Según una definición hoy clásica, "la bibliodiversidad es la diversidad cultural aplicada al mundo del libro". El término no se limita a la cantidad de libros publicados o distribuidos, sino a la variedad de expresiones culturales que incluya. También (y esto es clave) a que la población tenga libre acceso a la información sobre las obras y a las obras en sí, lo que implica una amplia presencia de títulos en los medios de comunicación, en las bibliortecas y en las librerías. Respecto de estas últimas, las instituciones que defienden la bibliodiversidad ponen especial énfasis en que los libros deben tener precios accesibles, porque la censura, dicen, puede ser política, ideológica, religiosa o de mercado.
A este respecto, en el artículo correspondiente de Wikipedia, bajo el título "Desafíos actuales" se lee: "La bibliodiversidad está amenazada por la concentración del sector editorial, de la distribución y de los medios de comunicación, que favorece la dominación de ciertos grandes grupos económicos dedicados a la búsqueda permanente de rentabilidad ignorando que los libros no deben tratarse como si sólo tuviesen un valor comercial".
Hay otras cuestiones que también atentan contra la bibliodiversidad. Por ejemplo, la compra de derechos para toda la lengua, que hace que a muchos autores sólo se los pueda leer en la versión del castellano de un único país, sin oportunidad de que el título en cuestión pueda ser traducido a otras variedades, acaso más cómodas para el lector. Y aquí también entra a tallar el precio de venta.
Es interesante comprobar que los importadores argentinos, así como los dueños de cadenas de librerías, apelan al término "bibliodiversidad" cada vez que el Estado, de manera acertada o no, establece alguna medida de control que obstaculiza la circulación de los libros importados. Pero nadie menciona la bibliodiversidad cuando los libros importados resultan claramente prohibitivos en razón de sus precios. Y si bien está claro que no son los importadores los que fijan el valor del dólar con que se opera en el mercado local, sí son los responsables de cargar el precio resultante con los gastos que implica el transporte y la distribución, a los que se agrega la pretendida ganancia.
En consecuencia, tengo la impresión que la bibliodiversidad es un comodín que se usa para embarrar la cancha: a veces importa y a veces, no.
Jorge Fondebrider
Quien desee profundizar en el concepto, puede consultar el artículo extendido en el sitio de la Alliance Internationale des Éditeurs Indépendents:
https://www.alliance-editeurs.org/bibliodiversidad,215?lang=fr#:~:text=La%20bibliodiversidad%20es%20la%20diversidad,a%20disposici%C3%B3n%20de%20los%20lectores.
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