lunes, 23 de noviembre de 2009

Una de Nueva Zelanda


Ian Barnett, distinguido miembro del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, nos hace llegar la siguiente información.

Writing Past Each Other?
Literary Translation and Community

International Conference on Literary Translation

Te Tumu Whakawhiti Tuhinga o Aotearoa / The New Zealand Centre for Literary Translation

Victoria University of Wellington, New Zealand

December 11-13, 2010
FIRST CALL FOR PAPERS

KEYNOTE SPEAKERS:
Lawrence Venuti
Gayatri Chakravorty Spivak


Metge and Kinloch (Talking Past Each Other: Problems in Cross-Cultural Communication, 1978), explore the ways in which those from diverse backgrounds misread important cultural differences in everyday life. At this conference we hope to explore how literary translation promotes awareness and appreciation of such differences, while simultaneously creating a sense of community across local and international boundaries, or how a lack of such exchange can contribute to the isolation of literary cultures: how is globalisation affecting international literary exchange? how might translation contribute more to literary communities?
While papers on how these issues are articulated in the Asia-Pacific region are especially welcome, we also encourage paper proposals on a wide range of topics related to practical and theoretical aspects of literary translation and covering cross-cultural linguistic interaction from across the globe. Panel proposals (3 to 4 speakers) are especially welcome. Conference papers are to be delivered in English, but may relate to any of the world's languages.
As a special feature of the conference, we are also organising translation workshop sessions with noted New Zealand poets (participants should pre-register; details to come). There will also be an evening reading session.

Please send abstracts (title of paper, name of presenter, 250 word outline and a short (50 word) bio-bibliographical note) by 31st March 2010 to NZCLT@vuw.ac.nz. We hope to publish selected papers from the conference in a refereed volume.

Further information about the conference will be posted in early 2010 at http://www.victoria.ac.nz/victoria-conferences/default.aspx

domingo, 22 de noviembre de 2009

Multilingüismo


Desde México, el poeta y traductor Pedro Serrano nos reenvía el siguiente pedido de Richard Berengarten (foto: Melanie Rein), poeta y profesor británico, que lleva adelante un ambicioso proyecto multilingüe.

Volta: A Multilingual Anthology

Dear friends and colleagues,

I hope the information in this email is of interest. The first phase of the Volta project is now up and running in issue 9 of the International Literary Quarterly, just published at http://interlitq.org/issue9/volta/job.php. The anthology is a celebration of multilingualism and diversity. It consists of seventy-five poems in seventy-five contemporary languages. Each poem is a version of asingle poem. That is to say, seventy-four of them are translations. Maria Filippakopuolou's fine essay in the same issue, 'Foreign in our own country', is closely linked to the project. http://interlitq.org/issue9/filippakopoulou/job.php.

If you are involved in contemporary poetry, translation, translation theory,
languages and/or linguistics, there is a likelihood that this material may beof interest /relevance. If so, please do consider passing this information onto other friends and colleagues. The project is set to continue. I am looking
for more languages to add to it, as the following paragraph in the introductionmakes clear: I intend to go on gathering translations of "Volta" into more languages. Ihope that a future expanded version of this anthology will be published at a
later date, possibly as a book. I would especially like to include moretranslations from African languages, Asian languages including the Indiansubcontinent, languages indigenous to Australasia and North and South America,languages of transhumant and nomadic cultures, languages of small pockets,valleys and islands of speakers, and, above all, languages that are threatenedwith extinction. Readers who would like to be involved in further developing, helping and advising in any way and with any aspects of this multilingualproject are invited to send an email to berengarten@cantab.net.

I shall be happy to hear from you if you can suggest more languages, and the
names and contact details and possible translators, or if you have any othercomments or suggestions.

With warm and cordial greetings

Richard B* *

*Richard Berengarten (Burns)
(Bye-Fellow, Downing College, Cambridge)
51a Argyle Street Cambridge CB1 3LS UKTel: +44 (0) 1223 212973

Email: berengarten@cantab.net

Website: http://www.berengarten.com/site/

Profile: http://www.interlitq.org/staff/richard_berengarten/bio.php

sábado, 21 de noviembre de 2009

Premio póstumo a Pierre Jacomet


La noticia, que tiene como protagonista a Pierre Jacomet, llega de Santiago, a través de la Pontificia Universidad Católica de Chile: "Amante de la cultura y los libros, este intelectual tradujo más de treinta obras; estudió disciplinas tan diversas como economía, filosofía y jeroglíficos egipcios; e investigó el Síndrome de von Hippel-Lindau, la rara enfermedad que padeció y que le cobró la vida en agosto pasado".

Pierre Jacomet es distinguido
con el Premio de Traducción 2009

Pierre Jacomet era un hombre multifacético. Sus intereses diversos lo llevaron a estudiar derecho y economía, aunque no terminó ninguna de las dos carreras. Incursionó en los negocios e instaló una empresa de cuero en Argentina, la que pese a su éxito tuvo que cerrar por el secuestro a algunos de sus familiares. Estudió teología y filosofía, se instruyó en composición musical, fue un pianista virtuoso, y en psicoanálisis. Su gusto por conocer otras culturas lo llevó a aprender chino mandarín en la Universidad de Nueva York y luego se mudó a París, donde se dedicó a estudiar jeroglíficos en el Institut d’Orient y literatura medieval. Llegó a manejar once idiomas y una serie de autores que colmaron varias paredes de su biblioteca.

En su labor como traductor se encuentran más de 30 libros, entre ellos destacan El fin de las certidumbres, de Ilya prygogine; El error de Descartes y Sentir lo que sucede, de Antonio Damasio; La sociedad de confianza y Milagros económicos, de Alain Peyrefitte; Pequeño tratado de las grandes virtudes y ¿Qué es el tiempo?, de André Comte-Sponville; El pasado de la mente, de Michael Gazzaniga; Lecciones mortales, de Richard Selzer; El sexo de las emociones de Alain Braconnier; La singularidad francesa, de Guy Sorman, y Ensayos, de Montaigne. Incluso las traducciones de El mundo es mi tribu, también de Sorman, y El odio a la música, de Pascal Quignard, fueron alabadas por Octavio Paz.

Por toda esta labor, Pierre Jacomet fue galardonado, como un homenaje póstumo, con el Premio de Traducción a la Excelencia Profesional y Académica 2009, otorgado por el Programa de Traducción de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Este reconocimiento se entrega una vez al año a destacados profesionales del área, en el marco de la celebración del “Día Internacional del Traductor”, en reconocimiento de San Jerónimo, patrono y maestro de los traductores. En esta ocasión, la presentación estuvo a cargo de Cristián Warnken.

Dedicado al estudio y la literatura, Jacomet destacó por sus reflexiones sobre el mundo actual. “Necesitamos un nuevo Renacimiento. El siglo XX y sus experimentos totalitarios dejaron heridas profundas y el vuelco hacia el éxito monetario justificó cualquier canallada. Es nuestro deber mostrarles (a los jóvenes) que en los clásicos hay riquezas desatendidas, que le dan "sentido" a la vida. Y eso es distinto a tener "metas". “Vivimos en una ‘cultura’ de la apropiación y olvidamos que la vida es una muerte que espera apropiarse de nosotros. Hay una por persona desde siempre. El sentido de la vida está en abrir la mano, no en cerrarla. ¡Cuántos siglos que algunos sabios repiten eso y nadie escucha!...”, citó María Isabel Diéguez, coordinadora Programa de Traducción, recordando algunas de sus palabras.

Además de su reconocida labor como traductor, Jacomet dedicó gran parte de su vida a estudiar el Síndrome de von Hippel-Lindau, una extraña forma de cáncer que él mismo padeció y que finalmente le cobró la vida en agosto pasado. Incluso publicó un texto sobre el tema, el que fue premiado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en 2001, durante el Simposio Mundial de VHL, y fue nombrado director de la VHL Family Alliance para Sudamérica, del Boston Mass.

Amante de los libros, él mismo publicó varios textos, entre ellos destacan Un viaje por mi biblioteca(2000), un vasto volumen orientador sobre la literatura más variada, que ha sido reeditado cuatro veces. También están “Cien autoras y autores de hoy” (2001), Lucidez del abismo (2003) y Memorias sin nombre (2004).

En el evento, también se realizó la mesa redonda “La cultura francesa a través de la traducción”, en la que participaron Milena Grass, directora de la Escuela de Teatro UC; Tatiana Calderón, académica de la Universidad del Desarrollo; y Pedro Pablo Guerrero, periodista de Artes y Letras de El Mercurio.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Presentación de un libro de Henri Meschonnic en la Alianza Francesa de Buenos Aires


Enviada por el Seminario Permanente de Traducción (SPET), que preside Patricia Willson, la información de la actividad que se sube en esta entrada puede ampliarse y leerse con el simple trámite de hacer un clic sobre la imagen.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Antes los políticos sabían leer, escribir e incluso traducían a los clásicos




En 1940, la Editorial Losada, por entonces exclusivamente de Buenos Aires, publicó una segunda edición de La Divina Comedia, de Dante Alighieri, en la traducción para ese entonces clásica –y no por ello poco criticada– del escritor y político argentino Bartolomé Mitre. El volumen llevaba un prefacio del traductor, que se reproduce a continuación.




Teoría del Traductor


Una traducción -cuando buena- es a su original lo que un cuadro copiado de la naturaleza animada, en que el pintor, por medio del artificio de las tintas de su paleta, procura darle el colorido de la vida, ya que no le es posible imprimirle su movimiento. Cuando es mala, equivale a trocar en asador una espada de Toledo, según la expresión fabulista, auque se le ponga empuñadura de oro.
Las obras maestras de los grandes escritores -y sobre todo, las poéticas- deben traducirse al pie de la letra para que sean al menos un reflejo (directo) del original, y no una bella infidel, como se ha dicho de algunas versiones bellamente ataviadas, que las disfrazan. Son textos Bíblicos, que han entrado en la circulación universal como la buena moneda, con su cuño y con su ley, y constituyen, por su forma y por su fondo, elementos esenciales incorporados al intelecto y la conciencia humana. Por eso decía Chateaubriand, a propósito de su traducción en prosa de Paraíso Perdido de Milton, que las mejores traducciones de los textos consagrados son las interlineales.

Pretender mejorar una obra maestra, vaciada de un golpe en su molde típico, y ya fijada en el bronce eterno de la inmortalidad; ampliar con frases o palabras parásitas un texto consagrado y encerrado con precisión en sus líneas fundamentales; compendiarlo por demás hasta no presentar sino su esqueleto; arrastrarse servilmente tras sus huellas, sin reproducir su movimiento rítmico; lo mismo que reflejarlo con palidez o no interpretarlo razonablemente según la índole de la lengua a la que se vierte, es falsificarlo o mutilarlo, sin proyectar siquiera su sombra.

Cuando se trata de transportar a otra lengua uno de esos textos que el mundo sabe de memoria, es necesario hacerlo con pulso, moviendo la pluma al compás de la música que lo inspiró. El traductor no es sino el ejecutante, que interpreta en su instrumento limitado las creaciones armónicas de los grandes maestros. Puede poner algo de lo suyo en la pauta que dirige su mano y al pensamiento que gobierna su inteligencia.

Son condiciones esenciales de toda traducción fiel en verso -por lo que respecta al proceder mecánico- tomar por base de la estructura el corte de la estrofa en que la obra está tallada; ceñirse a la misma cantidad de versos, y encerrar dentro de sus líneas precisas las imágenes con todo su relieve, con claridad las ideas, y con toda su gracia prístina los conceptos; adoptar un metro idéntico o análogo por el número y acentuación, como cuando el instrumento acompaña la voz humana en su medida, y no omitir la inclusión de todas las palabras esenciales que imprimen su sello al texto, y que son, en los idiomas, lo que los equivalentes en química y geometría. En cuanto a la ordenación literaria, debe darse a los vuelos iniciales de la imaginación toda su amplitud o limitarlos correctamente con la ordenación originaria; imprimir a los giros de la frase un movimiento propio, y al estilo su espontánea simplicidad o la cualidad característica que lo distinga; y cuando se complemente con algún adjetivo o explanación la frase, hacerlo dentro de los limites de la idea matriz. Por último, tomando en cuenta el ideal, el traductor, en su calidad de intérprete, debe penetrarse de su espíritu, como el artista que, al modelar en arcilla una estatua, procura darle no sólo su forma externa, sino también la expresión reveladora de la vida interna.

Sólo por este método riguroso de reproducción y de interpretación -mecánico a la vez que estético y psicológico-, puede acercarse en lo humanamente posible una traducción a la fuente primitiva de que brotara la inspiración madre, del autor, en sus diversas y variadas fases.

Tratándose de La Divina Comedia, la tarea es más ardua. Esta epopeya, la más sublime de la era cristiana, fue pensada y escrita en un dialecto tosco, que brotaba como un manantial turbio de raudal cristalino del latín, a la par del francés y del castellano y de las demás lenguas románticas, que después se han convertido en ríos. El poeta, al concebir su plan, modeló a la vez la materia prima en que lo fijara perdurablemente. Esto, que constituye una de sus originalidades y hace el encanto de su lectura en el original, es una de las mayores dificultades con que tropieza el traductor. Las lenguas hermanas de la lengua de Dante, muy semejantes en su fuente originaria, se han modificado y pulido de tal manera, que traducir hoy a ellas La Divina Comedia es lo mismo que vestir un bronce antiguo con ropaje moderno; es como borrar de un cuadro de Rembrandt los toques fuertes que contrastan las luces y las sombras, o en una estatua de Miguel Ángel limar los golpes enérgicos del cincel que la acentúan. Todo, lo que pueda ganar en corrección convencional, lo pierde en fuerza, en frescura y colorido. Si el lenguaje de La Divina Comedia ha envejecido, ha sido regenerándose, pues su letra y su espíritu se han rejuvenecido por la rica savia de su poesía y de su filosofía.
El problema a resolver, según estos principios elementales, y tratándose de La Divina Comedia, considerada desde el punto de vista lingüístico y literario, es una traducción fiel y una interpretación racional, matemática a la vez que poética, que, sin alterar su carácter típico, la acerque en lo posible del original al vertirla con un ropaje análogo, si no idéntico, y que refleje, aunque sea pálidamente, sus luces y sus sombras, discretamente ponderadas dentro de otro cuadro de tonos igualmente armónicos, representados por la selección de las palabras que son las tintas en la paleta de los idiomas que, según se mezclen distintos colores.

El sabio Littré -que a pesar de ser sabio, o por lo mismo, era también poeta-, dándose cuenta de este arduo problema, se propuso traducir La Divina Comedia en el lenguaje contemporáneo del Dante, tal como si un poeta de la lengua del oil, hermana de la lengua del oc, la hubiese concebido en ella o traducido en su tiempo con modismos análogos. Esta es la única traducción del Dante que se acerque al original, por, cuanto el idioma en que está hecha, lo mismo que el dialecto florentino, aun no emancipado del todo del latín ni muy divergentes entre sí, se asemejaban más el uno al otro y dentro de sus elementos constitutivos podían y pueden amalgamarse mejor.

Según este método de interpretación retrospectiva, me ha parecido que una versión castellana calcada sobre el habla de los poetas castellanos del siglo XV -para tomar un término medio correlativo-, como Juan de Mena, Manrique o el marqués de Santillana, cuando la lengua romance, libre de sus primeras ataduras, empezó a fijarse, marcando la transición entre el período ante-clásico y el clásico de la literatura española, sería quizá la mejor traducción que pudiera hacerse, por su estructura y su fisonomía idiomática, acercándose más al tipo del original. Es una obra que probablemente se hará, porque el castellano, por su fonética y su prosodia, tiene mucha más analogía que el viejo francés con el italiano antiguo y moderno, y puede reproducir en su compás la melopea dantesca, con sus sonidos llenos y su combinación métrica de sílabas hasta cierto punto largas y breves, como en el latín de que ambos derivan.

Aplicando estas reglas a la práctica, he procurado ajustarme al original, estrofa por estrofa y verso por verso, como la vela se ciñe al viento, en cuanto da; y reproduciendo sus formas y sus giros, sin omitir las palabras que dominan el conjunto de cada parte, cuidando de conservar al estilo su espontánea sencillez, a la par de su nota tónica y su carácter propio. A fin de acercar en cierto modo la copia interpretativa del modelo, le he dado parcialmente un ligero tinte arcaico, de manera que, sin retrotraer su lengua a los tiempos ante-clásicos del castellano, no resulte de una afectación pedantesca y bastarda, ni por demás pulimentado su fraseo según el clasicismo actual, que lo desfiguraría. La introducción de algunos términos y modismos anticuados, que se armonizan con el tono de la composición original, tiene simplemente por objeto darle cierto aspecto nativo, producir al menos la ilusión en perspectiva, como en un retrato se busca la semejanza en las líneas generatrices acentuadas por sus accidentes.

Tal es la teoría que me ha guiado en esta traducción.

El Dante ha sido, por más de cuarenta años, uno de mis libros de cabecera, con la idea desde muy temprano de traducirlo; pero sin poner mano a la obra, por considerarlo intraductible en toda su intención, bien que creyese haberme impregnado de su espíritu. Pensaba que las obras clásicas de este género, que hacen época y que nutren el intelecto humano, debieran asimilarse a todas las lenguas, como variando su cultivo se aclimatan las plantas útiles o bellas en todas las latitudes del globo. La Divina Comedia es uno de esos libros que no pueden faltar en ninguna lengua del mundo cristiano, y muy especialmente en la castellana, que hablan setenta millones de seres, y que, a la par de la inglesa -como que se dilatan en vastos territorios-, será una de las que prevalezcan en ambos continentes. Esto, que explica la elección de la tarea, no la justificaría, empero, si existiese en castellano alguna traducción que reflejase siquiera débilmente las inspiraciones del gran poeta, pues entonces sería inútil, cuando no perjudicial.

Cuando por primera vez me ensayé por vía de solaz en la traducción de algunos cantos del Infierno del Dante, con el objeto de pagar una deuda de honor a la Academia de los Arcades de Roma, no conocía sino de mala fama la versión en verso castellano del general Pezuela, más conocido con el glorioso título del conde Cheste. Después, vino por acaso a mis manos este libro. Su lectura me alentó a completar mi trabajo, con el objeto de propender, en la medida de mis fuerzas, a la labor de una traducción que verdaderamente falta en castellano.

La del general Pezuela, elogiada por sus amigos, ha sido justamente criticada en la misma España, por inarmónica como obra métrica, enrevesada por su fraseo y bastarda por su lenguaje. Sin ser absolutamente infiel, es una versión contrahecha, cuándo no remendona, cuya lectura es ingrata y, ofende con frecuencia el buen gusto y el buen sentido. Es como la escoria de un oro puro primorosamente cincelado, que se ha derretido en un crisol grosero. Esto justifica por lo menos la tentativa de una nueva traducción en verso. La mía puede ser tan mala o peor que la de Pezuela; pero es otra cosa, según otro plan y con otro objetivo. Si se comparan ambas traducciones, se verá qué, a pesar de la analogía de las dos lenguas, difiere tanto una de la otra, que sólo por acaso coinciden aún en las palabras. Diríase que los traductores han tenido a la vista diversos modelos. Quizá dependiera esto del punto de vista o del temperamento literario de cada uno.

El único poeta español moderno que pudiera haber emprendido con éxito la traducción del Dante, es Núñez de Arce. En su poema La selva oscura ha mostrado hallarse penetrado de su genio poético, pero tan sólo se ha limitado a imitarlo fantásticamente. Es lástima; pues queda siempre este vacío en la literatura castellana, que la traducción de Pezuela no ha llenado.

He aquí los motivos que me han impulsado a llevar a término esta tarea, emprendida por vía de solaz y continuada con un propósito serio. Una vez puesto a ella, pensé que no sería completa si no la acompañaba con un comentario que ilustrase su teoría y explicara la versión ejecutada con arreglo a ella. Tal es, el origen de las anotaciones complementarias, todas ellas motivadas por la traducción misma, dentro de su plan, que pueden clasificarse en tres géneros: 1º Notas justificativas de la traducción, en puntos literarios que pudieran ser materia de duda o controversia. 2º Notas filológicas y gramaticales con relación la traducción misma. 3º Notas ilustrativas respecto de la interpretación del texto adoptado en la traducción. -No entro en citas históricas sino cuando la interpretación del texto lo exige, ni repito lo que otros han dicho ya-. Si alguna vez me pongo en contradicción con las lecciones de los comentadores italianos del Dante, que con tanta penetración han ilustrado el texto en muchas partes oscuras de La Divina Comedia, es tributando el homenaje a su paciente labor debido, pues con frecuencia me han alumbrado en medio de las tinieblas dantescas que los siglos han ido aclarando o condensando.

Apenas habían transcurrido veinte años después de publicada la primera edición del Dante (ed. de 1342), y ya el texto dantesco era casi ininteligible aun para los mismos florentinos (en 1373). Fué entonces necesario que el gobierno municipal de la República de Florencia encomendase al Boccacio la tarea de explicarlo, y éste fue el primer comentario de La Divina Comedia. Han transcurrido más de quinientos años, y los comentarios continúan. No pasa día sin que se descubran cosas nuevas en el "Insondable poema", como ha sido llamado; se susciten nuevas dudas acerca de su sentido místico, histórico o moral, o se corrijan con nuevos documentos las erradas interpretaciones de sus comentadores. No es de extrañar, pues, la variedad de lecciones contradictorias. Por mi parte al separarme algunas veces de los comentadores italianos más acreditados he cuidado de dar las razones de mi interpretación en las notas complementarias, que siendo un modesto contingente para el comento del texto original, pueden quizá ser de alguna utilidad como estudios para una correcta traducción del Dante en castellano, de que la mía no es sino un ensayo.

El objetivo que me he marcado es más fácil de señalar que de alcanzar; pero pienso que él debe ser el punto de mira de todo traductor concienzudo, así como de todos los extraños a la lengua italiana, que se apliquen con amor a la lectura del Dante, repitiendo sus palabras:

O degli altri poeti onore e lume,
Vagliami il lungo studio e il grande amore
Che m´ha fatto cercar lo tuo volume.


Dante es el poeta de los poetas y el inspirador de los sabios y de los pensadores modernos, a la vez que el pasto moral de la conciencia humana en sus ideales. Carlyle ha dicho que La Divina Comedia es, en el fondo, el más sincero de todos los poemas, que, salido profundamente del corazón y de la conciencia del autor, ha penetrado al través de muchas generaciones en nuestros corazones y nuestras conciencias. Humboldt lo reconoce como al creador sublime de un mundo nuevo, que ha mostrado una inteligencia profunda de la vida de la tierra, y que la extremada concisión de su estilo aumenta la profundidad y la gravedad de la impresión. Su espíritu flota en el aire vital y lo respiran hasta los que no lo han leído.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Dos traductores elegidos por sus pares


IV Premio de Traducción "Esther Benítez"

De acuerdo con la información que suministra su sitio institucional, ACE Traductores se constituyó en 1983 con el fin primordial de defender los intereses y derechos jurídicos, patrimoniales o de cualquier otro tipo de los traductores de libros en España, así como promover todas aquellas actividades e iniciativas que pudieran contribuir a la mejora de la situación social y profesional de los traductores, al debate y la reflexión sobre la traducción y al reconocimiento de la importancia cultural de la figura del traductor.
Como entidad que agrupa a los traductores de libros, ACE Traductores pone especial énfasis en la condición de autores de sus asociados y en las distintas modalidades que abarca su labor, desde la traducción literaria en el sentido más tradicional del término —narrativa, teatro, poesía— hasta la traducción de obras de carácter científico, técnico o divulgativo, pasando por la traducción de ensayo y pensamiento.

A diferencia de otros premios –como bien señala en su blog personal Andrés Ehrenhaus, vicepresidente de la institución–, "el Premio Esther Benítez ha recaído, en su cuarta edición, en Pedro Pérez Prieto (ex aequo con Jesús Zulaika) por su traducción de los Sonetos de Shakespeare. La particularidad de este galardón reside en que son los propios socios de ACE Traductores (v. http://www.acett.org/) quienes premian la mejor traducción publicada a lo largo del año anterior, lo cual lo hace doblemente significativo. Se trata, probablemente, del único premio de esta índole, es decir, de profesionales para profesionales de un sector que no se destaca precisamente por ser objeto de la generosidad de los medios, que a menudo olvidan el papel fundamental y constante que cumple en el desarrollo y la sostenibilidad de la industria literaria, ni de la magnanimidad, por decirlo de algún modo, de la misma".

Con la sana envidia del caso, ya que en la Argentina, por el momento, no existe ningún premio análogo, el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires saluda y felicita a los ganadores.

La gacetilla de ACE Traductores

Por cuarto año consecutivo, los miembros de ACE Traductores han fallado el premio de traducción creado en memoria de Esther Benítez. En esta ocasión, los premiados han sido ex aequo:

Pedro Pérez Prieto, por Los sonetos de Shakespeare, Editorial Nivola, y Jesús Zulaika Goikoetxea, por La casa de los encuentros, de Martin Amis, Editorial Anagrama.

Pedro Pérez Prieto es licenciado en Filología Moderna (Francés e Inglés) por la Universidad de Salamanca y en Filología Española por la UNED. Es catedrático de inglés en el IES Gregorio Marañón de Madrid. Traduce poesía de forma continuada desde el año 2003. Además de los Sonetos de William Shakespeare (Nivola, noviembre de 2008), ha traducido los sonetos y odas de John Keats, algunos poemas de cierta extensión tales como "The Raven", "The Rhyme of the Ancient Mariner" y "The Lady of Shalott". En la actualidad está preparando una antología de poesía en lengua inglesa para una edición bilingüe.

Jesús Zulaika Goikoetxea nació en Bilbao. Cursó estudios (rigurosamente incompletos) de Derecho y Economía en la Universidad de Deusto (Bilbao) y de Periodismo en la Universidad Complutense (Madrid). Su primera obra traducida es La presse, le pouvoir et l'argent (La prensa, el poder y el dinero), de Jean Schwoebel; Dopesa, Barcelona, 1971, y la última (en prensa). El original de Laura (morir es divertido), obra inconclusa y póstuma de Vladimir Nabokov; Anagrama, Barcelona. Se dedica plenamente a la traducción literaria desde 1981. Ha traducido, entre otros autores, a Faulkner, John Updike, Vladimir Nabokov, John Dos Passos, Truman Capote, Stephen Crane, Norman Mailer, Tom Wolfe, Jack Kerouac, Raymond Carver, Richard Ford, Martin Amis, Ian McEwan, Kazuo Ishiguro, Anita Desai, Paul Bailey, Saki, Graham Swift , Nick Hornby, Thomas McGuane, Samuel Shem, Hunter S. Thompson, Chang-rae Lee, Jed Rubenfeld y Hannah Tinti.

martes, 17 de noviembre de 2009

Un traductor español que vivió en la Argentina


No hace muchas entradas, se subió a este blog una anécdota escrita por Edgardo Cozarinsky, que tiene por protagonistas a Victoria Ocampo y a Ricardo Baeza. Resulta entonces oportuno, para quienes no conozcan a este último, copiar la semblanza que de él se hace en el sitio de las Colecciones Artísticas MAPFRE, en razón del dibujo de Daniel Vázquez Díaz (1882-1969), que ilustra este posteo con Baeza por objeto.


Ricardo Baeza

El escritor y traductor español Ricardo Baeza (1890-1956) fue compañero de colegio y universidad de Ramón Gómez de la Serna. Colaboraron juntos en la revista que este último dirigió llamada Prometeo, identificada por muchos como la primera revista vanguardista española. Baeza enviaba a Ramón traducciones de Marcel Schwob, George Bernard Shaw, Rémy de Gourmont, Oscar Wilde, Rachilde, Paul Fort, Rimbaud, Maurice Maeterlinck, Georges Rodenbach, Gabriele D’Annunzio o Filippo Tommaso Marinetti. Con sus 36 traducciones de 18 autores y de cinco lenguas, que aparecieron en 25 números distintos de la revista, Baeza dio a conocer la obra de nuevos autores extranjeros hasta entonces totalmente ignorados en España.

Colaboró igualmente desde su fundación en 1923 en la Revista de Occidente. Dirigida por Ortega y Gasset, la revista contó con jóvenes colaboradores entre los que se encontraban Ramón Gómez de la Serna, Gerardo Diego, Ernesto Giménez Caballero, Guillermo de Torre, Pedro Salinas, Jorge Guillén y el propio Ricardo Baeza, sin contar las colaboraciones extranjeras. Es lógico pensar que, por su trabajo en estas revistas y a través de amigos comunes, Ricardo Baeza y Vázquez Díaz se conocieran en la década de los veinte.

En 1931 Baeza fue nombrado embajador de la República Española en Chile. Vivió muchos años en Buenos Aires y fue miembro del comité de redacción de la revista Sur. En julio de 1937 intervino en el II Congreso Internacional de Escritores de Valencia, organizado por la Alianza Internacional de Escritores Antifascistas como demostración de solidaridad de los intelectuales de todo el mundo con la causa de la República. La delegación española estuvo formada también por Benavente, Álvarez del Vayo, Margarita Nelken, María Teresa León, Bergamín, Alberti, León Felipe y Antonio Machado, que leyó el discurso de clausura titulado "Sobre la defensa y la difusión de la cultura". Ricardo Baeza fue presidente de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, cargo en el que luego le sustituyó José Bergamín, trabajando ambos para que el II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas se celebrara en España.

En 1952 regresaba desde su exilio a Madrid, donde fallecería cuatro años más tarde.