martes, 31 de diciembre de 2024
lunes, 30 de diciembre de 2024
Un resumen del año del Club de Traductores Literararios de Buenos Aires
Con Carlos Gamerro |
Hubo, a lo largo del año, dos temas de los cuales este blog se ocupó en permanencia. Por un lado, la crisis en el mundo del libro, motivada por las políticas gubernamentales que afectaron a editores, distribuidores y libreros, condicionando asimismo a los escritores y traductores. Resultado de políticas recesivas, fueron muchas las iniciativas sobre las que hemos hablado durante todos estos meses.
El segundo tema, de alcances internacionales, ha sido la forma en que la Inteligencia Artificial ha ido afectando de manera creciente la labor de los traductores. Todo indica que el problema se ha instalado y que volveremos a él una y otra vez.
El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires cierra así su año dieciséis de existencia y todo indica que volveremos a vernos en febrero, como todos los años. Que tengan todos unas felices vacaciones.
viernes, 27 de diciembre de 2024
"Si la gente ve que otros compran y leen es el mejor mensaje posible"
jueves, 26 de diciembre de 2024
Ciencia ficción y traducción
El traductólogo francés Nicolas Froeliger nos envía el dato de ResFuturae, una revista dedicada al estudio de la ciencia ficción, que dedica su número 24, de 2024, a "Ciencia ficción y traducción". En su presentación, se lee: "Los estudios sobre ciencia ficción destacan cuestiones específicas de traducción, particularmente en términos de conocimiento compartido y xenoenciclopédico, o palabras de ficción. Este archivo 'Ciencia ficción y traducción' explora algunas de estas cuestiones tanto en la literatura como en otros medios y a partir de diferentes idiomas.
Los distintos artículos de la publicación están en francés. Quienes deseen enterarse del contenido pueden hacerlo en https://journals.openedition.org/resf/13628
miércoles, 25 de diciembre de 2024
martes, 24 de diciembre de 2024
Una entrevista con Lil Sclavo, traductora uruguaya
“Lil es difícil”, suele decir Francisco Álvez Francese, de editorial Forastera. Lil Sclavo recibía los originales que Álvez le mandaba desde París, pero ninguno parecía gustarle. “Podían tener valor literario, pero a mí no me movilizaban para traducirlo”, explica Sclavo.
Para ella, el acto de traducir está profundamente relacionado con una pulsión de deseo. Algo del texto tiene que movilizarla. Así ocurrió con la traducción de Estupor y temblores (1999), de Amélie Nothomb: “A las 3 de la mañana me desperté y decidí trabajar con el libro. No pude parar, lo mandé en 20 días”, recuerda.
Un sentimiento similar al que tuvo cuando decidió estudiar francés, cuando era muy pequeña y por “tozuda”, ya que proviene de una familia que esperaba que estudiara italiano. Empezó con el francés en el liceo, que por ese entonces era obligatorio. Luego en la Alianza Francesa, en Tacuarembó y después en Montevideo. Continuó en México con la especialización en Traducción Literaria, carrera que todavía no existía en Uruguay. Y cuando se abrió el posgrado de Traducción Literaria en la Udelar, Lil lo sabía: “Esta es la mía”.
De pronto, un pequeño libro de un autor que todavía no había sido traducido al español, pareció cautivarla. Una pareja de clase alta al borde de la crisis decide irse de viaje a Sicilia. La tensión va aumentando de manera paulatina y las sombras de Melvill y Luisa, los protagonistas, van tomando un lugar mayor en la historia.
Por su lado “masoquista y estoico”, a Lil la cautivaron los desafíos de traducir Taormina, de Yves Ravey. Sobre estos conversó con LatidoBEAT.
Imagino que traducir no es simplemente transferir las palabras de un idioma al otro.
Ese es el concepto que hay que dinamitar, el concepto de trasvasar. Yo no trasvaso nada, tengo que internalizar una obra, nunca empiezo a traducir una obra hasta que no me resuena dentro. Yo tengo que leer ese texto mil veces hasta que algo dice: “Este es el momento". No traducimos palabras solamente, traducimos sentidos, sonidos, discursos. Y traducimos silencios también. Hay muchas cosas en un texto para trasvasar, entonces no es que yo saco de este recipiente y pongo acá y queda todo igual. No, hay pérdidas y hay ganancias, porque las lenguas no se recortan de la misma manera. Entonces, de repente, yo siento que en francés es tan claro lo que está diciendo, pero no es igual de claro cuando lo voy a volcar al español, al castellano o al rioplatense. Entonces tengo que buscar la manera más parecida, respetando el sentido de la frase, porque no puedo cambiar el sentido, pero que provoque un efecto similar al que está buscando el autor en su propia lengua. Y Taormina es especialmente difícil, a pesar de que es chiquito, por muchas cosas.
–Muchas cosas no se transmiten con el diálogo, sino que a través de lo que le ocurre a Melvil y lo que él percibe de Luisa. ¿Esto no representó una dificultad para vos?
–Una gran dificultad que tiene esta novela es el estilo. Él usa el estilo indirecto libre, qué es eso que acabas de decir, cuando ves que el narrador se impregna del discurso de los personajes, entonces habla como ellos y el texto queda con interferencias, con hibridaciones, porque son discursos que provienen del personaje y lo invaden al narrador. Es muy difícil volcarlo al castellano sin caer en errores sintácticos, léxicos y semánticos, porque podés caer muy fácilmente. Fue muy curioso, porque después de leerla sentí esa primera dificultad. Y otra cosa muy difícil es el ambiente. Él crea un clima, la historia en sí es simple, lo importante es el ambiente que él va creando, que ya desde que aterrizan, desde que salen del aeropuerto, algo te empieza a decir “esto termina mal”, y ahí está, para mí, la genialidad del autor, él me fue metiendo en una película. El otro día, escuchando una entrevista que le hicieron en la radio, dijo que mientras la escribía sentía que iba sentado en el asiento de atrás, que él presenciaba todo eso. Entonces ese ambiente, ese clima envolvente que va desarrollando a lo largo de la novela, no es fácil, porque eso no lo decís solo con la palabra, tenés que manejar otra cosa como es la puntuación, por ejemplo. Hay un efecto deliberado que busca el autor de entrecortar la frase, está como sin aliento, a medida que el peligro se va acercando la situación se va volviendo más densa y el ritmo se entrecorta cada vez más. Y si bien el francés, en general, abusa de las comas y está bien, en castellano no son tan aceptadas, son problemas tremendos que tenemos siempre con los editores. Este autor busca un efecto deliberado en marcar esa respiración jadeante. Están jadeando los personajes porque es ahí donde estoy transmitiendo el clima. Si el editor me saca esas comas, ya ese elemento lo pierdo. Por supuesto que no fue el caso acá, porque los editores son una maravilla y nos entendimos perfectamente, lo trabajamos juntos y estábamos totalmente de acuerdo. Se trabajó con total respeto y sintonía, eso es muy importante, no se da siempre. El narrador casi no adjetiva, no toma posturas, él muestra a través de un vidrio, lo cual vuelve todo mucho más impactante, porque no hay emoción. Nadie se emociona, a estos no los mueve nadie, ellos quieren pasar las buenas vacaciones. Y el personaje de ella, que por momentos intenta tener un poquitito de conciencia y quiere reparar en parte algo, no dura nada, son chispazos que le vienen, pero después ella quiere visitar, quiere sacarse la foto. Entonces son dos cretinos, pero el escritor no se pone en juez, él lo dice clarito en las entrevistas que no busca hacer una novela moral, no hace un juicio moral, que cada uno saque las conclusiones. Esas eran dificultades nada menores que presentaba esta novelita chiquita, pero interesante.
–¿Cómo llega a vos Taormina y por qué decidís aceptar traducirla?
–La pregunta del millón me estás haciendo, porque eso tiene que ver con la pulsión, con el deseo, y el deseo es tan difícil de explicar, es muy inconsciente. Yo recuerdo que Francisco me mandaba de París cantidad de originales y quedó como un chiste el "Lil es difícil", porque no me gustaba ninguno. Podrían tener valor literario, pero a mí no me movilizaban para traducirlo. Viene esta, muy chiquita, que yo no tenía ni idea. Había leído una única novela de Yves Ravey hace mucho tiempo porque no es un autor que esté traducido, es un autor totalmente desconocido acá. Y esa me movilizó, ¿por qué? Debe ser por ese lado masoquista y estoico que tenemos los traductores. Estoico porque es una labor muy ingrata, es agónica por momentos, peleás con las dificultades, además de que no es un trabajo muy bien remunerado en el mundo. Y si me preguntas qué fue, creo que todo esto que te acabo de decir, esas dificultades que aparecían, esos desafíos que dije: “Bueno, esto puede salir mal, pero si sale bien, qué bueno, porque son desafíos grandes”. En definitiva, el trabajo del traductor es eso, enfrentarse a desafíos y tomar decisiones permanentemente, que también es un tema muy complejo. Por eso es bueno después poder leerla con el editor o con alguien que te inspire mucha confianza. Yo soy neurótica obsesiva, entonces siempre pregunto cuándo es el momento de entregar el cuadro, cuándo es el momento de entregar la partitura, porque puede ser interminable y hay que saber parar. Por eso es bueno leerlo con otro, porque si no empezás a sobretraducir. Y Ravey no fue traducido en el Río de la Plata, eso también fue un desafío. Cuando tú introduces a un autor a un canon, corrés un riesgo muy grande, si la traducción falla, a ese autor nunca más lo editan en el Río de la Plata, queda como con un manto negro. Si la traducción pasa, puede ser que alguien más se interese y se vuelve a editar. Es muy importante, porque la introducción de un nuevo autor puede cambiar el canon, es alguien que no se conocía, si la presentación es mala, no voy a seguir comprando. Entonces la responsabilidad del traductor es muy grande cuando traduce por primera vez un autor, es muy delicado.
–Como lector, cuando uno se pone frente a un libro traducido también se enfrenta a un riesgo.
–La traducción siempre se consideró como una escritura menor, nunca se supo quién traducía. Aún hoy en día empiezo a hacer búsquedas de libros que han sido editados en español y figura la editorial, el año, pero no figura el nombre del traductor y le das 80 vueltas y no aparece. Aún sigue estando esa mala costumbre, ahora cada vez menos. Hemos logrado, después de siglos de batallar, que esa pluma fantasma tenga nombre y apellido, ciudadanía y a veces hasta sabemos que se dedica a otras cosas. Mi deseo de empezar a traducir fue cuando leía Proust en francés. Yo leía Proust en francés y andaba como una enajenada por la calle, “¿esta persona lo habrá leído? ¿Sabrá quién es? Yo quisiera que lo leyera”. Entonces yo digo que es la más democrática de las profesiones. Pero es un tema, ¿qué es una buena y una mala traducción? Los criterios ahí son muy sutiles. Porque buena y mala sobre la base de qué. Ese es un problema que a veces podemos tener con los críticos. Si el crítico no maneja el idioma que yo estoy traduciendo, desconoce al autor que yo estoy traduciendo, desconoce el universo en el que se mueve la obra y lo vemos muchas veces: “Pésima traducción, mala traducción”. Bueno, habría que ver.
–Además del idioma, también está la cultura. En el caso de Taormina, estamos hablando de un francés que escribe sobre un viaje a italia y tú lo traducís a un español rioplatense.
–Hay cosas que las tuvimos que adaptar. Por ejemplo, en un momento están en la estación de servicio, él está aburrido y empieza a buscar cosas de limpieza para limpiar el auto, nombra productos muy específicos que acá no existen, productos para limpiar el auto cuando los mosquitos o las moscas dejan marcas, que acá no existen. Para esas cosas no hay traducción, lo englobás como un detergente o un insecticida. Lo de que traducimos no solo palabras, sino que también ambientes y silencios, es totalmente cierto y muy pocas veces los críticos literarios lo tienen en cuenta. No traducimos solamente discursos, traducimos culturas. Los discursos no salen de la nada, están enraizados en una cultura y acá vemos en esta pareja muy especial todos los berretines que tienen: él, que es un perdedor y un vago porque no ha hecho nunca nada, vive de ella; ella, que es una científica que trabaja en el centro más prestigioso de Francia con su padre. Ellos son muy de esos títulos, y las precisiones que hacen, el saco de lino, los mocasines, así es la cultura francesa, esos detalles para ellos son muy importantes. Creo que, además, acá hay una intención deliberada del autor de mostrar la estrechez mental de esta gente, de hacer alarde de todas esas cosas cuando faltan otras. Pero hay que tener mucho cuidado con eso, tengo que estar recreando un texto. Eso se pone mucho más de manifiesto cuando me toca traducir teatro, que a mí me encanta, pero tenés que adaptar y recrear porque no podés y es imposible, si traducís tal cual una obra escrita en Francia y la traes a Río de la Plata, va a haber muchas cosas que las vas a tener que cambiar porque si no la cultura no lo entiende.
–El español, además, tiene muchas variaciones según el lugar. Está el español de España, pero en Sudamérica hay muchas variedades del idioma. ¿Cómo englobás todas esas formas para que el entendimiento sea general?
–Bueno, yo te cambio la pregunta: ¿Cómo leíste a los rusos traducidos por España? Horrible, porque venían por el lado del francés, ahí hay doble traducción. Los traductores agarraban las hojas que estaban traducidas del ruso al francés, muchas manos en un plato hacen mucho garabato. Grave error de los editores, que nunca ponen “esta obra ha sido retraducida de tal idioma”. Ahora sí lo hacen un poco más, antes no. Nosotros aprendimos a leer traducciones venidas, la gran mayoría, de España y nos bancamos “gilipollas”, nos bancamos los “rollos”, nos bancamos las “aceras”. Nos bancamos todo y entendíamos. Entonces, España tiene una posición de que la lengua la inventaron ellos y es la única válida, pero resulta que el 90% de los que hablan español son hispanos, los hispanohablantes son muchos más que los españoles. Además, ¿cuál es la lengua española? ¿La vasca, la de Valencia, la catalana? Ellos mismos tienen una infinidad de lenguas. Es todo un tema y por eso nosotros no podemos entrar al mercado español. La distribución de nuestros libros del Río de la Plata en España es mínima comparado con la avalancha de libros que vienen de España y que nosotros leemos.
–En el proceso de traducción de Taormina, pudiste hablar con los editores. ¿También tuviste la oportunidad de hablar con el autor?
–No, nunca hablé con él. Son muy pocas las veces que tenés contacto con los autores. A veces hay autores que acceden.
–¿Cuánto tiempo te tomó traducir Taormina?
–Taormina me llevó unos tres o cuatro meses, más o menos, pero también estaba con otra en la vuelta. Con la traducción pasa lo mismo que le pasa a cualquier creador, no es que te levantás, bajaron las musas y estás inspirado. Hay días en los que te levantás y empezás: “¿Cómo digo esto? ¿Cómo no lo digo? Con los años aprendí que ahí se apaga, afuera y a otra cosa, mente en blanco. Me dedico a otra cosa y cuando me vuelvo a sentar fluye. De repente estas durante días con una palabra que es clave, que es icónica, no es una palabra cualquiera porque las palabras se pueden traducir, pero en toda traducción y en todo texto, hay zonas muy icónicas, muy marcadas, que no se pueden perder, que hay que rescatarlas. A veces encontrar esa palabra exacta, o ese giro más que la palabra, el giro que tenés que dar para decir lo mismo y que suene como un juego de palabras te puede llegar de repente, te despertás de madrugada y te salió.
lunes, 23 de diciembre de 2024
Los resultados de la exitosa economía de Milei y el lamento de los mercaderes
El 20 de diciembre, Daniel Gigena publicó la siguiente nota en el diario La Nación, de Buenos Aires, a propósito de la caída de producción y ventas de los libros argentinos. En su bajada se lee: "La mayoría de las editoriales registró un descenso en las ventas respecto de 2023; en muchos casos, también se redujo la cantidad de novedades".
viernes, 20 de diciembre de 2024
Más sobre la presente versión de la Furia del Libro
Nuevamente el diario chileno La Tercera, de Chile, se ocupa de La Furia del Libro, que, actualmente, se desarrolla en las instalaciones del GAM, en Santiago de Chile. En este caso, lo hace a través de una nota de Pablo Retamal L, publicada el pasado 18 de diciembre, donde habla Simón Ergas, el director del evento.
jueves, 19 de diciembre de 2024
Por segunda vez en el año, los chilenos, furiosos
Desde el jueves 19 al domingo 22 de diciembre de 2024, tendrá lugar la segunda edición de estre año de La Furia del Libro, la tradicional feria de editores independientes de Chile, que esta vez se celebrará en el Centro GAM, del barrio de Lastarria. Lo que sigue es la información suministrada por el diario La Tercera, de Santiago de Chile, en su edición del pasado 10 de diciembre.
miércoles, 18 de diciembre de 2024
Una red de traductores, con sede en Francia, investiga la traducción durante la Seguinda Guerra
A través del traductógo francés Nicolas Froeliger, nos llega esta información desde Francia:
Centrado en la Segunda Guerra Mundial, un momento crucial en la historia europea del siglo XX, el proyecto de investigación TranslAtWar tiene como objetivo investigar cómo la traducción literaria puede contribuir a la comprensión de la Historia en su gestación y recíprocamente. Se trata de cuestionar la circulación de ideologías, ideas y cultura a través de la traducción, y de interesarse también por el papel de los agentes de estas circulaciones, tanto traductores como traductoras, durante la guerra. También investigaremos el impacto que la práctica de la traducción en circunstancias históricas tan excepcionales tuvo en el desarrollo intelectual y cultural de varios países, y lo que es probable que haya contribuido a su posición (central o periférica) en el mundo de la literatura europea.
Bajo la dirección de Christine Lombez (Université de Nantes), y apoyándose en una red de expertos internacionales de ocho países europeos, este proyecto innovador tiene como objetivo escribir una nueva página de la historia europea a través del prisma de la traducción en tiempos de guerra.
Quienes deseen investigar el sitio puede hacerlo en https://www.translatwar-erc.eu/?v=2
martes, 17 de diciembre de 2024
Javier Cercas: conservador en la Real Academia
lunes, 16 de diciembre de 2024
Una traductora que traduce a los amantes
HOLLAND (Holanda)
Hope Our Love Lasts & Never Dies (espero que nuestro amor dure siempre)
MALAYA (Malasia)
My Ardent Lips Await Your Arrival (mis ardientes labios aguardan tu llegada)
BURMA (Birmania, en la época)
Be Undressed/Upstairs Ready My Angel (espera desnuda[o]/arriba lista[o], ángel mío)
VENICE (Venecia)
Very Excited Now I Caress Everywhere (excitadísima[o], me acaricio por todas partes)
CHINA (China)
Come Home I’m Naked Already (ven a casa: ya estoy desnuda[o])
Si usamos las siglas españolas: TQYCET, EQNADS, MALETL, EDAAM o EMAPTP, esto suena, más bien, a colección de agencias de la ONU, no a nada que quiera yo que Pedro Pascal me diga. Seamos serios. No me extraña que los jóvenes hayan desarrollado su propio código. Aunque GNOC, NIFOC, GOAT y CU46 están entre un zoo, nombres de aviones y un catálogo de sofás, ellos son mucho más listos que nosotros o son los años veinte (double entendre), que les favorecen.
viernes, 13 de diciembre de 2024
jueves, 12 de diciembre de 2024
Primera persona del singular del Presente de Dubitativo (II)
Expectativas del presente
Busco ejemplos y análisis del uso del presente narrativo en literatura traducida. En la traducción del francés al inglés mi problema resulta ser el pan de cada día y la solución parece establecida hace mucho. Hélène Choquet asegura en «L'alternance passé-présent dans le récit : contraintes de la traduction du français vers l'anglais» [La alternancia pasado-presente en la narración: restricciones en la traducción del francés al inglés] que los manuales de traducción franceses aconsejan no andarse con rodeos y traducir el presente histórico francés, tan habitual en textos periodísticos, por un pretérito inglés.
Chuquet examina los problemas que plantea la alternancia de tiempos diferentes en una misma narración, especialmente entre el «presente de narración» y los pretéritos. En francés, esta heterogeneidad temporal se denomina también «rupturas temporales», mientras los ingleses la llaman tense-switching. El quid es averiguar cuándo y cómo esa alternancia aporta valor al texto potenciando el sentido del relato. Encuentro un buen ejemplo de heterogeneidad temporal en las primeras páginas de la novela de Theodor Kallifatides El arado y la espada (1975), recién publicada por Galaxia Gutenberg. Es la segunda parte de la trilogía, entre Campesinos y señores (1973) y Una paz cruel (1977), que trata del periodo comprendido entre la invasión nazi de Grecia en 1941 y el final de la guerra civil en 1949.
El arado y la espada –traducida del sueco por Carmen Montes Cano y Eva Gamundi Alcaide– empieza en presente, muy pronto hace incisos en pasado y llegado cierto punto sigue sin brusquedades con diferentes formas del pretérito, consiguiendo así tanto una jerarquización fluida de los hechos que relata como ubicar psicológica y emocionalmente al protagonista:
La noche de la liberación // - El tío Stelios
abre la ventana que da a la calle. En Yalós es de noche y reina el silencio. Un
silencio denso, en el que la gente duerme o simplemente cierra los ojos y deja
de buscar palabras, puesto que todas las palabras están dichas y todo lo que
debía hacerse está hecho.
Es la primera noche de la liberación, una noche
de mayo de 1944 y, en lo que respecta a Yalós, la guerra ha terminado. Los
nazis se vieron obligados a retirarse no como vencedores, sino como perdedores.
Por toda Grecia sopla un viento con el aroma del dulzor de la victoria, y el
mundo se ha vuelto de repente más comprensible; un mundo de vencedores y de
perdedores.
Algunos académicos llaman arrêt sur image (imagen congelada) a este procedimiento, donde con el presente de indicativo se toma una escena o un episodio especialmente relevante o significativo como eje desde el cual el narrador realiza aproximaciones o distanciamientos, como Kallifatides hace con el día de la liberación.
Mediante estas rupturas verbales se pretende «poner la acción en movimiento», efecto que también se observa en Si esto es un hombre, de Primo Levi. Aleksandra Koman corrobora por su parte lo dicho arriba en «Funzioni del tempo presente nella strategia narrativa» [Funciones del tiempo presenta en la estrategia narrativa]:
En los textos narrativos el tiempo
presente sirve a menudo para subrayar un hecho importante, un momento crucial
que marca un cambio en la vida del personaje y que provoca toda la serie de
acontecimientos que seguirán. [...] Esta elección obedece a que, pasando al
tiempo presente, el escritor consigue introducir al lector en el corazón del
universo narrado. Por lo tanto, el lector tiene la impresión de encontrarse en
la dimensión temporal de los acontecimientos contados por el narrador; de este
modo queda nivelada la distancia temporal. (Traducción de la autora)
De momento, acepto el consejo de optar por el pretérito en textos no especialmente marcados por la búsqueda del efecto dinámico ya descrito, es decir no literarios. La decisión parece menos evidente cuando se trata de una novela enteramente escrita en presente o en una proporción tan significativa como para tomarla como ejemplo. Chuquet se fija en la obra de Patrick Modiano y examina qué decisión tomaron diferentes traductoras al inglés. La de Les Boulevards de ceinture prefirió ceñirse al original y conservar «casi íntegramente la organización temporal del francés», mientras que la de Quartier perdu prefirió trasladar el presente al pretérito. El resultado es de esperar, dice: en la primera novela, determinados pasajes llaman la atención sobre sí mismos, aunque el resultado general es bueno. En la segunda se ha conseguido la fluidez tan buscada a cambio de cierto grado de pérdida con respecto del original. Añado que las traductoras españolas de Los paseos de circunvalación y Barrio perdido, María Teresa Gallego Urrutia y Adoración Elvira Rodríguez respectivamente, conservan el presente de indicativo del francés alternando con otros tiempos verbales cuando corresponde.
Ahí estamos: qué se pierde y cuánto afecta esa pérdida a la mejor recepción del sentido original, comparado con conseguir un texto conforme a los cánones del género. Entendemos, por supuesto, que la expectativa generada en el plano del lenguaje por una novela de Modiano es distinta de la que suele inspirar la autobiografía de un artista visual, sea fotógrafo o cineasta o pintor, ilustrador, etc. En el caso de Huguier, hay que tener en consideración no solo sus carencias retóricas sino también su estilo «pulsional»: relata su pasión y cómo la realización de sus proyectos fotográficos es el resultado del empeño en salvar obstáculos.
El dato que todavía me mantiene del lado del presente de indicativo es la importancia del episodio que Huguier eligió como inicio de su autobiografía, que un crítico de la vieja escuela llamaría «la escena primitiva».
El pasado siempre presente
Hija de la alta burguesía francesa, su padre era director de una plantación de caucho en Saigón y «al acabar la segunda guerra mundial regresa a Vietnam, comisionado por su compañía para recuperar el control sobre las plantaciones de caucho de Indochina después de la retirada de los japoneses». En las vacaciones escolares de 1950, Françoise, la pequeña de tres, asistía con los padres y sus hermanos a una fiesta en el elitista círculo de plantadores. Un asalto de los guerrilleros comunistas vietminh resultó en numerosos muertos y varios secuestrados, entre ellos Françoise, de ocho años, y su hermano, cuatro años mayor. El secuestro llegó a las portadas de los periódicos, se prolongó ocho meses y marcó la memoria de la futura fotógrafa. El acontecimiento, a la vez traumático y dramáticamente interesante, justifica que el relato arranque con este episodio porque supuso una forma de segundo nacimiento. El juego entre la presión de esos recuerdos intensos y singulares y la necesidad de establecerse en el presente, como le aconsejaba ya una monja del internado parisino donde sus padres la matricularon, se redobla con la conciencia y necesidad de distinguirse del entorno burgués. Distinta, que no renegada, y sin ínfulas de oveja negra, Huguier encaja mejor en la categoría, tan aristocrática por otro lado, de excéntrica.
El relato en tiempo presente parecería la opción que mejor casa con su personalidad despierta y reacia al autoanálisis. En sus reportajes y sus libros son periodistas o escritores los encargados de dar con la expresión precisa o feliz que sintetiza una experiencia o una cultura, en Francia o en el extranjero, que a veces ella retoma en la autobiografía.
Un último elemento que tomar en consideración sobre la preferencia por el presente narrativo es el que analiza Isabelle Dangy en «L’intériorité au présent de l’indicatif», publicado en la Revue critique de fixxion française contemporaine del año 2016. Aunque, como el título de la revista evidencia, se ocupa de la ficción, el artículo contiene varias reflexiones que considero válidas y trasladables a los discursos del yo, como las memorias o autobiografías. La selección de los episodios relevantes, el orden en que se presentan y el tono, pero también lo que se sugiere o se omite, emparentan el género autobiográfico con la novela o el cuento.
Para hablar de sí mismos, los fotógrafos suelen inclinarse por la fotobiografía, un subgénero «ennoblecido» desde la obra de Roland Barthes. Muchos artistas recurren a un negro para la redacción del texto mientras otros, mejor informados, prefieren una firma de prestigio que sea por sí misma un reclamo comercial. Hasta la publicación de Au doigt et à l’œil, el trabajo de Huguier ha tenido siempre a otros por protagonistas, salvo J’avais huit ans, una fotobiografía sobre su regreso, cinco décadas después, a los escenarios de la plantación y de su secuestro en Camboya, una experiencia que nunca mantuvo en secreto, por lo que en su caso no se produce ese retorno de lo censurado o silenciado, en forma de aluvión de recuerdos y emociones, propio de muchas experiencias traumáticas de carácter violento. Es un episodio capital de su biografía que todos los perfiles y entrevistas mencionan y que se sobreentiende como catalizador de los temas que aborda en su carrera; ella ha declarado varias veces que la violencia de la que fue testigo hizo que no se dedicara al reporterismo de guerra.
Por no perder de vista el objeto de esta reflexión, la manera en que soslaya ahondar en ciertos temas y asuntos corrobora que el presente de indicativo en ficciones contemporáneas permite eludir la expresión de la vida interior del sujeto dando relieve, como en los reportajes, al relato de las acciones. Es también una manera de evitar manierismos «literarios»: el tono evocador, engolado o grandilocuente, o la idea del tiempo pasado dejado a la espalda, así como la concepción del relato de una vida como una serie de pasos que conducen inexorablemente al triunfo donde la selección de episodios sirve de recetario para el éxito destinado a aspirantes a fotógrafos. A favor del presente narrativo está su capacidad para conservar y reproducir la dinámica de la oralidad, su espontaneidad. O para transmitir cómo Françoise Huguier enfoca sus viajes fotográficos: «Leo mucho antes, sin saber lo que voy a fotografiar. También compro mucha documentación sobre el terreno, que descubro allí. Estoy totalmente impregnada por el instante presente».
Mediante el presente de indicativo, Huguier nos lleva a creer que la memoria no ha elaborado los recuerdos –algo desmentido por la estructura elegida, pues cada capítulo aborda un tema sin seguir un orden estrictamente cronológico y puede referirse a distintos años– y que su vida entera se le aparece siempre al alcance de las palabras, sin operar una jerarquización previa de la relevancia de los diferentes eventos como determinantes de lo que da en llamarse «un destino de artista».
¿Y entonces?
La alternativa, dado que sigo creyendo que en la versión española no funciona mantener el presente de indicativo a lo largo de todo el libro, es ensayar la «perspectiva Kallifatides»: usar el pretérito en pro de la fluidez y conservar el presente en aquellos pasajes donde con él se transmiten las ideas que he desarrollado en este artículo.
Bibliografía
•
Nueva
gramática de lengua española, «El verbo (I). Tiempo y aspecto. El aspecto
léxico. Los tiempos del modo indicativo. El aspecto verbal. Sus clases»: https://www.rae.es/gram%C3%A1tica/sintaxis/el-aspecto-verbal-sus-clases
•
Avendaño Anguita, Lina, «Perspective et temps verbaux: problèmes de
traduction», La Clé des Langues [en línea], ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029),
Lyon, marzo de 2010.
URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/langue/traduction/perspective-et-temps-verbaux-problemes-de-traduction
•
Chuquet, Hélène, «L'alternance passé-présent dans
le récit : contraintes de la traduction du français vers l'anglais», Meta, Journal des Traducteurs 45(2),
2000, 249–262. //https://doi.org/10.7202/002245ar
•
Dangy, Isabelle, «L’intériorité au présent
d’indicatif», en Revue critique de
fixxion contemporaine, URL: http://journals.openedition.org/fixxion/6755
•
Koman, Alexandra, «Funzioni del tempo presente
nella strategia narrativa», en Annales
Universitatis Paedagogicae Cracoviensis, Studia de Cultura FOLIA 218, 9(1)
2017; ISSN 2083-7275; DOI 10.24917/20837275.9.1.8
•
Shams, Golrokh, Généralités sur les différents concepts de temps : du concept
philosophique et physique au concept grammatical et linguistique,
Université d’État d’Érévan.
•
Zubiri, Xavier, Espacio. Tiempo. Materia, Alianza Editorial, Madrid, 1996, p.
299-300; citado en Fernández López, Justo,
Indefinido y Aoristo.
Libros citados
•
Huguier, Françoise, Au doigt et à l’œil. Autobiographie
d’une photographe, Sabine Wespieser Éditeur, París, 2014.
•
Kallifatides, Theodor, La espada y el arado, Galaxia Gutenberg, 2024. Trad. de Carmen
Montes Cano y Eva Gamundi.
•
Leiris, Michel, El África fantasmal. De Dakar a Yibuti (1930-1933), Pre-Textos,
Valencia, 2007. Trad. de Manuel Arranz.
•
Modiano, Patrick, Barrio perdido, Cabaret Voltaire, Madrid, 2012. Trad. de Adoración
Elvira Rodríguez.
•
–, Los paseos de
circunvalación, Anagrama, Barcelona, 2012. Trad. de María Teresa Gallego
Urrutia.
•
Pastoureau, Michel y Simonnet, Dominique, Breve historia de los colores, Paidós,
Barcelona, 2006. Trad. de María José Furió.