Raúl Olvera Mijares* publicó la siguiente entrevista con Thomas Brovot, Susanne Lange y Christian Hansen el 19 de febrero de este año, en el periódico mexicano La Jornada. La misma tuvo lugar durante el Primer Taller Mexicano-Alemán de Traducción Literaria, patrocinado por el Instituto Goethe, el Fondo Alemán para Traductores y la Fundación Robert Bosch, en el marco de la Feria Internacional del Libro Guadalajara 2011.
Traductores alemanes en México:
entrevista a tres voces
Thomas Brovot |
–Al frente de un fideicomiso que otorga becas a traductores literarios y fomenta talleres de formación, Thomas Brovot, ¿cómo arrancó tu experiencia como traductor?
–Comencé a traducir en 1989 y al principio me costaba mucho trabajo. Sabía que quería dedicarme a traducir literatura pero no sabía cómo se hacía eso, luego poco a poco me fui enterando. Busqué libros atractivos, que nadie hubiera traducido antes, envié pruebas de traducción a muchas editoriales. Muchas respondían: buen libro, buena traducción, pero no es redituable, lo lamentamos. Después comencé a recibir encargos.
–Eres el traductor de Juan Goytisolo. ¿Cómo es la experiencia de trabajar con él? ¿Es tan difícil como dicen?
–Hasta la fecha llevo traducidos como diez libros suyos. La experiencia ha sido fructífera, ya que sus libros son difíciles, lo cual es de dominio público. La forma peculiar de escribir, la sintaxis, la multiplicidad de niveles en la prosa fueron un estímulo inmediato. Le escribí, sabía que estaba por llegar a Berlín, y le pregunté si podíamos conocernos. Él envió enseguida una carta de respuesta favorable, donde decía que se interesaba por su traductor, que quería conocerlo en persona. Así que tuvimos un encuentro en Berlín y desde entonces nos une una relación bastante cordial.
–¿En la actualidad te encuentras traduciendo alguna obra?
–Un libro de Juan Goytisolo que desde hace años he querido verter, Las virtudes del pájaro solitario (1988), una obra que el autor siempre ha querido publicar en alemán. En este libro se reúnen varias catástrofes del siglo XX. Es una obra con un trasfondo político y religioso, la mística árabe y la mística de san Juan de la Cruz. Todo esto se sobrepone en el libro. Una obra que cada vez se lee de modo diverso y donde se descubren siempre nuevas cosas.
Susanne Lange |
–Susanne Lange, ¿puedes resumir las razones por las que te hiciste traductora?
–Conmigo sucedió a causa del gusto por el idioma. Me interesé en la literatura hispanoamericana, y como mucha de ella no estaba traducida, comencé a leer con ayuda de un diccionario y así aprender español. Después vino esta necesidad de saber cómo sonaría en alemán. Cuando leí Palinuro de México (1977), de Fernando del Paso, decidí escribir mi tesis de maestría sobre esa novela. Durante la redacción comencé a traducir, casi sin proponérmelo, y no he podido parar hasta hoy. La lengua siempre ejerció una fascinación sobre mí y la lengua, en Fernando del Paso, tiene un papel primordial. Cada capítulo está escrito en un cierto estilo y exige un estilo correspondiente en la traducción.
–¿Cuál fue el libro que siguió a ése?
–Después vinieron muchos autores hispanoamericanos, Lydia Cabrera, por ejemplo. De los mexicanos, Juan Rulfo; poetas como Octavio Paz, otros poetas españoles como Luis Cernuda, García Lorca; un cubano, José Manuel Prieto, un colombiano, Juan Gabriel Vásquez. Pero lo que me ha ocupado más tiempo, seis años, es la nueva versión alemana de Don Quijote.
–Autores que desde el punto de vista de la lengua son difíciles, arduos, ¿no es cierto?
–Sí, justo eso, porque de otra manera no tiene caso. Un texto debe presentar siempre cierta resistencia, al menos desde el punto de vista lingüístico, para que uno lo adapte y no sencillamente lo traslade, sino extraiga del propio idioma algo que quizá no era tan visible, que subyacía en estratos ocultos y que emerge cuando uno intenta recrear un idioma distinto.
Christian Hansen |
–Christian Hansen, ¿cómo comenzó en tu caso el oficio de traductor?
–El oficio de traductor es extraño. Uno no puede evitarlo. Traducía de niño los libros de mi padre que estaban en español. Yo nací en Colonia. Cuando nos mudamos de ahí a Francfort, traduje de un dialecto a otro. Durante mi carrera universitaria también traducía los textos que no estaban en alemán y que los profesores con los que hacía mi tesis no dominaban. Cuando se traduce del latín se aprende cómo funciona la lengua de una manera más profunda y abarcadora que la forma en que se aprende el propio idioma. Es decir, el alemán nunca lo estudié con tanta minucia como el latín, con sus declinaciones, conjugaciones, morfología, sintaxis, incluso métrica.
–¿Te has probado como autor?
–Desde que tenía doce años escribo poemas, diarios, alguna vez quise componer piezas de teatro. Pero cuando me decidí por estudiar letras, poco a poco la escritura se fue trasformando en los trabajos académicos. Durante mi tesis doctoral en literatura comparada, asumí la traducción como mi profesión de supervivencia. Cuando comencé a traducir artículos de una revista francesa, que aparecía en alemán, ésta se convirtió en la verdadera escuela de la traducción. El salto hacia la literatura fue más bien casual. Alguien de la revista era lector de una editorial donde querían publicar un libro argentino. Un día, cuando estábamos leyendo el periódico, me preguntó si sabía español. Contesté que sí. Entonces me dio a traducir el libro. Eso fue el año de 1996. Desde entonces traduzco un libro tras otro.
–Si tuvieras la elección por parte de algún editor, ¿qué autores te gustaría traducir?
–Me gustaría traducir a Julio Cortázar, traducirlo de nuevo, mejorar lo que ya existe. Pero lo que más me gustaría sería que Roberto Bolaño estuviera vivo todavía, así podría traducir de él unas cuantas novelas más. Actualmente trabajo en Los sinsabores del verdadero policía (2011), una novela póstuma suya. Después viene La historia del pelo (2010) de Alan Pauls (1959) y luego El secreto del mal (2006), un conjunto póstumo de relatos de Bolaño. Y luego más argentinos, Patricio Pron (1975), quien reside como yo en Madrid en estos momentos.
* Raúl Olvera Mijares (1968) cursó estudios de filosofía tanto en Monterrey como en el principado de Liechtenstein. Autor de una obra que comprende novelas, ensayos, libros de cuentos, piezas de teatro y traducciones del alemán, inglés, italiano, francés, portugués y latín. Ha publicado en revistas como La Tempestad , Axiomathes de la Universidad de Trento, Anuario Filosófico de la Universidad de Navarra, Armas y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Provincias Internas del Centro Cultural Vito Alessio Robles, ArteletrA, Analogía Filosófica, AnáMnesis, Historias de entretén y miento y Sol de Tierra. Puntos cardinales (CONACULTA 2003) es su libro más reciente. Ha impartido cátedra en la Internationale Akademie für Philosophie im Fürstentum Liechtenstein, la Universidad Autónoma de Nuevo León, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y la Universidad de Monterrey. En la actualidad, en su natal Saltillo, se encuentra al frente de Lingua Franca, agencia de servicios lingüísticos y editoriales.
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