Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949), último Premio Nacional de Poesía en la Argentina, periodista cultural y, por varios años, director de la revista Ñ, es también traductor. Entre sus últimos trabajos deben mencionarse una nueva versión de la Divina Comedia, de Dante Alighieri (publicada por la editorial Edhasa) y sendas antologías de los poetas italianos Pier Paolo Pasolini y Antonella Annedda.
"Más que visión, intencionada y soberbia ceguera"
El
castellano, como todo el mundo sabe, no se habla sólo en España. Hay más de 500
millones de hablantes de castellano en sus distintas variantes. Estas variantes
no parecen encaminarse a dialectos de una lengua imperial, sino a lenguas
derivadas, puesto que cada variación del léxico y la morfología, los
coloquialismos que se convierten en lenguaje comunicacional y las tendencias en
el uso de la sintaxis revelan distintas percepciones del mundo en cada zona del
big–bang castellano. En cada una de esas regiones el castellano respira a su
manera y crea incluso su propio aire. Lo cual viene siendo otras lenguas.
Pero
Madrid, ay, Madrid supone que esas variaciones son nada más que accidentes. De
suerte que no trepida en postular que lo que se escribe sobre suelo español, en
castellano, es lo que vale como auténtico castellano.
Esa
suposición de fondo es flagrante en una lista de la Sección Autónoma de
Traductores de Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España
(ACETRADUCTORES, ACETT) publicada por El País con motivo de la celebración del
Día del Traductor (30 de setiembre), intitulada "Traducciones
canónicas". Dicha selección desconoce olímpicamente las traducciones que
fueran hechas en los países de la América
castellana.
Como
suele suceder aun en publicaciones periódicas o que dependen de páginas
periodísticas, esta lista, incluida en la "Librotea" de El País, no
tiene fecha, pero debemos pensar que es reciente, porque incluye traducciones
de los últimos años. Si no lo fuera, el valor testimonial es el mismo: la
selección y el desmesurado elogio brindado a cada una de las traducciones
indican una visión centralista que más que visión es intencionada y soberbia
ceguera.
Si
todavía hablamos en términos generales el mismo castellano, es triste que
Madrid no tome nota de la enorme obra de traducción realizada en México, en la
Argentina, en Chile, en Venezuela.
Como
no hablamos la misma lengua, la lista de la sección traductora de la Asociación Colegial de
Escritores de España hay que tomarla como un indicio más del inevitable corte
de relaciones idiomáticas con la ex metrópolis. Lamentablemente, es una
despedida alborotada por cortes de manga, muecas de desprecio y un resonante
vaffanculo, que más bien suena de nuestro lado que del de ellos. Al menos, es
la palabra que se me ocurre para terminar este breve comentario al deplorable
episodio.
Quien
quiera ver cuáles son esas "traducciones canónicas" de la lengua
castellana, haga clic sobre el vínculo que se copia abajo. En otra oportunidad,
prometo una lista de traducciones, si no "canónicas", dignas de ser
tenidas en cuenta, al menos por los lectores de la Argentina, y que no fueron
hechas sobre el territorio de la Corona.
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