Publicado en El genio maligno nº 5, septiembre de 2009, el siguiente artículo de
Laura Santana Burgos repasa las
diversas traducciones de el Quijote a
distintas lenguas, con principal atención a las ediciones inglesas y francesas.
Fue en el año 1605, cuando por
primera vez los lectores españoles tuvieron el placer de conocer las aventuras
del caballero más famoso de la historia. Desde entonces, y hasta nuestros días,
sus hazañas y peripecias no han cesado de inspirar creaciones en todos los
géneros de las artes. El Quijote ha experimentado gran número de
ediciones, traducciones y estudios y se ha convertido en la obra de ficción por
antonomasia dentro y fuera de nuestras fronteras. Su difusión ha sido tan
absoluta que hoy en día todo el mundo conoce a don Quijote y Sancho Panza, la
cuerda «locura» del primero y, por supuesto, el mundialmente recitado: «En un
lugar de la Mancha.. .».
Edición
y primeros viajes
En los
últimos días de diciembre de 1604, el Quijote se convirtió por primera vez en
libro [1],
gracias a que el madrileño Francisco de Robles pusiera a la venta la obra
impresa por Juan de la
Cuesta. A pesar de que se trataba de un volumen que
presentaba numerosas deficiencias en su edición, el éxito no se hizo esperar y
sus publicaciones se multiplicaron en todas sus formas. Unas ediciones que
rápidamente traspasaron las fronteras llegando incluso hasta América.
A lo largo de
esta primera década del siglo XVII, el Quijote realiza
su primer viaje a Europa. Tal es el éxito del que disfruta que, muy pronto, los
no conocedores de la lengua de Cervantes querrán disfrutar también de las
aventuras de don Quijote y Sancho Panza. Consecuencia directa de esta imperiosa
necesidad es la traducción realizada por Thomas Shelton en 1612, cuatro años
antes de la muerte del autor. Se trata del primer extranjero que se atrevió a
llevar el mundo quijotesco a una lengua distinta de la española. Se le hacen
numerosas críticas, entre ellas, una excesiva literalidad en su proceder.
Carmelo Cunchillos afirma lo siguiente:
La premura con
que Shelton se vio obligado a realizar su trabajo: cuarenta días, según nos
dice él mismo en la dedicatoria a Lord de Walden, produjo uno de los rasgos más
característicos de su modo de traducir, el de seguir fiel y literalmente al
original. Esto hace que se contente con la primera palabra que encuentra, con
tal de que se asemeje a la castellana en su sonido o en su forma. Evidentemente,
Shelton no perdió el tiempo consultando diccionarios ni léxicos, pues traduce
sin pestañear 'Palomeque el zurdo' por 'Palomeque the deafe', 'duelos y
quebrantos' por 'griefes and complaints' y el 'sastre del Cantillo' por 'The
Taylor that dwells in a corner' [2].
Sin embargo,
la obra de Shelton goza de un gran valor histórico e incluso actualmente se la
considera como una de las más reputadas. Entre otras razones, el hecho de que
haya sido llevada a cabo por un isabelino y coetáneo de Shakespeare, la
utilización de un inglés propio de la época de dicho autor e incluso su
discutida «literalidad» justifican el interés de esta traducción entre los
cervantistas españoles y extranjeros [3].
A Inglaterra
le sigue Francia, con la primera traducción de César Oudin, publicada en París
en 1614. Entretanto, los dos personajes se habían hecho ya famosos y el público
esperaba impaciente la continuación de sus aventuras. Así, en 1615 se presenta
la segunda parteen España y, fuera de ella, empiezaésta a traducirse a partir
de 1618 [4],
edición que se complementaba, sin duda para su venta, con la de la primera
parte, lo que ocurre con la versión francesa escrita por François de Rosset o
con la inglesa de Thomas Shelton, aparecida en 1620.
Un florecimiento en las traducciones
del Quijote
Para aportar
una visión objetiva al análisis de la repercusión traductológica de la famosa
novela en tierras francesas e inglesas, nos parece imprescindible compararla
con la de otros países. Deberemos tener en cuenta que a partir del siglo XVII,
y más concretamente en el XIX, se dispara el número de traducciones en las
diferentes lenguas. Nos parece muy interesante el estudio de Justo García
Soriano y Justo García Morales, quienes describen, gracias una tabla que
exponemos a continuación, «cómo en tres siglos –desde el XVII hasta el XIX– el
número de ediciones delQuijote, tanto en lengua española como en
lenguas extranjeras, asciende a 690, una cifra muy respetable; sobre todo si
consideramos que el número de lectores era, en comparación con nuestros
tiempos, considerablemente inferior. Cultos y analfabetos, todos participan a
su manera en el engrandecimiento de la inmortal obra» [5].
Los autores eluden el siglo XX, ya que el número de éstas sería tremendamente
elevado «como lo demuestra el hecho de que fuesen diecinueve los idiomas en los
que se tradujo El Quijote desde el siglo XVII al XIX y que la
cifra aumentase a cincuenta y cuatro durante el siglo XX».
A los idiomas
reflejados en la tabla, construida partiendo de los datos disponibles hasta
1993, habría que añadirle otros como el árabe, bajo alemán, búlgaro, coreano,
croata, chino, eslovaco, esloveno, esperanto, estonio, finlandés, flamenco,
gaélico, hebreo, irlandés, islandés, javanés, japonés, kashmiri, letón, lituano,
mallorquín, manchú, maratí, mogol, noruego, polaco, rumano, ruso, sánscrito,
serbio, sudafricano, tagalo, tailandés, tibetano, turco, ucraniano, valenciano,
vasco, galés e ydich [6].
Veamos, por
tanto, la síntesis numérica realizada por los dos autores mencionados. Carmelo
Cunchillos añadió los porcentajes finales de las ediciones españolas y de las
extranjeras; nosotros presentamos este porcentaje también para dos idiomas que,
además de sernos muy cercanos, presiden junto al español el ámbito de la
traducción literaria quijotesca: el inglés y el francés.
IDIOMA
|
S. XVII
|
S. XVIII
|
S. XIX
|
TOTAL
|
Español
|
30
|
41
|
227
|
298
|
Alemán
|
1
|
7
|
17
|
25
|
Bohemio
|
0
|
3
|
3
|
|
Catalán
|
6
|
6
|
||
Danés
|
0
|
0
|
2
|
4
|
Francés
|
10
|
40
|
105
|
155
|
Griego
|
0
|
2
|
2
|
|
Holandés
|
1
|
2
|
0
|
3
|
Húngaro
|
0
|
3
|
3
|
|
Inglés
|
8
|
29
|
119
|
156
|
Italiano
|
3
|
3
|
11
|
17
|
Japonés
|
0
|
1
|
1
|
|
Latín
|
1
|
1
|
||
Portugués
|
5
|
5
|
||
Provenzal
|
1
|
1
|
||
Ruso
|
5
|
5
|
||
Serbio
|
1
|
1
|
||
Sueco
|
3
|
3
|
||
Políglotas
|
1
|
1
|
||
TOTAL EDICIONES
|
53 ediciones
|
124 ediciones
|
513 ediciones
|
690 ediciones
|
TOTAL ESPAÑOL
|
56,6%
30 ediciones |
33%
41 ediciones |
44,2%
227 ediciones |
43,2%
298 ediciones |
TOTAL FRANCÉS
|
18,9%
10 ediciones |
32,2%
40 ediciones |
20,5%
105 ediciones |
22,5%
155 ediciones |
TOTAL INGLÉS
|
15,1%
8 ediciones |
23,4%
29 ediciones |
23,2%
119 ediciones |
22,6%
156 ediciones |
TOTAL EXTRANJERAS
|
43,3%
23 ediciones |
66,9%
83 ediciones |
55,7%
286 ediciones |
56,8%
392 ediciones |
En primer lugar, hemos de
constatar que el número de ediciones del siglo XVII se duplica en el XVIII y
aumenta hasta nueve veces más durante el XIX, lo que es un indicio claro del
éxito de nuestra obra. El 43'2% de todas las ediciones hechas durante los siglos
XVII, XVIII y XIX están escritas en nuestra lengua; el 56'8% restante
corresponde a traducciones en otros idiomas [7].
El francés,
comprende casi un 23% de las ediciones totales realizadas, en los tres lustros,
a nuestro juicio, un porcentaje muy destacable. El caso inglés es muy parecido:
22,6%; obsérvense también los porcentajes en el español: parece que decrecen a
medida que pasa el tiempo, mientras que en inglés van aumentando hasta
estancarse y en francés se incrementan experimentando finalmente un ligero
retroceso. Este aumento en los porcentajes podemos interpretarlo como un
interés del público, no solamente constante, sino siempre progresivo, por las
aventuras de don Quijote y Sancho Panza.
Apréciese,
además, cómo el predominio de ediciones inglesas y francesas es ciertamente
abrumador con respecto al resto. Ambas lenguas ocupan aproximadamente el 45% de
las traducciones extranjeras del Quijote.
Asimismo, sorprende que un país como Italia, cuya lengua y cultura son muy
similares a la nuestra, ocupe el quinto lugar en número de ediciones, por
detrás de las hechas en inglés, francés e incluso en alemán [8].
La cuerda locura de don Quijote
parecía constituir una premonición de lo que posteriormente se convertiría en
un mito universal que inspiraría tantas creaciones en los diferentes ámbitos.
Sin embargo, podríamos preguntarnos cuáles son las claves para que nuestro
ingenioso hidalgo haya gozado de tal difusión. He aquí algunas respuestas:
En primer lugar, su carácter de
excelencia universal, válido en todo el planeta.
El protagonista es un loco
ejemplar movido por el más alto de los ideales: el amor.
La fragmentación en capítulos,
aventuras, historias y escenas permite que el lector pueda acercarse a la obra
desde diferentes perspectivas.
La permanente actualidad del
texto desde su aparición, que lo transforma en objeto de interés para cualquier
corriente estética.
Por todas estas razones, sin
agotar evidentemente, no nos extraña que el Quijote forme parte del patrimonio
cultural de la humanidad [9].
Baste señalar a modo ilustrativo el ámbito de la creación musical. Observamos
cómo la nómina de compositores que se han visto inspirados por las aventuras de
este ejemplar resulta impresionante. Nuestra novela ha impregnado todos los
estilos desde su nacimiento y, por supuesto, también ha alcanzado a través de
la música un número impresionante de países y culturas. Víctor Espinós lo
ilustraba así:
Nadie imaginará que del Quijote pueda pensar lo mismo el ingenioso
español, el humor británico, la metafísica germana, que más bien quiso
confirmar que negar el espíritu caballeresco, o la burla ligera, a veces
inverecunda, del esprit galo, que hace de Dulcinea una moza
del partido. Y así hemos de hallar una extensa gama de interpretaciones que va
de la profunda, o audaz, parodia, a la facecia de un bailete intrascendente y
frívolo [10].
No podríamos finalizar esta
exposición sin citar algunas de las obras operísticas que muestran
perfectamente cómo la música de temática quijotesca y el genio cervantino se
encuentran profundamente unidos: The
Comical History of Don Quixote (1694-1695)
de Henry Purcell, la deliciosa ópera de cámara El retablo de maese Pedro (1923)de Manuel de Falla o Don Quijote de Cristóbal Halffter (1996-1999).
Constatamos así cómo estos vínculos no constituyen una moda pasajera, sino que
aún en pleno siglo XXI, el caballero andante sigue siendo una fuente inagotable
de inspiración para numerosos compositores.
Notas
[1]
DEXEUS, Mercedes. Introducción. En: El
Quijote. Biografía de un libro. Ed. de Mercedes Dexeus. Madrid, Biblioteca
Nacional, 2005, p. 21.
[2]
CUNCHILLOS, Carmelo. Traducciones inglesas del Quijote. En: De clásicos y traducciones.
Clásicos españoles en versiones inglesas: los siglos XVI y XVII. Edición a cargo de Julio-César Santoyo
e Isabel Verdaguer. Barcelona, Promociones y Publicaciones Universitarias, 1987,
p. 89.
[3]
SANTANA, Victoriano. Breve aproximación a las traducciones inglesas del Quijote en el siglo XVII. En: Cervantófila teldesiana. Ed. a cargo de la Universidad de las
Palmas de Gran Canaria. Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1997, p. 52.
[4]
DEXEUS, Mercedes. Op. cit.p.
34.
[5]
GARCÍA, Justo. Los dos Don Quijotes. 2ª reimpresión de
la edición de 1990. Madrid, Aguilar, 1993, pp. 17-18.
[6]
Lista presentada por Carmelo Cunchillos en el artículo detallado anteriormente
y que nosotros hemos completado gracias en su mayor parte a la obra citada «El
Quijote. Biografía de un libro».
[7]
CUNCHILLOS, Carmelo. Op. cit.,
p. 90.
[8] Ibíd,p. 89.
[9]
COLOMÉ, Delfín. «El Quijote en la música y la danza».
[10]
ESPINÓS, Víctor. El «Quijote»
en la música. Con un apéndice de Diether de la Motte. Adaptación a cargo de Joaquín Chamorro
Mielke. Madrid, Akal, col. «Akal música», nº 10, 2001, p. 54.
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