jueves, 30 de septiembre de 2010

"La indefinición se extiende por todo el edificio del lenguaje"

El traductor chileno Adan Kovacsics (foto), viejo conocido de este blog, ha publicado el siguiente artículo en El Trujamán del 27 de septiembre pasado.

Traduciendo del húngaro 


No hace mucho, en la presentación de un libro, el escritor húngaro Péter Esterházy se refirió a su lengua como laza, es decir, laxa, suelta, flexible, no rígida; también se la puede definir como ambigua, indefinida, flotante. Una de sus características es, por ejemplo, que los nombres y los adjetivos carecen de género, como el inglés. De ahí que el autor pueda hablar de un gyerek, un niño, un muchacho, una niña, una muchacha, sin que se conozca su sexo. Y puede decir de ella o de él que es szép, es decir, guapa o guapo, bella o bello. Esto ha provocado más de un quebradero de cabeza a los traductores, hasta el punto de que alguno ha llamado al escritor para preguntarle: ese gyerek al que usted menciona, ¿es masculino o femenino? En muchos casos ni el propio autor lo sabe. Además, la tercera persona singular, o, también puede ser él o ella. Y tal ambigüedad es aprovechada a veces de forma consciente y da pie a grandes textos en la literatura, como El paseo de Attila Bartis, donde casi hasta el final no sabemos a qué género pertenece ese personaje adolescente que está narrando.

La indefinición se extiende por todo el edificio del lenguaje y toca elementos medulares de las obras literarias de tal manera que, por ejemplo, a menudo no se consigue distinguir entre el relato propiamente dicho y el monólogo interior del personaje: «Amodorrado, volvió a sumirse en la dulce duermevela. Debe de ser tarde, ¿qué hora será? Las diez quizá. Estas mañanas de principios de noviembre son engañosas», escribe Zsigmond Móricz en la primera página de su novela Rokonok (Parientes), un clásico de la literatura húngara.

La ambigüedad aparece igualmente en los tiempos verbales, que en sí son bastante sencillos (pretérito, presente y futuro; las complejidades se guardan para otros aspectos del sistema verbal), pero que precisamente por eso flotan y van pasando de forma continua del pretérito al presente y viceversa en las narraciones. Cualquier texto narrativo se traslada en diez líneas varias veces de un tiempo al otro, aunque, de hecho, todo transcurra en el pasado. Abro un libro al azar: Emberszag (Olor a hombre) de Erno Szép. El pasaje que encuentro se refiere a la situación posterior al atentado contra Hitler en julio de 1944. Lo traduzco literalmente: «Pudimos leer cuántos militares alemanes de alto rango fueron detenidos y cuántos condenados a muerte. Nos daban pena esos alemanes; eran nuestros muertos, también querían liberarnos a nosotros. Toda la casa, toda la calle Pozsony, se echa, pues, a correr a la embajada sueca y hace luego el camino de regreso. Hay que rellenar formularios y hacerse fotografías. La radio inglesa queda, una vez más, como única esperanza, como única fuente para coger fuerza. La posibilidad de acceder a las noticias inglesas es realmente una bendición infinita de la casa. Y luego nos sumimos todos los días en la lectura de los mapas, el ruso, el italiano, el francés. Los rusos se encuentran todavía lejos. El señor T. alberga la ilusión de que, si no llegan los rusos, pueden venir los ingleses procedentes de Italia… Los demás judíos sufrientes no eran unos estrategas tan grandes; esperaban aquella emisión inglesa de última hora de la noche con tremenda impaciencia en la casa: ¿están más cerca ya los rusos?».

¿Es todo esto exclusivo de la lengua húngara y de otras similares? Abro al azar un libro, esta vez escrito en castellano. Son los Artículos de Mariano José Larra. El autor habla del «castellano viejo»: «Echóme las manos a los ojos y sujetándome por detrás: “¿Quién soy?” —gritaba alborozado con el buen éxito de su delicada travesura—. “¿Quién soy?” “Un animal irracional” —iba a responderle; pero me acordé de repente de quién podría ser y, sustituyendo cantidades iguales—: “Braulio eres”, le dije. Al oírme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle y pónenos a entrambos en escena».

No está tan lejos como parece una lengua de la otra.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El estado deliberativo de nuestra sociedad llega a extremos ridículos


La nota apareció el 26 de septiembre pasado en Clarín, con firma de José Luis Cutello, y por increíble que parezca refleja una discusión cierta acerca del uso de la letra cursiva. Según la bajada, "alumnos de colegios primarios y secundarios, y también docentes, cuestionan su uso porque 'es difícil', 'se pierde más tiempo' y genera 'desprolijidad'. Los pedagogos defienden sus beneficios".

En plena era digital, discuten en la escuela
el uso de la letra cursiva 

La letra cursiva está en debate. Es común que alumnos de colegios primarios y secundarios cuestionen su uso porque “es difícil”, “se pierde más tiempo” y genera “mayor desprolijidad” sobre la hoja que la letra de imprenta. Algunos maestros se hacen eco de ese reclamo y creen que su empleo está ligado a la tradición escolar. Sin embargo, pedagogos y especialistas en lectoescritura le otorgan a la cursiva una importancia poco conocida en el desarrollo neurológico y motriz de los niños.

“Sabemos que en la escritura cursiva está presente, de algún modo, la personalidad del individuo. De ahí la importancia de los estudios grafológicos en las diferentes disciplinas que tienen que ver con la naturaleza humana”, reflexionó ante Clarín la profesora de Enseñanza Media y Superior en Lengua, Susana González, quien detalló que la cursiva “es una sucesión de rasgos ascendentes y descendentes, donde la mayor o menor soltura del trazo hace que la letra sea más redondeada o inclinada y por consiguiente deje impreso un estilo personal, que el niño va afianzando con su crecimiento y la práctica”.

La siguiente explicación es bien ilustrativa. El alumno que utiliza letra cursiva, aseguran los pedagogos, escribe con fluidez sus ideas y ve favorecida la percepción de palabras por la continuidad, mientras que las letras de imprenta, al estar separadas, interrumpen la secuencia de pensamiento.

Inclusive, el método creado por la profesora en Educación Especial, María Cristina Retondaro, para tratamientos de dislexia y disgrafía recomienda la utilización de letra cursiva porque facilita los procesos neurológicos que “sustentan el aprendizaje de la lectoescritura”.

Respecto a su dificultad, González indicó que la escritura “es una destreza psicomotriz” y como tal necesita adiestramiento. Lisa y llanamente, requiere de práctica. Sin embargo, ese ejercicio hoy se ve amenazado por la omnipresencia de la computadora, un objeto latente y al alcance de muchos chicos, que en la etapa inicial de aprendizaje, reemplaza al lápiz y a la cursiva por el teclado y la letra script: “Siendo por naturaleza grandes imitadores, las letras que visualizan los chicos con más frecuencia son las de imprenta que ven frente al monitor de la computadora y eso hace que tiendan a escribirlas con mucha más rapidez”, afirmó.

“La polémica tiene su historia”, contó a Clarín María Alejandra Iorio Gnisci, directora de la Escuela 154 del Barrio Parque Industrial de Neuquén: “Las maestras hemos atravesado diversos trayectos en cuanto a la enseñanza de lectoescritura. A la cursiva se le daba gran importancia cuando, enmarcadas en el conductismo, se ponía el eje en la unión de las letras y se asimilaba leer a decodificar y escribir a copiar. Cuando comenzamos a trabajar la lengua como sistema de representación, la letra que se utilizó fue la imprenta mayúscula por ser la que los niños encontraban más frecuentemente”.

De todos modos, Iorio consideró que “la cursiva debe enseñarse tanto como la imprenta”, aunque precisó que “lo fundamental” es que los maestros centren el eje de la enseñanza y del aprendizaje en formar jóvenes lectores y productores de todo tipo de textos.

martes, 28 de septiembre de 2010

Eso...


El 26 de septiembre pasado, en el blog Lecturalia, Gabriella Campbell publicó el siguiente artículo que justifica el tiempo que pasamos leyendo, si no para recordar lo leído, para que funcione el cerebro. Los subrayados son del original. La ineptitud para eliminarlos, del Administrador.

Para qué leer 

Si lo piensas, leer un libro es, en cierta forma, como hacer la cama. ¿Qué sentido tiene hacerla si al cabo de unas horas vas a deshacerla otra vez? ¿Qué sentido tiene leer un libro si de aquí a un mes es posible que no recuerdes ni su título?

Algunos tienen mejor memoria que otros pero, para la mayoría del público lector, los detalles contenidos en un libro desaparecen de su memoria casi en su totalidad. Por supuesto recordaremos bastante de un libro favorito (que además habremos leído varias veces), pero probablemente hayamos olvidado el nombre de la protagonista de una obra que leímos hace treinta días. Recientemente, el escritor estadounidense James Collins trató el asunto en un artículo del New York Times, donde admitía su fracaso a la hora de intentar recuperar datos de su memoria acerca de un libro en concreto que recordaba haber leído con gran interés. Collins admite que el acto de lectura es válido por sí mismo, por el goce estético y por el puro entretenimiento que suele acompañarlo, y otros autores suelen argumentar que su interés por lo literario y por la lectura en particular se inició de pequeños, marcados por algún libro en concreto. Francis Spufford, un conocido crítico y periodista británico, aseguró que su obsesión por la lectura le llegó de la mano de El Hobbit de J.R.R. Tolkien, y El señor de los anillos también ha sido culpable de numerosas largas historias de amor bibliófilo.

Sin embargo, ¿hay algo más? ¿Alguna razón más, más allá del propio disfrute, que nos justifique la lectura? Por lo visto sí la hay. Desde el punto de vista científico, el impacto de la lectura en el campo de la neurolingüística es tremendo. Leer crea nuevos caminos y redes en nuestro cerebro, originando conexiones que no tendríamos de otra forma. En otras palabras, lo que leemos interviene de manera directa en la formación de nuestra personalidad y nuestro conocimiento. Al igual que miles de factores crean lo que nos rodea, la cultura en la que estamos inmersos, lo que leemos crea una textualidad propia que nos define. Aunque no recordemos nada sobre un libro, la lectura sigue ahí, almacenada en nuestra memoria y actuando como un pequeño factor más en nuestra estructura de pensamiento. Así, de la misma manera que hacer la cama todos los días establece una disciplina y fomenta el orden, leer con frecuencia tiene su propia y potente utilidad, ya que está sometiendo a nuestro cerebro a un bombardeo de información, mejorando y fortaleciendo sensiblemente varios de sus procesos. Otras actividades tienen efectos similares (ver una película, contemplar una obra de arte), pero pocas tienen el impacto sobre la imaginación y la creatividad que tiene un libro. Y el contenido del libro influye en lo que eres, en tu conjunto. En conclusión, cada libro te está haciendo un poco más tú.

Así que la próxima vez que te asombres ante todo lo que has olvidado de un libro, no te preocupes, las horas invertidas no han sido en balde. Incluso en el caso del libro más aburrido, al que hayamos prestado poca atención, hemos tenido ocupado a nuestro cerebro y hemos aportado un granito de arena más al desarrollo de nuestra inteligencia.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Qué suerte que ya terminan con la fase beta, ¿no?

Publicada en el sitio Canal PDA.com  el 14 de septiembre pasado, la noticia no deja de contrastar con las publicadas por otros medios en fechas recients.

El sector editorial consolida su apuesta 
por el libro electrónico

Nuevas editoriales y tiendas on-line se conectan a la plataforma más importante de distribución de libros electrónicos

Tras dos meses de actividad Libranda finaliza su fase beta el 15 de septiembre.

A partir de esta fecha Libranda ampliará el catálogo digital de las editoriales a las que ya distribuye e incorporará los títulos electrónicos de nuevas editoriales como RBA, Ediciones B, Acantilado, Quaderns Crema, Salamandra, Edebé, Parramón y La Galera, entre muchas otras.

Además de las 22 tiendas ya vinculadas a Libranda, en el último trimestre del año se conectarán a la plataforma nuevas tiendas on-line; algunas de ellas librerías tradicionales como Elkar, Díaz de Santos, Diego Marín, Picasso y Catalonia, y otras librerías especializadas en la venta del libros electrónicos tales como Amabook y Luarna, entre otras.

Con la incorporación de nuevos títulos, editoriales y tiendas on-line se amplía la oferta de contenidos disponibles para los lectores y aumentan las opciones de elección de tiendas para realizar las compras de libros electrónicos.

A la consolidación del sector del libro digital en España, contribuirá la apuesta que fabricantes e importadores de dispositivos tienen prevista para el último trimestre del año, lanzando nuevos dispositivos de lectura (tanto e-readers de tinta electrónica como tablets) a precios más asequibles.

En los próximos meses Libranda tiene previsto abrir sus operaciones al mercado internacional y a su vez llegar a acuerdos con agentes globales, entre ellos Apple, Barnes&Noble o Amazon.

domingo, 26 de septiembre de 2010

A retraducir, a retraducir

Publicado en La Vanguardia, de Barcelona, con fecha del 19 de septiembre pasado, este artículo de Josep Massot habla de aquellas traducciones que se hacen tomando como base una lengua que sirve de puente entre otras dos. También, claro, de las razones para que esto suceda.

Traducir traducciones

Hasta hace unas décadas era habitual que las obras literarias escritas en idiomas exóticos fueran vertidas al castellano o al catalán a partir de las versiones francesas, italianas o inglesas. Aunque la situación ha mejorado mucho, las prisas por tener el texto en la calle o las dinámicas de abaratamiento de costes de algunas editoriales favorece que siga habiendo excepciones.

Cada vez hay mayor conciencia ha de traducir del texto original o al menos de que hay que disimular más", dice el traductor Gabriel López Guix. "En la facultad de Traducción de la Autònoma –añade– enseñamos once lenguas, si incluimos el catalán y el castellano, y ahora hay mayor número de especialistas. Además, tenemos la maravilla de internet, que nos permite consultar una cantidad ingente de documentación que antes no soñábamos tener ni en la mejor de las bibliotecas. Yo diría que tendrían que retraducirse todas las obras traducidas antes de internet".

Edhasa puso fin en el 2005 al caso más clamoroso. En España se había eternizado la versión de La montaña mágica de Thomas Mann que Mario Verdaguer hizo del francés. Isabel García Adánez la tradujo del alemán e incorporó fragmentos olvidados en la versión anterior.

Las editoriales suelen favorecer las traducciones directas, aunque aún está extendida la práctica de camuflar bajo el nombre de dos traductores –uno que entiende el idioma del texto original y otro que domina el castellano– lo que en realidad no es sino una versión indirecta supuestamente cotejada con el original. En otros casos, incluso en editoriales con fama de sesudas y de aplicar un maniático rigor en sus ediciones, en alguna ocasión se parte de una traducción antigua y el avispado editor se limita a remozarla.

Una traducción directa del original no garantiza su calidad. A menudo la búsqueda de literalidad esteriliza y hay también rarezas como los libros de Gombrowicz traducidos por los cubanos Virgilio Piñera y Humberto Rodríguez Tomeu o por el catalán Gabriel Ferrater, sin saber polaco.

La falta de especialistas en chino y japonés hace que en estos idiomas quede mucho por hacer. Una quincena de títulos han sido traducidos recientemente del chino, aunque siguen siendo mayoría las versiones de una lengua puente, como sucedió con Grandes pechos amplias caderas de Mo Yan o La montaña del alma del Nobel Gao Xingjian, entre otras. En japonés hay obras de Kawabata vertidas del inglés y del francés, por no señalar ejemplos de títulos en idiomas centroeuropeos (Miloscz) o asiáticos. El fenómeno Larsson y el boom de los autores nórdicos disparó la demanda de traductores del sueco y aun así la versión catalana de dos de los tres volúmenes de Millennium se hizo del francés.

En las librerías españolas coinciden varios títulos que suponen otro tipo de recuperación de textos originales. Debutantes restituye la integridad de los textos de Carver que fueron publicados en su día con los drásticos cortes y numerosos añadidos de su editor Gordon Lish, y la misma editorial Anagrama publica también el manuscrito original de En la carretera de Jack Kerouac.

En las recuperaciones, no todo es loable restitución literaria. A veces se oculta el interés económico de hallar una nueva vía para recibir ingresos de un libro cuyos derechos de autor han pasado a dominio público o se reviste de novedad para que el lector arrincone el antiguo y vuelva a comprar la nueva versión.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Chupate esta mandarina, "meloncete"



En la entrada correspondiente al 20 de septiembre pasado, El Trujamán publicó la siguiente reflexión de Marietta Gargatagli, que, como siempre, es modelo de inteligencia y sensatez, en flagrante contraste con la normativa de la Real Academia y la lógica de sus miembros.

Meloncete

Que la incorporación de nuevas palabras al Diccionario de la lengua española sea comentada por periódicos, programas de televisión, radios y blogs es una noticia feliz para la Real Academia Española. Revela una progresiva cercanía entre la institución y los hablantes que antaño no existía porque se percibía —imagino que erróneamente— que su funcionamiento era anacrónico cuando no demasiado enérgico. Este juicio positivo merece, sin embargo, algunos comentarios.

La palabra ‘meloncete’ me parece deliciosa, pero nunca la había oído nombrar. No es difícil suponer que debe ser corriente en alguna parte y me parece que esa noticia quizá debería figurar en la clasificación lexicográfica que refiere escuetamente el carácter irónico del vocablo y su definición: «muchacho poco avispado».

La actualización y ampliación del DRAE no es algo que se pueda simplificar ni tampoco acelerar. Las razones las aduce la propia Academia, aunque la descripción del proceso no menoscaba las perplejidades.
El Diccionario contiene una amplia selección de las voces y acepciones de uso regional o provincial español, así como de aquellas que corresponden a las distintas áreas y países de habla hispánica, cada una de ellas con su correspondiente marca, generalmente abreviada: And. (‘Andalucía’), Ar. (‘Aragón’), Cantb. (‘Cantabria’), Jaén, León, Vall. (‘Valladolid’); Am. (‘América’), Á. Andes (‘Área de los Andes’), NO Arg. (‘noroeste de la Argentina’), Bol. (‘Bolivia’), Ven. (‘Venezuela’), etc. (…) Todas aquellas entradas de uso general en España cuyo empleo en otros países ha sido expresamente negado por las Academias correspondientes, llevan la marca Esp.
No es difícil de comprender el complicadísimo mecanismo de concertar el trabajo científico de más de una veintena de instituciones vinculadas a una lengua que ni siquiera en España es léxicamente homogénea. Sin embargo, el último párrafo plantea dos preguntas: ¿son las academias americanas las que proponen qué palabras llevan la marca Esp.? ¿Ese argumentum ad ignoratiam es lo que explica que la mayor parte de los vocablos, entre ellos las nuevas incorporaciones, no lleven ninguna marca dialectal?

Quizá sea imposible todavía que el panhispanismo se entienda de un modo menos protocolario y que la Real Academia Española, de forma sistemática, añada las marcas dialectales del español peninsular. Por el momento, sin embargo, no parece útil un sistema lexicográfico en el que aparecen palabras marcadas y no marcadas frente a las que el lector no puede discernir ni su origen ni su extensión. Ni tampoco resulta apropiado que se utilicen definiciones circulares —definir una palabra con otra palabra (como siempre criticaron los lógicos)— que establecen jerarquías entre los vocablos poco compatibles con la universalidad democrática de la lengua. Por ejemplo: si se busca ‘pibe’, que en la Argentina, Bolivia y Uruguay, quiere decir nene o niño, la definición de la versión on line del DRAE es la palabra ‘chaval’, que es una equivalencia y no una definición. Ese procedimiento postula un lector exclusivamente español y convierte el término ‘chaval’ en una voz de la lengua general porque en su entrada respectiva no se menciona la marca Esp. La consecuencia práctica de las marcas oscilantes y de las definiciones circulares (que repiten en muchísimos casos) es que las formas peninsulares sólo pueden ser entendidas como formas universales con todo lo que eso significa para las traducciones que circulan por dos continentes.

Me parece que el énfasis eurocentrista (las palabras americanas se traducen en españolas) de las definiciones del diccionario —que se consulta en multitud de países— debería desaparecer con la energía que favorecen las nuevas tecnologías. Tal cambio histórico no es competencia sólo de la Real Academia Española; las Academias de los países americanos deberían ser fervorosas defensoras de que la unidad secular del idioma incluya también la igualdad de las diferencias.
Así ‘meloncete’ dejaría de ser un vocablo meramente simpático y se convertiría en una voz de los verdaderos, aunque incomprensiblemente jerarquizados, cuatrocientos millones de hablantes. Siempre y cuando se resuelva la forma femenina porque las muchachas poco avispadas también existen.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La opinión calificada de Andrés Neuman


Andrés Neuman es no sólo un buen escritor, sino  sobre todo un buen tipo. Emigrado con sus padres a Granada siendo niño, viene desde siempre llevando a cabo la voluntaria tarea de llevar y traer las novedades de uno a otro lado del Atlántico. Oficia entonces como una suerte de nexo entre primos malquistados y, por lo tanto, sabe de qué habla. Se reproduce entonces lo dicho en una conferencia de prensa reciente, cuyo texto se publico en Ñ digital, del 16 de septiembre pasado. 

Es mejorable la difusión de la literatura española en América 

El escritor argentino Andrés Neuman opinó hoy que "hay mucho que trabajar" para mejorar la difusión de la literatura española en Hispanoamérica, que, a su juicio, es "deficiente" por razones no sólo de distribución comercial, sino también ideológicas

El escritor argentino, autor de obras como El viajero del siglo, premio Alfaguara de Novela (2009), o La vida en las ventanas, explicó en rueda de prensa que a él le gusta pensar en una literatura en español "como un todo con sus partes complejas", aunque el mercado editorial vaya en la dirección contraria.

"La comunicación editorial no es demasiado fluida, las grandes editoriales muchas veces compartimentan su catálogo por nacionalidades, y ése es un grave daño para la literatura en español", señaló.

Pero además Neuman es de la opinión de que siguen existiendo "obstáculos ideológicos", como la "sensación más o menos justificada" que a veces existe entre los lectores iberoamericanos de que los grandes grupos editoriales son "como una segunda o tercera generación de colonialismo".

Esos lectores, apuntó, se preguntan por qué no hay traductores panhispánicos y la literatura se traduce siempre en España. A lo que se suma una cierta "sensación de deuda", como si en Hispanoamérica pensaran que ahora toca leer a sus autores, añadió.

A su modo de ver, también existe una falta de comunicación entre las literaturas de los países americanos, incluso entre vecinos, hasta el punto de que resulta difícil encontrar a algunos autores uruguayos en las librerías argentinas o a los chilenos en Colombia.

El escritor argentino está trabajando en una nueva narración, que transcurrirá en la época actual y tendrá a un niño como protagonista, y el próximo mes, dijo también, estará en las librerías el quinto volumen de la antología del cuento en español que empezó a publicar hace ya una década la editorial Páginas de Espuma.

Esta quinta entrega reunirá cuentos de cuarenta autores españoles que han debutado en el género durante la última década y que, por esa razón, se quedaron fuera del primer volumen dedicado al relato corto español.

Como antólogo, explicó, ha tratado de ser "lo menos sectario posible" e incluir a los más diversos grupos y estéticas dentro del panorama "muy ecléctico" de un género que vive un momento de "plenitud vital" en España. 

jueves, 23 de septiembre de 2010

La poesía llega al SPET


El martes 28 de septiembre a las 19 hs., en el Salón de Conferencias de Lenguas Vivias, el SPET, dirigido por Patricia Willson, desarrollará una nueva actividad. En esa ocasión, Santiago Venturini dará una charla sobre

"La traducción de poesía en revistas"

Como es habitual, habrá lecturas recomendadas para alentar el debate. Ese material será enviado en formato electrónico a quienes confirmen su asistencia.

Santiago Venturini  (Esperanza, Santa Fe, 1981) es doctorando en Letras de la Universidad Nacional de Córdoba y becario tipo II de CONICET. Su tema de investigación es la traducción de poesía en lengua francesa en revistas argentinas (1997-2007). Escribe y traduce, ocasionalmente. Administra el blog www.lavidaacuatica.blogspot.com


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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Un negoción


La siguiente nota fue publicado por ADN, el suplemento cultural del diario La Nación, del sábado 11 de septiembre pasado, con firma de la escritora Josefina Licitra.

"Mostremos nuestro yo"

 Imaginen la escena. Es abril de 2010. Diego Armando Maradona frente a un micrófono, contando en conferencia de prensa todo lo que piensa hacer en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica.

-El Mundial es nuestro -dice-. Vamos a hacer seis goles de caño, cuatro palomitas de cabeza al arco, tres bombazos de media cancha y un córner que les va a parar el pulso porque en Sudáfrica, ya van a ver, en Sudáfrica la pelota dobla para nuestro lado. Después vamos a hacer cinco penales y vamos a atajar seis tiros libres y vamos a insultar sólo a dos árbitros porque para qué pelearse si tenemos al mejor equipo de la tierra y además, shhh -baja la voz-, mejor no pelearse mucho porque en el último partido habrá una mano de Dios.

Imaginen.

Imaginen a Maradona en el pasado, contando el futuro.

Y finalmente imaginen al usual periodista inadaptado diciendo:

-Pero Diego, ¿y exactamente qué jugadores van?
-Bueh -imaginen que Maradona resopla-. Confirmados, lo que se dice confirmados, lo que se dice "la lista", todavía no la tenemos. Pero van a ir los mejores.

Imaginen.

Y si imaginan podrán entender, a grandes rasgos y simplificando bastante, de qué modo se está acercando la Argentina a la Feria de Fráncfort: el acontecimiento mundial más importante del universo editorial, el lugar al que irá nuestro país, cuatro meses después del certamen futbolístico.
La Feria del Libro de Fráncfort -del 6 al 10 de octubre- es un espacio fundamental para el mercadeo de derechos de autor. Allí no van familias en paseo dominguero -aunque los últimos dos días el predio se abre al público- sino agentes y editores dispuestos a cerrar tratos e iniciar conversaciones respecto de la compraventa de cualquier tipo de marca literaria. El detalle es que, todos los años desde 1988, la Feria nombra a un país en calidad de "invitado de honor"; una distinción que antes recibieron países como Turquía y China -también estuvo Cataluña, que ya no sabe cómo gritar su autonomía- y que permite que el elegido de turno despliegue del modo más completo su acervo cultural.

Este año la invitada de honor es la Argentina. Y, para estar a la altura de ese privilegio, se armó un Comité de Organización de la Feria de Fráncfort (Cofra) que tuvo y aún tiene como fin organizar y presentar un concentrado rioplatense en el que esté, a grandes rasgos, todo. Desde Juan Domingo Perón hasta Julio Cortázar y desde el Che Guevara hasta Sara Facio. La idea es armar un mapa nacional que a su vez acompañe y aloje -porque de eso se trata- una producción literaria que cuenta desde hace décadas con autores exquisitos.

En clave de fútbol, podría decirse que la liga argentina tiene varios cracks . Tantos que en marzo de 2009 el alemán Jürgen Boos, presidente de la Feria, le dijo a Magdalena Faillace, presidenta del Cofra, que hacía mucho que no veía "una programación así". Lo inquietante es que a mediados de agosto de 2010 -dos meses antes del comienzo del encuentro- aún no estaba la lista oficial de escritores invitados y hasta el momento del cierre de este número sólo había una lista confirmada parcialmente. Un vacío que no hace a la cuestión de fondo -los escritores, dicen agentes y editores, son como plantas de interior en una feria a la que se va a firmar contratos- pero que sí hace a las formas.

La poeta Diana Bellessi, invitada a la Feria, le da a este particular comienzo una interpretación posible: "En América latina, y en especial en la Argentina, hacemos muchas cosas a último momento, casi al borde del abismo, pero muchas de ellas las hacemos muy bien. Es una característica cultural de los países que han sido, o son aún, pobres y calientes".

El problema es que el país de los pobres y los calientes queda lejos, en el más amplio sentido, del país de los alemanes. Matthias Strobel, traductor alemán y agente de Pablo Ramos, Liliana Bodoc y Ricardo Coler -entre otros- lo dejó en claro en un e-mail . "A su entender, ¿la Argentina se está organizando bien con la Feria?", se le consultó. "Francamente: no -respondió Strobel-. Perdón por la crudeza alemana."

"¿Algo más para decir?", se le volvió a preguntar. "Sí: creo que, a pesar de los desencuentros organizativos, la Feria del Libro de Fráncfort va a ser un gran éxito para los autores argentinos y la Argentina en general. El mundo cultural de aquí, sobre todo en Alemania, quedará sorprendido y encantado con la producción literaria de allá."

Corinna Santacruz, ex editora de Suhrkamp -que publica a Sergio Olguín, Pablo Ramos y Laura Alcoba- y miembro de la Agencia Literaria Mertin (que representa a Sylvia Iparraguirre, Claudia Piñeiro, José Pablo Feinmann y Sergio Bizzio) comparte con Strobel esta suerte de "optimismo crítico". "Hasta mediados de agosto no supimos qué autores argentinos iban a estar presentes en Fráncfort -dijo por e-mail -. Hay que imaginarse: las librerías y cualquier institución cultural suelen hacer su programa con muchos meses de anticipación, y estuvimos mucho tiempo bloqueados. ¿Llegaría el autor? ¿Haría una lectura? ¿Quién lo presentaría? ¿Había que reservar una sala o no? ¿Había que anunciar a los periodistas o no? Pero bueno: tanto organizadores como editoriales se fueron acostumbrando... Así, los alemanes también aprenden a improvisar. ¡Veamos el lado positivo!"

Veamos, entonces, el lado positivo: allá vamos con Messi, con Verón, con Pipita y con toda la argentinidad a cuestas.

El resto es Fráncfort.

El otro yo
Todos los libros en todos los idiomas. Eso tenía la biblioteca de Babel: todas las palabras de la Tierra, que es lo mismo que decir la Tierra. Con esta idea como punto de partida, el arquitecto Atilio Pentimali diseñó el pabellón argentino en la Feria de Fráncfort: un espacio de 2500 m2 que funcionará al modo de los laberintos borgeanos y que intentará alumbrar el escenario complejo de la "cultura argentina".
La propuesta no se agota allí. Habrá un stand de 450 m2 para desplegar exclusivamente la producción literaria. Y por fuera del predio -incluso de la ciudad- también habrá movimiento. La cultura nacional tendrá espacio en Berlín, con paneles literarios y exposiciones de artes plásticas, y en infinidad de localidades alemanas a las que llegarán los autores argentinos para hacer lecturas públicas de sus textos. En síntesis, la Feria operará como una carte blanche para poder desplegar la idiosincrasia nacional por buena parte del territorio germano.

Lo que trae sus riegos.

Justamente pensando en esos riesgos, la embajadora Faillace prefiere hablar de nuestro país en términos de "yo": "Mostremos nuestro yo -dice-. Pero que sea nuestro mejor yo. Yo creo que quererse es verse: ver cuáles son tus potencias. Con el respeto por las diferencias que tenemos con los hermanos latinoamericanos, tenemos una cultura de una universalidad que les mueve el corazón y la retina a las personas de cualquier latitud. Por eso, creo que esta invitación es una buena oportunidad para ver nuestro yo y mostrarlo ante el resto. La Feria de Fráncfort va a ser un antes y un después para la cultura argentina".

¿Qué veremos? ¿Qué verán? ¿Quién es yo? Para empezar, habrá una apertura de la Feria a cargo de la novelista y dramaturga Griselda Gambaro, doce exposiciones de artes plásticas, una presentación de Daniel Barenboim y Rodolfo Mederos con su trío, la presencia de Miguel Rep haciendo un mural en vivo y -dentro del pabellón borgeano- seis áreas temáticas que incluyen desde relatos referidos a los desaparecidos hasta panoramas de la ciencia y la tecnología en la Argentina.

Pero también habrá literatura. Y estará, principalmente, fuera de los anaqueles.

En primer lugar, varios escritores serán invitados a distintas ciudades alemanas para hacer lecturas de sus obras. En segundo término, este mes de septiembre se pondrá en marcha el Programa Rayuela, un plan de intercambio entre escritores argentinos y alemanes que llevará a Alan Pauls, María Sonia Cristoff, Pablo De Santis, María Negroni y Ariel Magnus a vivir un mes en Berlín, Leipzig, Fráncfort, Stuttgart y Zúrich, respectivamente. Magnus sintetiza de este modo su futuro en Zúrich: "La idea es que escriba para un diario local y para un blog sobre cómo es vivir entre salchichas, quesos, relojes, Schumachers y Federers".

Y, en tercer lugar -aunque en realidad es el ítem prioritario en la lista-, el Programa Sur (Prosur) de subsidio a las traducciones, una medida que autores, agentes, funcionarios y editores -es decir: todo el mundo- ve con buenos ojos.

El Prosur consiste en el otorgamiento de una suma máxima de 3200 dólares por libro para financiar la traducción de un título, previa evaluación a cargo de un subcomité integrado por Faillace, Noé Jitrik, Horacio González, Mario Goloboff, Horacio García y Silvia Hopenhayn. El subsidio estimula la venta de un libro a la editorial de otro país, ya que en la transacción no hace falta sumar el costo de traducción al costo de venta. Esto permite que, ante la disyuntiva de un editor ("¿me llevo un autor argentino o un colombiano?"), el título argentino presente ventajas económicas frente al de otro país.

"La cultura es poder, y el poder no es un intangible de los ángeles: es una realidad concreta que se pone en libros y en plata -argumenta Faillace-. Y nosotros hemos conseguido que un programa que iba a consistir en la traducción de 50 títulos se ampliara hasta convertirse en política de Estado. Cuando termine la Feria y se apaguen las luces, este programa tiene que seguir."

En general, los protagonistas consultados para esta nota coinciden con Faillace (para disidencias, remitirse a la columna del agente Guillermo Schavelzon). Fráncfort es, para todos ellos, el territorio donde se define el carácter multicultural de cada obra. Y la aparición del Prosur permite que, en términos concretos, cientos de títulos logren cruzar la frontera del idioma. Los escritores y editores se muestran entusiastas:

"El programa es excelente, es lo que queda después de que pase el show y es mi único héroe en este lío". dice Ariel Magnus.

"Lo mejor de Fráncfort 2010 no es lo que se hará sino lo que ya se hizo: el Programa Sur de traducciones. Ojalá se convierta en una política de Estado. Exportar cultura es barato, es posible, y Fráncfort 2010 un poco abrió la cabeza a eso", opina el escritor Sergio Olguín, de quien -sólo este año- se publican tres libros en alemán.

"Que vayas siempre ayuda, pero si no tenés un libro traducido al alemán tu presencia no tiene demasiado sentido", asegura Claudia Piñeiro, miembro de la delegación que fue el año pasado para presentar a la Argentina como invitado de honor.

"No nos hemos caracterizado por sostener proyectos culturales de largo plazo, así que me conformo con que se sostenga el subsidio, porque venimos pidiéndolo hace años", ruega Valeria Añón, quien concurre a Fráncfort desde 2005 en representación del grupo de editoriales independientes Letras Argentinas (que hoy está formado por Adriana Hidalgo, Beatriz Viterbo y Eterna Cadencia).

"El Programa Sur es algo que sólo tienen los grandes países y que pone a la Argentina en la vanguardia en materia de apoyo a la cultura", señala Pablo De Santis.

"¡Gastamos más que los chinos!", dice la embajadora Faillace.

El entusiasmo es lógico si se piensa en números: somos 40 millones de argentinos y se invirtieron 720 mil dólares en el Prosur. Los chinos, en cambio, gastaron lo mismo pero son más.

Cómo ganarles a los chinos
Todas las naciones que pasaron por Fráncfort en calidad de "invitadas de honor" llegaron a la Feria respondiendo a circunstancias sociopolíticas concretas. Algunos ejemplos: Cataluña (año 2007) hizo de su presentación una declaración que no estaba tanto dirigida al mundo -todo lo presentado estaba en catalán-, sino más bien hacia España: querían decir en todos los idiomas posibles -o, en realidad, en uno solo- que se sentían un pueblo independiente.

Turquía (año 2008) se hizo presente para marcar el lugar de peso que tiene la comunidad turca en Alemania. Desde Cabeza de turco de Günter Wallraff -que narraba los maltratos a los que estaban sometidos los inmigrantes- hasta hoy pasaron tres décadas, y tanto ellos como Alemania querían mostrar un statu quo más optimista.

Y después llegaron los chinos (año 2009). Los chinos tienen estrategias para todo y además, aunque no la tuvieran, son muchos. Su paso por la Feria consistió en remarcar que esa megapotencia comercial tenía, también, una cultura milenaria -leída por Occidente en clave exótica- con inmensa influencia en Europa y América. El resultado fue un pabellón magnífico que mostraba desde arte conceptual hasta textos antiguos, pasando por artistas chinos que hacían grabados en vivo y en directo.

¿Por qué en 2010 llegó la Argentina? Para Faillace, esta elección responde a una serie de gestiones que la Cancillería viene haciendo desde el año 2006. Por su parte, Daniel Samoilovich -a cargo de una antología poética bilingüe que se presentará en la Feria- intuye que en Fráncfort se ha tenido en cuenta el Bicentenario de la Revolución de Mayo. "Ojalá tanto aquí como allá hubiera una conciencia de que el ciclo de las revoluciones de independencia latinoamericanas es no sólo un episodio importante para América latina, sino un hito crucial de la historia de Occidente -advierte-. No sé si éste es el caso, pero sería interesante que así fuera."

Y Daniel Divinsky, director de Ediciones de la Flor y el argentino más veterano que tiene la Feria, tiene un modo de verlo que podría ser complementario con los anteriores: hay espasmos, dice. Y esta vez nos tocó a nosotros. "Cuando cayó el comunismo en Europa del Este, empezaron a descubrir editores enterrados del socialismo real -recuerda-. Ahora está de moda el Tercer Mundo y entramos en la volteada, y entonces empiezan a llevarse autores hispanoamericanos. Son ráfagas. Lo bueno es que durante este lapso el mundo editorial va a hablar de la Argentina".

Ya lo está haciendo. A lo largo del último año, el traductor Matthias Strobel notó un incremento en la demanda de autores argentinos ("Todos los editores querían tener su autor, mientras que con otros países el efecto Fráncfort no es tan marcado"). Y desde el mes de febrero, Claudia Piñeiro, al igual que muchos otros escritores, se pasa los días recibiendo a periodistas europeos. Llegan a razón de cuatro por mes con el fin de entrevistar diversos protagonistas de cara a octubre. "Esto ya no va a pasar el año que viene, así que hay que aprovechar esta difusión", dice Piñeiro.

Ganarse el pan
"Tengo libros en cola esperando que se relancen los subsidios -dice Divinsky-. La Argentina juega en primera en materia editorial desde hace muchísimos años y esto no va a cambiar por el hecho de la presencia protagónica en este Fráncfort, pero sí va a oficializar este dato para una cantidad enorme de jugadores en el mundo editorial. Hace trescientos años que los editores estamos pidiendo al Gobierno argentino que apoye las traducciones, y si no se hubiera dado este protagonismo en Fráncfort, jamás se habría aprobado el Programa Sur. Así que lo celebro."

Divinsky concurre a la Feria desde 1973, cuando llegó pagándose el pasaje en treinta y seis cuotas y se alojó en una pensión "digna", lo que significa que era fea pero céntrica. En ese entonces, el trabajo de un editor consistía en recorrer sello por sello y ver qué se encontraba para comprar. Hoy, con Internet, esas recorridas no hacen falta y en realidad, dice Divinsky, casi no haría falta ir a Fráncfort.

¿Para qué se va, entonces? Para cerrar tratos comerciales y para hacer relaciones públicas, lo que le da a la Feria un carácter social tanto o más importante que el operativo. Dicho de otro modo, se va a brindar. Una figura que pasó por algunas ferias, y que pide anonimato lo dice así: "He visto a Tuco y Tico (mantengamos los nombres de estos editores también en reserva) más preocupados por mandarse mensajitos de texto con los lugares para salir a la noche que por arreglar algún contrato. Esto es como si estuviéramos hablando de la venta de carne sin que haya empresarios; la sensación con esta Feria es que todo debe ser hecho por el Estado, y no es así. También deben actuar las editoriales".

Antes, ir a comer acarreaba épicas mayores que la de los mensajitos. En los años 70 y los 80, muchos cócteles eran abiertos y los editores latinoamericanos -siempre de bolsillos flacos- se pasaban el dato de las comilonas a las que se podía ir sin invitación. Pero en los años 90 los controles se pusieron más estrictos y sólo se podía entrar -como se hace ahora- con tarjeta especial. "Yo entré a uno como esposo de Marita Gottheil, la directora de Paidós -recuerda Divinsky-. De todos modos, los cócteles ya no eran tan morrocotudos como antes."

No era lo único que había cambiado en Fráncfort, en ese entonces. A mediados de los años 90, con el auge del libro como negocio, los títulos más importantes -inaccesibles para un editor argentino- se ponían a remate en el Hotel Intercontinental. Así, a golpe de martillo, se vendían desde Islas en el golfo , la novela póstuma de Ernest Hemingway, hasta las memorias de Muhammad Alí, pasando por el libro de Ulrico Hell, un mentalista que movía tenedores con el pensamiento y que fue comprado en persona por el señor Grijalbo por motivos extraliterarios: su mujer había quedado impresionada con lo de los tenedores.

Quince años después, los cuerpos ya no tienen el mismo peso de antes. "Las listas no tienen importancia, incluso podrían no ir los autores. En esta feria son una especie de decoración", dice Divinsky. Sergio Olguín coincide y va más allá: "El escritor es un personaje absolutamente secundario, casi te diría que molesto -advierte-. Se les organizan charlas, presentaciones, discusiones, foros, debates, pero en realidad a los agentes y los editores les importa poco: ellos quieren comprar y vender derechos, no quieren que el escritor les cuente sus problemas".

Para comprar y vender, existe un engranaje aceitado en el que agentes y editores circulan muy al margen de las propuestas multiculturales del honorable país de turno (dicho de otro modo, más que perderse entre las transparencias del stand borgeano, usarán su tiempo para "abrochar" algún derecho que se traduzca en dinero). Por un lado, las editoriales contratan cubículos de 5 m2 (cuanto menos importante se considere la lengua de esa editorial, más abajo estará ubicada. Traducción: los anglosajones y los alemanes tienen dos edificios propios, las editoriales letonas o iraníes están en el subsuelo y la Argentina normalmente está en planta baja).

En cuanto a los agentes literarios, alquilan un escritorio con Internet y teléfono para recibir a los editores, previa cita de media hora realizada con meses de anticipación. Esta dinámica se mantiene de lunes a viernes, y da lugar también a una estética: durante esos días, los pasillos de la Feria, salvo en la zona de los libros alemanes, están vacíos. "La Feria de Fráncfort es mucho menos cálida que la de Buenos Aires -sintetiza Pablo De Santis-. Agentes y editores tienen agendas abigarradas, con entrevistas cada quince minutos."

Luego de ese round de encuentros, llega el fin de semana. Y ahí, sí, el predio se abre al público masivo. Olguín, que estuvo en Fráncfort el año pasado, rescata una escena entre tantas: "Cuando se abren las puertas, pasa algo muy loco -dice-. Entran muchísimos adolescentes disfrazados como si fueran dibujos del manga japonés. Como si fuera una reunión de floggers . Cientos de floggers alemanes".

Para el momento en que los floggers copan la feria, los agentes ya se fueron a sus países, los editores importantes se volvieron a sus casas, y en la feria sólo quedan los pelos de colores y las listas viejas. Y el eterno realismo alemán.

"Fráncfort 2010 significa menos de lo que se piensa en la Argentina -dice Matthias Strobel-. La experiencia de otros años muestra que hay un hype muy grande y que después la mayoría de los autores que surgieron desaparece. Aunque en el caso de la Argentina soy más optimista."

"Al ser la Feria del Libro más grande del mundo, Fráncfort promete tener magia, como si cualquier autor que llegara aquí automáticamente se convirtiera en un autor de éxito -agrega Corinna Santacruz-. Y sí: durante estos cinco días tocan el cielo. Pero hay que tener una actitud realista."

Una actitud realista.

Lo que Santacruz está diciendo es que el año que viene habrá otro invitado de honor y que él también querrá "tocar el cielo". De ahí que sea importante, pasado el 10 de octubre, dejar el cielo más o menos limpio y sin deudas.

martes, 21 de septiembre de 2010

La versión de los correctores


Ayer, 20 de septiembre, hubo una nueva reunión del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. En la ocasión, Julia Benseñor presidió la velada, que contó con la presencia de dos correctores de estilo quienes se acercaron amablemente para dar su versión de los hechos. Se trata de María José Rodríguez Murguiondo y Maximiliano Papandrea y lo que dijeron pueden consultarse en http://www.ustream.tv/recorded/9711141

María José Rodríguez Murguiondo es desde 2004 subjefa de Corrección en el diario La Nación. Desde 1992 se ocupa de la corrección de estilo de traducciones (cotejo de original en inglés con traducción en español) para el sello Emecé. A su cargo estuvo la adaptación de textos de español peninsular a español neutro (Harry Potter y la piedra filosofal, Harry Potter y la cámara secreta, Harry Potter y el prisionero de Azkaban). Coordina el Premio Emecé desde 2006 hasta la fecha. En otro orden, a partir de 1995 realizó informes de lectura, edición de ficción y no ficción y traducciones en la Editorial Planeta. Asimismo, fue integrante del jurado de preselección del Premio Planeta desde 1996 hasta 2003, desempeñándose luego como coordinadora del certamen desde 2004 hasta la fecha. Trabajó igualmente para la Editorial Sudamericana (1991-2004) y para el Grupo Santillana (2001-2006).  

Maximiliano Papandrea es coordinador editorial de La Bestia Equilátera y corrector de la editorial Eterna Cadencia y de las revistas Nueva Sociedad y Summa+. Además, es colaborador permanente de la revista Otra Parte. Trabaja como corrector independiente desde 1996.

Foto: Guido BonFiglio 

lunes, 20 de septiembre de 2010

Libros contratados y premiados

Fogwil publicó la columna prometida en mayo. Se la reproduce a continuación.


Literatura comprometida 

En abril escribí sobre los compromisos entre autores y agentes literarios y alguien se sorprendió porque otro alguien, considerado entre los ochenta y cuatro mejores escritores por ahora vivos de la lengua española, incurriese en la sospecha, la infidencia y la delación, temas más pertinentes a la usina de denuncias contra la corrupción kirchnerista que a la literatura. Incurro pues: hace un tiempo, una investigación de Xavi Ayén publicada en La Vanguardia verificó que en España, donde se juegan más de ocho millones de euros en premios literarios, el 82 por ciento de los ganadores fueron representados por un agente. Ya no hay criterios de pudor: el año pasado el mayor premio de una prestigiosa editorial catalana fue concedido a un argentino –cosa común en España–, que ya había publicado tres obras en el mismo sello y que hasta ese mismo año había oficiado como editor o director de colección de la empresa. Semanas después, la filial española de la mayor editorial del mundo, copatrocinante de un certamen de Andalucía, premió a otro argentino, y lo informó a la prensa en la misma cadena de e-mails en la que constaban sus negociaciones previas para editar el libro y las promesas de publicitarlo con un premio significativo. Es larga la historia de los libros contratados que meses después resultan premiados por la misma editorial en su propio concurso convocado con reservas de anonimato. En el 2003, una conferencia de prensa del editor más prestigioso de la península, anunció que el premio que lleva su apellido correspondió al seudónimo “Vocoder” como ignorando que, cuatro meses antes, y escudado tras el seudónimo “Fogwill”, un autor periférico había anunciado públicamente y ante un familiar del consagrado, que la aparición del esperado libro de su pariente se demoraría hasta el fallo del jurado contratado para lanzarlo con un premio, pese a que el primer capítulo de la obra “anónima” hacía un año que estaba publicado en Internet. Se sabe que no hay mejor camouflage para la vileza y el fraude que una pantalla progre o de izquierda y, mejor aún, de víctima y revolucionario. Así fue el rol de un antiguo luchador anarquista, historiador, perseguido de la triple A, y columnista de Página/12, que posó como jurado limpio en el premio de Planeta Argentina 2006. Los del público lo oímos defender un libro que, evidentemente, no había leído, confundiendo la historia de un príncipe azteca con un... ¡testimonio del exilio argentino en México! Ahora, pasados cuatro años lo encontramos en la lista alfabética de gerenciados por el superagente Schavelzon, donde el redactor del aborto azteca figura en séptimo lugar, y el prócer revolucionario patagónico en el décimo cuarto.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Fogwill sabía de qué hablaba


Sabido es que Fogwill no tenía el menor problema en decir lo que fuere en el ámbito que fuere. Pero que lo pusiera con todas las letras no deja de asombrar, considerando un panorama tan manso como el que presenta la literatura actual, dominada por agentes y mercaderes en general antes que por escritores con algo verdaderamente importante que decir. Vaya entonces, a modo de homenaje, la presente columna, publicada por el diario Perfil, el 23 de abril pasado.

Choripán literario

Si por dos choripanes y un paseo de ida y vuelta al centro de la Capital en ómnibus de lujo se consigue llenar una placita porteña prestándole olor a pueblo a un encuentro de funcionarios y convocados por la TV basura, imagina, oh paciente lector, lo que se puede conseguir de un escritor argentino con veinte, treinta o cien mil euros, un pasaje en avión al primer mundo y una estadía de 3,5 estrellas.
Todo se puede conseguir. Hace veinte años, a la remanida pregunta acerca de si uno nace o se hace escritor, respondí que escritor primero nace, después se hace y finalmente se prostituye. Vamos en ese camino.

Proxenetas sobran: en lengua española ya hacen de las suyas más de cien emprendedores de esa especie. Se llaman agentes literarios. Su actual estrella es Guillermo Schavelzon, un ex directivo de Planeta Argentina que desde que perdió su empleo adoptó esta profesión. Además de sus antecedentes judiciales por trampear certámenes, nuestro compatriota posee la representación de ciento cinco autores. En su cartera, que acaba de hacerse pública, revistan no menos de media docena de redactores de best sellers. Su agencia ha de estar facturando comisiones por centenares de miles de impresos anuales y recientemente ya está superando la meta de 500 mil euros en premios conseguidos, que hasta ahora ostentaba la poderosa Carmen Balcells. Le estoy haciendo propaganda al hombre y creo que me arrepiento.

Se cree que la avaricia es una mera opción de conciencia, como el fetichismo, la bisexualidad y el masoquismo. Pero la avaricia supone una ética y una personalidad peligrosa, espacialmente en los hombres públicos. Del agente literario se cree que es alguien ocupado de mediar entre autores y editores y de administrar las cuentas de su clientela. Sin embargo, veáse la fórmula que me propone un agente de Barcelona, ganador de premios Herralde, Nadal y Planeta, en el punto uno de su convenio donde se oferta para “contratar directamente o por mediación de terceras personas, todo lo relativo a los derechos en lengua española de obras de ficción presentes y futuras, los derechos de traducción a otras lenguas, la gestión de premios literarios y la gestión de derechos cinematográficos”, asignándose comisiones del diez al veinte por ciento. Tomando en serio la sintaxis se entendería que se oferta nada menos que para... ¡Contratar la gestión de premios...!

Pero ni ellos ni los jurados que firman los dictámenes así “contratados” respetan la lengua, lo que explica por qué suelen premiar libros tan malos, tramposos y olvidables. Ampliaré información con primicias españolas sobre el tema, aquí, en PERFIL, el próximo sábado.

sábado, 18 de septiembre de 2010

"El concierto de la memoria escrita"

Colaborador de Ñ, el poeta y editor Darío Rojo publicó el sábado 11 de septiembre pasado el siguiente artículo donde se habla de la mirada que permite la literatura en la web y de la convivencia de ésta con el papel.


¿Qué lectura tiene la literatura en Internet?

Una energía diferente de la que impulsa al león y a la gacela de documental, hacen que el humano opine calmada o compulsivamente –sin siquiera manifestar el mínimo intento de evitar esa conducta–, sobre todo lo que lee o lo que ha sido escrito. Por esta razón, hay quien asigna el fervor o desprecio por un escritor a distintas causas: la conjunción de la primavera con un mísero velador, la imagen de una escritora en contienda con una pata de pollo, o los ecos de una aburrida musiquilla. Exagerado o no, hay cierto consenso en que la recepción por parte de un individuo de la literatura tiene infinidad de variables que van tejiendo la tensión entre el ideal individual de lo literario en estado puro y el poder de cada hecho que circunscribe el encuentro con la literatura.

Internet como sistema puede llegar a influir en la repercusión de un texto de manera que éste sea contemplado positivamente, e incluso, hacer invisible cuestiones que podrían llegar a merecer mayor consideración.

En cuanto al signo positivo, hay, por razones meramente cronológicas o por la proximidad con nuevas tecnologías, una leve aura de modernidad que se transfiere a sus textos nativos: los que han llegado a la red directamente de la musa. Para mucha gente, y sobre todo, para quienes el presente es un cifrado de constantes novedades, esta característica asegura una lectura preseleccionada por un tribunal que asegura que el futuro traerá grandes bendiciones.

Este hecho de alguna manera se relaciona con que en Internet es posible la constatación fehaciente del interés sobre esos textos. E incluso de una manera muy efectiva para el marketing que consiste en atenerse principalmente a la cantidad, sin complicados argumentos y sin la necesidad de estructuras mediadoras. Cada lector convertido en emperador romano o gritón de esquina, puede dar su opinión, allende las estadísticas que cualquiera puede consultar. Esta posibilidad de operar como una gran maquinaria de marketing en la que todas las preguntas son respondidas menos una –¿ese fan instantáneo pagaría por eso que le da tanta satisfacción gratis?– la hace funcionar como trampolín para otros sistemas, como por ejemplo el editorial. El internauta como masa y pueblo virtual que ha dado su voto para que aparezca la candidata en el mundo palpable: librerías, teatros, cines o televisión, y de allí regrese al pueblo virtual pero con dinero concreto.

Pero no siempre se trata del efecto trampolín, a veces hay productos literarios que harán del entorno Internet su límite y lugar de permanencia. En algunos casos porque demuestran cierta incompatibilidad con otros sistemas, sea por una heterodoxia de componentes –conjuntos de digresiones de un blog, etcétera– o por una magnitud desmesurada. Por ejemplo, un proyecto de obras completas, tal el caso del sitio arquivopessoa.net que contiene cuanta letra haya dibujado el escritor portugués. Un caso como éste, en lo que respecta a repercusión, tiene todas las de perder. ¿Qué se hace en un medio gráfico con un sitio tan monstruoso? A menos que el azar de la noticia lo atraviese, poco puede hacerse. Se supone que la aparición de un libro ha sido producto de un proceso de selección natural, a diferencia de Internet, que acumula sin límite, y no importa, en este caso, si el sitio pertenece a una institución o a un adolescente estrafalario.

En breve se liberarán los derechos de autor de Roberto Art. ¿Cómo se comportaría la recepción de ese caudal de obra, si en vez de unas lujosas ediciones encuadernadas en piel lo que hay que enfrentar es sólo un sitio como el de Fernando Pessoa? No creo que la diferencia dependa de la calidad de experiencia de lectura, porque respecto de ella, las ventajas y desventajas de cada una de las tecnologías está bien clara. Sillón para el libro, silla para la pantalla –aunque se está tratando de equiparar–, la magia onomástica de los distintos buscadores en la computadora, y el tacto, olfato y subrayado del papel, aunque esto último también se procura emular. No hay por qué elegir, pero si en Internet la forma libro-revista se ha quebrado, podemos pensar por qué hay sistemas –de crítica, de prensa– que necesitan de esos formatos clásicos para poder absorber el texto.

Sitios equivalentes ya existen, y usualmente equiparados con productos de diferente naturaleza y calidad, hermanados sólo por tres dobles ve. Porque si bien en Internet generalmente importa quién habla, es más común que se genere una sensación de paridad por un aspecto muy simple y físico: la imposibilidad de alterar el formato respecto del sitio –no hay un monitor que cuando llega al sitio equis se vuelva redondo y mueva los botones de una manera sugestiva–. Y en cuanto diferenciación, aunque parece un mero detalle, el libro es emperador.

Curiosamente siendo Internet casi un sinónimo de información, es evidente que el libro ofrece muchísima información aledaña al producto literario que ofrece. Y sobre todo cómo arroja esa información, con qué inmediatez. El ejemplo más bobo: una faja en un libro lo distingue en una mesa de novedades, y, según la causa de la faja, habrá otras instancias de diferenciación. Quizá las razones de que la faja virtual, o el elemento en pantalla destinado a ofrecer determinada información no obtenga tanta eficacia sólo tiene que ver con los tiempos de lectura en computadora; de todos modos la diferenciación se comporta de otro modo. Así como hay pequeñas dificultades técnicas que hacen que determinados productos de naturaleza mixta no accedan rápidamente al corpus de una tradición. Por ejemplo, con los reportajes televisivos, documentales, recitales en vivo o conferencias, hay que tener más que buena voluntad para integrarlos al concierto de la memoria escrita y la transcripción o la existencia de la crónica será sin duda un paso más que habrá que agregar para que esas palabras sueltas lleguen a la tecnología del libro.

Pero esas son batallas menores comparadas con la milenaria religión que proclama que es más lindo comprar libros que leerlos, que Internet puede convertirnos de un plumazo en sobacos ilustrados, y que al haberlo leído todo, sólo nos resta destinar nuestros días a las repercusiones de los círculos de agua que se crean cuando un libro cae en un río. Un libro que nadie ha de leer, que quizás no importe leer. O sí.

viernes, 17 de septiembre de 2010

La eterna carrera de la liebre y la tortuga


El lunes 23 de agosto de 2010, la periodista Graciela Melgarejo publicó en la sección Línea directa, del diario La Nación, de Buenos Aires,  la siguiente columna a propósito de los usos de ciertas palabras adaptadas del inglés, de acuerdo con el punto de vista de un traductor público. La columna fue comentda por algunos lectores, cuyas comentarios se ponen a continuación.

Academia propone, ¿y el hablante dispone?

El mundo está cambiando demasiado rápido, independientemente de las buenas intenciones de todos, incluidos los periodistas y las academias de la lengua. El correo electrónico del lector Mariano Vitetta, traductor público de inglés, está relacionado con esta situación.

Escribe Vitetta: "En una columna de opinión titulada «El sueño de mi vida: ser un bloggero K », del 13 del actual, es llamativo que el escrito se titule de esa manera y, luego, en el cuerpo de la nota se utilice el sustantivo blogger (con su plural bloggers ) para denominar a aquellas personas que se dedican a escribir en el medio de Internet que actualmente se conoce como blog (a pesar del esfuerzo poco exitoso de la Real Academia Española por utilizar la denominación de bitácora , ciberdiario o ciberbitácora para este nuevo medio de difusión de escritos)".

Continúa, implacable, el lector: "Es llamativo también que se utilicen dos voces con una grafía ajena a la lengua española: blogger (extranjerismo crudo o xenismo) y bloggero (préstamo mal formado). Surge a las claras que la voz que mejor se adapta al genio de la lengua española es bloguero , que se presta perfectamente bien para la formación del femenino ( bloguera ) y del plural ( blogueros y blogueras) . El dígrafo gg es inexistente en español, por lo que la voz bloggero puede inducir a error a quien no conozca las reglas de pronunciación del inglés, y, si de lo que se trata es de comunicar en la lengua de Cervantes, lo mejor es adaptar las voces extranjeras que se nos cuelan constantemente, a fin de que entienda la mayor cantidad de personas con el menor esfuerzo".

La conocida denominación lingüística de "lenguas en contacto" está demostrando ser insuficiente para abarcar nuevas realidades; quizá convendría acuñar algo más descriptivo, como "lenguas en movimiento". Porque la invasión de palabras nuevas tomadas (mal tomadas, a veces, como puntualiza Vitetta) del inglés, por exclusivas razones de necesidad, muestran que la Real Academia Española no llega muchas veces a tiempo para contemplarlas ni los lectores están tampoco muy dispuestos a seguir a la RAE en su normativa, cuando sugiere la palabra más adecuada para utilizar ante, por ejemplo, la existencia de los blogs y los blogueros , aceptando también que la elección de la palabra bitácora no haya tenido éxito, porque hay que empezar por explicar a muchos qué es una bitácora (sin embargo, hay varios blogs en Internet que llevan como nombre "Cuaderno de bitácora"). Los más de treinta blogs de este diario (por cierto, todos muy recomendables) certifican que ésa es la palabra que LA NACION eligió para identificarlos. Y, como lo hace notar también el lector en otro párrafo de su e-mail , en varias notas se ha elegido finalmente la palabra bloguero, ra , para los que escriben blogs .

En el Manual de la Nueva gramática de la lengua española (Espasa, 2010), en el prólogo, los académicos aclaran su propósito y expresan un deseo: " La Nueva gramática académica y este Manual que la resume quieren contribuir a que los hispanohablantes reflexionen sobre su propia lengua, tomen conciencia de sus posibilidades expresivas, de las estructuras lingüísticas que las caracterizan y de la enorme riqueza patrimonial que suponen su unidad y su variedad. La Nueva gramática pretende ayudar, asimismo, a que los hablantes conserven este patrimonio, amplíen su dominio del idioma, y ensanchen con ello su propia cultura y su formación integral".

Por supuesto, encaminar a un universo de 450 millones de hablantes del español no es fácil. Tampoco es fácil, para un hablante nativo común, saber todas las normas lingüísticas. La RAE es avisada, por eso también incluye en el prólogo esta cita: "Decía un ilustre gramático, Rodolfo Lenz, que " la Gramática que se necesita para hablar es tan inconsciente, tan ignorada del que la aplica, como la lógica de Aristóteles o de santo Tomás puede ser ignorada de cualquier mortal que habla y piensa lógicamente".

Comentarios

Tehuelchen
23.08.10 - 13:33

Creo que entre la inserción de la tecnología, sobre todo en computación nos lleva a modernizar el lenguaje, pero, en mi idea que esté íntimamente relacionado, como giros, blogear, clickear, etc. y no como snobismo, porque queda "biam". Hay una diferencia entre lo práctico, lo rápido el entenderse a mayor velocidad, que aquellos a los que les gusta tener giros "originales", mechando el inglés o el francés y con palabrejas de poco sustento. El capitalino es muy proclive al snobismo, por ej. Alucinante, fashion, obvio, nada. Hay anteriore y vendrán otros, de diferente tenor, pero al mismo efecto, aparentar una realidad que no existe, o sea el sofisticamiento el que gracias a periodistas originales creen que sofisticado tiene que ver con alta tecnología, es decir al revés total, o evento que pasó a ser algo que se programa, cuando viene de eventual, que no se puede prever. Una lastima, que lastimemos al idioma.

labrava4
23.08.10 - 20:23

El señor Vitetta puede dormir tranquilo. Blogger y Bloggero decantarán como decantó football que yo me acuerdo haberlo visto escrito en inglés entre comillas en los diarios de Buenos Aires, cuando yo era chico por que nadie aceptaba llamar ese deporte balonpié. La academia aceptará la grafía que el pueblo imponga. Los diarios y las revista probablemente usarán una grafía hispana, no créo que la doble G se imponga. De paso BLOG es un neologismo que significa Web Log. Tratar de imponer la palabra bitácora era una causa perdida desde el principio. Nadie sabe lo que es una bitácora, salvo los navegantes y como palabra es muy larga.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Algo preocupante del mundo real

También publicado en Ñ digital, el presente artículo de Dolores Pruneda Paz da cuenta de una situación que se está volviendo cotidiana y que implica un claro retroceso de nuestras habilidades cognitivas. Según la bajada del texto, "Un grupo de lingüistas analizó los problemas para comprender textos en diversos grupos sociales. Una razón es la falta de escritura manual, explican".

Lectores que no comprenden

Lo que está en el texto es la mitad de lo que hay que entender, la otra mitad la tiene que poner el lector", explica Liliana Cubo de Severino, investigadora del Conicet y coordinadora del equipo de lingüística de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) que confeccionó el libro Leo pero no comprendo, una guía práctica sobre estrategias de comprensión lectora. "La coherencia de un texto no está en el texto mismo sino en la mente del lector. Es el que lee quien agrega la información y conclusiones tácitas, el que completa el sentido del texto con sus conocimientos previos", asegura Cubo al referirse al libro publicado por la editorial cordobesa Comunicarte, donde participan una docena de académicas.

Lo particular de este libro es que parte de un modelo científico cognitivo que estas estudiosas cruzaron con las últimas líneas de la lingüística, delineando un modelo inédito para evaluar la comprensión lectora, "una prueba diagnóstica que permite distinguir desde el primer día dónde está la dificultad de comprensión y seguir en detalle el proceso de aprendizaje de cada alumno con fórmulas didácticas claras y directas", afirma la catedrática tucumana.

Mientras lo escribieron, hace ya una década, hicieron el esfuerzo de no pensar que iba dirigido a lingüistas para lograr un objeto de divulgación científica. De ahí la anécdota que Cubo trae a la mano: en un congreso de lingüística, cuatro profesores sanjuaninos le comentaron que, para abordar al lingüista holandés Teun van Dijk, antes habían leído este libro. Sobre Van Dijk este grupo trabajó y generó una relectura de su teoría.

La comprensión de textos involucra procesos cognitivos donde lo importante es que el lector logre crear una representación mental y guardarla en la memoria: "los textos expresan significados o se refieren a hechos, elementos y relaciones en el mundo a partir de una representación semántica y proposicional determinada por el que escribe, para que siga el lector", recita con paciencia.

El punto es que, para hacerlo, el lector tiene que poder procesar, primero, formas gramaticales a la par que las palabras y su significado, "porque mientras no pueda hacer esas dos operaciones a la vez no podrá entender el significado del texto ni global ni parcialmente", remarca la académica.

Y si el lector no puede llegar a un significado general, no podrá guardar el texto en su memoria, porque la memoria solamente almacena información semántica o de sentido y no palabras o formas gramaticales "per se", "por eso muchos leen y no comprenden", sintetiza. ¿Qué pasa en ese momento en la mente del lector?: "el lenguaje es un convenio y la gramática lo que hace es dar instrucciones al cerebro para que abra un archivo. Es como el 'enter' de la computadora".

"Si se lee 'fuimos al restorán.

El mozo trajo el menú', cuando se agrega gramática e información se provoca la apertura del archivo restorán y se busca en el guión la palabra 'mozo'".

"Ese guión es una construcción, lo creamos con hechos que se repiten mucho o muy similares, es decir que la información se hace rutina y conformamos el hábito, ganando agilidad y habilidad en la comprensión del texto", señala la académica.

Esa dificultad en la comprensión puede responder a diversas causas, puede pasar que el lector esté en problemas a la hora de decodificar palabras u oraciones, algo común en los primeros años de aprendizaje, cuando se concentran con exceso en reconocer las letras y los fonemas y pierden la cuestión del significado.

Otra cuestión bastante general tiene que ver con problemas de atención, cuando se busca información para darle sentido al texto en conocimientos previos irrelevantes o en la falta de éstos.

Aquí es cuando entra en juego la culturalidad de los lectores. Las razones por las que los alumnos no alcanzan grados de comprensión acordes a su nivel educacional varían según los grupos poblacionales. Cubo recuerda que en dos pruebas piloto en el séptimo grado de una escuela rural mendocina descubrieron que el problema era que esos adolescentes casi no manejaban el lenguaje escrito en sus casas.

"Lo que entendían sin inconvenientes de forma oral no lo comprendían al leer un texto. Ocurre que cuando te hablan te hacés la película de lo que te cuentan, eso mismo hay que hacer frente a un texto, pero ellos no tenían ese hábito para la lectura".

Otra comprobación: "la dificultad se acrecienta cuando los textos no están adaptados al medio cultural del alumno, de estarlo, no hay problemas porque pueden acceder a sus conocimientos previos. Todos los maestros y profesores lo saben, pero a veces tienen que trabajar con textos que vienen de afuera", señala.

El punto es el siguiente: "esas inferencias se hacen a partir del conocimiento previo que se acumula a lo largo de la vida y se supone que la memoria de las personas que viven en la misma comunidad en una misma época deben tener conocimientos similares". Contrario a la fantasía común, los medios gráficos derivados de nuevas tecnologías (blogs, msn, twitter), dice Cubo, juegan a favor de ese procesador perceptual y lingüístico del lector en formación, "la lectura de textos cortos y abreviados incentiva el proceso".

"La tecnología facilita sin ninguna duda la comprensión de textos, todo lo que sea utilizar el lenguaje escrito lo hace ­asegura.

Hay que leer esos textos con los mismos mecanismos que cualquier otro, hallar la intención (algo que a veces ni los universitarios logran, el tema de la lectura crítica) y resumir para, en pocas palabras, decir lo esencial." Entonces, "si el fenómeno de la psicolingüística es complejo, en pocas palabras la respuesta está en contar con sentido común y un conocimiento científico del sistema cognitivo y las estrategias necesarias de comprensión de lectura", resume Cubo, pragmática.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La Argentina y los libros digitales




Con firma de Pablo Maradei, Ñ digital publicó el miércoles 8 de septiembre pasado un artículo a propósito de la situación de los libros digitales en la Argentina.





La industria librera frente a la encrucijada del e-book

El mundo editorial se resiste a que los libros sufran una muerte anunciada a manos del e-book. Ni de cerca quieren repetir algo que, de algún modo, ya pasó con la música y las películas, dos industrias culturales golpeadas por el cambio tecnológico. Y para ello aprontan y testean el próximo lanzamiento de una plataforma web de comercialización de libros digitales en la Argentina. "A partir de septiembre el Ministerio de Ciencia y Tecnología empezará a recibir propuestas de plataformas web", dice Rodolfo Hamawi, director nacional de Industrias Creativas. Y desde la Cámara Argentina del Libro, Carlos de Santos, su presidente, admite que "la Comisión del e-book estudia para presentar a la Secretaría de Cultura". Luego vendría el período de implementación, que no demoraría menos de un año: "Otorgaremos los subsidios para disponer de una web con el fin de visualizar en pantalla la producción digital del país y, obviamente, comercializar los e-books", dice Hamawi.

Roberto Igarza, doctor en comunicación social, recientemente convocado como asesor por la comisión de e-book de la Cámara del Libro Argentino dice que lo primero que se da en estos casos es un cambio de paradigma. "En el mundo de las letras el cambio en la unidad de comercialización no es tan directo como en la música, que empezó a vender temas en lugar del CD completo", aclara. Algo que de algún modo suscribe Marco Marinucci, gerente de desarrollo estratégico para el programa Google Books, "la revolución cibernética del mundo editorial, a diferencia de lo que sucedió con la música, será ´evolutiva´". Palabras más, palabras menos, Marinucci sostiene que el e-book es una opción más, que por ahora no anula a los libros físicos. "A mediano plazo no creo que haya mucha ´canibalizacion´ de las ventas de libros físicos por el digital", dice i. Esto sí ocurre con los libros universitarios o de ensayo. Pasa con las fotocopias. El mundo académico se mueve con papers o capítulos sueltos que generan compras parciales. Pero difícilmente ocurra con la ficción.

¿Qué pasa en otros países? ¿En España, Francia o los Estados Unidos por ejemplo? Ana María Cabanellas, ex presidenta de la Unión Internacional de Editores, directora de los sellos argentinos Heliasta y Claridad y ex presidente de la Cámara Argentina del Libro (1993-2000) explica que el mercado del libro en EEUU no está regulado y que actualmente existen 3 plataformas de ventas: Amazon, Ipad de Apple y Barnes and Noble Books. El circuito comercial del libro primero pasa por la venta de los libros en papel a un precio que va de los 16 a 24 dólares promedio; luego, una vez finiquitada la versión en tapa dura (así la llaman a la edición común) inundan el mercado con las tiradas tipo pocket que se venden entre 7,99 y 9,99 dólares y juntamente con este tipo de producto lanzan el e-book a un precio similar al de la edición de bolsillo. Siempre en palabras de Cabanellas, en Francia, en cambio, se llegó a un acuerdo entre el Cámara del Libro y la Dirección del Libro y la Lectura mediante el cual se estableció por ley que el precio de venta del e-book fuera el mismo que el de papel. Y no sólo eso, sino que el comprador del libro digital debe clickear a qué librería le corresponderá el porcentaje de ventas, tal como si lo fuera a comprar personalmente al mostrador. ¿El resultado? Se venden pocos e-books.

La explicación que brinda esta editora profesional es que en el mundillo editorial francés la diversidad cultural se sostiene en las librerías y por eso las preservan. Finalmente en España la oferta pasa por varias plataformas y la que más hacer fatigar el botón derecho del mouse es la web de Libranda (formada por una asociación entre los monstruos editoriales Planeta, Mondadori y Santillana entre otras). "Los españoles optaron por tener un esquema de mercadeo similar al francés, pero con un grado mayor de desregulación ya que los e-books están alrededor de un 20 por ciento más baratos que el libro papel".

En definitiva, ¿qué sistema adoptará la Argentina? Hamawi indica que todavía no hay un modelo claro de negocios a seguir.

Y de esta confusión, surgen algunos dilemas. Y uno de los problemas a la hora de subir un e-book está en el Precio de Venta al Público (PVP). Las voces que tratan de dilucidar el futuro de la industria editorial frente a la glotonería de Internet, ya sean profesionales de la edición o consumidores, suenan más a cambalache que a una filarmónica. Pero todos coinciden en que el precio es un punto clave a definir a la hora de subir libros a la red.

El representante de Google, Marinucci, indica que "el precio lo pone el generador de contenidos" y que a lo sumo Google puede sugerir. Igarza hace historia y plantea que cuando Amazon comenzó a ofrecer libros eran ellos los que estipulaban el precio ya que tenían una masa crítica de cibernautas y de productos a ofrecer (esta plataforma vende muchos otros productos) en su página por lo que pudo ser banca. Hoy las editoriales, luego de jugar por jugar, revirtieron esa situación evitando aquella ruptura en la cadena de valores a la hora de establecer el precio. "Fijar el precio es clave, aunque entendemos que durante los primeros 6 meses habrá ajustes del PVP de acuerdo a la recepción de los usuarios", dice Marinucci. Y da un puntal de acuerdo a sus conocimientos a la hora de fijar un precio: "Los precios para libros digitales pueden ser de un 50% o 60% menores a los del libro físico". Como en todo proceso hay ensayos de prueba y error y cada editor deberá hacer una tarea fina que incluya un ida y vuelta con los lectores. Marinucci cuenta su experiencia en Estados Unidos: "Hay muchos que se lanzan al mercado digital y rompen las paredes conservadoras con descuentos agresivos, a tal punto que algunos incluyen gratis el libro en papel". Para Igarza, en cambio, los precios pueden variar desde un 20% hasta un 50% menos. Pero aclara que muchos libros, infantiles por ejemplo, cuentan con lo que se conoce como Realidad Aumentada. Esta suerte de video o insert lleva su elaboración y tiene sus costos. Y da otro ejemplo: "En el caso académico por ahí resulta interesante agregar mapas o algún video que muestre en detalle lo que se está explicando; eso implica una puesta en escena, una cámara y demás consideraciones técnicas que tiene valor económico agregado". Es por eso que a veces el precio de un libro en papel puede ser más bajo que un e-book.

El precio de venta al público (PVP) en la Argentina está regulado por la Ley 25.542 -promulgada en enero 2002- de Defensa de la Actividad Librera. Estipula que el editor debe poner un precio único y fijo en todo el territorio nacional. Y aunque en aquéllos años ya empezaban a asomar los e-books, la ley no hace referencia a ellos. Cabanellas, al igual que Igarza detectó un cambio de paradigma con la irrupción del e-book, durante su gestión como presidenta de la CAL en los noventa sufrió según ella el primer disloque en la cadena de valores. Los supermercados empezaron a vender libros con un PVP que llegaba a ser del 50% menor al de las librerías. ¿Ciencia ficción? No. Whisky sin soda: los supermercadistas compraban directo a las editoriales best sellers de a miles y sacaban publicidad en los diarios para atrapar clientes que hacían las compras habituales y se llevaban entre yogures, un libro. Esa virulenta acción comercial provocó un fuerte reclamo de libreros y la consiguiente elaboración de la ley. Pero se siguen planteando desafíos por hechos más recientes, como las tarjetas que ofrecen algunas librerías para acumular puntos, una suerte de descuento encubierto. ¿Qué pasará ahora, frente al dilema de PVPs digitales y físicos?

Los datos en Argentina todavía no mueven el tablero. Sólo el 5% de los libros producidos en 2009 tuvo soporte distinto al papel y solamente un 12,6% de ese valor corresponde a e-books. Pero Igarza sostiene que "el marco normativo actual no cierra con lo que se está gestando". Como siempre sucede, los hechos acometen sin permiso y se adelantan a la ley. Y entonces hay que volver a reformularla de acuerdo a los nuevos usos y costumbres. Alejandro García Venturini, profesor titular de la carrera de Edición e investigador de la Universidad de Buenos Aires y fundador de Ediciones Cooperativas, considera que la irrupción del e-book puede generar un cambio de lo ya reglamentado que contemple matices o nuevas formas de comercialización. "En nuestro caso, podría atenuar el consumo incontrolado de fotocopias que motivan los precios excesivos de los libros universitarios", dice Venturini. Hamawi, desde su rol de editor, esgrime que "la ley tendrá que revisarse ya que en algunos casos frena el desarrollo de pequeñas editoriales, con costos diferenciados". Según él, la visión desde la Secretaría de Cultura es la de estimular la lectura de libros por lo que el e-book viene a generar ese mayor acceso por tener precios diferenciales con respecto al libro en papel. Igarza remata su idea de atraso citando a Mort Janklow, uno de los agentes más relevantes de la industria (representante entre otros de Tom Wolfe y Daniel Steel) cuando dice que "los libros no suelen sufrir en tiempos de crisis porque son uno de los entretenimientos más baratos. El tema es que el mundo editorial hoy funciona de la misma manera que en el siglo XIX".