Los traductores en Colombia, magia que queda en el olvido
La traducción literaria en Colombia se ha convertido en un mito a través de los años, los libros que vienen de fuera recorren un viaje arduo en los que los traductores cumplen un papel fundamental, pero nunca reconocido como debería. La traducción se ha vuelto mitificada con sólo pasar de un idioma a otro sin caer en la cuenta de que es una reinterpretación casi completa del texto.
Este año se publicaron los Cuentos completos (Seix Barral 2022) de Virginia Woolf traducidos por primera vez en Colombia. El colectivo Barbárika fue el encargado de convertir la versión original de A Haunted house and other short stories. Este trabajo surgió de una serie de talleres liderados por Mateo Cardona, miembro de la ACTTI (Asociación Colombiana de Traductores, Terminólogos e Intérpretes) y traductor literario en los que se comprometió un trabajo colectivo que luego se presentaría a la editorial Planeta para su publicación.
Cardona comenta cómo fue el proceso de empezar a traducir los cuentos de Woolf cuando estos pasaron a dominio público en 2020: “Cuando arrancó la pandemia yo venía trabajando con un grupo de colegas, de traductores jóvenes que tomaban clases de traducción literaria conmigo, nos reunimos una tarde y les dije ‘por qué no nos ponemos a traducir cuentos de Virginia que eso es publicable’”.
Los cuentos fueron seleccionados y divididos en grupos dentro del colectivo, el trabajo en conjunto hizo que la tarea fuera más agradable, que se pudieran compartir las dudas y se plantearan acuerdos para la traducción. Los miembros estudiaron la obra de Woolf previamente y se sumergieron en su literatura para ofrecer la experiencia completa al lector, como si fuera la primera vez.
“Lo interesante de este ejercicio de traducción era, además de la riqueza literaria de la obra, la posibilidad de enfrentar esos retos que son muy particulares de la autora y que marcan una escritura que no sólo es estilísticamente compleja, sino también conceptualmente elaborada”, menciona Alfonso Conde, traductor participante de Barbárika.
Así comenzó este camino para publicar esta versión inédita de los cuentos de Woolf. Sin embargo, no ha sido tarea fácil conseguir el reconocimiento suficiente hacia los traductores en Colombia ya que no hay oportunidades ni educación para quienes quieren dedicarse a la traducción.
La traducción siempre irá más allá de pasar a un idioma determinado, es volver a estudiar al autor, hacer una lectura profunda y un análisis del idioma para poder abrirle una puerta al lector lo más parecida posible a como lo hizo el escritor en su momento. Como menciona Mateo Cardona “nosotros no traducimos lenguas ni traducimos palabras, traducimos voces”.
Violeta Villalba es una de las traductoras que participó en la publicación de los cuentos y relata cómo es su proceso para comenzar a traducir un texto literario: “hay que leer otras obras de ese autor, ver en qué momento se escribió la obra, qué estaba pasando en el mundo y en la vida del escritor; primero hay una contextualización del libro, estas lecturas nos permiten ver la complejidad del texto, es como preparar el terreno antes de sentarse a traducir”.
Así como cuenta Villalba hay todo un estudio previo para la realización de una traducción literaria, no obstante, el mundo editorial no toma del todo en cuenta este trabajo, el pago por traducción es por palabra y se paga una cantidad mínima comparada con otros países.
En el 2012 María Victoria Tipiani, miembro del Grupo de Investigación en Traductología de la Universidad de Antioquia, entrevistó a Javier Escobar Isaza acerca de la situación para los traductores en el país, Escobar mencionó que: “de pronto se pudiera conseguir que, a nivel de las universidades, de las editoriales universitarias, se tomara conciencia de que hay que crear una nueva colección de traducción de las grandes obras de la literatura”.
Esta afirmación no ha tenido frutos pues difícilmente se logra producir proyectos de traducción literaria en el ámbito académico, no hay suficiente conocimiento de la labor y no se han consolidado alternativas para darla a conocer. Los estímulos y las becas que se tenían hace algunos años fueron desapareciendo con los cambios de administración, así que no se continuó con los procesos establecidos.
“Yo espero que el Ministerio de Cultura de Patricia Ariza sea sensible a nuestros problemas, Colombia ha tenido una evolución muy negativa en los últimos 15 años en lo que a la traducción editorial literaria se refiere, estábamos originalmente en el Plan Nacional de Estímulos del Ministerio de Cultura y existía la beca de traducción de textos de Teoría Literaria del Instituto Caro y Cuervo, pero todo se fue perdiendo y solo quedaron los estímulos para editores”, menciona Mateo Cardona.
La publicación de los Cuentos completos de Virginia Woolf también es una puerta para abrir la conversación hacia el trabajo de los traductores en el país ya que por primera vez en la historia de la literatura se traduce a la escritora en Colombia a varias manos y con un manifiesto detrás haciendo un llamado al sector editorial.
“El hecho de generar conciencia, de hablar de las condiciones contractuales de los traductores directamente, sin tapujos, hablar de esto y poner las cartas sobre la mesa ya es un paso”, dice Villalba pues a través de la publicación de este libro y de la ACTTI se han organizado distintos eventos para promover la conversación.
Los traductores cumplen una función valiosa para el proceso literario, hacen parte del camino para que los libros lleguen a las manos de los lectores, merecen el reconocimiento, la remuneración justa y sus nombres en las portadas; “los traductores estamos ahí, inevitablemente, para traer y llevar la literatura”, como menciona Cardona. No es suficiente leer sin revisar quien estuvo en el proceso, la tarea también es con los lectores y los editores para aportar a la conversación de los traductores que son uno de los pilares para la literatura.
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