martes, 14 de mayo de 2019

¿Educar al soberano? ¿Para qué, si ya está la tele?

El actor holandés Rutger Hauer, haciendo del androide Roy Batty 
en el primer "Blade Runner" 

En general, se tiende a copiar hablas consideradas prestigiosas, reproduciendo los términos empleados por esas personas a las que por poder político, económico o religioso se considera cultas. Tal vez en otras épocas eso pudo ser verdad. Ahora, ya no: basta con escuchar a muchos de los presidentes –con o sin papa en la boca– y políticos actuales  para comprender que no es así. Desplazado el eje, hubo también en su momento quien creyó que los que están en la radio y en la televisión podrían constituir buenos ejemplos de lo que es hablar correctamente. Tampoco es así: haber estudiado para locutor, impostar la voz, estar efectivamente en el éter, no es motivo suficiente. De hecho, toda esa gente suele hablar del “punto álgido” como del momento más caliente de algo (cuando “álgido” significa muy frío), o usan el verbo “enervarse” para significar que alguien está muy nervioso (cuando el significado indica no tener nervios). ¿Hace falta mencionar el hoy muy difundido mal uso del verbo “asumir”, que en inglés significa “suponer”, pero que en castellano quiere decir “aceptar” o “hacerse cargo”? Todas estas cuestiones producen malhumor. Es lo que uno puede corroborar con otros ejemplos, como se lee en el siguiente texto escrito recientemente por el poeta, traductor y por muchos años periodista Jorge Aulicino, a quien acompañamos en el sentimiento.

Cosas que no voy a hacer,
Aunque no le importe a nadie

 La cuestión de modificar el lenguaje sobre la base de la traducción literal o por semejanza:

Se escribe –y quizá pase al lenguaje hablado– "nombrar" por llamar o bautizar: "Fue nombrado Carlos pero lo llaman Carlitos".

Se escribe –y ya se dice– "aplicar" por corresponder: "La cuestión de las marsopas no aplica en este caso".

Acabo de ver una publicidad de Garbarino en la que me invitan a usar "el beneficio ANSES", para lo cual debo poner mi nombre y aparecerá un cartelito "en caso de que aplique".

Hace treinta años una traducción literal o por semejanza consagró el "replicar" por reproducir. En la Argentina se hablaba de "réplicas" por copias, pero el verbo solo era usado en su significado de responder. La mala traducción o traducción por semejanza era en realidad con el sustantivo "replicante" usado en los subtítulos de la película Blade Runner. Los replicantes eran robots. Y en realidad eran réplicas (copias) de los seres humanos.

El verbo “nombrar” por llamar, el “aplicar” por corresponder y el “replicar” por repetir o reproducir no los voy a usar, no puedo usarlos. Me parecen guiños estúpidos a malas lecturas del inglés de Nueva York, como ponerse la capucha de un buzo cuando no llueve. Tilinguería, en fin. Como dijo un crítico también bastante tilingo, Blade Runer creó "la estética de una década". A mi juicio, hizo un estrago mayor: destruyó el libro de Philip Dick y sembró en todos los diarios de la Argentina el verbo replicar, el cual se usa aplique o no aplique.

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