La presente columna de Javier
Marías fue publicada por el diario El
País, de Madrid, el domingo 26 de mayo pasado. Habla de esa estupidez
inventada por funcionarios trasnochados que insisten en llamar “Marca España”,
cuyo principal efecto es convertir a los españoles en hazmerreír de todo el
planeta. Marías lo sabe y reacciona en consecuencia. Con él nos preguntamos, ¿por qué no se meterán la "Marca España" en el culo?
A través de Yolanda Cortés, encargada de prensa de la Editorial Alfaguara ,
me llega una aparente petición (luego se verá que no lo es tanto) cuyo remite
tiene el pomposo y ridículo nombre de “Alto Comisionado para la Marca España ”. Ya la
mera idea de considerar España una “marca” (como también se hace con Cataluña,
Andalucía y demás) habla del carácter venal y propagandístico de ese “ente”,
auspiciado por el actual Gobierno, dependiente del Ministerio de Asuntos
Exteriores y amparado al parecer por la Corona. A su frente está Carlos Espinosa de los
Monteros, que ha sido Presidente, “entre otras compañías”, de Iberia,
Mercedes-Benz, Daimler-Chrysler y González-Byass, para que no quepa duda de
cuáles son los propósitos (más bien quiméricos, como comentaré el próximo
domingo) de dicha Marca.
Este Alto Comisionado ni siquiera
sabe cómo tratar a las personas en su petición, relacionada con un inminente
acto de presentación de la Marca
en el Parlamento Europeo en Bruselas, en el que se mostrará un vídeo al final
del cual “habrá una parte dedicada a aquellos ‘rostros que nos representan allá
donde vayan”. Así que están contactando “con gente destacada de varios
sectores”. “La imagen”, dicen, “se proyectaría junto con el nombre y el oficio
durante un breve periodo de unos tres segundos (dependerá de cómo encaje
todo)”, para lo que piden la autorización de los elegidos.
Ya es
bastante preocupante, e incluso amenazante, descubrir que uno, sin comerlo ni
beberlo, y según este Alto, “representa” a algo más que a uno mismo “allá donde
vaya”. Es decir, no tiene escapatoria. Si uno es español de nacimiento y
pasaporte (cosa accidental en gran medida), y ha hecho alguna cosa “destacada”
en su “oficio”, está representando a España le guste o no, tenga la opinión que
tenga de este país y de sus Gobiernos, y haya o no intentado, a lo largo de su
vida, apartarse y luchar contra lo que se ha considerado más típica o
genuinamente español. En mi caso particular, durante al menos treinta y cinco
de los cuarenta y dos años que llevo publicando, gran parte de los críticos,
colegas, funcionarios literarios y prensa poco menos que me negaron la nacionalidad,
pese a haber escrito siempre en español. “Es un inglés que se traduce a sí
mismo, y su castellano está lleno de extranjerismos e incorrecciones”, vendría
a ser, en resumen, el veredicto que recibí de muchos durante mucho tiempo.
Ahora resulta, sin embargo, que “represento” a España –santo cielo– “allá donde
vaya”. Da lo mismo si viajo a un país u otro o si me quedo aquí sin moverme: en
la frente llevo un cartel que no pone mi nombre –lo único de lo cual respondo y
que “represento”, otra aspiración me parecería megalómana–, sino “Marca
España”. Lo que me vienen a comunicar es esto: “Usted es español y se lo conoce
algo por ahí fuera, así que se jode”.
Pero ya he dicho que la petición no
es tal del todo. Me imagino que esa autorización para el uso de la imagen y el
nombre se la habrán solicitado a muchísimas personas más famosas y notables que
yo, y que lo habrán hecho en parecidos términos: “Este vídeo”, sigue la carta,
“va a utilizarse también como vídeo promocional de la Marca España , así que
se pretende tenga una gran proyección nacional e internacional. Si estuviera
interesado en aparecer le agradecería” la mencionada autorización, “y si
quisiera podría enviarnos también alguna imagen o vídeo suyo”. No sé si se dan
cuenta, pero de pronto la petición se ha convertido sibilinamente en un favor
que el Alto le va a hacer a uno. “Si estuviera interesado en aparecer”, se
permiten añadir de repente, como si la iniciativa no partiera de ellos. No “Si
tuviera a bien aparecer” ni “Si aceptara …” ni “Si no tuviera inconveniente en
…”, nada de eso. Bueno, pase que a mí me tomen por un piernas, probablemente lo
sea. Pero supongo que habrán recibido una carta similar celebridades como
Nadal, Montserrat Caballé, Savater, Fernando Alonso, Casillas, Penélope Cruz,
Adrià, Plácido Domingo, Pérez-Reverte, Almodóvar, los Gasol, Barceló, Amancio
Ortega, Banderas, Mendoza, Alejandro Sanz, Ruiz Zafón, Iniesta o Bardem. El
Alto debe de creer, por lo visto, que todas estas personalidades enloquecerán
(iba a escribir “perderán el culo”, pero es algo grosero) por que su rostro y
su nombre aparezcan durante tres segundos –con suerte– en una promoción de la Marca España. Será
que andan necesitadas de “proyección nacional e internacional”, y ese vídeo va
a proporcionársela.
El domingo que viene contaré cuál
fue mi respuesta, y también en qué consiste hoy la Marca España , en mi
opinión propia de un piernas. Pero les adelantaré ahora una escena reveladora y
reciente, que jamás había contemplado en mi ciudad, ni siquiera en los años
cincuenta en que nací. La
Marca España , entre otras cosas, son las RATAS que ya he
visto varias noches correteando como conejos por entre las mesas de las
terrazas de la Plaza Mayor
de Madrid, una de las más turísticas y emblemáticas del país (como para
sentarse a esas mesas). El Madrid deteriorado de la alcaldesa Botella de Aznar.
El Madrid controlado por el PP desde hace más de veinte años. Peligrosas,
insalubres, transmisoras de enfermedades, campando a sus anchas en pleno centro
de la capital del Reino. Esa es una de las imágenes actuales que debería meter
en su vídeo ese Alto Comisionado.
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