viernes, 21 de junio de 2024

Siempre es bueno terminar la semana con una pelotudez, sobre todo cuando viene de la RAE

Mario Las Heras
es un comentarista deportivo que, por alguna razón, se ocupa del rubro "cultura" en el periódico español Debate. Este artículo suyo, publicado el 19 de junio pasado, tiene una bajada en la que se lee: "Dice la Fundéu que «este giro francés nos ha entrado a través del inglés, pues en esta última lengua se llama así a este fenómeno...»". Ay.

La bonita palabra en español para no tener que decir nunca más «déjà vu»

Dice la RAE: «Como extranjerismo sin adaptar, la expresión francesa déjà vu debe escribirse en cursiva». La Fundéu añade que «este giro francés nos ha entrado a través del inglés, pues en esta última lengua se llama así a este fenómeno». El fenómeno que consiste en sentir algo como si ya se hubiese vivido.

Tener un déjà vu es esto. Un término creado por el investigador francés Émile Boirac en su libro L'Avenir des sciences psychiques (El futuro de las ciencias psíquicas). Wikipedia dice que la experiencia del déjà vu «suele ir acompañada por una convincente sensación de familiaridad y también por una sensación de 'sobrecogimiento', 'extrañeza' o 'rareza'».

Clínicamente existen tres tipos de déjà vu: El déjà vécu, el más habitual que se produce sobre algo que se tiene la sensación de que ya se había experimentado antes; el déjà senti, algo ya sentido, pero de naturaleza interior, no comunicable; y el déjà visité: sobre un lugar que nunca se ha visitado, pero que se tiene la sensación de que sí se ha visitado.

El déjà vu lo utiliza casi todo el mundo. Es la palabra establecida para nombrar a ese sentimiento o a ese sentido, pero el español tiene una palabra perfecta y bonita para denominarlo: «paramnesia». Lo dice la Fundéu: «En español se puede usar en muchos casos paramnesia, que el Diccionario académico define como 'alteración de la memoria por la que el sujeto cree recordar situaciones que no han ocurrido o modifica algunas circunstancias de aquellas que se han producido'».

Y lo dice la RAE, aunque parece imponerse, casi tristemente, el déjà vu: «En español, puede emplearse, también, el término de significado más amplio 'paramnesia'», dice la Academia.

jueves, 20 de junio de 2024

"Comerciar con las mismas reglas"


En una nota publicada por el diario
La Nación, de Buenos Aires, del pasado 12 de junio, Daniel Gigena informa sobre la derogación de una norma que, en su momento, causó polémica. En la bajada se lee: "Quién gana y quién pierde con la baja de la 'ley de tintas' que permite importar ejemplares sin trabas burocráticas atribuidas a una posible toxicidad: 'Nunca se encontró plomo', aseguran".

El Gobierno derogó una norma “medioambiental” que dificultaba la importación de libros

La Secretaría de Industria y Comercio, que depende del Ministerio de Economía de la Nación y está a cargo de Pablo Lavigne, derogó la resolución 453/685 que prohibía la utilización de tintas con metales pesados, conocida como la “ley de tintas”, que obligaba a los importadores de más de mil ejemplares a realizar una serie de trámites, entre otros, enviar un libro a un laboratorio para examinar si la tinta utilizada era perjudicial para la salud. Los importadores de menos de mil ejemplares debían hacer otras diligencias burocráticas, entre ellas, presentar una declaración jurada.

La propuesta inicial había sido ideada por el exsecretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que en 2010 implementó la medida; según algunos, el objetivo del funcionario era evitar la “fuga” de dólares más que proteger a los lectores de tintas con “efectos cancerígenos”. En 2016, el Gobierno de Cambiemos (cuando Miguel Braun era secretario de Comercio) derogó esa restricción y, en 2020, el gobierno del Frente de Todos (con Paula Español como secretaria del área) restableció el “cepo” a los libros extranjeros. A pesar de los temores de los exfuncionarios kirchneristas, nunca se encontró plomo en tinta en los libros.

Al difundirse la medida del Gobierno, el presidente de la Federación de la Industria Gráfica Argentina (Faiga), Juan Carlos Sacco, publicó un comunicado en la página web de la federación sobre la baja de la Norma Técnica medioambiental, “que tanto tiempo y trabajo nos llevó ponerla en vigencia; y que hoy, después de quince años, con un nuevo Gobierno se ha decidido sacarla”, se lee en el mensaje. La resolución 108/2024 fue publicada el 4 de este mes en el Boletín Oficial.

Sacco anticipó que Faiga recurriría a la Justicia “porque estamos convencidos de que estas herramientas son las que se usan en el mundo desarrollado con el fin de regular el comercio internacional; y no se trata de un mero régimen proteccionista, sino de comerciar con las mismas reglas de juego -consideró-. Es por eso que, si bien el secretario de Industria y Comercio está de acuerdo con los elementos que le proporcionamos, demostrando que esta norma de cuidado ambiental es similar a las vigentes en países que el actual presidente Milei quiere que nos parezcamos y con los que entablemos negociaciones comerciales”.

Y concluye: “No obstante, nuevos personajes en el equipo del presidente han convencido al mismo de eliminar cerca de 3200 reglamentos y normas, para que la libertad de vivir, comerciar, importar y exportar sea totalmente libre, sin ningún requisito que lo pudiese entorpecer”. Desde Faiga, atribuyen la medida al asesor presidencial Federico Sturzenegger, el “príncipe de la desregulación económica”.

Desde la Secretaría de Comercio e Industria confirmaron que se habían derogado este y otros “reglamentos técnicos” con el objetivo de “simplificar el comercio” y eliminar “trabas burocráticas en la comercialización y abastecimiento de productos”. “La industria editorial ya no trabaja con este tipo de tintas”, remarcaron. El mercado español del libro no tiene una regulación semejante a la que acaba de derogarse en la Argentina; tampoco rige ninguna similar en países de América Latina.

Los imprentas locales figuran entre las más perjudicadas por la resolución 108/2024, dado que a partir de ahora las editoriales grandes y medianas podrán imprimir libros en el exterior e importarlos sin pasar por los laboratorios. Al mismo tiempo, sus títulos y los de las editoriales pequeñas y medianas (forzadas a imprimir en el país) deberán competir con los libros importados, que actualmente son más baratos que los nacionales. Por el aumento constante (y por encima del índice de inflación) del precio del papel en la Argentina, los libros argentinos están entre los más caros en dólares en Hispanoamérica.

Entre los favorecidos por la medida, además de los importadores de libros y los grandes grupos editoriales (siempre y cuando impriman grandes volúmenes de ejemplares para amortizar los costos de transporte), se incluyen las cadenas de librerías, que también podrán importar libros, ahorrándose tiempo, dinero y trámites burocráticos.

Desde la Cámara Argentina del Libro indicaron que el Gobierno podría reforzar la competitividad de las imprentas argentinas y analizar el conjunto de costos del sector editorial. Dieron como ejemplos la recuperación del IVA en la compra del papel y la morigeración de los costos de los servicios públicos, que este año aumentaron significativamente.

martes, 18 de junio de 2024

"Cada vez más distanciado del inglés y de la cultura que representa”

Como ampliación al artículo publicado ayer, una nota de la agencia EFE, luego reproducida por Infobae Cultura, el pasado 17 de junio, donde J. M. Coetzee vuelve a reflexionar sobre la traducción y explica sus deseos de borrar de sus textos toda marca que remita a la cultura inglesa. Según el texto de la bajada, "El Nobel sudafricano, que recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia, reflexionó sobre las lenguas, las traducciones y se preguntó si “toda escritura tiene que pertenecer a algún lugar".

Coetzee se distancia de idioma inglés y de “la cultura que representa” por pertenecer a un “antiguo colonizador”

El escritor sudafricano John Maxwell Coetzee, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2003, aseguró este lunes que, a pesar de haber creado toda su obra en inglés, se siente “cada vez más distanciado” de esa lengua y “de la cultura que representa”. Coetzee, que este lunes recibió el título de Doctor Honoris Causa por la española Universidad de Murcia (sureste), reflexionó sobre la posibilidad de que un libro y su traducción puedan ser equiparables, sin distinguir el original del traducido.

La Universidad de Murcia, con esta distinción, reconoce su brillante trayectoria y su contribución a las letras con una obra que trasciende los límites tradicionales de los géneros literarios, según defendió su padrino en la ceremonia, el profesor José Carlos Miralles Maldonado, catedrático de Filología Clásica, y se convierte en la primera universidad española que le otorga esa distinción.

Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) hizo una reflexión sobre el papel que juegan las lenguas en el desarrollo de la persona y destacó cómo en el continente africano “la lengua de la educación, los negocios y el gobierno es, por lo general, un idioma heredado de un antiguo colonizador, normalmente el inglés o el francés”, que difiere de la lengua materna. Él mismo experimentó esa realidad en su propia familia, donde en casa se hablaba el neerlandés y el alemán, que eran las lenguas maternas de sus abuelos, y el inglés “en el mercado”.

Aunque domina ese idioma, del que ha sido profesor y en el que ha escrito toda su obra literaria, aseguró que cada vez siente más que sus libros “no ‘pertenecen’ a la lengua inglesa ni a su cultura”, como tampoco pertenecen, por ejemplo, a la lengua ni a la cultura francesa las traducciones que de ellos se hacen al francés. “A medida que envejezco, me encuentro cada vez más distanciado del inglés y de la cultura que representa”, insistió, y se preguntó si es cierto que “toda escritura tiene que pertenecer a algún lugar”.

Para contestar a esa cuestión, el autor de En medio de ninguna parte, Desgracia o Elisabet Costello, entre otras, relató cómo hizo un experimento junto a la traductora que habitualmente lleva su obra al español, Mariana Dimópulos, cuando publicó su novela corta The Pole. Entre ambos, revisaron tanto el original como la traducción para tratar de borrar “todas las huellas de pensamiento específicamente inglés, de modo que al final no pudiéramos detectar cuál era el texto original y cuál la traducción”.

El experimento, aseguró, “fracasó”, puesto que el resto de traducciones se hicieron a partir de la obra en inglés y The Pole, como el resto de sus novelas, siempre se consideró escrita en esa lengua originalmente, pero Coetzee valoró que, a nivel conceptual, ese experimento dio lugar a reflexionar sobre si es posible que la traducción de un libro pueda llegar a ser mejor que la obra original.

lunes, 17 de junio de 2024

"Me pregunto si una traducción tiene que ser inferior al original"

"El autor sudafricano será investido este lunes Doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia, en un reconocimiento a su carrera literaria como el que la Academia Sueca le tributó en 2003 al concederle el Nobel". Tal es la bajada de la entrevista que Pascal Vera realizara con J. M. Coetzee, publicada el 16 de junio pasado por el diario La Opinión de Murcia. Allí, entre otros temas Coetzee se refiere a la traducción. 

"El Quijote trazó una línea de demarcación entre el romance y la novela que se ha mantenido hasta nuestros días"

Aun residiendo desde hace más de veinte años en Australia, a 10.000 kilómetros de su país de origen, nunca se ha sentido John Maxwell Coetzee alejado de su Sudáfrica natal, país en el que nació hace 84 años y en el que se desarrolla buena parte de su obra. En torno a aquella tierra y sus gentes gira su narrativa. Y también, desde luego, de la problemática del apartheid, un tema vergonzoso que concitó la repulsa mundial y del que hizo el escritor un tema recurrente en su ya ingente producción literaria. De hecho, cuando en 2003 le concedieron al premio Nobel de Literatura, la Academia Sueca hizo constar que se le otorgaba por «la brillantez a la hora de analizar la sociedad sudafricana», y reconoció que «su obra está fuertemente marcada por la época del apartheid, lo que, lejos de darle carácter local, la convierte en universal».

Su repulsa a cualquier tipo de racismo convierte su vida y su obra en la de un ciudadano solidario y, como se suele decir, ‘del mundo’. Enamorado de la obra de Dostoievsky, Kafka y Pirandello, y sobre todo, del Quijote –una novela que califica de «asombrosa» por el momento tan temprano de la historia en la que está escrita–, aboga por seleccionar cuidadosamente nuestras lecturas, dado lo breve de nuestras vidas.

Luchador infatigable contra la censura, califica la tauromaquia como una «matanza ritualizada» –«¿qué otra cosa son los toros si no?»– y asegura no entender por qué el ser humano descuartiza y come animales muertos.

La soledad, el aislamiento, la vejez, la muerte… son a menudo los temas de las novelas de este escritor que posee en vida el marchamo de clásico y que mañana será investido por la Universidad de Murcia nuevo Doctor Honoris Causa, en una ceremonia en la que actuará como padrino José Carlos Miralles Maldonado, catedrático en el Departamento de Filología Clásica de la Facultad de Letras de la UMU.

Afirma que leer en traducción será siempre una experiencia de segunda mano, sobre todo cuando el original ha sido elaborado con sumo cuidado, pero leer la traducción de una gran obra literaria siempre va a ser mejor que no leerla, ¿no?
Me pregunto si una traducción tiene que ser inferior al original. Si es cierto que la traducción es habitualmente inferior, es porque el escritor del original pone más cuidado y atención –y también pasión– que el traductor. En el caso de mi novela más reciente, El polaco (2022), mi intención era que la traducción al español no fuera en absoluto inferior al original, y colaboré con mi traductora para conseguir este fin. Además, puedo señalar también que las traducciones al alemán de mis novelas recientes, realizadas por Reinhild Boehnke, son, en mi opinión, tan buenas como las originales.

También afirma, con total ironía, que, después de mucha práctica, escribe buenas frases en inglés. ¿Es la experiencia requisito indispensable para la excelencia?
Por excelencia supongo que se refiere a la excelencia como novelista. No: hay muchos novelistas buenos e incluso excelentes cuyo repertorio estilístico es limitado o que no tienen buen oído (es decir, que son sordos al potencial rítmico o musical de la prosa) o cuya prosa tiene otros puntos débiles. Los puntos fuertes de estos escritores residen en otra parte: en la composición dramática, en la perspicacia psicológica, etc.

Ha asegurado en más de una ocasión que lamenta que el inglés se haya apoderado del mundo.
No me opongo al uso del inglés como lingua franca en la diplomacia, el comercio o el turismo. A lo que sí me opongo es a la extinción de las llamadas ‘lenguas menores’ en favor del inglés. Me desagrada especialmente el efecto que el dominio mundial del inglés tiene en los países anglófonos, donde fomenta la creencia de que es necesario dominar una sola lengua, es decir, el inglés.

Le quiero preguntar también por su opinión sobre la tauromaquia, ya que ha calificado las corridas de todos como «una matanza ritualizada».
Las corridas de toros son obviamente una matanza ritualizada, ¿qué otra cosa son si no?

En los últimos tiempos he leído cosas suyas hablando con crudeza de lo que nos permitimos hacer con los animales los seres humanos para alimentarnos.
En cuanto a la alimentación, sigo al filósofo griego Plutarco: «Me parece extraño que los seres humanos descuarticen los cadáveres de los animales y se los coman».

Usted es muy crítico también con la censura, con ese afán por parte del poder por silenciar distintos aspectos que no casan con su credo.
Mi libro sobre el tema de la censura fue escrito en los años ochenta. En él hablo de los efectos de la censura del Estado en la literatura, que considero deplorables. Desde entonces, los regímenes de censura literaria han desaparecido más o menos en todo el mundo, como consecuencia de la menguante importancia de las obras literarias en la vida pública. Reconozco que esta opinión puede ser demasiado optimista, ya que en Estados Unidos existe un movimiento reaccionario que pretende impedir el acceso de los niños a escritos ‘radicales’ sobre raza y género. Esperemos que este movimiento sea efímero.

Usted ha afirmado que Don Quijote es la novela más importante de todos los tiempos. ¿Podría decirnos qué es lo que la hace tan importante?
Es notable que, de forma tan temprana en la historia de la novela, surgiera un autor que identificó y exploró con la mayor claridad y poder el gran tema subyacente del género: la desilusión o la ruptura de la ilusión. Cervantes trazó en el Quijote una línea de demarcación entre el romance (el género de la ilusión, o en el lenguaje de Cervantes, del «encantamiento») y la novela, una línea de demarcación que se ha mantenido hasta nuestros días.

viernes, 14 de junio de 2024

Jan de Jager trajo a Safo al Club de Traductores


Finalmente, aquí está el video de la primera reunión del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, con la charla erudita de Jan de Jager sobre la historia de las traducciones de Safo.

https://www.youtube.com/watch?v=nibGjwYONiE


jueves, 13 de junio de 2024

El gran traductor Adan Kovacsics habla de Kafka

El pasado 9 de mayo, Leonardo Domínguez publicó en El Universal, de México, una entrevista con el traductor chileno Adan Kovacsics (foto), uno de los traductores de Franz Kafka en España, a propósito del desafío que implica traducir al autor checo al castellano.

“Traducir a Kafka es como tocar Mozart al piano”

El primer encuentro entre La metamorfosis y la lengua de Cervantes aún conserva varios enigmas, un relato digno del espectro de su propio autor: Kafka.

Se sabe que tan sólo diez años después de la publicación original (en alemán), la Revista de Occidente publicó por primera vez la historia de Gregor Samsa al español, en 1925. Durante décadas, la traducción se le atribuyó a Borges, en gran medida porque en 1938 la editorial argentina Losada, en su colección “Pajarita de papel”, editó el primer libro de Franz Kafka en nuestro idioma: la traducción y el prólogo firmados por Jorge Luis Borges.

Pero la historia es distinta. La traducción habría sido de Margarita Nelken, hija de judíos alemanes emigrados a España; aunque es incierto si su versión la realizó directamente del alemán o de alguna otra traducción disponible en esa época.

Traductores como Juan José del Solar, Cesar Aira, Carmen Gauger, entre otros más, han permitido aproximarnos al abismo de la imaginación kafkiana; son ellos, los traductores, la llave a las fórmulas del escritor praguense que abren la puerta a relatos tan universales, donde hacen eco el sueño y la realidad.

Adan Kovacsics es uno de los destacados traductores al español del autor de El proceso, bajo el sello Alianza ha traducido La muralla china, Relatos y aforismos y una selección de narraciones en Relatos cronológicos, próximo a llegar a librerías mexicanas para conmemorar el centenario de la muerte de Kafka.

Kovacsics, de ascendencia húngara, nació en Santiago de Chile. Su trabajo se ha dedicado a descifrar al español la obra de Imre Kertész, con quien entabló amistad, de Karl Kraus, entre otros. En 2010 fue galardonado con el Premio Estatal de Traducción Literaria de Austria y en 2017 recibió el Gran Premio de Traducción Balassi de Hungría.

Milan Kundera, admirador profundo de Kafka, decía que hay momentos en los que “su prosa levanta el vuelo y se convierte en un canto”. Escuchemos esa melodía vertida en la voz de Kovacsics.

Las primeras traducciones de Franz Kafka al español parecen compartir un enigma “kafkiano”: durante mucho tiempo se le atribuyó a Borges la traducción de La metamorfosis. ¿Qué certezas tenemos sobre el primer acercamiento de la obra de Kafka al español?
–Tenemos la certeza de que la primera traducción de La metamorfosis se publicó en 1925 en la Revista de Occidente, cuyo director era José Ortega y Gasset. No se sabe a ciencia cierta quién fue el traductor, aunque se especula que fue una mujer, concretamente Margarita Nelken, quien sería luego diputada del Partido Socialista durante la República y luego, después de la Guerra Civil, se exiliaría en México. Después, en los años 30, la editorial Losada de Buenos Aires publicó esa misma traducción, aunque puso —por comodidad o por el prestigio del autor— que era obra de Borges, quien sí tradujo una serie de relatos que aparecieron en ese mismo volumen.

Se dice que, por desgracia, en las traducciones siempre hay pérdidas. ¿Qué se ha perdido en la obra de Kafka a través de los años? ¿Se ha ganado algo?
–Se ha ganado mucho más, desde luego. Se ha ganado la obra de Kafka en castellano, que no es poca cosa. ¡Cuántos lectores la han conocido en nuestra lengua! ¡Qué mundo se ha desplegado ante ellos a través de las traducciones! Claro que hay pérdidas, matices, referencias culturales que se pierden. Por ejemplo, el Herrenhof (Posada de los Señores) en El castillo remite a un café del mismo nombre en Viena frecuentado por el marido de Milena y también por ella misma. Cada palabra es una mirada a un abismo, y los abismos no son los mismos en todas las lenguas.

Franz Kafka pertenecía a una pequeña comunidad germanohablante de Praga, en un contexto muy particular de este país. ¿Qué tipo de lenguaje era el suyo? ¿Cómo influyó esto en su obra?
–Ese alemán de Praga, hablado por un grupo bastante reducido de personas —funcionarios, docentes, comerciantes— en una ciudad donde la mayoría era checa, sí determinó el lenguaje de Kafka. Era un alemán muy pulcro, con algunas peculiaridades. Y el alemán de Kafka es muy claro, muy transparente, muy preciso y directo, libre de adherencias.

En distintas charlas te he escuchado hablar sobre la relación entre la escritura y la música. ¿Cuál es la musicalidad en el lenguaje de Kafka? ¿Cuál es el sonido de su prosa?
–Como es sabido, Kafka no tenía oído para la música. Decía, quizá un poco en broma, que no era capaz de distinguir una opereta de una ópera de Wagner. Al mismo tiempo, sin embargo, la música sí aparece con un papel importante en sus narraciones. Por ejemplo, en La metamorfosis, (yo, por cierto, considero que la traducción correcta es “La transformación”): “¿Era realmente un animal, puesto que la música lo emocionaba tanto? Le pareció que se le abría el camino hacia el anhelado y desconocido alimento”. O en “Investigaciones de un perro” o en “Josefina la cantante…”. Él sí veía música en la lengua. En una carta a Milena Jesenská habla de la musicalidad del checo de Milena. Y hay música en la prosa de Kafka. Cuando comentábamos Juan del Solar y yo los problemas a la hora de traducirlo, él me decía que es “como tocar Mozart al piano”.

En Los testamentos traicionados, Milan Kundera hace una crítica a los traductores franceses de Kafka por su excesiva “necesidad de sinonimizar”. El escritor apunta que “la situación del traductor es extremadamente delicada: debe ser fiel al autor y al mismo tiempo seguir siendo él mismo”. ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo lograr ser invisible sin ser invisible?
–Sí, es el gran reto, el gran desafío al que el traductor se enfrenta una y otra vez. Quiere desaparecer cuando desaparecer es imposible. Pero también los lectores tienen que adaptarse a esa realidad, así como tienen que adaptarase a la realidad de Babel. No se puede hacer como si Babel no existiera.

Trabajaste la traducción de gran parte de las cartas de Franz Kafka, incluyendo su correspondencia con Felice Bauer. También te has dedicado a traducir algunas de sus obras de ficción. ¿Hay un Kafka sentimentalmente distinto entre el que escribe cartas y el que escribe ficción?
–El mismo conflicto profundo y el mismo anhelo de libertad alimentan todos sus escritos, sean relatos, aforismos, cartas, apuntes en los diarios. Ese conflicto y ese anhelo están siempre ahí. Esa es su grandeza. Por otra parte, claro, se percibe una diferencia, en aspectos estilísticos o en el vuelo de la imaginación.

Como bien sabemos, la desobediencia de Max Brod permitió que perdure el legado de Kafka. ¿Qué papel han jugado los traductores en la consagración póstuma del escritor?
–Un papel importante son los que han hecho posible la difusión universal de una obra que habría quedado recluida en el ámbito de una lengua, la alemana. Y es una obra de una dimensión universal, tanto en oriente como en occidente, tanto en el sur como en el norte se lee a Kafka, se absorbe su obra.

¿Por qué es relevante la obra de Kafka en nuestro siglo? ¿Qué lectura nos da de nuestro presente?
–Lo relevante es su compromiso absoluto con la literatura. Lo relevante es el carácter ambiguo y enigmático de su obra, en la que no sabemos si habla desde una observación fría y realista de un mundo exterior o desde la visión, a través de fábulas y parábolas, de un mundo interior. ¿“La construcción de la muralla china” es la descripción de un funcionamiento del poder o la descripción de la propia obra de Kafka que no le sirve del todo para protegerse y además no termina nunca? Lo grande de Kafka es que todo presente encontrará algo en sus escritos.

miércoles, 12 de junio de 2024

Carlos Gamerro habla de sus traducciones de Shakespeare para el teatro en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires

 

El próximo miércoles 19 de junio, en la librería El Jaúl, tendrá lugar la segunda reunión de este año del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires

El invitado esta vez es Carlos Gamerro, narrador, ensayista y traductor, quien, desde hace rato, viene desarrollando la traducción de algunas de las más importantes piezas de William Shakespeare específicamente para la escena, con los desafíos que ello implica.

La cita, como siempre, es con entrada gratuita. Los esperamos



martes, 11 de junio de 2024

Un filólogo español contra el triunfalismo de su país y más cerca de la realidad

El pasado 3 de junio, la agencia española EFE distribuyó un cable, firmado por Luis Ángel Reglero, posteriormente publicado por varios medios del mundo hispano; entre otros, InfoBAE, de Buenos Aires. Allí se habla de un libro del filólogo David Fernández (foto) que contradice el triunfalismo español respecto del crecimiento de nuestra lengua en el mundo

El reto del español frente a "bombas" demográficas de otros idiomas

El idioma español debe huir del triunfalismo sobre el aumento de su número de hablantes ante "bombas" demográficas, sobre todo en África, que harán que pierda peso frente a lenguas como el portugués y el francés, advierte el filólogo David Fernández.

Panhispania. Visita guida por un país que nunca existió, de editorial Catarata, es el último libro de este investigador y profesor universitario español, una contestación a cómo se vende en algunos informes el buen momento del castellano en el mundo.

Él mismo reconoce que ha participado en algunos de ellos para entidades como el Instituto Cervantes, institución estatal española dedicada a la difusión internacional de este idioma, en entrevista con EFE.

La letra pequeña de estos estudios refleja que el número de hablantes nativos, unos quinientos millones, "está en horas bajas, lleva dos décadas decreciendo", con lo que el español o castellano se ve ante el reto de ampliar a aquellos que lo tienen como segunda lengua, alerta el autor.

Que ahora son unos cien millones, entre los que estudian español o lo han aprendido en distintos niveles.

Aumentar su presencia internacional es una tarea "dificilísima", no por falta de interés en emprenderlo o por la hegemonía del inglés, sino también por el potencial de otras lenguas como el portugués y el francés.

"El español tiene que buscarse un refugio, pero tremendo, para salir indemne en la medida de lo posible de bombas demográficas que se están ya barruntando en el horizonte, sobre todo en el continente africano", observa.

Angola con el portugués y Níger con el francés son dos ejemplos de previsiones de Naciones Unidas "bestiales" en crecimiento demográfico: "En el continente africano es donde está las nuevas canteras de idiomas".

"Los datos triunfalistas muchas veces enmascaran tendencias que son bastante perniciosas para el español y a las que es imposible ponerles coto", recalca.

La mayoría de países hispanohablantes son contiguos, comparten fronteras en América, sin apenas dispersión geográfica, salvo España en Europa y Guinea Ecuatorial en África, a diferencia del inglés o el francés.

Entonces, "¿cuál es la utilidad de aprender esta lengua?", se pregunta.

Pues a su juicio ese es el trabajo del Instituto Cervantes y también la Real Academia Española, una tarea "diplomática" para fomentar su aprendizaje en otros continentes, ya que ahora el 80 por ciento de quienes estudian español como segunda lengua se concentra en Estados Unidos, Brasil y la Unión Europea.

Aunque de nuevo "sin mucho margen para el optimismo", porque "el aprendizaje de lenguas va a entrar en recesión, y de hecho, ya se ha devaluado muchísimo el saber idiomas", en palabras de David Fernández.

La inteligencia artificial avanza para la traducción automática y "es un secreto a voces dentro de la Real Academia" que el destino del español lo dictan cada vez más los gigantes tecnológicos, apunta el experto.

"Google, OpenIA y Apple analizan de forma automática el aluvión de macrodatos y toman decisiones instantáneas sobre el uso de las palabras", para generar "tendencias en el uso del idioma", al margen de lo que marque una academia como norma, subraya.

Además, el resto de países hispanohablantes no tienen equivalentes al Cervantes o la Real Academia para promocionar el español, con lo que "la política panhispánica" liderada por España "tiene menos predicamento fuera", señala.

"Estamos mandando mensajes erróneos", insiste, porque "que el reguetón esté en el número uno de Spotify no quiere decir que el español también lo esté: para ello hay que elevar el nivel en otros ámbitos como el científico, el cultural, el literario y no solamente la música".

La comunidad hispana de los Estados Unidos utiliza para ascender socialmente algo como la música latina, pero está por ver si "cuando llegue a la planta de arriba no se habrá dejado el español en la de abajo", porque muchos no consideran que para distinguirse como hispano necesariamente haya que hablar español, sentencia. EFE

lunes, 10 de junio de 2024

A falta de Gaby, Fofo y Miliki, la RAE recomienda cosas y supera los límites del grotesco

El pasado 21 de mayo, La Jornada, de México, publicó un cable de la agencia Europapress, donde se da cuenta de una nueva payasada de la Real Academia Española. 

La RAE publicará una guía con los 'enemigos' del lenguaje claro

La Real Academia Española (RAE) publicará la 'Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible' por la que reivindica la "claridad" en el habla, especialmente para las instituciones y administración, y que incluyen una serie de recomendaciones a evitar como los incisos, las redundancias o los "extranjerismos crudos".

La presentación ha tenido lugar en la sede de la RAE, durante el acto de clausura de la I Convención de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro que ha estado presidida por el Rey -y al que se le han entregado dos ejemplares de la guía-. El monarca ha calificado a este documento como "enormemente valioso" para la lengua española, el primer valor cultural compartido con cientos de millones de personas.

"Las conclusiones de esta convención servirán a todos los poderes públicos y entidades que prestan servicios de interés general para mejorar la transparencia de sus programas y actuaciones, lo que contribuirá sin duda a fortalecer la calidad de las democracias", ha defendido Felipe VI en su intervención.

El director del departamento de 'Español al día' y académico, Salvador Gutiérrez Ordóñez, ha sido el encargado de presentar este "mapa-guía", detallando que se trata de un documento con contenido como advertencias, recomendaciones, consejos y recursos dirigidos para obtener textos diáfanos.

En la guía se sigue siempre la norma fijada por los diccionarios, gramáticas y la ortografía de la RAE y ASALE y, como avances generales "para el logro de la claridad", se propone una formación buena en lingüística y en expresión de los profesionales.

También apunta a una mayor educación en las disciplinas científicas a los ciudadanos y por último se reclama el "papel mediador" de la prensa. No obstante, en el apartado de gramática se efectúa una selección de los temas que "mayores dificultades plantean a la claridad". Entre ellos, se abordan ejemplos con el foco puesto en gerundios, el género, el uso de oraciones pasivas, coordinaciones o subordinaciones.

Asimismo, Gutiérrez Ordóñez también ha avanzado que cuenta con una sección de discursos en la que se explican problemas frecuentes, tales como el párrafo largo, los incisos o las enumeraciones. Y, en semántica, se abordan conceptos "que subyacen a la opacidad lingüística" como presuposiciones, la ambigüedad, contradicciones, paradojas, eufemismos o redundancias.

"El respeto de las normas ortográficas es esencial para la claridad de los escritos", ha destacado el académico, quien ha aludido a la "influencia en la claridad" de la acentuación, la puntuación, el uso de las mayúsculas, frente al "efecto de opacidad causado por las palabras no biendigeridas que llegan de fuera", como los "extranjerismos crudos".

El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, ha defendido la importancia de la celebración de esta convención, así como de la publicación de la guía, incidiendo en la necesidad de un mayor lenguaje claro en la administración. En especial, se ha referido también a la relación del habla con la igualdad de género.

Las “imposiciones” en el lenguaje inclusivo

El académico ha alertado que desde la institución "no se puede correr el riesgo de imponer formas lingüísticas que los ciudadanos no aceptan", ni diferenciar el lenguaje usual del lenguaje "políticamente correcto". "No podemos animar a fragmentar la normativa de la lengua que se ha mantenido unida sin perjuicio de sus variantes territoriales durante tres siglos", ha apuntado.

No obstante, ha recordado que la RAE ha modificado "intensamente" el diccionario para eliminar muchas definiciones hechas en tiempos históricos que no tenían la misma valoración social que hoy del sexo femenino. También ha advertido que muchas formas generalizadas en el lenguaje usual tienen alternativas de expresión que no alteran el sistema de la lengua y favorecen la visibilidad del sexo femenino en el lenguaje.

"Únicamente nos rebelamos contra las imposiciones o las transgresiones forzadas de reglas para proponer innecesariamente otras que no encajan en ese sistema de la lengua y que afean la expresión de un idioma tan bello como el español", ha concluido.

viernes, 7 de junio de 2024

"Ahora no hay libro que no se pueda traducir al alemán de manera extraordinaria. Pero costó diez años."

Michi Strausfeld
es agente literaria especializada en autores de Latinoamérica. Con la excusa de un reciente libro publicado, fue entrevista por Patricia Kolesncov para Cultura InfoBAE. La bajada de la nota, publicada el día de hoy, dice:
Editó en Europa a gran parte del boom latinoamericano. Acompañó a Juan Rulfo, Tomás Eloy Martínez, Isabel Allende y Osvaldo Soriano. Ahora publica Mariposas amarillas y los señores dictadores, donde busca 'cuándo se jodió América latina'”

“Tardé siete años en publicar a Cortázar en Alemania porque no había traductores”

“El primer libro que contraté fue Rayuela, de Julio Cortázar. Y tardamos siete años en publicarlo porque no había quien lo tradujera”. Michi Strausfeld está sentada en un bar en Buenos Aires y cuenta esto sin énfasis, como si nada, en buen castellano y con un fuerte acento alemán. Es que esta señora de pelo corto y palabras precisas es parte de la historia de la literatura latinoamericana: en los 70 la vida la puso de narices frente a lo que todavía era para ella un Nuevo Mundo y ella, en vez de golpearse la nariz, se metió en ese mundo y se lo llevó al suyo, del otro lado del océano. “Me dije: ‘¿Para qué voy a seguir estudiando literatura inglesa o francesa si aquí hay todo un continente nuevo?’”

Strausfeld (1945) es una de las responsables, tal vez LA responsable de que la gran literatura latinoamericana del siglo XX haya llegado a Alemania. Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa, Tomás Eloy Martínez, Osvaldo Soriano, Isabel Allende son, simplemente, parte de su vida.

Un poco de eso, de ese camino, se trata Mariposas amarillas y los señores dictadores, el libro que poco a poco va saliendo en América latina. Y aunque hay episodios personales, allí Strausfeld va desarrollando los temas, los problemas, las marcas que atravesaron a esa generación de grandes autores que quisieron contar la historia de este continente. No es menor eso: ellos quisieron relatar de nuevo, pensar desde el siglo XX y desde sus convicciones políticas, qué pasó con estas tierras. Y Strausfeld para todo el mundo, Michiretoma estas ideas para buscar, de alguna manera, la respuesta a la vieja pregunta: ¿Cuándo fue que se jodió América latina?

La intención está clara desde el título: las mariposas aluden a Cien años de soledad, esa gran novela de Gabriel García Márquez, que Michi entiende en clave política. Y los dictadores, bueno, se entiende.

Me pareció que la idea de arranque de Mariposas... fue buscar “cuándo se jodió América Latina”. ¿Cómo aparece esa idea?
Bueno, yo quería más bien entender la Historia. Porque la historia de América Latina que nos enseñan en Europa es pobre, tenemos unos hitos y nada más. Entonces tengo mis informes de 40 años de lecturas... Nadie se acuerda de todas las novelas pero hay tres que hablan de Colón, por ejemplo. Y luego los conquistadores, la época colonial, las independencias y así para llegar a hoy. Y si me preguntas cuando se jodió América latina, yo creo que las raíces hay que buscarlas en la época colonial, porque ahí se desarrollan las estructuras que crearon los españoles y que han segmentado la desigualdad.

¿Diferentes a las que crearon los ingleses, por ejemplo?
Nunca los he comparado, pero los ingleses eran creyentes protestantes, con lo cual tú tienes que trabajar toda la vida duramente para ir al cielo. Los católicos lo llevamos un poquito más suave, así que hacemos lo menos que podemos, luego nos arrepentimos y vamos igual al cielo. Entonces hay otra ética del trabajo. Aquí llegaron españoles analfabetos -como Pizarro, analfabeto- que de repente eran dueños de un imperio. Entonces crearon una clase dominante y los de abajo eran los indígenas. Las desigualdades las crearon los españoles. Y la Iglesia, con su control. Piensa que durante tres siglos no se podían escribir libros en América Latina.

¿No?
Porque las imprentas estaban en Perú y México y estaban para imprimir la Biblia. La primera novela mexicana se publicó en mil ochocientos sesenta y pico. Los jesuitas escribían otro tipo de textos, pero no novelas. A Bogotá y a Perú, por ejemplo, llegaban libros de contrabando. Mario Vargas Llosa cuenta que El Quijote llegó en un barril de vino al Callao, al puerto de Lima.

Pero acá hubo una clase que fue a la Universidad, en el Alto Perú o en Córdoba, con algo estudiaban...
Sí, con la Biblia. En el fondo falta mucha información sobre el período colonial y pocos novelistas se han metido con esta época. Es como un hueco negro hace tres siglos ya. Y claro, luego vinieron las independencias, cambió todo. Pero que haces con un pueblo que no ha sabido, que no ha podido estudiar, que no ha podido hacer nada y de repente son independientes. Los criollos eran lo mismo que los españoles solamente nacidos en América Latina, pero hacían lo mismo.

Me interesó mucho cuando decís algo que puede ser polémico, que había elementos en la propia religión de los indígenas americanos que hizo que fuera posible que unos pocos soldados conquistaran imperios.
¡Eso fue la tragedia de México! El mito hablaba de un dios que se había ido, Quetzalcoatl. Es terrible, se había ido después de haber llevado a su pueblo a cierto bienestar. Se decía que iba a regresar desde el este y esta gente, los conquistadores, llegaba del este y además venía con caballos, o sea que ellos eran seres mitológicos. Y entonces Moctezuma les dijo “Dios, tú has vuelto a tu pueblo” Fue un malentendido, horrible. Y lo que hizo Francisco Pizarro con Atahualpa tampoco tiene nombre. Ya llevaban muchos años de guerra. La gente estaba cansada. Entonces Pizarro le pone la Biblia en la mano y Atahualpa dice “No me habla”, porque no sabía leer. Y entonces lo declaran hereje y lo mandan a morir, después de haber llenado una habitación de oro. Increíbles historias.

Sí, eso es una conquista.
Una conquista brutal. Porque, claro, eran los más pobres, venían de Extremadura, donde no tenían qué comer. Y de repente... Imagina a Hernán Cortés en el mercado de México. Pensaba que no veía bien, que estaba en un país de fábula.

También sostenés que la literatura latinoamericana estaba imbricada de política. ¿Más que otras literaturas?
Muchos autores de la segunda mitad del siglo XX verdaderamente querían contar sus historias porque sabían que nadie las conocía. Como Augusto Roa Bastos con Yo el supremo [NdelaR: Donde habla del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia] ¿Quién había sabido algo de este señor? Bueno, las novelas de los dictadores, que son alucinantes a más no poder, pero también la cosa de esta naturaleza exuberante que no conocemos en Europa. El trópico. Saber que la lluvia de las mariposas amarillas es real. Es real. Y eso no lo cree nadie. Esto coincidía con la muerte de la novela, que había declarado la generación del 68 en Europa, que derivó en libros que eran el aburrimiento puro y duro. Y entonces de repente venía otra gente que contaba historias y las contaba con una naturalidad y una riqueza diferentes. Claro, conquistaron a los lectores. En Alemania tardamos un poquito más. Fuimos los últimos descubridores de América latina en cuanto a su literatura, cuando en Italia y Francia ya sabían mucho más. Pero no teníamos traductores suficientes. El continente nos quedaba un poquito más lejos y su literatura también.

¿Vos tuviste que ver con eso?
Mucho.

¿Y cómo llegaste a interesarte en América latina?
Había visto un documental sobre la Panamericana. La primera parte llegaba hasta Panamá y me tenía alucinada. Cinco años después venía la segunda parte. Cuando vi las imágenes de Machu Picchu dije “ahí quiero ir”. Así que no llegué por la literatura latinoamericana que en Alemania no había sino por piedras.

Entonces fuiste a Machu Picchu, fuiste a Perú y....
Conseguí una beca de tres meses con un grupo de estudiantes. Viajábamos por el país- Era el año 67. Había salido Cien años de soledad y todo el mundo hablaba de Cien años de soledad. En Perú leí a Borges, a César Vallejo. Lo básico porque yo no sabía nada. Y leí Cien años de soledad con un diccionario; no entendía ni la mitad. Y entonces me dije: “¿Para qué voy a seguir estudiando literatura inglesa o francesa si aquí hay todo un continente nuevo?” Y me metí. Después conseguí otra beca, para hacer un doctorado, y me fui a Colombia; viví dos años allí. Ahí empecé a entender mejor Cien años de soledad, que cuenta, en clave, la historia de Colombia. Tiempo después le presenté un plan de publicación a la editorial Suhrkamp y empecé a trabajar con ellos.

¿Y cómo era ese plan?
El primer libro que contraté fue Rayuela, de Julio Cortázar. Tardamos siete años en publicarlo porque no había traductor.

Es increíble porque tanto el español como el alemán son dos idiomas centrales...
Todavía no había forma. De todos modos, contraté los primeros títulos, que eran todos clásicos y recuperaba en el mercado lo que había sido publicado y ya estaba fuera de catálogo, como la obra de Juan Rulfo. Que no estaba libre pero no se publicaba más.

¿Te fue bien?
No, la colección no fue exitosa enseguida, exitosa fue después de Isabel Allende. Pero yo decía “eso es lo básico, los nombres que tienen que estar”. Roa Bastos, Carpentier... De Cortázar sólo había unos pocos cuentos mal traducidos y nada más. A (Juan Carlos) Onetti nadie lo conocía. Entonces empecé a a recuperar los clásicos que nadie conocía en Alemania e incorporé nombres como el de Manuel Puig, por ejemplo. Fue una labor muy lenta.

Me hablaste de Isabel Allende, a quien le dedicás un capítulo. Allende es una autora muy popular pero no canónica.
Yo no quería solamente publicar a los sacrosantos, quería tener al menos una novela de autor desconocido, joven, al año. Y entonces Isabel Allende fue mi descubrimiento de autora joven desconocida. El éxito de La casa de los espíritus en Alemania fue algo increíble. Salió en el 84 y se vendieron 500.000 ejemplares en tapa dura en seis meses. Y la gente me decía: “Ahora entendemos lo que es la dictadura de Pinochet”, porque también hay una lectura política de ese libro.

También publicaste a Osvaldo Soriano, otro autor muy popular.
Para mí siempre ha sido “me gusta” o “no me gusta”. Y Osvaldo Soriano me ha gustado mucho. Triste solitario y final es una bella primera novela y fue la apuesta por alguien joven, desconocido. A veces te equivocás, pero a veces das en la diana.

Y ahí ya tenías traductores.
Ya tenía traducción, y ya había salido toda una generación nueva de traductores. Ahora no hay libro que no se pueda traducir al alemán de manera extraordinaria. Pero costó diez años.

Y también conociste a los autores. ¿Cómo te llevaste con ellos?
Bueno, eso es un poco el regalo, tuve su amistad, su conocimiento, su cariño.

Hablame de alguno.
Rulfo leía muchísimo y era tan tímido... entonces soltaba recomendaciones. Y era un buen lector, excelente lector. Leía las traducciones al revés: detrás de una mala traducción, él veía el buen original, sobre todo con la literatura brasileña, sabía mucho de eso.

¿Otro?
Tomás Eloy Martínez,. Pasamos horas en el tren, viajando de lectura en lectura en Alemania, con Santa Evita. Era un contador nato y un chismógrafo nato, se deleitaba en ponerme al día de los últimos chismes. Cada cual me ayudaba un poco a su manera. García Márquez se daba cuenta de que yo no tenía idea de política y me daba clases de política. A Vargas Llosa lo he acompañado durante 40 años. Con Julio Cortázar estuve diez años, hasta que se murió. Y Octavio Paz, en fin, otro de los gigantes. No he tenido problema con ninguno de los grandes, ninguno.

Así que no se portaron como divos.
Nada, nada, nada. Vargas Llosa siempre muy cortés, muy amable, muy disciplinado. Y cuando comenzaba a contar... también era tremendo.

¿Estás siguiendo la literatura contemporánea latinoamericana?
Lo intento, pero ya no puedo leer todo. Y ahora se publica muy poco de América latina en Alemania. No sé si llegamos a diez libros entre todas las editoriales al año.

Entonces Michi Strausfeld habla de los cronistas ”la escuela formada por García Márquez y por Tomás Eloy Martínez” y habla del policial. Gustan, dice, “pero el interés ha caído mucho”.

Y sonríe y acaricia la tapa de su libro. “Y así he tenido la profesión más linda del mundo”, concluye.

Claro que sí.

jueves, 6 de junio de 2024

"Lo que no soy es una coleccionista de rarezas"

La lexicógrafa Olimpia Andrés está a cargo de una obra singular que, seguramente, hará las delicias de los españoles (no de los hablantes de castellano del resto del mundo) y por eso es motivo de la siguiente entrevista, publicada por el periodista Luis Alemany, en El Mundo, de Madrid, el pasado 4 de junio. En su bajada se lee: "El Diccionario del Español Actual, una obra insólita hecha para describir el uso real de la lengua, llega a internet como un homenaje al ingenio de sus hablantes".

Olimpia Andrés, la mujer que "fotografía" el idioma español cada día desde 1970

Unas líneas de "Funes el memorioso", de Jorge Luis Borges: «Ireneo [Funes] empezó por enumerar, en latín y español, los casos de memoria prodigiosa registrados por la Naturalis historia: Ciro, rey de los persas, que sabía llamar por su nombre a todos los soldados de sus ejércitos; Mitrídates Eupator, que administraba la justicia en los veintidós idiomas de su imperio; Simónides, inventor de la mnemotecnia; Metrodoro, que profesaba el arte de repetir con fidelidad lo escuchado una sola vez. Con evidente buena fe se maravilló de que tales casos maravillaran».

La lingüista Olimpia Andrés ha debido de desarrollar con los años una inteligencia borgiana que le permite hoy identificar los usos de las frases y las palabras con las que se encuentra en los periódicos y en los libros, reconocerlos como nuevos o, al menos, como anormales y, en ese caso, cotejarlos con otros textos que guarda en su memoria. Si, por ejemplo, Andrés lee Los vencejos de Aramburu y se encuentra que aparece la palabra «usufructo» pero no con el significado de un contrato mecantil sino como una relación amorosa ni comprometedora ni efímera, su cabeza se pone en marcha para recordar dónde más ha podido leer ese uso metafórico.

¿Por qué es importante esa asociación? Porque cada vez que Andrés da con dos textos (literarios, científicos o periodísticos) de autores diferentes que emplean un uso no convencional, éste entra en el Diccionario del Español Actual (DEA), la obra más sorprendente de todas las que describen el idioma español y ya accesible. El DEA ha estrenado su edición en internet gracias a la Fundación BBVA.

El Diccionario del Español Actual nació como proyecto en 1970 con el propósito de dar una foto fija del uso del idioma español en el periodo que fue de 1955 a 1975. Si los españoles de 1970 llamaban «arriba Eapaña» a los moños altos, alguien debía recogerlo así.

«En 1970 yo iba a solicitar una plaza de lectora en Francia. Se lo comenté a Rafael Lapesa, que había sido mi gran profesor y me dijo que no perdiera el tiempo, que me fuese con él a trabajar en el Diccionario Histórico de la Lengua. Entré como becaria el 4 de octubre y alí conocí a Manuel Seco, que me habló del DEA, que en parte es lo contrario del Diccionario Histórico. Me tentó varias veces y al final acepté. Y aún hoy le dedico todo mi tiempo, hasta que se me seca el cerebro después de seis horas seguidas de trabajo».

El DEA es ese diccionario en el que el verbo secar tiene una acepción como «Anular la eficacia del juego». Tuvo una primera edición en 1999 y dos ampliaciones hasta 2011, además de una derivada llamada Diccionario de Fraseología. Manuel Seco apareció siempre como director de la obra; Olimpia Andrés y su compañero Gabino Ramos fueron los coautores. Andrés también se acuerda del trabajo ingente de Carlos Domínguez y María Teresa de Unamuno. Después, Seco se murió, Ramós llegó a una edad en la que su prioridad debe de ser su salud, y Olimpia Andrés se quedó sola con la tarea de mantener vivo el Diccionario, y de digitalizar su método sin renunciar a la inteligencia analógica como guía de trabajo. Un diccionario no es un robot, explica.

Y todo, en un pisito de Ciudad Lineal, en Madrid, cuya biblioteca es significativa: hay diccionarios jurídicos en catalán, estudios sobre la brujería en Canarias, celtiberias de Carandell, novelas de Ferlosio, de Laforet, de Matilde Asensi, un libro de Lorenzo Caprile sobre bodas... Al ver la colección, se entiende que el oficio de lexicógrafo está basado en un trabajo muy metódico hasta el límite pero que su conocimiento se derrama por la realidad con alegría. «Lo que no soy es una coleccionista de rarezas, de sellos inencontrables. El lenguaje que aparece en el DEA está vivo», explica.

Una metáfora más para acabar: «Hay artículos del DEA que son como una catedral por su complejidad».

miércoles, 5 de junio de 2024

La vigencia de Kafka, según sus traductores

"Alberto Gordo y Adan Kovacsics dicen a La Razón que lectores continúan identificándose con ese poder inaccesible que comenzaba a gestarse en el siglo XX; comparten visiones de La metamorfosis, El proceso y El castillo." Tal es la bajada de la nota publicada pasado 31 de mayo, por Adriana Góchez, el en el diario mexicano La Razón

Centenario de Kafka, escritor que sigue hablando al presente

El mundo actual podría definirse como muy kafkiano, porque está envuelto en una realidad absurda, donde el poder es inaccesible y existen situaciones delirantes, propias de una obra del escritor Franz Kafka, quien supo reflejar y advertir las consecuencias del capitalismo, de ahí que siga tan vigente un siglo después de su muerte, centenario que se conmemora el 3 de junio.

En lo anterior coinciden los traductores Alberto Gordo y Adan Kovacsics, quienes en entrevista con La Razón consideran que el autor nacido en Praga continúa hablándonos en el presente.

“Fue el primero en plasmar ese mundo. Esa exposición del individuo a un poder inaccesible, arbitrario, la relación con la comunidad, las leyes inaprensibles, pero siempre presentes, todo eso es el mundo kafkiano”, compartió Adan Kovacsics, premiado en España y Austria por sus traducciones.

En La metamorfosis, Kafka lleva a los lectores a vivencias delirantes, pero no lejanas a la cotidianidad, como lo que vive Gregorio Samsa, quien despierta convertido en un insecto y su primera preocupación es no faltar a su trabajo. En el mundo real de quien lee, nadie se ha transformado en bicho, pero, ¿quién no se ha angustiado por cumplir con su labor en medio de una tragedia?

“Es una cosa muy de Kafka ser capaz de representarte el absurdo de la sociedad, porque qué cosa más absurda que mañana te caigas por unas escaleras, estés a punto de matarte, te ingresen y lo primero que pienses al día siguiente es ‘¿qué le voy a decir a mi jefe?’.

"A través de un relato como La transformación (La metamorfosis) es tan patente que la relación de Samsa es netamente absurda, no se altera porque esté de repente convertido en un bicho, sino ante la posibilidad de llegar tarde al trabajo, nos está mostrando algo mucho más complejo, lo absurdo de nuestras relaciones ante determinadas cosas… A veces nuestra realidad es absolutamente kafkiana y absurda”, comentó Alberto Gordo, traductor de Cuentos completos (Páginas de Espuma, 2024).

La metamorfosis, ha apuntado Juan José Millás en el prólogo de la edición de Nórdica Libros, si bien “a primera vista” es un “relato sencillísimo”, en el que “podría penetrar un adolescente cuya biografía lectora acabase de comenzar”, es a su vez, un relato complejo.

En El proceso y El castillo, obras póstumas publicadas por el amigo de Kafka, Max Brod, el autor se centra en alertar sobre ese poder al que los individuos y comunidades cada vez menos van a acceder. Además de presentar a personajes destinados a vivir en la imposibilidad de lograr sus objetivos.

“Sus obras están relacionadas con el poder y la dependencia, son elementos que no caducan, hoy se puede identificar con los poderes a los que estamos sometidos en el sistema capitalista, ese poder que no es tan identificable como antes, pero está ahí y nos somete, nos hace realizar lo que tenemos que hacer todos los días, dependemos de alguna manera de él, acertó a preverlo”, apuntó Alberto Gordo.

En lo anterior coincidió Adan Kovacsics, para quien ambas obras nos presentan este poder sin rostro que surge en el siglo XX. “Por eso resulta también cercano a los lectores de nuestro siglo, ésa es la enorme trascendencia de la obra de Kafka, logró interpretar por adelantado lo que ocurriría en las décadas siguientes, ese poder anónimo, burocrático, individuos puestos en ese poder arbitrario, incomprensible.

"Es importante ver que en Kafka no es el individuo el que está luchando contra un poder, sino que es la ley de la comunidad frente al individuo la que lo enfrenta”, comentó.

Kovacsics consideró que de los grandes autores del siglo XX, Kafka es el que más cercano ha estado a los lectores.

“Está más cercano a nosotros, es decir, de estos grandes autores del siglo XX, como Thomas Mann, James Joyce, Marcel Proust, el que más resalta es Kafka, por ese poder visionario que tenía. Luego también hay un aspecto casi estilístico, muy puro, no hay escritor tan transparente en su escritura como él, es curioso que su obra es muy enigmática, pero al mismo tiempo transparente”, comentó el traductor.

Aunque por mucho tiempo el también autor de América fue leído con solemnidad por la proyección que dio al mundo su amigo Max Brod, al crearle una personalidad dotada incluso de cierta religiosidad, en los últimos tiempos se ha reivindicado el humor que está presente en las obras de Kafka, lo cual ha contribuido a entender de otra manera sus textos.

“El humor atraviesa toda su obra, pero es un elemento que se ha soslayado a lo largo de muchos años, a partir de una interpretación que viene de Max Brod, quien empieza a crear esa imagen de Kafka como una especie de santo laico, un sacerdote de sotana raída, la cual contribuye que a Kafka se le lea con cierta solemnidad, cuando era una persona a la que le gustaba reír.

Esto se traduce en su obra, está el elemento lúdico en sus primeros cuentos, luego la ironía, un humor negro y después un humor absurdo”, remarcó Alberto Gordo.

Adan Kovacsics, para quien la gran narrativa siempre es cómica en el fondo, en Kafka este aspecto está siempre. “Hay escenas realmente hilarantes en El proceso, El castillo, La transformación o La metamorfosis, escenas cómicas.

"Se sabe que cuando leía sus textos le daba un ataque de risa, porque le resultaban cómicos”, añadió. Sobre este humor, incluso el escritor Manuel Vilas ha dicho que “Kafka es un luto cómico”.

Acerca de su estilo, Alberto Gordo ve en Kafka, “una originalidad radical” y Adan Kovacsics, una separación total del XIX que le permitió “una escritura totalmente nueva, muy del siglo XX”.

“Era muy minucioso y se nota al traducirlo, buscaba la precisión, siempre sus frases dicen más de lo que parecen decir en una primera lectura, muchas veces lo que parece absurdo, que no tiene sentido, sí que tiene un sentido; buscaba no escribir superfluamente, nada es gratuito, era llevar la historia hacia donde quería llevarla, eso forma parte de su estilo”, apuntó Alberto Gordo, quien también resaltó que el autor tuvo un proyecto literario muy concreto y eso se refleja en los textos que publicó, pero también en lo que no quiso que llegara a los lectores.

INFLUENCIA EN AMÉRICA LATINA
Los textos de Kafka llegaron a Latinoamérica en el siglo pasado y no tardaron en tener a grandes admiradores, entre ellos, el escritor Jorge Luis Borges, quien consideraba que los relatos del autor eran auténticas pesadillas; Gabriel García Márquez, quien tuvo su primer acercamiento con La metamorfosis, y Augusto Monterroso, quien concibió “La cucaracha soñadora”.

El argentino Ernesto Sábato consideraba que Kafka era uno de los "más originales escritores de todos los tiempos".

Para autores contemporáneos como Pergentino José (Oaxaca, 1981) es un referente. En su libro Hormigas rojas (2023) reconoce algunos elementos kafkianos.

"He tratado de tomar algunas cuestiones de Kafka, el efecto de extrañeza, de angustia, tratar de que no se vuelva una literatura fantástica sino donde hay una alteración de hechos. En hormigas rojas están estos elementos muy kafkianos de los ambientes y de la angustia", dijo a La Razón el autor, quien considera que los ecos de Kafka también pueden encontrarse en Josefina Vicens, en El libro vacío, sobre un personaje que intenta escribir un relato que nunca acaba; y en Yuri Herrera.