miércoles, 6 de septiembre de 2017

"El informe del primer semestre que presentó la CAL confirma el complejo panorama que está atravesando el sector"

El 18 de agosto pasado, Silvina Friera publicó en el diario Página 12 el siguiente artículo que comenta el último informe de la Cámara Argentina del Libro (CAL) sobre la actividad durante los primeros seis meses de este año. Según se lee en la bajada, “Los datos del primer semestre confirman el complejo panorama para el sector. La cantidad de ejemplares publicados disminuyó un 23 por ciento respecto de 2016 y un 39 por ciento respecto de 2015. Las ventas de los sellos pymes bajaron entre un 15 y un 25 por ciento”.

Los brotes verdes nos aparecen

La luz al final del túnel no aparece ni se vislumbra un pequeño bosque de “brotes verdes”. El volante “S.O.S Libro Argentino”, firmado por la Cámara Argentina del Libro (CAL) y la Cámara de Papelerías, Librerías y Afines (Capla), que se repartió en la pasada 43° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, alertaba sobre la situación: disminución de un 25 por ciento de las ventas y desplome de la producción de libros también de un 25 por ciento en 2016. El informe del primer semestre que presentó la CAL confirma el complejo panorama que está atravesando el sector. Se registraron 13.555 novedades durante los primeros seis meses del 2017, cantidad similar al 2015 (13.320) y 2016 (13.672). El problema es el descenso de la cantidad de ejemplares: disminuyó un 23 por ciento respecto del mismo período del año anterior –de 32.806.205 a 25.115.762 millones– y un 39 por ciento respecto del 2015. La mayoría de las editoriales pymes reconocieron un descenso en las ventas que oscila entre un 15 a un 25 por ciento para los primeros cinco meses del año. El Estado Nacional brilla por su ausencia: sólo compra libros de texto y cada vez menos.

En la presentación del “Informe de producción del libro argentino” participaron Graciela Rosenberg, presidenta de la CAL, entidad que representa a pequeños y medianos editores; Martín Gremmelspacher, vicepresidente primero; Luis Quevedo, vicepresidente segundo; María Teresa Carbano, secretaria; y Diana Segovia, gerenta institucional. En junio y julio se observa una “leve” recuperación de las ventas que atenúa la caída de los primeros meses del año, aunque la recuperación no es generalizada. En el primer semestre del 2017 se realizaron importaciones por 51,4 millones de dólares y las exportaciones fueron de 14.1 millones de dólares. “Vamos a tener una balanza un poco más deficitaria que el año pasado”, advierte Quevedo y lanza un interrogante: ¿Por qué cuesta tanto exportar el libro argentino? “Hay muchos factores como el tipo de cambio y los costos de producción interna. ¿Por qué se imprime en China un libro infantil de tapa dura? Porque es muchísimo más barato. Otro tema es el IVA al papel. Nosotros pagamos IVA al papel como costo; pero los libros que vienen de afuera no pagan ningún tributo. Ahí hay una inequidad para la producción interna que hace todavía más caro producir. Nosotros estamos reclamando insistentemente la exención del IVA al papel”, responde Quevedo.

¿Por qué no se puede concretar la exención del IVA al papel, vieja demanda de la industria editorial nacional?, pregunta PáginaI12. “En un país que tiene un gasto como el de la Argentina, no resignan ningún impuesto; más bien siempre están viendo de qué manera te cobran más impuestos. Ningún sector de las industrias culturales mueve el amperímetro de la economía”, dice Quevedo. “La apertura de las importaciones perjudicó un poco a las editoriales, pero el gran problema es la caída del consumo, porque tradicionalmente el libro argentino convivió con el libro importado. La caída del consumo y que entren más libros del exterior implica que hay un jugador nuevo en un mercado más chico”, plantea Gremmelspacher.  

¿Es cierto que se cortó la cadena de pago en las librerías?, pregunta este diario. “Se está difiriendo; cortar es más grave”, aclara Gremmelspacher. “El plazo se está haciendo más largo, de 180 a 210 días”, informa Rosenberg, contra los 90 días habituales. El Estado Nacional solo compra libros de texto y dejó de adquirir libros complementarios y de formación docente. Segovia aporta números de las compras realizadas por el ministerio de Educación de la Nación. Para el ciclo 2016 fueron alrededor de 6.3 millones de ejemplares y para 2017, 4.1 millones de ejemplares. “No tenemos los datos sobre cuántos ejemplares se comprarán para el ciclo lectivo 2018”, dice Segovia. Una disminución similar se comprueba en el ministerio de Educación de la Ciudad. Para su programa “Leer para crecer” compró 310.000 ejemplares en 2015, 297.000 en 2016 y 296.000 en 2017.

 “Necesitamos que se reconstruya la economía, el poder de compra de los ciudadanos”, subraya Quevedo. “Si la gente tiene plata para gastar, se venden más libros. Nadie va a imprimir los libros afuera porque quiere destruir la industria gráfica argentina. Los costos de la industria gráfica argentina son muy altos y sobre esto tenemos que trabajar”. Segovia señala que hay políticas de promoción de la lectura que son responsabilidad del Estado. “Cualquier país necesita una política continua de promoción de la lectura que acá no la vemos”. 

La pregunta va dirigida hacia Gremmelspacher, también presidente de la Fundación El Libro: ¿Tiene algo para decir sobre el famoso “Conmigo no, Martín”, que le dijo Pablo Avelluto, el ministro de Cultura de la Nación, durante la inauguración de la Feria del Libro?

–Lo que dije en mi discurso era todo real; con él he tenido y tengo una relación cordial. Cuando terminó la feria, fui a tomar un café al ministerio. Él creía que yo no debería haber dirigido el discurso a él directamente, pero él estaba representando al gobierno. Al sector le sirvió esa frase porque se hizo famosa, la prensa la tomó las dos semanas siguientes y hablé como nunca en mi vida. Él dice “sigamos hablando”, “trabajemos en conjunto”. Lo vi predispuesto, pero en concreto no dijo nada.


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