El viernes 16 de mayo, Verónica
Chiaravelli ha publicado en ADN, el suplemento de cultura del diario La Nación ,
de la Argentina ,
el siguiente comentario sobre Las 500
dudas más frecuentes del español, que el Instituto Cervantes ha publicado
en Espasa Calpe, sello del Grupo Planeta. Se trata de una reseña algo tibia
que, no obstante deja entrever el cansancio con que los lectores
latinoamericanos tomamos estas cosas españolas.
Para hablarte mejor
El Instituto Cervantes ha
publicado, con el sello Espasa, Las
500 dudas más frecuentes del español. La finalidad, loable, fue ayudar a
aquellos hispanohablantes que se preocupan por usar adecuadamente la lengua,
despejando el camino de incertidumbres y malos hábitos cristalizados por el
tiempo.
Para acotar el número de
preguntas que la obra se proponía responder, los especialistas no sólo
acudieron a los trabajos ya publicados sobre el tema, sino que revisaron
minuciosamente las secciones de consultas lingüísticas que aparecen en Internet
y relevaron su propio entorno, animando a colegas, amigos y familiares a que
les revelaran cuáles eran esas piedras del lenguaje con las que invariablemente
tropezaban. El resultado es un trabajo de más de quinientas páginas con
recomendaciones sintácticas, gramaticales, ortográficas, de pronunciación y
puntuación.
Es todo un signo de estos
tiempos, caracterizados por verdades relativas y principios de autoridad
debilitados, la modulación de consejo o sugerencia que se le quiere imprimir a
una cuestión que, en el fondo, no deja de ser normativa. En el tono cauto con que
enuncia sus conclusiones, se vislumbra que la gente del Cervantes parece temer,
sobre todo, que los tachen de autoritarios, elitistas o eurocéntricos. Así,
intentan desactivar viejas y estériles discusiones ("la pregunta no es
'dónde' se habla mejor sino 'quién' habla mejor. El mejor empleo del lenguaje
suele ir asociado con el interés personal y también con la formación
individual") y, con más frecuencia que "incorrecto", usan el
calificativo "desaconsejado". Sólo pierden la flema a la hora de
rechazar el uso de menusescomo plural del sustantivo menú: lo
consideran un término "profundamente desprestigiado". En ese sentido,
resulta notable la importancia que le dan al prestigio como piedra de toque
para distinguir lo correcto de lo incorrecto: "El criterio que sigue una
comunidad de habla para considerar si un uso lingüístico es correcto o no tiene
que ver con el prestigio que se le otorgue a ese comportamiento. Las razones
por las que algo puede tener prestigio pueden ser muy diversas [...]. No
obstante, es frecuente que el prestigio de las personas se traslade a sus usos
lingüísticos, de manera que el modo de hablar de los grupos sociales mejor
valorados suele ser considerado el mejor".
Si bien la obra abunda en
ejemplos principalmente españoles y tiende a subsumir en la generalidad de los
usos americanos las particularidades del habla argentina, es un volumen de
consulta valioso y de gran utilidad. Con sus notas risueñas también, por
ejemplo, cuando propone que en español al whisky se lo llame wiski,
término "que conserva la w y la k originales. La forma güisqui,
que se recomendó hace algún tiempo, ha tenido escaso seguimiento",
reconocen con lacónico candor
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