Vida de los
libros
Ahora algunos libros llevan el precio impreso en la
contracubierta, pero si lo llevan en etiqueta me gusta conservarla un pelín
escondida. La despego y la vuelvo a pegar en la guarda. De vez en cuando algún
precio me salta a la vista porque suelo escribir cosas en la última página si
la editorial ha tenido el buen gusto y el presupuesto suficiente para dejar
unas páginas de cortesía en blanco a la disposición del lector. Cada vez sucede
menos, las editoriales apuran al máximo el papel. Estos días he consultado un
libro de hace diecisiete años, de septiembre de 2011. Es un ensayo de crítica
cultural en versión original catalana, de unas 300 páginas. La etiqueta lleva
el precio en euros y también pesetas, todavía: € 20.13, 3.349 pesetas. Si fuera
novedad hoy, no sería mucho más caro. A menudo se oyen quejas de que el libro
lo es, pero diría que es el producto que menos ha subido en lo que llevamos de
siglo, o uno de los que menos. Se encareció con el paso al euro, pero luego no.
El precio en concreto de ese libro es extraño, esos
trece céntimos de pico son infrecuentes. Pero no es esa rareza lo que más
sorprende. ¿Por qué tantas personas dicen a menudo que los libros son caros?
¿Porque no compran ni leen? Por si acaso, pregunto en la veterana Laie. El
librero se extraña cuando le hablo de un título de hace casi veinte años, es
consciente de que en los últimos tiempos los libros mantienen el precio pero no
había pensado que llevemos ya casi dos décadas así, y que dure. Hablamos del libro
de precio único en todas las librerías, no del libro de texto de precio
liberalizado que tanto daño ha hecho a las librerías pequeñas y de barrio. El
IVA de los libros es además reducido, un 4%, la desgraciada subida no le afectó
y es uno de los más bajos en Europa. Busco en la web el volumen en cuestión,
que ya está agotado (un libro de 2001, ¡cómo no va a estar descatalogado!) y el
precio que consta es de 20.50 €. Sí que habría subido un poquito si lo hubiera
podido comprar ahora, pero vaya. Lo que sí hay ahora son muchos libros
pequeñitos a precios reducidos.
A pesar de eso vender libros
es un negocio difícil, que exige pasión. Las editoriales y las librerías
literarias y de pensamiento deben trabajar muchísimo. Un libro se lo juega todo
en dos meses, si quiere tener una vida más larga en librería. En los últimos
diez años han surgido un buen número de editoriales independientes, en paralelo
a un sector editorial que ha engullido algunas de las editoriales
independientes clásicas de los sesenta y setenta. Las que subsisten, ya sea
Quaderns Crema/Acantilado o Anagrama, han debido tomar igualmente grandes
decisiones: la primera, potenciando más la edición en español; la segunda,
sumándose a un conglomerado editorial italiano para evitar el hispánico y a la
vez publicando en catalán. Han surgido asimismo bastantes editoras pequeñas. No
agoto aquí el tema, pues quiero hablar de las librerías y cómo les cuesta, y
logran, vender libros. También se han cerrado muchas y otras, jóvenes, han
abierto. Son un milagro.
Librería Calders |
Hablando de Barcelona, que es
lo que conozco, no hay día sin varias presentaciones de libros y encuentros
literarios o simplemente culturales que movilizan también autores y títulos. Ya
sea en librerías cooperativas dedicadas en profundidad al ensayo radical y
protestario, como La Caníbal, el Espacio Contrabandos, la Ciutat Invisible, y
tantas otras. La Calders, NoLlegiu, la Memòria, la Inexplicable, Atzavara… son
también nuevas ágoras de mucha actividad, a menudo narrativa y poética pero
también de pensamiento. La sentencia de la Manada ha reunido muchas voces en
varias de ellas, para leer en voz alta su redactado y el del voto particular
que pedía la absolución.
Su horario es extenso, algunas
abren incluso los domingos. Celebran seminarios, cursos, debates. Las más
veteranas y consolidadas de la ciudad tienen verdaderos planes d’estudio
alternativos a universidades y escuelas. Hacen venir ganas de estar en contacto
con los libros, que nos entren por los ojos y por los oídos, que compremos en
definitiva. Porque si no, no hay manera.
Lo precioso es que, al igual
que los cada vez más numerosos clubs de lectura en todo tipo de librerías y
bibliotecas, el asunto funciona. Mal que bien, funciona. Los lectores se
encuentran unos a otros y trazan vías de relación y conocimiento. No, los
libros no son caros. Un montón de autores, editores y libreros curran de lo
lindo para hacerlos visibles, no solo por escribirlos, editarlos y venderlos.
Los hacen vivir en las librerías.
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