lunes, 9 de mayo de 2022

Una versión argentina de "Macunaíma", traducida por Julieta Benedetto

La noticia de una edición local de Macunaíma, el héroe sin ningún carácter, del escritor brasileño Mário de Andrade debería ocupar mucho espacio en los diarios argentinos, tal es la importancia de la obra. Supongamos que, por el momento, los periodistas culturales están distraídos ocupándose de las novedades de Planeta y Penguin Random House y que no tuvieron tiempo para comentar esta maravilla, magníficamente traducía por Julieta Benedetto (foto), para la editorial Mansalva. Por esa razón, y a modo de modestísima reparación, conversamos con ella sobre su trabajo, lo cual puede leerse a continuación.

 "Reir y pensar al mismo tiempo"

–¿Cómo te enteraste de la  existencia de Mário de Andrade? ¿Qué te interesó de él para querer traducirlo?

–Mi primer contacto con la obra de Mário de Andrade fue en 2018, con la rapsodia Macunaíma, el héroe sin ningún carácter, lectura recomendada por la gran lectora, escritora y traductora Silvia Cobelo; y me asombró cual espanto no saber nada, teniendo ya tanto contacto con la literatura y cultura brasileña. Me maravilló la poética que despliega en esta obra, el estilo fluido de un relato que encadena una seguidilla de cuentos, mitos, leyendas, historias documentadas que son un disparate, Mário era un erudito de avanzada.Y su humor satírico, sexual, amoral.A veces de un lirismo emocionante y que por momentos parece un videojuego –por ejemplo, en el viaje de regreso a su pago junto a los hermanos:

“Ni bien pisó la playa apareció un monstruo frente a él. Era el bicho Pondê, un jurucutu, esa lechuza del río Solimões que de noche se convertía en gente y comía a los caminantes. Pero Macunaíma agarró una flecha que tenía en la punta la cabeza chata de la hormiga santa llamada curupê y ni hizo puntería, acertó que fue una belleza. El bicho Pondê explotó volviéndose lechuza. Más adelante después de atravesar una llanura, cuando subía por un espigón lleno de rocas se topó con el Monstruo hombre-mono Mapinguari que anda en la selva haciéndole mal a las jóvenes. El monstruo agarró a Macunaíma pero el héroe sacó su toaquiçu afuera y se lo mostró a Mapinguari.

–¡No se confunda, compañero!

El monstruo se rió y lo dejó pasar”.

Y sigue, va a la casa dela anaconda yacumana Oibe, buscando un lugar en tierra firme para dormir lejos de las hormigas, pero a escondidas se come el corazón que Oibê estaba asando, y ésta para asustarlo se disfraza de fantasma y lo persigue en broma. Durante la persecución el héroe pasa por grutas habitadas por personajes inverosímiles (pero históricos) un árbol se convierte en princesa, vomita en el río la víscera (que se convierte en camalote), y huye río abajo con la princesa, mientras la anaconda que era un hombre lobo despide por la boca una mariposa azul,el “alma de un hombre presa en el cuerpo del lobo por artes del Carrapatu miedoso que vive en la gruta del río Iporanga” y sigue, sigue–.

Otro punto de interés fue la cosmología amazónica. La obra en un plano se articula a partir de estas leyendas. Los personajes se convierten en constelaciones –Macunaíma en la Osa Mayor, Iriqui en las Pléyades–, y en estrellas –Ci en la Beta Centauri–, en meteoritos y cometas. También están los orígenes de la luna –Capei–, de la Cruz del Sur –que es el Padre del Muitu–; la historia de la Sol, la estrella Vei, y sus tres hijas de luz;para nombrar algunos.

Y no menos atractivo me resultó el mundo moderno que despliega con toda intensidad cuando el héroe llega a San Pablo, que es el lugar donde Mário de Andrade nació y vivió toda su vida. Allí todo es máquina. Y los hombres no la dominan y ella tampoco, “hay empate”, dice el héroe después de reflexionar mirando la ciudad desde la terraza de un rascacielos. Entonces convierte a su hermano Jiguê en la máquina teléfono y pide langostas y francesas.

La rapsodia se desarrolla en el vasto territorio de América del Sur en una disparada madre que va desde las Guyanas hasta Mendoza, siempre con un perseguidor y un perseguido y “¡piernas para que te quiero!”. Mário de Andrade nos presenta un héroe panamericano y desgeografizado, eso me gustó muchísimo.

La profundidad de esta rapsodia se despliega con el tiempo, después de la lectura –y relecturas que valen la gracia–, y lleva a pensar las raíces que compartimos con otras culturas que cohabitan estas tierras, todas siempre ricas. El legado etnográfico de esta obra tiene un valor incalculable. Me interesó también indagar por qué Mário de Andrade, uno de los autores más importantes de la literatura brasileña, es aún tan desconocido por acá. Mário era mulato y gay, humillaciones y marginación fueron corrientes en su vida, murió joven, con 52 años en 1945, y sigue en las sombras porque aún hoy, a 77 años de su muerte, su obra genera debates, críticas y rechazos antagónicos–tanto por parte de la derecha acérrima, que intentó censurarlo en 2020 por contener “lenguaje inapropiado para la juventud”, como de parte de algunos grupos indigenistas, que consideran la rapsodia como un retrato, algo que no es cierto–. Mário de Andrade trabajó hasta su muerte en esta novela, en la que nos dejó un legado invaluable que continúa creciendo, porque sabe a futuro.Creo importante que su trabajo llegue a más lectores.

 –Entiendo que existe una versión previa de Macunaíma. ¿En qué se diferencia de la tuya?

–El trabajo de edición y traducción que llevé adelante es particular, ya que repuse fragmentos de la primera edición –que fueron suprimidos por el autor a partir de la segunda–, pero conservando otras modificaciones que Mário realizó con los años. Fue gracias a la asesoría de Silvia Cobelo y consultoría de Gonzalo Aguilar –quienes acompañaron todo el proceso y me dieron acceso a mucha información– que pude tomar ésta y otras decisiones relevantes.

Una diferencia importante es la incorporación del glosario–al estilo de la Edición Crítica coordinada por Telê Ancona Lopez, publicada por Archivos Unesco, fuente de este trabajo–. A medida que avanzaba en la investigación que acompañó toda la traducción, Silvia Cobelo me alentó para llevar un registro minucioso del proceso de trabajo, así la primera versión fue anotada, y luego, las notas se convirtieron en un anexo, para no interrumpir la lectura. El glosario da cuenta del trabajo etnográfico y archivístico del autor, y fue El Roterio de Macunaíma, de Manuel Calvacanti Proença la mayor fuente de consulta, pero también tesis sobre la obra, notas para la traducción en inglés que hizo Mário de Andrade –que están en la Edición Crítica–, y otras búsquedas personales.

En un plano más literario, esta traducción es rioplatense, o quizá más acertado es decir litoraleña, que es de donde vengo. La lírica de nuestro litoral comparte mucho de la exuberancia animal vegetal estelar, el manto verde que es la Mata Atlantica cubre nuestras fronteras y nos orilla. Pero no es sólo eso, Raúl Antelo también plantea que la Patagonia y el Amazonas son espejos, riquezas que conforman lo nacional de ambos países, y que a su vez,son zonas diezmadas por la explotación, extranjerizadas, expropiadas, y me resulta interesante este pensamiento de inversiones que nos amplia las formas de pensarnos. Rita Lenira de Freitas Bittencourt –en el libro “Un guión de extimidad, Ensayos sobre la obra de Raúl Antelo”. Coordinado por Diana Klinger y Mario Cámara– lo explica mejor:

“Antelo apunta un engaño de Mário de Andrade al afirmar que “no existe para el argentino el problema patagónico como tampoco existe para la gente el problema amazónico”. El crítico entiende que, claramente, en el reverso de los trazados territoriales las dos regiones la Amazonía brasileña y la Patagonia argentina serían, paradojalmente, espacios primordiales e indiciales “de la ley, del nombre, del Estado”.

En mi trabajo existe la intención de conocer nuestro continente y sobre todo nuestros contenidos culturales e históricos. Y en esta obra fui encontrando con sorpresa y alegría, en las leyendas, mitos y refranes populares múltiples fuentes de nutrición para nuestras historias y relatos contemporáneos; ejemplos, la leyenda de Naipi –que es una versión de la historia de las Cataratas del Iguazú–; la invención del truco, del futbol, del auto, de las plagas; la historia de la frase “tarde piaste”, entre otras curiosidades de nuestra vida contemporánea.

La lectura crítica que hizo Raúl Antelo, quien observó que mi primera versión era muy literal y ceñida al texto original, me ayudó a cambiar muchas cosas, pero lo más arriesgado para mí fue cambiar un par de  fragmentos de canciones populares, no para domesticar la versión pero sí para entablar la afectividad que la rapsodia sugiere en algunos pasajes, entonces,por ejemplo, me animé a hacer una versión libre de la primera estrofa de “La vaca estudiosa”, de María Elena Walsh y reemplazar la canción que canta el héroe mientras hamaca al gigante antes de que caiga en la olla de fideos y muera, por el juego “Martín Pescador ¿me dejará pasar? Pasará, pasará,¡pero el último quedará!”.

–¿Cuáles son las principales dificultades te presentó la traducción? ¿Podrías detallarlas?

–En el Prólogo, Notas de traducción, hago mención a 2 términos Brincar y Mato Virgem. También la carta a las icamiabas fue difícil para mí como lectora y como traductora. Necesité mucha ayuda, ya que está escrita al estilo de los cronistas del siglo XVI, mientras que la rapsodia tiene un estilo oral, coloquial.

Algo complejo pero que hice con mucho placer fue realizar investigaciones de nombres científicos y vulgares de flora, fauna, accidentes y referencias geográficas, comidas y bebidas regionales, y expresiones desusadas incluso en Brasil. Esta obra es de difícil lectura hasta para los brasileños, pero aún así entretenida.

 –¿Qué sentido tiene publicar hoy, en Argentina, este libro?

–Cuando me preguntan por el sentido que tiene publicar Macunaíma, me interesa remitirme a las palabras del propio autor, en un prefacio que no publicó con las ediciones que hizo en vida, dice que no hay que buscar símbolos o sentidos más allá de la diversión, que esta obra fue escrita durante unas vacaciones acostado en una hamaca paraguaya comiendo cajú. En principio es un libro lleno de aventuras e historias, nutre nuestra imaginación y nos da la posibilidad de conocer más la región que habitamos. Hace reír y pensar al mismo tiempo en los sentidos de las cosas. Recomendación para lectores aventureros que se dejan llevar, embarquen en esta lectura. que ofrece muchas travesías impensadas, y brinda tantas historias para contar.

El sentido podría ser el de la filosofía andina, que plantea el futuro atrás, que avanzamos mirando al pasado.

1 comentario:

  1. Hermoso, noble y erudito trabajo el de Julieta Benedetto, motivado por el deseo de saber y hacer saber, muchas gracias por esta entrevista esclarecedora

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