viernes, 12 de abril de 2024

Dylan Thomas en Argentina: dos nuevas ediciones de sus poemas

Traducir la poesía del poeta galés Dylan Thomas (1914-1953) es uno de los mayores desafíos que pueda imaginar un traductor. Es la poesía de un virtuoso, las más de las veces pura incandescencia, con el agravante de que muchos de sus poemas admiten varias interpretaciones que raramente se mantienen al cambiar del inglés a otra lengua. 

Prácticamente se intentó traducirlo, con distinta suerte, en cada provincia de la lengua castellana. Dejando de lado su inclusión en diversas antologías (las de Enrique Luis Revol, por ejemplo), o su publicación en fascículos (como el que le dedicara el C.E.A.L. en 1988, con traducción de Gerardo Gambolini), o incluso en revistas (como el número especial de Buenos Aires Poetry, correspondiente a 2016, con traducción de Juan Arabia) hay que decir que, al menos en Argentina, los primeros libros que de él se tradujeron fueron los escritos en prosa y su célebre pieza teatral en verso, definida como "comedia para voces" (de la cual existe una segunda versión, más reciente, traducida para el teatro por Ingrid Pelicori y nunca publicada). 

Cronológicamente, pueden consultarse Retrato del artista cachorro (Buenos Aires, Fabril Editora, 1957) traducción de Juan Ángel Cotta; Con distinta piel (Buenos Aires, Fabril Editora, 1957) traducción de Juan Ángel Cotta; Bajo el bosque de leche (Buenos Aires, Sur, 1959) traducción de Victoria Ocampo y Félix Della Paolera; La playa de Falesá (Buenos Aires, Siglo XX, 1968) traducción de Patricio Canto; Cartas (Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1971) traducción de Pirí Lugones. 

A esos textos deben sumarse los ensayos Yo conocí a Dylan Thomas (Buenos Aires, Fabril Editora, 1959 ), de John Malcolm Brinnin,  Dylan Thomas. Esquema de una intrincada imagen (Editorial Stilcograf, Buenos Aires, 1971) de Anibal Cesar Goñi y, más recientemente, Himnos al sol en la oscuridad. Un viaje al Gales de Dylan Thomas (Madrid, La línea del horizonte, 2021) del argentino Juan Pablo Bertazza. Los dos primeros son una memoir de los últimos años de Dylan Thomas y de sus giras por los Estados Unidos, y un estudio (el primero enteramente escrito en lengua castellana, con el correspondiente mérito) que integran una bibliografía, a esta altura, francamente abrumadora, de una de las tres grandes voces que Gales le dio a la poesía mundial en el siglo XX (las otras son las de David Jones y R. S. Thomas, poetas tanto o más grandes que el mismo Dylan Thomas).  

Por fin, a mediados de la década del setenta, vieron la luz los Poemas completos (Buenos Aires, Corregidor, 1974), con traducción prólogo y notas de Elizabeth Azcona Cranwell, volumen que se anticipó en muchos años a las primeras ediciones españolas.

La edición de Azcona Cranwell (que es la más completa en castellano) tiene como modelo la de los Collected Poems 1932-1952, publicada por primera vez en Londres, por Dent & Sons, en 1952 y sólo más tarde replicada por la editorial estadounidense New Directions. Una y otra incluyen una "Nota del autor" (también reproducida en la edición de Azcona Cranwell) que señala, entre otras cosas, que "Este libro contiene la mayoría de los poemas que he escrito y todos los que hasta el presente año deseo conservar. He corregido un poco algunos de ellos, pero si hubiese continuado revisando todo lo que ahora no me gusta de este libro, hubiera estando tan ocupado que no me habría quedado tiempo para intentar escribir nuevos poemas". Son, en total, 90 poemas ordenados no por libro, sino meramente de manera cronológica.

Este mismo libro es aquel del que parte Silvia Camerotto para realizar su edición de Poemas escogidos (1934-1952) recientemente publicada en Buenos Aires, por ediciones Barnacle. A diferencia del volumen traducido de Azcona Cranwell, éste de Camerotto presenta sólo 40 poemas, pero en edición bilingüe (lo que, por supuesto, es una ventaja). Además de ofrecer un "Prólogo", a cargo del editor Alberto Cisnero, hay también una "Nota de la Traductora" que puede orientar a los lectores sobre la manera en que trabajó. Allí se lee: "La poesía de Dylan Thomas es una poesía para leer en voz alta. Con preponderancia de la imagen sobre la palabra, las imágenes se asocian por medio de la observación, partiendo de una premisa emocional, a la que el poeta luego aplica su intelecto crítico. No hay una progresión de ideas. La acumulación, ya arbitraria o convencional, hace que las imágenes entre en conflicto, pero su técnica apunta a la exploración de las preocupaciones del hombre. En este sentido su lenguaje es compacto y conciliador. La rima está oculta y las variaciones métricas son infinitas".

Prácticamente al mismo tiempo que este último volumen, apareció Pájaros de oscuras vocales. Poesía temprana (Rosario, Serapis, 2024), con selección y traducción de Yanina Audisio. Se trata de 18 Poems (1934), Twenty-five Poems (1936) y The Map of Love (1939), los tres primeros libros de Thomas que reúnen "en total, cincuenta y nueve poemas que condensan la escritura más críptica del autor. Audisio luego anota: "Inevitablemente, el trabajo de traslado de una lengua a la otra implicó sucesivos renunciamientos. La profusión de imágenes y metáforas, la comapración, las contradicciones de los poemas originales exigen en la traducción un despliegue compositivo en el que la rima y el ritmo, tan característicos de esta obra cuanto complejos de alcanzar en español, se difuminan para poder conservar el sentido. Con frecuencia, Thomas recurre a la polisemia, utilizando en una línea o estrofa el mismo vocablo con diferentes significados o con una función sintáctica múltiple y juegos de palabras basados en la similitud fonético. Se optó por ajustar el significado en detrimento de la sonoridad y elegir la expresión que pueda sostener mayor amplitud de interpretaciones. Así también, en numerosos versos, el uso de palabras monosilábicas o de dos sílabas conlleva una respiración que no pudo trasladarse a la versión en español". La edición de Audisio también es bilingüe y cuenta con notas al pie en algunos poemas.

Tanto Camerotto como Audisio, que además de traductoras son poetas, dejan sentada una vez más la enorme dificultad de traducir a un autor que, para muchos, resulta intraducible. Y no se trata aquí de cuestionar las decisiones de ambas, sino de enfatizar las problemáticas características de una poesía extremadamente compleja que funciona en varios frentes a la vez. El hecho de que ambas declaren de manera tan explícita las limitaciones de su trabajo (que podría considerarse como una "noticia" de la poesía de Dylan Thomas) es una prueba de enorme honestidad. Sus dichos, entonces, abren la puerta a futuras versiones de otros traductores que, como ellas han hecho en sus respectivos libros, complementen la inestabilidad a la que este inmenso autor nos obliga. Es de esperarse que eso suceda, ahora, que, transcurridos los setenta años de rigor, sus derechos fueron liberados.

Jorge Fondebrider






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