El poeta, narrador y periodista español Manuel Rivas Barros (La Coruña, 1957) ha escrito la siguiente columna de opinión para El País de Madrid, del 22 de junio
pasado, motivada por la presentación en el Parlamento Europeo de la cacareada “Marca
España”. En la bajada se lee: “Hay rasgos de identidad positiva, negativa e
incluso delictiva, como vemos con la corrupción”.
Marca España
La Marca España se ha
puesto a andar en el Parlamento Europeo con una generosa siembra de jamón
ibérico y un espectáculo de flamenco. Está bien. Pero lo que une el jamón y el
cante van y lo estropean los políticos torpes y sus gabinetes de burócratas
serviles. Como los que maniobraron en el mismo Europarlamento para impedir que
se expusiera una muestra sobre los trabajos de exhumación de fosas comunes y de
recuperación de cuerpos de desaparecidos por el franquismo. Una iniciativa
seria, rigurosa, promovida por asociaciones de víctimas y foros de la Memoria, y con el aval de
forenses y arqueólogos de marca internacional como Francisco Echevarría.
Un caso raro, este veto y en este escenario, que suele ser sensible a las
denuncias que afectan a los derechos humanos. La muestra finalmente se abrió en
la sala Halles Saint-Géry de Bruselas. Puede que una tapa de jamón provoque
entusiasmos instantáneos. Que la gente disfrute con el duende musical. Que
admire la habilidad de un tenista. Que se asombre con la voluntad de estilo de La Roja. Pero hay algo que
llaman publicidad contraproducente. La marca de un país se indigesta cuando su
primer acto de promoción va acompañado de una exhibición de suspensión de las
conciencias. El concepto de marca o de identidad es poliédrico. Hay rasgos de
identidad positiva, negativa e incluso delictiva, como vemos con la corrupción.
La impunidad de los crímenes del franquismo, con sus decenas de miles de
desaparecidos y niños raptados, según denuncia Amnistía Internacional, aparece
como una identidad indeseable. Son manchas que solo las repara la justicia.
Desde George Borrow (La Biblia en España) a Albert Camus, la verdadera marca España
era el amor por la libertad, la dignidad, el hambre de cultura del pueblo.
Acaben con la impunidad, con la corrupción y devuelvan las becas a los
investigadores. Y ya verán como luce la marca España.
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