viernes, 28 de junio de 2024

"Meter la mano en el agua helada"

El pasado 25 de junio, Reyes Martínez Torrijos publicó en las páginas culturales de La Jornada, de México, una entrevista con Megan Marshall, autora de la biografía de la poeta estadounidense Elizabeth Bishop, que acaba de traducirse en México.


Presentan biografía de la poeta de culto Elizabeth Bishop

La escritura de la poesía es como pensar con los sentimientos, y un poema debe mostrar la mente en acción, creía la poeta de culto Elizabeth Bishop (Massachusetts, 1911-Boston, 1979), refirió Megan Marshall, autora de la biografía Elizabeth Bishop: Un milagro para el desayuno.

El título editado por el sello Vaso Roto fue lanzado ayer para Iberoamérica. Se trata de la traducción de la biografía escrita por Marshall, quien obtuvo el Premio Pulitzer de Biografía en 2014.

La biógrafa comentó que su interés en el texto fue escribir los poemas de Bishop y darles vida. Era tan exacta y tan ambiciosa y al redactarlos expresaba sus sentimientos más profundos. Desde el principio dijo que lo único que le importaba era escribir un poema que fuera inmortal, pero siguió escribiendo más allá de eso.

Marshall (Oakland, 1954) se dijo contenta con esta traducción: Pude ver que Jeannette L. Clariond tradujo muy bien los poemas, y Laura de la Parra, la prosa. Los traductores de este libro entendieron que hay muchos poemas que quieren ayudarle al lector a entender la poesía. Esa es la meta del libro.

La escritora comentó que incluyó la historia de cómo conoció a Bishop, premio Pulitzer de poesía en 1956, siendo maestra “para que el lector se identifique conmigo como universitaria aprendiendo acerca de la poesía y, así, ellos también la aprendan. El título, Un milagro para el desayuno, se refiere a uno de los poemas más tempranos de Bishop en el formato sextina.

Debido a que yo la conocí, me sentí capaz de dar una perspectiva más amplia. Tengo capítulos que siguen su vida y luego uno en el que la estoy conociendo por primera vez. Era una mujer muy tímida, pero invitó a nuestro grupo a una fiesta y la conocimos en un departamento en Boston. La vimos en otra luz y creo que abrir eso a los lectores fue muy importante.

Bishop fue muy reconocida en vida y tras la publicación de su intercambió epistolar con el poeta Robert Lowell creció aún más su reputación.

Marshall refirió que su plan de hacer una introducción a la poesía, a Bishop y a su obra funcionó. He tenido respuestas de gente que conocían bien su poesía y a ella y me han dicho que capturé muy bien su personalidad y su carácter, además de mostrar cosas que no sabían de ella.

Recordó que en los años 90 se publicó una biografía de Elizabeth Bishop en un momento en el que no se podía escribir abiertamente sobre romances entre personas del mismo sexo. “Cuando yo estaba escribiendo había más cartas de la poeta que intercambiaba con sus amantes o que le dirigió a su sicoanalista en los años 40, que revelaban mucho sobre su infancia tan dolorosa, de un tío que abusaba de ella, así como de su despertar sexual.

“Era una mujer muy reservada y quería respetar esa parte, pero también quería mostrar la pasión que ella tenía por las mujeres. Ha sido conmovedor encontrar estas relaciones de quienes ella describía como ‘mi amiga’ o ‘mi asistente’; eran profundas, fieles, intensas y apasionadas. Estoy muy contenta de darme cuenta de que las personas que no la conocían están emocionadas de su poesía y por conocerla.”

Elizabeth Bishop, continuó la biógrafa, se interesó mucho en el idioma español, que estudió entre 1930 y 1940. Viajó a México y estuvo alrededor de seis meses. Conoció a Pablo Neruda en 1942. Fueron amigos cercanos y tradujo varios de los poemas de Octavio Paz. Una poesía con muchos significados para ella fue la de Miguel Hernández, autor español que murió en prisión al final de la guerra civil.

La poeta estadunidense realizó muchos viajes y estancias por otros lugares. “Batalló mucho en Brasil porque había aprendido muy bien el español, pero se le dificultó el portugués. También pasó bastante tiempo en Francia y admiró a los poetas surrealistas. En algún momento escribió que creía en el surrealismo de la vida diaria: los objetos pueden tener este significado enorme, aunque sean muy pequeñitos.

No obstante, el inglés fue su idioma. No escribió en ningún otro. Me impresionó que leyó en francés a Simone de Beauvoir. Fue genial porque entiendo que la traducción al inglés era mala. A mucha gente le gustó, pero algunos críticos no entendían por qué ella había sido tan dura.

Su conocimiento de otras lenguas le permitió acceder a la forma poética de sextina, que es “como de italiano, español y francés. Es muy antigua y ella fue una de las personas que la revivió. Cuando estaba escribiendo, en 1936, ‘Un milagro para el desayuno’, casi nadie lo hacía de esa manera. Su investigación profunda de la forma de la poesía la regresaba a un sentido global o, cuando menos, trascontinental. Esos orígenes de la poesía le ayudaron a convertirse en una poeta original”.

Megan Marshall sostuvo que Bishop “amaba viajar por el mar. Aprendió a navegar y la atraían mucho las ciudades con puertos y las playas de Brasil. Además de escribir poesía, pintaba en acuarela y hay pinturas hermosas en los camarotes donde estuvo. Le gustaba estar en lugares donde no se esperaba nada de ella. Odiaba que la gente estuviera al pendiente de que ella produjera poesía de manera regular. Sólo lo hacía cuando le llegaba el momento.

“Uno de los descubrimientos grandiosos de sus cartas al sicoanalista, de 1947, es que en una de ellas describió una experiencia del verano anterior en Nueva Escocia, en la que describe que esa mañana tomó su bicicleta y vio a los ojos a una foca en la playa y sintió que estableció una conexión: ‘luego vi el poema’; entonces, supo que ese era el momento y que iba a crear un poema.”

Agregó que a Bishop le fascinaban las fronteras de las cosas y hablaba sobre meter la mano en el agua helada y tener la experiencia de conocimiento con ello. Esa es una metáfora para la sabiduría: el frío y las verdades profundas y frías del mundo.

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