viernes, 27 de diciembre de 2013

En la muerte de Claude Couffon, o las ventajas de la buena memoria

“Hispanista francés falleció a los 87 años, tradujo también a Martín Adán, Alfredo Bryce, Manuel Scorza y casi todo Mario Vargas Llosa, y a otros escritores de nuestra región”, dice la luctuosa noticia que publica el suplemento cultural de La República, de Perú, el 20 de diciembre pasado, a propósito de la muerte del traductor francés Claude Couffon. Y si bien sus méritos como difusor de la literatura hispanoamericana en Francia son muchos y se exponen en esta nota anónima, sería también apropiado recordar su fuerte negativa a traducir a Borges –al menos eso dijo en una nota colectiva con varios de los más destacados traductores franceses –Marthe Robert, Laure Bataillon, entre otros, publicada en su momento en la revista Le Nouvel Observateur– porque, según sus propias palabras él no traducía escritores de derecha. Sin embargo, esta bravata no le impidió encargarse ávidamente del número especial que la revista Magazine Litteraire le dedicó a Borges un tiempo después. Tampoco, traducir a la poeta Alejandra Pizarnik para la colección de poesía que, curiosamente, publicaba la agregaduría cultural de la embajada argentina en Francia en la peor época de los militares, cuando allí existía un centro de inteligencia a cargo del ejército. Ambos datos son perfectamente corroborables y no constituyen secreto alguno. Por eso, tal vez valdría la pena recordar ese dicho del poeta Raúl González Tuñón, quien sostenía que todos goteamos por algún lado.  

Adiós al gran traductor de Vallejo

El destacado poeta, traductor y profesor francés Claude Couffon –traductor de Vallejo,  Vargas Llosa, Martín Adán, entre otros peruanos–, falleció el pasado miércoles a los 87 años en el Hospital de Caen, ubicado en su ciudad natal.

Conocido en el mundo académico como hispanista, Couffon cumplió una notable labor en la difusión de la literatura en castellano a través de sus estudios y traducciones de escritores fundamentales como Federico García Lorca, Jorge L. Borges, Gabriel García Márquez, Ernesto Sabato, Alejandra Pizarnik, Octavio Paz, Gabriela Mistral, y muchos otros. Entre los autores peruanos que fueron traducidos por el catedrático francés figuran César Vallejo, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Martín Adán, Manuel Scorza y Blanca Varela.

Claude Couffon estudió lengua castellana y se desempeñó hasta 1991 como catedrático de Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de París-Sorbona. Durante los años 1991-1995, fue vicepresidente de la Casa de los Escritores de París y, en la actualidad, tenía el cargo de presidente de la Cámara Internacional de Poetas y Escritores de Saint Malo.

La labor de Couffon como difusor de la literatura hispanoamericana comenzó en 1945 cuando publicó en revistas y periódicos parisinos la obra de Miguel A. Asturias, Rafael Alberti y Nicolás Guillén. Más adelante, se haría conocido gracias a sus investigaciones de dos poetas de la Generación del 27, Federico García Lorca y Miguel Hernández, publicando en Le Figaro Littéraire un estudio sobre las circunstancias que rodearon el fallecimiento del primero, mientras que del segundo logró hallar y sacar a la luz textos inéditos.

Amigo de muchos poetas de nuestra región, Claude Couffon se abocó a difundir internacionalmente sus obras por medio de la publicación de antologías. En este campo destacan sus títulos Histoires étranges et fantastiques d’Amérique Latine (1989),  Poésie cubaine du XXème siècle (1996) y Poésie péruvienne du XXème siècle (1999), así como la más reciente Antología de los escritores latinoamericanos en París (2007).

Sin embargo, Couffon no solo fue un académico cabal sino también un poeta que nos ha dejado 9 libros, entre los que destacan Le temps d’une ombre ou d’une image (1973),  Aux frontières du silence (1980), A l’ombre de ce corps (1988) y Fenêtre sur la nuit (1996). El poeta pucallpino Jorge Nájar, quien tradujo al castellano este último poemario, declaro que “sobre sus propias creaciones Couffon es el francés más discreto que he conocido”.

Cosechó por sus méritos académicos numerosas distinciones. También estuvo en nuestro país y recibió el honoris causa otorgado por la Universidad Nacional de San Agustín (Arequipa). Sin duda, la valiosa obra que nos ha legado seguirá recordando su nombre a futuras generaciones.
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jueves, 26 de diciembre de 2013

El culebrón de Alfaguara

Logo propuesto para la nueva empresa
Publicado el 19 de diciembre pasado en el diario El Mundo, de España, el siguiente artículo sin firma ofrece datos más concretos de la noticia que este mismo blog anunció en varias oportunidades a lo largo del año. Las desmentidas de rigor, a esta altura, no le importan a nadie, pero la empresa, que busca ocultar la realidad por razones del todo espurias, insiste en presentarlas.

Random, a un paso de Alfaguara

Alfaguara y el resto de sellos literarios del Grupo Prisa están a punto de ponerse en manos del cada vez más gigantesco Random House, llamado desde este verano Penguin Random House, debido a la fusión del Grupo Pearson (Penguin) con el conglomerado propietario de Random House (el grupo alemán Bertelsmann).

Los rumores venían siendo más que insistentes desde hace un año, pero las alarmas saltaron la pasada primavera, cuando un medio digital dio por hecho el trato y el Grupo Prisa se apresuró a desmentir la compra con un comunicado en el que, sin embargo, hablaban de que había "negociaciones" en marcha. Todo apuntaba entonces a que era cuestión de tiempo. Y así ha sido. Ahora, el anuncio oficial está al caer, a pesar de que Prisa ha remitido esta mañana una notificación importante a la CNMV, para negar "que haya llegado a ningún acuerdo para la venta de Alfaguara y sus demás sellos literarios a Penguin Random House ni para la venta de ninguna otra división de Santillana".

El precio que Bertelsmann habría pagado por la división Ediciones Generales Santillana es aún un misterio. El acuerdo podría incluir la división de libros de texto, un activo de fuerte implementación en América Latina, que supuso el pasado año un 28% de facturación para el grupo editorial (más de 730 millones de euros). La venta convertirá al grupo editorial (el más grande del mundo) en un verdadero monstruo de 250 sellos y 3.100 millones de euros de ingresos anuales. Un monstruo dirigido por Markus Dohle y presidido por John Makinson, que mantendrá al frente de la división literaria a Núria Cabutí, hasta ahora consejera delegada de Random House.

Así, a los más de 15.000 autores de Random habrá que sumar el catálogo de Alfaguara, pero no sólo de Alfaguara, sino también de Aguilar, Suma de Letras y Taurus, lo que reunirá, en el mismo sello, a escritores de la talla de Philip Roth, Mario Vargas Llosa, Bret Easton Ellis, Agustín Fernández Mallo, César Aira, Gay Talese, Junot Díaz, Javier Marías, Chuck Palahniuk y un largo etcétera, que incluye 'best sellers' como Stephen King y Ken Follet (ambos en Plaza & Janés) y la mismísima Stephenie Meyer (Suma de Letras). Con semejante catálogo pueden plantarle frente a su gran rival, Planeta, que recientemente ha sufrido una reestructuración interna.

Esta reestructuración interna le permitirá hacer frente al nuevo gigante jugando a su propio juego, pues hasta la fecha los múltiples sellos de Planeta competían entre ellos, algo que nunca han hecho los sellos de Random. En cualquier caso, el macrogrupo que dirige José Manuel Lara Bosch tiene enfrente por primera vez a un rival de nivel, un rival de apariencia indestructible, pues al músculo del grupo editorial más grande del mundo se le debe sumar ahora, tras la compra de Alfaguara, el prestigio. Pero no sólo eso, sino también una mayor implantación en el vasto mercado latinoamericano y una mejor red de ventas. Dicho esto, está por ver qué pasará con la mencionada división de libros de texto.

De hecho, el Grupo Prisa ofreció todo el paquete a Random hace prácticamente un año, pero por entonces el ala española de Bertelsmann lo rechazó porque no se veía con la suficiente fuerza financiera y, sobre todo, porque no tenía la experiencia necesaria en libros educativos como para hacerse con él. Pero las cosas han cambiado desde la entrada del Grupo Pearson (actualmente propietario del 47% del accionariado, frente al 53% de Bertelsmann), líder mundial en libros de texto, grupo que, por cierto, ya pujó en su momento por dicho activo, sin éxito.

En ese sentido, todo apunta a que podría haberse cerrado un trato global que incluyera ambas divisiones, es decir, no sólo la literaria sino también la educativa, mucho más rentable. Algo muy lógico de acuerdo a la política de expansión agresiva seguida por Bertelsmann a lo largo del pasado año. A finales de octubre de 2012 el grupo germano anunció la fusión entre Random House y Penguin Group, lo que convirtió a Random House en la mayor editorial del mundo, en volumen de negocio. La misma lógica agresiva que explica la adquisición por parte de Bertelsmann en noviembre de 2012 del 100% del capital social de Random House Mondadori.

Lo cierto es que ahora el panorama editorial se polariza aún máscon Alfaguara en poder de Random y sin más competidor que Planeta. La operación también tiene que ver con la ingente deuda que arrastra Prisa (más de 3.100 millones de euros) y con la gran reestructuración que necesitaría para lograr la viabilidad financiera.


lunes, 23 de diciembre de 2013

Traducción de autores brasileños en la Argentina

El pasado 15 de diciembre, el poeta y narrador venezolano Gustavo Valle publicó en el diario Perfil, de Buenos Aires, la siguiente nota, en cuya bajada se lee: “ Desconocida e ignorada por mucho tiempo, la literatura de Brasil está viviendo un momento de auge en la Argentina. Una mirada panorámica con sus protagonistas”.

 

El gigante despierto

Una relación fundada en prejuicios, suposiciones, leyendas, preconceptos, anclada en la experiencia personal de viajeros de ayer y de hoy, de turistas, de estudiantes y profesores que van o vienen, de traductores, del trasiego propio de los países fronterizos donde el deporte, la música y las diferencias culturales despiertan admiraciones, rechazos y envidias por igual. Una relación signada por las diferencias idiomáticas, de raza, de sensibilidad, de paisaje, por las distancias y por las cercanías. Dos países marcados por contextos políticos y sociales distintos, y también por algunas coincidencias que la historia más o menos reciente nos ha obsequiado. Argentina y Brasil, una relación intensa, a veces desigual, otras coincidente, pero que en los últimos años ha añadido a la lista de flujos y reflujos la literatura como una nueva protagonista de sus relaciones complejas.

Desde el tratado de Tordesillas de 1494, en el que los reyes de Castilla y Aragón y Juan II de Portugal se repartieron los territorios a conquistar en el subcontinente americano, dos culturas, dos idiomas y dos tradiciones nos dividieron. La primera consecuencia fue la insularidad en la que Brasil convivió con respecto a América Latina durante muchos años bajo la identidad de un extraño y desconocido vecino. Sin embargo, como dice David William Foster en la introducción de Passo da Guanxuma, el más reciente libro que explora los contactos culturales entre Brasil y Argentina, estamos en una etapa que podría llamarse “Superando Tordesillas”, es decir, en el desafío de cuestionar la validez de la escisión de todo un continente por diferencias lingüísticas e históricas, y propiciar nuevos territorios de contacto, intercambio y tráfico cultural.

Entre los intercambios pioneros entre Argentina y Brasil, figura la creación, en 1937, de la Biblioteca de Novelistas Brasileños por parte de la Editorial Claridad, que se dedicó a traducir novela social: Jorge Amado, Lúcio Cardoso y Rachel de Queiroz, entre otros, bajo la dirección de Benjamín de Garay. Además, ese mismo año se crearon la Biblioteca de Autores Brasileños Traducidos al Castellano del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública de Argentina, y en Brasil, el Ministerio de Relaciones Exteriores fundó la Coleção Brasileira de Autores Argentinos. Estos dos proyectos permanecieron vigentes hasta 1950 y fueron destinados a divulgar, sobre todo, ensayos de interpretación: Sarmiento, Mitre y Rojas en Brasil, y Vianna, Calmon y Carvalho en Argentina.

Ya en la década del 50 desaparecen estas iniciativas, y muchas de las traducciones de autores brasileños durante los 70 y 80 se deben a los financiamientos otorgados por el gobierno brasileño, cuando no a la edición directa del Centro de Estudios Brasileños de la Embajada de Brasil en Argentina, que durante años llevó a cabo una importante labor de difusión de la literatura brasileña en nuestro país, y que luego fue sucedido por la Fundación Centro de Estudos Brasileiros (Funceb), dirigida entre otros por Camila do Valle. Más recientemente, en julio de este año, todo este caudal de experiencias desembocó en la creación del flamante Centro Cultural Brasil-Argentina (CCBA), que actualmente depende de manera directa del gobierno brasileño.

A esto habría que sumar la creación del Mercosur, que trajo aparejados acuerdos y políticas culturales que han sido instrumentalizados con éxito desigual. Por ejemplo, la obligatoriedad de la enseñanza del español como lengua extranjera en las escuelas del vecino país. En rigor, no se puede hablar de éxito, pero en estados como Paraná hoy en día las escuelas públicas enseñan español a sus alumnos. De este lado de la frontera, lamentablemente, la obligatoriedad del portugués avanza con mucha mayor lentitud.

Pero más allá de estos altibajos, hoy en día estamos viviendo un auténtico florecimiento de la cultura y especialmente de la literatura brasileña en Argentina. Numerosas editoriales se han dado a la tarea de traducir y publicar literatura brasileña a un ritmo y cantidad cada vez mayores. Hoy en día es común encontrar en las mesas de novedades un libro de Clarice Lispector, João Gilberto Noll, Dalton Trevisan o Marcelino Freire. Se multiplican en las universidades materias, cursos y seminarios: la cátedra de Literatura Brasileña y Portuguesa de la UBA, dirigida por Gonzalo Aguilar; los cursos de Marcela Croce, también en la UBA; el Programa de Cultura Brasileña de la Universidad de San Andrés, a cargo de Florencia Garramuño. Las jornadas y el libro Passo da Guanxuma, de la Universidad Nacional de General Sarmiento, coordinado por Isis Costa McElroy y Eduardo Muslip, muestran que el espacio académico dedicado a la cultura brasileña crece más allá de las universidades tradicionales. Los festivales de literatura y ferias de libros tienen como país invitado a Brasil; escritores nacidos en el país vecino nos visitan para presentar sus libros; se han fortalecido los programas de traducción, los intercambios académicos y la matrícula para aprender el idioma portugués. El proceso no es nuevo, es cierto, pero se ha ido imponiendo sin estridencias y con gran solidez. Comenzó hace algunos años de la mano de algunos de los promotores más importantes de la literatura brasileña y de algunos editores entusiastas, y luego se sumaron más promotores y más editoriales, programas de apoyo y la consolidación de subsidios institucionales.

Antologías, clásicos y contemporáneos, autores de trayectoria y noveles, poetas y narradores, la lista es larga y fecunda. Quien sienta la curiosidad de acercarse al universo de la literatura brasileña traducida al español, puede hoy encontrarse con un nutrido menú de autores y títulos en constante crecimiento.

Fue Ediciones Corregidor la que, en 2001, creó una colección de literatura brasileña, sin dudas hoy la más importante. Vereda Brasil, coordinada por María Antonieta Pereira, Florencia Garramuño y Gonzalo Aguilar, ha venido publicando ininterrumpidamente una larga lista de autores imprescindibles, con traducciones propias y casi siempre acompañadas con prólogos, estudios, introducciones o cronologías. La colección nació con los archifamosos Escritos antropófagos de Oswald de Andrade, y se han sumado Graciliano Ramos, Machado de Assis, Ana Cristina Cesar, Ferréz y muchos más. Se destacan novelas como En libertad, de Silviano Santiago, diario apócrifo, mezcla de novela y ensayo, que recrea las Memorias de la cárcel, de Graciliano Ramos, escrito a partir de su experiencia carcelaria durante el gobierno de Getúlio Vargas. Es una novela que ha llegado a ser comparada con Respiración artificial, por sus cruces entre realidad y ficción y su permanente juego con la historia. Pero quizá sea la colección dedicada a la obra de Clarice Lispector, que ya cuenta con su propia Biblioteca Lispector, la reina de Vereda Brasil, con seis títulos publicados hasta la fecha, entre los que se destacan La hora de la estrella, quizá su novela más importante junto con La pasión según GH.

La editorial Adriana Hidalgo también ha llevado a cabo una labor importante publicando dos libros de crónicas de Lispector, cuatro novelas de João Gilberto Noll, traducidas por Claudia Solans, y una nueva traducción de Gran Sertón: veredas, la gran novela de João Guimarães Rosa, a cargo de Florencia Garramuño. O los cuentos de Nelson Rodrigues o João Antonio, o la antología de Versos y canciones de Vinicius de Moraes, a cargo de Cristian de Nápoli. Se destaca el acontecimiento editorial que supuso la publicación, hasta ese momento inéditas en libro, de las Aguafuertes cariocas, de Roberto Arlt.

Pero la lista de editoriales es más larga. Cuenco de Plata ha publicado ocho libros de Lispector, incluido La pasión según GH, los dos primeros libros de cuentos de Rubem Fonseca, traducidos por Teresa Arijón y Bárbara Belloc, y ensayos de Haroldo de Campos, traducidos por Amalia Sato. Beatriz Viterbo ha publicado a Caio Fernando Abreu, Milton Hatoum y Sérgio Sant’Anna. Santiago Arcos Editor recientemente publicó el libro Cuentos negreros de Marcelino Freire, premio Jabuti al mejor libro de cuentos del año, con traducción de Lucía Tennina. Mardulce publicó un libro de cuentos del gran Dalton Trevisan. De Trevisan, Sudamericana había publicado su famoso libro El vampiro de Curitiba hace ya casi cuarenta años. Emecé publicó Terriblemente felices, antología de la nueva narrativa brasileña. Eterna Cadencia hizo lo mismo con libros de Luiz Ruffato, Machado de Assis y Paloma Vidal, esta última argentina de nacimiento y criada en Brasil, quien junto con Diana Klinger, Paula Siganevich y Mario Cámara, codirige desde 2002 la revista bilingüe Grumo, dedicada a generar “espacios en común de reflexión y producción artística” entre Brasil y Argentina.

Eloísa Cartonera, Interzona, Fondo de Cultura Económica, Editorial Tsé Tsé, Planeta, Leviatán, Editorial Vestales, Del Nuevo Extremo, Siesta Editora, en fin, la lista es enorme. Como enorme ha sido la contribución del Ministerio de Cultura de Brasil/Fundación Biblioteca Nacional a través del Programa de Apoyo a la Traducción y Publicación de Autores Brasileños en el Exterior. Sin duda, el músculo presupuestario y la voluntad puesta en este programa han definido sustancialmente el actual panorama de la oferta de la literatura brasileña en Argentina, y la traducción se ha convertido en la punta de lanza de todo este movimiento. En la página digital Papeles sueltos (www.brasilpapelessueltos.com) dedicada la traducción de la literatura brasileña contemporánea, a cargo de Julia Tomasini, hay un asombroso listado de libros traducidos y publicados. Sólo este año, se han publicado 12 libros, y desde 2000 hasta 2012, cerca de cien títulos. Ya en 2003, Ediciones del Zorzal publicaría Traducir Brasil, de Gustavo Sorá, que da cuenta del recorrido de la traducción de la literatura brasileña al español. De hecho, recientemente se realizó en la Universidad de Buenos Aires el evento “Traducir Brasil. Edición, traducción y docencia en Argentina”, en el que participaron Bárbara Belloc, Cristian de Nápoli, Lucía Tennina y Gonzalo Aguilar, y que contó con una aguda premisa: “Suele pensarse la traducción entre culturas como un acto de aproximación entre espacios o tiempos distantes. Pero ¿qué ocurre con las culturas próximas, aquellas que corren el riesgo de parecer idénticas por cercanía geográfica, tradiciones y experiencias compartidas, relaciones comerciales mutuas?”.

Como puede verse, todo esto que podríamos denominar boom o auge o esplendor de la literatura brasileña en Argentina se debe a diversos motivos y protagonistas: a quienes desde la academia han promovido los estudios, han estimulado a los estudiantes y han participado en intercambios. A los traductores que nos han descubierto un universo literario hasta hace poco prácticamente desconocido. A las editoriales que han apostado a la publicación y difusión de las obras. A los lectores, y por supuesto a las instituciones, es decir a la voluntad política que prueba una vez más que no es suficiente con la calidad de una obra literaria sino que hacen falta apoyos económicos, becas y programas para que un universo literario consiga trascender sus fronteras e inicie diálogos con otros países, otros lectores, otras sensibilidades.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Para los traductores de alemán


WORTSCHMIEDE
La escritura del traductor, 
entre oficio y arte de la palabra

Taller internacional de traducción literaria alemán-español/español-alemán centrado en la escritura creativa del traductor. Pueden postularse traductores profesionales de la Argentina y de todo el ámbito hispanoparlante, así como de países de habla alemana. Tendrá lugar en la ciudad de Buenos Aires del lunes 05 al sábado 10 de mayo de 2014.

Un proyecto concebido por el Goethe-Institut Buenos Aires y la Casa de traductores Looren (Suiza) en el marco de la 40. ° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Con el apoyo de la Fundación El Libro, la Fundación AVINA (Suiza), la Feria del Libro de Frankfurt. Adhieren el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, la Fundación TyPA y la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

Convocatoria abierta hasta el 28 de febrero de 2014.

(Además de los traductores mencionados pueden postularse editores argentinos especialmente interesados en la traducción de literatura contemporánea en lengua alemana para participar de algunos módulos específicos. Ver abajo condiciones de postulación).

Si la escritura de un original implica traducir un mundo posible, la traducción literaria no es mera cuestión de dominio de dos lenguas y oficio: la traducción literaria requiere, además, una ductilidad (¿creatividad?) difícil de medir según parámetros fijos. De cara a su creación, el traductor se enfrenta con un doble fantasma, el del autor y el suyo propio: todo lo que ha leído en su vida, todo su consciente e inconsciente, todo lo que lo rodea, su mundo sensible.

Reproducción, copia, versión. La traducción suele quedar definida por su vínculo con el original previamente existente. Los conceptos de fidelidad y equivalencia, baluartes de las teorías tradicionales de la traducción, le otorgan un rango secundario: segunda en orden y nunca principal. Sin embargo, la traducción es un texto autónomo que debe vérselas por sí mismo en la literatura de la lengua meta.

Este encuentro organizado por el Goethe-Institut Buenos Aires y la Casa de traductores Looren (Suiza) retoma la experiencia de años anteriores en la realización de talleres prácticos de traductores y encuentros internacionales, pero centra la mirada en la figura del traductor como autor de su versión y en la edición literaria de traducciones.

Tomando como base el análisis práctico de textos en los que se encuentran trabajando los participantes, se propone reflexionar sobre aspectos como la lectura del original, la versatilidad, la poética, el sonido de la traducción, la cohesión de la versión final, la literatura como teoría de la traducción, las estrategias de escritura y formación de escritores. Prevé, a su vez, charlas abiertas al público y el intercambio con otros actores del mundo editorial, como editores y autores, durante la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, así como una actividad conjunta con la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
La escritura del traductor es un aspecto que no suele tener cabida en los programas académicos. El objetivo es seguir dando visibilidad a la figura del traductor literario como un actor crucial de las literaturas nacionales y de su traslado a otras lenguas, promover su formación continua y el desarrollo de una red a escala latinoamericana que se encuentre en un vínculo de ida y vuelta permanente con el mundo literario europeo.

Condiciones de postulación:

1.       Pueden postularse traductores profesionales del alemán al español de la Argentina y de todo el ámbito hispanoparlante, así como traductores del español al alemán (posiblemente dos vacantes en este último caso), con experiencia de publicación en los campos de prosa de ficción, poesía, teatro o ensayo literario.

2.       Se requiere contar con al menos un libro traducido y publicado.

3.       También se recibirá la postulación de editores argentinos que estén especialmente interesados en la publicación de literatura alemana contemporánea y que deseen participar de algunos módulos específicos. En este caso, es suficiente con comunicar su interés y antecedentes dentro del plazo de la convocatoria.

4.       Los traductores elegidos se comprometen a participar de todo el taller, jornada completa. Asimismo deben estar dispuestos a analizar el material de trabajo en las semanas previas al taller.

5.       La participación es gratuita y se ofrecerá a todos el almuerzo durante el taller. 

6.       Los traductores seleccionados que no residan en la ciudad tendrán cubierto además el traslado a Buenos Aires desde sus lugares de residencia y una pequeña ayuda para el alojamiento.

Enviar consultas y postulación con el asunto “Wortschmiede” a textkabinett@gmail.com (Coordinación: Carla Imbrogno) con copia visible a Programm@buenosaires.goethe.org y a info@looren.net 

Adjuntar:

1.       Biografía que incluya lista de publicaciones.

2.       Breve carta de motivación.

3.       Cuatro (4) páginas de una traducción actual propia que todavía no haya sido publicada (prosa de ficción, poesía, teatro, ensayo literario). Indicar si existe un contrato o intención de publicación.

4.       Las páginas correspondientes del original.

5.       Breve descripción de la obra y el autor traducidos (media página).
Importante: Se ruega nombrar prolijamente todos los documentos enviados indicando en cada caso el apellido del postulante y el documento de que se trata (por ejemplo: “Mustermann_Biografía”).


jueves, 19 de diciembre de 2013

El silencio forzado de las lenguas colonizadas

El muy experimentado traductor español Mario Grande publicó la siguiente columna en El Trujamán del 18 de diciembre pasado.

Traducciones vitaminadas

Los contactos entre lenguas, como parte de procesos de transferencia cultural, han sido históricamente desiguales: en unas ocasiones ha habido intercambio, en otras se ha impuesto una dinámica de dominación/resistencia. Ejemplo de lo primero es el vasto y fecundo movimiento renacentista de traducción-imitación del latín y el italiano en castellano (Garcilaso, Fray Luis) y catalán (Bernat Metge). De lo segundo: los ejemplares de literatura aljamiado-morisca ocultados antes de la expulsión decretada en 1609 y sacados a la luz muchos años después, con ocasión de obras en casas antiguas del valle del Jalón, donde estaban «emparedados». Es el caso del manuscrito de La doncella Carcayona, salvado del fuego en Almonacid de la Sierra a finales del siglo xix tras siglos de emparedamiento.

Así ocurrió también con las lenguas de los imperios coloniales:

Los Inkas no conocían papel, escritura; cuando el tataycha quería darles papel, ellos rechazaron; porque se enviaban noticias no en papeles, sino en hilos de vicuña; para malas noticias eran hilos negros; para buenas noticias eran hilos blancos. Estos hilos eran como libros, pero los españas no querían que existiesen y le habían dado al Inka un papel:
 —Este papel habla —diciendo.
—¿Dónde está que habla? Sonseras; quieren engañarme.
 Y había botado el papel al suelo. El Inka no entendía de papeles.
 (Gregorio Condori Mamani, Autobiografía, Cusco, 1982; edición bilingüe y traducción del quechua: Ricardo Valderrama y Carmen Escalante).

El silencio forzado de las lenguas colonizadas por el inglés, el francés, el portugués o el castellano adoptó diversas formas: muchos textos quedaron sin traducir a estas lenguas o fueron destruidos y los que se tradujeron experimentaron muchas veces toda suerte de injertos, supresiones y aclaraciones para adaptarlos al gusto imperial. En sentido inverso, hubo un aluvión de traducciones de textos catequéticos a las lenguas colonizadas.

Este tipo de traducción, distinto del practicado por los humanistas con respecto a la Antigüedad clásica, ha sido muy cuestionado desde la segunda mitad del siglo xx. Tanto por los escritores como por los traductores. Entre los escritores de las antiguas colonias se ha pasado de la mera resistencia al multilingüismo, hibridizando el texto, poniendo en cuestión la distinción jerárquica entre original y copia. En cierta forma, estos autores no solo revisitan, como Chinua Achebe (1975) el personaje conradiano de Kurtz, sino que se autotraducen.

«Fui yo quien transcribió, en portugués visible, las cosas que aquí se dicen», afirma el traductor de Tizangara, narrador de El último vuelo del flamenco (2000), del mozambiqueño Mia Couto (traducido por Mario Merlino). En «A viagem da cozinheira lagrimosa» (Contos do Nascer da Terra, 1997), las lágrimas de la negra Felizminha en los platos que cocina dan nueva vida al sargento colonial Antunes Correia, «mutilado de guerra e incapacitado de paz», en una bella metáfora de la inviabilidad de que una sola lengua abarque y unifique toda la experiencia humana. Sus obras suelen ir acompañadas de un glosario de voces propias de Mozambique. O el nigeriano Ken Saro-Wiwa y su opción por el «rotten English» en Sozaboy(1985), basado en el pidgin nigeriano, más sencillo, práctico, cercano y unificador que el inglés. El martiniqués Patrick Chamoiseau (Biblique des derniers gestes, 2002) refleja la identidad criolla de las Américas y su lenguaje es un precipitado del francés de los colonos del siglo xvii y sus propios acrolecto y basilecto criollos, que desbordan cualquier diccionario, incluso especializado, por los arduos problemas de traducción que plantea. Y en español tenemos la obra del mexicano Carlos Fuentes, brillante expresión de mestizaje.

Traducir a estos autores plantea problemas nuevos. El traductor brasileño Haroldo de Campos y el profesor George Steiner podrían discutir eternamente sobre si la traducción de sus textos exige su canibalización o más bien su penetración. Tal vez pueda ser útil rescatar, como T. S. Eliot en el título de la última sección de La tierra baldía, la noción de anuvad, en sánscrito ‘traducción’, en el sentido de «decir después, repetir, explicar».