Zambrano, y que publicó este año en Barcelona la editorial Alpha Mini.

El maestro partisano

En el inolvidable álbum The Blue Mask de Lou Reed (1982) aparecía la canción "My house" que nos remitía a los mejores momentos de Berlín, Coney Island Baby, Rock'n'roll Animal o Transformer, sus mejores trabajos tras la Velvet Underground. En esa canción, después de muchos años en punta de lo anticonvencional, Reed nos describía sosegadamente su lugar de reposo, su retiro, su beatus ille. Uno de los momentos más vibrantes de la canción era cuando un Reed pleno y maduro llamaba a gritos entre los muros de su casa al espectro de su viejo maestro ya muerto, Delmore Schwartz. Añoraba las estimulantes charlas con él y hubiera deseado continuarlas en un escenario de reposo como aquel. Delmore Schwartz daba clases a principios de los sesenta en la Universidad de Syracuse. Había nacido en 1913 y formaba parte del grupo de escritores que abandonaron el partido comunista americano antes de la Segunda Guerra nundial abominando del estalinismo. Cuando la guerra aún no había empezado, se necesitaba mucho valor para denunciar al régimen soviético desde la izquierda. Europeos como Sartre tardaron muchos más años en reaccionar. Varios de los predecesores de esa protesta, bajo la teoría trotskista de libertad artística, fundaron poco después, en 1937, la Partisan Review. A pesar de tal noble vitalidad y mejores reflejos que sus colegas europeos, mantenían la clásica admiración de las letras americanas por el mundo europeo. El eslogan del primer número fue europeizar la literatura americana. En él se incluía, como plato central, un relato breve de Delmore Schwartz que ahora, por fin, se publica en España. Es un relato de ritmo implacable en el cual sólo lastima el placer del lector que se acabe tan pronto. En un momento en que la literatura norteamericana estaba tensada entre dos prácticas (el estereotipo bíblico de Hemingway y el barroquismo de Faulkner cuya densidad de prosa siempre complica un poco la visualización de las cosas) Schwartz probó un camino diferente, de redefinición de la percepción y el ritmo. Un camino que luego transitarían Nabokov, Auden y otros. Diáfano, desnudo y preciso. Todos ellos elogiaron este relato. La tradición académica suele despacharlo como el primer retrato de familia judía americana, pero no hagan caso. En realidad es algo más amplio y obvio: un retrato implacable de una pareja de humanos interaccionando sus anhelos y fobias; reconocible aquí, en Croacia o en la República Popular China. Esa es su grandeza. Eso y su capacidad visionaria que empieza en el mismo título: En los sueños empiezan las responsabilidades. Lo que hoy llamamos expectativas. Por lo visto, existió una traducción en castellano hecha en la Argentina de 1945 para la revista Sur, que en principio firmó Borges aunque luego se retractó enigmáticamente del asunto. Schwartz murió solo y alcohólico, como tanto visionario perdió pie en este mundo. En España, apenas Roger Wolfe lo ha reivindicado. Aquí tenemos por fin una oportunidad de conocerlo gracias a la excelente y cuidada labor de Albert Fuentes y Xavier Zambrano que han trabajado el texto con el mimo y la obsesión de un artista. Decía Stendhal que escribimos para que nos lea en el futuro aquel tipo de seres a los que podríamos amar. Vale también para "traducimos". Tendrán un inevitable romance de ese tipo con este relato y su traducción.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Traductor tenía que ser

Poesía de nuestro tiempo, del británico J. M. Cohen (traducción de Augusto Monterroso), es un volumen publicado en castellano en varias oportunidades por el Fondo de Cultura Económica, de México. Se trata, probablemente, de uno de los mayores esfuerzos realizados para comprender de manera global el desarrollo y la evolución de la poesía lírica contemporánea.
Luego de consultar ese volumen por enésima vez, el Administrador sintió curiosidad por saber algo más sobre un autor que, hasta ahora, sólo había sido un nombre y nada más. Al recurrir al Google descubrió que la Wikipedia en inglés albergaba un artículo al respecto. De ese modo, pudo enterarse de que John Michael Cohen (1903-1989) fue fundamentalmente traductor, que estudió en la Universidad de Cambridge, que ejerció como maestro de escuela, que aprendió castellano y ruso por sus propios medios, que su traducción del Quijote se encuentra entre las mejores realizadas en inglés y que fue uno de los mayores difusores de la literatura del boom latinoamericano en Inglaterra.

Luego, por si fuera poco, obtuvo una muestra de lo que había traducido, de aquello que había editado y, por último, de los ensayos que había escrito.

Algunos textos traducidos por Cohen:
Boris Pasternak, Selected Poems, London: Drummond, 1946.
Miguel de Cervantes, Don Quixote, Penguin, 1950.
Jean-Jacques Rousseau, The Confessions, Penguin, 1953.
François Rabelais, The Histories of Gargantua and Pantagruel, Penguin, 1955.
St. Teresa of Avila, The Life of St. Teresa of Avila by Herself, Penguin, 1957.
Michel de Montaigne, Essays, Penguin, 1958.
Bernal Díaz, The Conquest of New Spain, Penguin, 1963.
Fernando de Rojas, La Celestina or The Spanish Bawd: Being the Tragi-Comedy of Calisto and Melibea, Penguin, 1964.
Pierre Teilhard de Chardin, The Appearance of Man, London: Collins, 1965.
Agustín de Zárate, The Discovery and Conquest of Peru, Penguin, 1968.
Christopher Columbus, The Four Voyages of Christopher Columbus; Being His Own Log-book, Letters and Dispatches with Connecting Narrative Drawn from the Life of the Admiral by His Son Hernando Colon and Other Contemporary Historians, Penguin, 1969.
Heberto Padilla, Sent off the Field: A Selection from the Poetry of Heberto Padilla, London: Deutsch, 1972.

Libros y antologías editadas por J.M. Cohen
The Penguin Book of Comic and Curious Verse, Penguin, 1952.
Penguin Book of Spanish Verse, Penguin, 1956 (y 1962 and 1988).
More Comic and Curious Verse, Penguin, 1956.
Yet More Comic and Curious Verse, Penguin, 1959.
(con Mark J. Cohen) The Penguin Dictionary of Quotations, Penguin, 1960.
Poetry of This Age: 1908-1965, Harper, 1966.
Latin American Writing Today, Penguin, 1967.
Writers in the New Cuba: An Anthology, Penguin, 1967.
(con Mark J. Cohen), The Penguin Dictionary of Modern Quotations, Penguin, 1971.
The Common Experience, una antología de literatura mística
The Rider Book of Mystical Verse, Rider & Co, 1983.

Crítica y ensayo:
Robert Browning, London: Longmans, Green, 1952.
A History of Western Literature, Penguin, 1956.
The Life of Ludwig Mond, London: Methuen & Co., 1956.
Poetry of This Age (1959, revised 1966)
Robert Graves, Edinburgh: Oliver and Boyd, 1960.
English Translators and Translations, London: Longmans, Green, 1962.
The Baroque Lyric, London: Hutchinson, 1963.
Jorge Luis Borges, New York: Barnes & Noble, 1973.
Journeys down the Amazon: Being the Extraordinary Adventures and Achievements of the Early Explorers, London: C. Knight, 1975.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Presencia de la literatura extranjera en China


Qin Gong es investigador del Instituto de Literatura de la Academia de Ciencias Sociales de China. Según anota en una de las páginas de China Today, "las traducciones al chino de la literatura mundial, clásicas o contemporáneas, han estado disponibles en China desde principios del siglo XX. Dichas obras han demostrado tener una presencia más relevante que las traducciones a otras lenguas de las creaciones literarias chinas y han dejado una influencia perceptible en la literatura moderna y en las artes escénicas de China". A continuación se ofrece una lista de autores y una breve historia de cuándo y por quiénes fueron traducidos al chino. Se trata de William Shakespeare, Victor Hugo, Hans Christian Andersen, Henrik Ibsen (artículo que se reproduce al fina de esta entrada), Rabindranath Tagore, Jean-Paul Sartre, Máximo Gorki, Ernest Hemingway y Nikolai Ostrovsky.

Cada uno de esos textos puede ser leídos siguiendo el link: http://www.chinatoday.com.cn/hoy/2007n/s2007n02/p18.html


Henrik Ibsen (1826-1906): Dramaturgo y poeta noruego

Antes del Movimiento de la Nueva Cultura (1915-1919), Ibsen era conocido solamente dentro del círculo intelectual chino. El 15 de junio de 1918, el mensuario revolucionario Nueva Juventud, dedicó un número especial al escritor noruego. En octubre del mismo año Casa de Muñecas fue traducida por Chen Jia y se publicó por la Editorial de Comercio de Shanghai. A partir de entonces las obras de Ibsen quedaron disponibles para todos los chinos, con subsiguientes reimpresiones a través de los años.

El 5 de mayo de 1923, el drama Nora, adaptado de Casa de Muñecas, fue interpretado por estudiantes del Departamento de Física y Química de la Escuela Normal para Niñas de Beijing. Su estreno marcó la primera representación de obras de Ibsen en China, aunque el éxito no le acompañó.

El 20 de marzo de 1928, la Compañía de Nuevo Drama de Nankai en Tianjin escenificó Enemigo del Pueblo, retitulándolo Doctor Terco. El 17 de octubre del mismo año, la Compañía esenificó Casa de Muñecas. Cuatro presentaciones de Nora, dirigido por Zhang Min, ocurrieron del 1 al 3 de enero de 1935, en el Teatro Taotao de Nanjing, provincia de Jiangsu, con éxito enorme. En junio del mismo año, la Asociación de Aficionados Dramáticos de Shanghai llevó a escena Nora en el Teatro de Jincheng. Ésta fue la primera representación pública de la asociación, acompañada por igual por el éxito. El año 1935 fue de hecho el año de Nora. La juventud china de aquel tiempo abrazó la explícita defensa de la libertad y la individualidad de Ibsen. Su influencia, de ninguna manera se restringió a los círculos literarios; Nora devino icono de la liberación de las mujeres. Muchas jóvenes chinas, inspiradas en su espíritu, rompieron con las barreras feudales y escaparon a la esclavitud del casamiento obligatorio.

sábado, 4 de diciembre de 2010

"La que no tiene futuro es la humanidad"


Publicado en el diario Página 12, en su edición del 2 de diciembre pasado, el siguiente artículo de Silvina Friera da cuenta de una conferencia del escritor colombiano Fernando Vallejo en la edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que está concluyendo este fin de semana.

"Todo cambia, todo pasa, todo se acaba"

Los editores de Cataluña se tienen que apurar. “Dentro de poquito van a ser como el cóndor de los Andes, una especie en extinción. Y no por catalanes, sino por editores”, pregona y aclara Fernando Vallejo en el Fórum Atlántida, un encuentro organizado por el gremio de editores de Cataluña y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Ya está: lo consigue apenas arranca. El escritor colombiano desata con cada una de sus diatribas una catarata de carcajadas. Elena Ramírez, directora de Seix Barral, que lo acompaña para entablar un diálogo, también ríe. A veces parece que quiere que el público explote de la risa. Que se ría con él y de él. “Cuando cunda en serio el libro electrónico, esta profesión tan honorable que empezó algo después de Gutenberg, hace quinientos años, va a quedar más discontinuada que la de relojero o la de deshollinador.” El autor de La virgen de los sicarios recicla un estribillo. No es nuevo para quien lo haya oído: compone un personaje radicalmente provocador. Y, en su rabia desmesurada, risiblemente escatológico. “Todo cambia, todo pasa, todo se acaba y se lo lleva el viento, ¡qué le vamos a hacer!”, proclama con esa vocecita empinada por un nihilismo feroz.

“Si el viento les pudiera pasar las hojas a los libros electrónicos, el mundo habría empezado a andar bien. Pero no –aclara, por si algún confiado o ingenuo cree que a Vallejo le picó el bicho del optimismo–. Va mal, barranca abajo, irremediablemente, con uno de estos largos adverbios en ‘mente’ que tanto ofuscaban a Borges. Dichoso él, que descansó de ellos. Yo todavía no descanso de la música disco.” Los editores españoles siguen en plena fiesta, publicando libros a lo loco. El escritor apunta al blanco. Y dispara. El año pasado se lanzaron 76.000 títulos. “Oigan bien –pide–: títulos, no ejemplares, o ‘copias’ como dicen ahora los anglizados, que son todos menos yo, por terco.” En cuanto a los ejemplares, calcula que puestos los unos sobre los otros “alcanzan para llegar a la Luna, dar la vuelta y volver a la Tierra como si nada”. En su demoledor “informe de situación”, recuerda que los editores catalanes –que no suelen editar en su idioma, sino en uno ajeno, en español– son “los grandes artífices de esa hazaña y los que hoy mandan la parada”. A estos señores que lo invitaron, a los editores catalanes, les reclama que proscriban los anglicismos de los libros que editan en español, para “salvar a este pobre idioma en bancarrota”.

El escritor colombiano apela a un puñado de anécdotas personales para llevar agua al molino de una certeza: el fin del libro. Un amigo le trajo hace cinco años un ipod, que entonces en México, donde vive el escritor, no se conseguían. En apenas unos segundos le pasó todo Gluck, Bach, Mozart, Beethoven, Schubert, Wagner, Malher, Debussy, Richard Strauss. Y lo que le importa más: todo José Alfredo Jiménez y toda Chavela Vargas, los que más quiere. “El ipod era la piratería de la piratería. La madre de todas las piraterías, como diría el difunto Saddam Hussein”, ironiza el autor de El don de la vida. Otro amigo, en diez minutos, le pasó 3000 películas. “¡Pero para qué quiero yo tres mil películas si detesto el cine! Más que a Castro. Más que al Papa. Ah no, menos... Ah no, más...” Como si tuvieran convulsiones, unas quinientas cabezas que se agitan por el temblor que provoca la risa. “¿Quién le puede impedir a uno compartir su tesoro con el prójimo? Eso no es piratería; es amor cristiano”, define Vallejo. CD y DVD ya pasaron a engrosar “la lista de los discontinuados junto con los deshollinadores y el disco de acetato”. ¿Qué va a ser del libro? Se adivina la respuesta. “Se va a morir, como yo, como ustedes.” Un primer detalle que preocupa a Vallejo es que en el libro electrónico “el viento no puede pasar las hojas”. La flechita para que con el cursor se pase de página en página, siempre bajando, le parece un retroceso: “es como ir desenrollando un rollo de pergamino de los tiempos de Cicerón”. Al colombiano le gusta clavar el aguijón del desencanto. “El hombre avanza retrocediendo –afirma–. Por eso vamos tan bien. Y al que no le guste, se pega un tiro o se jode. Todo es cuestión de acostumbrarse; se acostumbra uno a vivir en un planeta atestado, con las calles atestadas, las carreteras atestadas, las conferencias atestadas, y siete mil millones de bípedos sabios comiendo y demás, ¡no se va a acostumbrar a pasar las hojas con un cursor! Eso es peccata minuta.”

Cuando irrumpe lo que se podría llamar un “matiz” en el pensamiento de Vallejo, una pequeña grieta por la que se cuela un poco de aire, pronto se esfuma. El personaje nunca descansa. “Por ahí he leído que el libro es como las tijeras y como la rueda, que no se pueden mejorar. No se podrán mejor, pero se pueden empeorar. ¡Cuál futuro del libro! ¡Si la que no tiene futuro es la humanidad!” Para el colombiano el libro digital acabará con el libro impreso. Los libros electrónicos se pueden manipular. Ese es el problema; que se pueda cambiar el texto es “gravísimo”. “Por ahí va a empezar el acabose –asegura–. ¿Se imaginan cuando a la canalla de Internet le dé por poner en un libro ajeno y firmado por otro las calumnias y miserias propias y lo echen a andar por el mundo?”

Aunque suene tan drástico sobre el futuro del autor, fundamenta con un ejemplo. El escritor detesta usar el verbo “escuchar”, que significa oír con atención. “Si los libros míos los pasan del papel a lo digital y a un lector malintencionado le da por manipular lo que yo escribí y donde puse ‘oír’ me cambia a ‘escuchar’ y mete mi libro en Internet y lo echa a andar por el mundo, acaba conmigo; está poniendo en boca mía palabras que nunca uso, que es lo que me pasa cuando doy entrevistas. Los periodistas aniquilan al escritor. Todo lo tergiversan, todo lo banalizan, todo lo estupidizan. Si uno dice algo bien, lo repiten mal; si uno se equivoca, dejan la equivocación; si dice uno una frase genial, la borran.” Los principales enemigos del escritor, según el colombiano, son: el corrector de pruebas, el periodista, el editor y el lector. En ese orden.

“En el libro manuscrito de antes de Gutenberg, y después en el impreso, también se podía manipular el texto. Pero no era fácil. Pasar al pergamino o al papiro un libro manuscrito para después echarlo a circular con una falsedad tomaba mucho esfuerzo y mucho tiempo”, compara Vallejo. “Los CD no son modificables, ni los DVD; uno no puede, por ejemplo, quitarle trompetas o clarinetes a un CD, o la ropa a una actriz de un DVD. Pero el libro electrónico sí lo es.” Además de esta diferencia, precisa otra: el soporte. “Mientras el material de un CD o un DVD no cuesta casi nada, el papel de un libro pirateado cuesta mucho, tanto o casi tanto, según su calidad, como el del libro auténtico”, subraya el escritor. Y a eso hay que sumarle la impresión del libro pirateado.

Vallejo interpela a los editores. Quiere saber por qué están cobrando en Europa 15 euros por un libro impreso y 10 por uno electrónico, si el libro virtual no tiene los enormes gastos de papel, impresión, almacenaje, distribución y transporte. “Se me hace un abuso para con el lector –advierte–. Tendrían que cobrarle un centavo de euro.” Que le paguen al autor del libro electrónico el mismo porcentaje del libro impreso, algo así como el 10 por ciento, le parece “injusto” para con el escritor. “El único dueño del libro electrónico tiene que ser el escritor”, plantea. “Por mí que se roben todos los libros míos; me hacen un honor. Pero eso sí, que no me los toquen: ni una tilde, ni una coma. Eso para mí es sagrado. Yo un trueno lo oigo, no lo escucho.”

Más que la piratería electrónica, que ya está a la vuelta de la esquina, Vallejo percibe que lo “terrible” es la posibilidad de que “un cualquiera, la chusma de Internet”, pueda modificar los libros. “Para escritores y editores el panorama lo veo sombrío. Que Dios nos agarre confesados.” Elena Ramírez le pregunta si aceptaría el libro electrónico en caso de que no se puedan manipular los textos. “No hay forma de proteger el libro electrónico. Si el libro se modifica, se acaba”, responde el escritor, quien añade que algo similar está ocurriendo con la prensa impresa y su “lenta” desaparición. El último reducto, intuye, será Francia, país que por su amor a los libros ofrecerá más resistencia. Protesta el escritor colombiano, con más o menos razón según el cristal con que se mire, porque los editores “defienden el último libro del autor y no los anteriores, que parece que fueran de dominio público”. Le retruca Ramírez: a pesar del diagnóstico, que evidentemente no comparte, considera que la figura del editor “será necesaria”.

Vallejo también le retruca. “La chusma escribe y calumnia en Internet y quién la controla. El editor desaparece. Yo no me preocupo por ustedes.” La directora de Seix Barral, estoica en su afán de preguntar, le promete que no bien termine la charla buscará empleo. “El mundo anglosajón nos colonizó el alma. Eso es una realidad; después nos colonizarán los chinos, si es que hay tiempo”, pronostica Vallejo. Un estudiante le pregunta qué pueden hacer los jóvenes para cambiar esta situación. “Si nos metemos en plan de consejos, mi postura ante la vida es que no hay que reproducirse. ¡No tengan hijos!” Una muchacha lo agarra en una “contradicción”. Le recuerda al escritor, un vegetariano militante, que contó en una entrevista que le da de comer pollo a su perro. “Ese es un conflicto que no puedo resolver, pero tú no puedes tratar de derrumbar mi moral”, le contesta.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Abre una nueva librería digital

La noticia, cuya fuente son las agencias informativas, fue publicada en Ñ digital hace dos días. Todo indica que, de aquí a un tiempo, la gente de Libranda se va a tener que poner a pensar seriamente en cambiar de rubro y ponerse, por ejemplo, a vender gazpacho.

Para Navidad abre Google Editions

La apuesta de Google para entrar en el sector de los libros electrónicos se estrenará en EE.UU. antes de que acabe 2010, y en el resto del mundo en el primer trimestre de 2011, casi un año después de su fecha de lanzamiento original.

Según confirmó hoy el director de gestión de productos de la compañía, Scott Dougall, al diario Wall Street Journal, la apertura de la librería digital del gigante de Internet, entorpecida por problemas técnicos y legales durante meses, tendrá lugar por fin en las próximas semanas.

"Dada la complejidad de este proyecto, no queríamos sacar al mercado algo que no estuviera completo", dijo Dougall. El retraso en el lanzamiento de Google Editions, previsto inicialmente para el primer trimestre de 2010 y más tarde para el pasado verano, ha permitido a la compañía adelantar contratos en varios frentes, como el de las librerías independientes.

Se espera que las pequeñas editoriales aporten gran parte de la oferta de la librería digital, con la que muchas ya están intercambiando archivos, según el diario. La compañía ha querido diferenciar su biblioteca de otras, como la de Amazon, al diseñar un modelo abierto, en el que los libros puedan comprarse directamente en la propia red o en las librerías asociadas a ella, a través de la cuenta del usuario en Google.

La biblioteca personal que cree el usuario será accesible tanto desde el ordenador como desde otro aparato conectado a Internet, como los teléfonos inteligentes o las "tabletas" como el iPad. El gran ignorado será Kindle, el lector electrónico de Amazon, empresa que ha logrado controlar alrededor el 65 por ciento del mercado de los libros electrónicos gracias, en gran parte, a su exitoso aparato.

Esa apuesta abierta de Google, que no fuerza al usuario a poseer ningún aparato vinculado a su oferta, se amplía con la opción de que el usuario compre los libros a través de la plataforma sin tener siquiera que acceder a la página web de la compañía, con un sistema de venta directa desde las librerías.

La llegada de Google al mundo editorial a tiempo para las Navidades podría triplicar la cifra de ventas de libros digitales este año en Estados Unidos, desde 301 millones de dólares en 2009 hasta 966 millones en 2010, según la consultora Forrester Research.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Una entrevista con Atenea Acevedo, traductora mexicana y activista

Atenea Acevedo es una traductora mexicana que se define como "traductora activista". De paso por Buenos Aires, en mayo de este año, fue entrevistada por Silvina Friera para el diario Página 12.

Una voz para comunicar conciencia

La traductora activista mexicana de ojos homéricamente brillantes agradece ahora, taza de té con leche mediante, que sus padres se hayan empeñado en fijarle el inglés, “una puerta que me ha llevado a otros mundos”. En un apresurado viaje por el interior de sí misma, hubo una primera escala: su formación en Relaciones Internacionales y el trabajo en Naciones Unidas. Pero pronto llegó el desencanto con el “orden mundial”. La muchacha de espíritu contestatario y retador emprendería un nuevo rumbo, lejos de la trayectoria profesional que había empezado a trazar. Volvió a estudiar, esta vez para especializarse en traducción e interpretación. “A partir de ahí, me lancé de lleno”, resume a Página/12. Desde entonces contribuye a difundir voces que están ocultas o silenciadas; ha participado en el Foro Social Mundial y colabora como miembro y coordinadora de la asociación de intérpretes voluntarios Babels y en los colectivos Tlaxcala y Rebelión.

“Siempre hubo en mí un espíritu contestatario y retador”, dice Acevedo en el Hotel Panamericano. Ayer terminó el V Congreso Latinoamericano de Traducción e Interpretación que la tuvo entre sus principales oradoras. “Crecí leyendo a Mafalda, que mi padre me regaló, y me convertí en una especie de Mafaldita mexicana que iba preguntando absolutamente todo. Mi papá, en su juventud y hasta cierta edad, fue un tipo bastante cuestionador del sistema; era de una generación que quería cambiar el mundo. Y eso también me influyó.”

–¿Cómo llegó a definirse como “traductora activista”?
–Las palabras también son armas, en el mejor sentido; ahora tenemos tan satanizadas las armas... Pero en mi visión depende de quién las use y para qué. Cuando me desencanté de las Relaciones Internacionales, me tocó ver el inicio de Internet. Me di cuenta de que había muchos discursos que se quedaban en el olvido por diferentes razones. Y fui testigo de cómo en estos últimos años los medios se fueron transformando en grandes corporaciones que obedecen a determinados intereses. En un primer momento no articulaba necesariamente un discurso propio, pero sí contribuía a que se difundieran mensajes y voces que estaban ocultos. Yo navegaba por Internet y veía que había medios alternativos, pero no sabía cómo integrarme. Pero hubo un congreso de traducción e interpretación activista en Granada (España), al que le cambiaron el nombre por “traducción e interpretación social” porque la palabra activista parecía demasiado beligerante. Fui a ese congreso como participante y pude conocer a Manuel Talens, un escritor, médico, traductor y activista español. El forma parte de Rebelión, el medio hispano con mayor repercusión en lo que es información alternativa, y también creó una red de traductores por la diversidad lingüística, Tlaxcala. Entré a la red y a Rebelión como traductora con una idea clara de cuáles eran las voces que a mí me interesaban, que tienen que ver con la desigualdad de mujeres, derechos sexuales y reproductivos, diversidad sexual. Fui encontrando un canal donde había cabida para todas estas voces.

–¿Le pasó de tener que hacer una traducción de un libro con el que discrepaba desde lo ideológico?
–El otro día tuve una charla con estudiantes recién egresados de la carrera de traducción y yo les decía que una de las primeras cosas que hay que hacer siempre es mirar el texto antes de aceptarlo, por infinidad de razones. De entrada hay corporaciones con las que no trabajo por una cuestión de principios, independientemente del ingreso que pudiera obtener con ellas. Y echar una mirada, por más somera que sea antes de decir “sí”, me ha ayudado a evitar encontrarme en una situación incómoda. Ahora puedo decir que me doy el lujo de elegir. Siempre digo que tengo un poco una “doble vida” porque estoy inmersa, como todos, en un sistema que funciona como un mercado y tengo que vivir; entonces hago mi trabajo, que siempre trato de que vaya en línea con las cosas que creo. Pero tengo que asegurarme de que se me pague lo suficientemente bien para tener tiempo para hacer trabajo voluntario sobre cuestiones que me pueden interesar un poco más.

–¿El traductor es más consciente hoy del papel que tiene?
–Siempre hemos tenido conciencia del papel, lo que va cambiando es la percepción social del traductor. Es una profesión clave para el funcionamiento de toda la sociedad, para la difusión de la cultura, de las ideas, pero que tiende a borrarse, como si no existiera. De hecho hay toda una cultura dentro de la misma profesión que plantea que “el mejor traductor es el que no se ve”. Yo estoy de acuerdo con eso, en el sentido de que no se ve porque hace un trabajo tan bueno que parece un original. Pero también creo que nos falta asumir más la dignidad de la profesión y hacernos visibles. A mí me encantaría que todas las obras llevaran el nombre de quien las tradujo también en la portada de los libros, porque soy autora de mis traducciones. En los últimos tiempos, con las nuevas tecnologías prevalece la idea de que si Google traduce, por qué no va a traducir cualquiera con un diccionario, ¿no? Entonces se está perdiendo un poco la filigrana del trabajo. Quizás en este aspecto, por defendernos, nos estamos volviendo un poco más conscientes del papel que tenemos.

–El hecho de que Google traduzca, ¿representa una amenaza real?
–Mi postura es que no, al menos no todavía. No sé si se va alcanzar un proceso sofisticado de traducción a través de las tecnologías. Al menos en mi área, las ciencias sociales, lo veo complicado por todos los matices de la lengua. Las opiniones están muy divididas; hay algunos que dicen que la traducción ya se acabó y empiezan a buscar el plan B, C, y quienes dicen que nunca va a pasar. Yo estaría en el medio, creo que “nunca” es una palabra muy fuerte; puede suceder, pero en las ciencias sociales tardará más porque el código social es múltiple y cambiante, y es difícil seguirle el paso. No sé si la tecnología va a llegar ahí, pero que está, está. Y hay que prestarle atención.

Acevedo prefiere hablar de “momentos de mucha satisfacción” cuando repasa su labor como traductora e intérprete activista. “Trabajé para un grupo de extranjeros que se entrevistó con las madres de las mujeres asesinadas en Juárez. Fue muy duro porque las madres, con el proceso de duelo de años, hablaban con mucha soltura de lo que habían vivido. Una madre contaba que un día la llamó la policía para decirle que estaban los restos de su hija. Le mostraron un zapato, una prenda, los dientes, pero sabía que no era su hija. Yo tenía que morderme un dedo para no echarme a llorar y traducir lo que la señora estaba diciendo –recuerda–. Pero cuando veía cómo el mensaje llegaba y la repercusión que podía tener, me emocionaba. Hay voces que están calladas, ya sea porque a nadie le interesa o porque nadie se entera siquiera que existen. Poder llevar esas voces y lanzarlas al mundo para mí es el principio: por lo menos comienza a saberse que existen esas voces.”

–¿Cómo definiría la traducción activista?
–Creo que es tender puentes donde normalmente lo que hay es un abismo de desconocimiento, de desinformación, de manipulación informativa. La traducción activista es subversiva, por supuesto, porque cuestiona al sistema y despierta reacciones. Encima yo soy feminista, ¡estoy rodeada de malas palabras! (risas). Desde adentro también se pueden hacer muchas cosas, aun en la periferia. Es como ser un vaso comunicante; me gusta esa metáfora que tiene que ver también con el puente: articular a gente que de otra manera estaría muy aislada. Porque también vas articulando luchas en los foros sociales y en diferentes espacios. A mí me interesan los movimientos de base, todo lo que viene de las bases. Hay grandes pensadores dentro del altermundismo, como Chomsky, Petras, Pascual Serrano, que son faros. Los admiro y los leo con mucha atención. Pero me gusta traducir a gente que es totalmente desconocida y tiene algo que decir.

–¿La traducción activista opera desde la periferia, pero golpeando el centro?
–Bueno, no sé si siempre llegamos a golpear... Cada vez más gente está recurriendo a Internet para buscar informaciones distintas de las que encuentran en los diarios. En la medida en que más gente se interesa por estas cuestiones alternativas, creo que podemos golpear un poco y abrir una ventana.

–La pregunta por el sentido del arte, la filosofía, la historia, la literatura, parece un lugar común. Escarbando sobre este cliché, ¿encuentra algo para rescatar sobre el sentido de la traducción en el siglo XXI?
–Para mí, el sentido de la traducción sigue siendo el vehículo de la comunicación. Es una pregunta con un montón de entresijos, porque la traducción también está ligada a un mercado específico, el mercado editorial, donde por cierto la traducción está devaluadísima en términos de dinero. Y sin embargo es fundamental para todo. La traducción tiene que comunicar con conciencia.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿El inglés crea y el español traduce?


HermanoCerdo es una revista en español de literatura y artes marciales de regularidad variable, editada en linea y de circulación gratuita. Cuenta con colaboradores en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos, México, Perú y República Dominicana. Su primer número salió a la luz en marzo de 2006 y la entrada que se reproduce a continuación data de octubre de 2010.

Los traductores hablan y los escritores copian

En un reciente post de su blog,  Javier Calvo recomienda el último número de la revista Trans (la revista de traductología de la Universidad de Málaga, que desafortunadamente no se puede leer en línea) donde se ha publicado un dossier coordinado por Vicente Luis Mora llamado ““La traducción de la literatura estadounidense en España: Experiencias y panorama”. Ante la imposibilidad de leer los ensayos originales, citamos dos comentarios que Calvo hace de un par de ensayos, el primero de Ramón Buenaventura y el otro de Vicente Luis Mora, ensayos que, creo, ponen el dedo en la llaga de la relación enrarecida entre las obras traducidas y la última literatura en español.
“El inglés manda y el español obedece, porque el inglés crea y el español traduce como puede, si se entera. Los términos modernos, casi en su totalidad, nacieron y siguen naciendo en inglés. Unas veces se pueden pasar al castellano y otras no”. Y más adelante: “Pero no vayan a creer que la invención actual del inglés se limita a la ciencia y a la técnica: la alegría de ser los más poderosos, los más ricos, los más libres, infunde en los hablantes [del inglés] un optimismo lingüístico sobrecogedor. El francés vivió así durante siglos. Ahora le toca al inglés: instalados en un ambiente lingüístico más optimista y menos normativo que el nuestro, sus usuarios se pasan el día inventando palabras, locuciones y chascarrillos. Palabras y expresiones recién cocinadas, que nombran fenómenos reales a los que aún no habíamos puesto nombre”. Y más adelante: “Traducir de un idioma bullicioso y vital y despampanante a un idioma lánguido y desconfiado de sí mismo y con la moral comida, un idioma de escritores vendidos sin comprador… no es coser y cantar, afirmación muy contraria al triunfalismo lingüístico que se practica en los estamentos oficiales de España, sobre todo en el Instituto Cervantes y en alguna que otra editorial”.
Y continúa Calvo:
Mora, por su parte, incide en una idea que ya ha señalado anteriormente en otros lugares, la idea de que “la narrativa norteamericana ha sido descodificada primero para codificarse después en narrativa traducida, dispuesta a retroalimentar la narrativa española, siempre atenta a la evolución del mercado literario estadounidense”. Es decir, que la narrativa española última es en cierta manera narrativa traducida porque toma como modelo la narrativa americana. La novedad de su enfoque aquí es que hace una lectura menos generacional que en otras ocasiones, hablando más en general de autores españoles nacidos en los 60 y 70 y extendiendo la idea a otros momentos de la narrativa española del XX, como Juan Benet. Otra novedad es que analiza la importancia que ha tenido la traducción literaria a la hora de generar esas “versiones españolas” de los modelos americanos, afirmando que como resultado de haber asumido unos modelos complejos (y cita a David Foster Wallace y Mark Danielewski como modelos de la narrativa española última), los escritores españoles muchas veces no han leído el original de esos escritores americanos, o por lo menos no solamente, sino también o únicamente la traducción. “Había en casi todos los autores [españoles] mencionados algo en común: la mayoría tuvieron acceso a los textos de Wallace a través de las traducciones, incluso aquellos que dominaban el inglés y que querían tener una buena versión de referencia para examinar el modo en que aquello podía llegar al castellano y construirse como lengua narrativa propia”.
El enfoque de Mora tiene puntos bastante incuestionables. Por ejemplo, estoy completamente de acuerdo con su idea de que David Foster Wallace “ha sido, de lejos, el escritor más influyente para un gran y muy diverso grupo de narradores nacidos en los años 60 y 70 del pasado siglo”.
Hay, al menos, un par de cosas que valdría cuestionar y otras que nos gustaría comentar.  ¿Es verdad que David Foster Wallace ha sido el escritor más influyente para los narradores nacidos en las décadas de 1960 y 1970? La afirmación y la pregunta son ya de entrada una tontería que se desbarata apenas comenzamos a especificar las maneras en que un autor puede influir en una generación. ¿Qué clase de influencia, de qué calidad? Y si realmente influyó, ¿dónde están las obras que realmente pudieron trasvasar la maestría de DFW en una obra en español?

Otro asunto es el de las traducciones mismas. Creo que todos recuerdan la ambivalente influencia que tuvieron las traducciones de Raymond Carver y Charles Bukowsky, por ejemplo. En Latinoamérica ha habido cierta resistencia ante las majaretas y chaladas traducciones españolas, pero con excepción de Argentina, el resto de los países se ha mostrado reacio a apoyar la traducción.

Finalmente, es triste esto que dice VLM: “Había en casi todos los autores [españoles] mencionados algo en común: la mayoría tuvieron acceso a los textos de Wallace a través de las traducciones, incluso aquellos que dominaban el inglés y que querían tener una buena versión de referencia para examinar el modo en que aquello podía llegar al castellano y construirse como lengua narrativa propia”. Este párrafo nos da la pauta para leer a muchos de los escritores actuales.