martes, 31 de octubre de 2017

Una versión española del canon (2)


Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949), último Premio Nacional de Poesía en la Argentina, periodista cultural y, por varios años, director de la revista Ñ, es también traductor. Entre sus últimos trabajos deben mencionarse una nueva versión de la Divina Comedia, de Dante Alighieri (publicada por la editorial Edhasa) y sendas antologías de los poetas italianos Pier Paolo Pasolini y Antonella Annedda. 

"Más que visión, intencionada y soberbia ceguera"

El castellano, como todo el mundo sabe, no se habla sólo en España. Hay más de 500 millones de hablantes de castellano en sus distintas variantes. Estas variantes no parecen encaminarse a dialectos de una lengua imperial, sino a lenguas derivadas, puesto que cada variación del léxico y la morfología, los coloquialismos que se convierten en lenguaje comunicacional y las tendencias en el uso de la sintaxis revelan distintas percepciones del mundo en cada zona del big–bang castellano. En cada una de esas regiones el castellano respira a su manera y crea incluso su propio aire. Lo cual viene siendo otras lenguas.

Pero Madrid, ay, Madrid supone que esas variaciones son nada más que accidentes. De suerte que no trepida en postular que lo que se escribe sobre suelo español, en castellano, es lo que vale como auténtico castellano.

Esa suposición de fondo es flagrante en una lista de la Sección Autónoma de Traductores de Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACETRADUCTORES, ACETT) publicada por El País con motivo de la celebración del Día del Traductor (30 de setiembre), intitulada "Traducciones canónicas". Dicha selección desconoce olímpicamente las traducciones que fueran hechas en los países  de la América castellana.

Como suele suceder aun en publicaciones periódicas o que dependen de páginas periodísticas, esta lista, incluida en la "Librotea" de El País, no tiene fecha, pero debemos pensar que es reciente, porque incluye traducciones de los últimos años. Si no lo fuera, el valor testimonial es el mismo: la selección y el desmesurado elogio brindado a cada una de las traducciones indican una visión centralista que más que visión es intencionada y soberbia ceguera.

Si todavía hablamos en términos generales el mismo castellano, es triste que Madrid no tome nota de la enorme obra de traducción realizada en México, en la Argentina, en Chile, en Venezuela.

Como no hablamos la misma lengua, la lista de la sección  traductora de la Asociación Colegial de Escritores de España hay que tomarla como un indicio más del inevitable corte de relaciones idiomáticas con la ex metrópolis. Lamentablemente, es una despedida alborotada por cortes de manga, muecas de desprecio y un resonante vaffanculo, que más bien suena de nuestro lado que del de ellos. Al menos, es la palabra que se me ocurre para terminar este breve comentario al deplorable episodio.

Quien quiera ver cuáles son esas "traducciones canónicas" de la lengua castellana, haga clic sobre el vínculo que se copia abajo. En otra oportunidad, prometo una lista de traducciones, si no "canónicas", dignas de ser tenidas en cuenta, al menos por los lectores de la Argentina, y que no fueron hechas sobre el territorio de la Corona.

lunes, 30 de octubre de 2017

Una versión española del canon (1)


El 7 de febrero de 2016, el diario El País, de Madrid –una de las tantas piezas de las que está compuesto el Grupo Prisa, multimedia español de comunicación, de radio, televisión, prensa escrita y editoriales, presente en 22 países de Europa e Hispanoamérica– anunciaba con bombos y platillos la creación de Librotea. El recomendador de libros, “que permite a los lectores compartir sus recomendaciones literarias, así como conocer las de escritores, críticos literarios, ensayistas, blogueros y otros agentes culturales del mundo del cine, la música o las artes plásticas”.

Considerando la historia del grupo, y recordando la forma francamente repugnante en que el prestigioso crítico Ignacio Echeverría fue echado hace unos años del suplemento Babelia, por criticar una obra publicada por la editorial Alfaguara, por entonces propiedad de Prisa, no debe extrañar la recurrente manipulación de la que suelen ser objeto los temas que se tratan en las páginas de El País y sus suplementos, la sombra de duda que dejan muchos de sus artículos y la continua invención de reputaciones que no existen, a los efectos de hacer negocios. Tampoco debe asombrar la forma en que de manera explícita o por omisión algunos de sus periodistas desacreditan a aquéllos que vayan a cruzarse en los designios del medio.  

El 30 de septiembre pasado, con la excusa de celebrar el Día Internacional de la Traducción, Librotea publicó una lista que se anunció como elaborada por los miembros de la Sección Autónoma de Traductores de Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACETRADUCTORES, ACETT). Allí se ofrecía un listado de “traducciones canónicas”, que puede consultarse siguiendo éste vínculo:

Una rápida lectura permite comprobar que se buscó privilegiar a ciertas editoriales en desmedro de otras. Luego, que la elección de traductores canonizados y de otros en vías de serlo, matizada por otros poco canónicos, deja abiertas las puertas para quedar bien con dios y con el diablo al mismo tiempo. Pero lo más curioso –y “curioso” debe leerse como un eufemismo– es que, con la única excepción de Celia Filipetto, argentina radicada en España desde hace varias décadas, no hay en las obras elegidas ninguna otra traducida por latinoamericanos. Sin embargo, lo interesante es que en ningún lado se habla de “traducciones canónicas españolas”, sino de “traducciones canónicas” a secas.

Según se aclara en la nota, quien ha elaborado el listado luego de la consulta correspondiente es Carlos Fortea, actual presidente de ACEtt, institución a la que puede pertenecer cualquier traductor, con independencia de su nacionalidad o país de residencia, siempre y cuando cumpla con los siguientes requisitos:

De acuerdo con varios miembros de ACEtt, que pidieron no se revelaran sus nombres, a pesar de recibir dinero público y de tener unos 500 socios, sólo una treintena participan de los foros, listas y premios que involucran a la asociación. Lo cual, por tanto, permite sospechar que las decisiones las toma un grupo muy reducido. Acaso por ello, no es un secreto que cada año aumenta el número de traductores que se dan de baja por discrepancias con el núcleo duro de ACEtt. Tal vez en esa lógica deba incluirse entonces la lista de Fortea que, salvo se presente el debido listado de traductores que participaron en la selección, parece elaborada por unos pocos.

Las sospechas podrían incluso ir más allá. Por caso, ¿qué justifica como “canónica” la curiosa traducción de Madame Bovary (ella la rebautiza La señora Bovary) de María Teresa Gallego –ex presidente de ACEtt, durante el período previo a la presidencia de Fortea, de quien es amiga– y no, por ejemplo, las excelentes versiones de Juan Bravo Castillo o Mauro Armiño? ¿Cuál ha sido el criterio de selección?

Pero por fuera de estas cuestiones, la reacción que ha producido la existencia de esa lista en un gran número de traductores, escritores y editores españoles y latinoamericanos  merece no pocos comentarios. De eso van a tratar las siguientes entradas a este blog, que incluyen respuestas a la actitud de Fortea y sus consultados, listas propias de grandes traducciones no consideradas por ACEtt y una invitación general a discutir sobre estos temas.

Comprendemos, asimismo, que la actitud de ACEtt traductores debería alertar a nuestros amigos de la AATI, en la Argentina, y del Círculo de Traductores, en México, sobre el sentido y la oportunidad de establecer relaciones y convenios con esa curiosa institución española, que a la hora de la verdad, se limita a elegir “españa”. 

viernes, 27 de octubre de 2017

La Academia Argentina de Letras da señales de estar viva

Alejandro Parada, director de la biblioteca de la AAL
En el último boletín de la Academia Argentina de Letras se incluye la siguiente noticia sobre el proyecto digital de esa institución, que ya supera los 500 títulos (ver al final de esta entrada). Se trata de una magnífica iniciativa que vale la pena conocer.

Libros argentinos gratis en formato digital

Luego de la nota publicada en el diario La Nación el pasado 19 de julio y del video de la agencia de noticias DyN con una entrevista hecha en la AAL al director de nuestra Biblioteca, sigue la repercusión que a nivel cultural tiene el gran trabajo de digitalización de las “Obras raras y valiosas editadas en la Argentina durante el último tercio del siglo XIX” que, gracias al convenio con Wikimedia Argentina, lleva a cabo la Biblioteca “Jorge Luis Borges” de la Academia Argentina de Letras desde hace dos años. Ahora el sitio web y red social de divulgación literaria y cultural La Lectora Futura difundió a todos sus usuarios la noticia del proyecto digital.
     
En la nota se reproduce el video de DyN y se comparte el enlace al catálogo completo de las obras literarias digitalizadas, accesibles y a disposición de todos los ciudadanos a través de internet.

La Lectora Futura es un sitio que concentra información acerca del mundo del libro, principalmente dentro del mundo hispanohablante. El contenido es tomado de los medios de comunicación y de distintas instituciones, muchas de las cuales publican su propio contenido. Su objetivo es ser un lugar donde los lectores, escritores, bibliotecas, distribuidores, libreros, editoriales y todos los trabajadores de la industria del libro confluyan para informarse de las novedades del sector editorial en lengua española y para encontrarse con otros profesionales y lectores.

El equipo de La Lectora Futura envía diariamente el boletín digital “El mundo del libro al día” con las principales noticias en el mundo del libro y la literatura. La noticia sobre el proyecto digital de la AAL fue difundida a todos los suscriptores en uno de los últimos números de ese boletín.

·         La nota en La Lectora Futura

jueves, 26 de octubre de 2017

Entre la hipocresía y la estupidez

Gregory Peck y Harper Lee durante la filmación
de la película basada en la novela


Matar a un ruiseñor, de Harper Lee, censurada en los Estados Unidos”, dice la volanta de la nota publicada en el día de ayer en el diario Página 12, de Buenos Aires, por la periodista Silvina Friera. Según la bajada, “Todo un clásico de la literatura norteamericana y uno de sus textos más explícitamente antirracistas, la novela fue retirada del programa de lectura de una escuela de Misisipi por el uso reiterado de la palabra nigger, considerada ofensiva.

Los problemas de la corrección política

La corrección política, plantea Paul Berman, “es la niebla que se levanta cuando el liberalismo estadounidense se encuentra con el iceberg del cinismo francés”. Los cruzados del neopuritarismo, la tolerancia y el diálogo, tan preocupados por las formas y no por embarrarse en los debates de fondo, son tan peligrosos que se terminan pareciendo a los macartistas de los años 50. O peor aún: se ponen el lúgubre uniforme de policías de la lengua. La palabra nigger, con una irrebatible connotación peyorativa y rastros ominosos de la esclavitud, es demasiado ofensiva para los adolescentes y niños estadounidenses. Como perturba las buenas conciencias, el supuesto remedio es peor que la enfermedad: censurar y prohibir. La novela Matar a un ruiseñor, de Harper Lee (1926-2016), fue retirada de la lista de lecturas de una escuela de Biloxi, en el estado de Misisipi, al sur de los Estados Unidos, porque en sus páginas aparece reiteradamente el término nigger. Por idénticos motivos, en diciembre del año pasado fue excluida de los planes de estudio del condado de Accomac, en el estado de Virginia.

La mayor paradoja es que la novela de Lee, publicada en 1960, está considerada una de las ficciones más antirracistas de la literatura estadounidense, una historia que aboga por la igualdad de las razas. La narradora de Matar a un ruiseñor es la niña Scout Finch, que vive junto a su hermano mayor Jem y su padre Atticus, un abogado viudo, en el pueblo ficticio de Maycomb, en Alabama. Los pobladores se ensañan con Atticus, a quien con extremo recelo llaman “amante de los negros”, porque decide defender a un hombre negro llamado Tom Robinson, acusado de violar a una joven mujer blanca. La memorable versión cinematográfica de Matar a un ruiseñor se estrenó en 1962, dirigida por Robert Mulligan y protagonizada por Gregory Peck.

El diario The Sun Herald informó que la novela de Lee fue retirada porque la Junta Escolar de Biloxi recibió quejas de los padres, que objetaron que “el lenguaje incomodaba a los estudiantes de octavo grado (entre 13 y 14 años)”, explicó Kenny Holloway, vicepresidente de la Junta. Hay algo más que supera por varias cabezas lo absurdo. En los correos electrónicos enviados por los padres a la Junta Escolar se reconocía que el problema estaba en la palabra “N”… ni siquiera se animaban a escribir la palabra completa, como si al hacerlo se convirtieran en la reencarnación del Ku Klux Klan del siglo XXI. La metodología “policial” fue muy similar en las escuelas de Virginia. Marie Rothstein-Williams, madre de un adolescente, pidió expresamente que la novela de Lee junto a Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, fueran excluidas porque habían perturbado a su hijo. “No discuto que sea una literatura excelente”, aseguró Rothstein-Williams, “pero hay tantos insultos racistas y palabras ofensivas que es imposible ignorarlas y ahora mismo ya vivimos en una nación dividida”.

La Coalición Nacional Contra la Censura (NCAC, en sus siglas en inglés) advirtió en diciembre pasado que la prohibición hacía “un flaco favor a los estudiantes” porque soslaya la discusión sobre el racismo, un asunto pendiente en la sociedad norteamericana, como lo demuestran los disturbios de Charlottesville (Virginia) en agosto de este año, donde grupúsculos supremacistas blancos y neonazis, armados hasta los dientes y envalentonados más que nunca desde que Donald Trump es presidente de los Estados Unidos, se enfrentaron con manifestantes antirracistas, entre los que estaban la agrupación Black Lives Matter (Las vidas negras importan). ¿Qué novelas o libros de cuentos sortearían esta inspección policial, si se pusieran a contabilizar cuántas veces aparece la palabra nigger en cuestión? ¿Sacarían de las escuelas las obras de Mark Twain, William Faulkner, Erskine Caldwell, Francis Scott Fitzgerald, John Steinbeck y Carson McCullers, entre tantos otros narradores estadounidenses imprescindibles? El filósofo esloveno Slavoj Zizek plantea que la corrección política es “una forma de autodisciplinamiento que no permite verdaderamente superar el racismo. No es más que racismo oprimido y controlado”.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Esperemos que a nadie le dé un subidón de presión después de leer esto

Continuando con la saga, otra de esas palabras españolas objetadas en el comentario publicado en este blog el lunes pasado, a propósito de Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno, de Bob Stanley, que, en traducción de Víctor Vicente Úbeda Fernández, la editorial Turner distribuyó en Latinoamérica. La insistencia en continuar con el tema se relaciona directamente con la defensa que Pilar Álvarez Sierra, editora del volumen, realizara en uno de los comentarios que se leen en esa primera entrada. La serie de objeciones debidamente justificadas podría seguir indefinidamente. Tal vez tanto la entrada de ayer como la de hoy basten para dejar en claro hasta qué punto la editorial Turner no tiene un verdadero interés en considerar a sus lectores de allende los mares.  


Otras maneras de decir lo mismo, pero que se entienda

La frase que emplea Bob Stanley en el original es ésta:

There are a few intros in the pop canon that give you an adrenaline shot within a second —literally— of them starting up. . . 

Víctor Vicente Úbeda Fernández  la traduce así:

“Pocas introducciones hay en el canon del pop capaces de provocar un subidón de adrenalina al escaso segundo (literalmente) de empezar a sonar…”

No se trata acá de discutir el gusto de cada traductor por tales o cuales formas, sino de tratar de entender por qué la elección de la palabra subidón es del todo improcedente más allá de las fronteras de España.

El engendro de la RAE define “subidón” a partir de su 23ª. Edición, señalando que se trata de una “elevación rápida y fuerte que experimenta algo. Ej.: Tuvo un subidón de fiebre”.

En el caso del diccionario de María Moliner, se lee a propósito de “subidón”: “m. inf. Aum. frec. de subida, referido especialmente al estado de ánimo”.

Otros diccionarios españoles aclaran que se trata de una forma coloquial para nombrar una “sensación intensa producida por el consumo de una droga”.

En el foro de Word Reference.com también se debate si la palabra es lícita o no, y lo interesante es que nuevamente, con la única excepción de un participante de Costa Rica –que declara que en su país se usa–, quienes la defienden son exclusivamente españoles. Los participantes de Argentina y de Chile dicen poder entender a qué se refiere, pero no usarla.

Ahora bien, si buscamos entre los posibles sentidos de shot en inglés –la palabra que Bob Stanley emplea en el original–, encontramos que, según el Merriam Webster, significa todo esto: https://www.merriam-webster.com/dictionary/shot

Por su parte, el Cambridge da esos sentidos y algunos otros, entre los que se encuentra: “the amount of a drug that is put into the body by a single injection” o sea, “la cantidad de droga que se pone en el cuerpo por medio de una sola inyección”. Esta última significación podría acercarse a la que ha decidido el traductor, siempre y cuando se considere que la frase tiene un claro sentido coloquial, algo que no es evidente aquí.

De hecho, cuando uno busca cómo se traduce la expresión estrictamente española "subidón de adrenalina", lo que encuentra es adrenaline rush o adrenaline kick, pero, de ninguna manera adrenaline shot, que, cuando aparece, se traduce por "inyección de adrenalina". 

Al buscar qué es la adrenalina, uno encuentra que se trata de una hormona y de un neurotransmisor, que incrementa la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos y dilata los conductos de aire. Por lo tanto, en forma de droga (epinefrina) sirve para tratar los paros cardiorespiratorios, la anaflaxia y el sangrado superficial. Según la U.S. National Library of Medicine,  hay una única manera de administrar la epinafrina en forma de inyección: “La epinefrina se debe inyectar sólo en el medio del lado externo del muslo, y se puede inyectar a través de la ropa, si es necesario, en caso de emergencia. No se inyecta la epinefrina en las nalgas ni en ninguna otra parte de su cuerpo”. Esto la diferencia de otras drogas que utilizadas en las inyecciones intracardíacas, se administran directamente en los músculos o ventrículos del corazón y se usan sólo en emergencias para evitar reacciones alérgicas graves.

Toda esta larga explicación tal vez sirva para pensar que “subidón”, además de ser palabra que está fuera del léxico de Hispanoamérica, no es lo que está diciendo el original. Por otra parte, es una elección demasiado personal del traductor, tal vez un tanto alejada de lo que realmente dice el texto.

Así, entre otras posibilidades, sin que perdiera el sentido y con un léxico que supera las breves fronteras de España, podría traducirse así:

“Hay unas pocas introducciones en el canon del pop que le den a uno una carga / descarga / inyección de adrenalina a un segundo —literalmente—, de comenzadas...”

Como se lee, siempre hay otras posibilidades que ni achatan, ni cambian el sentido del original. No se trata de un "castellano neutro", sino de uno que sí se entienda en todas partes y que no esté teñido de color local, Wyoming y el Reverendo, Madrid me mata, Siniestro Total y lindezas por el estilo.

Esta traducción "tan extraordinaria" (en palabras de la editora) podría ser más hospitalaria y no excluir a la mayoría de los lectores de la lengua. Claro, primero habría que pensar que existen, pero no sólo a la hora de venderles espejitos de colores.


martes, 24 de octubre de 2017

Pilar Álvarez Sierra decide "beber a morro" en lugar de "beber directamente de la botella"

En el día de ayer, un comentario firmado por el Administrador de este blog, motivó la reacción de Pilar Álvarez Sierra (foto), la editora de la colección Noema, de la editorial española Turner. Ante la crítica que se le hacía a Víctor Vicente Úbeda Fernández por una de sus traducciones para el sello, en la que sobreabundan los giros castizos, lo defendió con el siguiente argumento: “En el caso de Yeah! Yeah!..., por no hablar en general, yo defiendo que tener a un traductor como Víctor Úbeda, que no sólo sabe de música casi tanto como los autores a los que ha traducido para nosotros, sino que escribe con extraordinario fluidez y expresividad, compensa las posibles desviaciones ‘personalistas’ de su prosa”.

La primera pregunta se cae de madura: si Víctor Úbeda sabe tanto como los autores que traduce, ¿por qué no escribe él mismo los libros que publica Turner? Estarían así directamente escritos en su castellano y no tendría que darle cuenta a nadie por sus elecciones prosódicas o léxicas. 

Pero si Pilar Álvarez Sierra se contenta con tenerlo como traductor, habría que preguntarles a ambos unas cuantas cosas sobre las razones por las que eligen una expresión exclusiva de un ámbito mínimo de la lengua y no otra más abarcativa, en los casos en que esto es posible.

Entre los ejemplos de traducción excesivamente localizada planteados en el día de ayer, figuraba éste: “Beber Jack Daniel’s a morro”.

Cuando se busca el significado de la expresión española –no hispanoamericana– “beber a morro” los resultados pueden ser desconcertantes. Según varios diccionarios –incluido el engendro de la RAE– podría definirse como “beber sin vaso, aplicando los labios directamente al chorro de líquido o al recipiente que lo contiene”. Muchos traductores optan entonces por usar ese giro como si fuera común a toda la lengua, cosa que de ninguna manera se corrobora en la práctica. De hecho, en el foro del Word Reference.com, uno de los tantos foros activos para consultas de índole lingüística, se puede leer una larga discusión al respecto.

¿A morro o de la botella?
Así, ante la pregunta por el significado de la expresión, realizada desde España por un tal Belano75, Lady Jeckill, de Madrid, dice que cuando se encuentra por el campo con alguna fuente, literalmente “bebe del chorro”, advirtiendo la necesidad de que se les diga a los niños que no deben beber del grifo directamente, sino del chorro. 


Alexacohen, de Santiago de Compostela, comenta que “diría beber a morro siempre que no se sirva la bebida en un vaso, no importa si es del caño, de la bota o del botijo”. Y para aclarar, agrega: “La cosa está en aplicar los morros al chorro de líquido, con o sin contacto físico con el surtidor”.

Pilucona, de Andalucía, dice, algo desconcertada: “Aquí se entiende que beber a morro es llevar la botella a la boca y beber a chorro es llevar la boca al chorro (¿se entiende? o me he liado)”.

 Pejeman, mexicano de los Estados Unidos, se suma y aclara: “En México usamos más ‘tomar’ que ‘beber’. Hacerlo directamente de la botella es ‘a pico’”.

Belano75 se resigna entonces y escribe: “Veo que no hay un consenso claro”, y lo interesante es que, si se exceptúa al participante mexicano, todos los que discutieron hasta aquí son españoles de distintas regiones de España, algo que advierte Chics, de Francia, cuando escribe: “Fíjate que depende de la zona en la que viven unas y otras”.

Y hete ahí que aparece un tal Yukia, que pregunta: “¿Alguien sabe si existe una expresión más elegante para decir ‘beber a morro’? Tampoco hace falta que sea algo refinado, pero sí algo que no chirríe si aparece en una narración escrita en un registro culto. A lo mejor no existe ninguna otra opción…”. 

Y Namarne, de Barcelona, dice con criterio: “No se me ocurre ninguna expresión, como no sea ‘beber de la botella’ o ‘beber directamente de la botella’ (o de la lata, etc.)”. 

Pero el debate sigue y ManPaisa, de Colombia –que, por lo de “paisa”, debe ser de Medellín– agrega: “Por aquí se dice ‘tomar a pico de botella’ (el término ‘beber’ se reserva casi exclusivamente para las bebidas alcohólicas)”.

Por supuesto que el intercambio continuó, pero hay elementos que resultaron comunes a todos los participantes: uno esla palabra “beber” (con la variante “tomar”) y otro la expresión “de la botella”, quedando rezagado “a morro” para apenas algunas regiones de España, no todas.

Acá sí: el cerdo bebe a morro
Hay más: “morro”, para toda la lengua, significa "hocico de los animales". Su empleo se registra fundamentalmente… en expresiones españolas, no americanas. Corominas, de hecho, registra que en 1734 ya se usaba para definir en la Península la “saliente que forman los labios abultados”.

Consultados el Diccionario de habla de los argentinos, de la Academia Argentina de Letras, así como el Diccionario etimológico del Lunfardo, de Oscar Conde, no hay entrada para la palabra y mucho menos para la expresión. Lo mismo sucede con otros diccionarios regionales en los que buscó el Administrador.  

La pregunta entonces pasa por la decisión que ante todas esas opciones va a tomar el traductor; vale decir, por saber si va a utilizar una variante regional o si va a dejar de lado usos y costumbres arraigados en su terruño en pos de un significado más abarcativo y, por lo tanto, más acorde con las particularidades de una lengua hablada por casi quinientos millones de personas. Dicho de otro modo, dado que ni en la misma España hay un consenso sobre el caso, ¿resulta tan complicado imaginar “beber de la botella” en lugar de “beber a morro”? 

Para la editora de este libro en cuestión, finalmente responsable de las decisiones editoriales, parece que sí, que las expresiones castizas del traductor son la mar de expresivas y que poseen un gracejo que ni Raphael.

Todo indica que habría que despachar las botellas de las diferentes bebidas producidas en Hispanoamérica del correspondiente folleto explicativo para que los lectores españoles comprendan qué significa "beber de la botella". 

lunes, 23 de octubre de 2017

Un libro excelente para no comprar en la traducción de Turner

Turner es una editorial española que, según su presentación institucional busca "el enriquecimiento intelectual, propio y ajeno, a través de la búsqueda incansable de información y nuevos enfoques, que finalmente plasmamos en formatos atractivos e innovadores", etc. Si todo se redujera entonces a la mala redacción que busca y busca, el problema no sería grave. Sin embargo, hay más.

El catálogo de Turner es excelente. No obstante, las traducciones de sus libros (que son la mayoría de su catálogo) parecen hechas a propósito para que se lean en dos barrios de Madrid y no en todo el ámbito de la lengua castellana, donde se exportan, a precios escandalosamente altos, sin que haya la menor consideración por los lectores de otras latitudes.

A modo de ejemplo, baste Yeah! Yeah! Yeah! The Story of Pop Music from Bill Haley to Beyoncé, de Bob Stanley, traducido por Víctor Vicente Úbeda Fernández como Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno. Se trata de un libro francamente espléndido, exhaustivo por donde se lo mire y, por cierto, muy ameno, que en su versión "española" hace uso y abuso de un léxico rústico y sólo comprensible en una película de Almodovar. Algunos ejemplos:

1) Hablando del cambio en la música que representaron Buddy Holly, Little Richard y Elvis Presley, se lee: "De repente, el ruido y el frenesí dejaron de ser señales de mala calidad y se convirtieron en valores deseables. Fue visto y no visto: apenas mediaron dos años entre la explosión inicial y la autoparodia: Flaco favor harían a estos pioneros las generaciones siguientes al acuñar la expresión 'estilo de vida roquero' para refirse a actividades como vestir chupas de cuero negro, destrozar televisores, beber Jack Daniel's a morro y colocarse con heroína". (pág. 29).

2) Refiriéndose a los títulos ambiguos de Louis Jordan, anota: "Jordan había aderezado su versión simplificada del swing con maneras de humorista procaz y títulos subidos de tono ('You Run Your Mouth and I'll Run My Buisenss" [Si te  vas de la lengua, te daré tu merecido], "I Like'Em Fat Like That"[Me gustan así de  gordas], "That Chick's Too Young to Fry" [Esa polluela es muy joven para freirla"] )." (pág. 30)

3) Refiriéndose a "Rock around the Clock", de Bill Halley, dice: "Pocas introducciones hay en el canon del pop capaces de provocar un subidón de adrenalida al escaso segundo (literalmente) de empezar a sonar." (pág. 36)

4)  Y también: "La cuestión de la edad podría no haber sido una desgracia tan terrible. Pero es que Haley ni siquiera era el tío Bill, ese pariente enrollado que te ponía sus discos de gramófono de Wynonie Harris y te servía una cerveza de tapadillo cuando tu madre no miraba; el tipo que te hacía sentir parte de una sociedad secreta, superior a los patanes del colegio. No: Haley era el 'otro' tío Bill, el que en las bodas sudaba a chorros y hablaba a voces, lucía rodales en los sobacos de la camisa y soltaba chascarrillos picantes y resentidos sobre su exmujer". (pág. 37)

5) Más adelante, cuando el autor se ocupa de tres rockeros británicos, el traductor le hace decir que "iban sobrados de voz, garbo y presencia..." (pág. 81)

En síntesis, todo el libro está traducido de esa manera, lo que, por cierto, incomoda a los lectores no españoles e impide una lectura fluida. Y lo curioso es que no puede argüirse que todo el libro esté originalmente escrito en slang o en alguna otra forma de argot. En muchos casos es evidente que ante la posibilidad de elegir un término común a toda la lengua, el traductor prefirió mantenerse en los dos barrios de Madrid que conoce, lo cual, es un error en el que ya había incurrido cuando tradujo, para la misma editorial  The Jazz Standards: A Guide to the Repertoire de Ted Gioia, que por alguna extraña razón pasó a llamarse El canon del jazz. Los 250 temas imprescindibles.

Ahora bien, antes de cargar toda la culpa sobre Úbeda Fernández, habría que considerar qué tipo de directiva editorial recibió de parte de los editores, si es que los tuvo. Suponiendo que no esté en el ADN del traductor imaginar que va a ser leído en otras latitudes de la lengua (algo que, a esta altura de la velada, no se lo cree ni Rajoy), eso debería considerarlo el editor y actuar consecuentemente. Sobre todo, teniendo en cuenta que buena parte del catálogo de Turner está coeditado con el Fondo de Cultura Económica de México, que tampoco parece haber realizado esfuerzo alguno para que esos libros, que cunden en sus librerías y que van a llegar desde El Paso a Tierra del Fuego, estén escritos en una lengua que entendamos los hispanoamericanos.

Y no hay excusa. De hecho, quien escribe estas líneas, hace ya muchos años tradujo para esta editorial un libro de John Goldman sobre arte abstracto. Por alguna razón del todo inexplicable, luego de que la traducción, meticulosamente pensada, pasara por el corrector de estilo, aparecieron en ella lindezas del tipo "ir a por" en lugar de "ir en busqueda de" y "cara" por "rostro", y "rostro" por "cara", sin que mediara explicación alguna ya que los editores ni siquiera tuvieron la delicadeza de enviar las galeras al traductor para que pudiera al menos defender sus propias elecciones.

Insisto: el catálogo de Turner es excelente, pero la manera en que están traducidos muchos de sus libros, cuyos originales son decididamente buenos, invita a que, al menos en Latinoamérica, uno no los compre. De hecho, si así fuera, tal vez los editores españoles de Turner pensarían dos veces en el léxico que emplean sus traductores antes de aprobar el libro para la imprenta.

Jorge Fondebrider 







viernes, 20 de octubre de 2017

Juan Arabia habló de Rimbaud y de Pound en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires

“La traducción como experiencia dialógica” fue el título elegido por el poeta y traductor Juan Arabia para su charla en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, que tuvo lugar exactamente ayer. Previamente, él había planteado una serie de preguntas que fue contestando durante la velada; entre otras,  ¿por qué Rimbaud hablaba tanto de las flores? ¿Qué aportan a la lectura de Ezra Pound los trabajos de Ruthven, Stock o Sieburth? ¿De qué manera un texto arroja luz sobre otro texto? ¿Cómo funciona todo esto en el terreno de la traducción? 

A lo largo de casi una hora y media, nuestro invitado se refirió a estas cuestiones y a muchas otras que podrán verse y oírse en  video, siguiendo este vínculo:
https://www.youtube.com/watch?v=SSD5fPJr-UY.


Juan Arabia (Buenos Aires, 1983) es poeta, traductor y crítico literario, egresado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y actual director del sello editorial y revista Buenos Aires Poetry. Ha publicado los libros: John Fante. Entre la niebla y el polvo (Buenos Aires, El fin de la noche, 2011); PosData a la Generación Beat (Buenos Aires, Buenos Aires Poetry, 2014); El Enemigo de los Thirties (Buenos Aires, Buenos Aires Poetry, 2015); John Fante: Camino de los sueños diurnos(Buenos Aires, Buenos Aires Poetry, 2016); El Enemigo de los Thirties (Ril Valley / Chile – Los Leones, 2017), Il Nemico dei Thirties (Collana Scilla - Fana, Italia, Samuele Editore 2017).

jueves, 19 de octubre de 2017

En octubre, Julia Zaparart diserta en el SPET

En el próximo encuentro, que tendrá lugar el jueves 26 de octubre a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515), nuestra invitada Julia Zaparart disertará sobre ”Políticas editoriales en traducción literaria: los casos de Patrick Modiano y Michel Houellebecq”

Se trata de la tercera exposición en el marco del Ciclo II/2017: Programa Sur, carnaval, políticas editoriales y 1968: Cuatro investigaciones en torno al objeto traducción.

Julia Zaparart es Traductora de francés y Profesora en Letras (UNLP) y Magíster en Traducción Literaria (París 8). Actualmente realiza un Doctorado en Letras en la UNLP. Se desempeña como profesora titular de la cátedra de Literatura francesa contemporánea (UNLP) y Traducción Literaria II (IESLV Juan Ramón Fernández).

Lectura sugerida:
-Julia Zaparart: “Patrick Modiano en español: el caso de Rue des  boutiques obscures”, en El taco en la brea, núm. 5 (2017), pp. 359-370, disponible en línea.

Quienes tengan previsto solicitar un certificado de asistencia, por favor no olviden firmar después de la reunión en la lista disponible en Cooperadora.

miércoles, 18 de octubre de 2017

¡Marche una fainá para Spregelburd!

En su columna del diario Perfil, del 13 de octubre pasado, Rafael Spregelburd reflexiona brevemente sobre los dialectos y usa a Génova y a la fainá como excusa. O al revés. 

Como en casa

Uno de los factores que contribuyen a que Italia sea infinita radica en la riqueza de sus dialectos. Siempre ocurren dos cosas simultáneas: la lengua oficial y la otra, la de la trampa, la travesura. Sabemos cómo se dice pero elegimos decirlo de otro modo. Las instituciones utilizan una sola lengua para todos, pero la vida por afuera se expresa en otros sonidos y está hecha de otra cosa.

El genovés está curado en la sal del destino de los puertos. Como nos pasa a los porteños de todo el mundo. No sólo es evidente la influencia de la vecina Francia o de la otrora poderosísima España, esa a la que llegó Colombo a pedir ayuda en su empresita, sino que aquí llegaban además el árabe de Túnez o el inglés de los comerciantes y piratas: hay un dialecto técnico marítimo que usa mezcla de inglés con genovés. Del puerto, en plena Via Aurelia, se abrían las rutas montañosas para ingresar a la Europa del norte todos los productos. Pero la arquitectura debió lidiar por siglos con la estrecha franja de planicie que quiso ofrecerle la Liguria. Aun más que en Venecia, donde el plan fue directamente descabellado, aquí el diseño urbano es demoníaco. Pero en eso radica el encanto poco difundido de Génova, la ciudad desfachatada sobre el mar en la que el mar no se ve, la villa hecha de escaleras, de calles a alturas impensadas, de autopistas caraqueñas, la urbe construida bajo tierra. No es inusual descubrir que bajo las calles, bajo alcantarillas enrejadas, se ve una ciudad sumergida, una Atlántida inundable de columnas altísimas, desagües como camas marineras, o teatros que se escarbaron tierra adentro en lo más duro de la roca porque sí.

Sólo aquí, aquí y en Buenos Aires, se puede comer la farinata, delicia pobre hecha de harina de garbanzos que en dialecto genovés se dice fainá y que no se consigue por Italia. Sólo aquí, como en Buenos Aires, los pescadores venden su pesca sin comerla. Los demás italianos sostienen que es porque el genovés es agarrado y prefiere vender el pescado (que es más caro) y cocinar con los productos de la tierra, más baratos. Yo –en cambio–, que filmé una vez una película entre pescadores marplatenses, sé que la pesca es una cosa horrible y maloliente que quita toda gana de comer. En el barco en el que yo filmaba había parrilla para el asado en altamar y el pescado se almacenaba en hielo en la bodega, allí donde no hubiera que olerlo para nada.

Me enamoré de Génova desde el avión. Y no nos une el fainá, sino el espanto.

martes, 17 de octubre de 2017

Homenaje a Wenceslao Roces, traductor de Marx


En el diario La Jornada, de México, el pasado 19 de septiembre, Reyes Martínez Torrijos publicó un breve artículo en el que comenta el homenaje que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le realizara al historiador Wenceslao Roces, traductor de Karl Marx.


Recuerdan en UNAM al historiador Wenceslao Roces

En el coloquio Karl Marx: El capital, crítica de la economía política. Libro I, el proceso de producción del capital, 1867-2017, dedicado también a la memoria de Bolívar Echeverría, se hizo hincapié en la importancia de Roces por ser difusor de la cultura internacional en México.

Al inicio, David Moreno Soto, editor de Itaca, destacó que el jurista e integrante del exilio español fue el responsable de “la primera traducción científica completa al español de El capital, junto con muchas otras obras de Marx y Federico Engels. Y que recientemente, en 2014, se publicó una nueva versión que él hizo del primer tomo de ese texto. En estos días está por salir el tomo 2”.

Después, el investigador Andrés Barreda mencionó que Wencesleo Roces fue un “precoz erudito y excepcional jurista crítico; protector del acervo artístico del Museo del Prado durante los bombardeos de Madrid; y su trabajo docente por más de 50 años en la Facutlad de Filosofía y Letras; y como un comprometido militante comunista”, entre otras tareas asumidas.

En el acto, participaron también Jorge Linares Salgado, director de la FFyL, y los antiguos colaboradores del intelectual jurista e historiador asturiano Ricardo Campa y Ernesto A. Schettino.

lunes, 16 de octubre de 2017

Traducir la imaginación: V Taller sobre traducción y edicion de literatura infantil y juvenil



Encuentro intensivo del 22 al 25 de noviembre de 2017 en Buenos Aires, Argentina

Convocatoria abierta hasta el 23 de octubre de 2017

La Fundación TyPA y Looren América Latina convocan a traductores, editores y especialistas de literatura infantil y juvenil a reunirse en un nuevo encuentro intensivo en torno a la traducción. El espacio contará con la participación de profesionales invitados del país y del extranjero, y se realizará en cooperación con FILBITA, el festival de literatura infantil de Buenos Aires organizado por Fundación Filba. 

Para esta quinta edición aniversario llega especialmente a la Argentina la canadiense Patricia Aldana. Figura de larga trayectoria internacional en el terreno de la literatura infantil y juvenil, activa promotora de la lectura y de la traducción, Patricia Aldana preside actualmente el jurado del premio Hans Christian Andersen, el mayor galardón internacional en este campo, otorgado por IBBY (International Board on Books for Young People). Estarán presentes además la traductora francesa Anne Cohen-Beucher y en algunos módulos de trabajo autores invitados a FILBITA, como la dupla suiza de Germano Zullo y Albertine, que llegan a Buenos Aires con apoyo de la fundación suiza para la cultura Pro Helvetia.  

La participación es gratuita con selección previa. 


viernes, 13 de octubre de 2017

Planeta se fue de Barcelona. Las otras analizan...

Xavi Ayén, Josep Massot y Sergio Vila-San Juán firman la siguiente nota publicada en el día de ayer por La Vanguardia, de Barcelona. En ella se habla de las consecuencias de la incertidumbre política y se pronostica un terremoto en la industria del libro español.

La capitalidad editorial de Barcelona se tambalea

Barcelona vio tambalearse el martes, pocos minutos después del discurso de Carles Puigdemont, su capitalidad editorial en lengua castellana. Y con ella, el liderazgo de la primera industria cultural española, que representa el 1,3% del PIB. El grupo Planeta había anunciado que si la independencia de Catalunya era declarada en cualquier forma, trasladaría su domicilio social a Madrid. Y cumplió con ello.

La capitalidad editorial se mide por varios baremos, unos objetivos, otros de prestigio. El primer concepto clave es el de la facturación, y desde hace varios lustros la del Gremi d’Editors de Catalunya –muy mayoritariamente barceloneses– era superior a la del madrileño. Por no mucha diferencia, pero lo era. Según datos del Ministerio de Cultura del 2017, Catalunya representaba el 49,5 por ciento frente al 43,4 por ciento de los editores de Madrid.

El grupo Planeta constituye el principal conglomerado editorial hispanoamericano, con una facturación de 3.300 millones de euros anuales, de los que 1.815 corresponden a las divisiones de libros. Representa en torno a un 18% del mercado. Si su producción pasara del registro de editores barceloneses al de los madrileños, la facturación de estos superaría el 60% del total español, mientras que la de los catalanes descendería en torno al 30%. No está claro que esto ocurra. De momento, Planeta sólo traslada la sede social del grupo, pero las editoriales y los trabajadores siguen en Barcelona. Un destacado editor barcelonés señala, sin embargo, que “a la larga o a medio plazo un traslado de la sede fiscal acaba implicando traslados operativos o presencia de nuevos trabajadores”. Fuentes del sector explican que “se trata de una decisión más meditada de lo que se ha dicho, no sólo por una declaración concreta. Ellos llevan años pensándolo y prevén que la inestabilidad política va para largo”. Todas las fuentes consultadas coinciden en que cuando se toman decisiones de este calibre, “resulta difícil que las empresas vuelvan”.

Un segundo criterio es el del prestigio y la influencia. El grupo Planeta, propiedad de la familia Lara, cuenta con 47 editoriales (más las 13 del Grup 62 y una en Portugal), varias de inequívoca raigambre barcelonesa. Ahora, sellos como Seix Barral que proyectó al mundo Carlos Barral y lanzó el boom sudamericano; la editorial Destino –que con Josep Vergés al frente lanzó los premios Nadal y publicó la obra completa de Pla– o la propia Planeta, que creada por José Manuel Lara Hernández consiguió su primer best seller en 1953 con Los cipreses creen en Dios del catalán José María Gironella, pasan a tener su razón social en la calle Josefa Valcárcel de la capital del Estado. Allí se reunirá el consejo; las grandes decisiones de fondo sobre todos estos sellos pasan ya a tomarse en Madrid.

En el grupo Planeta se remiten a la rueda de prensa del próximo sábado con su presidente Josep Creuheras para aclaraciones ulteriores de su postura e implicaciones prácticas de la decisión. Junto a Planeta, el otro principal gran grupo que tiene su sede en Barcelona es Penguin Random House (PRH), que agrupa a 37 editoriales. PRH está participado en un 75% por la multinacional alemana Bertelsmann y en un 25% por la británica Pearson. En un comunicado el grupo aseguraba diplomáticamente que “seguimos de cerca la situación” y que “en caso de que haya cambios, evaluaremos la situación en consecuencia y tomaremos entonces todas las medidas necesarias para defender los intereses de autores, lectores y empleados”. Observadores del mundo editorial apuntan que en Gutersloh, donde tiene su sede central Bertelsmann, se han preparado para cualquier eventualidad, de modo “que si se produce un cambio de ­marco jurídico, marcharían rápidamente”.

Los responsables de Salamandra, la editorial de Harry Potter, uno de los sellos medianos españoles con más peso y amplia difusión al otro lado del Atlántico, afirman: “La base de nuestro negocio es la compra de derechos de traducción, que se otorgan en función del idioma oficial del lugar donde se editan los libros. En caso de independencia real, Salamandra se vería obligada a trasladar su actividad a otra ciudad fuera de Catalunya. Por el momento, estamos a la expec­tativa.”

Anagrama, por su parte, “no ha puesto sobre la mesa” la eventualidad de marcharse de Barcelona. Daniel Fernández, de Edhasa, dice: “Quiero continuar viviendo en Barcelona. Si no cambian las cosas dramáticamente, seguiremos”.

Patrici Tixis, presidente del Gremi d’Editors de Catalunya, señala que “las empresas lo que buscamos siempre es seguridad jurídica y que nuestros procesos de trabajo puedan desarrollarse con garantías. La situación actual genera incertidumbre y no es buena para nadie”.

Las consecuencias de una eventual independencia de Catalunya casi no afectarían a la venta de derechos, pues muy mayoritariamente se realizan por áreas lingüísticas (español, francés, etcétera). Los editores temen, en cambio, la doble imposición fiscal, es decir, los impuestos de más que pagaría un país de fuera de la Unión Europea para cualquier operación. Si Malcolm Otero (Malpaso) ve “terrorífico” salir de la UE, Luis Solano, de Libros del Asteroide, dice que “si se produjera, cosa imposible, es evidente que nosotros, al igual que la mayor parte de las empresas que tienen su negocio fuera de Catalunya (en mi caso, el resto de España y Latinoamérica supone el 80% de las ventas), deberemos tener la sede en un lugar en que se pueda operar con euros y exportar a Latinoamérica. Se hacen una tirada para todos los mercados y, lógicamente, no vas a hacerla en un país que tiene aranceles”.

Las agencias literarias –otro factor clave en la hegemonía catalana en el mundo del libro– también estudian la situación. Algunas están buscando oficina en Madrid, por si acaso. Otras, como Antonia Kerrigan, dicen: “No nos planteamos salir, aunque a lo mejor dentro de quince días tengo que responder otra cosa. El problema sería que, fuera de la UE, habría que negociar con cada país nuevos acuerdos de impuestos, de lo contrario a cada autor le descontarían cantidades enormes por sus ventas en el extranjero”.

En el caso de las editoriales en catalán no hay lugar a dudas. El Grup 62, pese a pertenecer a Planeta, se man­tiene en Catalunya. Albert Pèlach, director general del Grup Enciclopèdìa Catalana, dice: “Somos una empresa catalana y defenderemos la república catalana allá donde sea”. Respecto a su acuerdo con Planeta, Pèlach comenta: “Tenemos una empresa participada en común y respetamos lo que hace cada uno en su casa”. Montse Ayats, presidenta de la Associació d’Editors en Llengua Catalana, se muestra prudente. “Hasta el sábado no sabremos el detalle de la decisión de Planeta y las consecuencias del cambio de sede. Lo fundamental es que se conservan los puestos de trabajo directos e indirectos, es decir, diseñadores, maquetistas...”.

La edición en catalán se ha visto favorecida por las ventajas que les da contar con un rico tejido industrial. Otra cosa es si una huida masiva de editoriales en castellano pudiera dar un vuelco y la cultura editorial dominante pasara a ser entonces la catalana y primara sobre la castellana.

Un riesgo que no pasa inadvertido a los responsables de editoriales con colecciones en catalán es la reacción de los escritores independentistas que podrían plantearse cambiar de editorial.