viernes, 30 de abril de 2021

Una encuesta sobre género y traducción (9)

Noveno día de la encuesta sobre género y traducción.

Francisco Segovia
(traductor mexicano residente en Ciudad de México, México)

1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?

–La idea de que es preferible que sea una mujer, y no un hombre, quien traduzca a otra mujer es muy atractiva, pero tiene sus asegunes. De entrada, porque recuerda aquella vieja frase marxista que decía que un proletario francés se entiende mejor con un proletario ruso que con un francés de la burguesía. Eso quiere decir que los proletarios se entienden entre sí a pesar de sus lenguas, o más allá de ellas. Se entienden porque comparten la experiencia de una misma condición social —y, como es de esperar en una idea marxista, va de suyo que la clase social es una determinación mucho más pesada e importante que la lengua. A un traductor le cuesta tragarse este chocolate porque, descontando de este modo la lengua (lo expresado en una lengua) y homologando la experiencia vital, ¿qué queda por traducir? Si los dos proletarios se entienden más allá de las palabras, entonces no hay palabras que deban traducirse. La traducción sólo tendría sentido si un proletario tuviera que comunicarse con un burgués, cuya experiencia es distinta de la suya… Pero, ¿puede traducirse una experiencia ajena? Creo que un traductor interpreta palabras en el mismo sentido en que un psicoanalista interpreta sueños; es decir, aceptando que no trata nunca directamente con la experiencia, sino sólo con el relato de la experiencia, cosa que la frase marxista escamotea, si no es que la deja de plano en el olvido. Después de todo, no se traduce de una lengua a esa misma lengua, sino de una lengua a otra; es lo ajeno, no lo propio, lo que requiere traducción… Por otra parte, las lenguas son diferentes y se clasifican según criterios claros y objetivos. No puede decirse lo mismo de las sensibilidades. ¿De veras hay una sensibilidad femenina? No ha de faltar quien lo afirme, pero tampoco quien alegue que eso de la sensibilidad femenina es una construcción machista… No sé… Me parece obvio que un traductor debe tener claro desde dónde habla quien habla en el texto que traduce, pero eso no significa que ser ciego sea una ventaja a la hora de traducir a Homero, ni que sea preferible traducir a Rimbaud antes de cumplir los veinte…


Matías Battistón
(traductor argentino residente en Buenos Aires, Argentina)

1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
–Si el género atraviesa la vida, parece inevitable que atraviese la escritura, y si atraviesa la escritura, parece inevitable que atraviese la traducción también, ¿no?

2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
–No creo que se pueda señalar ningún rasgo que determine a priori que cierto texto fue escrito necesariamente por alguien de cierto género (ningún texto está a salvo de que se revele que en realidad lo escribió otra persona, para empezar). Sí podrían citarse, como características no vinculantes, por así decirlo, contenidos de orden experiencial o físico, por ejemplo, o incluso, si se quiere, atributos más bien esotéricos (voz, respiración, textura, "un aire"), o incluso pistas paratextuales (básicamente, quién firma). Me parece que todo eso junto forma parte de los mil y un factores que pueden llevarnos a sentir una predisposición o una capacidad mayor o menor a la hora de traducir determinado material. Por otro lado, las traducciones no solo se hacen: también, en teoría, se van a leer, y eso abre la puerta a otras consideraciones. Si sorpresivamente se encontrara una traducción inédita de un libro de Hélène Cixous firmada por Cacho Castaña, aunque la traducción en sí demostrara ser a todas luces impecable, no descarto que la crítica o el público podrían recibirla de antemano con algo de recelo. Lo mismo (para poner ahora un ejemplo donde no medie el género) si un nuevo manifiesto vegetariano de Jonathan Safran Foer lo tradujera Alberto Samid: sería difícil no leer el resultado desde la sospecha, por no decir la perplejidad, aunque la misma traducción con otra firma, supongamos, no despertara la menor alarma. La recepción tiene reglas que la producción a veces pasa por alto. Lo que no implica que esos cruces a primera vista discutibles a veces no puedan dar, por eso mismo, resultados tanto o más interesantes. Sencillamente, están más expuestos a varios cuestionamientos, que sería largo enumerar.

3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–No, pero el fracaso siempre está a la vuelta de la esquina.


Yolanda Morató
(traductora española, residente en Sevilla)

1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
–Lo que hay es una “sensibilidad” en mayor o menor grado entre quienes nos dedicamos a traducir. Es decir, la persona que traduce tiene la opción de olvidarse de sí para reflejar la sensibilidad de las voces del texto. Hay traducciones que no lo hacen, por lo que las mujeres de cierta época hablan de una manera más cercana a la imagen que el traductor tiene de ellas que a lo que manifiesta el texto en su lengua original. Como digo, es algo que depende de la sensibilidad de la persona que lleva a cabo la tarea, por lo que nunca conviene generalizar por sexos, épocas o colectivos.

2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
–Se da en ambos sentidos. Recuerdo a una revisora que me cambió el fragmento “eran soldados que volvían del frente” por “eran personas que volvían del frente”, porque le parecía más inclusivo (aunque destrozaba el dramatismo y el contexto de toda la página). O una traducción en la que F. Scott Fitzgerald le decía a Zelda Fitzgerald que fueran a ver “unas pelis”, una opción que no imagino en un hombre estadounidense de los años veinte del siglo pasado. Para mí el asunto reside en la coherencia de las voces que presenta el texto.

3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–La traducción siempre es un reto e implica duros trabajos de ventriloquia, pero nunca he dicho que no a un encargo por esta circunstancia.


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