lunes, 9 de julio de 2018

Ventas de libros argentinos: más de lo mismo, que no es novedad

El 14 de junio pasado, el diario La Nación, de Buenos Aires, publicó el siguiente artículo de Daniel Gigena, donde se habla de El libro blanco de la industria editorial argentina de la Cámara Argentina de Publicaciones y sus cifras más recientes, a tono con la situación general del país.

El libro blanco de la industria editorial
arroja números en rojo

Por cuarto año consecutivo, la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) dio a conocer una nueva edición de El libro blanco de la industria editorial argentinaque se puede consultar en la página web de esa institución fundada en 1970. La CAP agrupa a editores, exportadores, importadores y distribuidores que representan aproximadamente el 70% por ciento del mercado editorial local. En el informe, que describe el comportamiento de la industria editorial en 2017, la mayoría de los indicadores están en rojo. En esto coincide casi por completo con el informe anual de la Cámara Argentina del Libro. Sin embargo, la CAP provee un detalle de ventas en las 1190 librerías relevadas, distribuidas en todo el territorio nacional. "En 2017 no hubo rebote ni recuperación y se registró un 5% de caída en las ventas, que profundiza la que hubo en 2016", revela el licenciado Fernando Zambra, cuya consultora especializada en estadísticas (Promage) asiste a la CAP.

El libro blanco se divide en dos partes. Por un lado, describe la realidad de la oferta de libros en 2017 (la producción nacional y las importaciones), y por otro, la demanda (ventas en el mercado y al sector público y las exportaciones). En ambos frentes, la situación sigue siendo preocupante, con caídas en producción, exportación y ventas, y un aumento en la importación. Sobre este último punto, se destaca que las importaciones industriales de libros obedecen a cuestiones económicas coyunturales. "En 2017 hubo menos que en 2016, y con un dólar en alza, se estima que este año habrá menos aún", señalan desde la CAP. El porcentaje de aumento en materia de importaciones se explica porque los libros se importan por posiciones arancelarias que incluyen productos que no son libros, como los fascículos coleccionables. Si bien la importación de libros cayó un 10% respecto de 2016, la de fascículos aumentó un 70%. "Es un producto editorial paralelo, que no afecta la compra de libros y oxigena las ventas en quioscos de diarios y revistas", dice Zambra. Sin la venta de esos productos, muchos quioscos no podrían subsistir.

El libro argentino se exporta muy poco y los grandes destinos comerciales, como México y España, no son el fuerte de las editoriales locales. Representantes de la CAP sugieren que la iniciativa privada debe ser apoyada por el Estado con estrategias impulsadas por los ministerios de Cultura, Educación, Economía y Relaciones Exteriores. Un dato positivo del informe es el aumento en la cantidad de editoriales emergentes, aquellas con más de cinco años en el mercado y que publican menos de cinco títulos anuales. En 2017 se contabilizaron 151 y aportaron el 3% de la producción total de libros. Hay 129 editoriales de autor y 89 editoriales universitarias. "La Argentina sigue siendo el país con mayor hábito de lectura de toda el área del idioma castellano, y cuenta con una población joven y lectora, que ha generado los mayores éxitos editoriales de los últimos años", sostiene el informe.

Otro aspecto preocupante para editores, distribuidores y libreros es que el promedio de dinero que se gasta por ejemplar en librerías sigue siendo el mismo que en 2016: $360. Para aumentar la rentabilidad, debería crecer el volumen de ventas o bajar el nivel de los gastos. Ninguna de las dos cosas ocurre actualmente. Según Zambra, la industria editorial argentina enfrenta desafíos de producción, comercialización y edición. "Se producen y se importan más libros de los que se venden".



No hay comentarios:

Publicar un comentario