Con medio siglo
de oficio y tras 29 años en el Grupo Planeta se retira el editor Alberto Díaz
Figura clave de la edición en la Argentina, el historiador Alberto Díaz (Buenos Aires, 1944) anunció su retiro del Grupo Planeta, donde se desempeñaba como asesor literario. En esa empresa llegó a ser director editorial. “Mi retiro es voluntario y me costó mucho tomar esta decisión, pero los años y el deseo de tener más tiempo libre para recobrar el placer de la lectura, de estar más cerca de mi familia y mis nietos, y de retomar algunos proyectos que se vieron abortados con mi exilio fueron las razones decisivas que determinaron mi decisión”, dijo a La Nación. Hasta 1976, Díaz trabajó en la sede local de Siglo XXI, donde un grupo de tareas de la Marina irrumpió para detenerlo junto a otros colegas a finales de marzode ese fatídico año.
Una vez en libertad, al recibir amenazas, decidió exiliarse con su familia en Colombia. En 1978 vivió en Ciudad de México, donde se hizo cargo de Alianza y formó parte de la “comunidad argenmex”. Fue amigo y colaborador del editor mexicano de origen argentino Arnaldo Orfila Reynal. “Quisiera resaltar lo más importante de sus enseñanzas, la coherencia entre vida privada y profesional y su inclaudicable fe en que los buenos libros hacen mejores seres humanos, ayudan a mejorar las sociedades y a combatir las injusticias”, dijo sobre uno de los fundadores de Siglo XXI. Al regresar al país en 1983, creó y dirigió la sede editorial de Emecé y estuvo a cargo de los sellos Seix Barral y Destino, los más “literarios” del grupo. Editó más de cuatro mil libros en cincuenta y dos años de trabajo. Hasta 1993 fue profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Entre otros destacados autores, Díaz fue editor de Julio Cortázar, Eduardo Galeano (del que publicó el best seller Las venas abiertas de América Latina), Antonio Di Benedetto, Ernesto Sabato, Ricardo Piglia, Mario Benedetti, María Elena Walsh, Tulio Halperin Donghi, Jorge Luis Borges (para Alianza, lanzó Los conjurados y los fascinantes prólogos de la colección Biblioteca Personal), Beatriz Sarlo (Díaz fue factótum de Escenas de la vida posmoderna), Juan Gelman, Juan José Saer –“uno de los autores que más quise y quiero”, destaca– y Andrés Rivera. “El editor es un personaje doble, que debe saber conciliar el arte y el dinero, el amor a la literatura y la búsqueda de beneficio –dijo en Optimistas seriales. Conversaciones con editores, de Leandro de Sagastizábal y Luis Quevedo–. Por más que se quiera mantener un equilibrio entre estas dos funciones, siempre va a prevalecer una de las dos que dejaran como marca, editores del polo comercial, o editores más volcados al polo cultural”.
“Una de las condiciones básicas para ser editor es querer a los libros –señala Díaz a este diario–. Eso es fundamental, amar a los libros, y luego, la relación con el autor, que no es una relación fácil”. Un proyecto que Díaz retomará ahora es unensayo sobre el delicado vínculo entre editores y autores. También avanzará en un análisis sobre la visión de Karl Marx sobre el libertador Simón Bolívar. “Es un proyecto pendiente que me había pedido tiempo atrás José Aricó –revela–. A Marx no le interesaba América Latina; lo consideraba un territorio hegeliano”.
“Se sentía un escritor argentino –dijo Díaz sobre el autor de Glosa y Nadie nada nunca en una entrevista con el historiador Felipe Pigna–. Ni latinoamericano, ni español, ni castellano. Y su preocupación cuando hablaba conmigo era saber si se seguían usando algunas palabras, como ‘cachirulo’. O me pedía que le revisara que no hubiera galicismos. Esa era su mayor preocupación: que no se le infiltraran galicismos. A veces me pedía que le enviara libros, pero no de literatura; me pedía libros de aves del plata o un libro sobre vinos, sobre detalles. Los de literatura ya los tenía leídos”. El escritor santafesino le dedicó su novela Las nubes.
“Está lejos de mi intención construir una imagen mítica de Alberto; sin embargo, a veces es necesario recordar que él es un destacadísimo editor tanto de ficción como de no ficción, que estuvo a cargo de varios sellos y en diferentes lugares de liderazgo y que, desde allí, supo acompañar a autores y autoras en su carrera literaria con su palabra de editor tanto como de amigo –afirmó el presidente corporativo del Área Cono Sur de Planeta, Gastón Etchegaray–. Transformó a esos autores y autoras en referentes y, sin duda, se transformó él en un referente para el mundo editorial”. Por su cortesía, experiencia y conocimiento del ámbito cultural, muchos consideran a Díaz miembro de una especie de editores paradigmáticos. Es padre de Laura y Carlos Díaz, actual director editorial de Siglo XXI, y está casado con la historiadora María Ester Rapalo.
“Fueron veintinueve años en Planeta, de los más ricos y reconfortantes años en mi larga trayectoria en este maravilloso oficio que comencé a transitar hace ya 52 años, incluyendo casi ocho años de exilio en Colombia y México, países en los que seguí vinculado como director a mi amado mundo de los libros –dijo Díaz en su despedida de uno de los grupos editoriales más importantes del país–. Como dice el tango, me toca hoy emprender la retirada, lo hago con tristeza, pero con la conciencia tranquila de que siempre traté de hacer las cosas lo mejor posible, y de que mi retirada coincide con el mejor momento de Planeta”. Y agregó que había cosechado “un montón de amigas y amigos entrañables”, a los que seguirá vinculado. “La amistad es lo único que no se pierde –sostuvo–. Planeta siempre será mi casa”.
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