“'Y la queso', 'funar' o 'iconic', son parte de un glosario que puede parecer encriptado a veces para los adultos. Por qué los adolescentes transforman el idioma para sentirse únicos y cómo conectar mejor con ellos, según los expertos." Tal es la bajada de un artículo publicado por Belén Marinone, en Infobae, el pasado 3 de agosto.
La fábrica de expresiones centennial: ¿lenguaje cifrado o búsqueda de pertenencia en cada palabra?
De parte de los adolescentes de hoy podemos escuchar expresiones como: “Y la queso”, “Stalkear”, “Hype”, “God”, “POV”, “Aesthetic” y “Funar”. La lista podría seguir con “Cringe”, “Random” e “Iconic”. Así, hasta el infinito.
La escena que viene a continuación, luego de este especie de “glosario” moderno, muestra a los adultos intentando ―sin éxito―entender a qué se refieren exactamente los más jóvenes cuando emplean estas palabras.
Casi como un acto de traducción, los padres y educadores hacen esfuerzos para descifrar ese lenguaje tan extraño como distante. A la dificultad de comunicación fluida, se suman frases como “das cringe” de parte de los hijos. Y todo se vuelve un mar de preguntas.
Desde términos populares en las redes sociales hasta modismos utilizados en su vida diaria, el vocabulario de los más jóvenes define su identidad y, en contrapartida, establece una barrera comunicativa entre ellos y los adultos. ¿Cuáles son las claves para entender este fenómeno? ¿Por qué lo hacen?, son algunas preguntas para reflexionar y no ser “funado”, algo así como repudiado o cancelado.
La independencia inentendible
“Los grupos generacionales tienen canales de comunicación diferentes”, explica Martín Wainstein, profesor consulto, investigador y director de la Carrera de Especialización en Psicologia Clínica Sistémica en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en diálogo con Infobae, y señala que la familia es una institución donde ocurre la socialización y la individualización.
Sin embargo, hay cuestiones que son generacionales. “Pero hay un fenómeno global que es de orden generacional que implica una diferenciación de generación en generación. Y una cuestión interesantísima es cómo se diferencian los lenguajes”, dice Wainstein.
Por su parte, Gabriela Pauer, lexicógrafa, doctora en Letras y profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral dice a Infobae que, al implementar estas palabras, “el adolescente está construyendo su identidad, ya que se encuentra en una etapa sensible y creativa: el paso de la niñez a la adolescencia”.
Y sigue: “El adolescente crea un lenguaje particular –colectivo, no personal, ya que debe servirle para comunicarse con sus pares- pero que no pueda ser comprendido por sus padres, por el mundo adulto. De esta forma reivindica su autonomía e intenta vivir de forma vicaria la independencia”.
En esta misma línea, el psiquiatra y psicoanalista Harry Campos Cervera da cuenta de la misma cuestión cuando dice que estos modismos “son cambios en el habla producto a la necesidad de diferenciarse y a la vez de pertenecer a un grupo”. Y suma que “en todos los tiempos, las generaciones horizontales son más parecidas entre sí que las precedentes”. Es decir, que todas las generaciones tuvieron sus modismos.
Entonces, ¿está bien o mal que los adultos no entiendan? “En este punto, el adolescente ha descubierto –o está descubriendo, ya que se trata de un proceso- que su destino no es ser un mero repetidor de aquello que le enseñan sus padres, sino que puede crear, pensar y actuar distinto, modificar su entorno, aportar algo, empezar, de alguna forma, de cero”, apunta la lexicóloga y profesora.
¿Qué tiene al alcance de la mano para crear, que utiliza a diario y qué, además, es gratuito? Pauer da la respuesta: la lengua, “un terreno fértil a la hora de reflejar y de encabezar cambios”.
La experta define a estas nuevas palabras, tan especiales como desconcertantes para el mundo adulto, como una suerte de escudo entre él (y sus pares) y los mayores, los padres, tutores, profesores, autoridades. Surge, entonces, un terreno en el que el adolescente es rey y el adulto nada tiene que opinar.
En sintonía con Wainstein en cuanto a la diferenciación, Pauer sostiene que “desprenderse simbólicamente de los padres a través del léxico es como ganar una batalla al mundo adulto, que impone reglas e indica cómo actuar: una jerga incomprendida por los padres permite reírse, burlarse, en parte, del mundo adulto, hacerles saber, implícitamente, que no lo saben todo ni lo conocen todo ni han de tener la última palabra sobre el mundo”.
María Del Carmen Grillo, doctora en Comunicación y profesora de la Universidad Austral, aporta que “en otras edades también hay expresiones propias, pero las de los jóvenes suelen llamarnos la atención porque buscan romper, muchas veces, pero les permiten crear un sentido de pertenencia, algo compartido”.
Los motivos de la grieta
Un estudio realizado por la Universidad Sultan Ageng Tirtayasa, en Indonesia, se propuso analizar la jerga adolescente, sus variaciones y los las razones detrás de su uso.
Los resultados del estudio revelan que 37,93% de los adolescentes de la muestra utiliza el acrónimo (palabras formadas por iniciales) como tipo de jerga más común entre ellos. Le siguen el recorte de palabras, con el 28,75%, y las expresiones frescas y creativas, con un 18,39%.
Los investigadores también dieron cuenta de otros tipos de variaciones del habla, que incluían la composición con varias palabras y la jerga imitativa.
En cuanto a las razones para usar jerga, el estudio identificó siete motivos principales. ¿Cuáles? La razón más destacada es enriquecer el lenguaje con nuevas palabras, con un 17,85%. Otros motivos que aparecen en el estudio incluyen inducir amabilidad (16,70%), ser diferente y facilitar las relaciones sociales (ambas con 15,47%), reducir la seriedad de una conversación (13,09%), simplemente por diversión (11,90%) y deleitarse en el virtuosismo (9,52%).
Estos hallazgos, de acuerdo a las conclusiones de los científicos, subrayan cómo la jerga refleja la creatividad adolescente, como sus necesidades sociales y emocionales.
Sobre cómo impactan las redes sociales en la creación de palabras nuevas, Pauer aclara que “sirven para propagar expresiones adolescentes, para introducir otras, pero no es la tecnología ni son ‘las redes’ quienes las crean.
El léxico lo crean las personas y el léxico vinculado a la tecnología –de gran utilidad y necesario en la vida cotidiana- es empleado por todas las franjas etarias, no exclusivamente por los jóvenes”.
Grillo, sin embargo, dice que numerosas de las palabras están vinculadas a las tecnologías.
“Algunas vienen de plataformas en particular, como el uso de la palabra ‘filtro’ para los efectos que alteran la imagen en Instagram o TikTok, o “edit”, para indicar un video personal, creado a partir de otro. Los adultos y los jóvenes nos entendemos, hay contexto compartido. A lo sumo, puede haber algún malentendido que nos divierta un rato”.
Otra investigación pone el foco en adolescentes de habla alemana, que analiza cómo el argot de Internet se convirtió en un componente central del léxico juvenil, enfocándose en los neologismos de la red. Las autoras del estudio identificaron los modelos básicos de formación de estas nuevas palabras.
El argot juvenil, concluyen las investigadoras, es usado para ocultar significados (una especie de “contraseña” para todos los miembros del grupo de referencia). Además, “los jóvenes comienzan a usar palabras y frases de manera diferente a las reglas estándar del habla para parecer modernos y cool”, dicen.
En el estudio, Internet, como entorno especial, facilita la creación de neologismos que se utilizan en la comunicación online, a menudo mediante abreviaturas, combinaciones y derivaciones de palabras.
En este sentido, Wainstein advierte que “las redes sociales como TikTok, YouTube e Instagram proponen una segmentación generacional”.
¿Hay forma de acercar posiciones generacionales? ¿Podrán los adultos soñar con entender lo que dicen sus hijos? Sobre esto, Pauer dice que “los padres pueden, si lo desean, intentar comprender cómo hablan sus hijos, preguntar y ponerse al día”.
Sin embargo, aclara que “es esperable y lógico que los adultos no comprendan ni se sientan cómodos con esa jerga de sus hijos: hay voces extrañas, jocosas, expresiones agramaticales, incongruentes que, por ende, generarán rechazo en el mundo adulto”.
Grillo hace un aporte al que prestar atención: “Cuando la expresión llega a la escritura, y a un texto que puede leer un adulto, seguramente la expresión ya está llegando al fin de su uso, porque los jóvenes nos mueven hacia adelante”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario