sábado, 31 de marzo de 2012

De cómo lo material tiende a la inmaterialidad

Para demostrar una vez más la caducidad de casi todo (incluidos los seres humanos), aquí va una noticia publicada en I-Eco del diario Clarín, el 30 de marzo pasado, referida a una nueva pantalla para leer E-books, fabricada por LG. Según la bajada, “La empresa coreana de tecnología dijo ayer que pesará la mitad que las tradicionales de cristal y podrá doblarse hasta un máximo de 40 grados”. (La pregunta es para qué querría alguien doblar una pantalla 40 grados.)


LG producirá una pantalla flexible
con la que piensa "revolucionar los ebooks"

La empresa coreana de tecnología LG anunció ayer que comenzaba la producción en masa de una pantalla flexible de tinta electrónica, con la que piensa "revolucionar el mercado de los lectores electrónicos" (ebooks). Según el comunicado de prensa publicado por el sitio Engadget, la pantalla pesará 14 gramos (la mitad que las de cristal), tendrá una resolución de 1024 x 768 píxeles y podrá doblarse hasta un máximo de 40 grados.

Como reporta ExtremeTech, la pantalla es un 30% más delgada que una comparable de cristal: "Los ebooks de hoy necesitan ser gruesos y pesados para proteger la pantalla de cristal, pero LG promete una pantalla mucho más dura". De acuerdo con el comunicado, resistió pruebas de resistencia en las que la tiraban desde un metro y medio de altura, además de golpes con un pequeño martillo. "Con estas pantallas, los ebooks tendrán más ventajas con respecto a las tabletas, menos fatiga en la vista y más eficiencia en el consumo de electricidad, además de precios mejores", dice el comunicado que prevé la llegada a Europa de esta tecnología para principios del próximo mes.

En 2009, el diario The Wall Street Journal informó sobre la firma de un acuerdo entre LG y la taiwanesa Prime View, proveedora de Sony y Amazon en su segmento de ebooks, para entrar en el negocio del "papel electrónico".

viernes, 30 de marzo de 2012

Amélie Nothomb y las perogrulladas que critica

La escritora belga Amélie Nothomb es parejamente detestada por los intelectuales y escritores franceses, y fetejada por los lectores latinoamericanos. Es probable que haya algún punto intermedio entre ambas posiciones, pero mientras lo buscamos, ella sigue facturando. De hecho, es columnista en el suplemento de libros del diario francés Le Monde, donde el 2 de marzo pasado se publicó la siguiene columna, aquí ofrecida en traducción de J.F.

Ricas traducciones de Job

Siempre me fascinó leer en las reseñas literarias consagradas a las novelas extranjeras este tipo de afirmación: "El libro ha sido notablemente traducido por..." o "En una admirable traducción de...". Que haya que elogiar a los traductores resulta evidente: la tarea es ardua, está mal considerada,  mal pagada, etc. De ahí a alegrarse por la calidad de la traducción... Esa admiración sólo tiene sentido si, previamente, uno ha leído el texto en su lengua de origen, lo que, admitámoslo, es rarísimo.

Este mes había dedicido reseñar la retraducción publicada por Seuil de una novela de 1930, Job, de Joseph Roth, porque el libro me había perturbado. Apenas la había pedido cuando me enviaron otra redición simultánea, en otra traducción, publicada esta vez por Panoptikum.

Mi primera reacción fue malhumorada: "Si creen que voy a leer dos veces este libro por conciencia profesional...". Pero hete aquí que la obra de Panoptikum estaba entre mis manos, y una mezcla de inercia y de curiosidad me llevó a abrirla, a empezarla y, san darme cuenta, a leer enteramente esa otra versión. Precisemos que un fenómeno semejante es posible únicamente cuando se trata de un libro excelente. Perro lo que había motivado mi relectura fascinada de una novela leída el día anterior era, sobre todo, las diferencias de la traducción. Y no me animaba, sin embargo, ninguna preocupación filológica: la versión me atrapó a pesar de mí misma.

La traducción de Seuil, obra de Stéphane Pesnel, es fluida. Pesnel logró realmente transformar el alemán en francés. La de Panoptikum, obra de Jean-Pierre Boyer y Silke Hass, me pareció contrastante, rugosa. En ningún momento me fue posible olvidarme de que se trataba de una traducción. Tal consideración podría ser vista como una crítica negativa: al contrario. El texto de Joseph Roth me pareció incluso más fuerte en esta versión mucho más literal, que conservaba, por ejemplo, los gerundios, que el francés prohibe, pero cuyo efecfto inexorable refuerza la impresión de maldición divina, que uno supone importa en una novlea así titulada.

Job, entonces: a diferencia del Job de la Biblia, el Mendel Singer de Joseph Roth no es rico ni tiene nada de particular. Es un judío pobre que mantiene penosamente a su familia en un pueblito ruso cercano a la frontera polaca, a principios del siglo XX. Se le presenta la ocasión de emigarar a Nueva York justo antes del comienzo de la Primera Guerra mundial. Él la aprovecha y allí conocerá primero la opulencia antes de subrir los golpes del destino que lo llevarán a rebelarse contra Dios. Una puede preguntarse si lo que Mendel Singer llama Dios no es sencillamente esa América que vuelve posibles los logros fulgurantes a los que siguen fracaso tan veloces como inmerecidos.

Cuando se publicó en 1930, Stephan Zweig había consagrado a esta novela con una crítica ditirámbica. Es comsprensible. Hay pasajes vertiginosos, como esa noche en que Mendel y su esposa dejan de desearse después de diez años de casamiento y nos damos cuenta de que, al fin y al cabo, esa noche duró diez años de más. Como en la Biblia, el tiempo conoce aceleraciones tan absurdas como bruscos momentos de quietud.

Jamás me había imaginado que también yo iba a incurrir en cursilerías del tipo: "En una admirable traducción de...". Sin embargo, no leí la novela de Joseph Roth en su lengua original, pero descubro este caso que autoriza, creo, a esta apreciación: la doble traducción simultánea.

Con más de sesenta y ocho traducciones simultáneas de Job, obtendríamos una versión canónica de esa novela, digna de la Biblia.

jueves, 29 de marzo de 2012

John Ashbery no sabe, no contesta

En 2004, con el sello Ent'revues, Béatrice Mousli y Guy Bennett publicaron la versión francesa del libro que originariamente habían  publicado en inglés en  2002 bajo los auspicios de The New York Public Libray, Astor Lenox y la Tilden Foundation, en el que se revisaba exhaustivamente el tipo de relación que había existido entre las revistas francesas y estadounidenses a través de un siglo y medio. Poésies des deux mondes. Un dialogue franco-américain á travers les revues. 1850-2004, tal su título francés, apareció traducido por Marina Dick y Jean-Michel Espitallier, incluyendo en su nueva versión una suerte de epílogo en el que una serie de poetas traductores franceses y estadounidenses respondían a un cuestionario sobre su actividad. De todas ellas, ofrecemos a continuación la entrevista con John Ashbery, aquí en traducción al castellano de J.F.

 John Ashbery habla de su trabajo como traductor

--¿Por qué traduce usted?
--Porque sé hacerlo.

--¿Qué traduce?
--A los escritores franceses que me interesan. Raymond Roussel, Pierre Martory, Pascalle Monnier, Franck André Jamme, Marcelin Pleynet, Denis Roche, Philippe Sollers, Max Jacob, Pierre Reverdy, André Breton, Paul Eluard, Giorgio de Chirico (sus escritos en francés).

--¿Qué es lo que lo atrae a esos escritos?
--Ya sea que estén cerca de los míos, o que me hayan pagado por traducirlos.

--¿Cómo caracterizaría las relaciones entre su propio trabajo y las obras que traduce?
--A veces veo--¿Qué es lo que lo atrae en esos escritos? en ellas curiosas semejanzas. 

--¿Su trabajo como traductor tiene influencia sobre su propia escritura? Si sí, ¿en qué? ¿Y en qué medida?
--De vez en cuando, pero no me doy cuenta enseguida y soy incapaz de advertir las influencias. 

--¿Cuán ha sido, en su opinión, su mejor traducción? ¿Por qué?
--Une Aventure de M. Doudréas, de de Chirico y Documents pour servir canevas, de Roussel. Me encantó traducirlos porque ambos son textos notables prácticamente desconocidos. El de Roussel presenta dificultades porque trata de expresas cosas complicadas con la menor cantidad de palabras posibles, llevando ese método hasta el extremo. Fue muy divertido tratar de acercarme al original. 

--¿Cuál ha sido su peor traducción? ¿Por qué?
--No recuerdo ningún fracaso que resulte interesante. 

--¿Cree que publicar poesía traducida en revistas litearias antes que hacerlo directamente en libro es importante? Si sí, ¿por qué? Si no, ¿por qué?
--No veo la diferencia. 

--¿Qué está traduciendo ahora?
--La poesía de Pierre Martory (es un proyecto en curso) y prosa de Serge Fauchereau y Pierre Reverdy. Me gustaría intentar traducir Les Illuminations, de Rimbaud.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Todo concluye al fin, nada puede escapar

Publicada por El Cronista de Buenos Aires, el pasado 14 de marzo, la noticia sin firma reproduce un suelto del New York Times a propósito del destino de la celebérrima Enciclopedia Britànica.


Después de 244 años,
no se imprimirá más la Enciclopedia Británica

Según informa hoy el diario New York Times, la clásica y prestigiosa Enciclopedia Británica dejará de imprimirse, para volcarse, según lo comentó el propio presidente de la firma, hacia su versión digital.

Resulta sorprendente, ya que desde hace décadas esta enciclopedia es considerada como una de las fuentes de saber más prestigiosas y abarcativas del mundo; basta con pensar que su edición de 2010 contó con 32 volúmenes. Pero con la llegada de Internet y la aparición de la gigante Wikipedia, el negocio editorial parece haberse disuelto y optaron por seguir la tendencia.

Jorge Cauz, el presidente de Encyclopedia Brittannica Inc., con sede en Chicago, dijo en una entrevista que “algunas personas se sienten tristes y nostálgicas al respecto. Pero tenemos una herramienta mejor: el sitio web se actualiza de manera constante, es mucho más amplia y cuenta con contenidos multimedia”.

El precio hasta el momento de la versión impresa de la Enciclopedia era de u$s 1395 y era fundamentalmente adquirida por bibliotecas y embajadas. La venta de estos ejemplares tocó una crisis importante en 2010 cuando 8000 ediciones fueron vendidas y las restantes 4000 fueron almacenadas en un depósito hasta que lograron venderlas.

martes, 27 de marzo de 2012

"Todas y todos tenemos sentimientos"; o sea, más de lo mismo

Publicado en la columna Disparador de Clarín el domingo 11 de marzo pasado, el siguiente comentario del escritor y periodista argentino Marcelo Moreno (foto) se inscribe en la la serie originada por las críticas de Ignacio Bosque a las guías contra el sexismo lingüístico, elaboradas por las universidades españoles.

Palabrotas del sexismo

Batahola en España: ¿por la crisis económica que hizo perder las elecciones a los socialistas a manos de la derecha? ¿Por el plan de ajuste draconiano que implementa el nuevo gobierno? Sí, pero también por cómo hablar y cómo escribir . A partir de un informe de Ignacio del Bosque, integrante de la Real Academia, titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, se ha armado la de San Quintín, con feministas, escritores, lingüistas, filólogos y otras yerbas especializadas tirándose con tratados y citas por la cabeza por el papel de la mujer en el idioma.

Todo empezó con nueve guías elaboradas en universidades, con la inestimable colaboración de comunidades autónomas y sindicatos, que hacen recomendaciones ante diversas instancias gubernamentales para despojar al lenguaje de todo signo sexista .

Una de ellas, la de la Universidad de Málaga, propone, por ejemplo, eliminar el “uno”, considerado machista, para referirse al sujeto (¿o sujeta?). Y a la oración “Es difícil que uno se acostumbre a tantas incomodidades” propone sustituirla por la más ecuánime “Es difícil que una persona se acostumbre a vivir con tantas incomodidades”.

También le molesta “todos” para referirse a un conjunto de hombres y mujeres. A “Todos tenemos sentimientos” propone cambiarlo por “Todos y todas tenemos sentimientos”.

Desde luego tampoco soporta el término “hombre” como referido al género humano (¿o génera humana?). Y solicita que “Los estudios sobre el hombre” sea reemplazado por “Los estudios sobre el ser humano”. Impugna la oración “Los trabajadores de la empresa” y propone “La plantilla de la empresa”.

Acota que podemos decir “la adolescencia” en vez de decir “los adolescentes”, y “el funcionarado” en vez de “los funcionarios”.

De igual manera aconseja “la persona interesada” en vez de “el interesado”.

Si un hombre cuida chicos será “niñero” o “nodrizo”, habrá “conserjas” y “conserjes” y, desde luego, “presidentas” y “presidentes”, en la cual los argentinos somos pioneros.

Nada dice la guía de hombres que son gasistas, anestesistas o electricistas, que bien podrían querer ser llamado gasistos, anestesistos o electricistos.

A todo esto el académico Bosque respondió: “Si se aplicaran las directrices propuestas en sus términos más estrictos, no se podría hablar”. Además, no encuentra sentido en “forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad.” La publicación desató una tormenta de palabras en España y ya llega a nuestras costas.

Mientras Amelia Valcárcel, catedrática de filosofía, recordaba que “la gramática no es la vida” , Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga, opinaba que “hay que poner a la mujer en valor y hacer el esfuerzo de cambiar el lenguaje”.

La escritora Rosa Montero anclaba la discusión en lo real: “Es verdad que el lenguaje es sexista, porque la sociedad también lo es.” Y la notable escritora Elvira Lindo enumeraba algunas de las tantas discriminaciones que sufren las mujeres, para concluir: “Son tan fundamentales los aspectos que las mujeres deseamos mejorar que, francamente, estar incluida en un plural masculino que se entiende como genérico me importa bien poco.”

Entre nosotros, Susana Anaine, de la Academia Argentina de letras, escribió en Clarín. “¿Es tan extremadamente difícil acostumbrarse a esquivar en el habla el predominio de un género, reemplazar ‘mis amigos’ por ‘mis amistades’? Y el escritor Pablo de Santis advirtió en La Nación: “Que alguien diga ‘todos y todas’ forma parte de su libertad como hablante, pero que esas preferencias se conviertan en una obligación es una insensatez”.

Adolfo Bioy Casares, en su indispensable Breve diccionario del Argentino exquisito estipula: “El que dice lo que se propone, de manera eficaz y natural, con el lenguaje corriente de su país y de su tiempo, escribe bien.”

Y quizá en lo de “natural” radique la diferencia: intentar estrujar el lenguaje -en vez de modificar la sociedad- en pos de una posición políticamente correcta puede ser una tilinguería notablemente ineficaz. Porque, a diferencia de quienes se esfuerzan, quienes hablan bien -a calzón quitado, a la que te criaste- suelen escribir “con el lenguaje corriente de su país y de su tiempo”. Es decir, bien.

El lenguaje, además, no es obra de academias -que funcionan como meras escribanías-, no se impone por decreto ni soporta la ortopedia de las ideologías: libres, los hablantes lo deciden y lo cambian sin parar. Y como se les da la real gana.

lunes, 26 de marzo de 2012

Lengua y sexismo: Eduardo Villar demuestra que existe una tercera posición

Eduardo Villar (foto), responsable de las páginas de arte de la revista Ñ, acaba de sumar un punto de vista que debe leerse considrando las entradas publicadas en este blog los días 19 y 25 de marzo. Lo interesante del caso es que el autor de la nota que se transcribe a continuación --originalmente publicada el 9 de marzo pasado-- detesta a la RAE, pero apoya el punto de vista de Ignacio Bosque, con lo cual las posiciones no deben considerarse más en términos de blanco y negro, a riesgo de resultar explícitamente maniqueístas.

Palabras para todos y todas

 No me gusta la Real Academia Española. Muchas de sus –¿cómo llamarlas: disposiciones, órdenes, fallos, regulaciones?– sobre el castellano, sobre lo que nosotros hablamos y cómo lo hablamos, me parecen tirando a ridículas. Me parece ridículo, incluso, que exista la RAE. No aclararía esto si corrieran otros tiempos. Pero corren éstos. Y estos son tiempos de cuidarse de que, si uno circunstancialmente coincide, por ejemplo, con la RAE, lo acusen de académico, de español y hasta de real. Aclarado este punto –que habría preferido no tener que aclarar–, digo que no sólo coincido sino que hasta me dan ganas de ir y darle un abrazo a Ignacio Bosque,  miembro de la RAE que hace días publicó el texto Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer en el que analiza “guías de lenguaje no sexista” editadas por universidades, sindicatos y otras instituciones. Esas guías, en busca de que la mujer sea “visible” en la sociedad y en el lenguaje, proponen no usar más el masculino genérico. Es decir: no usar, por ejemplo, “mis amigos” si hay mujeres entre ellos (con perdón de la o) sino “mis amigos y amigas” o “mis amistades”; no decir “los profesores”, sino “el profesorado”; no decir “los alumnos”, sino “el alumnado”; no decir “ciudadanos”, sino “ciudadanos y ciudadanas” o “la ciudadanía”. No bautizar un programa  de tevé “Fútbol para todos” sino “Fútbol para todos y todas”. Si alguien cree que estoy siendo reiterativo, debería leer, por ejemplo, un párrafo de la Constitución de Venezuela que dice: «Sólo los venezolanos y venezolanas  (...) podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, magistrados o magistradas...” y así, ad náuseam y sin pudor, durante 20 o 30 cargos más.
Además de que no es lo mismo “los estudiantes” que “el estudiantado”, las recomendaciones de las guías son impracticables: ¿quién es capaz de hablar según sus recomendaciones sin que lo enmudezcan a cada rato la duda y el temor de que sus propias palabras revelen que es un sexista incorregible?

domingo, 25 de marzo de 2012

Cuando Bosque no permite ver el árbol o sobre la impertinencia

Bosque, celebrando carnaval
En sintonía con la entrada de este blog correspondiente al 19 de marzo pasado, va esta otra que nuevamente tiene por protagonista al académico Ignacio Bosque. En la ocasión, transcribimos un cable de la agencia EFE, recogido por ABC de España el 9 de este mes, donde se lee que a la Academia Irreal ahora se le da por criticar la Constitución venezolana. Más allá de la impertinencia que eso supone, sugerimos modestamente que un buen castigo para el académico en cuestión podría ser la transcripción completa de los discursos televisivos de Hugo Chávez. Él se lo buscó.

La Real Academia critica la redacción 
de la Carta Magna de Venezuela

La Real Academia Española (RAE) ha terminado entre el banquillo de los acusados del chavismo y el apoyo de académicos tras poner a la Constitución de Venezuela como ejemplo de mal uso del lenguaje por recurrir a la enumeración excesiva del masculino y el femenino en sus artículos. Fue un informe del académico Ignacio Bosque el que levantó ampollas entre sectores oficialistas, que defienden este lenguaje como un logro de la revolución que lidera el presidente Hugo Chávez e incluso el escritor Luis Britto llega a señalar a la RAE como un «caso melancólico del imperio».

Bosque citó un par de párrafos de la Carga Magna en un documento de 18 páginas en el que criticó las directrices contenidas en nueve guías sobre lenguaje no sexista elaboradas por regiones, sindicatos y universidades de España porque, si se aplicara estrictamente cuanto dicen, «no se podría hablar».

Las reacciones en Venezuela no se han hecho esperar. La diputada oficialista ante el Parlamento Latinoamericano (Parlatino) Ana Elisa Osorio defendió la Carta Magna y su lenguaje no sexista como «uno de los principales logros de la revolución». En declaraciones a Efe, opinó que el lenguaje es «un instrumento para luchar contra la discriminación», y señaló que los diputados venezolanos del Parlatino presentarán un documento para rechazar ese informe, que, a su juicio, recoge una posición personal.

El debate sobre el tema lo puso sobre la mesa la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Luisa Estella Morales, quien advirtió el miércoles precisamente durante una sesión especial del Parlatino que el académico «trató de ridiculizar» la Constitución. «Ha criticado la visibilización de la mujer en el idioma, ese logro constitucional de la mujer venezolana que exponemos con tanto orgullo y que con tanta naturalidad hemos introducido en el discurso académico», apuntó Morales.
«Genocidio de género»

En la misma línea se pronunció el escritor venezolano Luis Britto, que justificó que «el constituyente prefirió pecar de redundancia antes que cometer una especie de genocidio de género». «Cuando en el texto legislativo decimos el presidente de la República estamos negando que pueda haber mandatarios como [la brasileña] Dilma Rousseff, como la [expresidenta chilena Michelle] Bachelet , como la [canciller alemana Angela] Merkel», dijo a Efe.

Pero Britto, al que la Feria Internacional del Libro de Venezuela dedica la edición que comienza hoy en Caracas, fue más allá y apuntó como un elemento determinante «la falta de oficio». «Da la impresión que los académicos no tienen otra cosa que hacer que revisar cada quince años las normas de acentuación y ortografía para fastidiar a todo el mundo», añadió.

En frente, Bosque cuenta con apoyos como el del presidente de la Academia Venezolana de la Lengua, Francisco Javier Pérez, quien respaldó las tesis y la autoridad del académico español para hacer sus comentarios. Dijo que el lingüista español es en la actualidad uno de los expertos en gramática «más importantes», y subrayó que «hay que comprender que el espíritu del texto» de Bosque apunta, «indudablemente, a cómo el sexismo viene manifestándose». «Si leemos bien el texto de Bosque en realidad es un texto objetivo sobre un problema lingüístico puntual», indicó.
Sin «intención política»

Sobre la alusión a Venezuela, Pérez destacó el énfasis de Bosque en explicar la «innecesaria duplicación del género de algunos sustantivos, en este caso cargos públicos», que lo que hace es «complicar el texto mismo» y hacerle perder «estilo». «En ningún momento, al menos yo no lo vi por ningún lado, hay una intención de índole política, ideológica o de otra naturaleza», afirmó el académico venezolano, al recordar que Bosque mencionó el texto venezolano como «un ejemplo dentro de un conjunto de ejemplos».

«No hay una evidencia textual que visibilice que hay ahí una intención de hacer una crítica concreta a la Constitución de Venezuela, al contrario», indicó Pérez. «Hasta ahora no me he tropezado con nadie, ningún académico, ningún profesor universitario que diga "Bosque se equivoca"», agregó.

sábado, 24 de marzo de 2012

Una cronología búlgara de la literatura argentina

A modo de complemento de la nota publicada ayer, Alejandro González nos acerca la cronología de la literatura argentina traducida y publicada en Bulgaria.

Cronología

1907  
VV.AA. Perlas de las Letras extranjeras.  Selección de Stoian Atanasov. Libro 2. [1907] 239 p. (Ugarte, Manuel. El río blanco (cuento), pp 231 – 238)

1933   
Gálvez, Manuel. Nacha Regules. Novela. Trad. M. Dumanov. Sofía, Madzharov, [1933].
Quesada, José. La vendedora de Harrods. Novela corta  argentina. Traducción del español Boris Shivachev.  Sofía, Vestinik za zhenata, 1933.  43 p. 3000 ejemplares. 2ª edición: Sofía, Hemus, 1943. 81 p. 4000 ejemplares

1937  
VV,AA, Ralchev, Milko. El alma de España. Antología de la poesía española contemporánea. Sofía, s.ed.1937.  (Leopoldo Lugones, Alfonsina Storini)

1943  
Gálvez, Manuel. El gran miércoles. Novela. Trad. P.K. Chinkov. Sofía, Smirkarov, [1943].
Gálvez, Manuel. Nacha Regules. Novela. Trad.Liuba Kolchagova – Hincheva. Sofía, imprenta Hermanos Miladinovi, 1943. 200 p.

1947
Larreta, Enrique. La gloria de Don Ramiro. Traducción Petar Neikov y Todor Neikov. Sofía, Imprenta Provadaliev, 1947. 310 p. 4 000 ejemplares.
Setaro, Ricardo. La Estatua de la Libertad (Notas de un periodista argentino quien ha vivido 5 años entre el pueblo norteamericano).  Traducción Todos Tsenkov.  Sofía, Narodna mladezh, 1947.  48 p. 4 000 ejemplares.

1950  
Varela, Alfredo. El río oscuro.  (Tr. Teodoro Tsenkov)  Sofía, Narodna kultura, 1950. 248 p. 5 000 ejemplares.

1959  
Larra, Raúl. Sin tregua. Novela.  Traducción Tsvetán Georgiev. Sofía, Ed. Frente Popular, 1959. 255 p. 5 100 ejemplares.

1961  
Yunque, Álvaro. Hombres de 20 años. (Cuentos. Traducción del ruso) Sofía, Narodna mladezh, 1961.  50 100 ejemplares.

1966   
Güiraldes, Ricardo. Don Segundo Sombra. (Traducción Dora Panova, Juanita Linkova)  Sofía, Narodna kultura, 1966. 216 p. 10 090 ejemplares.

1967
 Ruiz Daudet, Carlos. Kilómetro 520. Cuentos. Traducción Jristo Gonevski. Sofía, Profizdat, 1967.  80 p. il.  14 700 ejemplares.
Yunque, Álvaro. Barquitos de papel. (Cuentos. Traducción Robert Mefano)  Sofía, Narodna mladezh, 1967.  15 100 ejemplares.

1968    
VV.AA. Poesía latinoamericana. Antología. Traducción Alexander Muratov y Atanás Dálchev. Sofía, Narodna kultura, 1968.  320 p. 3100 ejemplares. (José Pedroni, Ricardo Molinari, José Portogalo, Alfonsina Storni, Juan Gelman, Raúl González Tuñón, Leopoldo Marechal, Ezequiel Martínez Estrada)
Verbitsky, Bernardo. Villa Miseria también es América. (Tr. Stefan Boyadzhiev) Sofía, Narodna kultura, 1968, 224 p.  13 100 ejemplares.

1971  
VV.AA. Gorge Dimitrov: nombre-leyenda. Versos. Sofía, Nardona kultura, 1971. (Contiene el poema de Raúl González Tuñón. Una estrella para Jorge Dimitrov.)
VV.AA. Siempre existirá el mar. Antología poética.  Varna, Editorial del estado, 1971. (Fernández Moreno)

1972  
Cortázar, Julio. La autopista del Sur. (Tr. Rumen Stoyanov) Sofía, Narodna Kultura, 1972.  13 100 ejemplares. (Bestiario, Final del juego, Las armas secretas)
Viñas, David. Hombres a caballo. (Tr. Valentina Rafailova)  Sofía, Narodna kultura, 1972,  408 p.  20 100 ejemplares.

1975   
VV.AA. Cuentos latinoamericanos. (Tr. Luchezar Mishev). Sofía, Profizdat, 1975. (Julio Cortázar)

1977  
VV.AA. Dalchev, Atanás y Alejaxandar Muratov. Traducciones escogidas. Sofía, Narodna kultura, 1977. 408 p.  4 125 ejemplares. (Juan Gelman. El caballito de la calesita.)
VV.AA. Novelas del mar. Varna, G. Bakalov, 1977. (Leonidas Barleta. Cómo se hunidó el capitán Olsen, Julio Cortázar. La isla a mediodía)

1979  
Conti, Haroldo. Mascaró el cazador americano. (Tr. Valentina Rafailova).  Sofía, Narodna Mladezh, 1979. 288 p. 30 400 ejemplares.
VV.AA. Cuentos fantásticos latinoamericanos. Plovdiv, Hristo G. Danov, 1979. 511 p. (Adolfo Bioy Casares, Antonio di Benedetto, Leopoldo Lugones, Marco Denevi, Macedonio Fernández, Silvina Ocampo, Jorge Luis Borges. Las ruinas circulares, Leonardo Castellani, Santiago Dabove, H.A. Murena, Luisa Mercedes Levinson,  Manuel Peirou)

1980   
Agosti, Héctor. Nación y cultura. (Tr. Evtim Stankov)  Sofía, Partizdat, 1980.  300 p.
Conti, Haroldo. Por la corriente de la vida. (Tr. Valentina Rafailova).  Plovdiv, Hristo G. Danov, 1980. 208 p. 30 400 ejemplares.
Sábato, Ernesto. Sobre héroes y tumbas. (Tr.Valentina Rafailova)  Sofía, Narodna cultura, 1980. 492 p. 40 125 ejemplares.
VV.AA. Canto sobre el hombre. 70 años del nacimiento de Nikola Vaptsarov. (Poemas y ensayos sobre el poeta de escritores extranjeros). Junio - diciembre de 1979. Sofía, Bulgarski pisatel, 1980. 220 p.  3113 ejemplares. (Raúl González Tuñón)

1981   
Agosti, Héctor. “La poesía es un hálito fuerte de la eternidad” - en Nikola Vaptsarov. 70 años de su nacimiento. Simposio internacional. 6 - 7 de diciembre de 1979. Actas.  Sofía, Sofía Press, 1981. pp. 214-218.
Cortázar, Julio. Alguien que anda por allí.  (Tr. Rumen Stoyanov) Sofía, Narodna mladezh, 1981. 304 p. una tirada de 30 150 ejemplares.
Cortázar, Julio. Los premios. Traducción María Pachkova. Plovdiv, Hristo G. Danov, 1981.  408 p.  50 300 ejemplares.
Cortázar, Julio. Todos los fuegos, el fuego. Selección y traducción Rumen Stoyanov. Plovdiv, Hristo G. Danov, 212 p. (Contiene cuentos de Todos los fuegos, el fuego; La vuelta al día en ochenta mundos; Último round, etc.) 30 200 ejemplares.
Varela, Alfredo. Se alejan las cosas. (Poemas. Traducción Vania Petkova y Vicente Uribe) Sofía, Narodna kultura, 1981. 1 000 ejemplares. 
VV.AA. La memoria de la gente. Versos sobre Jorge Dimitrov. Sofía, Narodna kultura, 1981. (Contiene el poema de Raúl González Tuñón. Una estrella para Jorge Dimitrov.)
VV.AA. Mujeres. Cuentos sobre las mujeres de mujeres. Selección y traducción Svetoslav Kolev.  Sofía, Profizdat, 1981.  456 p. 15 150 ejemplares. (Beratriz Guido. Cine mudo.)
VV.AA. Nos dieron la tierra. (Cuentos. Selección e introducción Alfredo Varela. Tr. Valentina Rafailvoa) Sofía, BZNS, 1981. (cuentos de Alfredo Varela, Juam José Manauta,)
VV.AA.Sol herido. Antología de la poesía antifascista. Sofía, Narodna mladezh, 1981. (Biblioteca Globo poético). 400 p.   5125 ejemplares. (Raúl González Tuñón)


1982  
Puig, Manuel. Boquitas pintadas. Traducción Emilia Tsenkova. Sofía, Narodna kultura, 1982.  279 p. 20 125 ejemplares.
VV.AA. Mientras sigo amando. Poetizas de todo el mundo sobre el amor.  Sofía, Partizdat, 1982.  207 p.  251 150 ejemplares. (Alfonsina Storni)

1983  
VV.AA. Risa y dolor. (Cuentos humorísticos) Plovdiv, Hristo G. Danov, 1983, 355 p. (Jorge Luis Borges, Julio Cortázar,  Bernardo Kordón, Osvaldo Soriano)


1985  
Cortázar, Julio. Interjección. (Tr. Rumen Stoyanov) Sofía, Narodna kultura, 1985.  304 p. (contiene cuentos de Historias de cronopios y famas; Un tal Lucas; Último Round, etc.) 12 125 ejemplares.


1987  
Cortázar, Julio. Queremos tanto a Glenda. (Tr. Emilia Yulzari)  Plovdiv, Hristo G. Danov, 1987. (Deshoras)

Murillo, José. Mi amigo el pespir. Cuentos de los montes de Jujuy para todos los niños de Argentina. Traducción Bella Jristova. Sofía, Otechestvo, 1987. 104 p. il.
Sábato, Ernesto. El túnel. (Tr. Ludmila Ilieva) Varna, G. Bakalov, 1987. 132 p. 18 117 ejemplares.VV.AA. Cuentos argentinos. (Seelcción Fani Nazemi. Trad. varios). Sofía, Narodna kultura, 1987. 397 p. (Fray Mocho. A la hora del té; Leopoldo Lugones.La lluvia de fuego; Macedonio Fernández. Un cuento no-literario; Álvaro Yunque. Un clavel y un beso encima; Esequiel Martínez Estrada. La tos; Jorge Luis Borges. El jardín de senderos que se bifurcan; Roberto Arlt. Un escritor frustrado; Leonidas Barleta. La flor; Eduardo Mallea. La sala de espera; Velmiro Ayala Guayna. La abuela; Enrique Anderson Imbert. El leve Pedro; Julio Cortázar. Graffitti; Adolfo Bioy Casares. Las confesiones de un lobo solitario. Luisa Mercedes Levinson. La tía Panchita; Juan Sico. Clase de ilusionismo; Bernardo Cordón. A punto de reventar; Antonio di Benedetto. Caballo en el salitral; Marco Denevi. La cicatriz; Umberto Constantini. Visión; Iverna Codina. El espíritu de la vieja mina; Haroldo Conti. Como un león; Beratriz Guido. Cine mudo; Nicolás Cócaro. La amante extraña; Rodolfo Wolsh. Aquella mujer; Pedro Orgambide. Vida y recuerdos del soldado Nemesio Villafane; Marta Linch. Vigilia en una noche de carnaval; Daniel Moyano. Un hombre en el muelle; Juan José Hernández. La viuda; Néstor Sánchez. Las cuatro estaciones; Abelardo Castillo. Una noche para el negro Grifits; Juan José Saer. Los amigos; Vicente Batista. El hoyo; Liliana Heker. Por el camino espinoso; Osvaldo Soriano;  Miguel Briante. Habría que matar los perros.

1989  
Borges, Jorge Luis. Del cielo y el infierno. (Poemas. Tr. Rada Panchovska). Sofía, Narodna kultura, 1989.
Borges, Jorge Luis.La biblioteca de Babel. (Cuentos y ensayos. Tr. Ana Zlatkova y Rosa Hubesh). Sofía, Narodna kultura, 1989.
VV.AA. La estirpe de los santos. Poesía de poetas latinoamericanos asesinados (Selecciín y traducción Nikola Indzhov).  Sofía, Narodna kultura, 1989. (un poema de Francisco Urondo)

1990  
Murillo, José y Ana María Ramb. Renancó y los últimos huemules. Novela corta para niños. Traducción Bella Jristova. Sofía, Otechestvo, 1990. 152 p. il.

1994  
Borges, Jorge Luis. Historia de la eternidad. Traducción Rumen Stoyanov. Sofía, Ed. Paradox, 1994. 318 p.

1998  
Eloy Martínez, Tomás. Santa Evita. Ed. Hemus, 1998. 403 p.

2000  
Borges, Jorge Luis. El libro de arena. Traducción Rumen Stoyanov. Ed. Prozorets (Ventana), 2000. 111 p.

2002  
Borges, Jorge Luis. La memoria de Shakespeare. Sofía, Ventana, 2002.  78 p.
VV.AA El cuento hispanoamericano actual. Antología [en español] Selección Reni Marchevska. Sofía, Ed. Lik, 2002 (Mempo Giardinelli. Un cuento argentino: una mirada; Luisa Valenzuela. La calesita; Ricardo Piglia. El otro país; Carlos Roberto Morán. Ella cuenta sobre el mar; Mempo Giardinelli. La máquina de dar bestias; Reina Roffé. Convertir el desierto; Ana María Shúa. La que no está; ¡Huyamos!; Antiguo cuento japonés; El padre y el hijo; Clases de gimnasia; Guillermo Martínez. Baile en eL Marcone; Rdorigo Fresán. El aprendiz de brujo.)

2004  
Andahazi, Federico. El secreto de los flamencos. Plovdiv, Hermes, 2004.
Borges, Jorge Luis. La muerte y la brújula. Cuentos. Sofía, Ed. Trud, 2004. 576 p.

2005  
Borges, Jorge Luis. La muerte y la brújula. (Cuentos), Sofía, Ed. Trud, 2004, 2005. 567 p.

2006  
 Cortázar, Julio.Rayuela (Traducción Stefka Kozhuharova). Sofía, Agata-А, 2006.
Puig, Manuel. El beso de la mujer araña. Traducción Neva Micheva. Sofía, Colibri, 2006.

2007  
Cortázar, Julio. Historias de cronopios y de famas (Tr. Krasimir Tassev, Rumen Stoyanov, Stefka Kozhuharova). Sofía, Agata-А,  2007.

2008  
Borges, Jorge Luis. Libro de los seres imaginarios. Traducción Teodora Tsankova. Sofía, Fama, 2008.
Bucay, Jorge. Déjame que te cuente. Plovdiv, Hermes, 2008. 240 p.
Cortázar, Julio. Los premios. Traducción María Pachkova. Sofía, Agata A, 2008. 186 p.

2009  
Andahazi, Federico. El anatomista. Sofía, Ciela, 2009.  208 p. 
Bioy Casares. La invención de Morell. (Traducción de Ana Zlatkova). Sofía, Ed. Riva, 2009.
Bucay, Jorge. Amarse con los ojos abiertos. Plovdiv, Hermes, 2009. 264 p.
Bucay, Jorge. Cartas para Claudia. Plovdiv, Hermes, 2009. 256 p.
Bucay, Jorge. Cuentos para pensar. Plovdiv, Hermes, 2009. 192 стр.2009
De Santis, Pablo. El enigma de París. Traducción Elena Angelova. Sofía, Colibri, 2009. 216 p.
Martínez, Guillermo. Los crímenes de Oxford. (Traducción Neva Mícheva). Sofía, Colibrí, 2009.
Vidal, Bill. El heredero. Traducción Asen Georgiev, Sofía, Bard, 2009.

2010  
Andahazi, Federico. El conquistador. Sofía, Ciela, 2010.  276 p.
Bizzio, Sergio. Reality. Traducción Ekaterina Bobeva, Sofía, Ed. Era, 2010.
Borges, Jorge Luis. Ficciones. (Traducción de Ana Zlatkova). Sofía, Ed Colibrí”, 2010.
Bucay, Jorge. Las tres preguntas. Plovdiv, Hermes, 2010. 320 p.
Cortázar, Julio. Poesías. (Selección y traducción Stefka Kozhuharova). Sofía, Ágata A, 2010.
Covadlo, Lázaro. Las salvajes muchachas del partido. Sofía, Uniscorp, 2010.
Domínguez, Carlos María. La casa de papel. Traducción Lilia Dobreva. Sofía, Riva, 2010. 88 p.
Martínez, Guillermo. La muerte lenta de Luciana B. (Traducción Liliana Tabákova y Krasimir Tassev). Sofía, Colibrí, 2010.
Mujica, Hugo. Poesía. (Selección y traducción de Rada Panchovska). Sofía, Próxima, 2010.
Sacheri, Eduardo. La pregunta de sus ojos. Traducción Pavlina Chorbanova. Еd.Intense, 2010. 264 p.

2011   
Borges, Jorge Luis. Ensayos. (Selección y traducción de Ana Zlatkova). Sofía, Ed Colibrí”, 2011.
Bucay, Jorge. Cuenta conmigo. Plovdiv, Hermes, 2011. 312 p. 2011.
Mariscal, Enrique. Cuentos para regalar a personas especiales, Sofía, Bard, 2011. 160 с.
Mariscal, Enrique. Cuentos para regalar a personas originales. Sofía, Bard, 2011.  176 p.
Mariscal, Enrique. Cuentos para regalar a personas sensibles. Sofía, Bard, 2011. 192 p
Mariscal, Enrique. Cuentos para regalar a soñadores. Sofía, Bard, 2011. 192 p.
Mariscal, Enrique. El otro nombre del amor. Sofía, Bard, 2011. 160 p.

viernes, 23 de marzo de 2012

La literatura argentina en Bulgaria

Alejandro González, traductor argentino del ruso, radicado en Rusia, ha entrevistado a Liliana Tabakova, profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad de Sofía “San Clemente de Ojrid”, quien nos cuenta sobre la recepción de los autores argentinos en su país, brindándonos datos más que interesantes.

Un viaje a lo desconocido 

Liliana Tabakova no solo enseña literatura hispanoamericana, sino que se dedica activamente a la traducción literaria, lo que la coloca en un lugar casi de privilegio en su país para seguir de cerca las últimas novedades de las letras en este lado del Atlántico. A la vez, su nivel de especialización la convierte en una interlocutora obligada para todos aquellos que, como nosotros, quieran conocer el destino que han tenido las diversas obras de los escritores argentinos en horizontes lejanos. Ella tuvo la gentileza de responder, en un castellano exquisito, a algunas de nuestras preguntas. Aquí lo más jugoso del diálogo.

–En su opinión, ¿cuál es el trasfondo histórico, el marco general del que cabría partir para pensar una posible relación o diálogo entre las literaturas argentina y búlgara?
–El interés de los búlgaros por Argentina es sorprendentemente antiguo. Las primeras menciones del país hispanoamericano de los que tengo conocimiento se encuentran en un periódico búlgaro editado en el siglo XIX en Estambul: son notas sobre las revueltas contra Rosas y el derrocamiento del dictador. Todavía en 1907 en búlgaro aparece un cuento de Manuel Ugarte, incluido en la colección Perlas de las Letras Extranjeras. No podemos afirmarlo con certeza, pero en aquella época las traducciones se solían hacer antes que nada del francés.
En el año 1922 hay en Sofía un cónsul honorario –Oscar Ibarra García–, y en 1933 ya se establecen relaciones diplomáticas a nivel de Embajadas. Seguramente la necesidad de ello surgió por causa de la gran emigración búlgara en los años 20 y 30. Hasta hoy en día hay comunidades de descendientes de aquellos emigrados en el Chaco, Rosario y, por supuesto, en Buenos Aires. Entre los emigrantes hubo varios intelectuales. El más destacado es Boris Shivachev (1902 - 1932) quien vivió en Argentina entre 1920 y 1924. A su regreso publicó sus famosas Cartas de América del Sur y varias traducciones de escritores hispanoamericanos, entre las que habría que destacar dos novelas –de Manuel Gálvez y José Quesada– de 1933.
Entre los escritores que vivieron en Argentina deberíamos mencionar a Iván Argentinski (1910 - 1989) quien incorporó el nombre del país en su pseudónimo. Sus libros Mi juventud argentina y Patagonia distante contribuyeron a alimentar el interés y la simpatía que los búlgaros tienen por aquel país lejano.
En 1929 en Argentina ve la luz la novela Anga de Samuil Strezov, escrita en castellano. La novela tuvo una buena acogida de parte de la crítica, por ser una síntesis lograda entre literatura y periodismo. Aparecen elogios sobre Anga en los periódicos La Nación, Claridad y Nosotros. Sin embargo, hasta la fecha no ha sido traducida al búlgaro.
Otro escritor, Teodoro Tsenkov (1903- 1987) vivió más tiempo en Argentina. Tematiza sus peripecias de emigrante en las novelas Bajo el cielo de Argentina, Por el mundo en busca del pan, Campanillas en el trópico, El gran océano, Con los ojos vendados. En Argentina nace su hija, Emilia Tsenkova, quien en 1961 se convierte en la fundadora de la Licenciatura en Filología Española en la Universidad de Sofía. Inmediatamente después, al pequeño grupo de profesores se integra otro joven nacido en Argentina: Juan Kanchev, hoy catedrático y miembro correspondiente de la RAE.
La cátedra de Español que hoy se llama Departamento de Estudios Iberoamericanos acaba de celebrar su cincuentenario. Los hispanistas titulados egresados de la Universidad de Sofía ya son cerca de 1500. Muchos de ellos son profesores, diplomáticos, periodistas, empresarios. Con el tiempo se crearon las carreras de Filología Española (destinados a preparar profesores para la escuela primaria y secundaria) en las Universidades de Veliko Tarnovo y de Plovdiv, lo mismo que la de Lingüística Aplicada en la privada Nueva Universidad Búlgara. El español es una de las cuatro lenguas –las demás son el inglés, el francés y el alemán–entre las que pueden optar todos los alumnos a partir del cuarto grado de la primaria. Además existen colegios bilingües donde el español se estudia de manera intensiva en 12 ciudades de Bulgaria. El interés se debe a muchos factores históricos –las grandes comunidades de emigrantes a Argentina y Colombia, la Guerra Civil Española en la que lucharon muchos búlgaros apoyando la República, la cercanía con Cuba y Nicaragua adonde fueron enviados especialistas en todas las áreas –básicamente médicos, técnicos, etc.– y finalmente, en la actualidad, la integración a la Unión Europea. Desde la caída del Muro de Berlín el país se encuentra en una crisis económica permanente y ha habido nuevas oleadas de emigrantes, muchos de los cuales han preferido los países del Mediterráneo, tal vez por ciertas afinidades de idiosincrasia y temperamento. No en último lugar debemos señalar la política cultural que España desarrolla por medio de la AECID, las Consejerías de Educación de sus Embajadas y el Instituto Cervantes. De hecho, el español es el idioma extranjero más estudiado en Bulgaria.

–Hablemos de la “dupla” obligada en Europa del Este y, acaso, el mundo entero: Borges y Cortázar.
–La primera selección de cuentos y ensayos de Borges salió recién en 1989 en traducción de Ana Zlatkova. El mismo año vio la luz un volumen de poemas escogidos – Del cielo y del infierno - traducidos por la poeta Rada Panchovska. Más tarde se dio un incidente lamentable: una editorial publicó los mismos cuentos de Borges con un nombre falso de traductor y a causa de los pleitos transcurrió bastante tiempo sin que se pudieran reeditar. Felizmente la editorial Colibrí decidió publicar Ficciones (2010) y Ensayos (2011) e invitó a Ana Zlatkova a continuar trabajando en las traducciones de Borges. Ana es una persona erudita y una profesional de alto nivel: tal vez la única capaz de traducir al gran argentino conservando su estilo. Los volúmenes cuentan con las notas a pie de página imprescindibles para encaminar bien al lector sin convertirse en un obstáculo para la lectura. O sea, Borges ya empieza a llegarle al público búlgaro de la manera más digna. Es cierto que de él se habla mucho en las universidades, pero temo que hasta el momento lo han estado leyendo más en inglés, en francés y en ruso. No escasean sus imitadores, pero en mi modesta opinión los resultados dejan mucho que desear.
Ana Zlatkova es también la traductora de La invención de Morel de Bioy Casares, que la editorial Riva publicó en 2009.
En cuanto a Cortázar podemos afirmar que con sus colecciones de cuentos sí que ha dejado un rastro duradero. No se puede decir que haya creado escuela en Bulgaria, pero fue uno de los pocos que dio a conocer a nuestros escritores un tipo de literatura fantástica que no se practicaba por estos lares. Su propia lectura siempre fue una revelación, un gran acontecimiento. (Nuestra literatura ha tenido representantes de ciencia ficción de toda laya. Por ejemplo, uno de los pioneros, Svetoslav Minkov, pasó por Argentina en 1936, fue delegado al Congreso del PEN Club en Buenos Aires y escribió un libro sobre su viaje en el que muestra cierta incomprensión e incluso un dejo de antipatía por el continente americano. No obstante, no conozco a otro escritor de la época que se parezca tanto a Lugones).
Volviendo a Cortázar, en los años 80 fue traducido mucho y bien (antes que nada por Rumen Stoyanov –quien vertió al búlgaro también Cien años de Soledad). Pero Rayuela salió recién en 2006 y la traducción, en mi opinión, deja que desear. La editorial Ágata-A prevé nuevas ediciones de todos los libros de Cortázar que, a pesar de las grandes tiradas, ya son inhallables.

–¿Y la situación con el llamado “realismo mágico”?

–En la literatura búlgara hay escritores que cultivaban sus "realismos mágicos" antes de que en 1973 se tradujera a García Márquez. Gracias a la traducción del prestigioso colombiano al búlgaro, estos escritores fueron "legitimados", porque antes se los veía no solo como bichos raros, sino también como desertores del dichoso realismo socialista.
Lamentablemente todavía no se ha realizado un estudio sobre la recepción de la literatura latinoamericana en Bulgaria, aunque ya existe uno sobre la de la literatura española. Lo que puedo afirmar es que se traducía mucho, y las tiradas eran de 30 mil, 40 mil y más ejemplares. La traducción de La gloria de don Ramiro de Enrique Larreta es de 1947, la de Don Segundo Sombra es de 1966. A los poetas se les incluía en diferentes antologías temáticas: poesía amorosa, sobre el mar, etc. Así nos llegaron los nombres de Leopoldo Lugones, Ricardo Molinari, José Portogalo, Alfonsina Storni, Raúl González Tuñón, Leopoldo Marechal, Ezequiel Martínez Estrada, Juan Gelman, etc. En colecciones de cuentos han aparecido Bioy Casares, Antonio di Benedetto, Lugones, Marco Denevi, Macedonio Fernández, Silvina Ocampo, Eduardo Mallea, Leonardo Castellani, Santiago Dabove, H.A. Murena, Rodolfo Walsh, Marta Lynch, Luisa Mercedes Levinson, Daniel Moyano, Umberto Constantini, entre otros.
A los escritores del boom se los traducía inmediatamente, gracias al hecho de que en aquella época todo lo latinoamericano sonaba a revolución. Así se colaban hasta autores como Octavio Paz, Vargas Llosa o el propio Borges, pero siempre con la respectiva dosis de cautela. Ud., que ha vivido tanto tiempo en Rusia puede explicarse muy bien la preferencia por Cortázar y las reticencias ante la obra de Borges.

–Saliendo de estos carriles casi obligatorios y acercándonos más al presente, ¿ha habido algún cambio –para bien o para mal- en la recepción de la literatura argentina e hispanoamericana desde la caída del comunismo?
–Los últimos 20 años han sido nefastos en el sentido de que las editoriales tuvieron que aprender a prescindir de las dotaciones estatales y a ganarse la vida, por así decirlo. Abundó la literatura esotérica y la de autoayuda, autoestima etc. En este sentido, no es raro que Jorge Bucay se convirtiera en una especie de héroe nacional. Creo que ya fueron dos sus visitas y las multitudes lo siguieron como a un mesías, lo mismo que a Paulo Coelho. En cuanto a éxito editorial solo les hacen la competencia Isabel Allende y Laura Esquivel. ¡Qué se le va a hacer!
Quiero decir que los editores arriesgan poco. Tienen una preferencia por las novelas policíacas y los thriller. Felizmente, en Argentina hay estupendos autores de estos géneros.
Es importante que los escritores tengan buenos agentes literarios que los sepan vender en las Ferias Internacionales del Libro y también ayuda que se les haya publicado en España.
Hace un par de años Argentina fue la gran protagonista en la Feria de Frankfurt. Gracias al programa Sur, en el año 2010 salió una selección de la poesía de Cortázar, las ediciones de Colibrí de Borges, la poesía de Hugo Mujica y tres novelas: El enigma de París de Pablo de Santis, La muerte lenta de Luciana B de Guillermo Martínez y Reality de Sergio Bizzio. Tengo entendido que el programa se ha prolongado y espero que este año salga por fin algo de Piglia (de hecho, sé que se está traduciendo Plata quemada) y de Aira.
A mí me preguntan a menudo sobre libros que pudiera recomendar, pero lamentablemente dispongo de poco tiempo y cuando voy a España, por razones crematísticas y de sobrepeso, no estoy en condiciones de comprar todo lo que me gustaría. Lo malo es que cuando algún editor vuelve de las ferias internacionales y me pregunta sobre algún nombre reciente, no puedo opinar, sino que me baso en las referencias positivas de parte de algunas amistades. Muchos nombres –Rodrigo Fresán o Samanta Schweblin, Gustavo Roldán o María Elena Walsh, para poner solo algunos ejemplos– los conozco de las revistas electrónicas en internet. Soy la única profesora de literatura hispanoamericana, lo que no quiere decir que sea la única que lee ni mucho menos. Ya he mencionado que tenemos una buena tradición de hispanismo. Pero los traductores que recomiendan libros a las editoriales también lo hacen con vistas a un presunto éxito de ventas. Y aunque yo trate desesperadamente de estar al tanto de todo para poder orientar a mis estudiantes más espabilados, me es imposible profundizar demasiado, excepto en lo que es objeto de mi trabajo académico concreto. Las distancias siguen siendo enormes. Supongo que viviendo donde vive, entiende de qué le estoy hablando.

–En términos generales, ¿cuáles son hoy las condiciones de trabajo de un traductor literario en Bulgaria? ¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentra en el ejercicio de su profesión? ¿Las editoriales reconocen la labor del traductor (por ejemplo, consignando en lugar visible su nombre, pagando regalías, ofreciendo contratos aceptables, etc.)?
–Lamentablemente el trabajo del traductor literario en mi país no está bien remunerado, al igual que la mayoría de las ocupaciones intelectuales. Además, el país está en el último lugar entre los países de la Unión Europea por ingresos per cápita. Creo que muchas veces las editoriales se aprovechan de esta situación. La mayoría de los traductores trabajamos porque se trata de nuestra vocación, de nuestra gran pasión. Una compañera bromeaba que ser traductor es practicar un masoquismo entusiasta. En los últimos años la Unión de Traductores ha venido haciendo un gran esfuerzo por recuperar el prestigio que supo tener en tiempos pasados y por homologar nuestras prácticas de defensa de derechos del autor y del traductor con las normas europeas, pero la obstaculizan una serie de inercias que venimos arrastrando. Además, muchas veces se encargan versiones al búlgaro a no profesionales, en detrimento de la calidad; así, las editoriales se ahorran los honorarios para la traducción.
En realidad, los problemas son los mismos en todas partes. La diferencia está en  que los búlgaros tenemos una buena tradición de lectura, leemos bastante más que el promedio de los europeos. En el régimen comunista las traducciones al búlgaro de los grandes escritores del momento eran una manera de burlar la censura: no nos podíamos expresar con toda la libertad que queríamos, pero teníamos la libertad de leer y seguir sintiéndonos parte inseparable del resto del mundo. Siendo Bulgaria un país pequeño, algunas cosas no se publicaban aquí, pero los escritores de interés los conseguíamos en traducción al ruso. Muchos creen que se trata de dos idiomas muy parecidos. Lamentablemente no es así. Somos eslavos, pero nuestro idioma es analítico –como el español o el inglés– y el ruso es sintético (o sea, tiene declinaciones, como el latín o el alemán) y la comunicación no resulta nada fácil. Sin embargo, todos estudiábamos el ruso y leíamos con relativa libertad. Los soviéticos publicaban mucho, aunque en la propia Rusia era una hazaña conseguir buenos libros. Había personas que se dedicaban a viajar a Sofía o a Praga para comprar los tesoros que se vendían libremente en las llamadas librerías rusas y luego revenderlos en el mercado negro. Mientras nosotros solo teníamos que ponernos en las colas que, aunque kilométricas, nos permitían estar al tanto de las novedades de la literatura universal. En la actualidad los jóvenes no entienden nada de ruso, lo cual es una lástima; no obstante, dominan dos y más idiomas occidentales y optan por leer los originales.En conclusión reiteraré que en Bulgaria se sabe mucho sobre América Latina, pero por Argentina se siente una simpatía particular que tiene raíces históricas y que en la actualidad se ve fomentada por los beneficios que nos proporciona la aldea global: se ven las series televisivas y también el buen cine, se baila el tango en numerosas academias y clubes, y los que tienen hábitos de lectura buscan a los autores argentinos, ya que su calidad es conocida. Se conoce la cultura Argentina desde sus manifestaciones elitistas y también por las de masas. Y el mérito es de todos aquellos traductores más o menos reconocidos que desde hace más de un siglo pusieron sus miradas en el país sudamericano para ya no apartarlas jamás.

jueves, 22 de marzo de 2012

¿Existe una necesidad de retraducir lo ya traducido?

El pasado 6 de marzo, David Paradela López publicó la siguiente columna en El Trujamán. En ella se habla de la necesidad de retraducir lo ya traducido.

Retraducir

Nunca me había planteado el asunto de la retraducción hasta que me encargaron retraducir a Curzio Malaparte. Que yo sepa, retraducimos por los motivos siguientes: por capricho; por rifirrafes de derechos; por haberse realizado por lengua interpuesta la versión anterior; porque la traducción existente ha envejecido. Sobre el primer grupo prefiero correr un estúpido velo —aunque dicho sea que muchos de los ejemplos que me vienen a la cabeza son libros de poesía—. Sobre el segundo callaré también porque son casos que se oyen, pero no conozco ninguno con el suficiente detalle. Uno de los ejemplos más conspicuos del tercer grupo es quizá la reciente aparición en castellano del Doctor Zhivago de Marta Rebón, traducido del ruso y no del italiano como el anterior. Pero el caso típico, más comentado y más proclive a la repetición de lugares comunes es el cuarto, el de las traducciones viejas.

Pero ¿qué es una traducción vieja? Hoy en día, hasta la pescadera repite que las traducciones deben repetirse cada equis años, porque «la lengua de la traducción envejece mientras que la del original no», cosa que, a priori, no acabo de entender (¿la lengua del Guzmán de Alfarache no ha envejecido?). En principio, éste era el motivo para retraducir a Malaparte; después de años escudriñando las primeras versiones de Kaputt y La piel (y de mucho dar la tabarra con ellas en blogs y congresos) puedo decir que se imponía retraducirlos, pero por mil motivos excepto el de la supuesta caducidad de sus traducciones. Ciertamente, el castellano ha cambiado desde los tiempos de R. Coll Robert y Manuel Bosch Barrett, pero en nada afea la obra una lengua que, a fin de cuentas es casi contemporánea del original y puede leerse de corrido sin el menor problema, a menos que uno sea alérgico a los regustos ligeramente añejos, que no me parece el caso de la mayoría de partidarios del «dogma» de la retraducción sistemática.

Retraducir a Malaparte era preciso porque sus traductores de los años cuarenta y cincuenta tienen lagunas de bulto en italiano, porque planchan metáforas decisivas y domestican una sintaxis a veces caprichosa, porque no identifican ciertos referentes (no saben lo que es un basso napolitano) ni algunos deslices ortográficos del autor (el palacio presidencial de Helsinki está edificado a la manera de Engel, no de Engels), porque sufrieron la censura franquista (el capítulo de la virgen de Nápoles en La piel es el más flagrante: podado resulta simple y llanamente incomprensible), porque aplicaron criterios que ya no compartimos (como llamar Santa Teresita de los Españoles a la napolitana vía de Santa Teresella degli Spagnoli), pero no porque su lengua estuviera vieja, enmohecida o dificultara el disfrute del texto.

Considero que la historia de la traducción y la crítica literaria ganarían mucho si se abriera de una vez un debate serio y razonado sobre la necesidad de retraducir y se cuestionaran mitos arraigados como el de la supuesta perfección del original (que desoye las sabias palabras de Borges sobre la religión y el cansancio) y la ramplonería congénita de toda traducción. Por otro lado, en cuanto a la práctica editorial pura y dura, no estaría de más acostumbrarse a incluir una notita, a modo de apólogo, destinada al lector en aquellas obras con tres y cuatro traducciones conviviendo lomo por lomo en las librerías.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Una tecla roja para la Real Academia

La noticia fue publicada el 1 de marzo pasado en el sitio Impulsobaires y permite comprobar hasta qué punto los cosos esos de la Real Academia son unos cretinos que merecen el mayor desprecio.


Rechazo a términos discriminatorios que difunde la Real Academia Española

Capital Federal - Un proyecto de declaración fue presentado en la Cámara de Diputados para rechazar una serie de términos discriminatorios difundidos por la Real Academia Española

La propuesta es impulsada por la diputada Mara Brawer (Frente para la Victoria) quien expresó su rechazo a que se difunda la definición de los términos “judiada” y “gitanada” sin la aclaración de que se trata de conceptos “estigmatizantes y discriminatorios” de colectivos sociales.

De acuerdo a un comunicado de prensa enviado a la Agencia Judía de Noticias, la legisladora oficialista también envió sendas cartas a la Academia Argentina de Letras y a la editorial Larousse en oposición a ambos términos.

 “Estas definiciones, sin mayores explicaciones, contribuyen a difundir imaginarios sociales racistas y xenófobos”, argumentó Brawer para impulsar la medida.

El Diccionario Enciclopédico “El Pequeño Larousse ilustrado. Cien años custodiando la lengua española. 2012” define “judiada” como “acción mal intencionada o injusta hecha contra alguien” y en segunda acepción como “lucro excesivo y escandaloso”.

En tanto que en el “Diccionario de la Lengua Española. Vigésima Segunda Edición” de la Real Academia Española, al cual se accede a través del diccionario virtual de la página web de la Academia Argentina de Letras, se define “gitanada” como “acción propia de gitanos” y como “adulación, chiste, caricias y engaños con que suele conseguirse lo que se desea”.

Asimismo, en ambas cartas, la diputada Brawer solicitó que al lado de cada uno de estos términos se aclare que se trata de definiciones discriminatorias, peyorativas y estigmatizantes, y que se realice una revisión general sobre todos los términos que puedan estar promoviendo representaciones discriminatorias.

martes, 20 de marzo de 2012

Alegría y juventud aporta al Instituto Cervantes su nuevo director

Foto: James Rajotte
Cuando Vargas Llosa le dijo que no al nuevo gobierno franquista de España, Víctor García de la Concha (Villaviciosa, Asturias, 1934), sacó las papas del fuego y se hizo cargo del Instituto Cervantes. Filólogo y licenciado en Teología, estudió en la Universidad de Oviedo y en la Gregoriana de Roma. Su carrera como docente transcurrió a partir de los años sesenta en colegios secundarios hasta que llegó a la universidad, donde ha desarrollado su labor como catedrático en Zaragoza y Salamanca, principalmente. Desarrolló tres mandatos al frente de la Real Academia Española (RAE), a la que dio un impulso modernizador entre 1998 y 2010 cuando sustituyó en el cargo a Fernando Lázaro Carreter. Había sido nombrado académico en 1992 para ocupar el sillón con la letra c minúscula. Ha sido reconocido con el Toisón de Oro por parte del rey Juan Carlos, así como con el Premio Internacional Menéndez Pelayo. Ahora le vuelve a aportar su juventud y su conocimiento al Reino de España. Así se lee en la entrevista realizada por y publicada por Jesús Ruiz Mantilla, en el diario El País, de España, el 23 de febrero pasado, donde otras cosas señala lo bueno que es tocarse y darles cariño a los compañe3os.

“El español está estigmatizado y contaminado
en Estados Unidos”

Perseguido por los vericuetos y las batallas públicas de la lengua, Víctor García de la Concha no ha podido refugiarse tampoco en la paz de la propia lengua. Entre el estudio, la enseñanza y la política de la misma se ha movido toda la vida. Como profesor en varios institutos, en diversas universidades y, después, como impulsor de la expansión universal del castellano al frente de la Real Academia Española (RAE).

A los 78 años, creía haber cumplido con creces su labor pública y deseaba adentrarse en el estudio profundo de un canon literario propio. Pero de nuevo recibió una llamada para ponerse al frente del Instituto Cervantes después de que Mario Vargas Llosa rechazara el ofrecimiento. Le cortaron la retirada. ¿La razón? Impulsar lo que será la gran máquina de la cultura con el Gobierno del PP. Atraer a los países hispanoamericanos en un frente común que coloque al español en su posición de dominio lingüístico global junto al inglés.

No podía decir que no. Si alguien ha impulsado las alianzas con los países de habla común, en lo que definió como la acción panhispánica, ha sido él. Ahora debe encargarse de aunar esfuerzos y no crear fricciones. Nadie como un hombre de concilio que presume de conocer y aplicar a fondo en la política y en la vida la diplomacia vaticana.

Ha llegado usted a lo que denominan el buque insignia de la cultura y resulta que tiene que cambiar el rumbo.
Virar hacia el mundo hispano, ese al que se le ha dado tanto la espalda desde el propio Cervantes. Hay que virar, pero eso no implica que lo que se haya hecho hasta ahora estuviera mal. Me alegré de que al día de mi toma de posesión acudieran los cinco directores precedentes y quiero que figuren en el patronato. Cada uno ha trabajado bien y ha hecho su labor. Aquí hay mucha gente que cumple su cometido sin medios y vocacionalmente. Esta institución ha crecido a base de entusiasmo, echándose a la aventura, y esto no se puede perder. Si nos limitáramos a dar clase, estaríamos haciendo un pan como unas tortas. Lo que ha logrado el Cervantes en 20 años, comparado con otras instituciones que llevan 100 o 70 años en activo, como el Instituto Francés o el British Council, es mucho.
 Hay gente que dice que empleo la diplomacia vaticana. No me disgusta

Aun así, hay que virar.
Bueno, ligeramente.

No, bastante, mucho incluso. 
Bien, pero sin desatender lo que tenemos y sin perder de vista que el tiempo no nos deja.

¿Por qué?
Pues para expandirnos a determinadas zonas como África, sobre todo el sur del continente, o India.

Pero no hay dinero.
Hay que pensar en una presencia que a lo mejor no requiera centros, medios como el centro virtual Cervantes, aulas de nuestra marca en las universidades. Por eso urge pensar, ser imaginativos y apoyarnos en lo que tengamos, en empresas también, porque esa carrera no consiente aplazamientos. Si tardamos 15 años en llegar, el campo estará tomado.

No se había contemplado hasta ahora el mundo hispánico dentro del Cervantes como una sinergia, más bien se le ha visto como una competencia.
La palabra competencia en ese sentido es absurda.

Pero así se había visto.
Bueno, no creo que se haya concebido así del todo. Veamos un frente común: Estados Unidos. Nosotros tenemos allí tres centros y medio. México tiene varios. Lo que debemos hacer es establecer una alianza con ellos por una razón muy sencilla. El español allí tiene un problema común. Está contaminado, estigmatizado por considerársele vinculado a una lengua de inmigrantes que plantean problemas. Debemos emprender una labor de cambio de mentalidad en ese sentido.

Para empezar, en el reparto eurocéntrico a lo largo de sus 20 años, ¿no hubiese sido mejor centrarse en lugares donde existía una demanda real acelerada, como Estados Unidos? ¿No es tarde? 
Europa y el norte de África ya están básicamente atendidos. Porque se ha hecho eso podemos pensar en otros frentes. Me decían que si se abrieran 50 centros en Estados Unidos, se llenarían. Ahora no hay capacidad económica, en la época de Moratinos se habló de 10. ¿Por qué no nos unimos con México? Es lo que yo propongo. Hay disposición de ellos para colaborar. En el Gobierno y la Academia Mexicana. Me han trasladado su intención de hacerlo, de empezar a hablar de eso. Consuelo Saizar, ministra de Cultura, y Jaime Labastida, director de la Academia, llamaron el día que se conoció mi nombramiento. Urge porque el problema de esa estigmatización en la sociedad de Estados Unidos hay que abordarlo juntos, no podemos hacerlo solos.

La acción cultural, en ese sentido, ayuda a limpiar.
Sí, y más si se realiza de la mano. Llevamos 20 años, no es cuestión de flagelarse, pero es necesario buscar esas nuevas alianzas, sobre todo ahora que ellos tienen economías emergentes.

De todas formas, esa visión del pasado que tiene usted sobre el Cervantes resulta leal con la institución, pero la realidad, en comparación con sus competidores que cuentan con presupuestos en ocasiones 10 veces mayores, es que esto era un hijo pobre del Estado. Nadie tenía fe en su potencial. 
Yo no lo creo.

Usted, cuando era director de la Real Academia, ¿no tenía la pesada sensación de que era necesario convencer a los Gobiernos para que creyeran con más fuerza en las posibilidades del español?
Voy a ser sincero. Desde el Gobierno de Felipe González hasta ahora, no. La Academia fue muy pobre en épocas anteriores. No sé cómo pudo sobrevivir. A Fernando Lázaro Carreter le tocó, para empezar, reconstruir el edificio. Desde esos tiempos, cada vez que la RAE ha pedido algo, dentro de las posibilidades pudimos ir viviendo. Pero por encima de todo eso, hay que decir, estaba y está el apoyo del Rey, que eso lo tiene más que claro. Ha cruzado con nosotros el océano para asistir a congresos y reuniones, y en eso está más que volcado.

¿Cuántas veces ha sobrevolado usted el Atlántico? 
50 veces. Y cada una de ellas he visitado al menos dos o tres países. Pero no solo fui yo, sino que desde entonces empezaron a venir ellos. No hay nada como entrar a casa del interesado, todo empieza y termina en personas. He hecho amigos fraternos. Como reza el dicho asturiano: Dios y el cuchu, pueden muchu. Pero sobre todo el cuchu. Lo personal, tocarse, es importante.

¿Y cuántos le quedan por hacer? Tiene usted un aspecto envidiable, ya ha cumplido 78 años y eso se notará.
Yo se lo dije honradamente al ministro Wert cuando me llamó: “Vamos a ver, yo ya tengo 78 años…”. “Pero muy bien llevados”, dijo. “Bueno, de momento…”.

Se había reorganizado la vida.
Había terminado mi mandato académico. Yo tengo la gran suerte de dedicarme a algo que me gusta tanto que para mí no es trabajo. Había recuperado el espacio de la escritura, de la reflexión, salir a caminar, cosa que sigo haciendo todos los días. En fin, me llamó el ministro y le dije lo primero lo de la edad y acepté sin tener en cuenta los comentarios de los que me alertan: ¡Cómo has aceptado! ¡Te nos vas a quedar en un aeropuerto!”.

¡Hombre, por Dios! Toquemos madera. Lo que es cierto es que esa vida que usted había recuperado ha saltado por los aires.
Ni me planteo arrepentirme. Los amigos me aconsejan dedicarme a la filología primera, a las academias literarias renacentistas desde las que pretendíamos aprender el renacimiento de otra manera. Explicándolo desde la perspectiva de los autores que tenían el Epithetorum opus, de Ravisius Textor, un diccionario de epítetos en los que se encontraban referencias a los clásicos y que usaban Fray Luis, Lope de Vega…

Para copiar…
Para asimilar. Era la labor de la abeja para ellos. Pero, en fin, en lo que yo me estaba ocupando ahora es en realizar mi canon de la literatura. Y consiste en volver a leer ciertas obras con apoyo en la bibliografía última, que yo ya no alcancé a estudiar a fondo. ¡Lo feliz que yo he sido estos meses! Con esa relectura apoyada en estudios que han hecho alumnos nuestros. He prometido a mis amigos que no iba a dejar eso. Que voy a organizarme de manera que reservaré unas horas para mi canon.

Difícil lo veo.
Bueno, como habrá un secretario general en el que se pueda descargar buena parte del trabajo y eso viene bien para la causa, aprovecharé.

Lo que ocurre es que, como usted está acostumbrado a meterse a fondo en las cosas que hace, me da la sensación de que delegar le es complicado.
No, no. Precisamente porque me conozco, en el cambio de reglamento aplaudí la idea de especificar las acciones que corresponden al secretario general. No se imagina con qué detalle hemos puntualizado todo.

Aun así, tendrá tentaciones. ¿Las controlará? 
 ¿Por qué? ¿Porque tengo fama de presidencialista?

Bueno, lo ha sido en la Real Academia. 
 Lo fui, cierto. Y me confesaba en las juntas de Gobierno y en las comisiones. Les decía: “Vosotros sabéis que yo soy un director presidencialista”. Y me contestaban: “Por eso te hemos elegido”.

Eso tranquiliza bastante a quienes están debajo.
A mí me lo contagió Fernando Lázaro Carreter. Él tenía un temperamento fuerte. Cuando le afectó un ictus, me dijo que tenía que dejarlo, y yo le convencí de que no podía porque sin esa labor sería peor para él. Me comprometí a ayudarlo a fondo y le aseguré que no haría nada sin consultarle. Él me contagió ese presidencialismo. Pero ahora no, ahora esto tiene que ser distinto, en primer lugar porque el Cervantes cuenta con una estructura distinta, con unos jefes de área más que competentes. Ahí va a estar el secretario general, y yo me dedicaré a fondo a la labor institucional.

De lo que no cabe duda es de que usted forja lealtades, porque era impactante observar a sus compañeros de la Academia en la toma de posesión haciéndole de guardia pretoriana. ¿Qué les da? ¿Miedo o cariño?
Mucho cariño. Miedo no, nunca. En la Academia aprendí que la institución era más fuerte cuanto más nos tratábamos con cariño. Con la cortesía académica, que es fundamental. Yo siempre cuidé mucho a los académicos mayores, a quienes caían enfermos. Curiosamente, a medida que se hacían mayores, acudían más: Pedro Laín Entralgo, Rafael Lapesa, Ángel González, Areilza, Rosales… Yo he querido mucho a los académicos. Ahora tengo que encargarme de los directores y profesores de centros, son gente que está por ahí, por el mundo, necesitada de apoyo.

La tarea de misión que veía Lázaro Carreter en el Cervantes… Pero es que ahí damos con otro rasgo de su personalidad porque usted ha trabajado también como sacerdote.
Sí. Hace ya casi medio siglo de ello y fue por poco tiempo. Pero guardo un gran respeto a esa etapa, a la que debo mucho de mi formación. No estuve en el tipo de misión a la que se refería Lázaro. Trabajé en la información de la Iglesia y fundé, siendo arzobispo Tarancón, con quien tuve una relación cercana, el semanario Esta Hora. Pero básicamente era profesor y si tuve alguna notoriedad fue porque escribía en La Nueva España. Guardo grandes amigos de entonces. Desde cardenales hasta curas de aldea. Hay gente que dice que empleo la diplomacia vaticana. No me disgusta…

Como vocación, queda, construye.
Mucho va en la pasta, en la manera de ser. Hay gente conflictiva por naturaleza, que parecen salamandras, que no viven a gusto más que en el fuego, y luego hay gente de paz. Yo lo soy. Pero no por haber dedicado pocos años de mi vida a eso. Yo me recuerdo de niño como un muchacho pacífico, eso va en la manera de ser, en el carácter.

Todo construye una vida.
Desde luego. Un hombre es muchos hombres. Eso lo cuenta Mario Vargas Llosa en su última novela, El sueño del celta. Aun la persona que nos parece más anodina es muchas a la vez.

También tiene su etapa como profesor de instituto. 
Eso fue muy importante. Lo que yo soy ahora es el final de una etapa que ha durado 50 años. Una carrera de letras. Tuve la suerte de disfrutar a grandes maestros. Fui discípulo amado de Emilio Alarcos, nada menos. De José María Cachero, José Caso, verdaderos maestros. Y a poco de terminar comencé la carrera docente con oposiciones sucesivas, de abajo arriba: primero fui adjunto y luego catedrático de instituto; en Valladolid, penene de universidad, después agregado, más tarde catedrático… Ha sido una carrera muy variada en la universidad, en Zaragoza, en Salamanca… Allí moví muchas iniciativas, incluso me hice cargo de los cursos internacionales de enseñanza de español a extranjeros, qué cosas.

Ya dicen muchos que usted tiene algo de visionario en esto del idioma. 

No me corresponde a mí decir eso. Soñador sí fui siempre. Pero visionario…

Lo digo por el concepto panhispánico que impulsó usted en la Real Academia y cambió la manera de percibir la enseñanza y el poder sobre el idioma. Pasó de ser castellano dictado por normas castellanas a español global, en el que América tenía tanto o más que decir sobre el idioma que España misma.

Bueno, pero ahí tengo que pagar peajes. ¿Por qué yo me interesé por América? Tiene su deuda. Yo era un gran europeísta. Por mis años de estudio en Roma, algunas estancias en Alemania y porque mi padre, que era juez, se sentía muy ligado a lo francés. Cuando Fernando Lázaro me propuso ser secretario de la Academia, hablé mucho con Alonso Zamora Vicente. Fue él quien me dijo: “Víctor, por favor, ocúpate de América, estamos ciegos”. También me pidieron lo mismo Francisco Ayala y Gregorio Salvador. Fueron dos referencias que me hicieron reflexionar hondamente. Surgió la idea del panhispanismo después de ser alertado por ellos. Cuando hicimos la nueva gramática, nos planteamos la colaboración con el resto de las academias, y así ha sido con el resto de lo que se ha hecho después. Pero eso ya estaba planteado desde el principio.

¿Con antecedentes?

Las academias se constituyeron como organismos correspondientes de la española, precisamente para atajar los conatos de independentismo lingüístico gracias sobre todo a Andrés Bello. Se revela y dice: “¿De qué estáis hablando? La lengua es nuestra”. Fueron academias formadas por gente de gran representatividad e influencia en los países nacientes. Algo que ocurre ahora también, son miembros de mucho peso. Estaba claro que debíamos trabajar en conjunto, y así ha sido. Mi mejor aportación a esa etapa ha sido favorecer que los tres grandes códigos puestos al día durante mis mandatos –el gramatical, el ortográfico y el léxico se hicieran como obra de todas las academias sobre el español de todo el mundo. Hoy eso es una realidad. Y nos va a servir en la labor que ahora nos toca al frente del Cervantes.

Por eso dice usted mismo que le han llamado.

Por algo que resume, a mi juicio, en una carta Alfredo Matos, el director de la Academia Chilena: “Tu concepción y convicción panhispánicas ahora en perspectiva transhispánica universal”.

Eso puede ser un eje de su mandato.
Así es.

Pero antes debe limar las asperezas eternas entre los Ministerios de Educación y Cultura y Exteriores para hacerse fuertes en esta institución. ¿Cómo va la lucha?
Hay varios organismos de la cultura española que van por su parte. Existe una dispersión de esfuerzos que sumados producirían una sinergia considerable. Hace falta ponernos a remediarlo. Cada entidad tiene su normativa, pero con un poco de buena voluntad por parte de todos El Cervantes está ausente de América Latina, pero los centros culturales españoles que existen allí pueden servir de palestra para organizar cosas en conjunto. A eso llegaremos pronto porque es tan obvio que resulta difícil encontrar quien esté en contra de eso. Se ha señalado que en la toma de posesión, el ministro de Exteriores dejó claro que esto era suyo y lo hizo en presencia del responsable de Educación y Cultura. Pero yo puedo decir que se han dado pasos para clarificar todo eso. Lo primero que hemos hecho es modificar el reglamento. Ha sido fácil, y por eso mismo pienso que cuando llame a las puertas para unir sinergias, estoy muy confiado en que se va a conseguir y será un paso importante.

¿El reto de lo digital nos desborda para el idioma también?
Sí, y eso exige investigación, negociación comercial con las grandes firmas, es un momento en que urge pensar, por muchas razones, y urge superar los compartimentos pequeños y unirse en sinergia no solo a nivel del Estado, sino con relaciones estrechas con las industrias culturales y con las empresas a las que interese la promoción de sus labores. No solo la cultura, también la ciencia, la tecnología. Todo eso está por pensar y por definir. Vendrá el mecenazgo y la ayuda, pero no porque pidamos, sino para ofrecerles.

¿Por qué? ¿Se acabó ir de pedigüeños? ¿Es a ellas a las que se debe convencer de que pueden sacar idéntico partido? 
Efectivamente. Hay que venderles a las empresas el valor de sus posibilidades abiertas al español para hacer cosas conjuntas. Es un problema de apertura y de vuelo. Aunque solo sea por la rentabilidad económica que les supone a las empresas. En Estados Unidos, dos de cada tres estudiantes la eligen como segunda lengua. ¿Por qué? Porque dicen que es útil. Para ganarse la vida. Ese cambio de mentalidad no lo podemos hacer solos, sino con los protagonistas de todo ese fenómeno, que son los países hispanoamericanos.

lunes, 19 de marzo de 2012

La Academia no distingue entre hombres y mujeres

La siguiente nota fue publicada sin firma por el diario Clarín, el 5 de marzo pasado. En ella se comentan los dichos del académico Ignacio Bosque, quien señala que las guías para evitar el lenguaje sexista “no reflejan la realidad. Y que si se aplicaran sus recomendaciones, “no se podría hablar”.

La Real Academia cuestionó las guías de “lenguaje no sexista”

De que la lengua española, como tantas otras, tiene tintes sexistas, no hay dudas, pero ¿es necesaria la elaboración de nuevas normas que terminen con las diferencias, a nivel gramatical y léxico, entre hombres y mujeres? La polémica está servida desde que el Pleno de la Real Academia Española aprobara, en los últimos días, el informe “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, en el que el académico Ignacio Bosque critica las directrices contenidas en algunas de las guías sobre lenguaje no sexista publicadas por diferentes instituciones españolas en los últimos años, alegando que “su aceptación haría la comunicación imposible, y que “atentan contra aspectos léxicos y gramaticales firmemente asentados en nuestro sistema lingüístico”.

A pesar de sus reparos, Bosque no deja de admitir el “loable objetivo de estas guías”, que pretenden “contribuir a la emancipación de la mujer y a su igualdad con el hombre en todos los ámbitos”, pero añade después que no hay ninguna necesidad de “forzar las estructuras lingüísticas para que sean un espejo de la realidad” ni de “impulsar políticas que separen el lenguaje oficial del real”.

Con sus normas, las guías buscan que se sancione una legislación que propugne la abolición de un lenguaje sexista en la administración pública.

Entre las cosas que más preocupa a los hacedores de estos manuales está el uso del género masculino como genérico, para nombrar a varones y mujeres. Esto, sostienen, resta visibilidad a la mujer. Se propone, por ejemplo, hablar de “la ciudadanía” y no de “todos los ciudadanos”; referirse al “alumnado”, y no a “todos los alumnos”.

En nuestro país, hay opiniones diversas. La escritora Luisa Valenzuela dijo a Clarín que es importante que el lenguaje se deshaga de estas marcas, que invisibilizan a las mujeres. “Lo que no se nombra no existe”, declaró. Por su parte, el escritor Pablo de Santis, calificó de “exagerada” la necesidad de marcar el lenguaje, y señaló que “las reivindicaciones a favor de la mujer han de hacerse desde otro ámbito”. La investigadora de género de la UBA, Diana Maffía, consideró que “hay que luchar por la igualdad desde todos los ámbitos y con todas las herramientas”, y señaló al lenguaje como una de las más poderosas.

En la República Argentina, distintos proyectos de ley han tratado de llevar al uso de un lenguaje más justo e igualitario. En 2008 se proyectó una Ley de utilización de lenguaje no sexista en la administración pública, que no llegó a ser sancionada, volviendo la iniciativa a la palestra en 2011.

Inti María Tidball-Binz, curadora de arte y líder en el país de la organización internacional Hollaback, abocada a eliminar el uso del lenguaje sexista en las calles, señaló que “usamos un lenguaje que excluye a mucha gente, y eso tiene que cambiar”. Afirmó estar de acuerdo en el uso de un lenguaje igualitario y señaló como primera necesidad “sentarse a discutir el tema”. “Es algo muy complejo, añadió, pero no podemos cerrarnos a las nuevas formas de expresión, el lenguaje va cambiando con el uso”.

Todavía está por ver si la lengua hace al hombre (y a la mujer), o si son el hombre (y la mujer), quienes hacen la lengua.

domingo, 18 de marzo de 2012

Un cambio de paradigma en la investigación de textos

“Cada vez más, en esta era de la computadora, los manuscritos de los escritores nacen y existen solamente como archivos digitales. ¿Cómo se enfrentan los archivadores a los desafíos de preservar y curar este tipo de material? ¿Y qué se puede aprender del proceso creativo estudiando material ‘nacido digitalmente’? ‘La gente está empezando a crear testamentos digitales, de allí puede surgir una Emily Dickinson del siglo XXI’, dice Matthew Kirschenbaum (foto), especialista en el tema.” De todo esto trata la nota de Andrés Hax, que se reproduce a continuación, publicada en Ñ el 22 de febrero pasado,

La historia literaria de los procesadores de texto

Hacia el fin de su carrera, un autor sumamente exitoso se somete a un rito inevitable: vender sus archivos personales a una gran biblioteca. Borradores, cuadernos, correspondencia, la biblioteca personal e ítems varios que iluminarán para futuros biógrafos y estudiosos los pormenores de su vida literaria. Para el autor, este acto es un galardón más: construir en vida un mausoleo a su existencia creativa. Para los investigadores el valor de estos archivos es poder reconstruir el proceso creativo de la gestación de una obra literaria. Está claro. Pero últimamente —pongámosle hace unos veinte años— se ha agregado una nueva faceta a las reliquias de los autores: la computadora personal. En 2006, por ejemplo, la universidad de Emory adquirió cuatro computadoras marca Apple de Salman Rushdie que contienen 18 gigabytes de data. Dentro de la profesión de archivistas el desafío de curar y preservar material que nació en forma digital se volvió algo urgente.

Los problemas con este tipo de archivos son drásticamente diferentes a los archivos de papel. Para entenderlo imagínense desempolvar una vieja laptop o un antiguo artefacto digital (iPod, celular, agenda digital) que tenían olvidado en un cajón e intentar hacerlo andar. Si no anda el sistema operativo ¿dónde encontrarás uno nuevo? O si tienes unos viejos floppy pero ya no tienes el lector, ¿cómo accedes a los archivos? Y así sucesivamente.

Para indagar sobre este fenómeno hablamos con Matthew Kirschenbaum, un profesor de literatura en la universidad de Maryland que es uno de los líderes en lo que se podría llamar la historia literaria de los procesadores de texto. Actualmente esta escribiendo un libro, que saldrá en 2013 en la Harvard University Press, titulado justamente: Track Changes: A Literary History of Word Processing (Control de cambios: una historia literaria de los procesadores de texto.)

Kirschenbaum es una rareza: un doctorado en literatura que sabe programar. Tiene una colección de más de dos docenas de máquinas antiguas incluyendo un Tandy, un Apple Iie, un Osborne y un Kaypro. A diferencia de las máquinas de escribir, las computadoras han sido victimas de la cultura chatarra. Al renovarlas, las viejas se suelen tirar como inútiles. Por lo tanto Kirschenbaum admite que mucho será lo perdido en este amanecer de la escritura en computadoras.

—¿Es difícil convencer a la vieja guardia de la importancia de archivar, preservar y estudiar materiales nacidos digitalmente?
—Bueno, uno de los problemas es que las bibliotecas y los institutos tienen recursos limitados. Y los materiales nacidos digitales requieren más dinero, más tiempo, más conocimiento para trabajarlos. Creo que mucha de la gente dentro del rubro espera que les toque jubilarse antes que este tema se convierta en prioritario… Sin embargo este tema ya se reconoce como importante. Ahora es un tema más de recursos y capacitación. Aun con los archivos de papel lleva mucho tiempo procesar las adquisiciones.

—¿Cuáles son sus sugerencias para trabajar estos tipos de archivos?
—Yo milito más por el lado de la demanda de los investigadores. Por ejemplo, si los investigadores no están reclamando acceso a materiales nacidos digitales es lógico que los archivos no van a trabajar para hacerlos accesibles.

—¿Y qué se puede aprender de materiales nacidos digitales a diferencia de los de papel?

—Describiría dos cosas. Yo me emociono poniéndome en contacto con la computadora de un autor, o un disquete de un autor que me interesa; o hasta poder abrir un archivo en su software original y la máquina original – con lo cual sé que estoy viendo lo mismo que vio el escritor. Para mí esto es tan emocionante como ver un pergamino o un viejo manuscrito – todas las cosas que mencionamos cuando decimos que amamos los libros como objetos físicos.
Pero también pienso que el tipo de cosas que podemos aprender sobre el proceso creativo y autoral a través de materiales nacidos digitalmente introducen un cambio de paradigma en términos de las operaciones de las investigaciones de textos.

—¿Por ejemplo?
—Tradicionalmente, cuando pensamos en el manuscrito de un autor, tenemos suerte si hay una media docena de versiones del manuscrito que sobrevive y que nos permite ver a diferentes estados del progreso del trabajo. Con los materiales nacidos digitalmente tienes, potencialmente, para ver centenares –o hasta miles- de versiones del texto.

—¿Hay autores que tienen estos temas en cuenta a la hora de escribir?
—Hay un autor australiano llamado Max Barry quien ha puesto online toda la historia de cambios de su última novela. Usó el mismo software que los desarrolladores de software usan para ir registrando el código que escriben. Entonces puedes ver la creación del texto por cada tecla tipiada. Este es un ejemplo de un autor que se siente cómodo con este tipo de transparencia. Pero he hablado con autores que están en el polo opuesto, por supuesto.

—¿Piensa que los textos de un futuro autor póstumo, al estilo de Kafka o Emily Dickinson, saldrán de archivos de una computadora?

—¿Por qué no? Más ampliamente hay una preocupación en la población general sobre los legados digitales. Preguntas como ¿Qué va pasar con mi cuenta de correo electrónico? ¿Con mi Facebook? ¿Mi cuenta de Flickr? La gente está empezando a crear testamentos digitales. Hay empresas que se especializan en herencias digitales. Entonces sí. De este tipo de cosas puede emerger una Emily Dickenson del siglo XXI.

—Usted es profesor universitario. ¿Cual es la relación de la gente joven con sus archivos digitales personales?
—En general creo que ven lo que pasa sobre sus pantallas como algo muy efímero. La idea de que tal vez quieran acceder a este material dentro de cinco o diez años… les resulta muy difícil de pensar en esos términos. Pero con Facebook y cosas afines están construyendo una narrativa de sus vidas aunque sean o no concientes de eso. Pero les lleva tiempo llegar a ser concientes sobre qué significa para ellos sus vidas digitales.

—Y, para ir cerrando, ¿me puede contar en qué consiste la investigación del libro que está escribiendo?
—Documenta la historia de autores literarios y su uso de las computadoras y los procesadores de texto. Las preguntas son. ¿Quiénes fueron los primeros usuarios? ¿Cómo esto impacto la profesión de ser escritor y editor? ¿Cómo cambió las formas en cual los autores pensaban sobre su trabajo? Hay un componente sobre la preservación de estos materiales. Hice muchas entrevistas con autores y editores. Pero también está basado el uso de las viejas tecnologías para saber cómo era trabajar con ellas.
El problema de la preservación digital es social, más que tecnológico. Creo que tiene que ver con la adaptación y con que aprendamos nuevos hábitos. Pero no hay nada inherente en la tecnología misma que impida que este material dure en el tiempo.

sábado, 17 de marzo de 2012

Una reseña sobre la versión del Infierno realizada por Jorge Aulicino

Ilustración de Carlos Alonso para la Divina Comedia
Claudio Morando, Doctor en Letras por la Universidad del Sacro Cuore di Milano, ha escrito una reseña para la versión que Jorge Aulicino realizó del Infierno de la Divina Comedia, publicada por la editorial Gog y Magog. Se ofrece aquí traducida por Cristina Sardoy y originalmente publicada en Ñ el 21 de febrero pasado.

El infierno tan temido

"Traduttore, Traditore” reza el proverbio italiano lleno de gran sabiduría y verdad. Siempre nos preguntamos si es posible traducir la poesía de un idioma a otro sin perder buena parte del valor poético del original. Si lo específico de la poesía consiste en el lenguaje poético y no en el contenido, en la “disimilitud lingüística” que lo diferencia de la “lengua de la tribu”, podríamos entonces afirmar que cada traducción, por comprometida y seria que sea, será una operación cultural de valor como mucho didáctico, práctico, útil, pero muy difícilmente bello, “literatura y no poesía”, recordando a Croce. ¿Cuántos de nosotros, sin embargo, hemos podido acercarnos a las grandes obras maestras de la literatura europea sólo a través de la traducción? En mi adolescencia, ignorante todavía de la importancia del conocimiento de las lenguas modernas y amante sólo de las antiguas, pude aproximarme a las obras de Shakespeare, de Cervantes o Goethe únicamente gracias a buenas traducciones al italiano. El sabor que me dejaban aquellas traducciones en la boca era la percepción de la grandeza y al mismo tiempo el deseo de conocer con qué palabras reales el poeta o el escritor habrían expresado esa riqueza de imágenes, esos personajes tan vivos. Desde entonces, comprendí la verdadera importancia de una traducción, de la capacidad de suscitar el deseo de conocer el original y de descubrirlo.

Siempre me he preguntado si lo que acabo de expresar más arriba también era aplicable a Dante, es decir a la Divina Comedia. En todas las oportunidades que se intentó trasladar esa obra maestra a otro lenguaje, pienso en el cine, por ejemplo, el resultado fue lastimoso. Intenté leer algunas traducciones de la misma obra a otro idioma y mi juicio no fue muy distinto. La polisemia del lenguaje dantesco, su “multilingüismo” como lo definió Gianfranco Contini, las referencias constantes y fecundas a la historia de Italia y Europa en la Edad Media, con su filosofía, su ciencia, sus debates y contrastes, constituyen obstáculos difíciles de superar para quien se empeñe en proponer una traducción a un público tan lejano, no sólo desde el punto de vista lingüístico, sino del cultural en general. ¿Sólo queda entonces la renuncia? Hay que evitar, creo, “sacralizar” excesivamente la Comedia que Dante mismo definió como Divina. Un mensaje tan empapado de sentimientos humanos, tan denso de pasiones, desde las más vergonzosas a las más sublimes, el poeta sin duda habría querido que fuera comprendido por todos. El mismo poeta florentino que nos advierte que su obra podrá ser leída e interpretada en múltiples niveles (¿un anticipo del posmodernismo literario?), no desdeña que el lector ingenuo, sin la sofisticación de estudios filológicos e históricos, pueda disfrutar su poesía. Si el “divin poeta” eligió el “vulgar” antes que el latín para la obra que él mismo consideró más importante, suscitando las amargas críticas de los hombres de letras académicos de su tiempo, no se debió sólo a que entendía su alcance expresivo y su futuro desarrollo como lengua nacional de los poetas, sino porque aspiraba a un vasto público de no “literatos”, inteligentes y curiosos, las nuevas generaciones del poder económico y político que estaban madurando, un público al cual estaba vedado el “pan blanco” de la cultura latina, pero que podía comer del “pan negro” de la vulgar, como lo expresa el propio Dante en su Banquete. Si el propio poeta se aventura en un largo fragmento poético en lengua provenzal, en el “Purgatorio”, casi parece autorizarnos a trasladar su poesía a otro lenguaje moderno.

Aspectos de la sensibilidad poética
Cuando llegó a mis manos la traducción del “Infierno” de Jorge Aulicino, pese a conocer la seriedad y la sensibilidad del autor, espontáneamente y con mucho prejuicio pensé en otro intento seguramente fallido. Sin embargo, enseguida me impactaron dos cosas: el texto original en la página opuesta y los dibujos de Carlos Alonso. Me venció la curiosidad, empecé a leer casi con los ojos disociados, uno en la traducción y el otro en el original y a descubrir una afinidad sorprendente, una capacidad para representar las imágenes, los sentimientos, con una intensidad y una fidelidad que me asombraban. Las expresiones populares, de la jerga del lenguaje argentino a las que recurre Aulicino, eran a menudo el “calco” de las expresiones dantescas similares, cuando no encontraba incluso, para mi gran sorpresa, las mismas palabras. Entonces pensé que sólo un poeta puede traducir a otro poeta, no es cuestión de conocer las palabras o de interpretar el pensamiento del autor, hace falta algo más, una “sensibilidad”, una “empatía”, una correspondencia profunda que sólo los artistas pueden poseer. Me vino a la mente de manera espontánea la operación que llevó a cabo [Salvatore] Quasimodo en la traducción de los grandes líricos griegos. El poeta siciliano no venía de una tradición y una preparación cultural clásica, era autodidacta, pero su traducción sin embargo era poesía pura, en sus palabras de poeta italiano se sentía la resonancia de las palabras de Alceo, de Safo y de tantos otros líricos. Lo mismo sentí leyendo la poesía de Aulicino; era Dante hablando otra lengua que seguramente nunca habría despreciado.

Acostumbrado a explicar la Divina Comedia a los alumnos y a considerar todos los aspectos culturales a los que hace referencia, extrañé el aparato histórico-crítico que comúnmente acompaña el texto original y las notas al final de cada canto me parecieron pobres de contenido explicativo. No obstante, me di cuenta de que eso era un condicionamiento académico mío, una limitación mía, como si la verdadera poesía se apreciara sólo a través de la comprensión de todas las referencias a las que alude y no tuviese fuerza suficiente como para autoafirmarse con toda su perentoriedad. La traducción de Aulicino acompañada por los dibujos expresionistas de Alonso cumple perfectamente su función de acercar el público de cualquier nivel a la obra de Dante y dar una eficaz clave de su lectura.