lunes, 10 de agosto de 2020

Edición mexicana de la obra de Seamus Heaney

En 2015, la editorial Trilce, de México, publicó un volumen con varios de los libros del poeta y ensayista irlandés Seamus Heaney (foto izquierda), traducidos por la poeta y traductora mexicana Pura López Colomé (foto derecha). Este blog dio noticia de ello en su entrada del 16 de febrero de 2016. El libro, por ese entonces, no circulaba en la Argentina. Ahora, distribuido por Big Sur, puede encontrarse en varias librerías porteñas. Por eso, acaba de ser reseñado por el poeta y traductor argentino Juan Arabia, en la revista Ñ de la semana pasada. A continuación, la reseña.

Seamus Heaney : Obra Reunida 

El presente volumen reúne seis trabajos íntegros y característicos de la obra del poeta de Irlanda del Norte y Premio Nobel de Literatura, Seamus Heaney (1939-2013): Islas de las Estaciones (1984), Viendo Visiones (1991), El Nivel (1996), La Luz de las Hojas (1999), Sonetos (2010) y Cadena Humana (2011). 

La poesía de Heaney es singular en muchos aspectos. Podría decirse que su trabajo contiene a las dos más grandes figuras de la poesía irlandesa, sintetizando por un lado lo mejor de la lengua inglesa literaria y tradicional presente en William Butler Yeats, y por otro, absorbiendo el lenguaje autóctono y natural de Patrick Kavanagh.

Aunque probablemente ningún escritor irlandés resulte posible luego del paso ganado de James Joyce, un autor que sin deberle nada a Yeats y mucho menos a la poesía isabelina trascendió la historia literaria local y se convirtió en uno de los más grandes escritores mundiales del siglo XX. Esto es algo que aparece en el extenso poema de Heaney “Isla de las Estaciones”, una pieza claramente autobiográfica y autorreferencial, representativa de todo su trabajo, donde rinde homenaje al autor de Retrato del artista adolescente: “Fue como si hubiera puesto pie libre en el espacio, / solo, y a mi alrededor, nada que no conociera ya. / Gotas de lluvia me golpeaban el rostro / cuando volví en mí. Viejo padre, hijo de su madre, / hay un momento en el diario de Stephen, / con fecha del 13 de abril, una revelación / puesta entre mis astros: ese párrafo precisamente / ha resultado una contraseña en mis oídos, / los elementos de una nueva epifanía”.

La poesía de Seamus Heaney genera un lector activo, participante en la producción de sentido. Otros podrían hablar de imaginación. Pero lo cierto es que el discurso lírico no busca significar sino ser, y la textura lingüística y los sonidos permanecen por encima del sentido: “My father is a barefoot boy with news / running at eye-level with weeds and stooks” (Mi padre es un niño descalzo con un mensaje, / Que corre a la altura del ojo entre hierba y paja”).

Esta decisión estética, ya presente en la poesía germánica (innovaciones prosódicas, rimas oblicuas y disimuladas), contiene además un fuerte elemento político. Porque si algo representan los dialectos periféricos, tanto en Irlanda, Gales y Escocia, es la lucha contra un centro de dominio lingüístico. Y esta lucha se da muchas veces no por un reemplazo de léxico, sino rítmico, melódico, quizás inaudible para algunos de nosotros, pero que para el poeta vale como una música interior, “un pasaporte para hacer frente a los peligros de hablas espurias”.

Así las cosas, para Heaney debido a sus orígenes culturales y por haber nacido en una parte de Irlanda en la que la cultura oficial estaba bajo el control del Reino Unido la musa puede convertirse en la voz que rompe las barreras del discurso social: “La lengua inglesa / nos pertenece. Se trata de cenizas, brasas apagadas, / una soberana pérdida de tiempo para alguien de tu edad (…). / Guarda tu distancia. / Cuando el círculo se amplíe, será hora de salir a flote / sólo y tu alma, / llenando la materia / de huellas de tu propio andar, / ecos, búsquedas, indagaciones, alicientes, / brillos de anguila en la oscuridad del mar”.

En lo que concierne a la actividad traslaticia, y las versiones aquí presentadas, la traductora y prologuista Pura López Colomé (Ciudad de México, 1952) tuvo la fortuna de conocer y trabajar con Heaney en su proceso.

De acuerdo con el poeta irlandés, traductor a la vez de obras monumentales como Beowulf y La locura de Sweeney, hay dos formas de avanzar en la zona minada de la traducción. La primera es por “allanamiento”, incursión, irrupción, sin saber bien las lenguas originales, interpretando de más. La segunda consiste en la “colonización”, es decir, donde el traductor “entra, coloniza, pero permanece ahí; cambia el sitio y el sitio lo cambia a uno”.

 Pura López Colomé comprendió, y este trabajo es resultado de un homólogo proceso, que ambas instancias son indispensables. Y ejemplo de ello son los Sonetos, donde aparecen dos versiones: una privilegiando el sentido y otra representando la forma original de versificación.

Podría decirse que la belleza de la poesía de Heaney no sólo aumenta en la medida que transporta a los lectores a varios mundos y sentidos posibles. Hay escenarios y visiones que sólo ocurren y ocurrirán en Irlanda, como el condado de Derry y el condado de Clare, Anahorish, El Burren o Wicklow. Lugares donde el viento y la luz tratan de zafarse el uno del otro y que ahora son una parte ineludible del idioma inglés y de la poesía, junto a sus acentos, ritmos y personas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario