martes, 22 de septiembre de 2009
Novena reunión del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires
El lunes 21 de septiembre, a sala llena, tuvo lugar la novena reunión del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. En la oportunidad, Pablo Anadón (foto: Guido Bonfiglio) leyó unas “Aproximaciones a la traducción de poesía en la Argentina”. Posteriormente hubo un muy interesante debate, en el que participaron Mirta Rosenberg, Daniel Samoilovich, Jaime Arrambide, Alejandro Beckes y Jorge Aulicino, entre otros poetas que son también traductores.
La filmación completa del encuentro puede consultarse en http://www.ustream.tv/recorded/2204786
Pablo Anadón (Villa Dolores, Córdoba, 1963). Ha publicado, en poesía: Poemas (1979); Estaciones del árbol / Stagioni dell’albero (1990, traducción al italiano de Oreste Macrì); Cuaderno florentino y otros poemas italianos (1994), Lo que trae y lleva el mar – Poesía 1978-2003 (1994), La mesa de café y otros poemas ( 2004) y El trabajo de las horas – Poesía 1994-2004 (2006). Es autor de las antologías críticas Poetesse argentine (1994), El astro disperso. Últimas transformaciones de la poesía en Italia. 1971-2001 (2001) y Señales de la nueva poesía argentina (2004). Ha publicado versiones de Dante Alighieri, Giuseppe Ungaretti (1994, en colaboración con Esteban Nicotra), Vittorio Sereni, Alfonso Gatto, Mario Luzi, Giorgio Caproni, Wallace Stevens, Robert Frost, W. S. Merwin, etc., así como la traducción del libro A las puertas de Italia, de Edmondo De Amicis (2009). Ha fundado y dirige desde 1997 la revista de poesía y crítica Fénix y la colección de libros del mismo nombre. Doctor en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba, fue becario en la Universidad de Florencia y docente en la Universidad de Calabria (1987-1994), y trabaja actualmente como profesor titular de Literatura Argentina y de Literatura Hispanoamericana en la enseñanza universitaria.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hola:
ResponderEliminarEstimado Jorge, me interesa mucho ponerme en contacto contigo y con los demás colegas. Además de ser traductora literaria y poeta, soy hija del "traductor plurilingüe", como dicen por ahí, Floreal Mazía.
Bueno, aquí estoy y también publico un par de blogs.
Abrazo
Ana Silvia Mazía
Hola, Jorge. La exposición de Anadon me pareció excelente y, por añadidura, el debate posterior fue un deleite, chispas incluídas.
ResponderEliminarMe permito una reflexión acerca del tema en cuestión. Se trata, en mi opinión, de la pregunta básica: ¿es necesario que la traducción de un poema resulte en un poema? La respuesta, sospecho, está en aclarar para qué público traducimos el poema.
Hace unas semanas, escuchábamos similares reflexiones acerca de la traducción teatral: es claro que si traduzco para la escena, debo organizar el material traducido (mi nuevo texto) "sub specie" obra teatral. Pero esa no es, por cierto, la única opción. Se podría pensar en traducciones destinadas a críticos literarios, a estudiantes o simplemente a lectores que no constituyen público teatral.
Traigo este ejemplo porque me parece ilustrativo, por analogía, para el problema de la traducción poética. No necesariamente el resultado de la traducción de un poema será un poema. Bien puede ser, digamos, una simple guía para la lectura del original. Si creo que le debo a los lectores de mi traducción un acercamiento a la experiencia de lectura del poema original, quizás transforme mi traducción en un poema más o menos cercano a la fuente (para eso debo creer, también, que poseo algún tipo de "vuelo poético" propio que me alcance para llegar a tierra y no morirme en el aire como Icaro, aunque venga con el viento de cola a favor del poeta a traducir).
Es recién a partir de este momento cuando pueden suscitarse temas como rima o no, métrica, pies, troqueos, asonancias, white verses...
En todo caso, en resumen, se trata de dos tareas contiguas pero distintas: una es traducir, otra es escribir un poema con (los restos de) la traducción.
Saludos y gracias por estos encuentros!!!
Estoy plenamente de acuerdo con vos, Gerardo. No toda traducción de una especie literaria tiene por qué ser literatura. Entiendo que el valor de "guía" es también una posibilidad, sobre en el caso de la poesía y, más aún, cuando se trata de poesía. Pero esa discusión, por lo que sé, no se dio con el énfasis necesario como para antemponerse a los planteos de Anadón y de los otros poetas presentes. Ojalá este lugar sirva entonces de foro para el problema.
ResponderEliminarOh, God, qué manera de rizar el rizo...!
ResponderEliminarA.S.M.
Jamás hubiera pensado en la traducción de un poema como una ‘guía de lectura’. Me resulta un poco difícil de imaginar cómo traducir, si no es escribiendo un poema ‘más o menos cercano a la fuente’. ¿Se refiere a un racconto argumental? ¿A una versión abreviada, como las que hicieron los hermanos Lamb con Shakespeare? ¿A un resumen temático? ¿Un parafraseo, quizá?
ResponderEliminarEn fin, seguramente quedaron muchos temas por discutir. Preguntar, por ejemplo, cuando Anadón habla de que el verso libre hace que la poesía actual sea laxa, cómo espera que sea la poesía.
Quizá la poesía es laxa porque es laxa, sin que esto esconda un oscuro síntoma. Y, en caso de que ‘laxa’ opere como cuasi sinónimo de ‘mediocre’, ‘vacía’… creo que la cuestión tiene mucho más que ver con quienes escriben y no tienen nada para decir.
¿Por qué culpar al verso libre?
Silvia Camerotto
La idea de invalidar una traducción que no se atenga a la métrica del poema original es análoga a la de los músicos que hacen versiones historicistas de los clásicos, con la idea de reconstituir la época y lograr una mayor fidelidad a la sonoridad que tenían los instrumentos en la época de Beethoven, para poner un ejemplo. Una versión del Cuarteto 130 de Beethoven realizada por algunos de estos grupos invalidaría la versión que realizó el Cuarteto Alban Berg,hace algunos años, donde los contrastes violentos, las fiorituras, y la intensidad sonora, alcanzan, para mi gusto, su esplendor. Así, entonces, hay que ejectutarlo a Beethoven en la época en la que vivimos; se trata de "agiornar", de "recrear" de "actualizar" el original. Las interpretaciones historicistas no advierten que no basta con reconstituir la época; habría que reconstituir al oyente, también, lo cual, hasta donde sabemos, es imposible. Igualmente paradógico sería pretender que en la época de Toscanini, este ejecutara con su orquesta, una obra de Ligeti, por ejemplo y que esa versión pretendiera imponerse como universal.
ResponderEliminarHasta ahí puedo llegar con la analogía sin forzarla.
Estoy muy lejos de la sabiduría de Anadón y de su oficio como traductor, apenas "guitarreo" en algunos idiomas además del propio, pero creo tener cierto "oído"para la música del español, por lo tanto mi opinión es sólo la de un lector que, eventualmente, compara diferentes traducciones y elige la que mejor "le suena", en su propia lengua, criterio que considero decisivo.
Se mantenta o no el esquema métrico del poema original, la música es intraducible, optar por la métrica, el verso libre, o la prosa, son deferentes opciones al alcance del traductor, que SIEMPRE traiciona la música del original, simplemente porque su lengua tiene otra música diferente, y los equivalente podrán ser más o menos fieles, pero igualmente válidos.
Suponer que "La tierra yerma" es de más de Girri que de Eliot y que los Cuatro Cuartetos son más de Eliot que de Wilcock, sólo por una cuestión métrica es más que una posición para traducir, una idea de la poesía: aquella que hace depender la música del poema exclusivamente de su métrica, como si la métrica fuera siempre el centro de irradiación del discurso poético, como si la música no pudiera ser -también- la "música del sentido", la resonancia semántica. Como si no hubiera música en los poemas traducidos por Girri, en la prosa de Proust (traducida por Pedro Salinas), en El arte de narrar de Saer o en los poemas de Pavese, traducidos por Armani o Aulicino.
La métrica fue sin duda el centro del discurso poético, en otro tiempo, en otro lugar, actualmente, al menos para la inmensa mayoría de los poetas latinoamericanos, la música está en otra parte.
Queridos colegas:
ResponderEliminarMe gustaría iniciar una campaña contra esa espantosa frase:
"traduttore - tradittore".
¿No están hartos de leerla o de oírla? ¿Así que ejercer un oficio noble, difícil y delicado implica traicionar? ¿Habría que dejar todo en su idioma original? ¿Y el que no sepa que se joda? (valga el vulgarismo... y la aliteración).
¿Qué les parece?
Estimado Gerardo:
ResponderEliminarAntes que nada, muchas gracias por tus palabras elogiosas sobre la exposición. En cuanto a tu observación sobre las distintas posibilidades de la traducción de poesía, me parece perfectamente atinada. No creo que haya una sola manera de traducir, y creo que todas pueden ser útiles en algún sentido. De hecho, recuerdo con gratitud las clases de literatura latina en la universidad, en las que realizábamos versiones literales de Virgilio, por ejemplo, sin otra pretensión que la de dar cuenta de la riqueza semántica de los textos. En mi charla, sin embargo, me he centrado en la traducción que busca crear un equivalente del poema original, una metáfora, digamos, que posea validez estética autónoma, que pueda producir en el lector un efecto poético semejante al de un poema en la propia lengua.
Pablo Anadón
Estimada Silvia:
ResponderEliminarNo recuerdo haber dicho que es el verso libre el que hace que la poesía actual sea laxa. Por cierto, el verso libre carece de toda culpa, y ha permitido la existencia de grandes obras de la poesía moderna, como creo haber afirmado en el debate, citando algunos libros y poemas en verso libre que me resultan admirables. Sí me parece haber señalado la diferencia entre un uso del verso libre realizado con pleno conocimiento de aquello de lo que se liberaba (mencioné las palabras del prólogo de Lugones a "Lunario sentimental", de hace ya un siglo) y un uso del verso libre que sólo parece originarse en el desconocimiento de otros instrumentos expresivos, en particular de los recursos métricos. Éste parece ser el caso que predomina en nuestras letras desde hace algunas décadas. No hay libertad sin límite, sin algo de lo que liberarse, y no para todos los poetas modernos la métrica y/o la rima han sido cárceles ni constricciones (la lista de poetas del siglo XX, de distintas lenguas, que enumeraba en mis páginas es bastante ilustrativa), sino todo lo contrario, han sido - y lo son aún, para quienes quieren y saben usarlas - formidables medios que estimulan y potencian la imaginación, la libertad creadora. Con respecto a tu pregunta sobre cómo espero que sea la poesía, daría pie para otra larga conversación, en el caso de que pudiera importar una opinión puramente personal. En cualquier caso, me cuesta creer que identificaría tal poesía esperada con la laxitud, la banalidad o la insignificancia estética, ya sea en versos libres o medidos.
Pablo Anadón
Estimado Marcelo:
ResponderEliminarGracias por tus observaciones (y qué gusto volver a conversar con vos, luego de tantos años). Varias cuestiones que planteás fueron tratadas durante el debate posterior a la lectura y se pueden escuchar en la filmación del encuentro, cuyo enlace figura más arriba. Vale la pena, sin embargo, volver a ellas, porque son realmente interesantes.
La comparación con las opciones interpretativas musicales que referís no sé si aclara la problemática, desde el momento que no existen traducciones “historicistas”, que busquen por ejemplo traducir los sonetos de Shakespeare en el castellano de fines del siglo XVI. Tendría su encanto experimental esto de hacer una versión de John Donne a lo Francisco de Quevedo, pero que yo sepa no se practica. Por lo general, toda traducción “historiza” el texto original desde una nueva perspectiva estética y epocal. Por eso en mi ensayito “Aproximaciones a la traducción de poesía en la Argentina”, publicado en el número 21-22 de la revista “Fénix”, citaba las siguientes palabras de Edoardo Sanguineti, de una entrevista que le hice hace algunos años, que me parecen suficientemente ilustrativas al respecto: “Si nosotros leemos una traducción de Homero hecha en el siglo XVIII, nos preguntamos cómo hacían para creer que leían a Homero, porque claramente leían textos dieciochescos.” También mencionaba en ese ensayo a Eliot, quien afirmaba en “Las fronteras de la crítica” que “cada generación debería contar con su propia crítica literaria, pues (…) cada generación aporta a la contemplación del arte sus propias categorías de apreciación, tiene sus propias exigencias frente al arte y lo emplea para sus propios fines”. Yo acotaba que “lo mismo que Eliot dice a propósito de la crítica literaria, podríamos decirlo sobre la traducción y sobre esa forma de traducción que es la recreación de una obra en otra”.
En cuanto a lo que señalás sobre esa “idea de la poesía” que “hace depender la música del poema exclusivamente de su métrica, como si la métrica fuera siempre el centro de irradiación del discurso poético, como si la música no pudiera ser -también- la "música del sentido", la resonancia semántica”, me parece que el modo en que formulás la frase puede confundir un poco. Una cosa es la resonancia semántica y otra la resonancia musical del poema, aunque en el texto poético estén indisolublemente unidas (como bien observara Mirta Rosenberg en la discusión): la primera tiene que ver con el significado de las palabras, con el ámbito de las denotaciones y las connotaciones del lenguaje; la segunda atañe a la materialidad fónica de las palabras que constituyen un verso. En las páginas que leí en la reunión del Club de Traductores distinguí diversas dimensiones de este segundo aspecto de la poesía: la dimensión fónico-morfológica (el ámbito propio de las aliteraciones y otros recursos iterativos de la poesía); la dimensión fónico-sintáctica (el ámbito del hipérbaton, la hipálage, el paralelismo, el quiasmo, etc.), y la dimensión propiamente métrica. Todas estas dimensiones intervienen en la resonancia estrictamente musical de un poema. Con respecto a la idea de que el “centro de irradiación del discurso poético” sea la métrica, no sé a quién se lo atribuís. Aunque una sugestión métrica haya sido el origen de algunos poemas fundamentales de la poesía moderna (es conocido el caso del “Cementerio marino” de Valéry, entre otros), por lo pronto no corresponde a mi concepción de la poesía en particular. Bueno, sigo más tarde.
Pablo Anadón
En una consideración más general, Marcelo, creo que el presupuesto que está en la base de tus observaciones se encuentra en lo que señalás al final del comentario. Y en ese punto probablemente estemos en desacuerdo. A mi entender, si la métrica y la musicalidad verbal no es una cuestión que interese “a la inmensa mayoría de los poetas latinoamericanos” de hoy, más allá de que la consideren o no el centro del discurso poético, peor será para esa inmensa mayoría y peor para la poesía latinoamericana presente. La métrica es un instrumento fundamental del arte de la poesía, ya sea que se escriba en versos libres o en versos medidos y rimados. Si el poeta es, entre otras cosas, un artesano, ignorar o desatender un aspecto importante de su oficio, como el de la sonoridad del verso, me parece que implica una grave carencia. Es como si un carpintero despreciara la utilidad del serrucho, el escoplo o la escofina (¡o no supiera usarlos!). Tal no ha sido, por otra parte, la actitud hacia la métrica y la musicalidad del verso que evidencian las obras de notorios maestros de la poesía moderna, desde Baudelaire en adelante, pasando por Rimbaud, Mallarmé, Verlaine, Apollinaire, Valéry, etc.; Rilke y Trakl y Brecht; Konstantino Kavafis; W. B. Yeats, W. H. Auden y Dylan Thomas, Robert Frost, T. S. Eliot, Conrad Aiken, Robert Lowell, Richard Wilbur, etc.; Boris Pasternak y Ana Ajmátova, Osip Mandelstam y Marina Cvetaeva; Umberto Saba, Eugenio Montale y Giuseppe Ungaretti, Mario Luzi, Cesare Pavese y Alfonso Gatto; Rubén Darío, José Asunción Silva y José Martí; Antonio Machado, César Vallejo, Luis Cernuda, Jorge Luis Borges, tu coterráneo Carlos Mastronardi, etc. etc. (en la charla del Club ofrecí una lista bastante significativa de poetas modernos de distintas lenguas, todos los cuales otorgaron, concretamente, en sus obras, una manifiesta importancia a la métrica, e incluso a la rima). En lo que a la traducción precisamente se refiere, parece deseable, pues, que si el autor de la obra original se preocupó por la musicalidad verbal de sus textos, también el traductor se preocupe por ella en sus versiones, intentando que en la propia lengua esos poemas suenen tan bien – o al menos, casi tan bien – como sonaban en el idioma original, aunque deba adoptar otro sistema compositivo, acorde con las posibilidades que le ofrecen los recursos formales de su tradición poética.
ResponderEliminarPor último, suponiendo – pero no concediendo – que de verdad, como decís, para “la inmensa mayoría de los poetas latinoamericanos” actuales “la música está en otra parte”, no sería mala idea ir a buscarla allá: como ya sucedió en el renacimiento español con la música del verso italiano (que está en el origen de la lírica del Siglo de Oro hispánico), como ya sucedió en el modernismo hispanoamericano con la música de la poesía francesa (que está en el origen de la gran estación poética del ciclo modernista-postmodernista-vanguardista en lengua española), hay ocasiones en que se vuelve necesario buscar afuera de las fronteras lingüísticas, e incluso epocales (justamente como ocurrió en el modernismo), lo que ya no se encuentra en el territorio poético local y presente, para renovar la fuerza, el esplendor verbal, musical e imaginativo de una poesía que se ha adocenado y se ha estandarizado. Y en esa búsqueda la traducción puede cumplir una función valiosa, planteada precisamente como un desafío, no como una pasiva adecuación a los dictados de la moda poética imperante o a las prácticas de una hipotética o real “inmensa mayoría”.
Pablo Anadón
Estimado Pablo:
ResponderEliminarEs posible que haya escuchado mal, en realidad, solo anoto cuestiones puntuales durante los encuentros, y eso es lo que anoté. Cuando junté coraje para preguntar, la charla se dio por cerrada (estábamos bastante excedidos en tiempo). Caso contrario, hubiera hecho la pregunta en vivo y en directo. De todos modos, queda la grabación para saber si mi oreja falló y cuánto. Si falló, retiro la ‘moción’ con simpatía.
Recuerdo perfectamente lo de Lugones. Conozco su poesía. He trabajado intensivamente el ‘Lunario’, por motivos que no aportarían nada. Y si bien es cierto que hoy existe un enorme desconocimiento de ‘otros instrumentos expresivos, en particular de los recursos métricos’, y en términos más generales, existe un gran ‘desconocimiento’, la ‘libertad creadora’ no tiene por qué surgir de la métrica y/o la rima. No es condición necesaria. ¿Quién de nosotros, los que escribimos poesía, no hemos pasado por ejercicios? Me recuerdo a mí misma escribiendo acrósticos o intentado sonetos. Que algunos no lo hagan… es posible. Si hacerlo nos dispara, es otro tema, como también es otro tema, si aquello que nos dispara sirve para algo (no en sentido utilitario): estoy hablando de escribir poesía. Y esto no se opone a las palabras de Marcel Schowb que dicen ‘todo lo que nace, nace de la destrucción’, incluyendo el ‘conocer’ para destruir o romper la forma, en este caso.
La pregunta sobre cómo esperás que sea la poesía… me interesa escuchar tu opinión. No veo por qué no. Se trata de eso, de intercambiar ideas. Que me digan que sí a todo, es aburrido.
Un cordial saludo.
Silvia Camerotto
Estimado Pablo:
ResponderEliminarDigo aquí lo que no dije, apurado de opiniones, en el debate: tu exposición fue muy buena, bien razonada y erudita. Es un sistema de pensamiento al que se opone, o junto al que convive, otro. Éste puede tener puntos de conexíón con el primero, y el primero con éste. De hecho, la teoría de los conjuntos es una refriega acerca de las zonas que delimitan, de las que tienen en común, etc.
Decididamente debo de decir, sin embargo, que la métrica y la rima regulares, los esquemas métricos y de rimas uniformes, no son recursos expresivos. Son recursos canoros. Y bien sabemos que cuando el recurso es canoro -esto es cuando intentamos que la voz juegue el papel de un instrumento musical- el sentido es lo que se hace laxo (para usar un término que ha entrado a jugar en este debate y que para mí ha sido la clave de tu exposición). Basta ver cuán laxas -cuánto ceden de sentido- las letras de las canciones, populares o cultas. Simple es la letra del Himno a la Alegría, de Heine, convertida en coral portentoso e inolvidable por Beethoven; simples, absolutamente denotativas, son las letras del gospel. En todo el arco canoro, el sentido se debilita.
Nótese que hablamos de música de la poesía con increíble facilidad: la música de la mejor poesía no tiene nada que hacer frente a la música, así como la mejor imagen visual nada puede hacer frente a la pintura. La tarea específica, limitada, terriblemente engorrosa y nada "lírica" de la poesía, es iluminar lo abstracto en lo concreto, como decían los viejos marxistas, o algunos de ellos. Con eso hay suficiente para acercarse a Dios. Jugamos -y, casi siempre, fuerte- con plabras, no con notas musicales, no con pinceladas. Y las palabras son signos, clave, tecné, como fue dicho en el debate.
La poesía, en verdad, nunca fue libre. El verso no lo es. Ni de su responsabilidad de signo ni de su aspecto sonoro. El sonido no es más que avatar, pero es material e inescindible de la palabra. Ningún versolibrista trabaja sin ritmo; el ritmo existe a su pesar, o por su goce. Pero una cosa es el ritmo y otras las estrofas medidas y regulares. De esto hablábamos.
Entiendo que nada ha de modificar tu punto de vista de que la "música" es esencial a la poesía. Ni las muchas listas que pueden hacerse de autores que no usaron esquemas métricos fijos, ni de las obras que no los usaron. Tampoco puedo modificar mi punto de vista de que la esencia de la poesía no existe; de que la esencialidad es meta y no recurso. Y de que la poesía sin metro ni rimas fijas, o sin rimas, es un campo más abierto para la búsqueda de una esencialidad que los siglos nos revelaron más y más compleja, y apenas sugerida en las obras de la naturaleza y en las obras humanas.
Un cordial saludo
Jorge
Se me olvidó una cuestión:
ResponderEliminarEn la exposición de Anadón, y en algunos comentarios posteriores, y aquí mismo, se ha tocado el asunto de la habilidad o aptitud para las composiciones escolásticas. Digo entonces: un poeta puede ser un perfecto inepto para la rima. No es necesario decir que todos hemos hecho ovillejos o pareados exitosos. Hay o puede haber quien no sabe hacerlos, y sin embargo maneja con endiablada aptitud la garlopa de su oficio. A un artesano del siglo veintiuno no se le pide lo mismo que a uno del siglo catorce.
Auguri
Jorge
Estimado Pablo:
ResponderEliminarMe he tomado el trabajo de escuchar nuevamente la grabación. Lo cito: “El verso libre tiene una carga programática muy poderosa […] ahora, esta libertad que trae el verso libre es poderosa en cuanto a que se opone a una tradición muy fuerte. Si lo seguimos en su evolución a lo largo del siglo hasta nosotros sería interesante ver en qué medida lleva a una cosa laxa en la que más bien, ya casi no es posible distinguir el verso de la prosa”. A partir de ello, sugiere seguir estas cuestiones como método de estudio de la evolución del verso libre.
Ahora bien, habiendo escuchado atentamente su ponencia y dada cuenta de que arma la misma en base a preguntas retóricas que llevan, indefectiblemente, a ciertas afirmaciones que, si no entendí todo mal, son a las que adhiere, me parece que el ‘sería interesante ver’ vuelve a colocar su discurso en el lugar de ‘esto es lo que pienso’.
La laxitud no es algo que pensara yo.
Alguna otra persona del público –a quien no identifico- antes también dijo: “el verso libre termina siendo lo mismo que la prosa, disimulándola”.
No creo, definitivamente ni una ni otra cosa. Ni el verso libre lleva a una cosa laxa, ni se convierte en disimulada prosa.
Para cerrar, la palabra 'peor' que utiliza para responder a Marcelo Leites, pinta su opinión de cuerpo entero.
Seré otra perezosa, que además, no escribe rimas.
Silvia Camerotto
Es notable observar cómo el debate se fue desplazando del ámbito de la traducción al ámbito de la escritura, donde cualquier postura hegemónica está condenada de antemano (por suerte); si hay algo que se puede afirmar de nuestra época es que hay casi tantas maneras de escribir poemas como poetas. Y en ese sentido, encuentro que la poesía que se está escribiendo está mucho más viva que la de ningún otro período histórico.
ResponderEliminarPara mí también, Pablo, es una sorpresa este diálogo después de toda el agua que corrió bajo el puente. La poesía también es inseparable de la historia. Y si bien se ha dicho que el arte no evoluciona, el tiempo, sí y vamos envejeciendo.
Estoy de acuerdo con algunas traducciones ACTUALES que intentan conservar la métrica y la rima del original, sobre todo cuando se trata de poetas románticos o clásicos (y algunos neoclásicos); pero cuando los poetas son contemporáneos y alguna vez fueron hasta vanguardistas como el Eliot de La tierra yerma (que lo es por el LENGUAJE , la sintáxis, y algunos recursos estilísticos como el collage, NO por la prosodia), no encuentro una razón plausible para que deba mantenerse la métrica o la rima como si fueran una ley de hierro. Así lo entendió Girri y, si no dijo nada sobre esto, es porque le habrá resultado irrelevante. O habrá tenido en cuenta lo que piensa el mismo Eliot al respecto: “Nunca he podido retener los nombres de los pies y los metros, ni prestar el adecuado respeto a las reglas aceptadas de la escansión”. Así lo entiende también Marcelo Cohen, en su excelente traducción de los poemas de Philip Larkin; y otros traductores. El metro y la rima no son herramientas fundamentales para escribir poesía, porque la sonoridad del verso YA NO se identifica con el metro y la rima.
Esta identificación se inicia con el romanticismo (“la creación rítmica de belleza” es la esencia de la poesía ) o con lo que también se denominó “lírica moderna”. Y hay que decir que sólo con advenimiento de esa “lírica” la poesía se desliga de la prosa, de la épica, de la retórica, de la filosofía y la didáctica.
Pero me interesa más destacar esa confrontación que se establece desde entonces entre prosa y poesía. Antes no estaban separadas; la mitad de Paradise Lost es prosa, para nombra un clásico y no hablar del Rimbaud de las Iluminaciones, del Mallarmé del Coup de dès, de Los Cantos de Maldoror o de I mari del sud de Pavese e incurrir en un listado que podría ser interminable.
(SIGO EN OTRO porque es muy largo.)
Retomo: Ese arco –pequeño temporalmente- que va del romanticismo al simbolismo postula en líneas generales algo más menos cercano a la “poesía pura” de Valery, y su condena a la prosa. “En suma: el sentido es el objeto, la ley, el límite de la existencia de la prosa pura. Muy distinta es la función de la poesía. En tanto que sólo el fondo es exigible a la prosa, en la poesía lo único que ordena y sobrevive es la forma…” (Comentarios a Charmes).
ResponderEliminarY volvemos a la música: esta idea de una forma que se conserva y retorna coincide con la sonata, que en el cuarto movimiento, luego de un desarrollo de varios compases, retorna, aunque en otro tono. Pero sigue siendo una sonata, forma musical que ha caído en desuso.
En un ensayo escrito hace unos año postulé: El ritmo del verso no surge siempre de la métrica, es decir, de los acentos y el material fónico de la lengua. Sin embargo, la creencia en una métrica con una musicalidad que sostuviera todo el sentido del verso se mantuvo en la poesía occidental desde el Renacimiento hasta el Simbolismo francés, el Modernismo español y el prerrafaelismo inglés…"
Actualmente, entonces, el ritmo que es otra cosa. Y a esa otra cosa, muchas veces indefinible, también la llamamos “música”, porque es un criterio que se aplica intuitivamente a las palabras, a determinado fraseo, a una entonación. Para mí es el habla común y corriente, de la que no conviene alejarse demasiado (ELIOT, otra vez: "La música de la poesía, entonces, debe ser una música latente en el habla común de su tiempo. Lo cual también significa que debe estar latente en el habla común del lugar del poeta" –cosa que, paradógicamente no consigue Eliot, sino un poeta de la generación siguiente: William Carlos Williams)
Y el poeta usa las palabras cotidianas, aún a riesgo de caer en la prosa, lo que tampoco sería un horror, siempre y cuando el imaginario, la secuencia de las frases, el montaje de las acciones, etc., sean poesía y no se hayan convertido en narrativa.
Lamento que no te haya quedado claro lo de la música del sentido; esta idea la tomé del filósofo griego Cornelius Castoriadis quien definió uno de los ritmos del poema (separándolo del fónico) como la melodía del sentido, la musicalidad del sentido o la armonía de sentido, paradógicamente hablando de clásicos griegos e isabelinos (lo podés leer aquí si te interesa).
Condenar el poema de un poeta que no sabe medir un endecasílabo, me parece tan injusto como condenar a un poeta que ha escrito un excelente soneto becqueriano en pleno siglo XXI y no ha considerado el desgaste crónico que sufren las palabras con el paso de los años.
La analogía músical podría completarse del siguiente modo: Así
como no se puede reconstituir al oyente, tampoco se puede reconstituir al lector, que es también el traductor y muchas veces el poeta que traduce EN ESTA ÉPOCA poemas de autores que aunque hayan escrito con métrica regular en el original, se murieron hace treinta años o más y -en muchos casos- elige el verso libre, para liberarse de una música que tanto lectores, como poetas y traductores, en su gran mayoría, hemos dejado de escuchar desde la época de Lugones.
Du silence avant toute chose/es tout le reste est musique/moderniste.
Saludos cordiales,
Marcelo
Ahhh, perdón Pablo, por las dudas que no conozcas el ensayo de Castoriadis, acá está el link:
ResponderEliminarhttp://ustedleepoesia2.blogspot.com/search/label/Cornelius%20Castoriadis
Gracias, Fondebrider, por el video, y discúlpeme, Ud. también, por la lata.
Un saludo,
Marcelo
Jorge, Marcelo, Pablo, Sibila y otros colegas cuyos nombres no conozco.
ResponderEliminar¿Cómo se hace para INTERCAMBIAR con los colegas, si una recién se incorpora a este foro virtual?
¿O me confundí y este lugar no era para intercambiar?
Lo pregunto porque, salvo Jorge, nadie me dio ni la hora.
Abrazos a todos
Ana Silvia
Ana: mi nombre es Silvia (a. sibila). La idea es, quizá, seguir el tema del que se está hablando. Lo que escribió cada uno de nosotros se relaciona con lo que se habló en la última reunión del club. Nadie quiere dejarte afuera. Si mirás el video, verás por qué se está rizando el rizo.
ResponderEliminarJorge es una persona educada, como corresponde.
Por eso administra el blog.
Un cordial saludo.
Estimada Silvia:
ResponderEliminarNo se enoje (uso el Ud. porque tal vez le molestó que la tuteara en mi primera respuesta). Seguramente, podríamos discutir estos temas mucho mejor tomando un café y riéndonos incluso de nuestros argumentos y de nuestras diferencias de comprensión de la poesía y de la traducción. No creo que sea Ud. una perezosa (aclaro que no fui yo quien habló de la “pereza intelectual” de algunos traductores, sino una señorita del público mucho más agradable que quien esto escribe), desde el momento que se ha tomado el trabajo de volver a escuchar la conferencia y el debate. Lo que transcribe, sin embargo, confirma lo que le decía en mi respuesta: la laxitud de tanta poesía actual no debe achacársele al verso libre, que ha sido un gran logro de la poesía moderna, sino, en parte, a las derivas históricas de su uso. Estudiar esas derivas es lo que me parecía interesante. Cuando digo “sería interesante ver”, pues, quiero decir eso, ni más ni menos: sería interesante estudiar seriamente esta cuestión, tomando como hipótesis que la función histórica del verso libre varía desde sus orígenes hasta el presente. (Un examen bastante exhaustivo de las problemáticas teóricas involucradas ha sido realizado por Isabel Paraíso en “El verso libre hispánico”, editado por Gredos). Por último, no logro ver por qué el uso de la palabra “peor” puede pintar mi opinión de cuerpo entero. “Peor” para mí, por cierto. Saludos cordiales.
Pablo Anadón
Estimado Jorge Aulicino:
ResponderEliminarMuchas gracias por juzgar “muy buena, bien razonada y erudita” a mi exposición, más allá de que realmente lo haya sido. En cuanto a tus objeciones, me parece que se pueden resumir en cuatro: 1) Los “recursos canoros” debilitan el sentido; 2) hay muchos poetas modernos valiosos, de los cuales se podría hacer una larga lista, que no han usado ni métrica ni rima; 3) relacionado con lo anterior, es muy posible que un poeta no pueda escribir “composiciones escolásticas”, y sin embargo manejar “con endiablada aptitud la garlopa de su oficio”; 4) las formas métricas son anacrónicas, dado que “la poesía sin metro ni rimas fijas, o sin rimas, es un campo más abierto para la búsqueda de una esencialidad que los siglos nos revelaron más y más compleja” y “a un artesano del siglo veintiuno no se le pide lo mismo que a uno del siglo catorce”.
Con respecto al segundo y el tercer punto, coincido, y creo que no están en contradicción con lo que he afirmado en mi charla, pasando no obstante por alto el hecho de que hacer “composiciones escolásticas” no es exactamente lo mismo que escribir magníficos poemas con métrica y/o rima, como han hecho muchos otros poetas modernos que he nombrado (algunos de los cuales compusieron textos tanto en verso libre como en verso medido).
No estoy de acuerdo, sin embargo, con el punto primero y el cuarto. En cuanto al primero, además del notorio matiz peyorativo del término “canoro” para designar la musicalidad verbal del verso, me parece evidente que si fuera cierto que el uso de los recursos métricos hace “más laxo el sentido”, tendríamos que tachar como laxa de sentido a la poesía desde Homero hasta la aparición del verso libre, lo cual quizá sea un poco exagerado como argumento para defender al verso libre (al que yo, por lo pronto, no he atacado, como vengo repitiendo desde hace tiempo en distintas ocasiones).
En relación con el supuesto anacronismo de los recursos métricos, me remito a lo que señalé en la conferencia: tendríamos que eliminar demasiadas obras de los maestros de la poesía moderna, demasiados autores del pasado inmediato e incluso del presente, para hacer coincidir tal prejuicio arraigado entre nosotros con la realidad histórica de la poesía del siglo XIX, XX y XXI en distintas lenguas. No veo la necesidad de hacer tal purga poética. Un poeta puede ser tan actual (o anacrónico) escribiendo en versos libres como escribiendo en versos medidos e incluso rimados. Lo que sí, no termino de entender en qué beneficiaría al oficio del poeta del siglo XXI el desconocimiento de los recursos que utilizaron y utilizan aún, con tan buenos resultados, los poetas del pasado y del presente, incluso en el caso de que opte por escribir exclusivamente en verso libre.
Cari saluti, Pablo
Estimado Marcelo:
ResponderEliminarCreo que la mayoría de tus objeciones coinciden con las que plantea Aulicino, y no querría abundar o insistir en lo mismo. Te confieso que he quedado un poco mareado con tus disquisiciones, pero debe ser porque he trabajado todo el día y a estas horas de la noche, en que te escribo, ya estoy un poco cansado. Lo que me resulta de verdad paradójico, para emplear una palabra recurrente en tus comentarios, es que partiendo de la constatación de que “cualquier postura hegemónica está condenada de antemano” en lo que atañe a la escritura de poesía, terminás luego por instalarte cómodamente en tal postura, hablando en un plural que expresaría el sentir de la mayoría de los poetas, los lectores y los traductores actuales, cuando decís: “Así como no se puede reconstituir al oyente, tampoco se puede reconstituir al lector, que es también el traductor y muchas veces el poeta que traduce EN ESTA ÉPOCA poemas de autores que aunque hayan escrito con métrica regular en el original, se murieron hace treinta años o más y -en muchos casos- elige el verso libre, para liberarse de una música que tanto lectores, como poetas y traductores, en su gran mayoría, hemos dejado de escuchar desde la época de Lugones.”
Desde mi primera persona nada hegemónica, sino – como es evidente por estos debates – más bien minoritaria, entiendo que ha habido después de Lugones lectores, poetas y traductores que sí han sabido escuchar la denostada música de la poesía, como queda demostrado en numerosos ensayos, traducciones y obras poéticas, que sería prolijo referir. Me limito a mencionar dos obras, sólo en las letras argentinas, que abarcan las tres tareas: la de Jorge Luis Borges y la de Juan Rodolfo Wilcock.
Sigo después. Un abrazo, Pablo
Marcelo, habría muchas otras observaciones puntuales que hacer a tus párrafos. Por ejemplo, cuando afirmás: “Condenar el poema de un poeta que no sabe medir un endecasílabo, me parece tan injusto como condenar a un poeta que ha escrito un excelente soneto becqueriano en pleno siglo XXI y no ha considerado el desgaste crónico que sufren las palabras con el paso de los años.”
ResponderEliminarEvidentemente, estás condenando - con justicia - el segundo caso, por anacrónico, y salvando la impericia del primero. Más allá del hecho menor de que Bécquer no escribió un solo soneto, creo que no se trata de “condenar”, sino de valorar críticamente, y si el poeta que no sabe medir un endecasílabo intenta escribir un poema en ese metro, y no lo logra, me parece que puede señalarse como un defecto de la obra; igualmente, ese hipotético “excelente soneto bécqueriano”, si suena a ya escrito, si suena demasiado a Bécquer a pesar de que use una forma que éste no empleó, tampoco me parece que pueda juzgarse como logrado, y no podría entonces ser calificado como “excelente”.
Decís también: “En un ensayo escrito hace unos año postulé: El ritmo del verso no surge siempre de la métrica, es decir, de los acentos y el material fónico de la lengua. Sin embargo, la creencia en una métrica con una musicalidad que sostuviera todo el sentido del verso se mantuvo en la poesía occidental desde el Renacimiento hasta el Simbolismo francés, el Modernismo español y el prerrafaelismo inglés…” Te juro que no entiendo de dónde puede surgir el ritmo del verso, si no es “de los acentos y el material fónico de la lengua”. Lo de la “música del sentido”, que tomás de Castoriadis, según me indicás (prometo leer ese ensayo), es interesante y sugerente como metáfora (la expresó también Rubén Darío, en 1896, en su prólogo a "Prosas profanas"), pero no ayuda demasiado a analizar la concreta sonoridad del verso.
Más perplejo me deja tu afirmación de que hubo una “creencia en una métrica con una musicalidad que sostuviera todo el sentido del verso” y que esa creencia “se mantuvo en la poesía occidental desde el Renacimiento hasta el Simbolismo francés, el Modernismo español y el prerrafaelismo inglés”. Dudo mucho de que Garcilaso, Shakespeare, Ronsard, Hölderlin, Baudelaire, Martí o Browning creyeran que la métrica sostiene “todo el sentido del verso”, pero suponiendo que así fuera, tampoco comprendo por qué esa creencia debería surgir recién en el Renacimiento, que continúa lo que ya se encontraba en la lírica provenzal, en Dante y los poetas del Dolce Stil Nuovo y en Petrarca, y por qué debería cesar con el Simbolismo, el Modernismo hispanoamericano o el prerrafaelismo inglés, cuando esos movimientos influyeron poderosamente (Eliot, por ejemplo, que citás a menudo, aprendió muy bien la lección de Laforgue) en otros poetas posteriores, que continuaron y renovaron su impulso. Este tipo de afirmaciones, a mi entender sin suficiente sustento histórico, hace que la conclusión que extraés a continuación(“Ahora, entonces, el ritmo es otra cosa…”) suene más a petición de principio que a una argumentación que permita seguir indagando en la compleja problemática. Y lleva a preguntarse: ¿Por qué "ahora el ritmo es otra cosa"? ¿Desde cuándo precisamente? ¿En qué medida ha variado y en qué obras se puede verificar ese proceso? ¿Por qué decir "el ritmo", así, en general, como si hubiera un único tipo de ritmo posible para la poesía actual? Etc.
Bueno, Marcelo, habría más para debatir, pero como te digo, estoy cansado, y ya son las cuatro y media de la mañana. Otro abrazo sonámbulo,
Pablo Anadón
Ana Silvia:
ResponderEliminarsuscribo plenamente lo que te señala Silvia. El intercambio, si no me equivoco, consistiría en argumentar en torno de la problemática que se está debatiendo, en esta o en alguna otra entrada del blog. Si esta discusión te parece demasiado bizantina (digo por lo del rizo), sin duda encontrarás otras, en este mismo blog, que te resulten más afines con tus preocupaciones como traductora. En cualquier caso, tus opiniones serán bienvenidas. Un cordial saludo. Pablo
Pablo, gracias por tu pronta respuesta. Has dado vuelta la taba. No quiero suprimir nada por anacrónico: sólo señalar que es anacrónico. Ya que todo, según parece, lo has cubierto con tu prosa, y nada en verdad está en oposición a tus gustos y palabras; ya que no has predicado una cierta laxatidud de la poesía no métrica; ya que no te parece que la poesía no deba nada a la prosa; ya que no importa cómo y cuándo se escribió la Ilíada, y ya que no hay relación alguna entre los tiempos y la tecnología, y dado que no pensás que la eternidad es un concepto no eterno y que de ningún modo crees que lo clásico se lee distinto y es distinto en cada época, y que de ningún modo te oponés a que se puede gozar poesía medida sin escribirla y sosteniendo un concepto totalmente opuesto a la poesía medida y rimada, la discusión carece de sentido.
ResponderEliminarEnjoy
Jorge
Y con absoluta sinceridad, que espero no interpretes como irónica, te felicito porque te has batido en inferioridad numérica. De verdad.
ResponderEliminarRespecto del mensaje de Ana solicitando atención: creo lo mismo que Silvia y Pablo. La propuesta de iniciar una campaña contra la remanida frase traductor traidor no es mala.
podemos recurrir a "traductor, calzonazos", que es espléndida!
ResponderEliminar¡Alla vamos, Jorge Aulicino! Sí, señorrrr...
ResponderEliminarComo bien dijo Andrés Erenhaus, ¿a quién traicionamos nosotros? ¡Que, con el riguroso sudor de nuestra frente, acercamos culturas, saberes, bellezas... y berretadas también, por qué no. Además, para traidores, aquí en nuestra patria celeste y blanca, tenemos pa'elegir, tenemo s.
¿Qué tal,"traductor, héroe"? O, traductora, reina, maga, hada...
¿Eh?
A.S.M.
Estimado Pablo:
ResponderEliminar¿Y si, en vez de preocupaciones como traductora, tengo goces como traductora? O revelaciones. O ganas de intercambiar figuritas.
Nada de bizantina.
Tengo curiosidad por conocer colegas. Recién intento entrar en el Club, y levanté la manito para saludar.
Abrazo
Ana
Hola, Sibila /Silvia, semitocaya:
ResponderEliminarEstoy agitando la mano para entrar, para saludar. Tampoco hay urgencia. Pero intuyo que cada uno de nosotros, incluyéndome a mí, tenemos cosas interesantes que aportar.
Esa es mi idea, al menos. Trataré de integrarme y, para eso, necesito conocerlos y que me conozcan.
Ya que estás, si tenés ganas, visitá mi blog:
www.diariodeunadiariera.blogspot.com
Un gran abrazo
Ana Silvia
Ana, yo traduzco como aficionado. No pienso en un servicio al lector que no sabe idiomas, si no en llevar el poema original a otro terreno, a otra lengua, a otra temperatura, aun cuando trate de acercarme lo más que puedo al interior del mundo del poema y del universo del que proviene (el del autor, el de su obra, el de su tiempo: a su cerebro). Por eso no me importa que me acusen de traidor. La frase en rigor de verdad la usaron bastante los propios traductores
ResponderEliminarJa! Sí, claro, Pablo, Bécquer no escribió sonetos, pero sí endecasílabos rimados; sólo era para ver si estabas atento y no se te escapaba. Igual, en el ejemplo podés sustituirlo a Bécquer por Garcilaso que creo que sí escribió sonetos. O por Quevedo. O por cualquiera de los autores que vos defendés hegemónicamente. Y diculpá que vuelva a usar la palabrita.
ResponderEliminarNo sé cómo calificar la posición de alguien que dice (más o menos, no estoy tan pendiente de la cita exacta, ni de demoler al supuesto "adversario", sino más bien en la búsqueda permanente de la palabra) "peor será para el destino de las letras latinoamericanas desconocer la rima y la métrica que son herramientas fundamentales para la construcción poética".
Me preguntás desde cuándo cambió esta concepción. Es muy difícil determinar el momento exacto, en el ensayo que cité marcaba el simbolismo como uno de los límites históricos. Y, tal vez, se podría afirmar que en el mundo moderno el ritmo es otra cosa, desde el "Golpe de dados" de Mallarmé, desde los poemas en prosa de Rimbaud; ya no depende de los esquemas métricos clásicos. O no depende en el grado que lo hacía hasta ese momento. Y esa concepción podés rastrearla en "Zona" de Apollinaire, en Francis Ponge, en William Carlos Williams,en Allen Ginsberg, en Ernesto Cardenal, en Nicanor Parra, en Leónidas Lamborghini y en todas las vanguardias. Allí se ve claramente que el habla cotidiana, los prosaísmos, los coloquialismos, han invadido el ritmo poético y lo han transformado en otra cosa.
Muy pocos poetas escribirían hoy en día: "Música porque sí/música vana/como la vana música del grillo;/mi corazón eclógico y sencillo/se ha despertado grillo esta mañana",
escribirían, simplemente: "La vida me ha dado ahora en toda mi muerte"(sin considerar el dato menor de que Vallejo es anterior a Nale Roxlo). O simplemente escribirían:
"Hoy estoy contento".
Como podés ver, Vallejo se aparta de las estructuras fijas y, en latinoamérica, es justamente el primero que pone en tela de juicio la continuidad del "modernismo" o, de su maestro, Rubén Darío, con Trilce, en 1922.
Para terminar, te vuelvo a decir que en nuestro país, Lugones fue el último. Los poetas modernos que agregás: Wilcock, Borges, son, en realidad, neoclásicos. Y todavía quedan algunos más. Yo no tengo ningún problema con los poetas neoclásicos. Es más, en mi biblioteca virtual hay varios poemas que los representan. Vos mismo estás incluido. Te invito a visitarla. Así, además, descubrís algunos otros poetas que han escrito poemas que se sostienen fuera de la métrica y el ritmo sin caer en el vacío.
Un saludo cordial,
Marcelo
Jorge:
ResponderEliminarAunque esto, por lo visto, por momentos se parezca un poco a un diálogo de sordos (la frase de Seferis “La poesía en el país de los monólogos paralelos” se aplica perfectamente a la situación poética argentina desde hace bastante tiempo), no me parece que la discusión esté cerrada, sino que tal vez recién comienza. Trataré de responder con la mayor precisión posible a tu penúltimo comentario, y a las distintas afirmaciones, algunas ciertas y otras no, que enhebrás en la larga frase cuya conclusión es que el debate carece de sentido:
1)“No quiero suprimir nada por anacrónico: sólo señalar que es anacrónico.” Dado que la supresión, evidentemente, no implicaba la eliminación física (nunca supuse que querrías incendiar todos los libros escritos con métrica y/o rima), y dado que juzgar anacrónico un poema es prácticamente anularlo, desactivando su carga de sentido presente, se mantiene la cuestión: el solo hecho de que un poema esté compuesto con métrica y/o rima, ¿lo hace anacrónico?
2)“Ya que todo, según parece, lo has cubierto con tu prosa, y nada en verdad está en oposición a tus gustos y palabras”. No sé de dónde se deriva tal presunción de mi parte: mis páginas, por el contrario, son apenas una aproximación a las problemáticas de la traducción de poesía. Por otra parte, está claro para mí que hay mucho que se encuentra en oposición a mis gustos y palabras, y nunca he ocultado mis preferencias ni mi modo de pensar, aunque eso me haya ocasionado no pocas veces involuntarias enemistades.
3)“ya que no has predicado una cierta laxatidud de la poesía no métrica”. No la he predicado, pero sí he afirmado con todas las letras que el verso libre usado despreocupadamente, como abunda en el presente, el verso libre empleado sin conciencia de aquello de lo que se libera, ha conducido al predominio de una escritura laxa, sin tensión rítmica. Hay obras en verso libre, sin embargo, espléndidas. Menciono un par de ejemplos actuales: la poesía de Horacio Castillo y la de Rodolfo Godino.
4)“ya que no te parece que la poesía no deba nada a la prosa”. No estoy de acuerdo, no he dicho eso: entiendo que la poesía puede incorporar buenas dosis de prosa (muchos poetas que admiro lo hacen, y yo mismo, en mi poesía, lo he hecho), en la medida en que no deje de ser poesía, no se transforme llanamente en prosa, en cuyo caso… ¡será mejor que sea escrita directamente en prosa!
5)“ya que no importa cómo y cuándo se escribió la Ilíada, y ya que no hay relación alguna entre los tiempos y la tecnología”. Si releés la frase donde menciono la Ilíada, verás que no tiene sentido señalar “que no importa cómo y cuándo se escribió”: me refería a tu afirmación de que la música del verso hace más laxo el sentido, sentencia que condena a la laxitud semántica a siglos de poesía con métrica y rima. Lo de la relación entre los tiempos y la tecnología vuelve sobre el punto crucial: ¿está ya fuera de uso la técnica del verso medido y rimado? Yo creo que no.
6)“y dado que no pensás que la eternidad es un concepto no eterno y que de ningún modo crees que lo clásico se lee distinto y es distinto en cada época”. No veo qué importancia tiene en esto lo que yo piense de la eternidad: soy ateo, y me cuesta concebir algún tipo de eternidad o infinitud, salvo, quizá, la del universo (acabo de recordar una broma de Einstein, pero la evito por temor a que la tomes como una ironía). Tampoco veo de qué punto de mis consideraciones se deduce la idea de un clasicismo ajeno a las diversas lecturas y transformaciones epocales.
7)“y que de ningún modo te oponés a que se puede gozar poesía medida sin escribirla y sosteniendo un concepto totalmente opuesto a la poesía medida y rimada”. En efecto, de ningún modo me opongo: creo que un poeta puede escribir versos libres, y saber apreciar la poesía medida y rimada, así como un poeta que escribe versos medidos y rimados puede disfrutar de la poesía en verso libre. Borges, que escribía tanto versos medidos y rimados como verso libre, admiraba a Whitman y admiraba "La Urna" de Banchs.
Un abrazo, Pablo.
Jorge,
ResponderEliminarme quedé pensando en la siguiente constatación, que hacías hace unos días: “Basta ver cuán laxas -cuánto ceden de sentido- las letras de las canciones, populares o cultas. Simple es la letra del Himno a la Alegría, de Heine, convertida en coral portentoso e inolvidable por Beethoven; simples, absolutamente denotativas, son las letras del gospel. En todo el arco canoro, el sentido se debilita.”
Fijate vos que yo creo que se puede encontrar excelente poesía, de hondo e intenso sentido, en los textos de canciones aparentemente muy sencillas. Me acuerdo, por ejemplo, de esta coplilla, que cita Santiago Sylvester en su ensayo “Apuntes sobre algunas coplas”: “Voy a cantar una copla / por si acaso muera yo, / porque nosotros los hombres / hoy somos, mañana no.” O estas otras, más elaboradas, de Jacobo Regen, que unen a un dejo de entonación popular la torsión verbal de la mejor poesía moderna: “Sé dura, oh luz, conmigo. / No regañes a flor de piel; inquiere / lo que en el fondo busca tu castigo / y sin descanso, hiere. // Hiere profundo, profundo. / Que es mucho lo que perdí / rodando... (no por el mundo / sino por dentro de mí).” También recuerdo ahora una tonada, que he escuchado cantar en el valle de Traslasierra, y que posee una gracia estilística y un temblor de desvalimiento que ya querrían poseer muchos poemas de la tradición culta: “Un domingo a la mañana / al rayo ‘el sol me senté, / y un arbolito me dijo: / “Si querís sombra, te haré”. // Yo le dije al arbolito / si era aire o era mofa… / ¡Qué sombra podía hacer / un arbolito sin hojas! // Y el arbolito me dijo: / Yo soy un árbol sin fama / que en el verano da sombra / y en invierno resolana.”
En cuanto a la “Oda a la Alegría” (no es de Heine, sino de Schiller), no creo que el calificativo “simple” le haga justicia. A propósito, se ha publicado este año en Hiperión una traducción métrica de la “Lírica de pensamiento” de Schiller, realizada por Martín Zubiría, que muestra cuán compleja es la poesía del poeta alemán (no olvidemos, por otra parte, que su ensayo “Sobre la poesía ingenua y la poesía sentimental” es uno de los pilares reflexivos sobre los que se asienta la nueva concepción de la poesía moderna).
Otro abrazo, Pablo.
Bueno, Marcelo, te ruego que no sigas incluyendo errores en tus comentarios para comprobar si estoy atento, porque podés estar seguro de que te leo con atención, y no para “demoler al supuesto ‘adversario’”, sino porque me interesa de verdad lo que el otro dice.
ResponderEliminarNo sé, en cambio, si vos lo hacés, porque ya he dicho y redicho que mi afirmación de que el conocimiento de los recursos métricos es importante para el oficio de un poeta, y de que el uso de tales recursos no convierten a un poeta necesariamente en un autor anacrónico, no implica que yo niegue la tradición del verso libre (por otro lado, varios de los poetas que citás como parte de la tradición del nuevo ritmo – Mallarmé, Rimbaud, Apollinaire, etc.- también escribieron numerosos textos con métrica y rima, lo cual no los vuelve “neoclásicos”, ¿no?).
Ya que lo citás a Conrado Nalé Roxlo, para no seguir diseminando confusiones, convendría que lo citaras correctamente: los dos primeros versos que transcribís, en realidad son uno solo, justamente un endecasílabo (“Música porque sí, música vana…”), y no es “eclógico”, sino “eglógico”. El verso que, según vos, escribirían tus hipotéticos poetas actuales es evidentemente muy superior a la estrofa del pobre Nalé Roxlo: “Hoy estoy contento”. Magnífico. Para tales expectativas estéticas, por cierto toda técnica artística se vuelve superflua. Además, seguramente alcanzamos innumerables veces esa cima poética infinidad de hombres y mujeres que cualquier día nos levantamos satisfechos con la vida, lo cual cumple cómodamente el anhelo surrealista de la creatividad universal, sin necesidad siquiera de la escritura automática.
En cuanto a Vallejo y Lugones, yo querría creerte lo que decís, que “Lugones fue el último” en escribir con métrica y rima y que Vallejo “se aparta de las estructuras fijas y, en latinoamérica, es justamente el primero que pone en tela de juicio la continuidad del ‘modernismo’ o de su maestro, Rubén Darío”, pero da el caso de que he pasado diez años estudiando e investigando precisamente el período que va desde el Modernismo a la Vanguardia, y puedo asegurarte que después de Lugones hubo numerosos poetas que escribieron con métrica y rima, apartándose del Modernismo (puedo hacerte una lista de esos poetas, si te interesa), y que tampoco Vallejo fue el primero en “poner en tela de juicio la continuidad del modernismo”. En cuanto a Vallejo, ¿juzgarías también sus poemas con métrica y rima como “neoclásicos”? Por ejemplo, su célebre soneto en endecasílabos asonantados, “Piedra negra sobre una piedra blanca”, por el hecho de estar escrito con métrica y rima, ¿es un poema “anacrónico”?, ¿es un poema “neoclásico”?
No, Marcelo, lo cierto es que la poesía moderna ha sido escrita tanto en versos libres como en versos medidos y rimados, y son tan modernos unos como otros. El prejuicio que identifica, de manera excluyente, verso libre y poesía moderna, se vuelve insostenible no bien examinamos un poco la evolución de la poesía moderna en distintas lenguas. De lo contrario, se plantean absurdos de este tipo: Borges, ¿es vanguardista cuando escribe en verso libre y es “neoclásico” cuando lo hace en versos medidos y/o rimados? No olvidemos que escribe alternativamente en verso libre y en versos medidos hasta su último libro. Dylan Thomas, reconocido como poeta neovanguardista, ¿dejaría de serlo por el hecho de que compone poemas en formas cerradas (sonetos, por ejemplo)? Boris Pasternak, innegable poeta ruso moderno, ¿pierde tal condición, para vos, desde el momento que ha escrito en versos medidos y rimados?
He visto, Marcelo, tu biblioteca virtual, y agradezco que me incluyeras, aunque fuera – supongo - en calidad de “poeta neoclásico”. Un abrazo, Pablo.
Estimado Pablo
ResponderEliminarCuando una dicusión entra en el terreno de las explicaciones sobre lo dicho, me parece que se empantana.
Creo que sostenés la tesis de que el verso libre está mal usado, es todo. Y que por eso el sentido se debilita. Está mal usado hoy, decís. En cierta cantidad apreciable, además.
Si de esto no debo deducir que la poesía con rima y métrica regulares (he de insistir en esto: regulares) asegura mejor la firmeza de sentido, es que estoy negado para entender las implicaciones.
La poesía actual puede ser mala en buena proporción, pero lo es porque históricamente (¿coyunturalmente?) se escribe sin rima y metro regulares. La década de los 40 está llena de poemas a mi juicio insustanciales escritos con rima y metros regulares, porque la tendencia de regreso a las formas regulares era dominante. Sea por lo que fuere, son tan insustanciales unos como los otros.
Lo anacrónico -y lo anacrónico digno de ser tenido en cuenta, no la producción remanente, fallida- estaba incluso en esa tendencia, por dominante que fuera. Y ya verás que no digo que el anacronismo no diga nada a su tiempo: habla y dice anacrónicamente. Desde fuera del tiempo. En "una eternidad que carece de sentido". Las formas anacrónicas que dicen a su tiempo lo hacen venciendo el tiempo que les dio origen, no precisamente porque son "musicales", sino por su calidad de lenguaje connotativo, sugerente, imaginativo... y pese a su anacronismo, a veces, incluso, grancias a él: "¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?" "Vencida de la edad sentí mi espada" son construcciones semánticas, en las que el ritmo juega un papel, pero no un papel principal. No me interesa que los sonetos en que tales afortunadas frases fueron insertas esté muy construido: o mejor dicho, me interesa esa estructura sólo en la medida en que articula elegantemente, "musicalmente", los núcleos se sentido o de búsqueda de sentido. No aportan ni más ni menos que el sostén necesario. Curiosamente, en la pintura del XVII, por ejemplo, nos interesa más la ejecución que los temas, no las meninas, sino la composición y el color del cuadro; sin descartar que esas meninas, y esa cámara de un palacio, nos empiezan a resultar interesantes por el modo en que fueron pintadas. En el cuadro del papa Inocencio nos importa también el nuevo contenido que la forma contagia al tema que el tema mismo; podemos ver en el mismo cuadro pintado por Bacon en el siglo XX un desarrollo de la forma, que significa un nuevo contenido del tema: un papa en vuelo estelar, deshaciéndose. Con la poesía no suele suceder esto. Sucede más bien que el sema valora y dinamiza la forma rígida.
No escribo con formas regulares de metro y rima, porque no me dan ninguna ventaja. No desprecio ni la poesía medida ni el anacronismo. Aprecio más la poesía que debe a la prosa y a las ideas. Y aprecio el ritmo en toda poesía de versos libres. Entiendo que el ritmo es un énfasis, el único, o uno de los pocos, que aprecio. Y digo énfasis porque es el recuerdo de la base o estructura primitiva de la poesía: una base mnemotécnica. Destinada a grabar, a cincelar la memoria del oyente (en el origen, a grabar en la memoria del hablante, del repetidor, del aedo). Ritmo no es métrica ni rimas fijas. El llamado ritmo se corresponde a lo que en música se llama precisamente ritmo. Y las otras formas, a las que en música se llaman melodía (digo yo, tal vez Fisherman podría ilustranos acerca de lo acertado o no de esta analogía).
Esa es mi posición o mi lectura. Entiendo que ponés un acento especial en las propiedades del llamado canto o la llamada música de la poesía. Allí no hay mayor contribución a la búsqueda de sentido, para mí. La libertad del verso tiene una razón bastante atendible a mi juicio, cuando se piensa que la poesía es aquella disposición del lenguaje "con la mayor carga de significación posible".
Así está delimitada la cuestión. Me parece que, llegados a este punto, no queda mucho por decir.
Abrazo
Jorge
En homenaje a este discusión, va un soneto escrito hace tiempo para mi hija, es lo único que puedo agregar
ResponderEliminarMarianita quiere hacer sonetos:
es un género difícil y atrevido;
si no sabe aún qué's un cuarteto
dudo mucho que le salga divertido.
Yo con esa poesía no me meto,
es una cosa que ya eché al olvido;
siempre que quise me salió repleto
de ripio, tontas rimas y crujidos.
Es que no resulta fácil esta cosa
de realizar en idioma conocido;
se patina la rima, falta prosa,
el que quiere hacerlo muy pulido
encuentra la lengua refalosa
y se va a dormir cansado y aburrido.
Estimado Pablo:
ResponderEliminarVuelvo a citarlo:
"3)“ya que no has predicado una cierta laxatidud de la poesía no métrica”. No la he predicado, pero sí he afirmado con todas las letras que el verso libre usado despreocupadamente, como abunda en el presente, el verso libre empleado sin conciencia de aquello de lo que se libera, ha conducido al predominio de una escritura laxa, sin tensión rítmica. Hay obras en verso libre, sin embargo, espléndidas. Menciono un par de ejemplos actuales: la poesía de Horacio Castillo y la de Rodolfo Godino."
¿en qué quedamos? ¿lo dijo o no lo dijo? ¿hace falta enumerar las acepciones de 'afirmar'?
un cordial saludo
silvia camerotto
Querido Jorge:
ResponderEliminarGracias por tu respuesta, y gracias, especialmente, por la transcripción del soneto a tu hija (también una de mis hijas se llama Mariana, lo cual me lo ha hecho más conmovedor). Llega un momento en que, en efecto, nos cansamos de la “gris teoría” y añoramos el “dorado verde árbol de la vida”, para parafrasear a Goethe. Para mí, ese árbol de oro y verde follaje, es asimismo la poesía. Te ruego que no tomes a mal que te proponga otra versión de tu soneto. Como verás, apenas he introducido ligeras variantes, que no creo que modifiquen el sentido del poema, sólo para encauzar en endecasílabos algunos versos que tenían menos o más sílabas. Si querías, por el contrario, que el soneto tuviera versos de distintas medidas, hacé de cuenta que no te propuse nada. Espero, por último, que no lo consideres un gesto presuntuoso de mi parte (con algunos amigos vivimos haciéndonos estas versiones alternativas a los poemas de cada uno), sino también como un concreto homenaje a nuestra discusión sobre la forma y el sentido.
Un afectuoso abrazo, Pablo.
Marianita quisiera hacer sonetos,
un género difícil y atrevido;
si aún no sabe qué son los cuartetos,
dudo mucho que salga divertido.
Yo con tal poesía no me meto,
es una cosa que ya eché al olvido;
siempre que quise me salió repleto
de ripios, tontas rimas y crujidos.
Es que no me resulta fácil cosa
de hacer en este idioma conocido;
se patina la rima, falta prosa,
y el que quiere que sea muy pulido
encuentra que la lengua es refalosa,
se va a dormir cansado y aburrido.
Estimada Silvia:
ResponderEliminarLa primera frase, entre comillas, pertenece a Jorge Aulicino. Creo que está claro que la distinción que hago no es entre "afirmar" o "no afirmar", sino entre "predicar" (que me suena a predicador, cosa que no soy, sino tan sólo alguien que intenta argumentar) y "afirmar". En fin, si lo prefiere: lo he dicho, y lo "redigo".
Un cordial saludo, Pablo.
estimado Pablo:
ResponderEliminarMuchas gracias. Ahora sé que no entendí mal. La laxa contemporanedad lo confirma.
Un cordial saludo,
silvia camerotto
pd. ¡Ah! No lo aclaré, pero no me enojó que me tuteara.
Coincido totalmente con la última entrada de Jorge (antes del Soneto, por supuesto), así que no tendría mucho sentido que agregue nada más. Salvo para aclarar algunos puntos.
ResponderEliminarNo sé si sabías, Pablo, que "eclógico" es casi lo mismo que "eglógico" (me atajo antes de que me digas que no hay dos palabras que signifiquen lo mismo) y así lo transcribe Raúl Gustavo Aguirre en su extraordinaria antología de poesía argentina. Te lo digo, en aras de tu búsqueda de exactitud. Y perdón por haber ultrajado -por error involuntario, esta vez- la duración perfecta del primer endecasílabo de Roxlo.
Borges es neoclásico SIEMPRE que escribe poesía, aún cuando lo haga en verso libre y es vanguardista (experimental o revolucionario de las formas, como más te guste) cuando escribe en prosa. Así como Vallejo es vanguardista SIEMPRE, escriba en la forma que escriba.
Al menos eso es lo que creo.
Me imagino que no hará falta explicarte que cuando digo "neoclásico" no me estoy refiriendo únicamente al sonsonete del ritmo, sino también al imaginario y al lenguaje. Y en ese sentido Castillo y Godino que citás, se inscribirían también en esa tendencia. Sin embargo, hay otras excepciones que no mencionaste, donde aun dentro de formas cerradas o estructuras fijas, se opera una renovación (del imaginario, del lenguaje), por ejemplo, en los sonetos de Oscar Hahn o de Severo Sarduy y, en nuestro país, en las Sextinas de tu copoblano Carlos Schilling.
Te releo literalmente:
"El prejuicio que identifica, de manera excluyente, verso libre y poesía moderna, se vuelve insostenible no bien examinamos un poco la evolución de la poesía moderna en distintas lenguas."
y yo también, me permito reescribir:
El prejuicio que identifica, de manera excluyente, poesía metrica regular o alternancias de metros más o menos regulares con la "gran poesía" de todos los tiempos, se vuelve insostenible no bien examinamos un poco la evolución de la poesía moderna en distintas lenguas.
Se vuelve insostenible -agrego- cuando se cree estar en posesión de una verdad absoluta, que ha dejado de ser absouta hace mucho tiempo.
El conocimiento de los recursos métricos NO garantiza la escritura de un buen poema, tampoco un buen manejo del verso libre. Porque el ritmo es sólo una de las herramientas de esa carpintería que tanto nos desvive.
P.D. Yo también escribí unos sonetos completamente imperfectos, así que si te parece oportuno, después te los mando, para que me los corrijas.
Un abrazo,
Marcelo
Ahhh, me olvidaba: Para sustituir la pobreza del verso "hoy estoy contento", cito este otro pasaje del poema de Vallejo, ya mencionado:
ResponderEliminarRuego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.
Otro abrazo
Pablo, me tenía sin cuidado que fueran o no endecasílabos, pero las correcciones que hiciste a mi "soneto" no son inocentes: en el séptimo verso, y en aras del verso bien medido, sustituíste la forma impersonal por la primera persona del singular. Entonces aclárote: hablaba de una dificultad general, de un problema de todos con la lengua del soneto, casi de una propiedad del soneto, y no de un problema mío. Ya ves que nuestros puntos de vista son inconciliables.
ResponderEliminarCordial saludo
Jorge
perdón, en el noveno verso
ResponderEliminarY una sóla cosita más:
ResponderEliminarQuizá podamos exceptuar los primeros libros ultraístas de Borges, dentro del neoclacicismo propio de su poesía. Lo digo, previendo las objeciones de las excepciones y con las disculpas del caso por este ripio de rima consonante.
Salute
Lamento mucho, Jorge, que hayas visto mala intención en mis propuestas alternativas para tu soneto. Supuse, sin embargo, como te dije, que te tendría sin cuidado que fueran o no endecasílabos, lo cual a mi juicio es una pena, tratándose de un soneto compuesto en su mayor parte por versos de esa medida.
ResponderEliminarEn cuanto a la variante del noveno verso, en efecto, sustituye lo impersonal por lo personal. Fue inocente, sin embargo, el cambio: como lo personalizabas al final del segundo cuarteto (“siempre que quise me salió repleto / de ripio, tontas rimas y crujidos”), pensé que podía continuar en ese registro en el primer terceto. De querer darle ese giro impersonal, y que siga sonando como soneto endecasílabo, habría pues que seguir trabajándolo. Escribir, por ejemplo: “Por cierto, no resulta fácil cosa / de hacer en este idioma conocido…”. Pero bueno, como te tiene sin cuidado la musicalidad del verso, mejor que lo dejes nomás como estaba al principio.
Para terminar, me parece que este breve intercambio sobre un texto concreto, explica más sobre nuestras diferencias que todo lo que venimos argumentado, ¿no?
Un abrazo, Pablo.
Está claro, Marcelo, que si insistís en hacerme decir lo que no he dicho, y pasar por alto lo que he declarado con todas las letras, esto se vuelve una sucesión de monólogos paralelos. Hago un último esfuerzo por aclarar puntualmente lo dicho y lo no dicho:
ResponderEliminar1) Decís: “El prejuicio que identifica, de manera excluyente, poesía metrica regular o alternancias de metros más o menos regulares con la "gran poesía" de todos los tiempos, se vuelve insostenible no bien examinamos un poco la evolución de la poesía moderna en distintas lenguas.” Tal prejuicio, por cierto, no es mío: si te tomás el trabajo de leer atentamente mis comentarios anteriores, o de escuchar la conferencia, podrás ver que he sostenido y repetido hasta el bostezo que puede haber “gran poesía” tanto en verso libre como en verso medido y rimado.
2) Decís: “El conocimiento de los recursos métricos NO garantiza la escritura de un buen poema, tampoco un buen manejo del verso libre.” Obviamente, nada “garantiza” la escritura de un buen poema. También he dicho y repetido hasta el cansancio que se puede hacer mala poesía en verso libre o en versos medidos y rimados. Sería muy tonto sostener lo contrario. El conocimiento de los recursos métricos, entre otros recursos de la técnica poética, ayuda sin embargo a no escribir “sonetos completamente imperfectos”, por ejemplo, vale decir, ayuda a escribir con mayor conciencia del propio oficio. Lo demás, depende ya de… ¿el talento? ¿el azar? ¿los dioses? No veo, en cambio, la utilidad de la ignorancia de las herramientas elementales de la poesía.
3) La “verdad absoluta”, Marcelo, evidentemente es propiedad exclusiva de quien puede afirmar, por ejemplo: “Borges es neoclásico SIEMPRE que escribe poesía, aún cuando lo haga en verso libre”. Se trata, como vos mismo decís, de tu creencia, o sea un artículo de fe, no una argumentación. La monumental bibliografía sobre las vanguardias rioplatenses, para la cual Borges cumplió un notorio papel de propulsor del vanguardismo, tanto en sus versos como en sus ensayos juveniles, a la luz de tu dogma, está equivocada. Tendrás, pues, que reescribir la historia de la poesía argentina e hispanoamericana, para que concuerde al pie de la letra con tus creencias.
4) En un punto, con todo, hemos avanzado en la discusión: ahora al menos concedés que es posible hacer obra renovadora “aun dentro de formas cerradas o estructuras fijas”. Ya es bastante. Coincido, por otra parte, en que para tal renovación las imágenes y el lenguaje también son fundamentales. Lástima que, como fiel discípulo de Aulicino, no puedas dejar de llamar “sonsonete” a lo que es sencillamente música verbal.
En fin, Marcelo, creo que ya no me queda más que agregar. Tenés la última palabra, o seguiremos la charla en algún café de Concordia o de Córdoba. Sólo lamento que el debate, en general, se haya ido lejos del motivo que lo originó, las problemáticas de la traducción de poesía.
Un abrazo, Pablo.
Y ahora sí, Fondebrider apelo a su infinita paciencia y a la de los lectores, para agregar algo más.
ResponderEliminarPablo: En cuando a la perplejidad que mostrabas en una de tus intervenciones, acerca de "la creencia en una métrica con una musicalidad que sostuviera todo el sentido del verso se mantuvo en la poesía occidental desde el Renacimiento hasta el Simbolismo francés, el Modernismo español y el prerrafaelismo inglés”
Debo confesarte que no es una idea mía, se la copié a un gran crítico español (poeta también) que a lo mejor no conocés. Se llama Gabriel Ferrater. Podés leer sus conclusiones al respecto en un ensayo sobre los sonetos de Foix que publiqué el otro día:
http://ustedleepoesia2.blogspot.com/2009/10/que-es-la-metrica.html
Saludos a todos
Sólo decir que no veo mala intención en tu trabajo sobre mi amago de soneto, Pablo. Se lo puede llevar a endecasilabos y quedará más pulido si se logra. Pero sí, ahí están nuestras diferencias: sobre todo en el sentido del noveno verso que hace ímproba la tarea de ajustarlo a la forma. Y en la desprolijidad general. Prosa, o sea, contemporaneidad.
ResponderEliminarUn abrazo
J
Deseoso de leer Los cantos de Maldoror, quisiera me aconsejen algguna de las traducciones al castellano que están publicadas. Desde ya, muchas gracias. Olga.
ResponderEliminar