jueves, 25 de mayo de 2023

"La superioridad del castellano sobre otros idiomas modernos”

“Un religioso chileno-alemán es el autor de la primera traducción de la Biblia completa al español, realizada en América Latina.” Eso dice la bajada del artículo publicado por la periodista Natalia Messer, el pasado 27 de abril, en Deutsche Welle.


Jünemann y la primera Biblia hispana de América

Casi un siglo transcurrió desde que el sacerdote católico Wilhelm Jünemann Beckschäfer, oriundo de Welver, Alemania, emprendió una tarea titánica: traducir en solitario la Sagrada Biblia del griego al español y por primera vez en América.

Hasta ese entonces, los misioneros usaban ediciones traídas desde Europa, como la Biblia Vulgata, una traducción al latín de finales del siglo IV. “Los jesuitas también quisieron hacer adaptaciones a lenguas de las etnias latinoamericanas [...], pero la cultura libresca de aquellos siglos no era popular”, dice en entrevista con DW Pablo Uribe Ulloa, teólogo e investigador en la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), en Chile.

Después de varios años de transcribir manuscritos, el religioso chileno-alemán consiguió publicar, en 1928, en la ciudad de Concepción, centro sur de Chile, el Nuevo Testamento, ya que el Antiguo Testamento se mantuvo inédito hasta 1992.

“Él deseaba que la gente tuviera acceso a una buena traducción de los textos sagrados y que realmente se pudiera apreciar su riqueza. Lamentablemente su edición del Nuevo Testamento tuvo muy poco alcance al no estar a cargo de una editorial, sino que se trató de una autoedición”, explica Uribe.

Filólogo y crítico literario
Wilhelm Jünemann emigró junto a sus tres hermanos y sus padres, Frederick y Christina, desde Hamburgo hacia Chile en 1863. Desembarcaron en noviembre de ese mismo año en Puerto Montt, una ciudad fría y lluviosa en el sur del país.

“Allá, allá muy lejos, al otro lado del océano, al fin del mundo. Espanto, admiración, asombro”, describió el sacerdote en sus memorias.

Pero ese paisaje agreste se convirtió muy pronto en su nuevo hogar. En el colegio también descubrió el gusto por los idiomas clásicos y la literatura, como La Ilíada de Homero o la poesía romántica de Joseph von Eichendorff y Johann von Goethe.

A los 16 años recibió un primer reconocimiento por su avanzado dominio del latín de parte del entonces rector de la Universidad de Chile, Ignacio Domeyko, un destacado científico polaco-chileno.

“Fue un gran filólogo y crítico literario que se adelantó a los tiempos con sus traducciones”, señala el teólogo Pablo Uribe.

En 1880, Jünemann ingresó al Seminario Católico de Concepción para ordenarse como sacerdote. De ahí en adelante dedicó parte de su vida a la escritura de textos religiosos, así como la traducción al español de clásicas obras en alemán, griego y latín.

Fiel al original
Si bien Jünemann publicó cerca de 17 obras, entre biografías, novelas, versos y escritos religiosos, la Biblia Septuaginta, o LXX, en su abreviación, se le considera su trabajo más influyente.

La Biblia Septuaginta ‒ampliamente usada por Jesús y los Apóstoles‒, es una recopilación en griego de los textos hebreos del Antiguo Testamento, realizada en el Siglo III a.C. en la ciudad de Alejandría.

El propio sacerdote reconoció que su obra “es la suma de estudios previos que he hecho con la más rigurosa fidelidad y para probar la superioridad del castellano sobre otros idiomas modernos”.

“Él traduce esta versión de forma muy literal, lo cual es una desventaja, ya que a casi un siglo de su publicación sigue siendo considerada solo por algunos estudiosos”, dice en entrevista con Andrés González Schain, profesor de Religión, quien ha investigado sobre Jünemann.

Uno de esos estudiosos fue Johannes Straubinger ‒sacerdote y teólogo alemán, a quien, erróneamente, se le atribuyó ser el primero en traducir la Biblia al español en América Latina‒, y quien incluso afirmó que la versión de Jünemann “seguía al pie de la letra al original, como si escribiese en griego con palabras castellanas”.

Nuevas generaciones
En el mundo quedan actualmente muy pocos ejemplares de esta versión bíblica, incluso pese a ser reeditada en 1992, después de que un grupo de seminaristas encontró de casualidad el Viejo Testamento.

En la biblioteca del Seminario Metropolitano Concepción, ubicado en la ciudad de Chiguayante, se conservan hasta hoy los manuscritos originales de la Biblia de Jünemann, además de una decena de libros que dejó el sacerdote, como una autobiografía o La Ilíada de Homero, traducida del griego al castellano, entre otros.

Pese a ser desconocida, la Biblia Jünemann inspiró a las nuevas generaciones de sacerdotes a iniciar proyectos de la misma envergadura, como la Biblia Latinoamericana, una adaptación popular de otras versiones españolas de la época, publicada en 1972, en Chile, y a cargo de Bernardo Hurault y Ramón Ricciardi.

“Él fue fiel, cuidadoso, y motivó la catequesis, la investigación, la cultura y el buen ecumenismo con otros cristianos. Un visionario que se adelantó a lo que se conoce como “el conocimiento de las fuentes”, propuestas que ya existían, pero que en los años 40´ se hicieron más firmes por el Papa Pío XII y en los 60´ por el Concilio Vaticano II”, concluye Andrés González.

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