Wolfgang Vogt (*) publicó el artículo que se reproduce a continuación en Del@ (ver aquí), una revista digital de la Universidad de Guadalajara.
Rulfo en Alemania
Es admirable que en 1958, tres años después de la publicación original de Pedro Páramo, esta novela ya se haya editado en alemán gracias al entusiasmo y la iniciativa de Mariana Frenk, una profesora alemana de letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Aún no se había iniciado el boom de la literatura latinoamericana en Europa y sólo un pequeño grupo de lectores empezó a descubrir la nueva literatura de este subcontinente.
La literatura hispanoamericana de la primera mitad del siglo XX no era completamente desconocida en Alemania, donde en 1930 se publicó una traducción de Los de abajo de Mariano Azuela. Más que la revolución mexicana fascinó a los alemanes la pampa argentina y sus gauchos. En 1934 tuvieron la oportunidad de leer Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes y en 1952 se publicó una nueva traducción de esta novela. La pampa y la selva son para los europeos regiones típicas de Hispanoamérica. Conocieron la selva gracias a las traducciones de La vorágine de 1934 del colombiano José Eustasio Rivera y Doña Bárbara de 1941 del venezolano Rómulo Gallegos. Esta última novela se editó en una nueva traducción en 1952.
En la década de los años cincuenta, cuando se publica Pedro Páramo, para los alemanes los autores hispanoamericanos más conocidos eran Ricardo Güiraldes y Rómulo Gallegos quienes presentan escenarios exóticos y llenos de colores, así como personajes pintorescos. Indios y gauchos le parecen atractivos a un lector alemán quien busca lo diferente. La selva, la pampa, las zonas arqueológicas, los indios y los charros son para él la esencia de Hispanoamérica.
Un cacique legendario como Pedro Páramo es una figura atractiva para un lector ávido de lo exótico, pero como desconoce el contexto en el cual aparece, le cuesta trabajo entender la novela de Rulfo, quien aplica técnicas literarias complejas, mientras la narrativa de Güiraldes, Gallegos o Azuela se compone de estructuras realistas que el lector comprende con facilidad y es de corte tradicional. Pero lo que más debe desconcertar al lector alemán, ya familiarizado con la selva y la pampa, es el cambio de escenario. Tal vez ha oído hablar del desierto de Chihuahua, pero la tierra árida y seca del sur de Jalisco es para él algo completamente desconocido. No suele asociar México e Hispanoamericano con la sequía y aridez, sino más bien con la exuberancia de la selva. Echa de menos el color de las novelas exóticas de Rivera y Gallegos. El escenario de Pedro Páramo se concentra en lo blanco y negro, y Rulfo se distancia intencionalmente de los coloridos paisajes que describe Azuela en Los de abajo, porque odia el costumbrismo español.
Como el lector alemán desconoce todos estos hechos, le resulta difícil comprender que está leyendo una novela rural moderna. Sus personajes no se parecen a un héroe de revolución como Demetrio Macías, a los gauchos o a los indios. Seguramente le costará trabajo comprender el México moderno, cuya producción agrícola está en crisis. Su expectativa es la de un campo idílico o exótico, pero lo que encuentra es un paisaje desértico y los indios que tanto asocia el lector alemán con México tienen poca presencia en la obra rulfiana. Alberto Vital cita tres antologías de cuentos indios que se publican en Alemania en los años cincuenta.
Dentro de este contexto Pedro Páramo es un libro excepcional, pero nadie le explica al lector en qué consiste lo novedoso del libro. Eso tiene como consecuencia que el público que busca literatura hispanoamericana innovadora se interese más por Jorge Luis Borges, cuyos cuentos, de temática más universal, no requieren muchas explicaciones. En 1958 la editorial Carl Hanser de Munich lanzó al mercado un tiraje de 3,500 ejemplares de Pedro Páramo y, un año después, un tiraje de 5,000 ejemplares de Ficciones y El aleph de Borges. Tres años después de la primera publicación, los 3,500 ejemplares de Pedro Páramo aún no se habían agotado. A. Vital nos da otro ejemplo del mayor éxito de venta de Borges. En ediciones de bolsillo sólo se tiraron 15,000 ejemplares de Pedro Páramo y 30,000 del primer libro de Borges traducido al alemán.
Estos datos muestran que al público alemán le cuesta trabajo familiarizarme con la obra de Rulfo. Como al principio Pedro Páramo sólo se vendió con lentitud, la traducción de M. Frenk de El llano en llamas apareció en 1964, once años después de la publicación del original y seis después de la traducción de «Pedro Páramo». Además de Carl Hanser de Munich, las prestigiosas casas Suhrkamp y Fischer de Francfort editaron las traducciones de Rulfo realizadas por Mariana Frenk en diferentes colecciones, sin embargo la venta de los libros de Rulfo sigue siendo lenta. En las universidades alemanas Rulfo es uno de los autores mexicanos más estudiados, y hay un gran número de libros y artículos de investigación sobre él, pero éstos tienen una difusión limitada porque se dirigen a especialistas. Sólo una introducción general para un amplio público podría despertar un interés mayor entre los lectores comunes y corrientes. También existe la opinión de que la traducción de Mariana Frenk no es la más adecuada para introducir al lector al mundo rulfiano. Si realmente una nueva traducción podría ser un remedio, es una pregunta que sólo se puede contestar después de un examen minucioso de la traducción de Mariana Frenk. Tal vez unas correcciones o adaptaciones, así como unos comentarios explicativos al principio o final del libro serían suficientes.
Antes de comentar algunos aspectos de la traducción de M. Frenk quisiéramos echar un vistazo a la situación de la obra de Rulfo en Francia, donde la primera traducción de Pedro Páramo resultó ser un fracaso. Por eso se lanzó al mercado en 2005 una nueva traducción. Los comentarios de Gabriel Laculli, el nuevo traductor de Rulfo, quien tradujo también El llano en llamas (2001) nos revelan un poco las dificultades de difundir la obra rulfiana en el norte de Europa.
Uno de los mayores problemas del lector europeo es el hecho de que éste vive en una moderna sociedad industrial, en la cual sólo se conoce la vida campesina por lo que cuentan padres y abuelos. El rancho o la hacienda tradicional hoy día, salvo algunas excepciones, son empresas agrícolas modernas. Sólo un pequeño porcentaje de la población trabaja en el campo, y los ranchos de antaño, que se conservan en zonas con paisajes bonitos, viven más del turismo que de la agricultura. Sea como sea, hoy día, en la era del cultivo biológico y de la tecnología moderna, los campesinos tradicionales de los años cuarenta o cincuenta ya no pueden existir. Sus hijos, si todavía viven en el rancho, son adictos a la televisión y los juegos electrónicos. Por eso afirma Laculli que la cultura campesina francesa ha desaparecido; no tenemos más los vocablos ni las metáforas ligadas a la vida del campo; los últimos escritores que hablan de ella son de principios del siglo XX, a excepción de Jean Giono (que escribe todavía antes de los años cincuenta), voz de una tierra moribunda…, y de sus tradiciones ancestrales. (p.341).
Pero aun en estas circunstancias Laculli es capaz de recrear al «encantamiento rulfiano», de conservar «la magia del verbo y de la dramaturgía» (p. 342) que podría ser destruida por una traducción demasiada literal o técnica. Busca «un equilibrio satisfactorio entre una lengua no pulida y la arquitectura poética de Rulfo». (p.343). Lo que hizo Laculli no fue sólo una traducción, sino el intento de hacer una recreación poética de la obra de Rulfo y aparentemente lo logró. Giono le ayudó a comprender mejor el mundo campesino de Rulfo y, precisamente, la narrativa rural de Giono le sirvió a Rulfo de modelo literario, así como la de Knut Hamsun y otros autores escandinavos. La obra del autor campesino francés es una clave que facilita al lector y estudioso francés el acceso a la narrativa rural de Rulfo.
Pero aun en estas circunstancias Laculli es capaz de recrear al «encantamiento rulfiano», de conservar «la magia del verbo y de la dramaturgía» (p. 342) que podría ser destruida por una traducción demasiada literal o técnica. Busca «un equilibrio satisfactorio entre una lengua no pulida y la arquitectura poética de Rulfo». (p.343). Lo que hizo Laculli no fue sólo una traducción, sino el intento de hacer una recreación poética de la obra de Rulfo y aparentemente lo logró. Giono le ayudó a comprender mejor el mundo campesino de Rulfo y, precisamente, la narrativa rural de Giono le sirvió a Rulfo de modelo literario, así como la de Knut Hamsun y otros autores escandinavos. La obra del autor campesino francés es una clave que facilita al lector y estudioso francés el acceso a la narrativa rural de Rulfo.
Para los alemanes esta clave sería la obra de Hamsun, muy apreciada sobre todo en el ámbito de la cultura alemana. Rulfo era un admirador de lo germánico, pero se interesaba mayormente por la narrativa noruega, sueca y danesa de su tiempo ampliamente difundida en el mundo occidental. En cambio la literatura rural alemana, debido a su carácter regional, no tuvo difusión internacional. Autores innovadores como Rilke, Kafka o los expresionistas no tenían ningún contacto con el mundo campesino que le interesaba a Rulfo.
La obra de Rulfo debería atraer a lectores alemanes a quienes les gusta Hamsun o Jean Giono. La obra del escritor francés es mucho menos popular en Alemania que la del noruego. En realidad, los pocos narradores rurales alemanes que escriben entre 1930 y 1950, a pesar de su admiración por Hamsun, se repliegan más bien al mundo campesino tradicional y escriben para los habitantes de la región en la cual nacieron. Muchos lectores modernos los desprecian tomándolos como autores enamorados de su terruño que no quieren abrirse al mundo moderno. El campo ya no es atractivo para los nuevos lectores de Alemania. Sin embargo, la atmósfera enigmática y poética de las novelas de Hamsun sigue fascinando a los lectores alemanes. Pero nadie les explica que el mundo misterioso de Hamsun se relaciona con el universo mágico de Rulfo y que los campesinos callados de Provenza de Jean Giono se parecen a los del sur de Jalisco. El campo del alemán Peter Dörfler o del austriaco Kart Heinrich Waggerl es idílico y a pesar de la admiración de estos autores por Hamsun, la tradicional sociedad rural que describen poco tiene que ver con la de Giono y Rulfo. La literatura rural de lengua alemana carece de elementos misteriosos y mágicos. Y autores menos tradicionales que Dörfler y Waggerl ya no se interesan por el campo, porque Alemania se está convirtiendo en una sociedad urbana e industrial.
En estas circunstancias el lector no sabe dónde ubicar la obra de un escritor mexicano como Rulfo. Primero la relaciona con el exotismo de la selva y de los indios y después descubre que está leyendo narrativa campesina moderna. Pero, como ésta no existe en Alemania, se queda un poco desconcertado ante un fenómeno que para él es insólito y tal vez anacrónico. En el mundo en que vive una novela campesina moderna no es posible, porque el futuro pertenece a la sociedad industrial urbana. Sólo una perspectiva desde el mundo misterioso de Hamsun le podría abrir el acceso al mundo mágico de los campesinos de Rulfo. Hamsun, A diferencia de los autores rurales alemanes, Giono y Rulfo son autores regionales y universales a la vez. La novela Nobleza campesina (1930) de H. E. Busse atrae a lectores que quieren conocer más a fondo la vida en la Selva Negra , sin embargo, los lectores de Rulfo no se sienten atraídos por la región desértica del sur de Jalisco que describe el autor. Lo fascinante de la obra de Rulfo es el mundo mágico y misterioso de sus campesinos que luchan por sobrevivir en tierras áridas y secas. Precisamente esta magia se puede perder en las traducciones.
Rulfo crea un estilo literario original inspirándose en la oralidad de los campesinos. Ellos usan un lenguaje escueto y sobrio. El traductor francés puede relacionar el lenguaje de los campesinos de Rulfo con el de los campesinos de Giono. Ambos se expresan con la misma sobriedad. Lo que facilita también la traducción al francés es el hecho de que los elementos dialectales están casi ausentes en la literatura francesa. En cambio en la alemana los autores caracterizan a sus campesinos por ciertos rasgos regionales en su lenguaje. Incluso hasta inicios del siglo XX autores muy leídos escribían parte de su obra en dialecto. Un campesino, quien se expresa en un lenguaje neutral, sin color local, parece inauténtico.
Cuando leemos la traducción alemana se pierde, precisamente, el encantamiento rulfiano y la magia del verbo debido a un estilo correcto e insípido. El estilo que usa Mariana Frenk para traducir a Rulfo podría utilizarse igualmente para un informe burocrático o una crónica periodística. La poesía del texto muchas veces se pierde, porque Frenk realiza un trabajo sólido de traductora y no tiene la ambición de recrear un texto literario. Ella se mueve en un ámbito académico completamente ajeno al mundo artístico. Su traducción ayuda a estudiantes con conocimientos insuficientes de español a entender bien el texto original.
Queremos dar sólo pocos ejemplos para ilustrar esta situación. En Pedro Páramo, dice Miguel Páramo «Se me perdió el pueblo» y Frenk utiliza en la traducción (p. 29) un término que sonaría bien en un informe policial por ser demasiado libresco, pero que un campesino jamás usaría. Mientras Frenk se aleja de lo coloquial, el traductor francés lo subraya más. Lo mismo pasa en la página 45, donde Frenk traduce el verbo “preferir” con “vorziehen” que nunca utilizaría un campesino por ser demasiado artificial o elegante. En el alemán coloquial en lugar de preferir algo se dice «me gusta más hacer algo».
A veces Frenk, en lugar de buscar un lenguaje adecuado al ambiente campesino, se conforma con una traducción literal. En el primer párrafo del cuento «El hombre» traduce el gerundio de buscando el horizonte son otro gerundio en alemán, donde el uso de esta forma gramatical se limita a textos académicos. Así, a primera vista, el personaje del cuento nos hace pensar más bien en un miembro de una expedición científica explorando el horizonte y no en un hombre de campo.
Al principio de «Diles que no me maten» traduce Frenk “sargento” con el anglicismo “Sergeant” que es muy usual en traducciones de cuentos de aventuras de Estados Unidos. Pero el sargento de Rulfo nada tiene que ver con el mundo anglosajón y por eso un término alemán sería más adecuado. Son muy frecuentes estas torpezas de expresión que hacen menos poético el estilo de Rulfo en alemán.
En «Nos han dado la tierra», Frenk trata de darle un toque mexicano a su traducción hablando de arbustos de huisache y de hierba de zacate. Como el término huisache no dice nada al lector europeo, en la traducción francesa simplemente se habla de arbustos pobres o poco desarrollados y el término zacate se traduce simplemente como hierba.
Para Frenk, zacate es un determinado tipo de pasto, pero en realidad es sólo un mexicanismo. La traducción francesa se limita a dar a entender que Rulfo describe una vegetación pobre en tierra seca.
El título «La cuesta de las comadres» lo traduce Frenk con “Die Halde der Gevatterinnen”. “Halde”, según el diccionario, puede significar falda y ladera, pero igualmente es una aglomeración de desechos industriales. Al lado de minas de carbón encontramos cerros de carbón. Para muchos alemanes “Halde” se asocia con zonas industriales y mineras. “Gevatterin” es una palabra fuera de uso en el alemán del siglo XX. Mucha gente no la conoce ya, otros recuerdan haberla leído en los cuentos de los hermanos Grimm. Para el lector común el título alemán del cuento es incomprensible. En Francia se usa todavía el término comadre, pero se usa en el sentido de mujer chismosa. Por eso el traductor francés optó por no traducir este título. Pero como el alemán se parece menos al español que el francés, es necesario traducir el título. Habría que sustituir “Halde” por otro término ajeno a lo industrial y traducir comadre con una palabra que es familiar a los alemanes de hoy.
Con respecto a la traducción de los otros títulos de los cuentos de El llamo en llamas no hay mayor problema. En la versión alemana, igual que en la francesa, las traducciones son literales. Forzosamente se pierden ciertos matices semánticos. El lector alemán no reconoce a Macario o Anacleto como nombres típicos del campo y tampoco identifica un nombre de pueblo: Talpa, como lugar de peregrinación. Pero el ambiente arcaico en el cual se desarrolla la acción le permite intuir que los títulos son característicos para un cuento rural mexicano. Lugares como Talpa existen también en Alemania y, tal vez, el lector intuye que la virgen de Talpa es menos importante que la de Guadalupe en la ciudad de México, así como en Europa lugares de peregrinación como Lourdes o Fátima son mucho más importantes que, por ejemplo, Kevelaar o Altötting en Alemania que sólo tienen relevancia regional. Una peregrinación de Talpa, como nos la describe Rulfo, sería un fenómeno del pasado en Alemania, donde hoy día los peregrinos se reducen a un número insignificante. El lector alemán, quien no conoce la vida religiosa de su país a principios del siglo XX, tendrá dificultades para entender la mentalidad de los campesinos de Rulfo.
El significado semántico de “Pedro Páramo” no lo puede captar el lector alemán, para el cual un apellido como Páramo es igual que García o Pérez. Cuando el título de una novela es el nombre de una persona, el traductor lo debería cambiar completamente para anticipar la idea central de la obra. Jirí Levy en su libro sobre la traducción literaria, nos cita el ejemplo de la traducción de la novela de Thomas Hardy Tess of the Urbevilles que en alemán existe con el titulo Una mujer pura. Como Pedro Páramo ya se conoce desde hace muchos años con el mismo título, sería desconcertante para el lector cambiarlo ahora. Por eso en la nueva traducción francesa se conserva el mismo título. A. Vital examina exhaustivamente este problema y sugiere que un título diferente de la novela de Rulfo en la traducción lo hubiera hecho más accesible para el lector.
En «Nos han dado la tierra», dentro del segundo párrafo Frenk no se da cuenta de que «camino sin orillas» es un camino sin limite o que no se acaba. Así por lo menos lo entiende el traductor francés. Para Frenk se trata de un camino sin barde (Rand), lo cual no da sentido.
Los meros errores de traducción no son muy graves, porque se corrigen fácilmente. Lo que realmente importa es la recreación literaria de los libros de Rulfo. Hemos detectado algunas fallas, pero también hay partes logradas en la traducción. Frenk a veces traduce de manera más libre para conservar el encantamiento rulfiano. Así, los cerros de Luvina son montañas. Además, en México no hay una distinción muy clara entre las dos palabras. Sabemos que los cerros bonitos, cubiertos de viñas de Europa muchas veces nada tienen en común con los cerros de vegetación silvestre de México, como señala Laculli en su ensayo.
Nos parece imprescindible en una nueva edición alemana de las obras de Rulfo un prólogo de un conocedor de su obra, quien proporcione las informaciones necesarias para entender sus textos. En el caso de la traducción francesa de El llano en llamas es ideal, J.M.G. Le Clézio conoce bien la cultura mexicana y por lo tanto su prólogo, a pesar de algunas imprecisiones, introduce al lector francés al mundo rulfiano. El hecho de que Le Clézio es un literato reconocido ayuda a difundir mejor la obra rulfiana. Algunas obras de este autor son una combinación ideal entre investigación profesional y difusión con un alto nivel literario. En Alemania hay muchos especialistas en la obra de Rulfo, quienes escriben para profesores y estudiantes universitarios y no para los lectores en general. Así, en este momento Rulfo en Alemania es más bien un escritor para especialista y no tanto para los admiradores de la nueva narrativa latinoamericana. Se entiende que un libro como Pedro Páramo no pueda tener tantos lectores como las novelas de moda de Isabel Allende, pero no debería tener menos que las de Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, narradores muy presentes en las librerías alemanas.
Bibliografía
Rulfo, J. (1953). El llano en llamas. México: FCE.
Rulfo, J. (1972). Pedro Páramo, 2ª. Ed. México: FCE.
Rulfo, J. (1984). Pedro Páramo, Der Llano in Flammen, traducción de Margit Frenk Hanser. Nünchen.
Rulfo, J. (2001). Le llano en flammes, traducción de Gabriel Laculli, Prefacio de J.M.C. Le Clézio. París: Gallimard.
Rulfo, J. (2001). Le llano en flammes, traducción de Gabriel Laculli, Prefacio de J.M.C. Le Clézio. París: Gallimard.
Rulfo, J. (2005). Pedro Páramo, nueva traducción de G. Laculli. París: Gallimard.
Lacullí, G. (2006). «Decir lo implícito. Traducir el llano en llamas y Pedro Páramo», en Jiménez, V., Vital, A. y Zepeda, J., (coord.) (2006). Tríptico para Rulfo. México. p. 307- 347.
Levy, J. (1069). Die literarische Übersetzung. Francfort/Meno.
Vital, A. (1994). El arriero del Danubio. México: UNAM.
* Nació en Alemania en 1945. Reside en Guadalajara desde 1976, donde trabaja como Profesor Investigador titular de tiempo completo en la Universidad de Guadalajara. Ha sido formador de varias generaciones de investigadores y escritores tapatíos. Destaca su labor como periodista cultural, crítico literario, narrador y traductor. Es autor de innumerables libros de crítica e investigación literaria, entre los cuales figura su Historia de la Literatura Jalisciense. Como narrador ha escrito varias novelas, donde destaca Posguerra, una novela que describe la vida en la provincia alemana después de 1945.
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