La siguiente columna de Fernando Serrano Migallón –profesor de Ciencias políticas y
Derecho consitucional y reconocido especialista en Derechos
humanos– fue publicada en el diario Excelsior, de México, el 21 de marzo
pasado, tres días después de que se festejaran los 80 años del escritor y traductor mexicano Sergio Pitol.
Sergio Pitol
Se dice tanto de las
traducciones; desde el antiquísimo “tradutore traditore”, hasta el famoso “la
traducción es como la mujer, si bella no es fiel y si fiel no es bella”, que
además de su carga machista conoce más de un autor atribuido; sin embargo, poco
se dice de la tarea de divulgación que representa el trabajo de quienes vierten
a otras lenguas la obra de otros; en nuestro país y en nuestro ámbito, esa
tarea tiene nombre y apellido, se llama Sergio Pitol.
Sergio Pitol, miembro de la
legendaria generación de Medio Siglo de la Facultad de Derecho, es uno de los protagonistas
de la vida cultural del México contemporáneo, creador, él mismo traducido a más
de quince lenguas, ha sido el responsable de traer al ámbito de los lectores
mexicanos la obra de autores como Henry James, Lu Hsun, Jane Austen, Joseph
Conrad, Robert Graves, Witold Gombrowicz y Tibor Déry; por sí mismo es una
biblioteca y una Babel viviente, universitario comprometido y siempre mexicano
de todos los rincones de la
Tierra.
Pitol encarna una de las más
importantes tradiciones culturales de la mexicanidad, la curiosidad por el
mundo y la apertura al cosmopolitismo, agregado cultural en París, consejero
cultural en Varsovia, Budapest y Moscú, embajador en Checoslovaquia, Sergio
Pitol se ha ido convirtiendo en una especie de botella lanzada al mar del
mundo, con su mensaje en el interior, el mensaje de amistad, cultura y diálogo
que es parte de la forma mexicana de ver el mundo.
Proteico y diverso, lo mismo es
diplomático que cuentista, lo mismo ensayista que traductor y lo mismo editor
que novelista, pero siempre creador de obra y siempre puente entre culturas y
expresiones. Acontece con Sergio Pitol lo mismo que con los personajes de la
antigua picaresca mexicana del siglo XIX, que salen al mundo, “con su bastón y
su hato”, como decía Alfonso Reyes, por la curiosidad de ver el mundo y se
quedan allá, en ese mundo lejano de las fronteras, construyendo la patria a su
alrededor, para volver al fin, luego de muchas décadas diseminando el tesoro
que lograron acumular en saber, sensibilidad y experiencia por todos esos años.
Hace poco Sergio Pitol cumplió
sus 80 años; la antigua generación del Medio Siglo ha entrado ya en la edad de
la cosecha, de ver cómo el México que anticiparon se cumplió o casi llegó a ser
lo que pensaron, abierto y democrático; fueron ellos, desde sus salones en la Facultad de Derecho,
desde su revista estudiantil que asombraba por su contenido y su realización,
desde en fin, sus sueños de futuros intelectuales. Es verdad que entre su sueño
y la realidad quedó un espacio muy grande, pero también lo es y acaso sea una
verdad más profunda, que sin aquéllos, “los de entonces”, en palabras de
Neruda, sin sus sueños y sin su conquista de las palabras, este México nuestro
de hoy estaría aún más lejos del que todos deseamos.
Celebramos con gusto los 80 años
de Sergio Pitol; lo celebramos con el agrado de contemplar una larga y fecunda
vida, con la alegría con que se festeja la vida y sus productos, en este caso:
cultura, conocimiento y amistad. ¡Felicidades, don Sergio!
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