El pasado 24 de abril, el biólogo y funcionario Víctor M. Toledo publicó la siguiente columna de opinión en las páginas culturales del diario mexicano La Jornada. Vuelven a la cuestión de la Inteligencia Artificial
Inteligencia Artificial: ¿pueden pensar las máquinas?
La inteligencia artificial (IA) se ha vuelto un boom y escribir
sobre ella es un tema harto escabroso. Se trata de sistemas que logran aprender
y alcanzar niveles superlativos sin la intervención humana. En su libro Artificial:
la nueva inteligencia y el contorno de lo humano (2023), los argentinos
Mariano Sigman, reconocido neurocientífico y Santiago Bilinkis, economista,
tecnólogo y divulgador científico, trazan con sumo detalle los orígenes y el
desarrollo de la IA. Según los autores, el iniciador de la IA fue el matemático
Alan Turing quien encabezó en 1938 un formidable equipo de 35 matemáticos y
físicos en Inglaterra para analizar los mensajes secretos del nazismo
hitleriano. Terminada la guerra, Turing continuó investigando y diseñó en 1948
el primer algoritmo para que una máquina jugara ajedrez: el Turochamp.
Siguieron nuevas máquinas jugadoras incluyendo el go, originado en China hace 2
mil 500 años, para lo cual se inventó por parte de la compañía Deep Mind el
programa AlphaGo (2015). Esta vez la máquina se enfrentó a Lee Se-dol, el
coreano ganador de ocho títulos mundiales en un partido transmitido y visto por
200 millones de personas. La máquina venció al humano. En los últimos años ha
aparecido OpenAI, organización de científicos que se ha convertido en empresa
dedicada a generar la más ambiciosa de las IA. A la fecha han generado cuatro
versiones del llamado chat GPT (Generative Pre-trained Transformer). La primera
contó con 120 millones de parámetros (2018), la segunda con mil 500 millones de
parámetros a partir de 8 millones de páginas web (2019), la tercera 175 mil
millones de parámetros (2021) y la cuarta se estima en 100 billones de
parámetros, un uno seguido de 14 ceros (2023). En sus versiones más
sofisticadas, la IA puede diseñar de manera instantánea un Power Point con sólo
darle el tema a ilustrar, o realizar un video o una película entera. Aunque en
su libro los autores argentinos se empeñan en aparecer neutrales, lo cierto es
que hacen una sutil apología de la IA mediante continuas alabanzas y elogios,
la cual se vuelve explícita en una frase de la página 46 de su
libro: Bienvenidas las máquinas a este lugar privilegiado que la
inteligencia hasta hoy sólo reservaba al ser humano.
Esta potente capacidad de la IA ha generado problemáticas inimaginables,
como la ambigüedad respecto de los derechos de autor. En un manifiesto que
circuló profusamente el pasado 25 de abril, la Coalición por el Acceso Legal a
la Cultura acepta la IA como herramienta complementaria y no como un sustituto
de la creatividad humana y del ser humano mismo. Ahora pasemos a la evidencia
empírica. Cuando pregunté sobre los principales autores de ecología política en
el mundo, ChatGPT me dio siete nombres y Google 13. La misma pregunta, pero
para el caso específico de México: Chat GPT dio seis nombres, de los cuales
cuatro están equivocados y Google cinco, todos correctos. Para el campo de la
agroecología en el mundo y en México el Chat GPT dio cinco autores todos
correctos y para México seis, pero sólo dos correctos, mientras Google dio seis
y cinco nombres, todos correctos.
Para probar la fiabilidad del Chat GPT le pedí que nombrara a los tres
principales ecólogos de México y nombró a una conocida colega dedicada al tema
del maíz, citó el nombre de alguien desconocido, y me citó a mí mismo inventando
una semblanza totalmente falsa. Por otra parte, Chat GPT ha aprendido a hablar
en 30 idiomas diferentes y a realizar traducciones de manera instantánea. Sin
embargo, si bien lo puede hacer con un ensayo, difícilmente lo puede hacer con
una novela, casi imposible con un cuento e imposible traducir un poema. Una
obra literaria no sólo trasmite ideas, sino emociones, ritmo, cadencias,
musicalidad y juegos de palabras con un cierto sentido.
Termino citando dos opiniones: la de Noam Chomsky y la de la propia IA.
El primero afirma: “A diferencia de ChatGPT y sus similares, la mente humana no
es una pesada máquina estadística de comparación de patrones, que se atiborra
de cientos de terabytes de datos y extrapola la contestación más
probable en una conversación o la respuesta más probable a una pregunta
científica. Por el contrario, la mente humana es un sistema sorprendentemente
eficiente e incluso elegante que funciona con pequeñas cantidades de
información; no busca inferir correlaciones brutas entre puntos de datos, sino
crear explicaciones” (The New York Times: https://www.nytimes.com/2023/03/08/opinion/noam-chomsky-chatgpt-ai.html).
¿Eres un ser humano? Chat GPT respondió: “No, no soy un ser humano. Soy
una inteligencia artificial creada para ayudarte a responder preguntas y tener
conversaciones, pero no tengo emociones, conciencia ni cuerpo físico. Mi
función es tratar de ofrecerte respuestas útiles y comprensibles basadas en el
conocimiento con el que fui entrenado… mi objetivo es hacer que la conversación
se sienta lo más natural y amigable posible”
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