jueves, 21 de agosto de 2025

En agosto, el SPET se pone gauchesco

En el próximo encuentro del SPET, nuestra invitada Sara Iriarte expondrá sobre "La escena de la traducción como unidad de estudio y su aplicación al caso Martín Fierro de José Hernández".

La sesión se llevará a cabo el miércoles 27 de agosto a las 18.00 de manera exclusivamente virtual en el siguiente link: https://meet.google.com/xwx-qidp-wvg. Les agradecemos que confirmen asistencia.

Sara J. Iriarte
es una poeta, traductora e investigadora argentina, radicada en Florianópolis, donde realiza su estancia posdoctoral dentro del Programa de Posgrado en Estudios de la Traducción (PGET-UFSC). Es Doctora en Literatura y Estudios Críticos por la Universidad Nacional de Rosario, con pasajes por las Universidades de Pittsburgh y Padua, y Magíster en Estudios del Lenguaje, con énfasis en Traducción Literaria, por la PUC-Rio. Investiga desde hace más de una década el clásico argentino Martín Fierro, de José Hernández, y su recepción en los ámbitos lusófono, anglófono e italoparlante. Sobre el tema, escribió el libro Traduções brasileiras de Martín Fierro: Um jogo de identidades (2018) y numerosos artículos académicos. Publicó su primer libro de poemas, Pies de Quilla, en 2024. Entre las principales traducciones que ha realizado se encuentran Vidas Secas, de Graciliano Ramos (2024), y Patrimônio Imaterial: Cultura e Tradição no Brasil, del Iphan (2012).

Lecturas sugeridas

Adamo, Gabriela / Valeria Añón / Laura Wulichzer (2009). La extraducción en la Argentina. Venta de derechos de autor para otras lenguas. Un estado de la cuestión, 2002-2009. Fundación Teoría y Práctica de las Artes. Recuperado de

Derrida, Jacques (1989 [1967]). “Freud y la escena de la escritura”. En La escritura y la diferencia. Traducción de Patricio Peñalver. Barcelona: Anthropos, pp. 271-317.

Lange, Anne / Daniele Monticelli (2022). “History and Translation”. En Zanettin, Federico / Christopher Rundle (eds.). The Routledge Handbook on Translation and Methodology. London: Routledge, pp. 288-303.

Lianeri, Alexandra / Vanda Zajko (2008). “Introduction. Still Being Read after so Many Years: Rethinking the Classic through Translation”. En Lianeri, Alexandra / Vanda Zajko (eds.), Translation & the Classic. Identity as Change in the History of Culture. Oxford: Oxford University Press, pp. 1-23.

Pueden solicitarnos por mail las lecturas que no están disponibles en internet.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Nueva antología mexicana de poesía rusa


En la edición del diario mexicano Milenio, correspondiente al 16 de agosto pasado, hay una nota de Alina a propósito de la antología de poesía rusa traducida por Ludmila Biriukova y editada por José Àngel Leyva. En la bajada se lee: "Una antología publicada por la editorial La Otra y la UANL abre la ventana a una época casi inédita para el público hispanohablante de la obra poética que surge en la URSS después de la Segunda Guerra Mundial".

Los poetas rusos del underground salen a la luz

Leonid Aronzón, poeta metafísico, nacido en Leningrado en 1939 y fallecido trágicamente a la edad de 31 años (muchos consideran que fue un suicidio), escribió en uno de sus poemas: “no han sido las pérdidas que me iniciaban a ser poeta / fue el movimiento ligero de las sombras nocturnas”. El segundo verso aparece como subtítulo de la antología Poetas rusos, recientemente publicada por la editorial La Otra y la Universidad Autónoma de Nuevo León. El libro forma parte de la colección “20 del XX”: veinte poetas del siglo pasado de distintas regiones y lenguas. Desde que esta colección vio la luz en 2012, se han publicado trece antologías dedicadas a autores de América Latina, Europa Occidental e incluso de la antigua Checoslovaquia, otro país de habla eslava.

En este volumen, sin embargo, hay un rasgo distintivo. Mientras que, por ejemplo, la antología Poetas checos comienza con los autores más emblemáticos de las primeras décadas del siglo XX —como el gran Vladimír Holan y los vanguardistas Vítězslav Nezval, František Halas y Jaroslav Seifert—, en Poetas rusos el lector no encontrará poemas de Ósip Mandelshtam, Borís Pasternak, Anna Ajmátova o Vladímir Mayakovski. La antología abre una ventana a una época prácticamente desconocida para el público hispanohablante: la llamada poesía underground, posterior a la Segunda Guerra Mundial, que surgió en oposición a la literatura oficial soviética, dominada por la ideología y la censura que regulaban toda la producción cultural en la antigua URSS.

Cabe mencionar que, para Ludmila Biriukova, la traductora de la antología, así como para su editor, José Ángel Leyva, este libro no fue el primer intento de acercar a los lectores mexicanos a la poesía rusa de ese período. Una primera aproximación a este campo inexplorado fue un número especial de la revista Alforja (dirigida por José Vicente Anaya y José Ángel Leyva), publicado en 2004, que presentó una generosa selección de poetas del underground. Más adelante, en 2021, la revista La Otra —sucesora de Alforja— dedicó también un número a este mismo tema. Ludmila Biriukova colaboró en ambos proyectos; además, en 2011 publicó la antología titulada Otoño desnudo. Poesía rusa no oficial de la segunda mitad del siglo XX, editada por La Cabra Ediciones y la BUAP. La mitad de los autores incluidos en Poetas rusos ya aparecían en este volumen, aunque, como explica Biriukova en la introducción a esta nueva antología, los poemas —a diferencia de los poetas— no se repiten.

“Poesía underground” no es la única manera de referirse a los autores de este libro. La “segunda cultura”, la literatura clandestina, la poesía del samizdat: las denominaciones son múltiples y cada una hace énfasis en un aspecto particular. El concepto de la “segunda cultura” subraya que no se trata únicamente de un conjunto de textos literarios, sino de un fenómeno cultural, social e incluso político. La definición “literatura underground” o clandestina señala las condiciones en las cuales estas obras existían: imposibles de ser publicados en los medios oficiales, ajenos a los cánones del realismo socialista, estos versos se difundían de una manera oculta y bajo constante amenaza. Finalmente, el término “samizdat”, que en ruso literalmente significa “autoedición”, alude al mecanismo mediante el cual estas obras circulaban: ediciones “artesanales” —poemarios, revistas, almanaques— se copiaban a máquina o a mano, lo cual permitía a sus autores escapar de las largas tenazas de la censura.

Si bien el término samizdat surgió ya en los años 40, la “segunda cultura” se consolidó como tal después de la muerte de Stalin, en 1953. Lo que unía a las diversas agrupaciones literarias que surgieron luego de este suceso, tanto inesperado como oportuno, era el rechazo a la estética soviética y al lenguaje totalitario que buscaba reglamentar qué, cómo y para qué debía escribir cada autor nacido bajo la hoz y el martillo. Los estatutos de la Unión de Escritores Soviéticos, creada en 1934, exigían que la literatura reflejara la “lucha heroica del proletariado internacional”, “la victoria del socialismo” y “la gran sabiduría del partido comunista”. Las obras que no se ajustaban a este marco, así como aquellas que se destacaban por su complejidad estilístico-formal —dizque incomprensibles para las “masas”—, eran condenabas como ajenas a los intereses del pueblo y los valores del comunismo. Las consecuencias para sus autores podían ser severas. Así, por ejemplo, Guennadi Aigui, uno de los poetas rusófonos más enigmáticos, fue expulsado de la universidad “por haber escrito un libro de poemas enemigos que socava los fundamentos del método del realismo socialista”. Iósif Brodski, futuro Premio Nobel, fue sometido a la medicina punitiva y recluido temporalmente en un hospital psiquiátrico (una práctica típica del sistema represivo soviético). Alexander Ginzburg, editor de Sintaxis, un almanaque icónico de la época del samizdat, fue encarcelado tres veces y pasó más de ocho años en colonias penitenciarias debido a su labor editorial. No sorprende que Víctor Krivulin, uno de los autores de la antología en cuestión, al referirse a su entorno literario, mencionara las catacumbas, espacios subterráneos en los cuales los primeros cristianos se refugiaban de la persecución. El “deshielo” —la época de desestalinización anunciada por Nikita Jrushchov en 1956—, que en gran medida impulsó la “segunda cultura”, resultó ser demasiado engañoso para quienes creyeron en la posibilidad de una vida libre.

Ahora bien, sería equívoco pensar que la poesía underground tuviera un carácter contestatario. La mayoría de sus autores fueron disidentes estéticos, mas no políticos. Сomo decía el escritor Serguéi Dovlátov sobre Iósif Brodski: “Él no vivía en el estado proletario, sino en el monasterio de su propio espíritu. No luchaba contra el régimen. Lo ignoraba. Ni siquiera sabía bien de su existencia”. Los poetas del underground no buscaban derrocar el Estado, sino defender su voluntad individual —creativa y espiritual— frente a la coacción social, preservar la palabra viva y trascendente frente al discurso oficial: materialista, ateo y, a la vez, meramente dogmático. De ahí la diversidad de poéticas —motivos, registros, formas prosódicas— que caracteriza tanto la poesía del período como a los autores reunidos en Poetas rusos. Los integrantes de este volumen transitan entre el lirismo estridente y la mirada filosófica; entre la desacralización irónica de las grandes metanarrativas y el éxtasis religioso; entre textos retóricos y el minimalismo. La antología empieza con los poemas de Arseni Tarkovski, padre del célebre cineasta, cuyos poemas el lector hispanohablante conoce por las películas El espejo, Stalker y Nostalgia. Tarkovski padre es el único poeta que no encaja del todo en este libro, pues no perteneció al underground, aunque fue un referente importante para muchos que sí forman parte de él y de esta antología. Junto con él, se destacan aquí los poetas metafísicos enfocados en la búsqueda de lo divino (Leonid Aronzón, Veniamín Blazhenni, Olga Sedakova), los poetas de pensamiento, en particular, en torno al tema de la historia (Víctor Krivulin, Serguéi Stratanovski) y los poetas de formas breves y concisas (Iván Ajmétiev, Vladímir Búrich, Mijaíl Sokovnin). A continuación citaré un poema de Iván Ajmétiev que suena como todo un testamento para los poetas del underground:

y recuerda
no se les debe mostrar
que tienes un deseo enorme
de ser libre

Una antología poética colectiva en traducción es, por naturaleza, una obra doblemente vulnerable. En primer lugar, por razones prosódicas. A diferencia de los poetas hispanohablantes, la mayoría de los autores rusos del siglo XX se mantuvieron fieles a la poesía rimada y medida. La traducción en verso libre difícilmente puede reflejar la musicalidad de textos originales. La infidelidad fonética no se debe a una falta del esmero por parte de la traductora, sino a las particularidades lingüísticas: mientras que la poesía silábica hispana se basa en la cantidad de sílabas y el uso de cesuras, la poesía rusa se inscribe en la tradición acentual-silábica que combina el conteo de sílabas con patrones fijos de acentuación, en gran medida imposibles de trasladar a las lenguas romances.

Asimismo, cualquier antología suscita dudas respecto a sus criterios de selección. La ausencia de los poemas de Iósif Brodski y Gennadi Aiguí aún es justificable, dado que ambos autores son relativamente conocidos para el público hispanohablante y cuentan con antologías personales publicadas en México. De igual modo, es comprensible la exclusión de los célebres “sesenteros” —Yevgueni Yevtushenko, Andrei Voznesenski, Bella Ajmadúlina y Robert Rozhdéstvenski—, quienes, si bien no encajaban en los cánones de la literatura oficial, eran demasiado “populares” para pertenecer a la clandestinidad literaria. En cambio, la omisión de los poetas conceptualistas como Dmitri Prígov y Lev Rubinshtein, y metarrealistas como Iván Zhdánov, Aleksei Párshchikov, Alexander Yeriómenko —figuras imprescindibles para entender la “segunda cultura” — es más que lamentable. No obstante, cada traductor y antologador tiene el derecho inalienable de elegir libremente a sus poetas y poemas. Por ello, pese a las licencias necesarias para trasladar al español la poesía escrita en un idioma tan distinto y tan distante, considero que el lector mexicano ha recibido un auténtico regalo. Hoy, en estos días en que Rusia está regresando con ímpetu a la dictadura y a la censura —aún no institucionalizada, pero ya anunciada a plena voz—, leer la poesía rusa underground resulta más pertinente que nunca.



martes, 19 de agosto de 2025

Importante novedad editorial: Milena sin Kafka


"Los traductores Jorge Lucero y Florencia Ferre acaban de trasladar, por primera vez al español, y sin intermediarios, El camino a la simplicidad de Milena Jesenská. A 129 años de su nacimiento, sus reflexiones despliegan una mirada aguda, crítica y profundamente humana, que invita a descubrirla más allá de las sombras proyectadas por las famosas cartas de Franz Kafka." Tal es la bajada con la que Radio Prague dio a conocer la publicación, por parte de la editorial Vilnius, en Córdoba, Argentina, de una obra singular debida a una escritora checa que merece mayor visibilidad.

El largo y sinuoso camino a Milena Jesenská

El bohemista argentino Jorge Lucero aún no sale de su asombro. Al comentar que, junto a la traductora y poeta Florencia Ferre, estaban finalizando la traducción al español de un libro de Milena Jesenská, incluso personas que él consideraba profundamente cultas quedaban inmersas en un silencio absoluto. Solo salían de ese trance al escuchar que aquella Milena no era otra que la destinataria de las célebres cartas de Franz Kafka. Publicado originalmente en checo en 1926, El camino a la simplicidad (Cesta k jednoduchosti), editado ahora por la editorial cordobesa Vilnius, se convierte en el primer libro escrito por Jesenská que se traduce al español. Como señala Lucero, también es uno de los pocos que la autora logró publicar en vida: una obra breve pero luminosa, que revela su mirada crítica y profundamente humana sobre distintos aspectos de la existencia: “Este texto en particular es muy importante porque es uno de los pocos libros que Milena logra editar, más allá de sus artículos periodísticos, y es quizás el más resonante de las compilaciones que hace Milena, asímismo es un libro que nos permite observar cómo Milena ya estaba consagrada como una intelectual checa importante”.

Tanto Jorge Lucero como Florencia Ferre destacan la diversidad de temas que aparecen en estas breves pero intensas páginas que, hasta el momento, solo habían sido llevadas al serbio, versión que ambos traductores consultaron ante pasajes cuya dificultad gramatical ponía en algún punto en entredicho ese elogio a la simpleza que aborda desde el propio título Milena, de cuyo nacimiento se cumplieron, el domingo pasado, 129 años.

Matrimonios y algo más
En todo caso, es interesante que la lectura directa de esas reflexiones todoterreno de Milena pueden deparar algunas sorpresas, teniendo en cuenta ciertas ideas que, al menos, desde la óptica de hoy, podrían resultar no tan feministas como algunas frases del jugoso capítulo en el que intenta responder la pregunta de qué debe hacer una mujer cuyo hombre le es infiel. No obstante, esa elasticidad es algo que, en opinión de Florencia Ferre, podría significar un verdadero aporte para el feminismo: “El feminismo ha atravesado, por supuesto, muchas etapas y tiene una historia ya muy larga, y Milena es de las primeras feministas. Creo que casi le haría bien al feminismo volver a estos textos donde no hay estereotipos, me parece que ese aspecto de su pensamiento que no parece tan feminista y sí contradictorio, es algo solo aparente. Por ejemplo, esta cuestión de las infidelidades masculinas y femeninas no creo que sea algo que ella defienda desde un lugar patriarcal o machista, no creo que en esa aparente contradicción ella esté proponiendo que los hombres tengan derecho a ser infieles y la mujeres no; y sí hace una reflexión muy profunda sobre lo masculino y lo femenino que, por supuesto, tiene que ver con la época también, pero sí es cierto que esas cuestiones generaron tensiones en la traducción y en la forma de traducir”.

Lucero coincide en que más allá de esas supuestas contradicciones que, al fin y al cabo, tienen que ver también con la propia evolución del feminismo, hay algo muy valioso en el pensamiento de Milena e incluso en su feminismo que él asocia a lo que hoy llamaríamos la economía del cuidado: “Porque Milena advierte, justamente, que la condición femenina no puede ser equiparable a la condición masculina ya que su posibilidad de maternar y cuidar no la hace solo parte de la esfera privada, sino que la hace parte de la esfera pública porque sin ese rol que tiene la mujer, la sociedad no estaría estructurada y la sociedad productiva no se desarrolla. Entonces, ahí hay algo en el pensamiento de Milena que es muy valioso y no pasa por establecer una igualdad abstracta o vacía de contenido, sino por buscar un feminismo donde esté presente esa diferencia de la condición femenina: la mujer materna. ¿La mujer puede trabajar a la par que el hombre? Sí, pero también tiene una función que es tanto o más relevante que la del hombre en la esfera productiva y en la esfera social”.

En otras palabras, lo que afirma Lucero es que Milena fue una de las primeras en advertir esa idea que, en la actualidad, circula con frecuencia en estudios y teorías feministas. Arrestada por la Gestapo, en el campo de concentración de Ravensbrück Milena Jesenská trabajó como enfermera y ayudó a otras prisioneras. En las inhóspitas condiciones de ese lugar contrajo una infección renal que el 17 de mayo de 1944 acabó con su vida. Según Florencia Ferre, otro punto clave de estos textos que permiten percibir la voz de Milena luego de tantas décadas de silencio tiene que ver con el modo en que, a partir de temas supuestamente llanos, ella logra postular ideas y opiniones muy profundas: "Yo creo que estos textos en particular recrean, reviven una época llena de contradicciones, pero también del primer feminismo, y la frescura del pensamiento de Milena, la forma en que ella aprovecha textos que podrían ser meramente sobre moda o consejos a las señoras, desde ese lugar relegado casi por definición, ella se lanza a hablar de temas muy profundos con una gran originalidad y con un pensamiento y un espíritu siempre desprejuiciado y renovado”.

A pesar de haber sido una destacada periodista, traductora y activista, aún hoy su figura suele reducirse a su condición de destinataria de las cartas de Franz Kafka. Y a pesar de la falta de reacción que sorprendió a Lucero al nombrar a Milena Jesenská sin esa muleta que significa el reparador nombre de Franz Kafka, ambos destacan también algunas propuestas interesantes que, dentro del mundo hispano, abordaron su figura como La Jesenská de la autora argentina Ana Arzoumanian y también la novela de una autora checa radicada en Barcelona, que ha tenido muy buena repercusión.

“Una gran difusora de la figura de Milena creo que es Monika Zgustová, su novela sobre Milena, Soy Milena de Praga, creo que da una apertura a quién fue Milena, independientemente de Kafka; por supuesto es ineludible la biografía de su pareja en el campo de concentración, y no creo que todavía haya un lugar que ocupe Milena como el que debería, como el que se merece”.

También postula Florencia Ferre su deseo de seguir adelante con ese tipo de traducciones que puedan ir más allá a la hora de difundir la voz de Milena. Por su parte, Jorge Lucero hace hincapié en que tanto ellos como la editorial Vilnius intentaron mostrar que la voz de Milena merece liberarse de la sombra de Kafka, aún cuando entiende que eso es un poco inevitable, incluso porque, tal como propone en el epílogo del libro, Milena fue una de las primeras en creer en esa figura que, con el tiempo, se terminó volviendo tan inmensa: “Efectivamente, nuestra idea es que se puede pensar a Milena por fuera de Kafka porque, justamente, gran parte de su obra pasó y se constituyó mucho tiempo después. Aunque no parezca, Kafka es solo un momento, aunque importante, dentro de su biografía, un momento que después se configura con otras historias, con otras relaciones sentimentales, con otras realaciones laborales, con otros diarios, con un cambio en su visión de la realidad. Su visión más política, sus reflexiones más nacionalistas también surgen luego de todo esto, y su personalidad verdaderamente termina de construirse, como una mujer autónoma, como una intelectual fuerte, se termina de edificar ya después de Kafka”.

No obstante, más allá de haber sido confidente y traductora de Kafka, hay otro vínculo que une profundamente a Milena Jesenská con el autor de El castillo: sus huellas en la ciudad de Praga. Al igual que él, Milena no solo frecuentaba la emblemática cafetería Arco, donde se reunían jóvenes intelectuales judíos de Bohemia que escribían en alemán, sino que también vivió en distintos rincones de la ciudad. Nació en el actual barrio de Žižkov, cuando aún no formaba parte de Praga, y más tarde residió, por ejemplo, en la calle Spálená, donde hoy hay una tienda vietnamita. Su última dirección conocida antes de ser arrestada por los nazis fue en la calle Kouřimská, donde se colocó una Stolperstein en su memoria (pequeño bloque de cemento con una placa en recuerdo de las víctimas del nazismo) y se bautizó con su nombre la plaza de esa misma calle.

lunes, 18 de agosto de 2025

¿Un futuro espejo en que mirarse?

La nota que sigue, que es una versión de lo publicado por la agencia española EFE, fue subida por el diario Clarín, sin firma, el pasado 12 de agosto. En ella se habla de las terribles consecuencias de la violenta suba del IVA en los libros rumanos y lo que ello va a significar para las editoriales, las librerías y, por supuesto, los lectores.

Crisis editorial en Rumania: Suben el IVA de los libros pese a ser el país que menos lee de la UE

Las medidas de austeridad que entraron en vigor en Rumanía, impuestas por el Gobierno para reducir el excesivo déficit presupuestario —el más alto de la Unión Europea (UE)— incluyen subir el IVA para los libros del 5 al 11 %, una decisión considerada por los expertos como dramática en un país donde la gente lee mucho menos que la media europea.

Datos de Eurostat de 2022 muestran que sólo un 30 % de los rumanos leyó al menos un libro el año anterior, frente al 52 % de media en la UE.

"Probablemente éste sea el año más negro para el mercado editorial", asegura Mihai Mitrica, director ejecutivo de la Asociación de Editores Rumanos (AER), en referencia a la reciente quiebra de la segunda distribuidora nacional de libros.

Desaparición de librerías y editoriales
"La subida del IVA es muy dura y provocará la desaparición de librerías y editoriales. Ante la mera perspectiva de ese aumento hemos visto cierres y lamentablemente veremos más a finales de año", vaticina el directivo, quien exige en lugar de una subida una eliminación del IVA para libros.

En su opinión, eso compensaría la inacción del Estado en otros ámbitos, como la educación y el abastecimiento de bibliotecas públicas con suficientes libros.

En comparación, los tipos de IVA para libros en Europa oscilan entre el 4 % (España), 5,5 % (Francia) y 7 % (Alemania). Algunos países, como la República Checa o Irlanda, aplican un IVA cero.

Con el nuevo nivel del IVA, Rumanía se colocará a partir de agosto en la segunda posición entre los países de la Unión Europea (UE), solo por detrás de Dinamarca, que aplica un 25 %.

Subir el IVA al 11 % no sólo no apoya a las librerías sino que las debilita aún más, destaca Ana Niculescu, de Carturesti, una red de librerías con presencia en toda Rumanía.

200 millones de euros
"Con un mercado editorial estimado en 200 millones de euros, la ganancia esperada de un aumento del IVA es irrisoria y cuestionable. El incremento provocará una subida de precios, disminución de ventas y riesgo de cierre para las pequeñas editoriales", asegura.

Niculescu recuerda que un reciente estudio de la UE mostró que una reducción del 1 % en el IVA causa un aumento del 2,7 % en el número de libros comprados.

Otro aspecto es el efecto que podría sufrir la literatura rumana. El escritor y crítico literario Adrian Lesenciuc habla de un "doble impacto negativo".

"Por un lado, reducirá el poder adquisitivo, lo que llevará a que muchos abandonen lo que consideran un lujo o una inutilidad. Las medidas de austeridad provocarán además una caída de ventas y otros efectos en cadena, como el cierre de librerías y editoriales", dice.

En todo caso, advierte de que el mayor impacto será un retroceso hacia la prevalencia de publicaciones financiadas por los propios autores, independientemente de su valor literario, algo similar a lo ocurrido en la década de 1990, tras la caída del comunismo.

viernes, 15 de agosto de 2025

La historia de Chile como invitado en Frankfurt, o cómo hacer difícil lo fácil

"La participación de Chile como Invitado de Honor en la feria literaria más relevante del mundo partió con el pie izquierdo, al rechazar la invitación para 2025, para luego retractarse, firmando su asistencia finalmente para 2027. Hoy el país será el protagonista de esa edición de la cita. Sin embargo, su puesto más relevante, el de director ejecutivo, ha sido declarado desierto." Es lo que dice de la bajada del artículo firmado por Constanza Moncada, publicado en el diario La Tercera, de Chile, el pasado 13 de agosto.

El nuevo tropiezo de Chile en su camino a la Feria del Libro de Frankfurt: aún no hay Dirección Ejecutiva

Un nuevo traspié sufre la participación de Chile en la importante Feria del Libro de Frankfurt 2027, el mayor evento literario a nivel global: aún no hay dirección ejecutiva, pese a que los plazos ya se cumplieron para contar con ese puesto.

Chile es el Invitado de Honor en la 79° versión del evento, que se realizará de 6 al 10 de octubre de ese año. “A través de los cielos de la literatura” es el lema que sostiene participación del país. Será la cuarta nación latinoamericana como invitada, luego de las presentaciones de México (1992), Brasil (1994 y 2013) y Argentina (2010).

La presencia del país en la instancia es organizada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, a través del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (CNLL), que depende de la Subsecretaría de las Culturas.

Desde la Secretaría Ejecutiva del Consejo, confirmaron a Culto la ausencia de una Dirección Ejecutiva, el rol más relevante para enlazar la industria chilena con todos los requerimientos del evento. ¿La razón? El concurso público para dicho cargo fue declarado desierto.

“Se generó un proceso de postulación y selección para el cargo de ‘comisario’, no obstante, las postulaciones recibidas no cumplieron con los requisitos para finalizar satisfactoriamente el proceso”, indicaron.

La española Marifé Boix-García, vicepresidenta de la Feria del Libro de Frankfurt, confirma la información a este medio. “Sabemos que hubo un proceso en el que ninguno de los postulantes cumplió con la nota mínima para pasar a entrevista y que, por lo tanto, quedó desierto; ahora se están evaluando los siguientes pasos de parte del Mincap“, explicó.

Los requisitos eran los siguientes: título profesional de una carrera de al menos 10 semestres, preferentemente en Ciencias Sociales, Administración o Ingeniería, y manejo del inglés y el alemán.

La postulación estuvo abierta desde el 4 al 11 de junio de este año. En el sitio de Empleos Públicos ya no figura la vacante, ni siquiera como concurso finalizado.

Desde la Subsecretaría afirman que nuevamente se abrirá este concurso, cuando la cuenta regresiva para Frankfurt sigue avanzando. “Se generará un nuevo mecanismo para completar el cargo”, indicaron.

La oferta no es menor. Quien asuma este puesto ganará cerca de 2 millones 800 mil pesos con un contrato de honorarios.

Dentro de sus funciones debe coordinar, planificar, supervisar y evaluar “las actividades comprometidas en el contrato de participación. Además, deberá enfocarse en posicionar el sector editorial chileno mediante estrategias de profesionalización e internacionalización, generando espacios formativos, acciones de visibilización de autores/as y editoriales, y fortaleciendo redes que contribuyan al desarrollo del mercado editorial chileno”, según consigna el sitio de Frankfurt 2027 del Ministerio.

Marifé Boix-García hace énfasis en que el rol de la Dirección Ejecutiva es sumamente relevante, pero que su ausencia no ha detenido el trabajo. “Estamos avanzando con otros temas, también importantes, como son, por un lado, la elaboración una lista de títulos chilenos que se están evaluando por parte de expertos alemanes para crear una lista de libros recomendados para la traducción a la lengua alemana. Por otro lado, con la planificación de actividades para el segundo semestre de este año, incluido el despliegue en la próxima feria de Frankfurt a mitad de octubre”, dice.

Desde la Secretaría del Consejo del Libro y la Lectura, también hacen hincapié en la continuidad del trabajo, a través de diversas acciones. “Una de las más importantes es el proceso para generar una ‘lista corta’ de títulos priorizados para su promoción y eventual comercialización en el mercado de lengua alemana (Alemania, Austria y Suiza), por parte de una comisión de expertos designados por la organización de la feria. Este llamado se hizo durante el mes de mayo a editoriales y agentes, recibiendo más de 100 títulos, los que ya están siendo revisados por los expertos”, explicaron.

Añadieron que se avanza en otros llamados para nuevos catálogos. Asimismo, se está trabajando en traer al país a editores alemanes, “para que conozcan el sector editorial y puedan generar intercambios, de modo de fortalecer la presencia de Chile de cara al 2027″.

También, informan que “están trabajando con la delegación que nos representará el 2027″.

Controversias previas
El camino de Chile a Frankfurt ha sido pedregoso. En junio de 2023, el Ministerio de las Culturas, encabezado por el exjefe de la cartera Jaime de Aguirre, rechazó la invitación, argumentando razones presupuestarias y que las prioridades de la industria eran otras. En concreto, Chile, como país invitado, debía desembolsar $8.000 millones para financiar su participación.

La decisión fue desmentida casi de inmediato por el presidente Gabriel Boric. “Esta decisión no pasó por mí, ni me fue comunicada oportunamente, y yo le manifesté al ministro De Aguirre mi discrepancia, porque considero que gastar en Culturas es una tremenda inversión, no un gasto, esta no es plata que se tira a la basura”, dijo el mandatario.

La decisión provocó reacciones negativas en el mundo editorial chileno, ya que la feria impulsa internacionalmente el mercado editorial, al ser escenario de importantes acuerdos en la industria, como la traducción y comercialización en otros mercados de obras nacionales.

Fue el 1 de diciembre de 2023, que la actual ministra Carolina Arredondo firmó el documento que confirma la participación de Chile como invitado de honor.

El camino ya suma hitos. Uno de ellos fue la realización de CONTEC en Santiago, el encuentro que la Feria del Libro de Frankfurt desarrolla en América Latina. Este se desarrolló en el Centro Cultural La Moneda y reunió a más de 30 ponentes de Europa, Chile y otros países de América Latina que compartieron ideas y experiencias sobre las tendencias actuales de la industria editorial.


jueves, 14 de agosto de 2025

Anagrama ahora alimenta su propio mito

"Anagrama dedica una nueva colección a rescatar documentos inéditos del archivo de la editorial barcelonesa, con una primera entrega protagonizada por Jorge Herralde y Hans Magnus Enzensberger" Esto dice la bajada de la nota publicada por Cristina Ríos, el pasado 11 de agosto en elDiario.es.


Cuando editar era una profesión de riesgo: la historia de una amistad en la España de la dictadura y la Transición

El pasado 20 de marzo, Jorge Herralde (Barcelona, 1935) cumplió 90 años. De estos, más de la mitad los ha dedicado a su editorial, Anagrama, fundada en 1969 y dirigida por él hasta 2017, cuando delegó en Silvia Sesé, aunque es vox populi que ni siquiera jubilado se desentendió del todo. Volcó su existencia en un proyecto que iba mucho más allá de la publicación de libros: descubrió nuevas voces, trabajó para fortalecerlas y se atrevió a editar títulos que despertaran el apetito intelectual de una población que quería romper con el adormecimiento cultural de la dictadura. Avivó el diálogo, enriqueció la vida de muchos lectores; y estos, a su vez, hicieron de Anagrama la editorial de su vida.

Con el fin de documentar aquella huella inconmensurable, la editorial inauguró a finales de 2024 una colección llamada Fundación Feltrinelli Anagrama Archivo Herralde, que “tiene como propósito hacer públicos documentos y cartas que constituyen la memoria histórica de Anagrama”. El primer libro, Correspondencia 1971-2005, reúne las misivas que el editor intercambió con el pensador alemán Hans Magnus Enzensberger (Baviera, 1929- Múnich, 2022), prolífico y versátil escritor conocido sobre todo por sus agudos ensayos sociopolíticos, con títulos tan importantes como El corto verano de la anarquía (1972), Conversaciones con Marx y Engels (1974), El hundimiento del Titanic (1978), El perdedor radical (2006) o En el laberinto de la inteligencia (2006), entre otros.

Las cartas documentan la relación entre ambos, pero también la evolución (fulgurante, si bien no exenta de obstáculos) de la editorial y del tejido cultural de un país en pleno proceso de transformación. Son, en palabras de Silvia Sesé, “lo que el lector no ve”, es decir, “las negociaciones, los trabajos con el texto o con la promoción”. Se reproducen tal como se escribieron, con las incorrecciones lingüísticas del alemán (un políglota, por lo demás, admirable) e incluyendo breves acuses de recibo e invitaciones. Hay también algunos mensajes de agencias literarias y medios de comunicación con los que trataron en determinados momentos, y que redondean esta radiografía del ecosistema editorial.

Su historia comenzó en 1971, cuando Anagrama compró los derechos de autor de unos libros que en principio iban a ser publicados en castellano por otro sello, pero se estaban retrasando sine die. Por esas fechas, Herralde ya barruntaba la posibilidad de organizar un premio de ensayo, para el que contó con Enzensberger como miembro del jurado en muchas ocasiones (con los trámites analógicos pertinentes: enviarle las copias en papel de los finalistas). Sobre este premio, el primero que puso en marcha –la primera edición recayó en el filósofo Xavier Rubert de Ventós con La estética y sus herejías, en 1973–, es subrayable cómo sirvió para descubrir a numerosos pensadores, por aquel entonces unas jóvenes promesas, muchos de ellos de la llamada Escuela de Barcelona, que con el tiempo se convirtieron en referentes ineludibles, como Eugeni Trias, Jordi Llovet, Fernando Savater o Carme Riera, entre otros.

La importancia dada al ensayo se entiende por el contexto: España en la última etapa de la dictadura y luego en los años convulsos de la Transición, pero también una Europa al borde del colapso del comunismo en el bloque del Este. Había una necesidad colectiva de repensar las viejas creencias y abrir nuevas sendas de pensamiento que respondieran a las revueltas juveniles de mayo de 1968. Esto, sumado a la progresiva reducción del analfabetismo, proporcionó una base de lectores formados, críticos y con inquietudes culturales que respondió a la llamada. A ellos se dirigía Anagrama, para ellos buscaba el editor la excelencia.

Frente a la emoción de descubrir nuevos talentos –y ser testigo de cómo se asentaban–, estaba la otra cara de la moneda: la censura. Algunos libros de Enzensberger también la padecieron, y Herralde se lo cuenta resignado, pero sin hacer un drama; estaba curado de espanto. Lo llamativo de este asunto, no obstante, es que no terminó con el final de la dictadura: en 1976, en el marco de “una crisis económica pavorosa y una agonía política y cultural total”, Anagrama sufrió el secuestro de varios libros (Max Abel, Antonio Gramsci y Aleksandra Kolontái, entre otros), con el consiguiente proceso judicial. Fue una larga agonía que el editor describe como “un atentado contra la libertad de expresión y justamente contra una editorial caracterizada por su independencia política”.

El mito de la Transición
Hoy se empieza a cuestionar el mito de la Transición, y este testimonio muestra cómo, en efecto, fue un periodo de luces y sombras, entre la esperanza de disfrutar de unos renovadores años ochenta y el desconcierto ante los vaivenes políticos, la falta de estabilidad económica y la crisis social, pero también interna, por un cambio de rumbo en las preferencias del lector. Un editor debe estar atento a la actualidad y saber adaptarse a las transformaciones sin perder su marca. En esos años, pese a todo, brilló una suerte de solidaridad entre esta generación de editores que iniciaron su andadura en la Barcelona del tardofranquismo, como Esther Tusquets, la responsable de Lumen, o Beatriz de Moura, de Tusquets, que lo apoyaron en sus cuitas con la justicia.

Enzensberger, fiel a su naturaleza abierta y analítica, se interesa por la situación en todo momento, En una carta de 1980, reflexiona: “No me sorprende lo que me cuentas sobre la situación española general y sobre los problemas para publicar en particular”, que le parecen “un asunto muy triste y potencialmente peligroso. Muchos de nosotros hemos menospreciado las tensiones existentes en el seno de la economía española, en el de la sociedad en conjunto –que la dictadura ha ocultado y que […] se han disimulado con el ‘nuevo comienzo’–. Me temo que al país lo aguarda una larga resaca y, lo que es peor, no hay remedio a la vista”.

El escritor es consciente desde el principio de los esfuerzos de Herralde por publicarlo: “Me desconcierta que puedas y quieras continuar publicando libros que la gente no compra. Lo que he oído sobre la situación en España me produce escalofríos”. El editor sabe bien lo arriesgado de determinadas apuestas, en sus cartas habla sin tapujos de libros que no son “fáciles” y analiza los diferentes mercados, según el país (a este respecto, Enzensberger lamenta que Alemania sea “una nación subdesarrollada con respecto a la traducción”). Pese a las dificultades, Herralde cuida cada edición al milímetro, selecciona al traductor apropiado (en una época en la que no había tantos como ahora, ni para tantos idiomas), encarga prólogos y está pendiente de la prensa.

Entre vocación y negocio: la figura del editor ideal
La labor de Herralde encarna lo que debería ser un editor: alguien con vocación pero con visión de negocio, que desde el compromiso con la sociedad mantiene un catálogo coherente, acompaña a los autores y tiene olfato para cazar oportunidades. Un enamorado de las humanidades dispuesto a asumir, junto a su equipo, una cantidad de funciones que van más allá de leer, como la selección de títulos, la gestión de derechos, la revisión de las traducciones, la ayuda a los escritores para que adquieran presencia (por ejemplo, buscándoles colaboraciones en la prensa, como en el recién nacido El País) o la organización de nuevas iniciativas, como los premios, más el tiempo que se le iba en procesos judiciales. Todo ello, sin olvidarse de mantener las cuentas saneadas.

En el curso de la correspondencia se aprecia el paso de los años; lo más evidente es el cambio del correo postal (y el telegrama) al electrónico. Hay alegrías, como la llegada de Patricia Highsmith al catálogo o los numerosos premios que recibe Enzensberger en la madurez, como el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2002 (el ensayista hasta se queja de las invitaciones a eventos y las peticiones de artículos que recibe, tantas que no le queda tiempo para su obra). Se suceden los encuentros, crece el vínculo entre ambos matrimonios (la esposa de Herralde, Lali Gubern, exlibrera y traductora, era además su mano derecha en la editorial), aunque Herralde no llegó a viajar a Múnich. “Barcelona está muy cambiada después de los Juegos Olímpicos, muy beautiful”, le cuenta el editor en 1993. Por lo demás, Enzensberger sigue atento a la actualidad española, y muestra su preocupación tras los atentados del 11-M.

El libro se cierra con un texto que escribió Herralde tras la muerte de Enzensberger, el 24 de noviembre de 2022. Los editores arrastran la (por lo general inmerecida) fama de ser figuras hostiles al autor, de mirar solo por su propio beneficio, de ser tipos (o tipas) fríos capaces de decir no sin pestañear. La realidad, sin embargo, demuestra que incluso en la distancia puede nacer el afecto, más aún cuando la relación se prolonga durante tantos años. Estas cartas son piezas breves de altura intelectual, en las que comparten sus observaciones sobre el mercado, la política o el estado de la cultura. Bajo el trato formal que se dispensan, se respira esa confianza, esa camaradería entre hombres de la misma generación y de valores afines, que se entendieron desde el principio y tuvieron la suerte, porque aunque se lo trabajaron no deja de ser una suerte, de que les fue bien, muy bien, a uno con su obra y al otro con su editorial, que esEs peligroso idealizar el pasado; las transiciones, por ilusionantes que sean después de un régimen totalitario, nunca son sencillas. Tampoco conviene romantizar la batalla de quienes, como Jorge Herralde y sus coetáneos, plantaron cara al sistema en un contexto adverso porque creían en sus ideales; el espíritu combativo también se paga. Pese a todo, en la sociedad actual, ante tanta incertidumbre, tanto retroceso y tanto ruido, leer las cartas entre estas dos figuras clave del panorama intelectual del pasado reciente resulta estimulante. Para recordar cómo se libraba una lucha contra el poder. Para volver a creer en la existencia de un público de lectores inteligente, ávido de libros que enriquezcan el debate contemporáneo y desafíen lo preestablecido. Y para no olvidar que, hasta en los escenarios más adversos, se puede hacer algo por mejorar el mundo. una obra a su vez.

miércoles, 13 de agosto de 2025

"Exploraciones de la inestabilidad autoral"

El pasado 11 de agosto, sin firma, Página 12 publicó una brevísima reseña sobre La lengua es un lugar, uno de los libros colectivos que edita el sello mexicano Gris Tormenta. En la oportunidad, se trata de escritores que cambiaron de lengua.

La lengua es un lugar: voces literarias en idiomas ajenos

El sello mexicano Gris Tormenta se dedica a reflexionar sobre los cruces entre escritura, lectura y edición. En todas sus colecciones explora la idea misma del libro y sus posibilidades.

En La lengua es un lugar, que va por su tercera edición y cuenta con prólogo del traductor, editor y ensayista mexicano Pablo Duarte, dieciséis autores cambian de idioma para exponer sus vidas, pensamientos y recorridos de escritura en una suerte de introspección colectiva.

El argentino Edgardo Cozarinsky tiene que dejar su país para empezar a escribir. La japonesa Yoko Tawada duerme nueve horas diariamente para reponerse de sus primeras impresiones de Alemania. La indobritánica-estadounidense Jhumpa Lahiri renuncia al inglés y comienza a escribir en italiano. La mexicana Irma Pineda se enfrenta a la falta de traductores literarios del zapoteco.

En estas breves intervenciones aparecen los diálogos y combates entre la lengua materna y la lengua destino, las disputas en el terreno de las traducciones y los tráficos literarios de un territorio a otro.

Como expresa Duarte en el prólogo, "si hay algo que hile estos relatos es que se trata de exploraciones de la inestabilidad autoral. Todo lo que el nombre del escritor tiene de autoridad está puesto en entredicho al salir de una lengua que se asume como propia, como estable, y se comienza a usar otra".

También resuenan las palabras del notable escritor griego Theodor Kallifatides, que emigró a Suecia en 1964 y allí desarrolló su carrera literaria en la lengua local, obteniendo premios y reconocimiento crítico. "La emigración es una especie de suicidio parcial. No mueres, pero muchas cosas mueren dentro de tí. Entre otras, tu lengua. Por eso me siento más orgulloso de no haber perdido mi griego después de haber vivido cincuenta y cinco años en Suecia que de haber aprendido el sueco tan bien como lo he aprendido". Kallifatides, después de haber experimentado un bloqueo artístico, volvió físicamente y espiritualmente a sus orígenes. El resultado fue Otra vida por vivir, el primer libro que publicó en su lengua materna.

Uno de los textos más luminosos y conmovedores de La lengua es un lugar es el de Alejandra Kamiya, escrito especialmente para esta antología. Allí la escritora, nacida en la Argentina, con raíces japonesas y criada en un hogar multicultural, aborda los vaivenes de su anhelo de aprehender el idioma paterno: "La primera palabra que aprendí en japonés fue moshi moshi. Se la robé a mi padre cuando él atendía por teléfono llamadas de Japón. Yo no necesitaba ninguna explicación para saber que la primera palabra que él usara debía de ser un saludo. Así fui robando una a una palabras que atesoré como piedras preciosas".

martes, 12 de agosto de 2025

Dos coberturas distintas de la FED 2025

"La edición independiente vivió cuatro días de fiesta: 30.800 lectores visitaron la FED, un 25 por ciento más que el año pasado. Las ventas, en cambio, oscilaron entre la misma cantidad que en 2024 y un descenso de hasta un veinte por ciento, según los stands. 'Leer es hoy más que nunca una actividad crítica al mundo de los streamers, las fakes y la desinformación', plantea Julio Patricio Rovelli, el editor de El cuenco de plata." Tal es la bajada de la nota publicada por Silvina Friera, en el diario Página 12, el pasado 11 de agosto.

Balance de la Feria de Editores: más público y menos ventas

La resistencia cultural y las conversaciones van de la mano en la Feria de Editores (FED). La edición independiente vivió cuatro días de fiesta, de jueves a domingo, en el C Complejo Art Media. Los lectores que recorrieron los más de 330 stands de sellos de Argentina, América Latina y España crecieron un 25 por ciento; pasaron por la FED 30.800 personas en comparación con las 24.600 del año pasado. De menor a mayor, el jueves asistieron 4.250 visitantes, el viernes unas 7.125, el sábado 9.050 y el domingo 10.375. Las ventas, en cambio, oscilaron entre la misma cantidad que en 2024 y un descenso de hasta un veinte por ciento. “El público de la FED nunca deja de sorprendernos: el apoyo, la curiosidad y el libro como uno de los principales pilares de la cultura son sus rasgos más notorios. Estamos muy contentos y agradecidos de ser parte de este ecosistema”, sostuvo el editor de Ediciones Godot, Víctor Malumián, uno de los organizadores de la feria.

En la calle Juan Forn se encuentra el stand de la cordobesa Caballo Negro con una de las novedades de agosto. Entre los libros más vendidos está El río secreto, la poesía reunida de la excepcional poeta uruguaya Circe Maia. El editor Alejo Carbonell levanta un poco la voz para sortear el ruido ambiente de las conversaciones que suceden de stand en stand. “La feria está organizada de manera impecable, como siempre; hay muchísima gente, pero hay una baja en las ventas. No tengo números exactos todavía, pero calculo que será cerca de un veinte por ciento”. El editor cordobés confirma lo que se observaba trajinando los pasillos de la FED (la calle Luis Chitarroni, la calle Beatriz Sarlo, la calle Juan Forn, la calle Sara Gallardo, la calle Marcelo Cohen y la calle Hebe Uhart): las lectoras y lectores preguntan mucho por los precios y con esfuerzo compran un libro; en el mejor de los casos, dos. “El espíritu de la FED está siempre en alza; es un encuentro comunitario, horizontal, aunque la falta de dinero se nota”, analiza Carbonell.

Marilina Winik, editora de Hekht, sello ubicado sobre la calle Luis Chitarroni, revela que están llegando a los 200 libros vendidos, la misma cifra que el año pasado. “La FED es un espacio de venta sin mediación de las librerías que nos ayuda muchísimo a seguir sobreviviendo en un contexto muy duro”, reconoce Winik y menciona que los dos más vendidos son Un rayo cualquiera, de Natalia Ortiz Maldonado y Ciencia ficción travesti, de Claudia Rodríguez. En el aire se percibe la alegría del encuentro, al margen de los números más o menos favorables. Sobre la calle Beatriz Sarlo, en el stand de El cuenco de plata, se destacan los dos títulos más vendidos: La Poesía Completa de Dylan Thomas y El cine según François Truffaut, textos reunidos por Anne Gillain. “La FED es un microclima en relación a la situación del país, por suerte. A nivel general se nota la total predominancia de la casta financiera de Milei contra la producción y el consumo. Las ventas son buenas, algo menores en relación al año pasado, pero es natural: los consumos culturales están en su nivel más bajo. La asistencia es muy buena; la gente nos acompaña. Leer es hoy más que nunca una actividad crítica al mundo de los streamers, las fakes y la desinformación”, plantea Julio Patricio Rovelli, el editor de El cuenco de plata, que estima que las ventas estuvieron un veinte por ciento abajo en esta edición.

El escritor Sebastián Martínez Daniell, uno de los editores de Entropía, con stand en la calle Beatriz Sarlo, cuenta que las cifras de ventas de esta edición “son muy similares a las del año pasado, que había sido un año difícil”. El editor de Entropía pondera la iniciativa que tuvo la FED de absorber los costos de envío de las compras que hicieron las librerías, un beneficio que aprovecharon las libreras y libreros de otras provincias que viajaron especialmente para comprar libros. Entre los más vendidos del stand están Hija biográfica, de Romina Paula, y Prueba de cámara, de Andrés Di Tella.

Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia, con stand en la calle Beatriz Sarlo, traza un balance de esta edición donde entre los títulos más vendidos se destacan Cicuta para los oídos, de Sebastián Hacher y Un texto camino, de Caístulo y Dani Zelko. “La FED es siempre una fiesta por lo que significa el encuentro con los lectores y con los colegas. Conversar sobre lecturas, poder compartir experiencias vitales alrededor de los libros que publicamos es sumamente enriquecedor. Estamos teniendo una buena feria, con buenas ventas, lo cual es muy relevante en el brutal contexto económico recesivo que está atravesando el país. La cultura y todos sus integrantes resisten”, concluye la editora de Eterna Cadencia.

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"Cifras históricas, títulos que marcaron tendencia y el protagonismo de editoriales y librerías. Un evento que transformó la ciudad y dejó huella en la industria cultural." Así resume el cronista anónimo que cubrió la FED para el InfoBAE Cultura.

FED 2025: récord de asistencia, los libros más buscados y consolidación de la edición independiente

La Feria de Editores (FED) 2025 se desarrolló entre el jueves 7 y el domingo 10 de agosto en el C Art Media de Avenida Corrientes 6271, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con entrada libre y gratuita. Según cifras oficiales, 30.800 personas recorrieron la feria durante los cuatro días, lo que representa un crecimiento significativo respecto a los 24.600 visitantes registrados en 2024. El jueves asistieron 4.250 personas, el viernes 7.125, el sábado 9.050 y el domingo 10.375. Más de 330 sellos editoriales de América Latina y España participaron en esta edición, consolidando a la FED como un punto de encuentro clave para el sector.

El evento, que desde 2013 promueve el diálogo directo entre lectores y editores, se ha convertido en un espacio donde el libro es protagonista y la conversación sobre catálogos, lecturas y experiencias se multiplica. Víctor Malumián, uno de los organizadores, destacó la singularidad del público: “El apoyo, la curiosidad y el libro como uno de los principales pilares de la cultura son sus rasgos más notorios. Estamos muy contentos y agradecidos de ser parte de este ecosistema”, expresó en diálogo con la organización.

La programación de la FED incluyó la presencia de figuras internacionales como la escritora lituana-británica Marijam Didžgalvytė, la autora mexicana Socorro Venegas, la chilena Bernardita Bravo y el peruano Martín Roldán Ruíz. Entre los autores nacionales sobresalieron Dolores Reyes, María Sonia Cristoff, Edgardo Scott, Tomás Downey, Verónica Gago, Pablo Semán, Daniel Flores, Leandro Ávalos Blacha, Fiordi Bakeneko Labeija, Trailblazer mother Joy Yeguaza, Juan Mattio, Michel Nieva, Paula Tomassoni, Paula Puebla y Juan Ruocco, entre otros.

Entre las editoriales nacionales presentes se destacaron Godot, Sigilo, Ampersand, Caja negra, Entropía, Gourmet Musical, Eterna Cadencia, Mardulce, Pequeño Editor, Limonero, Libros del Zorro Rojo, Calibroscopio, Adriana Hidalgo, Blatt & Ríos, Chai, La crujía, El cuenco de plata, Bajo la Luna, Alto Pogo, La Flor Azul, Corregidor, Marea, Gog & Magog y Asunto impreso. Del exterior participaron sellos como Fósforo y Lote 42 (Brasil); Cuneta, Banda propia y La Pollera (Chile); Abisinia, Mirabilia y Luna Libros (Colombia); Gris Tormenta, Elefanta y Almadía (México); Arandurá (Paraguay); Criatura, Hum y Estuario (Uruguay); y Barrett, Páginas de espuma, Minúscula y Página indómita (España).

Los libros más buscados
El domingo, al cierre de la FED 2025, un sondeo entre los stands reveló cuáles fueron los títulos más buscados por el público: Archipiélago, de Mariana Enriquez; Cómo los videojuegos están cambiando el mundo, de Marijam Didžgalvytė; La biblioteca del censor de libros, de Bothayna Al-Essa; Cicuta para los oídos, de Sebastian Hacher; Ritos privados, de Julia Armfield; El cine según Truffaut, de François Truffaut; El resto de nuestras vidas, de Benjamin Markovits; Historia natural, de Marina Yuszczuk y ¡Pali Pali! Palabras intraducibles de la lengua coreana, de Nicolás Braessas y Flor Kaneshiro, encabezaron la lista de los más vendidos, según datos recabados por la organización.

Los premios
El reconocimiento a la labor de las librerías independientes tuvo un capítulo destacado con la entrega del Premio a la labor librera 2025 a Los Confines, de Villa Ballester, provincia de Buenos Aires. El jurado también seleccionó como finalistas a Citybell (City Bell), Fervor (Mar del Plata), Libro de Oro (Tucumán) y Magia (CABA). El galardón busca visibilizar el rol de las librerías como centros culturales y espacios de encuentro comunitario, más allá de la venta de libros. Los Confines, con 12 años de trayectoria, se ha consolidado como un referente local, con un público diverso que incluye alumnos, familias, docentes y lectores que participan en talleres y en un club de lectura con más de 60 integrantes. Además, la librería gestiona el centro cultural La Bemba, que ofrece cafetería, espectáculos musicales, stand up, teatro, charlas y talleres de encuadernación, cerámica, dibujo y otras disciplinas.

En el plano editorial, el Premio Rumbo a la FIL Guadalajara, impulsado por la FED y la imprenta Thomson Reuters, fue otorgado por primera vez al sello argentino DeParado, dirigido por Francisco Visconti. Este reconocimiento tiene como objetivo facilitar la participación de editores en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, uno de los encuentros más relevantes del mundo hispanohablante, y fomentar el intercambio cultural en la región.

La autora e investigadora Marina Berri recibió el Premio de No Ficción Latinoamérica Independiente por su obra Alfabeto ruso, publicada en nueve países de la región. Este premio, único en su tipo, permite la publicación en Latinoamérica y España, con traducción al portugués, y busca mejorar la distribución y la prensa del libro ganador, además de poner en debate las tensiones entre Latinoamérica y Europa en la circulación de contenidos.

El arte también tuvo su espacio con el Premio Afiche 2025, que compartieron las ilustradoras Celeste Barta y Powerpaola, quienes recibieron un premio de 600.000 pesos por su trabajo en el afiche oficial de la feria, en una iniciativa conjunta de la FED y La Fuerza Vermú.

Bonnus tracks
La FED 2025 mantuvo su tradición de regalar un libro a los visitantes. El tema de esta edición fue la ESTAFA, con textos de Fernando Chulak, María Sonia Cristoff, Esther Cross, Federico Lorenz, Carla Maliandi, Juan Mattio, Ricardo Romero, Marcela Indira Simondi y Sergio Wolf.

El Programa Librerías Aliadas permitió que 420 librerías recorrieran la feria en horario exclusivo jueves y viernes, con la posibilidad de comprar en los stands adheridos con un 50% de descuento. Se enviaron a todo el país aproximadamente 1.600 kg de libros, con envíos gratuitos hasta un máximo de 200 kg gracias a un convenio con Andreani.

La programación incluyó actividades en la terraza del C Art Media durante el fin de semana, con propuestas como el Festival de recomendaciones de Libros, Adaptaciones infieles (Cine y Libros), conversatorios sobre moda y literatura, y el ciclo Melocomo x Melolibros (Libros & Vermú). El ciclo Cine FED, con el apoyo del Institut français y la Alianza Francesa, se realizó en la sede de esta última. Además, se mantuvo la posta para la donación de sangre del Hemocentro Buenos Aires, organizada por Céspedes libros y un grupo de librerías.

lunes, 11 de agosto de 2025

Cada vez más de lo mismo, pero peor


El pasado 8 de agosto, Carola Breandariz publicó el siguiente artículo en la revista Ñ, del diario Clarín. En él se advierte sobre los peligros de la Inteligencia Artificial sobre el mundo editorial. En la bajada se lee: "La generación de textos, las traducciones y el diseño: la Inteligencia Artificial está afectando –para muchos, de modo negativo– la relación con la literatura".

Libros vs. Inteligencia Artificial: ¿Dar vuelta la página?

Recientemente, la escritora Isabel Allende contó que su hijo, para demostrarle cómo en el futuro ya no iba a tener sentido el oficio de la escritura, le pidió a un programa de inteligencia artificial que redactara una historia sobre un niño tímido al que su perra lo salvaba del bullying. El resultado fue, según Allende, “casi igual” a su libro Perla, la súper perrita, aunque acaso un poco “más plano”. Aunque Allende comentaba el experimento con entusiasmo, no es difícil imaginar cómo esa misma perspectiva podría resultar preocupante para muchos otros escritores y actores de la industria editorial.

Según una encuesta llevada a cabo por la agencia Proyecto451, que ofrece servicios digitales a empresas editoriales, mientras que entre los editores de mayor experiencia prevalece una mirada positiva respecto del impacto de la IA en el mundo editorial, para los traductores, autores y sobre todo los ilustradores, la relación se invierte.

Ante cualquier revolución tecnológica, no es una novedad que surjan los temores de reemplazo laboral. Pero lo que tal vez resulta más inquietante en el caso de la IA es su capacidad generativa de piezas que, según cómo se mire, podrían considerarse artísticas, algo que hasta ahora se pensaba como dominio exclusivo de lo humano.

A partir de eso se desprende una gama de debates filosóficos en torno a qué implica verdaderamente un acto creativo, además de los desafíos jurídicos y problemáticas concretas en torno a la alteración de las formas de producción y circulación.

En 2023, más de 15.000 autores de la organización estadounidense The Authors Guild –entre ellos, Margaret Atwood y Jonathan Franzen– firmaron una carta abierta exigiéndoles a compañías como OpenAI y Meta que dejaran de usar sus trabajos sin permiso ni compensación. “Estas tecnologías imitan y regurgitan nuestro lenguaje, historias, estilos e ideas. Millones de libros con copyright, artículos, ensayos y poesías ‘alimentan’ a los sistemas de IA”, señalaban en la carta.

Según una investigación de The Atlantic, la compañía Meta habría utilizado como data set el sitio Library Genesis, uno de los mayores reservorios de libros pirateados que circulan en línea, violando así los derechos de autor de miles de escritores.

Actualmente, las normativas de copyright, sustentadas en las formas tradicionales de entender la autoría y la creatividad como un producto de la invención humana, no ofrecen respuestas suficientes para este nuevo escenario. Ante ese vacío y en sintonía con organizaciones de diversos países, la Unión de Escritoras y Escritores de la Argentina difundió en abril un comunicado firmado por más de 150 autores para exigir que los contratos de edición incluyan “cláusulas en las que se les confiera a los creadores la facultad de restringir, limitar o hasta impedir el uso de las IA en sus obras y/o para que éstas se utilicen en el entrenamiento de dichas tecnologías”. Por el momento, a falta de una legislación general, lo que se presenta como solución son los acuerdos entre particulares.

El reclamo, además de una defensa de los ya con frecuencia devaluados ingresos de los escritores, apunta a sostener la dimensión de calidad. Según la carta de The Authors Guild, el mercado podía verse inundado de libros “mediocres”. De hecho, Amazon se vio obligada a limitar la posibilidad de autopublicación después de que una avalancha de libros escritos por IA utilizara ese servicio.

La proliferación de pseudolibros abre la puerta a estafas: libros que prometen ser una cosa desde sus portadas digitales y luego tienen contenidos que no se corresponden, autores con identidades falsas y rostros generados por programas de computación. La escritora y editora Jane Friedman se enfrentó judicialmente a Amazon al descubrir casualmente que en esa plataforma figuraban libros con su nombre que ella no había escrito. Más allá de su caso personal, la autora también señalaba con preocupación otro fenómeno: había quienes, a partir de las pequeñas sinopsis de adelantos editoriales, estaban generando libros antes de que fueran publicados.

La perspectiva de que años de trabajo puedan saltearse a través de la mera escritura de un par de prompts podría, por ejemplo, desplazar el arduo trabajo que se realiza en talleres de escritura. Sin embargo, una vez más, ¿bastará pedirle a la IA que genere diez alternativas posibles para un mismo texto?

Mientras que sus usos para acelerar procesos de trabajo podrían ser más fácilmente bienvenidos por editores y autores, por ejemplo, para detectar errores ortográficos o de formato (o, incluso, como herramienta para reformular frases), su utilidad para definir la calidad de un texto es más ambigua.

La IA aprende en base al pasado, se nutre de lo ya producido para crear. En principio, esto no sería muy diferente al proceso de un ser humano que se inspira en sus antecesores. Sin embargo, mientras que los creadores de carne y hueso asumen responsabilidad por su palabra (o se les puede reclamar que la asuman), es incierto cómo se traslada esa noción a los objetos producidos por la IA.

El llamado “problema de los sesgos” apunta a advertir la huella social y cultural que subyace en estos sistemas, en la medida en que pueden reproducir y propagar prejuicios preexistentes según el recorte de los datos. Llegado el caso, la IA podría generar un texto en defensa de la tortura o que incitara al suicidio por puro mecanicismo, sin la mediación de una reflexión ética. Ante ese problema, las empresas han debido tomar medidas para contrarrestar los efectos nocivos, introducir restricciones y refinar las bases de datos.

Pero el arte, con frecuencia, transita la cornisa de los límites. La representación de la violencia en el contexto de una obra, por ejemplo, se resignifica, adquiere nuevas dimensiones que podrían escapar a la literalidad de una IA. ¿Podría, acaso, una IA restringida con pautas morales escribir Lolita, de Nabokov, o respondería negándose al prompt que le pide adoptar la perspectiva de ese narrador despreciable?

Recientemente, la ilustradora María Verónica Ramírez, descubrió que se había viralizado en redes una reproducción generada por IA de una obra suya hecha en apoyo al Hospital Garrahan. Sin embargo, la réplica había convertido a la imagen en una representación lineal, despojada de la metáfora presente en el dibujo original y ajena al universo de sentidos de su personaje Monstriña.

“Las mejores traducciones literarias ofrecen más que simple precisión, más que la fidelidad literal a las palabras que componen las oraciones”, decía la traductora Polly Barton al ser consultada por el diario The Guardian por el lanzamiento de GlobeScribe, un servicio de traducción literaria que, según prometen sus creadores, da resultados indistinguibles de las traducciones hechas por humanos. Para Polly Barton, como para otros colegas, el verdadero valor de una traducción radica en la interpretación de un contexto de origen, de la búsqueda de la reproducción de ritmos o atmósferas que los textos literarios producen en los lectores.

El reemplazo de estos oficios, aunque posible en lo potencial, no ocurrirá sin resistencias. En España, por ejemplo, varias librerías decidieron retirar de sus estantes el libro Juana de Arco, publicado por Planeta, cuando un reconocido ilustrador hizo público un mensaje demostrando que la portada había sido diseñada por una IA.

Acaso ese acto de solidaridad entre dos actores del ecosistema del libro también podría explicarse por un sentido de amenaza compartida. Si el oficio de un librero podía evaluarse por su capacidad, entre otras cosas, de ofrecer a los clientes recomendaciones, plataformas como Goodreads o The StoryGraph se comportan como imitadores artificiales que generan sugerencias a medida.

La pérdida de la complejidad en favor de la transparencia y la homogeneización del gusto a partir de la repetición algorítmica de lo mismo parecen propiciar un clima de “achatamiento” cultural. Sumado a ello, existen estudios que comprueban el impacto negativo en la capacidad cognitiva de las personas ante el uso constante de programas como ChatGPT, aunque esto bien podría recordar a las quejas de Platón contra el medio escrito.

A pesar de todas las alarmas, hay quienes, como Isabel Allende, encuentran en el desarrollo de la IA un desafío y una oportunidad para la experimentación. El escritor y crítico literario español Jorge Carrión publicó Los campos magnéticos, en el que acreditaba a dos sistemas de IA como coautores. Se trataba de un homenaje a la obra de los surrealistas André Breton y Philippe Soupault, en el que llevaba la idea de la escritura automática a un diálogo entre dos máquinas.

“Si durante años nos acostumbramos al corrector del procesador de textos, ahora somos los correctores y editores de los textos creados por el programa de OpenAI”, afirmaba Carrión en un artículo en La Vanguardia. Cuánto de cierto hay en ese diagnóstico se comprobará en los años por venir.