lunes, 17 de julio de 2023

El presidente de la RAE y la demencia senil


Xavi Puig es el responsable de El Mundo Today, un sitio de noticias español, que ocupa el mismo nicho que la revista Barcelona en la Argentina. Considerando los ríos de tinta que corrieron cuando la RAE decidió dar una parcial marcha atrás respecto del uso de tilde para diferenciar el adjetivo "solo" del adverbio "sólo" y la consiguiente polémica en diarios, revistas, radios y televisión,  publicó este  artículo donde, si uno no lo sabe, podría llegarse a pensar que Santiago Muñoz, actual director de la RAE, da cumplidas pruebas de insanía. Más allá del chiste, el atuendo con que aparece en la foto permite albergar dudas.

La RAE añadirá soledad a «solo»

Poco después del revuelo informativo que se levantó al anunciarse que la Real Academia iba a añadir la tilde a la palabra «solo» en determinados contextos, la entidad ha vuelto a sorprender esta mañana con un comunicado en el que asegura que «solo» tendrá «más soledad que antes» cuando se use como un adjetivo.

«La lengua se va transformando en un contexto social siempre cambiante y esta institución tiene el cometido de reflejar ahora una realidad en la que el hablante se siente más desprovisto que nunca de calor afectivo. Pese a la explosión de las redes sociales y a la fiebre comunicativa que trae aparejada, desaparecen los vínculos intersubjetivos profundos y, cuando decimos que nos sentimos solos, nos referimos hoy en día a una soledad casi ontológica, irremediable y se diría incluso que inefable. Por tanto, se requiere más soledad en el solo, el adjetivo, para que, al decir que estamos solos, podamos ser más fieles que nunca a ese sentimiento de vacío», reza el texto difundido hoy en la página web de la RAE.

Al poco de publicarse el anuncio oficial, el director de la entidad, Santiago Muñoz Machado, ha confesado a los medios de comunicación que se siente solo. «Estoy solo. Y no es por la pandemia, porque hablamos mucho de la pandemia, que también tuvo sus efectos, pero permítanme que insista en que no es por la pandemia. Algunos pensarán que el prestigio inherente a mi cargo, las eminencias que me rodean, todo esto… pensarán ustedes que es suficiente para colmarme. Y lo cierto es que no. En términos de Habermas, por un lado está el mundo objetivo, digamos, los logros académicos que constan en los papeles, y luego está lo que Husserl llamaba lebenswelt, el mundo de la vida, y es en este aspecto en el que se revela el gran vacío. En mi caso, al menos. Esos momentos en los que te quedas mirando un punto fijo de la pared y se te humedecen los ojos. Y te preguntas para qué todo esto. Para qué dirigir la RAE si luego la gente se pasa las cosas por el forro de los cojones, con perdón. Y hacen tuits con chanzas y estupideces. Volviendo a Habermas, todos los aplausos enmudecen en mi mundo subjetivo, el cual se me revela como una cáscara vacía. Sin mi traje, en pelota frente al espejo, no soy más que un viejito de un pueblo cordobés. Lamento la imagen que acabo de invocar, pero déjenme que vierta la siguiente reflexión, espero que certera: sin emoción, el conocimiento es un constante tragar arena. Llenas tu intimidad de arena conceptual, de hallazgos teóricos y conversaciones elevadas… pero no deja de ser arena que te seca por dentro hasta drenarte entero. Porque no vivimos para pensar, pensamos para vivir. Yo lo que quiero es vivir, entiéndase esto, y creo que cualquiera puede comprender dicho anhelo. Y en ese empeño me siento realmente abandonado y solo, encontrándome además en el otoño de mi existencia. Pasan los años, se me escurre la vida entre los dedos, y el pasto parduzco del que deberían brotar emociones no es más que un desierto estéril regado únicamente con palabras, palabras y más palabras que ensucian el espacio con sonidos que se desvanecen sin dejar huella ninguna en mi persona. Si la vida es música, soy incapaz de retener la melodía. ¿Se me entiende? Estoy divagando. Divagando, además, para nadie. De modo que concluyo y ya les dejo en paz: ese intento de añadirle soledad al adjetivo de marras por parte de la Real Academia de la Lengua es un proyecto personal mío que se debe al hecho de que estoy un poco triste estos días. Justo es reconocerlo. Me basta con que no se choteen de esto como lo hicieron con la puta mierda de la tilde. ¿Se me ha entendido esto último? No hagan bromas, por favor. La soledad es un charco de veneno y la risa nos lleva a chapotear en él, esparciendo sin ton ni son los goterones de miseria. Mi desazón no es cosa de broma», ha expresado.

viernes, 14 de julio de 2023

Kundera en Pinamar

La muerte del escritor Milan Kundera ha desatado una enorme cantidad de artículos de todo tipo en el mundo entero. Entre los varios que publicó el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 12 de julio, hay uno de Pablo de Vita. En la bajada con que se presenta, se lee: “Fernando de Valenzuela, que llegó al país desde España en 1949 junto a su familia cuando tenía dos años, es el responsable de todas las versiones en castellano de la obra del gran escritor checo”.

El traductor de Kundera al español y una anécdota que nace en la Argentina

Toda la obra escrita en checo de Milan Kundera contó con el mismo traductor al español: Fernando de Valenzuela. Insólitamente, títulos fundamentales de este notable escritor checo como La broma, El libro de la risa y el olvido o su insoslayable La insoportable levedad del ser tuvieron un traductor hispano-argentino y una anécdota que nace en Buenos Aires.

Escapando de la represión franquista, la familia Valenzuela llegó a la Argentina en 1949. Fernando tenía dos años. Vivió en Buenos Aires hasta los diecisiete cuando el portero, gallego claro, de la entonces Embajada Checoslovaca en nuestro país lo inscribió para una beca de estudios en Praga. Llegó a la Checoslovaquia comunista sin saber una palabra de checo.

En la Universidad de Carlos se licenció en Filosofía y, luego, ejerció el periodismo en la agencia EFE, de la que fue delegado en Varsovia, Praga y La Paz. En esos años previos al exilio parisino del célebre escritor, fue cuando lo conoció en Praga, siendo además testigo de la invasión soviética que puso fin a la “Primavera de Praga”. Providencialmente,este cronista dialogó con el traductor hace una década cuando había regresado al país y se encontraba radicado en General Madariaga, provincia de Buenos Aires. Valenzuela manifestaba entonces la sincera amistad que lo unía a Kundera y a su esposa Vera, cómo el escritor le había otorgado siempre plena confianza y libertad para traducir sus libros y sobre aquellos encuentros en los que podían hablar tanto de Jan Patocka y Karel Kosic, eminentes filósofos que fueron profesores del traductor y amigos de Kundera, tamizados entre literatura y música.

Tiempo después Valenzuela confiaría que ese encuentro, que tuvo como marco la proyección de La broma, de Jaromil Jires, la única adaptación al cine que el escritor aprobaba, y de La insoportable levedad del ser, de Philip Kaufman, que asimismo detestaba, había llegado a oídos del escritor: “Les mande un mensaje a los Kundera contándoles de la proyección de las películas en la biblioteca de Pinamar y haciendo un breve resumen de tu intervención. Me respondieron enseguida muy contentos. Vera añadió que si fuera envidiosa me envidiaría por estar donde estamos”.

Así, Buenos Aires, Praga y París quedaron unidas en la trama urdida por el azar y el silencioso oficio del traductor que permitió la existencia de legiones de admiradores de habla hispana para uno de los escritores checos más famosos de todos los tiempos.

jueves, 13 de julio de 2023

Incentivo económico para traducción de autores uruguayos

Mariana Wainstein
El pasado 12 de julio, en el sitio ensegundos.com.pa, de Panamá, se publicó un cable  de la agencia española EFE donde se anuncia que Uruguay va a financiar traducciones de escritores de esa nacionalidad. 


Uruguay financiará la traducción de sus escritores para impulsar la exportación literaria

 

Uruguay financiará la traducción de las obras de sus escritores, a través del programa IDA, que busca promover la exportación de la literatura del país suramericano al mundo.

 

Autoridades presentaron este martes la quinta edición del proyecto, que ya asistió a más de 50 autores en la traducción, de la mano de editoriales extranjeras, de 38 obras a diez idiomas y es impulsado por la agencia de promoción de inversiones, exportaciones e imagen país, Uruguay XXI, y el Ministerio de Educación y Cultura.


“Es un programa que ayuda a los escritores a que sus obras sean traducidas, que da un incentivo económico a las editoriales para hacer traducciones a idiomas que no sean el español. Esa es la línea central del programa”, explicó a la prensa la directora nacional de Cultura del país, Mariana Wainstein.

 

La directora agregó que “IDA”, bautizado así en honor a la reconocida poeta uruguaya Ida Vitale, tiene otras dos líneas, una para publicar extractos que en algunas oportunidades son necesarios para catálogos y otra que apoya a hacer audiolibros.

 

“Queremos incentivar todo lo que sea internacionalización de la cultura uruguaya”, remarcó

Wainstein, quien apuntó que en el caso de los escritores la traducción es fundamental para lograrlo.

 

En esta edición, la modalidad de apoyo mediante fondos no reembolsables será mediante la entrega de hasta 2.500 dólares por obra para la traducción, de hasta 300 dólares por obra para los catálogos y de hasta 1.000 dólares por obra para la creación de audiolibros.


Sebastián Risso, director ejecutivo de Uruguay XXI, resaltó a la prensa la importancia del programa para promocionar la Marca País.

 

“Desde Uruguay XXI una de nuestras tareas en fomentar la exportación de servicios y servicios culturales, que es uno de ellos. Es muy importante para nosotros que se pueda exportar este tipo de servicios, a la vez que lo vemos como una forma también de promocionar la Marca País. Cuando vemos una obra uruguaya en el exterior o en otro idioma también está viajando la bandera de Uruguay ahí”, argumentó.

 

Asimismo, destacó el trabajo que se hará con los audiolibros, que “están creciendo mucho a nivel global”.

 

“Se habla de que el mercado global en 2020 era de unos 4.000 millones de dólares y para el 2030 se espera que sea de unos 20.000 millones de dólares”, concluyó.

miércoles, 12 de julio de 2023

Claudia Cabrera y la traducción de escritores alemanes exiliados en México

Publicado en Nexos, el pasado 2 de junio, este artículo de Carlos Rodríguez trata sobre la escritora alemana Anna Seghers (foto), su breve exilio mexicano y el rescate emprendido por la traductora Claudia Cabrera de la literatura generada por el exilio alemán en México.


Anna Seghers y la literatura del exilio alemán en México

Aunque no estaba planeado así, Anna Seghers llegó a México en 1941. Poco se podía prever en realidad porque siendo judía (aunque no practicante), comunista y escritora, huyó de la Alemania nazi. En una de sus novelas, Tránsito, publicada en 1944, Seghers ficcionaliza la espera angustiosa que vivió junto con miles de personas que en Marsella, punto neural de fuga, se quebraban los dedos, los nervios, por obtener los visados para huir de las garras de la persecución y la muerte.

El paso de la autora por México, que regresó a la República Alemana Democrática en 1947, es fantasmal. Poco se sabe a pesar de que Pablo Neruda, entonces cónsul de Chile en México, la recibió en la capital y de su relación con Diego Rivera (un libro de 2020 de Volker Weidermann, Brennendes Licht, aún no traducido al español, novela su periplo mexicano); de hecho se sabe poco del exilio alemán en México tanto en términos históricos como artísticos. Un proyecto literario de la traductora mexicana Claudia Cabrera rescata la literatura del exilio alemán en México, poco atendida en su tierra de origen.

Este esfuerzo editorial, cuyo primer movimiento es Tránsito, que ya se encuentra en librerías, tiene varias razones, algunas de ellas personales (for sentimental reasons, como cantaría Nat King Cole). En la tensa Marsella donde se encontraba Anna Seghers, que murió el 1º de junio de 1983, también estaban unos familiares de Cabrera, su tío abuelo y su esposa. Esta coincidencias, que le dieron un empujón definitivo al arte en México, no hubieran sido posibles sin la intervención de Gilberto Bosques, hombre de confianza de Lázaro Cárdenas y cónsul general de México en Francia. Al emitir cuarenta mil visas y practicar una política migratoria tan liberal, el diplomático poblano permitió, entre otras cosas, los fecundos exilios español y alemán en México. La traducción de Tránsito, que por primera vez se puede leer en el español de México, es un homenaje a Bosques.

Es notable cómo resuena ahora el conflicto migratorio personal y colectivo que planteó Seghers. También de qué forma la cultura de refugiados es motivo de orgullo y honores.

La enfermedad de marcharse (y del olvido)
En la pluma de Seghers, la evasión inevitable del conflicto de la Segunda Guerra, tiene un matiz sucinto, que ciñe lo visto y oído a una futura nostalgia, hipotética en caso de lograr la liberación. Se lee en Tránsito:

“Oí maldiciones en francés y despedidas en español, y al final todavía oí, a lo lejos pero más penetrante que todo lo demás, una cancioncita sencilla que había escuchado por última vez en mi patria, cuando nadie de nosotros sabía aún quién era Hitler, ni siquiera él mismo. Me dije que seguramente era sólo un sueño. Después me quedé dormido.”

Es la enfermedad de marcharse, como dice la autora alemana en su obra, la que tuvieron los exiliados, algunos de otras nacionalidades pero de lengua alemana.

De los exiliados en México, Cabrera destaca al fotógrafo y cineasta Walter Reuter, a la escritora Mariana Frenk, que tradujo al alemán a Rulfo, y a su segundo esposo, el crítico e historiador Paul Westheim, pionero en el estudio del arte mesoamericano. También a las actrices Steffie Spira y Brigitte Alexander y a las escritoras Alice Rühle-Gerstel y Lenka Reinerova, que llegaron por intermediación de Bosques.

“El exilio alemán no está tan anclado en la memoria de la gente en México, que fue una especie de pivote cultural, quizá por la barrera del idioma –reflexiona la traductora en entrevista–. Pocos saben quién fue Anna Seghers. Lenka Reinerova, que escribió ensayo autobiográfico, es absolutamente desconocida; pertenecía a la minoría germano parlante de Checoslovaquia, como Kafka, y tuvo muy mala suerte porque, ya con Stalin en el poder, la encarcelaron tres años y le prohibieron escribir prácticamente hasta la caída del Muro”. Cabrera recuerda que en 1994 Reinerova y el editor Walter Janka (que empleó a Seghers en la editorial El Libro Libre, que fundó en México) participaron en un simposio sobre el exilio alemán que organizó el Instituto Goethe. Eran las dos únicas figuras vivas de aquel momento.

“No es en balde el paso de la gente por ninguna parte, y es doloroso que quede silenciado por el olvido. Como soy traductora, lo que puedo hacer para aliviar la tristeza e irritación que me produce el desconocimiento de este exilio es traducir obras de esa época”, confiesa Cabrera. Su proyecto de traducción, coeditado por La Cifra y Elefanta, incluye las novelas Tránsito, La séptima cruz, que estará lista a finales de año y que coincidirá con el aniversario ochenta de su publicación, La excursión de las niñas muertas, y los relatos “Crisanta” y “El verdadero azul” (inédito en español), que Seghers escribió al volver a su país.

Hay una enorme riqueza en las circunstancias adversas del exilio. A Seghers le dio un abanico de temas y un tratamiento particular de los mismos. Aunque ella no hubiera deseado salir de Alemania, país al que siempre quiso volver por razones ideológicas y políticas para la construcción de un país antifascista, sin la huida –recuerda Cabrera– Tránsito probablemente no existiría.

Traducir es vivir
Una feliz coincidencia es que la película del alemán Christian Petzold En tránsito (2018) (que adapta a Seghers a partir de una mirada hitchcockiana à la Vértigo y sorpresivamente recoge la participación diplomática mexicana) también apoye el rescate de su obra del exilio.

Sin embargo, hay algo fundamental en las nuevas traducciones al español: que al estar íntimamente relacionadas con México, las novelas –la mayoría inconseguibles en sus traducciones publicadas en España– se lean aquí en mexicano. La labor de Cabrera, miembro fundador de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios (AMETLI), ha sido atenta al estudiar el estilo de Seghers, parco y escueto, con muchas repeticiones, frases cortas, puntuales, con un dejo de ambigüedad, que crean un ritmo propio. “En mi experiencia, la práctica de la traducción es lo que me revela el estilo del autor. Para traducir hay que meterse a las costuras del texto, entender por qué esta coma, la razón de la extensión de esta frase, etc. Los traductores generamos derechos de autor, somos autores, pero debemos seguir el texto original; de este modo respeté la longitud de las frases, su construcción y las repeticiones”.

Además de la labor lectora puntillosa y personal, traducir siempre implica investigar. Gracias a su traducción de El hacha de Wandsbek, de Arnold Zweig, Cabrera ya contaba con elementos para adentrarse en la barbarie nazi que roza Tránsito y atañe directamente a La séptima cruz, novela sobre el poder del individuo contra un régimen político aplastante. Su próxima edición incluirá un anexo con la terminología nazi y militar que resultaba transparente para un lector de los años cuarenta, pero ahora no nos dice nada ni en alemán ni en español.

La traductora destaca la posibilidad de echar mano de todos los recursos posibles para hacer su trabajo. La amistad, por ejemplo. Para aclarar ciertos términos recurrió a la traductora Iliana Sánchez Roa, la autoridad en español del léxico nazi. No desestima otro tipo de traducción, la audiovisual. Cuando Hollywood compró los derechos de La séptima cruz, filme que dirigió Fred Zinnemann –otro germano parlante vinculado a México por la película Redes, de 1936, la suerte económica de Seghers cambió.

El proyecto de traducción de la literatura del exilio alemán en México abre nuevas vetas para traductores e investigadores. “Tanto hombres como mujeres han corrido con la misma suerte al ser olvidados. Aunque ahora me interesa traducir más mujeres, porque es cierto que ellas se olvidan más fácil”, apunta Cabrera, que planea continuar con la obra de Lenka Rainerova, otra figura olvidada en esta historia.

martes, 11 de julio de 2023

Ampersand publica un libro fundamental para entender la historia del libro impreso

Ann M. Blair es Carl H. Pforzheimer University Professor de la Universidad de Harvard. Especializada en historia cultural e intelectual de la modernidad temprana europea (siglos XVI y XVII), sus intereses incluyen la historia del libro y de la lectura, y la historia de las relaciones entre ciencia y religión. Entre otros libros, ha publicado Too Much to Know, Managing Scholarly Information before the Modern Age (Yale University Press, 2010) y The Theater of Nature: Jean Bodin and Renaissance Science (Princeton University Press, 1997).

Muy recientemente, la editorial argentina Ampersand publicó Al margen del texto. Sobre índices, glosarios y el universo paratextual, libro que, en realidad, corresponde a dos libros previamente publicados por la autora, en inglés y en francés. Aquí, se presentan como un único libro, traducido por el Administrador de este blog.

Quienes deseen conocer el detalle del contenido y las razones de la particular edición, pueden hacerlo viendo la siguiente entrevista con la autora, que Ampersand ha puesto a disposición de los lectores en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=sEeZfaWsfzw

lunes, 10 de julio de 2023

Virginia Woolf y las dificultades de la sociedad española para dejar atrás el siempre presente franquismo que la rige

Cerramos la semana pasada, hablando de la ola de censura que, tanto en los Estados Unidos como en España, está sufriendo la obra de Virginia Woolf. Luego, el pasado 8 de julio, Peio H. Riaño publicó un artículo en elDiario.es, de España, que compara la censura ejercida por el franquismo contra Orlando, de Virginia Woolf, con la que actualmente ejerce el Ayuntamiento de Madrid, en manos del PP, y Vox con la misma obra. En la bajada se lee: "En julio de 1944 la dictadura prohibió la distribución de 1.000 ejemplares importados desde Argentina y no fue hasta el año 1978 cuando se publicó sin censuras la obra cancelada ahora por el PP de Valdemorillo".

El franquismo censuró Orlando de Virginia Woolf 80 años antes que el PP y Vox

Entre 1943 y 1947 la dictadura franquista recibió 13 peticiones de publicación de siete títulos de la obra de la escritora Virginia Woolf, que trataron de hacerse un hueco entre la población española tras el reciente fallecimiento de la autora británica, en 1941. El director general de Propaganda permitió a los españoles leer Fin de viaje (1915), Flush (1933), La señora Dalloway (1925), Los años (1937), El cuarto de Jacob (1922), La casa encantada, Tres guineas (1938), Hojas sueltas, Noche y día y La muerte de una polilla. Pero Orlando (1928), no. Del aluvión para difundir la obra de la autora británica, el franquismo rechazó únicamente la publicación de Orlando, tal y como acaba de ejecutar el PP en Valdemorillo contra una adaptación teatral de la novela en la que Woolf trataba temas tabúes en el momento de su publicación, hace casi un siglo.

La homosexualidad, la sexualidad femenina y la artificialidad de los papeles asignados por el género fueron demasiado para la inquisición franquista. Orlando nunca dejó de ser la misma persona después de convertirse en mujer y al PP de Alberto Núñez Feijóo esto le pareció inapropiado, casi ocho décadas después de ser prohibida por la censura de la dictadura. Las pruebas se conservan en la Sección de Cultura del inmenso Archivo General de la Administración (AGA), en Alcalá de Henares, junto a las decenas de miles de expedientes de la censura fascista con la que se condicionó el pensamiento de la ciudadanía entre 1938 y 1983, último año de actividad del organismo censor. En estos almacenes de memoria se encuentra el informe que acabó con la posibilidad de importar la traducción al castellano que había realizado Jorge Luis Borges y Leonor Acevedo, en 1937, nueve años después de haber sido publicada Orlando.

Woolf dedicó este libro a su amante, la aristócrata poeta Vita Sackville-West, que vestía como hombre. En 2008 la académica Leah Leone realizó una revisión crítica de la traducción de Borges, en la que confirmó lo que el propio escritor había adelantado: había puesto mucho de su parte. Leone concluye que la crítica al patriarcado que realizó Woolf quedó arrinconada por la traducción de Borges. “La popularidad de la traducción de Borges es inquietante ya que al analizar el proyecto se revela la neutralización o hasta el sabotaje de los elementos del género que han hecho de Orlando un texto fundamental de los estudios feministas y queer”, indica el estudio de Leone.

Doble censura
“A lo largo de la traducción hallamos el privilegio de lo masculino, la atenuación de pasajes chocantes y algunos cambios radicales que parecen manifestaciones concretas de la propia opinión de Borges”, explica la autora. El autor argentino manifestó sus posturas conservadoras y eliminó palabras y frases completas, además de alterar pronombres. “Borges introdujo afirmaciones explícitamente contrarias a las de Woolf”, sentencia Leone. Esta versión se sigue usando en reediciones contemporáneas.

A pesar del boicot a los presupuestos de Woolf, la traducción y censura de Borges no fue suficiente para el franquismo. La petición de importación de 1.000 ejemplares está fechada el 24 de julio de 1944 y firmada por Manuel Borrás de Quadras, director gerente de Casa del Libro, nombre con el que los dueños tuvieron que rebautizar por imperativo franquista a la librería Catalònia, fundada en 1924. No recuperó el nombre original hasta finales de 1976 y fue adquirida en 1998 por el grupo Bertelsmann hasta que cerró en enero de 2013.

Borrás de Quadras pedía permiso para importar un millar de ejemplares de la novela publicada por la Editorial Sudamericana. Dos semanas más tarde, el 8 de agosto de 1944, la autoridad suspendió la petición de Casa del Libro para vender en el establecimiento ejemplares de la novela inédita en España. Antes del rechazo de Orlando, el librero pidió permiso esa misma semana para traer ejemplares de Al faro y La señora Dalloway, de la misma editorial. Todas las peticiones fueron aceptadas a lo largo de ese año. Y con un año de retraso, en diciembre de 1945, aprobaron la comercialización de La señora Dalloway.

La editorial Sudamericana, que recogió las labores iniciadas por la editorial Sur, fue fundada en 1939 por el catalán Rafael Vehils, que convenció a una parte de la élite argentina para financiar el proyecto. En América había divisas y papel, además de acceso al comercio continental y europeo. Pero las diferencias ideológicas en la cúpula empresarial, entre argentinos y españoles, no tardaron en aparecer. Así lo recordaba Victoria Ocampo, la principal inversora del proyecto, en sus memorias. Las posturas cercanas al franquismo de la parte catalana de la empresa chocaron con el talante antifranquista de Ocampo. La situación se resolvió de manera favorable a Antonio López Llausàs, hasta ese momento gerente de la editorial y director desde 1939 de Sudamericana, papel que ejerció desde Buenos Aires. López Llausás había fundado con Manuel Borràs de Quadras y Josep Maria Cruzet la mencionada librería Catalònia, que en 1944 aspiraba a vender las traducciones de Virginia Woolf en la posguerra española.

Suspendida sin argumentos
En los expedientes que se conservan en el AGA no se adjuntan los argumentos en contra de Orlando. Simplemente aparece el lapicero rojo del censor para expresar su decisión, tajante: “Suspendida”. Y la fecha: 8-8-44. Un año más tarde, en los últimos días de 1945, la Delegación Nacional de Propaganda cambia de parecer y autoriza la importación de algunos ejemplares de Orlando, en la traducción de Borges. De los 1.000 que había solicitado Manuel Borrás de Quadras un año antes, ahora pide permiso para unos escasos 200 ejemplares. El 6 de febrero de 1946 le autorizan la venta insignificante de la obra prohibida. Era una nueva forma de censura.

La primera vez que Orlando sale a las librerías españolas sin censura sucede muchos años más tarde, en 1978. Es gracias a la petición que hace Ignacio Javier Pérez Diez, de la editorial Edhasa (fundada en 1946 por López Llausàs), que reclama ante la Dirección General del Libro y Bibliotecas del Ministerio de Cultura una tirada amplia, de 5.000 ejemplares. En el informe, redactado tres años después de la muerte del dictador, se reconoce que Virginia Woolf “está considerada como un ”clásico“ dentro de la literatura inglesa contemporánea”.

“La novela que nos ocupa, Orlando, es una de sus más grandes obras, escrita a principio de los años treinta, nos va relatando la historia, a través de tres siglos, de un atractivo y misterioso muchacho, que en los años veinte reencarna en una bella y hermosa mujer. Esta novela ya es conocida del lector español”, asegura el informe censor en democracia. Conclusión: “No impugnable”, en el año 1978. En 2023, en Valdemorillo, sí ha sido impugnada como en 1944.

La derecha contra Woolf
El 7 de septiembre de 1945 el editor José Janés, catalán de 32 años muy interesado en introducir la literatura inglesa al mercado en castellano, pidió permiso para publicar El cuarto de Jacob, la tercera novela de Woolf, para la que reclamaba una tirada de 3.000 ejemplares. El 17 de septiembre de 1945, el Director General de Propaganda responde a la petición de autorización de la publicación de la obra que podrá publicar el título siempre y cuando “suprima lo indicado en la página 90”. El ejemplar censurado no se conserva en el AGA y no podemos comprobar las tachaduras del censor.

El director general de Propaganda avisa que si quiere la tarjeta de autorización definitiva, antes de publicarlo tendrá que presentar las galeradas con las supresiones hechas para confirmar el recorte. Muchos de estos libros siguen publicándose con los tajos ejecutados por la censura franquista. Unos días antes de la comunicación del máximo responsable de la Propaganda franquista, el censor le había entregado su informe tras la lectura del libro de Woolf.

Jesús Miralles firma el 13 de septiembre de 1945 muchas otras propuestas de eliminación, hasta en cuatro páginas. Y después de indicar que no atacaba al dogma, ni a la moral, la Iglesia o a las instituciones del Régimen, responde que el importante texto modernista —con el que Woolf rompe con las convenciones de sus dos primeras novelas— tiene un “escaso” valor literario. Y pasa a observar: “Intrascendente relato de la vida de un escéptico joven inglés contado desde el punto de vista mental de la autora sin desviaciones que pasen de lo reglado”.

Las olas (1931) también padeció el ataque de la censura, primero con la prohibición en 1953 y, luego, en 1957 padeció una doble lectura. Al primer censor le pareció correcta. Pero el siguiente informe es negativo e impidió la publicación de la novela e indició tachaduras hasta en 29 páginas. El censor reconoció su valor literario, pero no recomendó la publicación. “Es sumamente difícil resumir el espíritu de este libro; es una novela fuera de serie, a veces amargamente existencialista, a veces romántica, en todo caso rezumante de una rara sensualidad, oscura, ininteligible […] De indudable calidad literaria, pero a mi juicio un engendro que no puede autorizarse”, puede leerse en el informe conservado por el AGA. En este caso sí se incluye una copia de la galerada que presentó Janés al Servicio de Censura.

La prohibición contra Las olas se levantó en 1972, cuando habían pasado seis años de la entrada en vigor de la nueva Ley de Prensa e Imprenta (BOE del 19 de marzo de 1966). La norma relajó las prohibiciones y un año después de su publicación permitió la llegada a las librerías españolas del fundamental ensayo Una habitación propia (1929). Esto dice el censor en su informe: “Se trata de una especie de novela narrativa en torno a las condiciones históricas por las que ha pasado la evolución social de la mujer, señaladamente como escritora de novelas, y lo que necesita para conseguir su emancipación: independencia económica y personal. Nada particular”. El franquismo autorizó a Seix Barral la publicación del libro, con traducción de Laura Pujol y una tirada inicial de 4.000 ejemplares.

viernes, 7 de julio de 2023

Ahora se la agarran con Virginia Woolf

Al faro se publicará con un  ‘descargo de responsabilidad’ en los Estados Unidos mientras que en España se vetó la representación teatral de la novela Orlando”. Esta es la bajada de la nota referida a la censura que se pretende ejercer sobre obras de Virgina Woolf, firmada por Daniel Gigena, en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 4 de julio.

La corrección política y la censura atacan de nuevo: esta vez, la víctima es Virginia Woolf

La corrección política y la censura atacan de nuevo, esta vez en Estados Unidos y en España, respectivamente. Días atrás, la editorial Vintage informó que la clásica novela Al faro, de Virginia Woolf, se publicará con un “descargo de responsabilidad” en el que los editores estadounidenses advertirán al público que las opiniones de los personajes reflejan las “actitudes de la época”. En clave semiautobiográfica, en Al faro la reconocida escritora británica narra las historias de los viajes de la familia Ramsay a su casa de veraneo en la isla de Skye en Escocia; en su infancia y adolescencia, Woolf y su familia veraneaban en St. Ives, en Cornualles, en una casa familiar con vista a la playa de Porthminster y al faro de Godrevy.

En Al faro, quinta novela de Woolf, uno de los personajes (Charles Tansley) predica que las mujeres no saben escribir ni pintar (ni controlar sus emociones), lo que afecta la frágil subjetividad de Lily Briscoe, joven protagonista protegida por la bondadosa señora Ramsay (su esposo, el señor Ramsay, es un filósofo tiránico). Los personajes también hacen consideraciones que pueden resultar antipáticas sobre la organización social del Reino Unido (en ese entonces, los años 1920, un imperio sin la menor dosis de autocrítica). La edición de Vintage estará precedida por una nota editorial que explica que la decisión de imprimir la novela en su forma original no representa un “respaldo” a las “representaciones culturales o el lenguaje” de la artista.

“Las tensiones de clase y de género aparecen en la novela –dice la profesora Martina López Casanova a La Nación–. Pero eso no significa que el libro sea sexista, clasista o aporofóbico. Es no entender qué hace la autora con eso, que entrecruza lo cultural, lo social y lo político con lo íntimo; incluso lo más íntimo, porque su propia subjetividad como escritora está involucrada, con ese pensamiento interior inglés y modernista de la época que muestra el modo en que esto talla en los personajes. Woolf tiene una gran sutileza para trabajar con estos planos de un modo emocionante, sin necesidad de hacer una denuncia”. Para López Casanova, esta decisión editorial confunde los puntos de vista de los personajes con el que puede adjudicarse a la novela. “El libro no está diciendo lo mismo que dicen los personajes que, por otro lado, no son chatos ni unívocos”.

“Esto que sucede con Al faro y Vintage, propiedad de Penguin Random House, ya sucedió con Agatha Christie y Ernest Hemingway, aunque en esos casos llegaron más lejos: se corregía la traducción –remarca la escritora Ariana Harwicz a La Nación–. Es algo de lo que los filósofos se van a reír mucho dentro de cincuenta o cien años. Se va a mirar a estos editores como cómplices y colaboradores, y agregaría como traidores. Nietzsche decía que había que juzgar a los artistas como criminales; ya que estamos en la época del juzgamiento, creo que la historia va a juzgar a estos editores como traidores al arte y deberían rendir cuentas”. Para la autora de Matate, amor, se viven tiempos malsanos para el arte y los artistas. “Habíamos abandonado los años en que se perseguía a Baudelaire por sus poemas, a Flaubert por Madame Bovary,y en que el Vaticano juzgaba a Pasolini por sus novelas. Pero se vuelve con fuerza en este siglo, donde se judicializa el arte”.


En los museos europeos, recuerda Harwicz, también se ponen en práctica estas advertencias a los espectadores sensibles. “Es extraño porque esto pasa en sociedades democráticas, no teocráticas –señala–. Antes, el aparato censor tenía su lógica en los regímenes fascistas, pero ahora, en épocas de diversidad y multicuralismo como la actual, sucede por marketing. En la glorificación de la diversidad, se condena el pasado, sin ninguna crítica sobre el presente. El absurdo es que estamos hablando de arte”. Las novelas de Harwicz se han traducido a varios idiomas, excepto Degenerado, protagonizada por un pedófilo acusado de violar y asesinar a una niña. “Lo que molesta es el contenido”, deduce la autora.

 

Contra Orlando

En España, por otro lado, el Ayuntamiento de Valdemorillo (Madrid), gobernado por el Partido Popular y Vox, se vetó la representación teatral de la obra Orlando, basada en la novela de Virginia Woolf que tradujo (y alabó) Jorge Luis Borges. Según la compañía Teatro Defondo, se trata de un “veto ideológico” porque en la obra se reivindican el feminismo y el movimiento LGBTIQ. El protagonista de Orlando cambia de sexo a lo largo de los siglos (el hecho de pertenecer al “sexo débil” a partir del siglo XVIII le trae no pocos inconvenientes). La antiiniciativa corrió por parte de la Concejalía de Cultura de Valdemorillo, a cargo de Victoria Amparo Gil Movellán, de Vox.

 

La Asociación de Autoras y Autores de Teatro de España, que reúne a centenares de dramaturgos, y la Asociación Colegial de Escritores manifestaron “su más enérgico rechazo” a la suspensión de la versión escénica de la novela de Woolf escrita por la dramaturga Vanessa Martínez, que recibió numerosos premios y elogios. El actor y productor de la pieza teatral, Pablo Huetos, en una carta abierta al alcalde de Valdemorillo (Santiago Villena) le solicita que ponga freno “a aquellas otras prácticas de una minoría que intenta destruir la convivencia en este Estado plural en el que vivimos”.


Desde el Ayuntamiento alegaron que la suspensión de la obra no se hizo por razones ideológicas sino económicas, “puesto que tenemos un presupuesto prorrogado y no hay dinero para ciertas actividades, como también ocurre con el cine de verano, que no va a realizarse tampoco”.