miércoles, 31 de julio de 2013

El «desafío» austral (I)

Doctor en Filología Inglesa por la Universidad de Granada (1983) y M.A. en Enseñanza de Inglés como Lengua Extranjera, por la New York University (1985), Juan Jesús Zaro es catedrático en el Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad de Málaga. Autor de varios libros, entre los que destaca uno dedicado a las traducciones de William Shakespeare, ha publicado recientemente el texto que se reproduce a continuación, incluido como Capítulo 4 del libro Traducción, política(s), conflictos: legados y retos para la era del multiculturalismo (Granada: Comares, 2013). de M. C. C. Vidal Claramonte y M. R. Martín Ruano (eds.). Dadas sus dimensiones, se ofrecerá en este blog a lo largo de varios días. Esta primera parte pone el acento fundamentalmente en algunas  traducciones latinoamericanas de Shakespeare. Entendemos que, dada la naturaleza de muchas de las afirmaciones vertidas en este artículo –detrás de las cuales se adivinan relecturas e interpretaciones sobre lo que han dicho pública y privadamente muchos de los frecuentes colaboradores de este blog– habrá mucho para discutir.

El «desafío» austral: las relaciones entre
las industrias traductoras argentina y española

Este trabajo está basado en los sucesivos viajes que he llevado a cabo a la República Argentina durante los últimos 10 años, en las conversaciones que he entablado a lo largo de todos estos años con amigos y colegas argentinos traductores, profesores y especialistas en traducción (sobre todo literaria o ensayística; no me voy a referir a otros tipos de traducción), y en el seguimiento que procuro hacer a los medios de comunicación  argentinos desde España.

Parto de la constatación de que la Argentina es hoy el cuarto país del mundo con el castellano como lengua oficial en número de hispanohablantes, a muy poca distancia de España, que actualmente es el tercero después de México y Colombia. Parto también de la evidencia de que la República Argentina es un país con una tradición traductora que  se remonta al final del siglo XIX (1) y que, con momentos de esplendor y declive, se ha  mantenido hasta la actualidad. Esta tradición la diferencia en gran medida de México y, sobre todo, de Colombia, los otros dos grandes países hispanohablantes, y por supuesto de la población hispanohablante de los Estados Unidos de América, y sin embargo la acerca a España de una manera muy concreta. Podría decirse, sin temor a equivocarnos mucho, que España y Argentina son hoy los dos únicos países del hemisferio hispano que poseen una industria traductora sólida, activa y arraigada en sus respectivas sociedades.

Una industria de la traducción en la que, en sucesivos períodos históricos, a uno y otro lado del Atlántico, han participado conjuntamente traductores argentinos y españoles. Y una industria, también, como veremos, cuya lengua de traducción ha sido puesta en cuestión, con mayores o menores matices, en el otro país receptor, esto es, la argentina en España y la española en Argentina.

Pero también estas dos industrias de la traducción se han ido desarrollando de manera separada: las dos han ocupado posiciones de supremacía en épocas concretas, al igual que posiciones secundarias dentro del extenso universo hispanohablante. Hay que resaltar la singularidad de este hecho, que no tiene parangón en ninguna de las lenguas occidentales importantes que conocemos. En el caso del portugués, las dos principales variedades, la brasileña y la peninsular, se «armonizaron» por decreto en 2008, viéndose obligado Portugal, que fue el país que más perdió en la unificación, a aceptar un 1,5% de palabras brasileñas. Y, hoy en día, cuando el período de transición llegó a su fin aparentemente el portugués utiliza para traducir un único código escrito, las cosas no parecen funcionar del todo bien. La serie «Harry Potter», por ejemplo, ha tenido dos versiones, una brasileña y una peninsular. En el caso del inglés, una lengua que traduce muy poco, no existe rivalidad entre las pequeñas industrias traductoras del Reino Unido y de los Estados Unidos, que parecen complementarse casi perfectamente.

Según mi experiencia, los británicos suelen leer traducciones hechas en su país, mientras que los escasos norteamericanos que leen traducciones, que son una minoría intelectual, no sólo no ponen objeciones a leer inglés británico sino que valoran este hecho como un atractivo adicional que las hace más interesantes. En el del francés, la supremacía de la industria traductora de Francia sobre los demás países francófonos parece asegurada para mucho tiempo. Es verdad que territorios francófonos como Québec han reivindicado, a veces de manera exigente y combativa, un espacio propio en el mundo de la traducción hacia el francés; lo cierto es que, en términos de población y de influencia cultural, la traducción en Québec no puede, al menos de momento,competir con la de la metrópoli.

Pero anticipemos aquí, brevemente, (y volveremos a ello después) que, a diferencia de Francia o de Reino Unido, España, por razones históricas, no goza como antigua potencia colonial en los países hispanoamericanos del mismo prestigio cultural que estos dos países europeos en Québec o Estados Unidos respectivamente.

Para ilustrar lo que está sucediendo en estos momentos en el ámbito de la lengua castellana y de la traducción en Argentina, voy a utilizar cuatro noticias recientes. Una, la primera, es una novedad bibliográfica, mientras que las otras tienen un carácter heterogéneo pero nos van a ayudar a percibir el estado de la cuestión. La primera está relacionada con una nueva traducción de Shakespeare aparecida recientemente en la Argentina.

Durante muchos años, la rica tradición traductora de Shakespeare en Latinoamérica, y en concreto en algunos países como México, Chile, Uruguay, Costa Rica y, por supuesto, Argentina, ha sido, y sigue siendo, prácticamente invisible en España. Estas traducciones, o no eran distribuidas en las librerías españolas, o lo eran en cantidades mínimas que pasaban prácticamente desapercibidas. En México destacan por ejemplo las traducciones de la profesora María Enriqueta González Padilla, publicadas por la Universidad Nacional Autónoma. En Uruguay, país con una rica y refinada tradición teatral, merece la pena destacar, entre otras, la traducción de  Twelfth Night  (Noche de Reyes) del conocido intelectual y profesor Emir Rodríguez Monegal, así como las muy notables, más recientes, de Idea Vilariño, publicadas por Losada. En Chile, además de traducciones menos conocidas, podemos citar  Romeo y Julieta  de Pablo Neruda o  Lear Rey & Mendigo  de Nicanor Parra, sólo publicada en España tras la concesión del premio Cervantes de 2011 al escritor chileno (2).

Otros intentos recientes y loables de popularizar traducciones de Shakespeare realizadas desde Latinoamérica, como la colección de la editorial panamericana Norma titulada «Shakespeare por escritores», dirigida por el conocido traductor argentino Marcelo Cohen, que ha publicado más de veinte obras, tampoco han sido distribuidas en España, a pesar de encontrarse entre ellas traducciones tan meritorias e interesantes como Hamlet del español exiliado en México Tomás Segovia, Macbeth del chileno Armando Roa, Cimbelino del argentino César Aira o la selección de Sonetos traducidos por el colombiano William Ospina, al lado de otras, a mi juicio menos conseguidas.

La originalidad de este proyecto estriba en que pretende utilizar precisamente un castellano «neutro» o «general», alejado de una excesiva literalidad y tan sólo salpicado de matices dialectales correspondientes a los distintos países de la América hispana de los que proceden los traductores. Un español «híbrido», «compromiso entre el español clásico y formas clásicas del respectivo idioma local» (Pomeraniec 1999). Quizá un ejemplo señero sea la traducción de Omar Pérez de As You Like it  titulada Como les guste (1999). Esta traducción incluye, además de la tercera persona del plural en el título, palabras americanas como «nomás» (p. 103), «entremetido» (p. 83), «sabrosura» (p. 75), «papaya» (p. 60 por «vaina de guisantes») o «guisaso» (palabra cubana por «arbusto», p. 42). Estas palabras no dejan de constituir una anécdota en medio de una notable traducción que no se aleja, por lo demás, de utilizar un castellano perfectamente comprensible a este lado del Atlántico.

Volviendo a la Argentina, las primeras traducciones de Shakespeare se remontan a finales del siglo xix. Como en el caso de España, Shakespeare se populariza en el país en gran medida a través de las óperas representadas por compañías italianas cuyos libretos se basan en obras de Shakespeare. Son dignas de mención las traducciones de Mariano de Vedía y Mitre (Sonetos y Venus y Adonis), Miguel Cané (Enrique IV), y Patricio Canto (Hamlet) y, mucho más recientemente, las de los traductores Rolando Costa Picazo, publicadas por la editorial Colihue; las de Pablo Ingberg, Cristina Piña y Delia Pasini, publicadas por Losada, y las de Miguel Ángel Montezanti, al que volveré más adelante. Y es precisamente en Argentina donde encontramos traducciones más «rupturistas» con respecto a la norma escrita del castellano «peninsular» (3). La primera muestra escrita de esta tendencia en la historia de las traducciones de Shakespeare en Argentina parece ser, a falta de más datos, la de  Hamlet  efectuada por el crítico y escritor Rafael Squirru en 1976, si bien es muy posible que, en el marco general de las obras teatrales y de las traducciones no publicadas y destinadas directamente a la escena, como lo era ésta, esta ruptura venga produciéndose desde hace mucho más tiempo (4).

Reproducimos a continuación el comienzo de la obra:

Bernardo: ¿Quién va?
Francisco: No, contestame a mí; alto y descubrite.
Bernardo: ¡Viva el Rey!
Francisco: ¿Bernardo?
Bernardo: Soy yo.
Francisco: Llegás muy puntualmente a tu hora.
Bernardo: Acaban de dar las doce; andá a dormir, Francisco.
Francisco: Muchas gracias por este relevo; hace un frío cruel y me siento deprimido.
Bernardo: ¿Has tenido una guardia tranquila?
Francisco: Ni un ratón se ha movido.
Bernardo: Bien, buenas noches. Si te encontrás con Horacio y Marcelo, mis compañeros
de guardia, deciles que se apuren.
Francisco: Me parece oírlos. ¡Alto! ¡Eh! ¿Quién va?

Esta traducción, que está destinada a la escena y de hecho fue representada en su momento, emplea la variedad oral del castellano empleada en Argentina y Uruguay y conocida como «rioplatense», pero únicamente en el empleo del pronombre «vos» y de verbos compatibles con él. Hago aquí un pequeño inciso para hablar de esta característica.

Hasta bien entrada la década de los 70, el voseo era considerado todavía una desviación de la correcta dicción del castellano y, de hecho, la Academia Argentina de Letras no recomendó su empleo de forma regular hasta 1982 (Ramírez Gelbes 2011:566). Américo Castro (1971: 122) señaló que el «voseo» surgió en la Argentina de la época del tirano Rosas, época en la que «Buenos Aires fue dominado por la más baja canalla y por asesinos de toda clase; se olvidaron las maneras finas y educadas y se arraigaron formas plebeyas de hablar que duran hasta hoy («vos tenés», «vos sos», etc.)». La irrupción y legitimación del voseo y de sus formas verbales en la lengua escrita comenzó por la publicidad, donde hoy es la norma. Se trata, por tanto, de un fenómeno relativamente reciente, que da idea de un aspecto quizá poco considerado en España: la drástica separación entre lengua hablada y escrita que lleva aplicando el castellano argentino, en mayor o menor grado, prácticamente desde la independencia del país.

En la «Introducción» (p. 13), Squirru no hace la menor alusión a este hecho y sin embargo reconoce explícitamente su deuda con la versión de Hamlet del polígrafo español Luis Astrana Marín con las siguientes palabras:

Esta traducción ha utilizado como referencia permanente la de Luis Astrana Marín, editadapor Aguilar, Madrid, 1949, en su novena edición. Si bien es cierto que esta traducción resulta un tanto anacrónica y de un castellano que mal se adapta al oído latinoamericano que yo he procurado servir, también es cierto que en su literalidad resulta un valioso documento de referencia. Cuando Astrana coincide con exactitud en un vocablo, no he buscado uno diferente para ser distinto, sino que he aceptado su palabra y su giro.

Es difícil encontrar el voseo en otras traducciones de obras teatrales publicadas en Argentina en fechas cercanas al texto de Squirru, ni siquiera en las traducciones de «Norma» hechas por traductores argentinos (como la de Cimbelino de César Aira).

Sin embargo, la publicación, el año pasado, de una nueva traducción del traductor y profesor argentino Miguel Ángel Montezanti de los Sonetos de Shakespeare titulada Sólo vos sos vos ha puesto de relieve de nuevo este asunto. Se trata de otra traducción al castellano «rioplatense» en versos endecasílabos largamente anunciada, si bien, en esta ocasión, estamos ante un texto cuyo fin principal es la lectura, y de ahí su novedad.

Montezanti es ya autor de otra traducción de los Sonetos publicada por la Universidad Nacional de La Plata en 1987 y editada de nuevo en 2003 (Buenos Aires: Longseller) realizada según «cánones más ortodoxos», según él mismo refiere en el prólogo del libro recién publicado. Es decir, ajustada a la norma literaria «peninsular», sin apartarse de la tradición que han seguido hasta ahora la mayoría de los traductores argentinos de Shakespeare (por ejemplo, Vedía y Mitre o Jofré en los Sonetos y los ya mencionados Cané, Ingberg o Costa Picazo en las obras dramáticas).

No resulta frecuente que un mismo traductor produzca dos versiones tan distintas de una misma obra. En esta, a diferencia de la anterior, Montezanti recurre también al voseo y a las conjugaciones verbales que implica su uso. Pero no es el único elemento de la variedad rioplatense que se incluye ni, probablemente, el más importante: entre otros procedimientos utilizados se encuentran el empleo deliberado de monosílabos, pronombres pleonásticos, dativos éticos, diminutivos y un gran número de términos y frases coloquiales. Reproduzco aquí, a título de ejemplo, la traducción del Soneto 14:

No saco mi saber de las estrellas
aunque un poquito sé de astronomía:
no es anunciar la buena o mala estrella
ni plagas ni mudanzas ni sequías.

No me le atrevo a profecía alguna
marcando a cada cual su trueno o hielo
ni a los príncipes canto la fortuna
por una asidua observación del cielo.

Son tus ojos más bien los que me apuntan
y veo en esos astros tal constancia
que belleza y verdad triunfarán juntas

si prestás atención a tu abundancia
O bien te pronostico, y vos fijáte,
tu muerte es de las dos fin y remate.

Montezanti justifica teóricamente su modo de proceder amparándose en el concepto de «parodia» o «auto-parodia» que ha guiado algunas traducciones de los Sonetos a otras lenguas; por cierto, ninguna de ellas, que sepamos, al castellano. Quizá sea una justificación innecesaria, válida exclusivamente desde el punto de vista universitario y académico. He podido comprobar personalmente la cálida acogida que el público argentino ha dispensado a esta versión de los Sonetos (5). Es posible que, desde España, consideremos esta traducción ante todo como un experimento, audaz e inédito (no olvidemos aquí la tradicional renuencia del castellano escrito, a ambos lados del Atlántico, a reproducir el castellano hablado), pero lo cierto es que en Argentina adquiere otros matices que, desde este lado del Atlántico, no podemos pasar por alto: allí se subraya el carácter híbrido, cercano, entrañable y doblemente irreverente del texto, que cuestiona tanto la supuesta intangibilidad de los versos de Shakespeare como la de la norma escrita procedente de España. Con decisiones como la de Squirru o la de Montezanti, el coloquial «voseo» se convierte así en elemento clave de una lengua literaria «transculturada», siguiendo el conocido concepto del uruguayo Ángel Rama, a la que Montezanti legitima al utilizarla en la traducción de una obra de un escritor del prestigio de Shakespeare. Según Rama (1983: 42), esto ya había sucedido antes en la literatura de creación. El factor lingüístico, junto con la estructuración literaria y la cosmovisión constituirían los tres elementos que caracterizan a la moderna novela sudamericana en castellano y la separan definitivamente del modelo peninsular:

(Esta transculturación) es visible en uno de los mejores exponentes del cosmopolitismo literario, en el Julio Cortázar que unifica el habla de todos los personajes de Rayuela, sean argentinos o extranjeros, mediante el uso de la lengua hablada de Buenos Aires.

La traducción de Montezanti es, además, una «retraducción activa» (Pym 1998: 82), al haber surgido en contraposición a otras traducciones del mismo texto contemporáneas o cercanas en el tiempo, como las muy recientes de Christian Law Palacín o Andrés Ehrenhaus, ambas publicadas en 2009, pero, sobre todo, a su anterior versión de 1987. El propio traductor ha calificado su nueva versión como «una señal de madurez» (6), frase que podría parafrasearse diciendo que se trata de una muestra inédita de confianza en las posibilidades de la variedad rioplatense. Es verdad que esta traducciónpodría compararse, evidentemente con muchos matices, a la que en 1978, Michel Garneau hizo de Macbeth al quebequés, ampliamente citada en la literatura de los estudios de traducción, con la salvedad de que, en este caso, el recurso a la variedad lingüística local fue uno de los elementos que utilizó el traductor canadiense para «tradaptar» la obra e inscribirla en la agenda nacionalista de este territorio francófono.

NOTAS
(1) Con destacados nombres como Leopoldo Lugones o Baldomero Sanín Cano, además de los traductores de Shakespeare del siglo xix citados más adelante.

(2) En N. Parra, Obras completas. Barcelona: Círculo de lectores, 2011.

(3) Aunque no es una denominación afortunada, la utilizo aquí por ser aquella que, por lo  general, se utiliza para designar a la variedad lingüística española del castellano en Argentina.

(4) Algunos traductores argentinos han expresado abiertamente su oposición a este modo de traducir. Por poner un ejemplo, Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich (2000: 12-13) dicen en el  prólogo a su traducción de The History of Henry the Fourth (part 1): «La voluntad de no presentar un Shakespeare arcaizante, ni banalmente modernizado, ni naturalísticamente coloquial, ni artificioso cuando a menudo es asombrosamente directo, ni absurdamente virado a un lenguaje local rioplatense (…): todas esas exigencias sumadaspodrían paralizar a cualquier traductor.»

(5) Véase, por ejemplo, la reseña de Solo vos sos vos de Dolores Gil aparecida en Ñ. Revista de Cultura el 26/03/12: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/resenas/William-ShakespeareSolo-vos-sosvos_0_670733112.html.


(6) Ver http://www.ustream.tv/recorded/15421623, minuto 12.

martes, 30 de julio de 2013

Dos traductoras traducen conjuntamente literatura brasileña, vienen y lo cuentan

Teresa Arijón y Bárbara Belloc estuvieron en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires y contaron cómo es traducir a cuatro manos. Quien desee ver y escuchar lo que se dijo  puede recurrir a este link:
http://www.ustream.tv/recorded/36573417

Teresa Arijón (Buenos Aires, 1960) publicó, entre otros, Teoría y práctica de la tragedia (con Manuel Hermelo, 2012), Óstraca (2011), Os (2009), El perro continuo (con MH, 2007), Poemas y animales sueltos (2005), Orang-utans (con Bárbara Belloc, 2000),Teoría del cielo (con Arturo Carrera, 1992). Con Bárbara Belloc, las traducciones del portugués: El método documental, de Ana Cristina Cesar (2013), El collar del perro y Los prisioneros, de Rubem Fonseca (2013), Cerca del corazón salvajeFelicidad clandestina,Dónde estuviste de noche y La manzana en lo oscuro, de Clarice Lispector (2012), Los Malaquias, de Andréa del Fuego (2012),MedianocheMediodía53 poemas, de Ana Cristina Cesar (2012), Cerca del corazón salvaje y Felicidad clandestina, de Clarice Lispector (2011), y Hélio Oiticica. Qual é o parangolé?, de Waly Salomão (2009). También coordinó y tradujo gran parte de Puentes-Pontes (2003), primera antología bilingüe de poesía argentina y brasileña contemporánea. Algunas traducciones del inglés: Un cuarto propio (Virginia Woolf, 2013),Jugador (Alexander Baron, 2011),La muerte de la polilla y otros ensayos (Virginia Woolf, 2011),Roxana (Daniel Defoe, 2009).



Bárbara Belloc (Buenos Aires, 1968) publicó ocho libros de poesía, entre ellos Andinista (2009), Espantasuegras (2005), Orang-utans (con Teresa Arijón y traducción al inglés de Hillary Gardner; 2000) e Ira (1999), Ambición de las flores (1997), y las traducciones del portugués, con T. Arijón, de El método documental, de Ana Cristina Cesar (2013),  El collar del perro y Los prisioneros, de Rubem Fonseca (2013), Cerca del corazón salvajeFelicidad clandestinaDónde estuviste de noche y La manzana en lo oscuro, de Clarice Lispector (2012), Los Malaquias, de Andréa del Fuego (2012), Medianoche Mediodía. 53 poemas, de Ana Cristina Cesar (2012), y Hélio Oiticica.Qual é o parangolé?, de Waly Salomão (2009). Por su parte, ha publicado traducciones de lírica griega clásica y poesía estadounidense contemporánea en libros y revistas


Fotos: Javier Cánepa

lunes, 29 de julio de 2013

La palabra "tesina" es fea, pero la solicitud es válida

Estimados traductores:

Mi nombre es Noelia Baccaro. Soy Traductora Científico-Técnica y Literaria, y actualmente estoy cursando el último año de la carrera de Traductor Público de Inglés en la Universidad de Morón. 

Estoy trabajando en mi tesina, en la cual decidí abordar el tema de la traducción literaria en América Latina en general, en Argentina y en España; y el uso del español neutro en estas distintas regiones. De más está decir que todos los artículos publicados en el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires sobre el tema han resultado un gran material de referencia para mi investigación.

El objeto de este correo electrónico es solicitar, de ser posible, que se publique en el blog del CTLBA una copia de este mismo correo o un enlace al blog que yo creé para volcar la recolección de datos de mi tesina. En la columna derecha del mismo hay una encuesta dirigida a traductores literarios; puede completarse en la misma página sin redireccionar en menos de cinco minutos. Los datos que pueda recolectar de dicha encuesta son fundamentales para el avance de mi investigación
.
El enlace a mi blog es el siguiente:
http://tesinaum2013.blogspot.com.ar/

Desde ya, agradezco muchísimo toda la ayuda que puedan brindar a una colega, y pido disculpas por las molestias que este pedido pueda ocasionar.

Saludos,

Noelia Baccaro

viernes, 26 de julio de 2013

Japón y la literatura hispanoamericana

Publicada en el blog Ciudad Letralia por el poeta, narrador, periodista y pedagogo venezolano Alberto Hernández (Calabozo, 1952), la siguiente crónica da cuenta de la estadía del poeta venezolano Gregory Zambrano en Japón y del libro que allí publicó a propósito de la literatura hispanoamericana en ese país.

El horizonte de las palabras: La literatura hispanoamericana en perspectiva japonesa (Conversaciones con académicos y traductores)

1
El avión que lleva al poeta y académico venezolano vira hacia un espacio donde las palabras se reencuentran. Se ven cara a cara. Se hacen dos idiomas totalmente separados, pero a la vez hermanados gracias a la poesía, a las voces que cuentan, a las que revisan sus secretos. Más allá de cualquier raya en la distancia, aparece otro mundo, las llamadas antípodas, el mundo del otro lado de la tierra. Gregory Zambrano, viajero impenitente gracias a sus logros universitarios, vuela sobre el globo terráqueo: lo espera la cultura del Sol Naciente, lo espera la enigmática Japón, una tierra plena de islas en medio de un mar de ruidos y silencios, inviernos y veranos que hincan más en el alma que en la piel. Una vez en ese lugar, gracias al Instituto Cervantes de Tokio y a la Fundación Japón, quienes tomaron como becario a nuestro poeta, gracias también a las bondades del Programa de Estudios Japoneses, Gregory Zambrano se dedicó a estudiar, a dar clases, pero sobre todo a aprender de aquella gente de ojos rasgados, de piel clara de sol marcada por los trazos delineadores del talco de la memoria.

De esa experiencia —que duró un año—, el investigador logró entrevistar a un importante grupo de académicos y traductores nipones, dedicado a bucear en la literatura y cultura nuestras. Digamos que Gregory Zambrano fue a revisarse —a pasar por el tamiz de variadas opiniones que le rozaban el espíritu, los cartílagos de su nacionalidad americana— las ansias de saberse también mundo, universo, pluralidad. Pues bien, por esa pasión buscadora Zambrano produjo el libro El horizonte de las palabras: la literatura hispanoamericana en perspectiva japonesa (Conversaciones con académicos y traductores), editado en Tokio en 2009 por el mencionado Instituto de la capital de ese lejano y bello país asiático.

2
La aventura de este libro comienza con unas palabras del autor en las que destaca la presencia de la Asociación Japonesa de Hispanistas, creada en 1955, y que “cuenta con unos 400 hispanistas japoneses y extranjeros residentes en Japón”. Otro dato nos acerca a la Asociación Japonesa de Estudios Latinoamericanos, entre otras. De modo que estamos hablando de una importante población académica dedicada a la cultura de nuestro continente, a nuestra lengua, a nuestra literatura. Cuenta Zambrano que del trabajo de ambas instituciones han nacido las traducciones de libros de García Márquez, Vargas Llosa, Borges, Cortázar, Neruda, Onetti, Fuentes, Puig, Arguedas, entre otros más. Esta labor comenzó en los años sesenta. De modo que se trata de un largo trecho que ha dado como resultado el acercamiento entre dos mundos que ya se reconocen. Por eso dice Zambrano en la presentación: “Estas conversaciones revelan la disposición y el ánimo tendientes a fortalecer el estudio de la lengua castellana y a impulsar en las jóvenes generaciones de japoneses el rico legado de la cultura hispánica”.

3
No supimos la hora de los encuentros. Ni el lugar o los lugares, pero Gregory Zambrano logró hablar con Tadashi Tsuzumi, un viejo profesor de la Universidad Hosei de Tokio, quien ha traducido de Carpentier Guerra del tiempo, Concierto barroco, Los pasos perdidos; de García Márquez Cien años de soledad, El otoño del patriarca, La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. También ha trabajado a Puig, Borges y Onetti. Zambrano estableció una plática fluida y abierta con este hombre que sabe mucho de nosotros. Fumiaki Noya es otro de los contactados para esta obra. Es profesor de la Universidad de Tokio en la Facultad de Filosofía y Letras en la Escuela de Postgrado de Humanidades y Sociología. Ha traducido a García Márquez (Crónica de una muerte anunciada), a Cortázar (Queremos tanto a Glenda), a Vargas Llosa (La tía Julia y el escribidor), a Borges (Siete noches), a Paz (Águila o sol), a Neruda (Alturas de Machu Picchu), a José Donoso, etc.

En estas páginas también están Yoko Imai, quien trabaja en la Universidad de Kyoto Sangyo en literatura latinoamericana. Es graduada en Lenguas Extranjeras en Osaka, Departamento de Español. Esta mujer tiene una relación estrecha con Argentina, con Madrid y con Chile. Ha escrito sobre Cortázar, Donoso, Isabel Allende y Juan Rulfo. Con el traductor Akira Sugiyama el discurso también es fluido y denso. Este japonés nació en Perú. Vive en Tokio. Ha hecho doctorados en Japón, México y España. Es profesor en la Universidad Seisen. Y ha trabajado a Vargas Llosa (La ciudad y los perros), Rulfo (Pedro Páramo, El llano en llamas), Arguedas (Los ríos profundos, Yawar fiesta), Rodrigo Rey Rosa (Que me maten si..., El salvador de buques, La orilla africana)...

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Más adelante conversan con Gregory Zambrano Noriaki Takabayashi Iwasaki, quien también ha trabajado temas de autores de nuestro patio, corrientes como el realismo mágico, para ubicar a Asturias en Guatemala, entre otras personalidades del mundo de las letras. Ayako Saitou es profesora de la Universidad de Tokio. Hizo un Máster en Arte en Estados Unidos. Ha escrito sobre la literatura latinoamericana y ha elaborado antologías de novelas de autoras como Luisa Valenzuela, entre otras. Cernuda fue traducido al japonés por esta mujer.

Otros entrevistados fueron Takaatsu Yanagihara, Kenji Matsumoto, Makoto Onishi yRyukichi Terao, quienes también han estudiado y escrito sobre nuestros escritores, secretos y enigmas culturales.

Muy bien lo dijo Gregory Zambrano en la entrada a su libro: “Nuevos escritores han visto sus obras traducidas y han podido visitar el ‘país del sol naciente’ gracias al apoyo de diversas instituciones, entre ellas muy especialmente la Fundación Japón. La labor emprendida por tantos académicos y traductores, con soporte institucional, ha tenido continuidad en el tiempo y se ha visto reforzada en los últimos años gracias al Instituto Cervantes, cuya sede en Tokio ha acogido a un conjunto apreciable de escritores representativos de América Latina y ha propiciado encuentros para la difusión de las letras...”.

Si bien el autor más traducido en Japón es García Márquez, también es cierto que el resto de América Latina ha aportado una gran cantidad de nombres notables, ya celebrados en Occidente, pero también de autores menos consagrados, quienes en Japón han comenzado a ser pronunciados.


jueves, 25 de julio de 2013

El Conde de Cheste no es chiste y el marqués de Molins, tampoco


Blas Matamoro publicó el siguiente artículo en la revista Cuadernos Hispanoamericanos. Más tarde, recogió ese texto y lo incluyó en Cine y Letras. Nosotros lo encontramos en el blog The Cult  en la entrada correspondiente al 5 de julio de 2010.


Dante, Pezuela y Mitre

En 1868, el general Juan de la Pezuela, conde de Cheste, acabó una traducción en verso rimado de la Divina Comedia.

Por razones probablemente políticas, no se publicó hasta 1879, con un prólogo de Mariano Roca de Togores, marqués de Molíns.

En rigor, el texto contiene una parva biografía de Dante (de quien apenas se sabe nada), un comentario del Infierno y un encomio a la traducción.

En 1891, otro general, el argentino Bartolomé Mitre, también terminó su traducción dantesca, que se publicó tres años más tarde. Don Bartolo no compartía la admiración del marqués.

Consideraba la versión de su colega «...inarmónica como obra métrica, enrevesada por su fraseo, y bastarda por su lenguaje.

Sin ser absolutamente infiel, es una versión contrahecha, cuando no remendona, cuya lectura es ingrata, y ofende con frecuencia el buen gusto y el buen sentido. Esto justifica por lo menos la tentativa de una nueva traducción en verso». Ahí queda eso.

En 1946, la editorial Tor de Buenos Aires (Tor no es, en este caso, nombre de un dios germánico, sino apócope del apellido Torrendell, correspondiente al dueño de la empresa, catalán de ultramar) reeditó el trabajo de Mitre.

Como prólogo, el texto de Molíns, aunque aliviado de los elogios a Cheste, tan vapuleado por el traductor argentino. De tal modo, Molíns aparece adherido a las consideraciones de Mitre.

El patchwork es digno de Borges, o de Pierre Ménard, o de Herbert Quain.

El pasado es, en buena medida, como relato, una ficción. El general Mitre dio buena prueba de ello.

Su biografía de San Martín, por ejemplo, fue traducida a leyenda por historiadores como Rodolfo Terragno y José Ignacio García Hamilton.

Lo que Mitre no pudo prever fue que el señor Torrendell pusiera al marqués de Molíns de su lado y que esta proximidad alargara de modo inopinado la historia de Dante.


miércoles, 24 de julio de 2013

De perros rabiosos, pomeranias y chihuahas

Céline (a la izquierda) y un amigo
El 21/07/2013, Guillermo Piro, fiel a su estilo, publicó la siguiente columna de opinión en el diario Perfil, de Buenos Aires. En ella habla del destino que tuvo en nuestra lengua la que acaso sea la más importante novela francesa publicada en el siglo XX.

Los traductores de Céline

La primera vez que sucumbí al influjo de Céline fue por el 81, cuando era feliz, trotskista y documentado. Internet no existía, de modo que podía pasar largas horas leyendo, en trance. Adolfo Bioy Casares, que digan lo que digan sus acérrimos defensores era un dandy pero de literatura no entendía nada, decía que los lectores de Céline eran gente a la que le gustaba que le gritaran. Una estupidez inolvidable, por más vueltas piadosas que le demos. Lo cierto es que los amantes de la literatura de Céline pocas veces tienen una idea clara de lo que es la literatura de Céline (algo extensible a casi toda la literatura traducida, pero hablemos de Céline). En aquel entonces había leído por primera vez Viaje al fin de la noche en la traducción del argentino Armando Bazán. Juan Carlos Onetti se ocupó oportunamente de destriparla diciendo, palabras más, palabras menos, que Bazán había conseguido apartar, amansar, adecentar, licuar a Céline. “Cualquier burgués progresista –decía Onetti–, cualquier buen padre de familia, puede comprar este Céline-Bazán, leerlo y darle permiso a su señora esposa para que lo haga.” Tremendo. Y, como si no hubiera quedado claro, se preguntaba cuánto tendría que ver el sucio perro rabioso llamado Céline con esa traducción, más parecida a un “bien criado pomerania”. Viaje al fin de la noche es de 1932 y Bazán traduce a Céline a comienzos de los años 60, por lo que su traducción cuenta con el gran peso que ejerce el estilo posterior de Céline. Para dar un ejemplo, la novela comienza con un “Ça a débuté comme ça. Moi, j’avais jamais rien dit. Rien. C’est Arthur Ganate qui m’a fait parler”, algo fácil de traducir hasta por alguien que no sepa francés (“La cosa empezó así. Yo nunca había dicho nada. Nada. Fue Arthur Ganate el que me hizo hablar”). Pero Bazán traduce: “La cosa empezó así. Yo nunca había dicho nada. Fue Arturo el que me tiró de la lengua”. Probablemente ése es el comienzo de la novela que Céline hubiera escrito a comienzos de los años 60, pero no en 1932.

La suerte de las traducciones al español de Viaje al fin de la noche es una historia de derrotas, al punto que podríamos asegurar que la novela todavía está esperando ser traducida. En los años 70 una novelista española, Carmen Kurtz, pergeñó una abominación que editó Seix Barral y que todavía puede verse en algunas librerías de viejo. Les recomiendo que le escapen a esa edición como si todos los ejemplares hubieran sido meados por elefantes. O cómprenlo y atesórenlo, como yo, para tenerlo a mano como prueba del día que decidamos mandar a los editores españoles a la hoguera.

Luego de un largo silencio, durante el que los traductores dejaron a Céline en paz, apareció en los 80 otro esperpento firmado por Carlos Manzano, editado por Edhasa. Si la traducción de Bazán parecía un pomerania, la de Manzano parece un chihuahua. De modo que, ignorantes en torno a lo que de Céline se trata, si efectivamente a ustedes no les gusta que les griten, vayan y aprendan francés. No es tan difícil y vale la pena si lo que se proponen es leer un libro como ése.

martes, 23 de julio de 2013

Cómo se ordena una biblioteca/discoteca (IV)

Después de Eduardo Stupía, de Luis Chitarroni y de Sergio Renán, el ciclo "Cómo se ordena una biblioteca/discoteca" continúa el jueves 25 de julio, a las 19 hs, con  entrada libre y gratuita como siempre, con la presencia del escritor y crìtico musical Diego Fischerman, lector empedernido y poseedor de una inmensa discoteca, cuyos secretos compartirá con los presentes.

La cita es, como siempre, en CCEBA . Florida 943 - C.A.B.A 

Diego Fischerman es autor de Efecto Beethoven: complejidad y valor en la música de tradición popular (Paidós, 2004, reeditado en versión ampliada en 2013), Escrito sobre música (Paidós, 2005, reeditado en versión ampliada en 2012), Después de la música. El siglo XX y más allá (Eterna Cadencia, 2011) y, en colaboración con Abel Gilbert, Piazzolla. El mal entendido. Un estudio cultural (EDHASA, 2009). Publicó el volumen de cuentos El principio del terror (Mondadori, 2010). Se desempeña como crítico musical y periodista en Página/12, y en diversas publicaciones argentinas y extranjeras. Fue editor de Revista Clásica entre 1999 y 2001. Coordinó las ediciones discográficas completas de Astor Piazzolla y Mercedes Sosa para los sellos Universal, Sony y Lantoower. Conduce los programas radiales Historias en modo mayor, en La 2x4, La discoteca de Alejandría, en Radio Nacional Clásica y Tren de noche (un programa de jazz con desvios y ocasionales descarrilamientos), en la Radio de la Universidad de Buenos Aires. Administra el blog Fischerman’s Tales (www.cuentosdelpescador.blogspot.com).
Ha participado en congresos sobre periodismo cultural invitado, entre otras instituciones, por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, presidida por Gabriel García Márquez. Ha dictado clases en distintas casas de estudio, entre ellas la Universidad “Adam Mickiewicz” de Polonia y la Universidad Austral de Chile. 

lunes, 22 de julio de 2013

Nuestros amigos del Círculo de Traductores de México cumplen un año y les hacemos llegar nuestros mejores deseos

Queridos colegas,

En estas fechas, el Círculo de Traductores está cumpliendo un año. En este año han ocurrido muchas cosas, planeadas y no planeadas, pero todas buenas. Hemos conocido a muchos colegas nuevos, gente que nos ha escrito a la cuenta desde muy diversos lugares y con quienes hemos podido entablar intercambios de lo más interesantes. Muchas gracias a todos. El Círculo de Traductores es básicamente una red de colegas que comparte información, ideas, invitaciones, convocatorias y oportunidades que puedan resultar útiles e interesantes para el surtido de gente que formamos este gremio, así que a las cuatro que lo animamos nos resulta muy gratificante que crezca y se fortalezca.

Como regalo de cumpleaños para todos ustedes y para ampliar la red, dimos un gran paso tecnológico y estrenamos una personalidad en facebook, como pueden ver en este enlace:
https://www.facebook.com/pages/C%C3%ADrculo-de-traductores/422052597910785?hc_location=stream O simplemente busquen Círculo de Traductores en el facebook y entablen amistad con un simple clic.

Este es un buen momento para que inviten a más personas a unirse a la red del Círculo. Aquellos de ustedes que son maestros en alguna institución, inviten a sus alumnos a sumarse, ya sea por las redes sociales o escribiendo a esta cuenta de correo, para que les lleguen los materiales y avisos. Si son alumnos, inviten a sus compañeros y profesores. Si son traductores independientes, freelanceros, inviten a los colegas que conozcan. También hágannos sus sugerencias de temas para las charlas, envíen material para circular, etc. Para todo eso es la red.

Una parte central del Círculo son las charlas mensuales sobre temas específicos relacionados con traducción. En este primer año se realizaron doce sesiones presenciales en el Centro Cultural de España, sobre muy diversos temas. Hasta el momento, estamos en deuda con los videos de estas sesiones, que esperábamos ir subiendo sobre la marcha. Es un asunto que está en manos de alguna deidad tecnológica que al parecer no sabemos invocar como es debido, puesto que no nos responde, pero esperamos que esto no tarde mucho más, para que podamos ver y oír nuevamente a quienes este año fueron compartiendo su experiencia, conocimiento y entusiasmo, siempre de manera generosa y solidaria. Sirva este mensaje para reiterarles nuestro agradecimiento. En nuestro blog pueden consultar los datos de las próximas sesiones: circulodetraductores.blogspot.com

Como saben, un importante modelo y fuente de inspiración para el Círculo es el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, diligentemente dirigido por Jorge Fondebrider, así que aprovechamos también para enviarles un saludo a nuestros colegas del otro hemisferio y a la gente del Club. Otra inspiración determinante fue 17, Instituto de Estudios Críticos, en particular Francisco Pérez. Con 17 incursionamos en los cursos y talleres de su área de Extensión, que está siendo una experiencia intensa e interesante. También los próximos cursos y talleres los pueden consultar en el blog.

Como en todo cumpleaños, llegó la hora de la piñata, que en este primer cumpleaños trae un surtido rico de archivos adjuntos que nos han enviado los colegas. Esta piñata no viene muy caramelosa, sino que trae un aire de desafío a las políticas lingüísticas de las instancias españolas que se erigen en dueñas y recaudadoras de una lengua que construimos día a día entre todos. Creo que la van a disfrutar mucho:

1. Silvia Senz y Jorge Fondebrider enviaron un artículo de Juan Jesús Zaro cuyo título ya lo dice todo: "El 'desafío' austral: las relaciones entre las industrias traductoras argentina y española”; es el capítulo 4 del libro de M. C. C. Vidal Claramonte y M. R. Martín Ruano (eds.), Traducción, política(s), conflictos: legados y retos para la era del multiculturalismo (Granada: Comares, 2013). (Se publicará en el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires en los próximos días.).

2. Estos debates entre España y sus ex colonias americanas se vienen arrastrando más o menos con los mismos argumentos desde el siglo XIX, como muestra el artículo de Graciana Vázquez, “La lengua española, ¿herencia cultural o proyecto político-económico? Debates en el Congreso literario hispanoamericano de 1892”, publicado en Revista Signos 41(66), 2008, pp. 81-106 (disponible en:http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=s0718-09342008000100004&script=sci_arttext). Va adjunto.

3. También los desafíos a la norma tienen su historia, como lo vemos en el artículo de Gerta Payás que envió también Silvia Senz y que va adjunto: "Tradukzión i rrebelión ortográfika”, publicado en TRANS: revista de traductología núm. 12 (2008), pp. 15-28 (disponible en: http://shial.colmex.mx/docs/Tradukzion_2.pdf).

4. Y desde la literatura de nuestra frontera norte también vienen desafíos, como en la nota de Heriberto Yépez sobre la nueva postura de Luis Humberto Crosthwaite respecto de las editoriales españolas, una nota que envió Miguel Ángel Leal: http://circulodetraductores.blogspot.mx/2013/07/un-escritor-norteno-contra-las.html

5. Y desde la misma academia actual salen actitudes desafiantes, como lo vemos en la charla que ofreció José Luis Moure, nuevo presidente de la Academia Agentina de Letras, en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires: http://circulodetraductores.blogspot.mx/2013/06/jose-luis-moure-en-el-club-de.html

Hasta ahí la piñata y el cumpleaños, amigos. Pasen la voz y hagamos crecer la red ahora que comienza el segundo año del Círculo. Va con un abrazo para todos y hasta pronto,


Lucrecia Orensanz

viernes, 19 de julio de 2013

"¿Jugamos como caballeros o como lo que somos?"


Como de costumbre, Marietta Gargatagli pone las cosas en su lugar y, recurriendo a la historia y a documentos que cualquiera que supiera realmente investigar podría consultar (claro, siempre y cuando tuviera voluntad y capacidad de hacerlo y no se limitara a robar ideas ajenas), pone en negro sobre blanco algunas cuestiones que, aunque le pesen a muchos de nuestros amigos peninsulares, deben ser debidamente discutidas a la luz de estas evidencias.  

I
Pluto en el Plata

En un trabajo reciente sobre las primeras traducciones de Albert Camus en España la autora reflexiona del siguiente modo:

“El hecho de que se tradujera a Camus siempre en países americanos podría indicarnos que, en un principio, las traducciones fueron más bien pensadas para el público latinoamericano, porque de hecho, desde España se sigue percibiendo el español de América (por poner una sola etiqueta a todas las variantes del español de los distintos países hispanohablantes), como un español de peor calidad, comprensible, pero secundario. Pero esto no es en absoluto exacto, ya que cualquier libro que se editase en lengua española era susceptible de ser distribuido en cualquier país de habla hispana. En los Congresos de Editores de la América Española (sic) y de España, celebrados en Santiago de Chile en 1946 y en Buenos Aires en 1947, se acuerda considerar todo el ámbito del idioma español como un solo país en lo referente a las áreas idiomáticas, por lo que los contratos de traducción se hacen para toda el área lingüística.”

Invirtiendo el orden del párrafo, aunque como se verá no el orden de los argumentos, resulta curioso que los congresos de editores a los que se refiere el texto sean los descriptos por Daniel Cosío Villegas, el fundador del Fondo de Cultura Económica, en “España contra América en la industria editorial” (1949).

El primero de ellos, el de Chile, fue una reunión de editores latinoamericanos que debía tratar, entre otros asuntos, los varios millones de dólares (de la época) que España adeudaba a las editoriales de América y las trabas administrativas y, sobre todo, la censura que imponía el fascismo desde 1938, antes incluso del fin de la guerra.

Según Cosío: “El gobierno y los editores españoles no debían tener por entonces su conciencia muy tranquila, pues sin haber sido invitados a la Reunión de Chile ni habérseles notificada siquiera que se celebraría, en Santiago se encontraban por “casualidad” tres importantes editores españoles y el secretario general del Instituto Nacional del Libro Español, es decir, un funcionario oficial del gobierno de España. Fueron invitados a asistir a una reunión privada con sus colegas hispanoamericanos, y aun cuando los españoles tenían derecho a suponer que éstos debían ser particularmente candorosos, puesto que habían tolerado durante siete años una situación lesiva a sus intereses y de una notoria injusticia sin decir una palabra, pronto se convencieron que pisaban un terreno deleznable, sobre todo cuando vieron reír sanamente a los hispanoamericanos ante todos los esfuerzos de los españoles para argumentar que en cuanto ocurría no había ni mala fe, ni culpa ni responsabilidad alguna que colgar a nadie como no fuera “la maldita suerte de cada quien”. Por eso, los españoles llegaron a admitir de mala gana que no podía ya diferirse una solución a la falta de pago de los libros hispanoamericanos.”

En la reunión del año siguiente, en Buenos Aires, a la que los representantes españoles sí fueron invitados, se trató el tema de la deuda y sólo se obtuvo la promesa de un pago diferido dos años. Como el fundador del fce observó, nadie desconocía que España tenía dificultades con la transferencia de divisas; sin embargo, tampoco nadie desconocía que no faltaban divisas para pagar derechos de traducción de autores extranjeros, comprar papel (17 millones de dólares) o satisfacer los contratos con los escritores nacionales. En resumen, para mantener una industria editorial que deslocalizada en parte —en Argentina se instalaron Espasa-Calpe, Juventud, Gili, Aguilar, Labor, Sopena— no estuvo ni un solo día inactiva pese al conflicto bélico; más aún, siguió vendiendo libros al 100 % del mundo castellanohablante mientras los editores latinoamericanos tenían que conformarse con el 60 % de ese espacio lingüístico porque no podían vender a España y cuando lo hacían no lograban cobrar. El compromiso firmado en Buenos Aires en 1947 no fue cumplido jamás.

II
Cantinflas

Como reflexionó Cosío Villegas: “Si los editores hispanoamericanos hubieran apreciado la honda filosofía que hay en la pregunta que Cantinflas hace a sus compañeros de juego al iniciar una partida de naipes: “¿jugamos como caballeros o como lo que somos?”, habrían entendido desde un principio que España lucharía usando todas las armas no sólo para rehacer una industria que significa millones de capital, sino la hegemonía espiritual y política sobre la América española. Y si los gobiernos y los propios editores hispanoamericanos hubieran entendido que la defensa y el éxito de la industria editorial nuestra no sólo significaba los millones de pesos invertidos, sino la verdadera independencia espiritual de América, otro habría sido el resultado”.

El Congreso de Editores de 1947 además de servir para hablar sobre esta deuda, que no se pagó, tuvo otro centro de interés: el rechazo de toda forma de censura, moción aceptada con la excepción del representante español, Alfredo Sánchez Bella, un conocido fascista que despertó las iras de la colonia republicana que vivía en la Argentina. Los acuerdos de Buenos Aires contienen un último aspecto singular: el secretario de la Cámara del Libro de la Argentina era el entonces poco conocido escritor Julio Cortázar.

Resulta muy difícil sostener (más bien repetir) que en este congreso de editores se acordó establecer “que todo el ámbito del idioma español sería como un solo país”. Aquel congreso de editores no representaba más que los intereses económicos de quienes participaban y no era el lugar para dirimir tales cuestiones ni establecer cómo se regularían los derechos de autor o de traducción. La recomendación de Buenos Aires no pasó de ser algo escrito en esos papeles y estuvo lejísimo de representar verdaderas relaciones contractuales. Basta mirar los catálogos de las editoriales peninsulares desde la década de 1940 para ver que no faltan —sin contrato alguno que sepamos—traducciones publicadas en la Argentina y cuyos derechos debían corresponder a ese país. Esa presencia, en algunos casos, dura hasta el presente.

La territorialización, la venta de derechos globales, las diferencias de tapa dura, tapa blanda, bolsillo y etcétera quedaron aclaradísimos cuando agentes literarios españoles, en los años setenta, establecieron quién y cómo se repartían los derechos de autor y de traducción. De esa distribución quedaron cartas emblemáticas como las que enviaba la agencia de Carmen Balcells a las editoriales argentinas en 1978, en plena dictadura militar: “Me permito reiterarles a ustedes, porque al parecer no ha quedado suficientemente claro en nuestra comunicación anterior, que siguiendo los expresos deseos del señor Graham Greene se ha procedido ya a la división del mercado para esta obra”[1]?

En el 2010 (sin incluir las ganancias de las 168 filiales de editoriales peninsulares que hay ahora en América), la cifra obtenida en España por la venta de derechos de autor se incrementó un 183,5% y alcanzó los 394,1 millones de euros, casi el equivalente de lo que se ingresó por las exportaciones de libros: 457,79 millones de euros[2]. La suma de las cifras (más las ganancias desconocidas de las filiales) muestra que aquella restauración neocolonial de la que hablaba Cosío Villegas no fue una quimera económica: los conglomerados, las editoriales y agentes literarios españoles gestionan los derechos de autor de casi todos los escritores latinoamericanos, entre ellos los más importantes de la lengua castellana del siglo xx; venden esos derechos de traducción o de edición por el mundo; venden, en el mercado latinoamericano previamente parcelado, país por país, las obras de esos autores; venden, en el mercado latinoamericano ya sin parcelar, traducciones como novedad o como rezago; venden libros, enciclopedias, gramáticas y diccionarios escolares; vender libros electrónicos y aspiran a crecer en este sector promocionando a través de redes educativas ad hoc[3] la imperiosa necesidad de la digitalización en las escuelas; venden libros de autoayuda a los que emigran de América latina a ee.uu y confían que esos posibles lectores, sus hijos, nietos y hasta sus choznos no abandonen el castellano jamás[4] aunque esa actitud implique escasas posibilidades laborales, aislamiento y fracaso.

III
El turista de la lengua

Decía arriba que iba a invertir el orden de los argumentos del párrafo inicial porque en realidad las dos partes querían decir lo mismo. Sí. La “lógica militar de ocupar espacios, sin importar demasiado con qué”, metáfora que Horacio Zabaljáuregui[5] del fce aplicó a los conglomerados industriales españoles que se instalaron en los noventa, ilumina magistralmente todas las operaciones culturales de este largo ciclo que empezó hace más de cien años. Una parte culminante de este sainete es (pre)ocuparse del castellano de América. Describirlo, interpretarlo y, sobre todo, corregirlo.

La tradición del paseante español, fuera filólogo o turista, escribiendo sobre la lengua americana o argentina es tan corriente que alguien debería hacer un libro que reúna esas interminables reflexiones sombrías. El procedimiento general para observar a los hablantes del Plata es la aplicación sin reservas de un instinto básico: la amnesia. Por ejemplo, Américo Castro atribuyó la peculiaridad lingüística rioplatense (y su destino histórico) a la anarquía reinante. Para escribir tal cosa, en 1943, Castro tuvo que sufrir un violento ataque de amnesia que borrara los 25 asonadas militares y golpes de estado que había habido en España desde mediados del siglo anterior, el último pocos años antes de que escribiera ese libro. Hoy, otro procedimiento es no consultar la abundante bibliografía que ya existe y armar una gramática contrastiva espontánea: unos cadáveres exquisitos combinando a Quinquela Martín con Moreno Carbonero que siempre se equivocaba de indígenas o de estación del año y tenía que volver a pintar una y otra vez el día que se fundó Buenos Aires.

En 1940, antes de que las editoriales españoles instaladas en Buenos Aires comenzaran las exportaciones hacia los otros países de América, Amado Alonso advertía: “¿Qué el español hablado en Madrid por las personas ilustradas es hasta ahora el más satisfactorio en términos generales? Conformes; pero, por un lado, eso es consecuencia del reflujo de la lengua literaria sobre el lenguaje oral de los madrileños ilustrados (beneficio que aguarda ahora a los porteños) […] Sería desastrosa para la calidad de nuestra lengua la eliminación de España en su gobierno.”

Nadie, que yo sepa, en América o en Argentina, pretendió siquiera remotamente disminuir la calidad de la lengua común. Tampoco eliminar a España de ningún gobierno. Más bien esos países contemplaron (y siguen contemplando) estupefactos lo contrario. ¿Son acaso los únicos afectados?

IV
Comizi d´amore

Se está haciendo en Barcelona una exposición extraordinaria dedicada a Pier Paolo Pasolini organizada por la Cinémathèque Française, el Palazzo delle Esposizioni de Roma, el Martin Gropius Bau de Berlín y el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (cccb). Los dos lugares, el propio cccb y la Filmoteca de Catalunya están rodeados de excelentes librerías. No están en ellas los grandes libros de Pasolini: los más importantes están descatalogados y nadie pensó en reeditarlos. ¿Por marxista?, ¿por libertario? ¿por homosexual?, ¿por poco rentable? Chi lo sa.

A esos vacíos, cráteres culturales se diría, les sigue una pregunta. ¿los profesionales de la escritura —traductores, escritores, correctores— de España, poseedora de esta industria exportadora de dimensiones colosales, no deberían cobrar en consonancia con esas cifras?

Quizá si esos honorarios se hubieran hecho realidad —están congelados hace más de diez años y en vías de disminuciones escalofriantes— los profesionales de la escritura sabrían dónde se venden los libros que traducen o escriben o corrigen, cobrarían como corresponde y nadie pondría como título Chavales del arroyo a Ragazzi di vita, uno de los libros más sorprendentes y hermosos que leí en mi preadolescencia, cuando lo editó Muchnik (Los libros de Mirasol) y se llamaba Muchachos de la calle. Ocurría en un barrio de Roma no en Pan Bendito.




[1] Madrid, El País, 17/11/2011.
[2] Datos de El sector del libro en España 2010. Observatorio de la lectura y el libro. Gobierno de España. Ministerio de Cultura. http://www.mcu.es/libro/docs/MC/Observatorio/pdf/Sector_libro_2010.pdf
[3] Divulga esa necesidad, por ejemplo, la Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la ciencia y la cultura que tiene su sede en Madrid, propone cursos que se imparten en universidades españolas y vende bibliografía editada por grupos editoriales también españoles. http://www.oei.es/noticias/spip.php?rubrique8
[4] http://www.icex.tv/index.php?MetaDataID=12443. Dirección de Icex. España. Exportación e inversiones.
[5] Citado por Malena Botto: “La concentración y la polarización de la industria editorial”, en José Luis de Diego (director): Editores y políticas editoriales en Argentina. 1880-2000, fce, Buenos Aires, 2006.