jueves, 3 de marzo de 2011

Al homenaje a Ezra Pound realizado desde la Argentina por Ediciones En Danza se suma ahora un homenaje chileno


La noticia, aparecida el jueves 27 de enero de este año en La Tercera, de Chile, con firma de Marcela Fuentealba, da cuenta de la publicación Antología de Ezra Pound. Homenaje desde Chile, un volumen de la Editorial Universitaria, con edición a cargo de Armando Uribe Arce y Armando Roa Vial, donde se recoge una selección de textos de Ezra Pound, así como numerosos textos sobre el autor de los Cantos, debidos a Ludwig Zeller, Gonzalo Rojas, Ignacio Valente, José Miguel Ibáñez Langlois, Raúl Zurita, Luis Sánchez Latorre, José Donoso (en la foto, con el maestro), Miguel Serrano y Diego Alfaro Palma, así como una selección de cartas de Pound a Gabriela Mistral.

Pound, maestro de la poesía chilena

Vicente Huidobro comentaba, en 1931, que un poeta inglés joven llamado Ezra Pound iba a traducir su poema Horizon Carré. Lo cierto es que no era tan joven (46 años), había nacido en EEUU (aunque se consideraba heredero de Europa) y nunca tradujo al creacionista. Hacía más de una década que planteaba su espíritu renovador en el movimiento imaginista, que luego generaría lo que se llamó "la revolución de Pound", con poemas como En una estación de metro: "Estas caras que aparecen entremedio; / pétalos en ramaje negro y húmedo".

Pound estaba cerca de convertirse en uno de los poetas más importantes del siglo y en una figura política trágica: obsesionado contra la usura y el poder del dinero, y también contra el totalitarismo de la Unión Soviética, apoyó al fascismo italiano y con el fin de la II Guerra su postura vociferante le valió ser enjaulado y luego encerrado en un hospital siquiátrico más que 15 años. De esos tiempos de confinamiento, 1951, vienen dos cartas a Gabriela Mistral, en las que habla de la necesidad de "luchar en contra de la falsificación de la historia y de las falsificaciones de las noticias del momento". De la respuesta de Mistral, no hay noticia.
Armando Uribe lo lee en Roma en 1958 y queda extasiado; José Donoso lo entrevista en el norte de Italia en 1961 y lo describe con pasión: "Un rostro fino y fuerte a la vez, estático, con toda la vida concentrada en los ojos increíbles: azul verdoso muy claros, mucho rato apagados, pero que de pronto se encendían con una extraordinaria intensidad de vida, que luego volvía a apagarse. De pronto me preguntó de dónde era y al responderle que de Chile, me dijo que el español era un bellísimo idioma". Pound, hombre de saberes enormes, había redescubierto a los trovadores provenzales y se sabía el Siglo de Oro español entero. Le dijo a Donoso: "No creo que hoy se pueda escribir poesía sin una gran cultura. Cultura en todos los campos: política, matemática, economía, sí, sobre todo economía. Lo que la gente llama poético no es más que un hábito mental que nos ha llegado del romanticismo. Tenemos que llegar de nuevo a un clasicismo, esa etapa en que el idioma mismo, la forma, lleva en sí toda una carga de conocimiento".

Todas estas valiosas informaciones, además de las traducciones de Uribe de poemas claves, como Homenaje a Sextus Propertius (también traducida por Ronsald Kay y editada en Chile por La Calabaza del Diablo), junto a algunos de los enormes Cantos y poemas inéditos, escritos entre 1914 y 1917, constan en esta concisa antología editada por Universitaria, que se subtitula Homenaje desde Chile. También cuenta con una selección de aforismos traducidos por Armando Roa e incluye textos y poemas de autores chilenos, como el célebre No le copien a Pound, de Gonzalo Rojas. Se agregan las críticas de Ignacio Valente, que lo sitúan en las antípodas de Neruda; el testimonio místico de Miguel Serrano tras irlo a ver el mismo año en que murió, en 1972, además de crónicas de Raúl Zurita y Luis Sánchez Latorre, y un epílogo que da cuenta de la relación Pound-Chile a cargo de Diego Alfaro, entre otros escritos.

La herencia de Pound, sugiere Alfaro, es visible en la poesía nacional desde Huidobro y Parra, en Enrique Lihn y Juan Luis Martínez. Lo cierto es que sus postulados poéticos son claves y transparentes: la tradición entendida como "una belleza que necesita ser conservada" y no como "un conjunto de cadenas para atarnos"; crear una poesía en diálogo con todas las artes y con todos los tiempos, con todos los procesos sociales e históricos; una palabra poderosa que debe hacerse nueva, porque el lenguaje, "a despecho de todas las academias, ha sido siempre algo vivo, inclusivo y no excluyente", y puede hablar, en el poema, "del carácter esencial de la emoción propiciadora o generadora de las palabras". Estas líneas impulsaron a la poesía contemporánea en un viaje lejos de los sentimientos íntimos de trascendencia para pegarla intensamente a la vida, incluyendo el horror ante la corrupción de estos tiempos. En ese germen situamos lo más vigoroso de la poesía chilena, y no olvidar a Pound como uno de sus benefactores cercanos.

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