viernes, 29 de noviembre de 2024

Gran compendio de poesía británica traducida por el mexicano Juan Tovar

El escritor mexicano Hermann Bellinghausen firma en La Jornada Semanal, de Mèxico, la siguiente reseña a las traducciones completas del inglés de su compatriota Juan Tovar, recientemente aparecidas por los sellos El Puente-Unam, de México. La nota fue publicada el pasado 17 de noviembre Literalidades de Juan Tovar: Traducir poesía inglesa de alto riesgo

Literalidades. Traducciones de poesía, de Juan Tovar (1941-2019), su consistencia y consecuencia con los autores que trabaja ‒Gerald Manley, Hopkins, Malcolm Lowry, Ted Hughes y W. B. Yeats‒ habrán de despertar el entusiasmo del lector de poesía, tal y como aquí se plantea y espera. Para ello, el traductor ha elegido como método “la sobriedad del equilibrio, la penetración perceptiva y desapasionada que busca traicionar lo menos posible unos versos muy demandantes”.

Cuando lo colateral, lo marginal en la obra de un autor relevante se vuelve en sí mismo otro centro, un aporte literario sin relación evidente con su quehacer en géneros o especialidades por los cuales se le conoce y caracteriza. La publicación de Literalidades. Traducciones de poesía, de Juan Tovar (El Puente-UNAM, México) representa un regalo para cualquier lector de poesía. Reúne las diversas colecciones de autores modernos en lengua inglesa que publicó en vida, todas recibidas con aprecio crítico y la gratitud de los lectores profanos. Por lo tanto, la reunión en un solo volumen de las antologías tovarianas de Gerald Manley Hopkins, Malcolm Lowry, Ted Hughes y, principalmente, W.B. Yeats, significa un acontecimiento y una confirmación.

Narrador, dramaturgo y traductor
Juan Tovar (1941, Puebla-2019, Tepoztlán) es el narrador brillante y claro que avanzó hacia el teatro de manera natural hasta volverse uno de los dramaturgos mexicanos más prolíficos y bien representados en las pasadas décadas. Escribió unas treinta y cinco obras dramáticas, originales y adaptaciones, escenificadas en escuelas tanto como montadas por Ludwik Margules (varias), José Caballero, Luis de Tavira o Beatriz Novaro. Este espectro teatral y sus novelas componen la obra de la que quiso ser autor. Una suerte de novela, Criaturas de un día, fue reescrita y publicada cuatro veces (1984-2009).

Pero desde su juventud, como sucede en ocasiones con los narradores, estableció una relación amorosa con la poesía, digamos que desinteresada, como lo es para los verdaderos lectores de poesía, sin más pretensión que el amor al arte y la lengua. De ahí extrajo Tovar el impulso para realizar estas reescrituras “literales” de formidables e irresistibles poemas escritos por británicos entre el fin del siglo XIX y el largo siglo XX, que forman el meollo de Literalidades.

En su presentación, la poeta Elsa Cross se pregunta “cuándo hizo Juan estas traducciones” si tal ejercicio no formaba parte de su trabajo, ni siquiera como traductor (ciertas traducciones suyas “de oficio”, como Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda, están mejor escritas que el original). Para Cross, el esfuerzo “brotó acaso del puro deseo y entusiasmo”.

Ahora, ¿por qué un título tan poco atractivo como Literalidades? Lo explica la prologuista, quien conoció a Juan Tovar de vida y obra:

“Quiere decir fidelidad a los poemas, y va mucho más allá de la fidelidad sólo a la letra, pues capta también integralmente el espíritu” de los autores. Impactan a Cross las penetrantes lecturas de Tovar. Es desde el mundo interior de los poetas que los ve y traduce, “y es lo que parece tener prioridad sobre cualquier otra cosa, dando con la cadencia, el tono, el ritmo justos, dentro de lo difícil que es traducir poesía del inglés al español”. La tarea principal se vuelve “mostrar esos mundos diversos, hacerlos presentes en toda su intensidad, su delicadeza o su filo”.

Además de los cuatro poetas centrales, Literalidades incluye versiones aparecidas en revistas y suplementos desde 1970 de Shakespeare, Shelley, Graves, Dylan Thomas, Southwell, Holt. También de los estadunidenses Pound, cummings y Williams, y por ahí se le cuela Ungaretti. No se consideran las letras de rock que publicaba en versión bilingüe con José Agustín a fines de los años sesenta y principios de los setenta, especialmente de Bob Dylan. El volumen incluye los textos originales, lo que transparenta los poemas escritos en castellano por Tovar. Tal práctica viene de sus versiones de rock, que proporcionaban las letras de las canciones que los chavos coreaban de oído.

De Hughes a Hopkins et al.
La aparición de Símbolos en 1977, una amplia e impresionante antología del irlandés W. B. Yeats, en Ediciones Era, causó sorpresa en el ámbito hispánico. Tovar mostraba comprensión profunda de un poeta complejo y contradictorio. Logró un verdadero retrato de Yeats en sus propios versos, bajo la pauta de un excelente ensayo como prólogo; transmitió los fervores de aquel irlandés brillante, inquieto, en ocasiones exaltado, casi siempre sabio, incluso cuando lo arrebatan misticismos y atavismos célticos o cristianos.

En 1981, Tovar hizo para la UNAM un cuadernillo, entonces no bilingüe, con poderosos poemas de Ted Hughes (Material de Lectura 170, Poesía Moderna). Allí nos acercaba al laureado pero controversial nuevo poeta nacional del Reino Unido, vinculado para siempre con la obra y la muerte de su primera esposa, la notable Silvia Plath. Ello orienta al traductor hacia las lúcidas consideraciones de A. Alvarez en su gran ensayo sobre los poetas suicidas, El dios salvaje.

Después de esta serie, nadie esperaba el tour de force que significó El terrible cristal (El Tucán de Virginia, 1989), audaz exploración en el apenas traducible Gerald Manley Hopkins, aquel jesuita en vida inédito que transformó la poesía victoriana, alimentó la vanguardia y planteó un rompecabezas a la crítica. El irrepetible Hopkins se atrevió a una radicalidad lingüística comprable a la de nuestro César Vallejo.

Nuevamente, Tovar acomete la escritura de su autor como un recorrido por la existencia interior del poeta, desde la juventud hasta su escritura última, religiosa pero en una osada escala verbal. Hopkins se corresponde, en su unicidad, con Emily Dickinson. Dos poetas secretos en total libertad ante el lenguaje. Al centro de El terrible cristal aparece desde luego “El naufragio del Deustschland”, célebre y viajadísima elegía por encargo en honor a cinco monjas franciscanas que se ahogaron en el mar. Libre y literal, Tovar se atreve a palabras castellanas que los poetas temerían usar. Las necesita para un autor tal, escribe Tovar, que “dice en su manejo del idioma, tantas cosas más allá de las palabras que cualquier traducción será aproximada y parcial, cuando no flagrante traición”.

En un pie de página admite haber compulsado las versiones de “El naufragio del Deutschand” realizadas por Salvador Elizondo (traductor de quimeras) y Edison Simons. “Debo decir que más bien me han servido de escarmiento, pues en alto grado representan respectivamente, la Escila de la libre invención y la Caribdis de la literalidad insensible”. Define así su propio método, elige la sobriedad del equilibrio, la penetración perceptiva y desapasionada que busca traicionar lo menos posible unos versos muy demandantes.

La última trans-sustanciación (término propuesto por David Huerta) de Tovar fue México y otros infiernos, una muestra de la poesía de Malcolm Lowry, quien para su propia desesperación era más bien narrador, aunque dueño de una prosa a la altura de la poesía, bajo el estigma inmortal de Bajo el volcán, novela escrita/vivida a las faldas del mismo Popocatépetl en territorio morelense donde Tovar fraguó su última antología para la colección La Sombra del Viajero (Instituto Morelense de Cultura, 2011).

Nos invita a diversas estaciones del calvario al fondo de la desesperación y el tormento de Lowry en su descenso a los círculos del Infierno, “crucificado entre dos continentes”. No olvida la “noche espantosa” que vivió en un calabozo de Oaxaca donde tiritaba “el niño alcohólico”. Tovar incluye “Para Bajo el volcán”, poema de una furia que se agudizará tras la publicación de la novela, cuando Lowry vive el éxito como “un horrible desastre”. No lo soporta: “La fama, como un borracho, consume la casa del alma”. Padece días terribles en Nueva York y Canadá, pero el infierno favorito de Lowry es México, donde la amenaza y la tragedia además lo excitan. Adelanta varias veces su muerte en Cuautla, Cuernavaca, Oaxaca, y sobre esa huella camina Juan Tovar a paso firme en sus propios zapatos.

Colegas: otros autores/traductores
En esta compilación de autores arriesgados, Lowry resulta el más demandante, pues su poesía batalla tanto que desafía al canto y la razón. Tovar opta de nueva cuenta por el punto medio entre invención y literalidad: “He tratado de seguir en buen castellano la corriente de conciencia del poeta, el hilo de su embriaguez, la sintaxis de su espíritu tortuoso y entrañable, que a fuerza de obsesión se adentra en mares ignotos y algo, al cabo, saca en claro”.

Toda literatura, antigua o moderna, se debe en parte a sus traducciones. El Siglo de Oro español produjo algunas de sus mejores páginas en los hurtos de Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Francisco de Quevedo. La poesía mexicana conoció a lo largo del siglo pasado hazañas y labores muy esmeradas. Desde Jardines de Francia de Enrique González Martínez y los asedios eruditos de Alfonso Reyes hasta las misceláneas Aproximaciones de José Emilio Pacheco, pasando por las traslaciones de los Contemporáneos, Octavio Paz, Jaime García Terrés, Gabriel Zaid, Isabel Fraire, Tomás Segovia, Guillermo Fernández, Elisa Ramírez Castañeda, o bien los clásicos de Rubén Bonifaz Nuño y su peculiar literalidad. Tenemos la constancia admirable de Francisco Cervantes, lusitano honorario. Resulta central la antología de traducciones reunida por Marco Antonio Montes de Oca en El surco y la brasa (1974).

Los siguieron José Luis Rivas (Perse, Schehadé, Walcott, Eliot), Pura López Colomé (Heaney, Brecht, Enzensberger), Francisco Torres Córdova (Elytis y los modernos griegos), el Auden de Luis Miguel Aguilar y José Joaquín Blanco, los beatniks de José Vicente Anaya, el Yehuda Amijái de Claudia Kerik, las caligrafías chinas de Adolfo Castañón, el reciente Wallace Stevens de Hernán Bravo Varela. Y, en fin, la inagotable asignatura nacional que ha representado T. S. Eliot: nuestras varias “Tierras baldías”, los obsesivos asedios de Pacheco a los Cuatro cuartetos, o bien la consideración crítica desde acá de Pedro Serrano.

Un justo sitio en esta corriente alterna de la poesía mexicana lo ocupa el “no poeta” Juan Tovar. Con silencioso heroísmo y rigurosa fidelidad, Literalidades constituye, ante todo, una hermosa experiencia poética. Es así como habrá de leerse.

jueves, 28 de noviembre de 2024

"Contra la esclerosis de la izquierda"

El pasado 17 de noviembre, el escritor Osvaldo Aguirre publicó en el diario Página 12 una larga reseña referida a Enigma Walsh: La escritura del oficio, una investigación de Raúl Horacio Campodónico sobre Rodolfo Walsh.

Rodolfo Walsh como trabajador de la industria cultural

A comienzos del año 2000, Raúl Horacio Campodónico se topó con una pila de ejemplares de Leoplán en una librería de Salta al 700. Buscaba información sobre cine argentino pero encontró otra cosa en aquellas revistas: artículos, traducciones y cuentos de Rodolfo Walsh. El descubrimiento siguió a un par de hallazgos previos: Lo que la noche revela (Hachette, 1946), compilación de relatos de William Irish traducidos por Walsh, comprado por un peso en otra mesa de saldos, y “El pájaro de las islas” (1950), un cuento encontrado también sin querer en la revista El Hogar. “Ahí decidí comenzar este trabajo con la certeza de que era mucho lo que se desconocía sobre su obra”, cuenta Campodónico.

Con el subtítulo de “La escritura del oficio”, su libro Enigma Walsh reconstruye un itinerario desconocido: “El rol de Walsh en tanto trabajador de la industria editorial, eslabonado al impacto que estos oficios han tenido en su producción literaria”. En esta perspectiva Operación masacre no es un punto de partida sino una bisagra: culmina un ciclo en el que las traducciones, los cuentos policiales y el periodismo de divulgación convergen para iluminar la irrupción de Walsh en el campo intelectual e introduce a otra etapa en la que la poética del relato testimonial se enlaza con los guiones de Héctor Germán Oesterheld y con el cine militante de la segunda mitad de los años ’60.

El propio Walsh rechazó el valor de aquella etapa inicial. “No le concedo mayor importancia”, declaró en una entrevista publicada por la revista Mayoría en 1958, y en el prólogo a la tercera edición de Operación masacre (1966) pormenorizó: “Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino”. La investigación de los asesinatos de José León Suárez le cambió la vida, pero la maduración del escritor no fue repentina y sus huellas fundamentales se encuentran en ese pasado desmerecido.

Campodónico hace honor a Walsh en el rigor extremo de su construcción. El libro reinterpreta y arriesga claves de lectura donde todo parecía estar dicho, sobre la base de un caudal extraordinario de información. Si lo literario, lo testimonial y los textos del “violento oficio de escribir”, como se llama a los periodísticos, suelen ser examinados por cuerda separada, Enigma Walsh los integra y analiza en el contexto cultural, histórico y político en el que aparecieron, para finalmente desbaratar consensos de la crítica especializada.

Hay cursos secundarios en el recorrido: entre otros, Walsh como actor en un conjunto vocacional; el punto de inflexión de su vida enmarcado por los vínculos con Marcelo Sánchez Sorondo, primer editor de Operación masacre e hijo del ministro del Interior de José Félix Uriburu, y con Piri Lugones, “hija del torturador” según sus célebres palabras; el primer viaje a La Habana y la organización de una oficina de Prensa Latina en Río de Janeiro; la edición pirata de las notas sobre el crimen de Marcos Satanowsky bajo el título Operación homicidio. Nacido en 1961, Campodónico es profesor de Teorías Audiovisuales en la carrera de Imagen y Sonido de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la UBA y tiene publicados tres libros sobre cine argentino; Enigma Walsh aparece con el sello de Refucilo Editora.

VARIACIONES EN NOIR
Walsh trabajó como corrector, traductor, antólogo y escritor en Hachette, donde ingresó cuando tenía diecisiete años. Recién salido del internado irlandés de la localidad de Moreno, se convirtió en un asalariado en el momento de mayor desarrollo de la industria editorial argentina. Su trayectoria como periodista estuvo marcada en cambio por la colaboración eventual, externa a la redacción y a distancia de las empresas, con la excepción de la experiencia en el diario Noticias (1973-1974).

Hachette publicaba colecciones juveniles y de bolsillo, textos de divulgación científica y literatura policial, primero con la Serie Naranja (1941) y más tarde con Evasión (1951). Al recomponer el mapa histórico del policial, Campodónico muestra que la difusión de la novela negra en Argentina fue muy anterior a la colección dirigida por Ricardo Piglia para la editorial Tiempo Contemporáneo: ya en 1933 la revista Magazine Azul publicó por entregas Cosecha roja, de Dashiell Hammett, y a partir de la década de 1950 los autores norteamericanos conformaron el catálogo de Malinca, una editorial muy poco considerada en las revisiones del género y reprobada por la carga erótica de sus portadas.

El cambio en la actitud del público destacado por Walsh en el prólogo a su antología Diez cuentos policiales (1953) –“se admite ya la posibilidad de que Buenos Aires sea el escenario de una aventura policial”- tampoco era tan reciente ya que fue precedido por una exitosa saga del detective Sexton Blake ambientada en la ciudad y publicada por la Editorial Tor. Lo que resultó novedoso fue la ampliación del mercado editorial argentino, en una coyuntura que no volvió a repetirse.

La influencia de William Irish, seudónimo de Cornell Woolrich, y en particular los temas que introduce “El pájaro de las islas” tienen proyecciones que Campodónico detecta en las posteriores obras testimoniales y hasta en la carta escrita después de la muerte de María Victoria Walsh. Traductor de cinco libros de cuentos y dos novelas del escritor norteamericano, Rodolfo Walsh asoma como “un joven nacionalista argentino de antepasados irlandeses, que trabaja con el idioma inglés y opera sobre la obra de un neoyorquino que implica a un irlandés en su seudónimo”.

El nombre de Daniel Hernández, seudónimo del autor y a la vez personaje de los cuentos de Variaciones en rojo (1953), representa una cifra que por un lado remite a un personaje bíblico en el que Walsh reconoce al primer detective de la historia y por otro al autor de Martín Fierro y de “Revelación de un crimen” (1863), el texto sobre el asesinato del caudillo Ángel Vicente Peñaloza que articula por primera vez periodismo y denuncia a través del contraste entre distintas fuentes y del examen de sus contradicciones.

Empleado de la ficticia Editorial Corsario, Daniel Hernández surge como un detective aficionado e integra una pareja de investigadores con el comisario Jiménez según el modelo de la novela anglosajona. Campodónico destaca que en “La aventura de las pruebas de imprenta”, el primer cuento de Variaciones en rojo, la pista para resolver un asesinato surge de la incorrecta escritura de la palabra “nacional” en una prueba de galera y que este término orbita en lo sucesivo: “Daniel Hernández parece estar saliendo en busca de las fronteras del género y, simultáneamente, proponer un alejamiento de las pautas clásicas, punto de inflexión desde donde lo “nacional” orientará el resto de los relatos” hasta dar con los sobrevivientes de los fusilamientos de José León Suárez y con sus voces.

ANATOMÍA DE UN OFICIO
El contexto que repone Enigma Walsh es fundamental para comprender las decisiones iniciales. Entre 1951 y 1956, cuando Walsh publica sus primeros cuentos en libros y revistas, transcurre el momento de mayor producción de las editoriales argentinas; si este dato puede resultar conocido, es mucho menos observada la articulación entre literatura y cine nacional que Campodónico puntualiza a través de adaptaciones cinematográficas y de voceros de la industria. “A menudo discutí con usted si fue la caída del peronismo lo que acabó con el fervor de las novelas policiales”, escribe luego Walsh en “Nota al pie”, el cuento que retrata a otro asalariado de la industria, el traductor León de Santis, y añora la presencia de Rastros, Evasión y “tantas buenas colecciones” que fueron “arrasadas por la ciencia ficción” según el narrador.

Walsh ingresa como autor al circuito editorial con su primer libro y la antología Diez cuentos policiales argentinos. Está al tanto de las demandas del público y del mercado por su experiencia en Hachette y ese conocimiento se vislumbra en la correspondencia que mantiene con Donald Yates (recopilada en 2021 por Juan José Delaney) y en el proyecto que concibe a continuación: una novela de espionaje ambientada primero en Asunción del Paraguay y después en Bolivia.

Walsh le explica a Yates en sus cartas que la historia podría adaptarse como guion cinematográfico; con el trasfondo de un golpe de estado en Bolivia planificado por militares, el protagonista llevaría sin darse cuenta una información determinante para el desenlace. Campodónico señala la influencia de las novelas del británico Víctor Canning (también traducido para Hachette), enhebra como un orfebre meticuloso un conjunto de textos y referencias complementarias de Walsh alrededor de Bolivia y traza una línea que corre con sorprendente nitidez desde aquel proyecto frustrado hasta Operación masacre: el thriller boliviano emerge como un boceto, no en el plano anecdótico sino en la combinación de materiales de diferentes tradiciones para producir un efecto de lectura movilizador.

Walsh vio en “La muerte y la brújula”, el cuento de Borges, “un ensayo sobre las posibilidades últimas del género policial” pero en menos de tres años perdió el interés por el modelo deductivo. Las traducciones para Leoplán registran ese cambio con “De rodillas ante el sol naciente”, de Erskine Caldwell, al que presenta como “el relato más minuciosamente feroz de toda la literatura”. En vez de la novela de enigma, el objeto de búsqueda es un tipo de ficción que recrea hechos de la vida real y tienta los límites de lo que se considera publicable: “No se trata tan solo de novelas o memorias testimoniales, sino de textos de circulación observada o impugnada por diferentes razones de Estado. Periodismo, ficción, testimonio y fronteras jurídicas forman parte de este último ciclo”, escribe Campodónico.

La serie incluye la traducción de Anatomía de un crimen, del periodista Joseph F. Dinneen, primero resumida en la revista y después íntegra en libro, y la adaptación de La ley me quiere muerto, de Caryl Chessman, condenado a muerte en Estados Unidos por robo, secuestro y abuso sexual. El primero refería a un robo millonario en Boston y el segundo a la prolongada confrontación del reo con la justicia norteamericana hasta su ejecución en la cámara de gas en 1960. Ambos libros comparten observaciones que Walsh verifica alrededor de los fusilamientos de José León Suárez: la ilegalidad de los procedimientos policiales y judiciales, la administración rutinaria de la violencia en las burocracias estatales, la escritura como acto de resistencia. De otra traducción realizada en 1956 provendrá la inspiración para el título de su libro más conocido: Operación desengaño, novela de espionaje del político británico Duff Cooper.

En el mismo número que incluye el texto de Chessman, Leoplán inaugura su correo de lectores con una carta en la que Walsh arremete contra Ricardo Balbín por declaraciones de coyuntura; a esta publicación le sigue otra carta, ahora destinada a la revista Qué y a polemizar con Héctor A. Murena sobre la política petrolera, el tema dominante durante la presidencia de Arturo Frondizi. Esta forma de intervenir en debates públicos remite a “El genio del anónimo”, una nota previa en la que Walsh relata el caso de un corresponsal no identificado que “tuvo en jaque a la nobleza y al gobierno británico” hacia fines del siglo XIX, y culmina con la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar.

El nombre y el seudónimo cambian de posición en relación a los textos y en esos desplazamientos habría una estrategia sobre el lugar que se desea ocupar en la esfera intelectual. Daniel Hernández firma como periodista y autor de cuentos; Rodolfo Walsh como periodista, traductor y escritor que debate en público. “Su nombre y apellido ahora pasan a encuadrarse en la exclusiva producción de textos periodísticos y puntuales intervenciones sobre las relaciones entre el campo cultural y el político”, afirma Campodónico. “En esta intrincada coyuntura de reconfiguración autoral, se encuentra con la noticia de los fusilamientos de José León Suárez”.

POR OTROS MEDIOS
El pie de imprenta de la primera edición de Operación masacre está fechado el 30 de noviembre de 1957. En mayo del mismo año Héctor Oesterheld comienza a publicar Ernie Pike en la revista Hora Cero, ilustrado por Hugo Pratt, y en septiembre El Eternauta, con dibujos de Francisco Solano López. Campodónico pone el foco en las historias del corresponsal de guerra y en el modo en que Oesterheld plantea preocupaciones coincidentes con las de Walsh: la resistencia de las editoriales a propuestas reactivas al canon, “una textualidad con diferentes registros que persiguen un efecto de extrañamiento en el lector, sumado a una crítica a las instituciones” y la representación del periodista como eje de la narración.

Operación masacre fue en principio el libro que no encontraba editor, según la publicación por entregas en Mayoría, y también la historia que Walsh escribió de un tirón porque creía que se la iban a disputar los grandes diarios. Esta revelación sobre el periodismo y sus operaciones de censura y autocensura inaugura otro recorrido que Campodónico asocia con las exhibiciones clandestinas de cine militante inauguradas en Argentina en 1965.

El punto de encuentro es el sindicalismo combativo y la CGT de los Argentinos: el semanario CGT y los Cineinformes reúnen a Walsh con Octavio Getino y Nemesio Juárez. En sus papeles ya había anotado el impacto que le provocó La hora de los hornos: “La película de Getino-Solanas señala la ruta que yo empecé a transitar hace diez años”.

Si se sabe que Walsh anticipó en una década a Truman Capote, Campodónico agrega que su obra, con la de Oesterheld y el cine político de los ’60 realizan un programa cultural que Hans Magnus Enzensberger postuló contra la esclerosis de la izquierda: “un empleo alternativo de los medios a través de la descentralización y transformación del tradicional receptor pasivo en un potencial emisor”. En esa encrucijada se tramaron “estrategias y formas de construcción de una voz colectiva” que siguen abiertas.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Becas para traducir del gallego

El pasado 16 de noviembre, la Xunta de Galicia y la Residencia Literaria 1863 anunciaron su convocatoria para residencias de traductores extranjeros.

La Xunta y la Residencia Literaria 1863 convocan una nueva estancia de traducción para autores extranjeros

La Consellería de Cultura, Lengua y Juventud y la Residencia Literaria 1863 de A Coruña vienen de convocar la V Residencia Xacobeo para personas traductoras de literatura gallega, con el objetivo de estimular y promocionar la traducción de obras literarias en gallego, así como impulsar las letras gallegas en el exterior.

Esta quinta convocatoria es una nueva oportunidad para que un traductor o traductora literario que proyecte vertir una obra originalmente escrita en gallego la cualquier lengua del mundo pueda hacerlo en unas condiciones de excelencia y sumergiéndose de la cultura que las vio brotar. De este modo, las personas interesadas en presentar sus proyectos deben hacerlo antes de 15 de diciembre, fecha en la que se cierra el plazo de la convocatoria.

El traductor o traductora que se beneficiará de esta estadía, de la que disfrutaron en las anteriores ediciones los estadounidenses Arvis Viguls, Jacob Rogers y Kathleen March, y el letón Arvis Viguls, aspirarán a una estancia en A Coruña durante todo el mes de marzo de 2025. Contará con el alojamiento en la Residencia Literaria 1863, un apartamento del siglo XIX en pleno casco histórico, con vistas a la dársena y todas las comodidades, lo que favorece la concentración en el trabajo.

Estadía en A Coruña
Además, el ganador o ganadora habrá cubierto el billete aéreo desde su país y unas dietas para gastos básicos, así como acceso prioritario a museos, bibliotecas, conciertos, encuentros literarios, obras de teatro y otros eventos en una ciudad que cuenta con una rica y diversa vida cultural. El traductor, si lo desea, tendrá la oportunidad de ofrecer un encuentro público de muestra de su trabajo en Galicia.

Podrá concurrir a la convocatoria Residencia Xacobeo cualquier persona traductora, mayor de 18 años, de obras de literatura en gallego, en cualquier género literario y para cualquier lengua del mundo. Los aspirantes solo podrán presentar un único proyecto de traducción literaria y pueden tener acceso a más información sobre los detalles de la convocatoria en el portal cultura.gal.

Esta colaboración entre Xunta de Galicia y Residencia Literaria 1863 pretende incentivar así el delicado y minuciosa labor de la traducción literaria, el intercambio internacional y el traslado de obras de la literatura gallega para otros idiomas y sistemas literarios, haciéndolo desde el mismo contexto cultural donde habían sido creadas.

Refuerzo de la proyección exterior de las letras gallegas
La Residencia Xacobeo es una de las primeras residencias anuales que lanza la Xunta de Galicia, que se complementará con una convocatoria para que poetas gallegos puedan viajar a Irlanda al Centro Tyrone Guthrie de Annaghmakerrig.

Con este programa de intercambio literario y con otras propuestas que se promoverán a lo largo del próximo año, la Consellería de Cultura refuerza la proyección exterior de las letras gallegas y la promoción de nuestra cultura y de nuestros creadores.

martes, 26 de noviembre de 2024

Malas noticias que llegan de los Países Bajos


El pasado 20 de noviembre, Alejandro Gamero publicó la siguiente noticia en el blog La Piedra de Sísifo. Aquí se habla de por qué los editores, llegado el caso, pueden asimilarse al rango de los mercaderes.

La editorial más gande los Países Bajos usa IA para traducir al inglés

La editorial más grande de los Países Bajos, Veen Bosch & Keuning, ha confirmado recientemente que planea utilizar inteligencia artificial para traducir algunos de sus libros al inglés. Esta decisión ha sido tomada después de que, en mayo de 2024, Simon & Schuster se hiciera con VBK, su primera adquisición de una editorial de habla no inglesa como parte de una estrategia para crecer en los mercados internacionales. Un portavoz de VBK le dijo a The Bookseller, portal especializado en la industria editorial, que la traducción con IA era parte de una pequeña prueba con algunos autores holandeses, a quienes se les invitó a participar.

Según The Guardian, se traducirán menos de 10 títulos, todos ellos de ficción no literaria y cuyos derechos en inglés no se hayan vendido. «No esperamos vender los derechos en inglés de estos libros en el futuro», afirmó la directora comercial de VBK, Vanessa Van Hofwegen. «¿Siempre has soñado con que te lean en inglés?», preguntaba un anuncio de VBK dirigido a escritores holandeses. El anuncio además explicaba que las traducciones al inglés estarían disponibles como libros electrónicos y que los primeros títulos se publicarían en el verano de 2025.

Ian Giles, presidente de la Asociación de Traductores de la Sociedad de Autores, calificó esta noticia de «preocupante» y citó un estudio de principios de 2024 donde se concluye que «un tercio de los traductores literarios ya están perdiendo trabajo debido a la IA». «Incluso aunque no significara una pérdida de trabajo, los traductores tendrán dificultades para aumentar sus tarifas ante el desafío de la IA», dijo Giles a The Bookseller. Y añadió: «Si al final esta editorial tiene la necesidad de consultar a traductores o editores humanos para asegurarse de que los resultados estén bien, está reconociendo que la idea no funciona».

El resultado final es tanto una pérdida de calidad en la traducción, si es que no pasa por los filtros de una revisión humana, como en un tedioso trabajo de reescritura, si es que lo revisa un ser humano, a cambio de una misera tarifa. En palabras del profesor, escritor y traductor literario sueco-inglés BJ Woodstein, «la traducción es un gasto caro, no lo podemos negar, pero en su afán por reducir costes, [las editoriales] no están pensando en la calidad final».

lunes, 25 de noviembre de 2024

Buenas noticias que llegan de Australia

Australia ha puesto en marcha el “Translation Fund for Literature“, un programa que ofrece apoyo financiero para traducir obras literarias y fomentar el intercambio cultural. Este fondo incluye dos líneas de ayudas: una para editores internacionales que deseen traducir obras de autores australianos vivos y otra para editores australianos que deseen traducir a su idioma obras de otras culturas utilizando traductores locales.

Los participantes pueden recibir hasta 5.000 AUD (unos € 3.000) para cubrir costos de traducción, pagos a titulares de derechos y promoción de las obras traducidas. El programa abarca diversos géneros creativos, incluyendo ficción, poesía, narrativa para niños, novela gráfica y ensayo literario. Para solicitar las ayudas, los aplicantes deben demostrar la calidad de la obra, la experiencia del traductor y las estrategias de marketing previstas para su promoción.

Este proyecto tiene como objetivo ampliar la difusión de la literatura australiana en el mercado global, al tiempo que enriquece el panorama editorial del país con traducciones de calidad de otros idiomas.

El período de recepción de solicitudes terminará el 3 de diciembre. Toda la información está en este enlace.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Literaturas de España en la FIL de Guadalajara

La presente semana ha estado signada por muchos artículos que, desde distintas perspectivas, aluden a España. Por eso, tal vez sea interesante concluirla con este artículo del ensayista y crítico literario Nadal Sua, publicado en el diario El País, de Madrid, el pasado 20 de noviembre, que, con la excusa de la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que tiene como país invitado a España, se ocupa de las literaturas ibéricas no castellanas. En su bajada se lee. "La relación de los lectores en lengua castellana con las otras literaturas españolas ha estado cortocircuitada por motivos ideológicos, pero la dinámica está cambiando: nuevos autores (especialmente autoras) han encontrado un público cómplice."

Letras catalanas, gallegas y vascas: audacia literaria en las lenguas minoritarias

Como ya saben, España es la invitada de honor en la Feria Internacional de Guadalajara. Y el año que viene será la ciudad de Barcelona. Una excelente noticia que permitirá al público conocer la cuarta o quinta mejor literatura en lengua castellana del mundo, y la octava o quizás novena en un hipotético ranquin europeo. Bien. El caso es que el mapa literario de nuestro país queda muy incompleto si no hacemos referencia a los otros idiomas que lo habitan, cuyas particularidades tienen que ver tanto con sus potencias expresivas como con las condiciones de producción y las estructuras que los rodean. El programa del Ministerio incluye una representación (equilibrada o no, siempre cabe discutirlo) de voces en catalán, vasco, gallego o asturiano, pero merece la pena insistir en su relevancia, que va mucho más allá de ser graciosos complementos a una lengua importante o de enriquecer nuestro patrimonio, signifique lo que signifique semejante cliché.

No son palabras vanas. Empezando por lo obvio, ya sabemos que toda lengua alumbra una literatura de características propias y condiciona la tarea de quienes la cantan o la escriben. Pero, además, cuando establecemos comparaciones entre una lengua poderosa como el castellano y otras en situación más precaria y menor, como por ejemplo el asturiano, las circunstancias sociopolíticas también cuentan. Sobre esto último, se ha escrito mucho y muy bien desde hace décadas, y más allá del contexto español. Pero, en fin, tampoco se trata de sacar a pasear bibliografía deleuziana por aquí. En vez de ponerme tan estupendos, déjenme hablar primero de la literatura catalana, que es tan mía como lo es la castellana y la que conozco bien.

Hace poco, Quadern de EL PAÍS acogía un cruce de artículos entre el profesor Jordi Llovet (padre y maestro mágico) y Jordi Gracia a propósito de la salud del paciente en cuestión. Llovet lamentaba el supuesto momento pésimo que atraviesa, mientras que Gracia defendía su vitalidad. A mí me sorprendió el simple hecho que se plantease el debate, porque yo daba por muy evidente que los autores nacidos entre los años setenta y los noventa (mi generación, la anterior y la posterior) están protagonizando un estallido directamente espléndido. La lista que ofrezco a continuación no es exhaustiva ni mucho menos, solo son algunos nombres que me vienen a la cabeza de golpe: Max Besora, Borja Bagunyà, Lucia Pietrelli, Llucia Ramis, Adrià Pujol, Andrea Genovart, Pol Guasch, Irene Solà, Raül Garrigasait, Albert Pijoan, Alicia Kopf… Juzgo bastante complicado exigirle mayor variedad o exigencia a una literatura demográficamente pequeña y sin estado propio (aunque sí, eso es cierto, con políticas públicas de respaldo intensivo).

Pero lo que me interesa no es publicitar cuán estupendos son los autores en catalán, sino señalar cómo se relacionan con la lengua. La suya una relación más conflictiva, inquisitiva y autorreflexiva que la que suelo advertir entre los autores españoles en castellano. Y es que, en cualquier lengua, toda decisión de estilo cuenta como gesto sociopolítico, pero en algunas se nota más que en otras. El debate literario catalán gira a menudo en torno al modelo de lengua que cada autor escoge, más académico o impuro, más canónico o periférico, más o menos protegido o expuesto a la calle, a la influencia española, a la retórica… Es verdad que en ocasiones estas discusiones públicas pueden alcanzar cotas neurotizantes, pero en general revelan un compromiso y una autoconsciencia acerca de lo que es el trabajo literario que deberían ser constantes en cualquier lengua, pero demasiadas veces se echan de menos en contextos más hegemónicos.

En cuanto a las otras lenguas, me encantaría ofrecer un diagnóstico detalladísimo sobre cada una de ellas. De hecho, estuve a punto de consultar a algunos amigos vascos, gallegos y asturianos, informantes de lujo que me habrían facilitado datos e impresiones de sobra con los que improvisarlos. Sin embargo, pienso que lo más honesto y revelador que puedo hacer es confesar las limitaciones de mi conocimiento. Aun con toda la curiosidad que siento por esas escenas literarias, mis lagunas abundan y me cuesta encontrar caminos para acortarlas. Al menos, esto me sirve de ejemplo práctico para introducir un asunto que siempre me ha interesado: la relación irregular que los lectores españoles en lengua castellana han mantenido con las otras literaturas de su país. No hace falta derrochar lucidez para intuir que esa relación cortocircuitada y en general precaria se explica desde claves ideológicas e identitarias, a pesar de que siempre hayan existido excepciones puntuales y sin olvidar que hubo épocas en las que las literaturas gallega y catalana fueron fundamentales para los escritores españoles. Pero cualquier editor que apostase por traducciones de esos mismos idiomas durante las dos últimas décadas certificará, cifras de ventas en mano, la dificultad del intercambio.

Ahora bien, los últimos años registran síntomas que nos permiten fantasear con un cambio de tendencia. De pronto, hay autoras (sí, sobre todo, autoras) cuyas traducciones encuentran un público cómplice, y públicos (sobre todo, femeninos) que se dejan influir decisivamente por ellas: si hablamos del catalán, Eva Baltasar, Pol Guasch e Irene Solà están teniendo un impacto que pinta perdurable en toda una generación de lectoras literarias españolas. Si acudimos al euskera, Eider Rodríguez, Katixa Agiirre y Uxue Alberdi (ojo a la editorial Consonni) calan hondo más allá de las fronteras de su lengua. En gallego, Brais Lamela ganó el premio Ojo Crítico 2023 con su fenomenal No queda nadie, y en un mundo justo la recién traducida Futuro imperfecto,de Xulia Alonso, también resonará lejos. La lengua asturiana es la que lo tiene más difícil en todos los sentidos y, aun así, Xaime Martínez ya es una referencia para muchos de nosotros. Todo esto, sin olvidar algo que sin duda será más fundamental para ellos, las traducciones internacionales también están llegando, y con buenas acogidas.

Por supuesto, este breve repaso de nombres no vale como cartografía; al contrario, la información más valiosa que ofrece es la dimensión de las ausencias. Con todo, les aseguro que leerlos les permitirá entrever la clase de complicidades que alimentan los nuevos vínculos entre obras y lectores; descubrir múltiples coincidencias con indagaciones estilísticas y temáticas recurrentes en corrientes literarias globales; o indagar en los condicionantes y también los estímulos que se derivan de escribir en lenguas cuya fragilidad estructural estimula paradójicamente la audacia.

Miren por dónde: vista así, al completo, de pronto pienso que la literatura producida en este país sí que podría alcanzar un puesto más alto que el noveno entre las europeas… Solo que la independencia de las distintas lenguas permanece, y especular con jerarquías no es más que un juego.

jueves, 21 de noviembre de 2024

¡Me cago en la leche! Éstas son las reflexiones de un tío cojonudo.

Traductor de fuste y cinéfilo empedernido, el poeta Jorge Aulicino reflexiona en el siguiente texto sobre el subtitulado de películas que se realiza en España y lo penoso que resulta padecerlo cuando se lo ve en Latinoamérica. 

"El problema sigue siendo un problema"

No sé si los españoles piensan que el español de España es el único que se habla en el mundo o si no se enteraron de que Carlos V ha muerto. Su imperio ya no es aquel en el que no se ponía nunca el sol. Ya no hay imperio. Los subtituleros de series y películas posiblemente oscilan entre estas dos formas de ignorancia. Y, lo que es peor, nunca se han planteado la cuestión acerca del modo de traducir un nivel de lengua familiar desde otra lengua a la lengua propia. Que implica la cuestión de las "marcas" locales.

Hay otra explicación a esta situación de ver a Bruce Willis diciendo "¡joder!", y es que quizá para los subtituleros –que me los imagino jóvenes y mal pagados– no "mola" mucho el trabajo agotador de poner en letras castellanas lo que unos personajes dicen en otro idioma durante hora y media, dos horas. También es posible que en un acto de revancha produzcan textos que no solo muestran la galanura de los personajes estadounidenses para hablar el castellano de España, sino en el castellano vulgar de España. O, para no ofender: nada de "vulgar": digamos popular y juvenil.

Ahora bien, el problema sigue siendo un problema, lo resuelvan ellos o nosotros a la manera de cada uno. Primero: a mexicanos, argentinos, peruanos o chilenos –por nombrar unos pocos países en los que seguramente el streaming propala series y películas subtituladas en España– les causa gracia ver a villanos y héroes de Nueva York o Tennessee diciendo ya no solo "gilipollas", la marca local más difundida de España, sino "capullo" (entiendo que por tonto o fastidioso), "tirar" por ir ("tira p'allá"), "venga" por vamos, "cutre" por vulgar o de mala calidad, "curro" por trabajo"; y "chulo", "follón", estar "de coña", "flipar", "me la suda", "cotillear", "cagarse en la puta", "a toda leche", estar "sin blanca", "tienes un morro que te lo pisas", no ver "tres en un burro", "tía" y "tío", "maja" y "majo", etc. Etc. Segundo, el problema se agudiza porque al parecer los subtituleros, y probablemente los españoles en general, piensan que su jerga es el único castellano. Es decir: que el español que usan es el español.

Bien, en la Argentina existe también cierta difuminación de los límites entre lenguajes, antiguamente llamados “niveles de lengua”. Se dice boludo cada cinco minutos así en la calle como en una reunión familiar o social. Hablan argentino vulgar diputados, senadores, presidentes, como si fuera ese el único lenguaje argentino. Sin embargo, si pusiéramos a personajes de películas estadounidenses a hablar en argentino, nos plantearíamos, con seguridad, el problema -teórico al menos- de si es creíble un neoyorquino diciendo "chupame un huevo" o "andate a la concha de tu hermana", o –más suavemente– "se colgó", "embole", "laburo", "morfar", "ni en pedo", "le faltan algunos jugadores", "pochoclo", "pancho", "se dio una piña", "atorrante", "bardear", "flashear", "me recabe", "¡joya!", "zarpado", "chorro", "al palo", estar"en el horno", etc.

Probablemente solo pueda plantearse este problema un país con un gran complejo de inferioridad, o para decirlo en otras palabras, un país relativamente joven que nunca supo qué es gobernar medio mundo. En la traducción literaria es una cuestión que nos planteamos a menudo. Y le damos solución paso a paso, manteniendo la temperatura media o popular de la lengua de partida pero sin entrar en el mundo de los infinitos e inverosímiles localismos. Esto quiere decir que un estadounidense hablando como un adolescente en una cervecería no nos acercaría el personaje: nos lo haría ridículo. Menos mal que en las películas se oye al menos el sonido de la lengua original. Cuando no están dobladas en España...

miércoles, 20 de noviembre de 2024

La literatura de la ex República Demócratica de Alemania como asignatura pendiente

"La traductora almeriense Trinidad Plaza sostiene que 'existen pocas traducciones de la literatura de la antigua República Democrática Alemana (RDA) porque no se demandan'.” Tal es la bajada de la nota publicada por Rubén García Felices, en El Diario de Almería, España, el pasado 17 de noviembre.

“Se lee poca literatura de la RDA, apenas hay traducciones”

El pasado 9 de noviembre se cumplieron 35 años de la caída del Muro de Berlín, motivo por el cual he querido conmemorar este acontecimiento histórico mundial que posibilitó la reunificación de Alemania simbolizando con ello, el fin de la Guerra Fría entre el Este y el Oeste. Y qué mejor para ello que hablar con la traductora y escritora Trinidad Plaza García (nacida en Almería en 1956) sobre la literatura alemana después de la caída de este muro (1989).

Para empezar, cuéntame por qué se decidió construir el Muro de Berlín y qué provocó su posterior caída.
–Brevemente. Al quedar dividida Alemania en dos zonas: la occidental (República Federal Alemana (RFA) capitalista) y la oriental (República Democrática Alemana (RDA) comunista), los ciudadanos de ambas zonas podían pasar de una a otra con permisos especiales. Los habitantes del Este se veían atraídos por el mayor nivel económico del Oeste (gracias a la ayuda económica de EE. UU.) y por las libertades de que disfrutaban sus vecinos. Se producían migraciones masivas desde el Este hacia el Oeste. El gobierno de la RDA quiso cortar de forma tajante esta migración, levantando de la noche a la mañana el Muro (13 de agosto de 1961), Muro de la “vergüenza” para unos y de “defensa de las influencias fascistas” para otros. El Muro representaba y supuso, además, la separación dolorosa de una ciudad, de un país, de Europa y del mundo. El 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro ante la mirada perpleja del mundo por lo inesperado del hecho. Los berlineses comenzaron a derribarlo a martillazos y con piquetes, poniendo fin a la separación que había sufrido el pueblo alemán, que, al estar incomunicado, se había convertido en dos países diferentes (distintas costumbres, educación, mentalidad, etc.). Las causas de la caída fueron fundamentalmente la crisis política de la antigua URSS, la política aperturista de Mijaíl Gorbachov y las manifestaciones masivas de los ciudadanos clamando libertad, sobre todo en Leipzig y en Berlín.

¿Qué significó la caída del Muro de Berlín para la literatura de posguerra?
Su caída significó el fin de la RDA y la victoria de las democracias sobre los totalitarismos. Recién acabada la guerra aparece en Alemania la Trümmerliteratur (“la literatura de los escombros”), esta se caracterizaba por tratar temas que se derivaban de la guerra. Se escribía sobre la sociedad destrozada: mutilados de guerra, soldados que regresaban y se encontraban sin hogar… y, en definitiva, historias de guerra, paro y penuria económica. Surgió el llamado Grupo 47, un grupo de escritores que quisieron contarle al mundo los horrores de la guerra, Heinrich Böll fue el que tuvo una mayor proyección fuera de su país, pero después de varias décadas la literatura alemana quedó algo parada, sin aparecer grandes obras. Con la caída del Muro hubo un resurgimiento de la actividad literaria, había mucho que escribir y buenos motivos para hacerlo; se activó la producción literaria tanto por autores del Este como por los del Oeste. La caída del Muro produjo una euforia en el mundo literario: los escritores, sobre todo los de la RDA se vieron sin cortapisas para hablar con libertad de todo aquello que pensaban. Aparecieron grandes escritores tanto en la RFA como en la ya extinguida RDA.

¿Qué es lo que caracteriza esta literatura surgida a partir de la caída del muro y qué autores son los más representativos?
Desde la caída del Muro hasta nuestros días ha habido y hay una gran proliferación de obras literarias hay un abanico muy amplio de escritores y, por tanto, de visiones e interpretaciones de lo que fue la antigua RDA, la RFA, del hecho de la Reunificación (aplaudido por muchos y visto con recelo por otros), de las consecuencias que tuvo esta reunificación, expectativas, decepciones, etc. El Muro cayó, pero no se olvidó fácilmente (ni se olvida) el que fue el símbolo más representativo de la Guerra Fría. Tampoco lo hicieron los escritores. Desde las dos antiguas zonas de Alemania se tuvo mucho que decir, sobre todo los procedentes del Este que se vieron con la oportunidad de hablar sin censura ni represión. La literatura alemana que surgió a partir de 1989 y hasta nuestros días es muy rica. Toda una generación de escritores jóvenes, pero que habían vivido su adolescencia y su primera juventud en la desaparecida RDA escribieron abundantes obras, unas eran nostálgicas de lo anteriormente vivido, otras eran recuerdos dolorosos, otras veces cuentan con humor aquel pasado de ese país que se vino abajo. Muchos de estos autores no encajaron bien en el Oeste y tuvieron problemas para sintonizar bien en la Alemania reunificada, pues entre otras cosas, se encontraron con un mundo distinto al suyo donde había muchos productos que consumir y mucha libertad, pero también personas que estaban en paro y problemas con la vivienda..., y la abundancia de productos y la libertad sin dinero, ¿para qué? No era lo que ellos imaginaban. Autores procedentes del Este: Thomas Brussig, Ingo Schulze, Uwe Tellkamp, Eugen Ruge, Thomas Hettche, Lutz Seiler,.. fueron muchos y con visiones distintas y casi todos nacidos en la década de los sesenta.

¿Cómo era la vida en la antigua República Democrática Alemana?
Cuando Alemania quedó dividida en las dos zonas, no hubo comunicación entre los habitantes de ellas, se convirtieron en dos pueblos distintos con costumbres y gustos diferentes. En la RDA todo estaba dirigido por el gobierno: radio, televisión y la cultura en general. Se castigaba muy duro la crítica al régimen. La policía política (la Stasi) se encargaba de vigilar y de controlar a los ciudadanos sospechosos y obligaban a los ciudadanos a delatar a los enemigos o críticos del régimen. Los acoplados al régimen vivían tranquilos, los que eran críticos vivían con temor. Los jóvenes “rebeldes” eran enviados a “residencias” para la educación donde recibían una disciplina dura, a veces era maltrato (Bernhard Schlink en su novela La Nieta lo describe muy bien). Por otra parte, todos los ciudadanos tenían las necesidades importantes cubiertas, alimento, vivienda, trabajo, sanidad, educación... todos tenían las mismas oportunidades, pero les faltaba libertad de expresión y la abundancia y variedad de los artículos que ofrecía occidente. Miraban de reojo a occidente como un lugar deseado y muchos deseaban huir hacia allí. Hoy se pueden visitar en muchas ciudades alemanas museos donde se exhiben objetos y utensilios que se usaban de la RDA. También museos que dan a conocer las tremendas tácticas que utilizaban para hacer hablar a los disidentes, el horror que practicaba la Stasi en las cárceles, de los métodos de tortura que utilizaban... Se pueden ver también las tentativas que los ciudadanos hacían para huir a la zona occidental, metidos en maletas, maleteros de coches, etc... Se pueden ver fotos y películas de escenas cotidianas. La vida de los otros y Goodby Lenin tratan de mostrar cómo era la vida en la RDA.

Bertolt Brecht y Anna Seghers fueron dos de los escritores que sufrieron aquel régimen oscuro ¿qué podrías decirme sobre sus obras y su influencia en la literatura de la época?
Cuando Hitler subió al poder y ganó las elecciones en 1933, llevó a cabo una persecución implacable de judíos y comunistas, cualquier persona que disintiera algo del nacionalsocialismo era sospechoso de comunista, encarcelado y hasta asesinado. Muchos intelectuales salieron en masa del país refugiándose en diversas ciudades europeas y en América (EE. UU, Brasil, México,...) Ese fue el caso de estos dos escritores. Bertolt Brecht huyó a EE. UU y Anna Seghers a México. Tanto Brecht como Anna Seghers pertenecieron al grupo de escritores que tuvieron que huir de la Alemania nazi. Brecht fue un innovador en el campo del teatro. Creó el “teatro épico”: una nueva forma de entender este género literario. Introdujo la “narración” en la representación de la obra para establecer así una distancia entre el espectador y la obra, de tal manera que este no se identificara con el drama; la narración tenía la misión de distanciar al espectador del drama para que este fuera entendido como una situación histórica. Según Brecht la concienciación del momento histórico era una condición necesaria para que los espectadores se dieran cuenta de las injusticias sociales de las que era víctima el hombre y para poder cambiar el mundo. Y esta era una de las funciones del teatro: cambiar el mundo. Cuando terminó la guerra, Brecht volvió a Alemania, y junto con Helen Weige, su compañera y esposa, y fundó la compañía de teatro Berliner Ensamble (todavía en pie junto al río Spree) y vivió en Berlín Este hasta su muerte. Sus obras más conocidas son La vida de Galileo Galilei, La madre coraje y sus hijos y La ópera de los tres centavos. La que fuera su casa esta convertida en la actualidad en un museo, La casa museo Brecht-Weige. Es una casa de dos plantas, en la primera vivía Brecht y en la segunda Helen Weige. Esa casa colinda con uno de los tantos cementerios de Berlín, con el de Oranienburgerstrasse. Allí están enterrados muchos alemanes ilustres, entre ellos Hegel y Fichte. Se dice que Brecht se sentaba en una de sus habitaciones de trabajo que daban al cementerio desde donde veía la tumba de Hegel y pasaba horas mirando en esa dirección. En vida compró su tumba cerca a la de Hegel para “seguir hablando” con él después de su muerte. Brecht fue mirado con lupa en la RDA porque, aunque de ideas marxistas, no era miembro del partido comunista. Anna Seghers, al igual que Brecht, huyó de Alemania. Fue doblemente perseguida por su condición de judía y de comunista. Estuvo en la cárcel temporalmente y sus libros fueron quemados. Se refugió en México donde vivió hasta que por fin acabó la guerra y volvió a Alemania del Este para colaborar con la creación del proyecto socialista en el nuevo estado de la RDA. Fue una mujer muy activa. En México escribió sus dos mejores novelas La séptima cruz y Tránsito, apoyó la revista Alemania libre y fue presidenta del “Club Heinrich Heine”. Este club era un centro cultural formado por intelectuales antifascistas de lengua alemana que habían inmigrado allí huyendo de la barbarie nazi. El nombre lo pusieron en honor del poeta Heinrich Heine que tiempos atrás también había estado exiliado en Francia. En este club los escritores leían fragmentos de sus obras y apoyaban a los que llegaban exiliados. Anna Seghers, lo mismo que Brecht, quería aportar ideas para cambiar el mundo, quería que sus obras fueran educativas. Luchó sin descanso contra el fascismo.

¿Y Uwe Tellkamp? ¿Qué nos cuenta en su novela La Torre?
Uwe Tellkamp fue uno de los escritores alemanes del Este al que le sorprendió la caída del Muro cuando era muy joven, tenía veintiún años. Nació en Dresde en 1968. Su adolescencia y los primeros años de su juventud coincidieron con la decadencia de la RDA. Perteneció a la generación de los escritores más jóvenes que vivieron en directo los últimos años de la RDA y los primeros de la reunificación de Alemania. Y es significativo porque en su novela La Torre cuenta como los habitantes de la Torre, un barrio residencial de Dresde, situado en la ladera del río Elba, y en especial una familia no quieren darse cuenta de la decadencia que sufre el país y se refugian en las artes, en la pintura, en la música y en la poesía. Tellkamp en su novela denuncia como el estado ponía una serie de condiciones a los ciudadanos para que estos pudieran conseguir sus proyectos. El protagonista de La Torre quiere llegar a ser un médico famoso, pero el estado le obliga a hacer un “voluntariado” (obligado) en el ejército que lo entorpece, le hace perder el tiempo, habla de la Stasi, de los mecanismos que utilizaba para conseguir información. También, es verdad, en este libro se desmienten algunos juicios mal hechos de la RDA. Esta obra significa una visión crítica del país desaparecido, pero también habla con nostalgia del paisaje y de su historia, y de las personas que dejaron su vida luchando por los derechos humanos y denuncia el sinsentido y las incongruencias de los sistemas totalitarios. Este libro es uno de los que más información nos da sobre las costumbres y la vida en la RDA.

¿Y qué me puedes decir de la novela de Lutz Seiler, Kruso?
Kruso es una de las novelas que más me gustan. A través de las circunstancias de los personajes, se dan a conocer las consecuencias del gobierno de la Alemania Democrática. Deja traslucir la amargura que supone la pérdida de seres queridos que tratan de huir de un régimen político y social donde no soportan vivir y están dispuestos a huir a donde sea y como sea, en barco o a nado (a Dinamarca) aun a sabiendas de que podían perder la vida, como les pasó a muchos de ellos. Esto se cuenta de una forma poética y con una gran belleza. Deja entrever la solidaridad que en situaciones de necesidad se despliega entre los hombres, como ocurre en esa comunidad de “medio hippies” que reside en una isla del mar Báltico, en la isla Hiddensee, lugar de recreo y de vacaciones para los ciudadanos de la RDA, y donde también se acogen a todos los disidentes del régimen comunista que llegan allí con la intención de huir del país, personas idealistas que vivían semiocultas en la isla. La acción se sitúa en 1989, año de la caída del Muro, y hay elementos autobiográficos, el autor trabajó también de temporero en la isla. En la novela Ed (Edgar), el protagonista, se encuentra allí en la isla con Kruso, Alexander Krusowitsch, un personaje enigmático de gran carisma, líder de los marginados que se ganan la vida como trabajadores temporeros. Se introduce en su círculo. Aquí se plantean cuestiones tan esenciales en el ser humano como la solidaridad, la amistad auténtica, sus límites, la búsqueda de la libertad. Uno de los mensajes que se da en la novela es que la auténtica libertad reside en nosotros mismos, se trata de una libertad interior, no se consigue huyendo a Møn (isla danesa, meta de muchos fugitivos de la RDA que llegaban a la isla Hiddensee como primer paso para irse luego a la isla danesa). Es una obra muy interesante. Es un canto a la utopía, a la amistad y a la libertad escrita con un gran lirismo.

Háblame sobre la censura a la que estaban sometidas las obras literarias.
Cuando se formó la RDA, durante los primeros años se tuvo que integrar a todos los partidos políticos para hacer un programa de gobierno: socialdemócratas, partido liberal y partido comunista se unieron para poder controlar a todos aquellos que habían colaborado con los nazis (que fueron muchos). Es verdad que todo estaba tutelado por las potencias soviéticas. También es verdad, que cuando se consolidó el régimen político en la RDA, había una gran represión y censura en los medios de comunicación, prensa, cine y en los libros de historia. Sin embargo, En la RDA la novela gozaba de una mayor libertad que los otros tipos de expresión literaria. Justo aquí era donde se podía tratar más abiertamente los problemas sociales, de ahí que este género fuera muy rico y muy original. Se fomento la literatura en general, de hecho, hubo una gran actividad literaria, apoyada por becas, concursos y muchos tipos de ayudas. Una muestra de este interés por la literatura está en el apoyo que se dio por ejemplo a Heinrich Mann, que no era comunista, a Hans Maier y Ernst Bloch, que tampoco lo eran y ocuparon altos cargos en la universidad de Leipzig (que más tarde ellos mismos abandonaron), aunque sí querían acabar con la mentalidad nazi. También apoyaron a Bertolt Brecht que no pertenecía al partido comunista, y a Anna Seghers que sí pertenecía al partido y la llamaron para colaborar en la construcción del nuevo estado de la RDA, como a otros muchos. Hubo un intento de abolir la censura en 1956 (dada la contradicción que suponía que un estado, que pretendía ser liberador del hombre, fuera al mismo tiempo represivo), pero la revolución húngara en contra de la Unión Soviética y el establecimiento de un régimen prosoviético eliminó ese intento. La eliminación de la censura literaria se produjo en 1989, antes de caer el Muro, pero esta pasó desapercibida. Es verdad, que la Stasi trataba de averiguar lo que se gestaba en todos los ambientes y, por tanto, también en el literario, e interrogaba a escritores y a editoriales. Pero, en definitiva, las obras que se publicaban las negociaban los autores con sus editoriales.

Hubo un tiempo en que todo era gris y frío... En En tiempos de luz menguante Eugen Ruge cuenta la historia de una familia alemana del Este, pero también un trozo de historia de cada una de las familias que hubo en aquella época difícil y dramática. ¿Cómo definirías el estilo de este autor que retrató a su país y a sus habitantes de un modo no convencional?
En tiempos de luz menguante es una de las mejores novelas que se han escrito sobre la RDA. El autor hace que disfrutemos la narración haciéndola muy dinámica, saltando de una época a otra, presentando así el panorama que tuvo una saga familiar (la suya, aunque con elementos de ficción, pero autobiográfica), describiendo lo que fue la vida cotidiana en la RDA. Todo ello con cierto sentido de humor (a veces humor negro). Una novela muy ambiciosa. Trata de la historia de tres generaciones de una misma familia alemana que transcurre paralelamente junto a la historia de la RDA (desde los años 50, pasando por 1989 año de la caída del Muro). Los abuelos, comunistas acérrimos, regresan del exilio mexicano a la joven República Democrática para colaborar en su construcción, su hijo que plantea desavenencias al partido y es deportado a Siberia, y el nieto que, incómodo en el país comunista, huye al Oeste. Se observa cómo la utopía comunista se va eclipsando a lo largo de las tras generaciones. En 2011 recibió el Premio del Libro Alemán (Deutscher Buchpreis), el premio más prestigioso que se otorga a las letras alemanas.

¿Qué puedes decirme sobre el Grupo 47, conocido también como la generación escéptica?
Fue un grupo de escritores que se formó en 1946 alrededor de Hans Werner Richter. Se denominaron Grupo 47: un grupo informal de autores alemanes y austríacos cuyo objetivo era darle un impulso a la literatura. Querían además saldar cuentas con la historia y el mundo reconociendo el pasado nazi y las catástrofes derivadas de la guerra. No quisieron esconder su culpabilidad y confesaron los terribles acontecimientos que habían ocurrido en Alemania, atacaron a la hipocresía social que se vivía en esa época. El grupo se disolvió en 1977 debido a las diferencias que había entre sus miembros respecto al modo de entender la política y la literatura. Efectivamente le dieron a la literatura el impulso que se propusieron. Estaba representado por escritores del Este y del Oeste y manifestaban las diferencias políticas entre las dos zonas alemanas. Entre los autores más representativos de este grupo podemos hablar de Heinrich Böll que fue el escritor más conocido de Alemania Federal de esa época, cronista muy crítico del momento, sus personajes de la posguerra buscan encontrar nuevas posibilidades para comenzar de nuevo en un mundo destrozado material y moralmente, y trata de encontrarlas en la amistad y en el amor. Miembros importantes del grupo fueron también Günter Grass, Paul Celan, Hans Magnus Enzensberger, Uwe Johnson y Martin Walser.

Brigitte Riemann murió en 1973. Su obra monumental fue Franziska Linkerhand, publicada por la editorial Erratae Naturae en 2016. ¿Conoces esta novela de más de 600 páginas? ¿Qué destacarías de ella?
De ella destacaría la personalidad de la protagonista Franziska. una mujer joven, fuerte, vital, arquitecta de profesión, con muchas ganas de hacer y de crear, de dejar su huella en la vida por medio de su trabajo, a veces es contradictoria como todo ser humano, pero siempre comprometida con su trabajo y con la gente que le rodea. Esas ganas de llevar a cabo su trabajo Se encuentra con dos frentes que le hacen resistencia: una sociedad que no la comprende, llena de prejuicios, gentes de mentes cerradas y una economía planificada ya de antemano que no le permitía aunar en sus proyectos algo fundamental para ella como la necesidad y la belleza, y le ponía muchos límites en su querer “hacer cosas”. Ella, una mujer luchadora, quiere derribar prejuicios, aunque no siempre lo consigue. Es, en definitiva, una inadaptada dentro de un sistema que la asfixia, que la ahoga. También se ve inmersa en una historia de amor difícil, en una ciudad y en un tiempo en el que se reflejan las secuelas que la guerra había dejado las ciudades y en las personas, hay alcoholismo, suicidios y violencia de género. La obra se publicó en alemán por primera vez en 1974 pero con algunos fragmentos anulados por la censura; fue traducida al español por Ibón Zubiaur, y publicada en 2016 por la editorial Errata Naturae.

Háblame sobre la figura femenina en la RDA.
La primera constitución de la RDA dejó clara la igualdad hombre-mujer; en el campo laboral existía el mismo salario por igual trabajo. También había igualdad en otros aspectos de la vida. La mujer en la RDA creció de manera diferente a como lo hizo en el resto de la Europa occidental. Allí era normal que trabajara y que decidiera por ella misma. Decidía sobre su cuerpo si quería o no tener un hijo. El aborto se legalizó en 1972 y se abolió toda responsabilidad penal. En el Este las mujeres eran mucho más independientes que en el Oeste, tenían más ayuda estatal y para ellas era compatible la maternidad y el mundo laboral. La consecuencia fundamental que tuvo la integración de la mujer en el mundo laboral fue la de conseguir una independencia real, pues tenía ingresos y era autosuficiente. Se favorecía a las familias, pero las madres solteras no eran discriminadas ni sufrían desventajas, el estado las apoyaba con ayudas. No se esperaba de ellas que cumplieran con el rol de amas de casa, sino que tuvieran una proyección social. Esta igualdad entre hombre y mujer fue una idea fundamental en la RDA. Con la Reunificación de Alemania las primeras que se vieron perjudicadas fueron las mujeres.

Las protestas y movilizaciones más significativas que se desarrollaron en Alemania frente a la falta de libertad.
La vida en la RDA estuvo marcada por la falta de libertad de expresión y por la libertad de movimiento como ya hemos visto, y a lo largo de su existencia hubo protestas y resistencias contra el régimen de la SED (Partido Socialista Unificado Alemán). La dictadura del SED terminó en 1989. En la década de los 80 ya se hizo evidente la mala gestión del partido y la decadencia que sufría a todos los niveles. Hubo numerosas manifestaciones populares que protestaban contra el gobierno por la represión política, el totalitarismo y la crisis económica. Fueron famosas las manifestaciones que se sucedían todos los lunes en Leipzig. La gente se congregaba en la iglesia de S. Nicolás donde pedía a gritos la democratización del país. Al mes de ponerse esto en práctica, el 4 de septiembre de 1989 se concentraron unas 70.000 personas en los alrededores de la iglesia gritando “¡Wir sind das Volk!” (¡Somos el pueblo!). A la semana siguiente fueron más, y a la siguiente todavía más. Ya no había posibilidad de echar marcha atrás. Todo esto llevó a la caída del Muro. Su derrumbe ya era imparable. Por otra parte, en Berlín, una marcha convocada por artistas y escritores, y aprobada por los líderes del SED, llegaron hasta Alexanderplatz y allí diferentes voces clamaron la libertad gritando “¡Abajo el Muro!” abucheando a miembros del gobierno. Esa noche, por la mala interpretación de unas palabras que un miembro del gobierno (Günter Schabowski) dio en una conferencia de prensa internacional, la gente acudió masivamente a los pasos fronterizos y se abrieron las fronteras.

La Avenida del Sol escrita por Thomas Brussig, una novela imprescindible para comprender los cambios que se han producido en los últimos años en Alemania ¿Es esta una novela de esperanza, más que una novela trágica?
La Avenida del Sol (Sonnenallee) es el nombre de una calle muy larga de Berlín, y el Muro pasaba por ella dividiéndola en dos partes. Desde esta calle un grupo de amigos viven el final del régimen comunista. Brussig lo describe con gran agudeza y con humor. No dibuja la vida en la RDA tan triste ni tan gris como se nos ha transmitido: ese grupo de amigos se ríen, se inventan las formas de liberarse del servicio militar, de escuchar música prohibida (The Rolling Stones, Jimi Hendrix) para acercarse a lo que se oía en occidente. La acción se desarrolla en los años 70. Escenas de amigos en el barrio, en el instituto donde intentan inculcarles sin mucho éxito el ideario socialista, se ríen de los turistas de la RFA que aparecen por allí, el grupo de amigos compiten entre ellos para ligarse a la joven más guapa y atrevida del instituto… Brussig expresa todo esto con cariño y con cierta nostalgia, la famosa “Ostalgie” (nostalgia del Este) de muchos alemanes procedentes del Este. Es una novela divertida y ha sido llevada al cine.

¿Qué libros escritos recomendarías después de la caída del Muro de Berlín?
La literatura que surge a partir de la caída del Muro es muy extensa. Aparecieron muchos y muy buenos autores: el mencionado La Avenida del Sol (Thomas Brussig), La Nieta, El lector (Bernhard Schlink), En tiempos de luz menguante (Eugen Ruge), Es cuento largo (Günter Grass), La Torre (Uwe Tellkamp),… Casi todos estos lo hemos comentado ya. A mi juicio estos son los más significativos, pero hay muchísimos más.

¿Qué sabe tu generación (los nacidos en la década de los 50) de la literatura de la RDA?
Mi generación conoce bien poco de la literatura de la RDA. Ni la generación posterior tampoco, por la sencilla razón de que no hay traducciones de la literatura de ese extinto país. Y hubo muy buena literatura. Como afirma el traductor Ibón Zubiaur, gran traductor de alemán, la novela en la RDA fue el género menos censurado y que más ayuda tuvo por parte del estado. No existen traducciones al español de estos escritores. Desde hace varios años él (Ibón Zubiaur) está llevando a cabo una estupenda labor traduciendo a grandes escritores procedentes del Este. Y no se han traducido por dos motivos, antes por razones ideológicas, pues los 44 años de existencia de RDA coincidieron con años de dictadura franquista, donde todo lo que oliera a comunista estaba prohibido y en estas últimas décadas porque las editoriales no apuestan por esta literatura, pues en general, en España se lee más literatura inglesa y americana que alemana. Tal vez sea la pescadilla que se muerda la cola, no se lee literatura alemana porque no hay traducciones y no se fomenta la traducción en este idioma porque los lectores se inclinan por la literatura inglesa y americana. Se lee poca literatura de la RDA, apenas hay traducciones.

¿Te gustaría ver tu novela Reencuentro en el Wannsee (Kiros Ediciones, 2021) en el cine?
Sí, claro que me gustaría. Cuando escribí Reencuentro en el Wannsee mi intención fue dar a conocer la personalidad y la obra de Heinrich von Kleist, el mejor dramaturgo alemán del siglo XVIII, a un público que no lo conocía, y exponerlo por medio de la voz de Helena, una mujer ya madura, que decide cambiar la dirección de su vida, romper con la comodidad o el aburrimiento de su rutina y emprender un nuevo camino: para empezar, irá a Berlín al lago Wannsee donde el escritor, objeto de su estudio y al que había estado vinculada durante mucho tiempo, le dijo adiós al mundo; quiso despedirse de él, será un reencuentro con él, pero también lo será con ella misma, aclarará sus ideas. Le dará un nuevo giro a su existencia: será un “doble reencuentro” en el lago berlinés, en el lago Wannsee.

martes, 19 de noviembre de 2024

Che, parece que los españoles nos van a observar desde México

Nova Ciencia
es una publicación mensual sobre universidad, ciencia y empresa que se edita en España,
 en dos versiones: papel y digital. El siguiente artículo publicado el pasado 11 de noviembre, sin firma, trata sobre la creación, en México, de un Observatorio del Español, cuyos intereses abarcan toda Hispanoamérica. Se sugiere entonces la lectura con una ceja levantada.

El Cervantes creará en México, el primer país en hispanohablantes del planeta, un
Observatorio del Español para Hispanoamérica

El Instituto Cervantes y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) firmarán en diciembre un convenio en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para la creación de un Observatorio del Español en México que abarcará a toda Hispanoamérica.

El director del Cervantes, Luis García Montero, ha avanzado este proyecto durante la presentación institucional del Observatorio Global del Español (OGE), el cual será el «coordinador» de una red que ya cuenta con el Observatorio de la Lengua Española y Culturas Hispánicas en Harvard y el de la difusión del español en Japón, que verá la luz próximamente.

Además, la institución continúa trabajando también para la puesta en marcha del Observatorio del Español en África, en Guinea Ecuatorial.

«Los vínculos de la cultura española y mexicana son muy sólidos, ahora más que nunca y al margen de cualquier coyuntura caprichosa», ha remarcado García Montero, quien además ha incidido en la importancia de crear una red de observatorios para «dar un paso largo y colectivo» en la situación del español en el mundo.

Este ha sido uno de los puntos abordados durante la reunión del pleno del Consejo del Observatorio Global del Español, que ha contado con la presencia de Luis García Montero, además de José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y Gonzalo Capellán de Miguel, presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja, además del resto de representantes de las instituciones que forman parte de este centro.

Además de la función coordinadora del Observatorio, en el pleno se ha avanzado la publicación de nuevos análisis de la situación del español en Marruecos y Brasil (donde no existen estudios actualizados desde 2014) y la importancia de prestar especial atención a Estados Unidos, donde la enseñanza de lenguas extranjeras está «decreciendo de manera alarmante», entre otros asuntos.

Dentro del plan de actuación trienal del OGE, se contempla que este centro consolide sus fines estratégicos y priorice la colaboración con la red mundial del Instituto Cervantes, la Dirección General del Español en el Mundo, la RAE y ASALE. Además, continuará con los estudios de demolingüística del español en Europa y, en cuanto a la Inteligencia Artificial, se creará un corpus de las industrias del español. También se celebrará el próximo año un Congreso de Lengua y Pensamiento, así como se buscará una colaboración más estrecha con los diversos centros de investigación sobre el español en el mundo.

«El Cervantes no solo ha puesto esfuerzo en este Observatorio, sino también mucha ilusión y es una fecha para recordar», ha explicado el director de la institución, resaltando asimismo la «cooperación institucional» que ha habido en este proyecto, algo «poco frecuente y que no es costumbre, pero aquí ha funcionado».

García Montero ha destacado algunos de los fines de este Observatorio, dirigido por Francisco Moreno y que cuenta con una sede institucional en La Rioja y otra operativa en la sede del Cervantes en Alcalá de Henares, como por ejemplo el análisis del español en el mundo, el fomento del conocimiento y prestigio de la lengua, el refuerzo de la entidad hispanohablante, asi como la dimensión económica de la lengua.

«Unidad» entre distintas instituciones
José Manuel Albares ha remarcado también la importancia de la actuación conjunta para la creación del OGE. «El que aquí participen distintas instituciones y niveles del Estado demuestra que, cuando actuamos unidos, conseguimos cosas muy bellas», ha apuntado el ministro, quien también ha defendido la importancia del español.

«La lengua y la cultura española son un instrumento fundamental para nuestra proyección en el mundo y cómo nos perciben los demás países. Es importante que las palabras se oigan en español con fuerza en todos los países, plataformas e instrumentos: entre todos tenemos que cuidar ese patrimonio», ha indicado Albares.

El presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, ha avanzado que su comunidad autónoma «seguirá apostando por el interés de este proyecto» en el que las administraciones han sabido «desde el primer momento aunar esfuerzos y trabajar por el valor» de la lengua, «un valioso tesoro, vivo, dinámico y con el que existe la obligación de seguir estudiando y analizando»