jueves, 16 de noviembre de 2023

Cuando la limosna es grande...


A principios de mayo de este año, una noticia sobrevoló los titulares de las páginas de cultura de varios diarios argentinos. El empresario farmacéutico Alejandro Roemmers, que también funge de escritor, había recibido un premio de parte de la orden de los Hermanos Franciscanos. En la bajada de la noticia, rescatada del diario Perfil se lee: "El escritor y filántropo argentino fue reconocido por una iniciativa de abrazos universales por la fraternidad para fomentar la paz y el amor global". Aunque resulta difícil imaginar a alguien más alejado de los valores prohijados por la orden en cuestión, la noticia no es chiste.

Más adelante, ya en la nota, se lee: "Alejandro Roemmers, escritor, productor musical, teatral, audiovisual y filántropo argentino ha sido reconocido con el Premio San Francesco por la Pontificia Universidad Antonianum. El premio se entregó en el aula Magna de la sede de Roma, el 28 de abril. Fue premiado por su labor que reconoce y promueve los valores humanos de compasión y solidaridad". Y volviendo al motivo del premio, se repite: "Alejandro Roemmers está promoviendo una iniciativa de abrazos universales por la fraternidad. El primer evento tuvo lugar el 30 de abril de 2023 en la Porciúncula del Santuario de Santa María de los Ángeles en Asís, Perugia. La idea es generar abrazos en diferentes ciudades del mundo, con la participación de jóvenes de todas las etnias, para fomentar la paz y el amor entre los habitantes del planeta". Y repito, no es chiste.

Todo ello motivó un comentario del padre G. R. Aulicino en la página de su Facebook, que, con su debida autorización, se reproduce a continuación.

El dinero y la magia simpática

La magia simpática consiste, según el clásico libro del sir James George Frazer, en influir en una cosa mediante ciertos ritos o procedimientos considerados mágicos. Esto es, sin que haya una relación física, directa o indirecta, entre un hecho y otro, entre causa y efecto. Por ejemplo, usted recita una fórmula mágica y las cosas se mueven a su antojo. Usted pincha un muñeco de trapo y una persona siente el pinchazo en su cuerpo. Quema usted por completo un tronco y muere alguien a quien el tronco representa. Etc. Podemos rechazar todas estas propuestas en nombre de la racionalidad, a pesar de que estamos acostumbrados a ver imágenes de sucesos que se producen a miles de kilómetros de distancia (por ejemplo, un partido de fútbol en Manchester). Hay formas más sutiles de magia simpática, no hay forma sin embargo de que creamos en ellas. Lo de la televisión se explica por el electromagnetismo, nos dicen, y nos vamos a dormir tranquilos, acunados por la tevé.

En mi vida de periodista me tocó presenciar la entrega de un premio literario en el pueblo natal de Miguel Hernández, Orihuela. El premio lo otorgó la fundación que lleva por nombre precisamente el del poeta muerto en la cárcel durante la dictadura de Francisco Franco. Lo obtuvo un autor argentino por un libro titulado El regreso del Joven Príncipe. Lo veía y no podía creerlo.

Luego me enteré de que el autor alquiló el predio de la Sociedad Rural para presentar aquel libro, y lo hizo con globos, cotillón y farándula (una veteranísima animadora de televisión participó del evento, con otras figuras del show business). También hubo escritores e intelectuales. No lo podía creer.

Supe más tarde que el autor festejó su cumpleaños con una fiesta estilo "Mil y una noches" en Marruecos, con 300 o 400 invitados a los que pagó el pasaje y alojamiento. Esto lo creí un poco más.

Ahora me entero de que el autor galardonado en Orihuela hace unos 15 o 16 años presentó un libro mediante un acto en el que un gran escritor [Vargas LLosa], de derechas pero grande, ofició de periodista entrevistador ante la mirada de otros tres escritores, dos argentinos y uno español. Ahora lo que empiezo a creer es que el dinero tiene efectos mágicos sobre las personas. Porque este autor --me consta que menos que mediocre-- tiene muchísimo dinero. Es multimillonario. Heredó una empresa medicinal que factura millones (hablando en dólares, como es de rigor en este país).

Vuelvo a Frazer. "Puede ser, eh", me digo. Y no solo eso: I believe, querido sir James George.

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