Facundo Gari publicó en el diario Página 12 del día de ayer el
siguiente artículo a propósito del curioso emprendimiento de Kenneth Goldsmith. Dice la bajada: “Puede
parecer un simple delirio, pero Goldsmith se lo tomó en serio: a través del
sitio rintingtheinternet.tumblr.com convoca a los internautas a poner en papel
todo el contenido de la web. El resultado de la convocatoria formará una
muestra en México DF”.
La quimera de imprimir todo Internet
Algunos
dicen que es una locura. Otros, que es poco serio. Los más, que es
sencillamente imposible. Pero qué provocador no ha recibido desalientos de cara
a un nuevo gran proyecto. Días atrás, Kenneth Goldsmith anunció que intentará,
por primera vez en la historia, imprimir Internet. Claro que no a la red
virtual sino a todo su contenido. Y que lo hará con ayuda de los internautas
que se copen con la tinta y el envío postal. Las páginas reunidas mediante la
convocatoria (printingtheinternet.tumblr.com) serán parte de una exhibición del
26 de julio al 30 de agosto en una galería de 500 metros cuadrados
y techos a más de seis en México DF, especialmente alquilada para transformarse
en un pedazo de aleph artesanal. La muestra está inspirada por y dedicada a la memoria
de Aaron Swartz, hacktivista por la libre circulación de información que se
suicidó en enero, a sus 26 años, acosado por el FBI por haber rescatado
publicaciones académicas del MIT. “La cantidad (de datos) que liberó fue
enorme. No podemos empezar a entender esa magnitud hasta que empecemos a
materializarlos y actualizarlos. Este proyecto trata de conseguirlo”, explica
su ideólogo.
Lo de “por primera vez en la
historia” suena más pomposo de lo que es: la red tiene 23 años, aunque haya
crecido con más velocidad que Messi bajo tratamiento hormonal.
Worldwidewebsize.com, que cruza valores de Google, Bing, Yahoo! y Ask, estima
en al menos 3,6 billones las páginas indexadas. Y la última medición de
internetworldstats.com, de 2012, contabiliza más de siete mil millones de
conectados en todo el mundo. Obviando que son cifras siempre ascendentes, para
lograr la hazaña cada usuario debería mandar a Centroamérica las impresiones de
más o menos 500 sitios enteros. Complicado. Para una idea de cuánto, el serbio
Nikola Smolenski, colaborador de Wikipedia, calculó en 2007 las resmas
necesarias para plasmar esa enciclopedia impalpable: sólo en inglés y sin
incluir imágenes, 750 volúmenes de 25 centímetros de
alto y cinco de espesor, con unas 400 páginas cada uno. Goldsmith concede que
su iniciativa global parece una quimera, que sólo un ciberbocado impreso
“colmaría cualquier espacio”. Pero le resta importancia porque está en línea
con su afán por “materializar la información a nuestro alrededor”.
De ropa excéntrica y barba
neurótica, Goldsmith es experto en coleccionismo, escritura no-creativa,
derechos de autor y poesía conceptual, a razón de la que es uno de los más
sobresalientes de la vanguardia yankee. En marzo, a sus 51, se convirtió en el
primero de su clase en recibir los laureles del Museo de Arte Moderno de Nueva
York, para el que organizó lecturas performáticas junto a 200 colegas. Su más
reciente poemario, Seven american deaths and disasters (“Siete muertes y
desastres americanos”), es el resultado de la transcripción de material
audiovisual sobre los asesinatos de los Kennedy y John Lennon, la muerte de
Michael Jackson, la tragedia del transbordador Challenger y la masacre de
Columbine. Ya había usado ese sello warholiano en Soliloquy (“Soliloquio”, lo
dicho en una semana), The weather (“El clima”, un año de reportes
meteorológicos) y Day (“Día”, una edición de The New York Times). En 2004, en
una conferencia en Los Angeles, convino: “Mis libros son imposibles de leer de
una. Cada vez que tengo que chequearlos antes de enviarlos al editor, caigo
dormido repetidamente. No necesitás leerlos para entender cómo son; sólo
necesitás saber el concepto general”.
Goldsmith también imparte clases
sobre poesía en la
Universidad de Pennsylvania, en las que apoya y/o discute a
referentes artísticos y teóricos como Andy Warhol, Walter Benjamin y Jorge Luis
Borges, entre otros. En las aulas incentiva a plagiar e incluso utilizar
identidades robadas, en sintonía con el movimiento de la cultura libre. Es
además aclamado por haber fundado, en 1996, y continuar administrando UbuWeb
(ubuweb.com), que funciona como centro de distribución gratuita de material
literario, visual y sonoro avant-garde difícil de conseguir. “Como JStor
(librería online del MIT), contiene vastas cantidades de información pero, a
diferencia de aquélla, en UbuWeb está disponible de forma gratuita para todos,
lo cual simpatiza mucho con el punto que Swartz buscaba dejar en claro. Como
muchos, estaba trabajando para liberar información que debería ser de dominio
público, gratuita y libre. Pero fue perseguido por un acto fruto de su
generosidad. Es una lección que nos motiva a luchar aún más por el acceso libre
a la información cultural vital. Me he comprometido con esa misma batalla”,
alega en una entrevista reciente, otorgada a la revista mexicana Código.
Si bien dice que el intensivo
pasaje de bytes a celulosa tiene más que ver con preguntas a pronunciar que
respuestas a escuchar, Goldsmith hace su puesta en crisis: una de las
problemáticas de la cultura digital no está en “la necesidad de escribir más”
sino en “aprender a negociar con la vasta cantidad existente”, pues observa que
los cibernautas son aceitados archivistas de “artefactos” con los que,
posteriormente, poco o nada interactúan. “De qué modo me abro paso entre este
matorral de información, cómo lo manejo, lo disecciono, lo organizo y lo
distribuyo, es lo que distingue mi escritura de la tuya. Entonces, en cierto
sentido, el acto de imprimir es un acto (no) creativo. El acto de ‘mover la
información’ refiere a la acción de agitar o poner en movimiento el lenguaje,
pero también a ser emocionalmente afectado por ese proceso. Y, por supuesto,
coleccionarlo y recopilarlo.” Particular es, se habrá notado, su visión
artística de la triple W. “Soy un poeta y siento que Internet, comprimido
completamente en texto alfanumérico, es el mejor poema jamás escrito. Como
usuarios de la web, estamos todos contribuyendo a este proyecto poético.
Llamémoslo ‘el supremo poema colectivo’.”
Todas las utopías son caminos sin
asfaltar: aunque Goldsmith haya prometido reciclar las torres de papel enviadas
al concluir la exposición, en algunas redes sociales proliferan los 140
caracteres en oposición, sobre todo por el impacto ambiental en que deviene la
producción de pulpa de celulosa. Hasta hay una petición al respecto en
change.org, titulada “Por favor, no imprimas Internet”. “Mientras se aprecia
que el señor Goldsmith planee reciclar el papel de su exhibición artística, la
reducción del uso es más importante que el reciclaje”, pondera la misiva, que
ya cuenta con más de 300 firmas. Desde su Tumblr, el artista posteó por
respuesta: “Todo arte es espectáculo, todo espectáculo es material, todo
material debe venir de algún lado. En comparación con el espectáculo de la Bienal de Venecia, con su
huella global de carbono y sus espantosos yates y jets privados; o con las
esculturas de aluminio de Jeff Koons de 35 millones de dólares, creadas por una
persona para otra del uno por ciento de la población, mi proyecto, de una
postura democrática ‘all-inclusive’, con nada a la venta y un final de
reciclaje, se ve bastante bien”.
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