martes, 22 de noviembre de 2022

¡Volvé orsai, te perdonamos!


El fútbol, como se sabe, nació en Inglaterra y, a medida que fue propagándose por el mundo entero, tuvo que adaptar la terminología al habla de cada lugar. Así, por ejemplo, un goal en inglés fue but en francés y una yellow card pasó a ser un cartellino giallo en italiano o una gelbe Karte en alemán. 

En otros casos, la adaptación fue más simple: goal, en castellano pasó a ser gol. Vale decir, hubo traducciones, adaptaciones y todo lo que se puede imaginar en el medio. De hecho, en el ámbito de una misma lengua, existen diversas expresiones para explicar funciones y alternativas del juego; por ejemplo, goal keeper pasó a ser portero en España y arquero en Argentina. 

Sin embargo, hay instancias para las que nadie está preparado. Nos referimos al léxico de los periodistas deportivos que, en su afán por mantener la atención del telespectador o el oyente incurren en todo tipo de excesos. Hoy, por caso, durante la transmisión de Inglaterra-Irán, un desperfecto del servidor me obligó a ver el partido en Direct TV, cadena en la que jamás incurro, con locutores y comentaristas caribeños. De ese modo, escuché que “Inglaterra tiene una gran facilidad para gestionar el esférico”. También, que, por un choque fortuito,  “se lesionó el cuidapalos”. Y cuando McGuire salió de la cancha, “se fue camino al camerino”. Podría seguir dando ejemplos de estas barbaridades por un rato largo. Lo comenté en Instagram. Y fue ahí cuando, no sin cierta melancolía, me enteré de que en la transmisión que se hacía en Canal 7, la Televisión Pública de Argentina, el locutor hablaba del Mundial como de un “evento ecuménico”.

En síntesis, el problema no es la traducción de la terminología técnica del deporte, sino la imbecilidad de los locutores venidos a periodistas.

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