Escritores argentinos que corren durante la Maratón de París en busca de editoriales que quieran publicarlos. A la derecha, el Sena. |
La bajada de la nota dice: “Autores contemporáneos
desembarcan en el mercado galo. Desde Guillermo Martínez a Leandro Avalos Blacha,
pasando por Selva Almada: los franceses los eligen”. Sin firma, apareció en Ñ digital, el jueves 18 de abril pasado.
Si bien la información es pobre y poco agrega a lo que ya se sabe de los
argentinos en el mercado francés, el artículo tiene el mérito de actualizar
algunos nombres.
Muchos (libros) argentinos en París
Juan José Saer abandona su
Serodino natal, en Santa Fe, y se va a vivir, y a morir, en las cercanías de la
estación Montparnasse. Julio Cortázar escapando del peronismo se refugia en
París, donde ambienta parte de su novela más importante: Rayuela.
La lista podría seguir. Sin
embargo, alcanza para graficar la relación, desde siempre, que guarda Francia
en el imaginario de los escritores argentinos.
En el último tiempo, esta
relación literaria se hizo más intensa y fluida debido a la creciente cantidad
de autores que han sido traducidos al francés. Guillermo Martínez, que publicó Crímenes imperceptibles (Mathématique du crime), La muerte lenta de Luciana B. (La mort lente de Luciana B.) y Acerca de Roderer (La vérité sur Gustavo Roderer), y están
por publicar Yo también tuve una
novia bisexual, todas en Robert Laffont, en el sello Nil, dice: “Es una
gran alegría la posibilidad de cruzar fronteras y encontrar otros lectores.
Cada país, además, lee a su manera, con sus propias claves”. Por su parte, Leo
Oyola, de los jóvenes el escritor que tuvo el reconocimiento más deseado:
público y crítica, dice: “He tenido un gran traductor, Olivier Hamilton, y
mucha suerte con las dos que ya se publicaron, Chamamé y Gólgota.
Han tenido críticas buenas”. Diego Paszkowski, que este año vio llevada a la
pantalla su novela Tesis sobre un
homicidio, cuenta: “Saldrá en octubre por la editorial La dernière goutte y
eso me pone muy contento, en especial porque en mi libro hay un personaje
francés y algunas escenas en París”.
¿Qué valores encuentra Francia en
la literatura argentina? Para Christophe Sedierta, editor de La dernière
goutte: “La literatura argentina contemporánea es una literatura que contiene
una energía increíble, una visión aguda de las cosas. Estos autores tienen una
manera de explorar un pasado trágico y de hablar del presente, de las
relaciones, humanas, políticas y sociales que son todo menos aseptizadas. Hay
una exuberancia, una poesía, una libertad en la escritura, un humor y un
sentido de la metáfora, excepcionales. No tienen miedo de enfrentar el tema de
la monstruosidad latente en el ser humano, o el de la disfunción social,
política y familiar. Además, saben cómo contar historias que sirven a una
finalidad”. Por su parte, Irene Meyer, una argentina radicada en Francia y que
trabaja como asesora y “descubridora” de argentinos para editoriales francesas,
cuenta: “Lo que me interesa es la manera tan de nuestro país que tienen
nuestros jóvenes autores de considerar el mundo y de escribir: con muchísima
fuerza y se involucran totalmente en lo que hacen. Los estilos pueden ser muy
diversos pero siempre hay una gran calidad. Algo que hace que me venga “el
hambre” de leerlos”.
Entre los jóvenes que ya
publicaron está Leandro Avalos Blacha, quien sacó su primera novela Berazachussetts: “Sentí mucha sorpresa y
alegría. El libro fue bien recibido: fue candidato en premios de ciencia
ficción, este año la edita el sello Folio de Gallimard, y en unos meses
publican mi otro libro, Medianera, por
Asphalte éditions”. Además, Martín Felipe Castagnet, que con su primera
novela Los cuerpos del verano fue
ganador en el 2012 del Premio a la Joven Literatura Latinoamericana otorgado por
Francia a través de la Casa
de Escritores Extranjeros y Traductores, cuenta: “Es la tierra de mis antepasados,
junto con Irlanda, por lo que para mí siempre tuvo un valor extra. Fue como
haber pasado de una rama al tronco genealógico, con la posibilidad de probar el
idioma francés: una fruta rica en la boca, con muchas semillas para escupir”.
Para lo que resta del año dos
mujeres van a ver sus primeras novelas traducidas al francés. Una es Selva
Almada con El viento que arrasa,
elegida mejor novela del 2012 por revista Ñ
y Eterna Cadencia, no cuenta sobre esta experiencia: “Creo que para todo
escritor ser traducido es todo un evento. Y que la primera traducción que se
haga de la novela sea al francés, también me pone muy contenta: es un idioma
que estudié desde chica y por muchos años y que siempre me encantó”. La otra
joven escritora es Natalia Moret, quien va a publicar Un publicista en apuros: “Que traduzcan la novela me parece algo
espectacular. Cuando la escribí no sabía ni siquiera si alguien iba a querer
publicarla, y ver que interesa afuera es muy halagador”.
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