El pasado 30 de mayo, en el diario La Nación, de Buenos Aires, Daniel Gigena publicó un artículo que recoge las impresiones de Daniel Politi, corresponsal del New York Times para el Cono Sur, a propósito de la proliferación de nuevas librerías en la ciudad. En su bajada se lee: “La ventaja que sacaron los locales pequeños, independientes y barriales durante la pandemia es vista como un fenómeno por el corresponsal del gran diario estadounidense”.
Un boom de librerías porteñas. The New York Times ve un próspero negocio
en Buenos Aires
En una nota publicada en el diario estadounidense The New York Times (NYT), firmada por su corresponsal en el Cono Sur, el periodista Daniel Politi, se afirma que, pese a la recesión y la pandemia, el negocio del libro prospera en la ciudad de Buenos Aires gracias al boom de las librerías pequeñas e independientes. “Feliz de que mi última historia para el NY Times sea realmente una carta de amor a la rica escena cultural de Buenos Aires que de alguna manera logra prosperar en medio de problemas económicos aparentemente interminables”, escribió el autor en su cuenta de Twitter. Contra viento y marea, Buenos Aires sigue defendiendo su récord internacional de ser la ciudad con más librerías por cantidad de habitantes.
El artículo reúne testimonios de libreros como Carime Morales, de Malatesta (en Parque Chas); Luis Mey y Ana López, de Suerte Maldita, (en Palermo) Nurit Kasztelan (de la librería virtual Mi Casa, en Villa Crespo), Cristian Di Nápoli, de Otras Orillas (en Recoleta), y Cecilia Fanti, de Céspedes, en Colegiales; editores como Víctor Malumián (coeditor de Godot y coorganizador de la Feria de Editores) y Damián Ríos (de Blatt & Ríos), y del consultor Fernando Zambra, director de Promage. Los consultados destacan que, debido a las restricciones impuestas por la pandemia en el país, las librerías barriales obtuvieron una ventaja comparativa respecto de las grandes cadenas cuando se les permitió vender por internet y redes sociales.
“Los porteños confinados en sus barrios durante gran parte de 2020 recurrieron a las pequeñas librerías cercanas”, escribe Politi, que cita a continuación las palabras de Fanti: “Las librerías no paran de abrirse”. No obstante, y en simultáneo, tampoco pararon de cerrarse. En 2021, entre otras bajaron la persiana las librerías Antígona, Los Argonautas y la Librería de las Luces en la Avenida de Mayo, Las Mil y Una Hojas en Palermo y, en la avenida Corrientes, Mr. Hyde y Lorraine (aunque esta última permanece abierta liquidando stock). La Fundación El Libro lanzó incluso a mediados del año pasado una dramática solicitada –titulada “La herida no para de sangrar”– con reclamos al gobierno nacional y al porteño.
“La escena de la avenida Corrientes, que alcanzó su punto álgido a mediados de los años 80 y 90, tras el fin de la dictadura militar argentina, perdió más brillo a medida que el centro se vaciaba y varias librerías grandes cerraban”, se lee en el artículo del NYT. Consultados por LA NACION, varios libreros de la zona confirmaron que desde fines de 2021 habían vuelto al nivel de ventas de 2019 (con la aclaración de que ese no había sido “un buen año”). Durante la pandemia, el Gobierno benefició por algunos meses a editoriales y librerías con el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) y créditos blandos.
Editores y libreros señalan en la nota que las librerías de barrio ofrecen “recomendaciones reflexivas”, una suerte de curaduría con títulos de sellos independientes. “Es cierto que se puede encontrar absolutamente todo en Internet, pero solo vas a encontrar lo que sabés que vas a buscar”, reflexiona Malumián, editor de Godot. Por su parte, Mey sostiene que la pandemia “niveló el campo de juego con los grandes monstruos” que dependían más del tránsito peatonal y de los lectores ocasionales. Y según Zambra, las pequeñas librerías ayudan a mantener el negocio editorial. No se menciona el reclamo del sector librero sobre el beneficio de la desgravación del IVA del que quedaron excluidos por un (créase o no) “error de redacción” en la reglamentación de la AFIP en el gobierno anterior y que el actual aún no enmendó. En las próximas semanas, la Cámara Argentina del Libro dará a conocer el informe de ventas de 2021.
“Tenemos los mismos libros que todo el mundo, pero la clave es que no exponemos los mismos libros”, cuenta Ana López, socia de Mey en Suerte Maldita. Y agrega que si alguien pide “el último best seller se lo puedo conseguir, pero no es lo que yo elijo exponer, que incluye mucho de editoriales pequeñas”.
“Charlamos con Politi casi una hora y media por teléfono –cuenta Kasztelan a La Nación–. Le conté que en la pandemia la librería explotó, a tal punto que me costaba sostener la demanda de gente queriendo leer. Por un lado fue hermoso, volver a sentirme útil, traficar libros con los vecinos del barrio en el chino haciendo que salíamos a comprar leche, que la gente regalara libros a sus seres queridos, que la lectura salvara cierto desamparo que había generado la escena. Después yo misma tuve que ponerle un freno de mano a la escena, porque me vi trabajando de lunes a domingo casi 24 horas por día, y casi no daba abasto para leer, que fue la principal razón por la que me decidí dedicar a esto. Y la librería volvió a su funcionamiento normal: pocas redes sociales, recomendaciones personalizadas y con turno, y mucho boca a boca”.
El director del Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro, Alejandro Dujovne, afirma que “esta clase de artículos, en medios internacionales de enorme prestigio, contribuye a reforzar el lugar de la Argentina en el competitivo mapa mundial de las letras, aunque, al poner el foco en la experiencia de Buenos Aires o, mejor dicho, de algunos barrios de Buenos Aires, conlleva el riesgo de convertir a la parte en el todo, haciéndonos perder de vista los problemas políticos y económicos estructurales que impiden un desarrollo más federal, democrático y duradero del mundo libro y la lectura en nuestro país”. En el reciente informe elaborado por Dujovne y su equipo para el Centro Regional para el Fomento del Libro para América Latina y el Caribe (Cerlalc–Unesco), “El ecosistema del libro en Iberoamérica, un estado de la cuestión”, se relevan los “desafíos que tienen los países de esta región, la Argentina entre ellos, para ampliar sus mercados, profesionalizar sus prácticas, y avanzar hacia un espacio del libro cada vez más integrado”.(Clic en este enlace para leer el informe.)
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