Imagen del interior de una Re-Read
La segunda vida de los libros:
nuevas librerías “low cost” y “eco-friendly” se imponen en España y podrían
llegar a Latinoamérica
Librerías de viejo, de libros usados, de segunda mano, de aguante así se les suele llamar. Normalmente, un librero o librera, casi tan viejo como los mismos libros, es quien atiende; usa lentes, o no; si tiene pelo o muy poco, es lo de menos; en todo caso, da la sensación de que todo se lo ha leído y, por lo general, si se le hacen preguntas del tipo... “¿tiene el nuevo libro de Miguel Bosé?”, contesta con un gruñido.
La idea que tenemos de las librerías que se dedican a la comercialización de libros usados va muy ligada al imaginario que nos hemos creado alrededor de ese sujeto, muy lector y recorrido, que lleva con orgullo el nombre de librero, que no es lo mismo que ser un simple vendedor de libro. Por lo general, el librero recomienda basado en su conocimiento; si bien entiende que hay que vender, no es esto lo que lo mueve en primera instancia, lo primordial es tender el puente entre el lector y el libro correcto.
Algunos libreros son también gestores culturales, editores e, incluso, escritores. Colaboran como reseñistas en la prensa o han publicado una que otra novela o colección de cuentos. No es algo que se aplique solamente a los libreros que venden libros usados, pero, comunmente, son ellos a quienes más se les ve en esta faceta de hombre orquesta.
Ahora bien, las librerías de usado, o de segunda, suelen ser sitios también con aire a viejo. El olor a libro antiguo impregna el aire y es normal que una o dos tablas crujan al pisar; los asientos tienen algo de polvo, igual que los estantes y, si hemos pasado horas curioseando, es posible que tengamos un poco de piquiña después o un polvillo amarillo en las palmas de las manos. Ahí entendemos por qué los libreros usan guantes especiales en algunas ocasiones.
Todo esto tiene su encanto, pero no todos los lectores lo ven así. Mucho menos aquellos que padecen de rinitis, o que simplemente prefieren el libro nuevo, la librería moderna y los espacios iluminados con aire de boutique.
Ahora en España hay una cadena de sitios pensados para atender los dos tipos de lectores: el que gusta del libro usado y lo prefiere al nuevo, por economía o por algo relacionado con la nostalgia, y el que prefiere la librería organizada, con sala de lectura y un rincón para selfies completamente “instagrameables”.
Un ejemplo de esto es ‘Re-Read’, la librería de libros usados que funciona en distintas ciudades españolas bajo el concepto de Low Cost y las tendencias Eco-Friendly. La idea se les ocurrió a Nicolás Weber y Mercedes Zendrera, más tarde se unió Laura Garriga. Su sistema se parece al de una biblioteca pública. El lector compra el libro y tiene la posibilidad de retornarlo, luego de leerlo, con el ánimo de que otro lector pueda acceder a él; claro, recibe menos dinero que lo que pagó inicialmente, pero lo que cuenta es que se le reconoce la intención de querer que la lectura siga siendo ese ejercicio cíclico de conocimiento compartido.
La primera experiencia de Zendrera y Weber tuvo lugar en 1982, cuando abrieron su primera librería, especializada en cultura árabe. Llevaba por nombre ‘Baibars’. Movidos más por la pasión que por los buenos números en ventas, hacia 2009 se vieron en la necesidad de renovarse o dejar de lado el sueño de la librería. Fue entonces cuando surgió la idea de apostar por los libros usados.
Con tantas nuevas librerías abriendo y cerrando en igual medida en España, todas a merced de los mismos inconvenientes económicos, Zendrera y Weber se lanzaron de cabeza sin importar nada y en 2012 apareció la sede inicial de ‘Re-Read’.
El primer local de ‘Re-Read’ se inauguró en Barcelona y hoy ya tienen presencia en gran parte de España, casi todos los establecimientos siguen siendo franquicias; además, acaban de ampliarse a Lisboa, la capital de Portugal, con intenciones de llegar a Francia, y a Latinoamérica, empezando por México.
Infobae visitó uno de los locales de ‘Re-Read’, frente a la estación de Atocha, en Madrid. La decoración y distribución de los espacios es similar en todos los locales de la franquicia, o en casi todos. De entrada, no parece la típica librería de libros usados; es la idea, claro. El aspecto es bastante cuidado, con una imagen moderna, tipo estudio Talking. Los libros están organizados por secciones y cada estante resalta por su pulcritud.
El fondo del lugar tiene una salita para los niños y un espacio bastante “instagrameable”, con fotografías de escritores y una frase en luces de neón: “Me vuelves Lorca”. El merchandising en torno al mundo del libro es especial: tote bags con frases tipo “Mi fantasía textual es que me comas y punto”, haciendo un juego de palabras con el signo de puntuación en referencia, camisetas, pines... Todo enmarcado bajo el lema del Re: “Reduce, Reuse & Read” (Reducir, reusar y releer).
A la entrada de este y todos sus locales hay una inscripción: “En Re-Read podrás encontrar libros de segunda mano en perfecto estado. También vender los tuyos. Porque siempre hay libros leídos y libros por leer. Por eso Re-compramos y Re-vendemos para que nunca te quedes sin ninguno de los dos”.
La cadena cuenta con un sistema de precios fijos: un ejemplar por tres euros, dos por cinco y cinco por diez euros. ¡Una locura!
La librería no sería atractiva de no ser por su concepto, los detalles puestos en ello, tratados y combinados con esmero. Han cuidado diversos aspectos importantes: la imagen de marca, el sistema de precios, las secciones en las que se divide la librería y la comunicación con sus clientes.
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