miércoles, 7 de diciembre de 2011

Donde se explica por qué España quiere ser dueña del castellano y legislar sobre la lengua

Publicada´el 6 de diciembre en la sección de economía del diario ABC, de España, la siguiente noticia, que tiene su origen en la agencia española EFE, explica con todas las letras el porqué de la batalla que en este momento se está librando por la “propiedad” del castellano, las razones del celo puesto por la Real Academia y sus secuaces para generar bibliografía obligatoria y muchas otras fealdades más, largamente expuestas en este blog.

El español genera el 16 % de valor económico del PIB,
según un nuevo estudio

Nueva York, 5 dic (EFE).- El español genera en la actualidad el 16 % del valor económico del Producto Interior Bruto y el "factor ñ" de los contenidos en ese idioma provenientes de las industrias culturales aporta el 3 % del PIB en España, según un nuevo estudio de la Fundación Telefónica presentado hoy en Nueva York.

El informe, titulado "El valor económico del español: una empresa multinacional", revela que ese idioma es el activo intangible más valioso que posee la economía, y destaca que es la única de las grandes lenguas internacionales que hoy tiene un diccionario, una ortografía y una gramática comunes.

Entre otras conclusiones del estudio, dirigido por los profesores José Luis García Delgado, José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez, la capacidad de compra de los 450 millones de hispanohablantes representa el 9 % del PIB mundial y el dominio del español en EE.UU. supone para el hablante un "premio salarial" del 30 %.

El gran reto del español, según el informe, es seguir ganando espacios en EE.UU., donde ya es segunda lengua; en Brasil, donde su enseñanza en el sistema educativo cuenta con apoyo oficial; en Europa, donde se sitúa ya como segunda lengua extranjera; y en Asia, a través del rápido incremento de la demanda de español en China.

Otra de las conclusiones a la que llega el estudio es que compartir el español supone un factor de multiplicación cercano al 190 % para los intercambios comerciales de los países que comparten ese idioma, que permite incrementar de media un 300 % el comercio bilateral, más incluso que el inglés entre los países anglosajones.

Con cerca de 450 millones de hablantes, el español es el tercer idioma más hablado del mundo con una mayoritaria presencia en América, donde reside algo más del 85 % de los hispanohablantes (en concreto, el 59 % de los hablantes del mundo hispánico se concentra en México, Colombia, España y Argentina).

Mientras, el mayor contingente de hablantes nativos de español fuera del dominio hispánico es EE.UU., que no sólo supone el 90 % del total, sino que convierte a este país en el cuarto del mundo por número de hispanohablantes, detrás de México, Colombia y España, con cerca de 50 millones de personas, más del 16 % de su población.

El estudio fue presentado en la sede del Instituto Cervantes de Nueva York durante un acto que contó con la presencia, entre otros, del director del centro, Javier Rioyo; el profesor investigador de la Universidad de Columbia Rodolfo de la Garza; y el catedrático de Ling ística Hispánica José del Valle.


EFE elr/cav

martes, 6 de diciembre de 2011

¿Los terrícolas hablamos la misma lengua?

 



Publicado por Robert McCrum en la edición de The Guardian del 27 de noviembre pasado,  el siguiente artículo –que aquí se ofrece en traducción de Julia Benseñor  trata sobre la aparente nueva consideración que hay a propósito de la figura del traductor, tomando como excusa los 400 años de la traducción de la Biblia del King James y el éxito de Stieg Larsson en inglés.

 

De la Biblia al último thriller sueco:

2011 es el año del traductor


Las celebraciones por el 400º aniversario de la Biblia del King James y la presencia permanente de la versión en inglés del libro del sueco Stieg Larsson en las listas de los más vendidos  han contribuido a revalorizar el arte de la buena traducción.

El capítulo 11 del Génesis nos dice que "tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras”. Después del diluvio, los sobrevivientes del Arca de Noé decidieron celebrar su afortunada salvación de acuerdo con los usos y costumbres de la época: con una arquitectura triunfal. “Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo”, es como la Biblia expresa esta aspiración. “Perpetuemos nuestro nombre por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” dijeron los hijos de Noé.

Poco probable... Según el Antiguo Testamento, el deseo de la humanidad por hallar un propósito común no complace en absoluto al Todopoderoso. Así, la idea de que los hombres y mujeres fuesen como dioses era un fracaso anunciado y este proyecto trunco se llamó Babel. Como se relata en la versión del rey Jacobo, “el Señor confundió la lengua de los hombres” y, para colmo, esparció a los pueblos con diferentes lenguas por todo el globo.

A principios del siglo XXI, el mundo sigue siendo un patchwork con más de 5.000 lenguas que compiten entre sí. Pero quienes aún sueñan con la restauración de una lengua universal, el panorama jamás fue tan auspicioso: el año 2011 ha sido extraordinario para el arte de la traducción. ¿Será que todavía podría reconstruirse la Torre de Babel?

Hoy, muchos estudiosos coinciden con la revolucionaria percepción de Noam Chomsky de que, a pesar de los vocabularios mutuamente ininteligibles, “los terrícolas hablamos la misma lengua”, observación que Chomsky reivindicó como evidente para cualquier marciano que viniera a visitarnos. Por muchas razones, estamos cada vez más cerca de volverla inteligible.

Gracias al poder de los medios globales de comunicación, hoy existe como nunca antes un mercado para la literatura traducida, en el que el idioma predeterminado será el inglés británico o el inglés estadounidense. Esas versiones a veces pueden ser tan parecidas al original como el revés de una alfombra persa, pero eso no les quita atractivo.

El reciente apetito del público de Estados Unidos por la “ficción extranjera” –la trilogía Millennium de Stieg Larsson o 1Q84 de Haruki Murakami–  ha impuesto la moda de leer las obras de las superestrellas de la literatura internacional como Umberto Eco, Roberto Bolaño y Péter Nádas. Tal vez desde la década de 1980, cuando las novelas de Milan Kundera, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa se convirtieron en bestsellers internacionales, no se había registrado jamás un impulso tan importante por llevar la ficción traducida al mercado literario.

En la prosa, si no en la poesía, se da poca importancia a la “vanidad en la traducción” identificada por Shelley, quien escribió que "sería tan factible arrojar una violeta a un crisol para descubrir el principio formal de su color y aroma como intentar transfundir de un idioma a otro las creaciones de un poeta".

Las nuevas ediciones de La guerra y la paz de Tolstoi, Madame Bovary de Flaubert y En busca del tiempo perdido de Proust han puesto a los extenuados traductores  –una especie tímida por definición–  bajo el candelero. David Bellos, cuya nueva obra Is That A Fish In Your Ear? Translation and the Meaning of Everythin, fue publicada recientemente, observa que en Japón, por ejemplo, “los traductores son como estrellas del rock" que tienen hasta su propio libro de chismes como los famosos: The Lives of the Translators 101.

El interés por la nueva ficción demostrado por el público global se ha visto incentivado por la compleja interacción de la revolución de las tecnologías de la información y las pícaras promociones literarias, como los premios Orange y Booker que se dedican a publicitar sus productos en las redes sociales.

Nada de todo esto sería acaso imaginable o viable comercialmente si no se contara con unas estadísticas extraordinarias. De acuerdo con el Consejo Británico y el respaldo de muchas otras fuentes confiables, aproximadamente la mitad de la población mundial –3.500 millones de personas– sabe “un poco de inglés”. Y por primera vez en la historia de la humanidad hoy es posible transmitir algo en un idioma y recibirlo virtualmente en cualquier lugar del planeta.

Este fenómeno lingüístico sin precedentes se sustenta en el formidable poder de los medios de comunicación globales. Lindsey Hilsum, editora internacional de Channel 4 News, cuenta que, al preguntar por el significado de un grafiti árabe pintado en un muro de Trípoli, le dieron una traducción que resultó ser una especie de absurdo guiño intercultural para Anne Robinson*: "Gaddafi, eres el eslabón más débil. Adiós”.

En vista de estos horizontes ampliados, no es de sorprender que Google esté a la vanguardia de lo que se está convirtiendo en una revolución en cuanto al alcance y la técnica de la traducción. La solución de Google a la quintaesencia de los problemas humanos es el lanzamiento de una computadora que se parezca al santo grial de la inteligencia artificial y sea capaz de traducir “el lenguaje natural”.

Todas las incursiones anteriores por este campo minado intentaban despojar a la lengua de sus elementos constitutivos para luego reconstruirla, a veces con resultados cómicos (kindergarten aparecía traducida como children garden, por ejemplo). Según explica Bellos, era “la búsqueda infructuosa de la lengua puramente hipotética que todas las personas hablamos en el fondo de nuestras almas ".

Google Translate no funciona de esa manera, sino que lleva a la práctica a Wittgenstein: "No preguntes por el significado sino por el uso". Luego, esta herramienta revisará una inmensa cantidad de archivos de material traducido y recurrirá a las probabilidades para mostrarnos el significado más probable, en función del contexto. Para ello, Google Translate se nutre de una base de datos de varios trillones de palabras tomadas de un corpus de documentos de Naciones Unidas, novelas de Harry Potter, artículos periodísticos y memorandos entre compañías.

Recientemente, Google Translate agregó cinco idiomas –Telugu, Tamil, Kannada, Bengali y Gujarati– a su traductor online para iPhone y ahora puede ofrecer traducciones de 63 lenguas. Bellos nos explica muy sucintamente cómo funciona: "Recibimos una traducción pero lo que hace Google no es traducir. Es como la diferencia entre la ingeniería y el conocimiento. Una solución dada por la ingeniería es lograr que algo funcione, pero la manera de lograrlo no necesariamente tiene que ver con las cosas subyacentes. Los aviones no vuelan como los pájaros".

El sueño de una lengua universal depende, al fin y al cabo, de una traducción perfecta. Además de las lecciones que nos brinda Babel, la propia historia de la Biblia nos pone en guardia al respecto, sobre todo este año que se celebra el 400º aniversario de esa gran catedral de la lengua que ha sido la Biblia del rey Jacobo. Este aniversario ha demostrado ser un motivo de celebración y a la vez de reflexión sobre si acaso alguna vez  podrá haber una versión definitiva o ideal de semejante obra. ¿No es que cada nueva versión refleja el contexto sociocultural en el que se inscribe el traductor?

Ahora bien, la incidencia de un público global equipado con “un poco de inglés” (pero no mucho) es profunda. Tal como expresó Rowan Williams, el arzobispo de Canterbury, durante su sermón del servicio de Acción de Gracias sobre la Biblia del rey Jacobo, "siempre existe la tentación de que la traducción moderna revise las estrategias para que el texto resulte más accesible ".

Y agregó: “pero también hay un lugar para la complejidad”. Los famosos misterios de la Biblia del rey Jacobo tienen el poder, según sus palabras, “de sorprendernos por su seriedad”. Hizo referencia a las modestas ambiciones de los traductores de 1611, que declararon que la labor del traductor consistía en permitir que entrara la luz y “en quitar la tapa del pozo para que podamos acercarnos al agua".

El diálogo entre claridad y opacidad, entre accesibilidad y misterio, volverá a representarse hoy en un escenario religioso con la publicación de la nueva traducción al inglés del misal romano fruto de un largo proceso de gestación de la Iglesia católica. Cuando el Concilio Vaticano II reivindicó el uso de las lenguas vernáculas en la misa, las primeros traductores del misal emplearon el principio de la “equivalencia dinámica”; es decir, traducir el espíritu y el significado del texto antes que la traducción palabra por palabra”. En nombre de la simplicidad, algunos rezos quedaron reducidos a oraciones breves y declarativas. La nueva traducción celebra, en cambio, la “equivalencia formal”, o sea una versión más literal del texto. En las iglesias católicas romanas de habla inglesa, el nuevo misal provocará, sin duda, indignación entre la feligresía familiarizada con la traducción de la década de 1960.

En cuanto al Reino Unido, el destino de muchas traducciones de la Biblia al inglés ilustra el problema de traducir textos sin consideración alguna del tiempo cuando, en verdad, la lengua está siempre en movimiento. Los defensores de la versión del rey Jacobo, una traducción realizada en tiempos de Donne y Shakespeare, se horrorizan cuando “lo envolvió en pañales” es reemplazado por “envuelto en tiras de tela” o "un platillo que retiñe" se convierte en "un platillo que hace ruido”. A veces, la traducción modernizada puede resultar ridícula. La nueva Biblia inglesa, por ejemplo, reemplaza a "los lobos con piel de oveja "por algo más apropiado para los Monty Python: "hombres disfrazados de ovejas”.

Así, a pesar de la gran demanda de traducciones y de los revolucionarios avances técnicos en el modo de entendernos unos a otros, difícilmente éstas sean las últimas movidas en los eternos juegos lingüísticos de Wittgenstein. De hecho, en las lenguas de todo el mundo, Google Translate todavía tendrá que resolver las versiones locales del enigma de Frankfurt, que no es un abstruso enigma lingüístico del alemán sino una respuesta a una pregunta muy sencilla: ¿Cuál es la traducción de hot dog: como comida rápida o cachorrito

*N. de la T.: Conductora de un programa llamado The Weakest Link (El eslabón más débil).


lunes, 5 de diciembre de 2011

Colón, paredón y después

El 1 de diciembre de 2004, nuestra querida Marietta Gargatagli publicó la siguiente columna en El Trujamán. Quizás por que es diciembre, o porque ya pasó mucho tiempo, o porque la extrañamos, colgamos hoy esas reflexiones que se refieren precisamente al sur.

De la etimología de la palabra "sur"

Informan los diccionarios últimos de la Real Academia que la palabra sur proviene del francés sud, y este del inglés antiguo sû. Documentación que María Moliner invierte aunque corrobora. Según su Diccionario de uso del español, el término se tomó del anglosajón suth, probablemente a través del francés antiguo su, hoy sud. Etimología que verifican también los diccionarios franceses; por ejemplo Le Petit Robert (1996), que fecha el término en esa lengua en el siglo XII y añade que fue tomado del inglés antiguo suth, hoy south. Esta raíz, al parecer, significaba ‘sol’.

Sin embargo, debemos imaginar que, con respecto al castellano, en algún lugar de estos razonamientos hay un vacío. No pretendo enmendarlo; sí ofrecer al lector desinteresado algunas noticias.

El 13 de octubre de 1492, al día siguiente de llegar a América, Cristóbal Colón anotó en su diario de a bordo:

“Y por señas pude entender que yendo al Sur o bolviendo la isla por el Sur, que estaba allí un Rey que tenía grandes vasos d’ello [de oro] y tenía muy mucho. [...] Determiné de aguardar fasta mañana en la tarde y después partir para el Sudeste —que según muchos d’ellos me enseñaron dezían que avía tierra al Sur y al Sudueste y al Norueste; y qu’estas del Norueste les venían a combatir muchas veces— y así ir al Sudueste a buscar el oro y las piedras preciosas.” (Textos y documentos completos. Nuevas cartas. Edición de Consuelo Varela y Juan Gil, Madrid, Alianza, 2003, pág 112).

Se trata, según Joan Corominas, de la primera aparición escrita de la palabra sur, que fecha exactamente en 1492 y describe así: «Del anglosajón suth, probablemente por conducto del francés anticuado su, hoy sud».

No cabe duda de que para Colón se trataba de un punto cardinal, una dirección, que en sus escritos también se denomina Austro, préstamo culto del siglo XV. Poco se sabe, con exactitud, de la vida del descubridor de América. Se cree, por ejemplo, que, siendo muy joven, fue tripulante del corsario francés Guillaume de Casenove o pudo formar parte de la armada que, al mando de Renato de Anjou, se enfrentó a Alfonso V de Aragón y después a Juan II por el gobierno de Nápoles. Quizás en cualquiera de estas aventuras entró en contacto con navegantes franceses o ingleses y de ellos tomó el vocablo. También, lector atento del Antiguo Testamento, pudo leerla en el libro de Éxodo, Job, Eclesiastés o Abdías, donde figura varias veces.

El sur nombraba entonces lo desconocido, y resulta curioso que además de un continente, Colón hubiera descubierto una palabra tan singular. Misterio que no resuelven los diccionarios históricos de nuestra lengua, donde a lo largo del siglo XVIII, el término es definido como «viento que viene de la parte del mediodía». Y cuando, en 1884, comenzaron a incluirse las etimologías, se menciona como procedencia el término sud, que debemos imaginar francés moderno.

Resulta claro que España tuvo su propio sur: la visión del oro, que aparece representada con profusión en los textos del Almirante, ¿nos hizo olvidar la geografía?

domingo, 4 de diciembre de 2011

Convocatoria del Centro Internacional de Traducción Literaria de Banff

El Centro Internacional de Traducción Literaria de Banff  recibe las solicitudes para su programa 2012, que implican una estadía en Canadá del 4 al 23 de junio de ese año.

Las solicitudes pueden ser enviadas hasta el 15 de febrero próximo.

Todos los datos referidos a este programa pueden consultarse aquí

sábado, 3 de diciembre de 2011

"El dardo en la Academia" empieza a hacer ruido

Ya hemos hablado numerosas veces en este blog de la enorme y excelente tarea que viene desarrollando la gente de Addenda et Corrigenda, cuya cara más visible entre nosotros ha sido la infatigable Silvia Senz Bueno. Ahora, publicado El dardo en la Academia, resultado de ingentes investigaciones, Montserrat Alberte (foto), editora de los dos volúmenes de esa obra junto con Silvia, ha sido entrevistada por Luis Alemany para la edición de El Mundo.es del 30 de noviembre pasado. La nota original, como los comentarios que despertó, pueden consultarse aquí.

La Academia bajo sospecha

Hace 20 días, el académico Javier Marías proclamó en una entrevista con la agencia Efe una de esas frases tan 'marianas', un poco divinas y un poco hastiadas: "Supongo que a los escritores de la Academia, los filólogos nos deben de considerar un grupo de ignorantes; a veces me pregunto si no estamos ahí un poco de adorno, lo cual es una sensación que no me agrada mucho".

Su quejío ha sido un presagio de la edición de los dos volúmenes de El dardo en la Academia, la reunión de 13 artículos escritos por filólogos que denuncian el funcionamiento de la Real Academia Española. Sus reproches: falta de rigor, conservadurismo e instrumentalización política, alto coste, falta de fiscalización por parte de las administraciones que la financian... Montserrat Alberte, editora de los dos volúmenes junto a Silvia Senz, responde explica en un correo electrónico las razones de su trabajo.

Legitimidad
"Ningún ensayo de El dardo en la Academia pone en cuestión la legitimidad de las tareas de normalización lingüística. Lo que se critica, cada ensayo con un énfasis particular y con más o menos exhaustividad, son diversos aspectos de la tarea normalizadora de la RAE: los fundamentos ideológicos, teóricos y metodológicos de la norma académica y su vigencia (nos referimos, por ejemplo, a sus criterios de corrección, los modelos de normalización que aplica, su doctrina teórica, el conocimiento del lenguaje del que parte, y las creencias que maneja); la calidad (transparencia, consistencia, arbitrariedad, subjetividad, disponibilidad...) de la norma y de los recursos en línea; la adecuación de la norma a las necesidades reales de normalización (que son muy diversas y cuyo desarrollo la RAE está obstaculizando alarmantemente, sobre todo en el caso de la terminología y la neología en castellano); los propósitos de la tarea normalizadora de la RAE (que obedecen a fines económicos y geopolíticos y no a necesidades de los hablantes), y los ardides que emplea para que su tarea no se cuestione, como fomentar en el hablante la creencia en una serie de mitos lingüísticos sin base científica alguna".

"Uno de los mitos que fomenta para garantizar su continuidad (y la de sus miembros) como autoridad idiomática es el de que, sin su labor de normalización, la lengua se fragmentaría. A demostrar la falta de base científica de esta idea se dedican diversos capítulos de la obra, que no sólo desmontan el mito académico, sino que conceptualizan la idea de unidad y disgregación idiomáticas en los términos que corresponden al conocimiento actual sobre qué es una lengua y cómo funciona, y precisan de qué modo se mantiene realmente dicha unidad".

Reproches políticos
"[A la Academia le reprochamos] que, valiéndose de su conexión con el poder y la autoridad que de ella deriva, pretenda convertirse en el único organismo de normalización de la lengua, en prácticamente todos los campos estandarizables, tenga o no atribuciones para ello".

"[La Real Academia] recibe cuantías de financiación pública (del Estado, de ayuntamientos y de las 17 autonomías) que no se corresponden con la calidad y disponibilidad de sus obras y recursos y que tendrían mejor destino si se dedicaran a la muy necesaria investigación sobre la lengua española y sobre las tecnologías lingüísticas. La RAE perjudica gravemente al avance de la lengua española en los términos de desarrollo que le urgen".

"Su labor se traduce en un suculento negocio editorial, aspecto sobre el que El Mundoes ha publicado fabulosos datos"

"Su papel no está al servicio de la unidad real de la lengua, sino de la unidad normativa (que es otra cosa y tiene fines sobre todo comerciales), y también del fomento de una falsa idea de comunidad cultural hispánica esencialmente homogénea; dos fines que en realidad logran el efecto contrario al perseguido, porque los hablantes no se reconocen en la representación de la hispanofonía que ofrece la RAE (y estamos asistiendo a evidencias de ello en Argentina) y además hace tiempo que están cobrando consciencia de que lo único que la RAE hace es favorecer una imagen del español y de su comunidad de hablantes favorable a ciertos intereses geopolíticos de España y, sobre todo, a los intereses crematísticos de las corporaciones que cofinancian (y publican) a la RAE por medio de la Fundación pro RAE y la Fundación Carolina, muchas de las cuales llevan lustros establecidas en América Latina, explotando sin contrapartidas el mercado idiomático, cuando la lengua es de todos".

¿Una alternativa a esta RAE?
"En la obra no dibujamos expresamente un perfil alternativo, sino que dejamos abiertas diversas posibilidades. Por ejemplo, un sistema de normalización liberal, sin organismos oficiales pero con autoridades idiomáticas por mérito propio, que es el que siempre se ha aplicado para la lengua inglesa, con excelentes resultados; particularmente, es el que preferimos las editoras".

"[Otra opción sería] un organismo de política lingüística moderno, con diversas ramificaciones según las diversas necesidades de normalización, pero en ningún caso único ni centralizado; formado por lingüistas y filólogos, con conocimientos actualizados y cuya metodología de trabajo se correspondiera con la de la lingüística del siglo XXI. Todos los autores consideramos que cada país donde el español es lengua de uso habitual u oficial ha de poder establecer sus propios organismos normalizadores autónomos y sus propias líneas de política lingüística. Incluso nos parece perfectamente lícito que en el seno de un mismo país se desarrollen distintos estándares idiomáticos y explicamos por qué eso no impide la unidad de una lengua. Si después hay o no voluntad de coordinación entre organismos y de continuidad entre estándares, ya depende del clima de entendimiento, sin engaños ni chantajes, que se propicie".

viernes, 2 de diciembre de 2011

Más sobre los libros retenidos en la aduana

Con la firma de Susana Reinoso, el diario Clarín publicó ayer el siguiente suelto a propósito de los libros importados que todavía siguen retenidos en la aduana argentina.

Los daños editoriales

No todas las editoriales lograron sacar los libros retenidos en la Aduana debido a la decisión presidencial ejecutada por el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno. A partir del acuerdo firmado por la Cámara Argentina del Libro (CAL) y la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) con el Gobierno Nacional, sellos y distribuidores fueron retirando sus títulos importados, pero quedan contenedores en espera.

El acuerdo, sin embargo, no alcanza a todos los asociados, sino a los que decidieron compensar importaciones con exportaciones, resignando un 8% de su facturación, en el caso de los socios de la CAL, o asumiendo otros compromisos, en el caso de la CAP. De modo que los editores y distribuidores que no firmaron tienen su caso pendiente en la Aduana. Quienes sí suscribieron, fijaron prioridades de retiro, de cara a un mercado que en lugar de absorber novedades editoriales gradualmente, se enfrenta a la situación de tener que hacerse cargo de un aluvión no previsto y a la espera de que, para las fiestas, suban las ventas. De todos modos, el perjuicio económico tendrá que ser absorbido por la industria editorial.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Los idiotas de la Fundéu vuelven a dar la nota

El siguiente comentario fue publicado en el blog El candidato melancólico (ver), del escritor español José Antonio Millán. El título con que apareció es más suave que el que se lee arriba, pero el contenido contiene escenas de estupidez explícita por parte de los genios de la Fundéu (ver foto), esbirros rentados por el BBVA.

Divulgar mejor

Bienvenida sea la divulgación, y más en materia de lengua, donde hay tantos prejuicios y malentendidos. Y nos encantan los gráficos. Pero no nos gusta lo que ha hecho la Fundéu sobre los neologismos, porque está lleno de errores.
“[Neologismo] de forma: palabras creadas a partir de cambios morfológicos de vocablos ya existentes en la propia lengua”. Y el ejemplo es “ciber+nauta”. Aquí está la historia del origen de ciber-, que no tiene mucho que ver con la definición…
“cambios semánticos o de significado” ¿No es  completamente redundante?
“Barbarismos: vocablos mal escritos o pronunciados procedentes de otro idioma”. Vamos a ver: si circulan por nuestra lengua, aunque vengan de otra, ¿por qué van a estar “mal escritos o procunciados”? ¡Será un barbarismo, pero accesar está bien escrito! ¿Y en qué se diferencia este “Barbarismo” del “Extranjerismo: vocablo o giro lingüístico que un idioma toma de otro”? ¿Y del “Préstamo: voces procedentes de otras lenguas”?
“Cultismos: palabras que se tomaron de las lenguas clásicas después de la formación del español”. Mala definición, pero además el ejemplo es “portal”, ¡que en su acepción informática viene del inglés!
“Nuevas: Palabras en las que no se emplean estos procedimientos, sino que se recurre a la invención”. Definición rarita, pero además se ejemplifica con “wifi”, que es una marca, sí, pero que proviene del acrónimo de Wireless Fidelity.
“Metáfora: semejanza con el concepto que define”. Puffff… Pero además el ejemplo es:
Como las cosas de Internet vienen de arriba, podemos decir que “bajan”, ¿no? …
En fin…