Richard Gwyn es un escritor y traductor galés, que visitó en varias oportunidades Argentina, además de haber viajado extensamente por toda Latinoamérica, buscando autores para The Other Tiger, la gran antología de poesía de esta parte del mundo, que compiló y tradujo para el sello británico Seren, en 2016. De esa aventura trata Ambassador of Nowhere, su nuevo libro, en proceso de traducción a cargo del Administrador de este blog. Por supuesto, son muchas sus reflexiones a propósito de lo que es traducir. Copiamos ésta, correspondiente a la introducción del volumen.
Mapas y palabras
Esta sensación generalizada de tener un doble, de deambular a través de un pasillo de espejos, parece curiosamente apropiada tanto en relación con los mapas (que replican una versión del mundo) como con la traducción (que replica una versión de la palabra). De todas las obras literarias, tal vez sea la obra de traducción la que más se acerca a la lectura de un mapa. De entrada, el traductor intenta interpretar la leyenda del mapa, trazar los contornos de las escarpaduras y los cursos de los ríos que pueblan el paisaje textual. Si quieren llegar a trazar una ruta a través del paisaje de los textos elegidos, los traductores deben ser consumados lectores de mapas. Deben filtrar sus palabras y frases a través de un tamiz de posibles interpretaciones, siempre haciendo malabarismos con significados y lecturas alternativas, para implicar, sugerir y resistir todo al mismo tiempo, permanecer en un estado de continua incertidumbre o ambivalencia entre lo que se debe traducir y lo que tiene que permanecer en silencio. Y el traductor, como cualquier lector de mapas, o narrador, necesita elegir un punto de partida.
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