lunes, 11 de marzo de 2019

"Esta traducción no estaría representando sus brillantes alas"


El poeta y traductor Juan Arabia realizó la siguiente reseña del volumen misceláneo La llama, libro póstumo del poeta, novelista y cantante Leonard Cohen –publicado por la editorial Salamandra, de Barcelona, con traducción de Alberto Manzano, en moviente de 2018– que salió ayer en el suplemento de cultura del diario Perfil, de Buenos Aires.

La llama

Vayamos a lo específico, matemos la llama. Un libro como el recientemente publicado de Leonard Cohen (Montreal, 1934 – Los Ángeles, 2016), La Llama (The Flame), puede presentar todo tipo de conjeturas.

De “género”, podría ser la primera, y de lo que algunos poetas consideran por “poesía”. Aunque la literatura moderna no puede ignorar que tanto en Grecia como en Provenza la poesía alcanzó su máximo esplendor rítmico y métrico en momentos en que el arte poético y musical se hallaban íntimamente ligados.

Además podrían discutirse aspectos de ventajismo comercial, estructurales; o de la traducción misma de poesía, problemática que conlleva a considerar los elementos estéticos de las versiones originales.

Leonard Cohen era muy puntilloso, un perfeccionista extremo. Y esta traducción, evidentemente, no estaría representando sus brillantes alas.

No porque traicione su sentido, sino porque no lo estaría elevando a su esencia, a sus verdaderos riesgos rítmicos y musicales.

Este libro incluye una serie de textos que Cohen seleccionó y que habrían de conformar su último libro de poemas.

La Llama, título escogido por su hijo Adam debido a la repetición de la palabra “flame” a lo largo de todo su trabajo, recoge 63 poemas que el mismo autor eligió cuidadosamente de un acervo de textos inéditos y que abarca varias décadas.

Además, incluye las letras de canciones de sus últimos cuatro discos (“Alerta Azul”, “Viejas Ideas”, “Problemas Populares” y “Lo Quieres Más Oscuro”), muchas de los cuales ya habían sido publicados originalmente como poemas en The New Yorker.

Una tercera parte presenta una selección de los cuadernos que Leonard llevó consigo desde su adolescencia hasta el último día de su vida.

Además de estas tres secciones, supuestamente estipuladas por Cohen, el autor quiso incluir en el libro su memorable discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias, leído en Oviedo en el 2011, junto a muchos de sus propios autorretratos y dibujos.

A diferencia de sus álbumes, esta vez nos encontramos –al menos en lo que respecta a sus primeros poemas y las notas de sus cuadernos– con un poeta que sólo tiene que valerse de palabras (en sentido rítmico y semántico).

Es el caso de la primera sección del libro, estos 63 inéditos y nuevos poemas, donde Cohen parece deshacerse de lo que habría sido su legado, en su último disco: “lo quieres más oscuro / apagamos la llama”. Acá en cambio encontramos otra posibilidad en el recorrido: “Trabajé siempre con firmeza / Pero nunca lo consideré un arte / ahí estaban los esclavos / Los cantantes encadenados y carbonizados / Pero el arco de la justicia ha cedido / Y los heridos pronto se manifestarán / Perdí mi trabajo defendiendo / Lo que le pasa al corazón”.

El autor, en ese sentido, da largas muestras de no habitar ya en La Torre de la Canción, (el poema está fechado el 24 de junio de 2016): “No era nada, sólo negocios / pero dejó una fea marca / Y aquí estoy revisitando / Lo que le pasa al corazón”; “Vendía abalorios santos / Vestía con cierta elegancia / Tenía un gato en la cocina / Y una pantera en el jardín / En la prisión de los talentosos / Me llevaba bien con el guardia / Y nunca tuve que ser testigo / De lo que le pasa al corazón”.

Hay grandes poemas, además, en esta primera parte de La Llama, como “La resaca”, “15 de enero de 2007, Cafetería Sicily”, “Pleno empleo”, “Lo que va a ocurrir 16.02.03”, “Agradecido” y “Invierno en Mount Baldy”.

Todos estos poemas cobran mayor efectividad, ya que al final del libro aparecen los originales y el lector puede comparar el sonido verdadero, carácter exclusivo de su forma de arte. En lo que respecta a la edición inglesa firmada por Robert Faggen y Alexandra Pleshoyano en julio de 2018, y que este volumen traduce e incluye, leemos: “Todo el mundo sabe que Leonard solía trabajar en sus poemas durante años, a veces décadas, antes de publicarlos, y él mismo dio éstos por concluidos”.

Probablemente, y salvo que un trabajo y esfuerzo mantenga algo del espíritu original, un libro de poesía traducido al “español” no le pueda hacer justicia a sus versos. Leonard Cohen es Bíblico. Sus letras son mesiánicas, están escritas en el lenguaje de los libros sagrados: “And fastened here, surrendered to / My Lover and My Lover, / We spread and drown as lilies do– / forever and forever”.

En el prólogo a esta edición, escrita por su hijo Adam, leemos: “Este libro contiene los últimos esfuerzos de mi padre como poeta. Ojalá lo hubiera visto terminado, y no porque en sus manos hubiera sido un libro mejor, más acabado, más generoso y estructurado, ni porque, de una manera más fiel, hubiera reflejado lo que mi padre quería ofrecer a sus lectores, sino porque su cometido era lo que lo mantenía vivo al final de sus días, su único objetivo vital”.

viernes, 8 de marzo de 2019

"Corren buenos tiempos para el libro traducido en los Estados Unidos"


De acuerdo con el artículo publicado por Lorenzo Herrero el 3 de marzo pasado en Publishnews, aparentemente la literatura en lengua castellana fue la que más se tradujo en Estados Unidos durante el año pasado. No se destaca en el artículo cuántas traducciones se hicieron de originales españoles y cuántas de libros escritos en Hispanoamérica. Tampoco se señala los países de procedencias de las obras hispanoamericanas. En fin, que algo es algo.

La literatura en español la más traducida
en Estados Unidos durante 2018

El español es el idioma más traducido en Estados Unidos por primera vez según se desprende de la Base de Datos de Traducción de Publishers Weekly, que recoge información sobre las primeras traducciones al inglés de títulos de ficción y poesía distribuidos a través de los canales normales de venta al por menor en los EE.UU (no se incluyen las publicaciones y adaptaciones de libros del Reino Unido). Desde el año 2008, francés, español y alemán se repartían los tres primeros puestos en este orden. Pero en 2018, el español superó al francés, con 101 títulos traducidos, en comparación con los 97 del francés. El alemán quedó en un distante tercer puesto, con 53 títulos. Los siguientes idiomas completan el top 10: Japonés (47), italiano (33), noruego (23), chino (22), sueco (21), ruso (19) y árabe (18). Las editoriales independientes (incluyendo Amazon Crossing) y las editoriales sin ánimo de lucro publicaron la mayoría de las obras traducidas: 86%, en comparación con el 14% de las Cinco Grandes.

Corren buenos tiempos para el libro traducido en los Estados Unidos. Según informa Chad Post en Publishers Weekly, muchas miembros de la industria editorial constatan un aumento del interés en la literatura internacional entre los críticos y libreros. "Los libreros –algunos de los mejores lectores– fueron los primeros y más entusiastas partidarios de la literatura traducida, y son una de las principales razones por las que la literatura traducida está encontrando un mayor número de lectores en estos días", dijo Mandy Medley de Coffee House Press a Publishers Weekly. "Desde las elecciones de 2016, los lectores estadounidenses también han comenzado a mirar más allá del canon tradicional de los estadounidenses blancos hacia la literatura internacional, no sólo en busca de nuevas perspectivas e ideas, sino también de una gran narración de historias. Y gracias al trabajo de muchas editoriales independientes, no tienen que ir muy lejos. La literatura traducida ha encontrado un éxito reciente en parte porque la cobertura de los libros, como el Congreso, está alcanzando a la cambiante cultura de Estados Unidos".

Sin embargo, estos cambios aún no se reflejan en las cifras que se desprenden de la Base de Datos de Traducción de Publishers Weekly, que recoge información sobre las primeras traducciones al inglés de títulos de ficción y poesía distribuidos a través de los canales normales de venta al por menor en los EE.UU. (No se incluyen las publicaciones y adaptaciones de libros del Reino Unido). Según estos datos, 2018 fue el segundo año consecutivo en que el número total de nuevas traducciones publicadas en los Estados Unidos disminuyó, a pesar de la aparición de nuevas editoriales centradas en la traducción en los últimos años, como Deep Vellum, New Vessel, Restless y Transit Books. No obstante, las cifras de producción no son un fiel medidor de la implantación entre el público lector de este subconjunto de la industria editorial. El crecimiento general en el número de traducciones ofrecidas en el mercado en los últimos 11 años –de 369 títulos en 2008 a 609 en 2018, con un máximo de 666 títulos en 2016–, muestra el creciente interés por los títulos extranjeros.

Desde 2014  Amazon Crossing es la editorial que más obras traducidas ha aportado al mercado estadounidense. El año pasado publicó 41 títulos. Dalkey Archive, fue la segunda con 18 títulos. El resto de los 10 mejores fueron New Directions (17); Europa Editions (16); Seagull Books (14); Farrar, Straus y Giroux (13); Minotaur (10); New York Review Books (10); y Archipelago, Oneworld, y Snuggly, que estaban empatados en el puesto 10 con nueve títulos cada uno.

Por otro lado, en Reino Unido aumentaron las ventas de obras de ficción traducidas en un 5,5%. Según informa The Bookseller, las traducciones en Reino Unido representaron el 5,63% de las publicaciones de ficción en 2018. En cuanto a los idiomas el francés representa el 17% de las ventas aunque se constata que los autores más populares en los últimos 5 años son los noruegos y los suecos. Destacan las ventas de The thirst del noruego Jo Nesbo (123.066 ejemplares), siendo el libro más vendido en 2018.

jueves, 7 de marzo de 2019

Literatura argentina las pelotas

Entiendo que titular una entrada en la forma en que lo he hecho no es necesariamente elegante. Sin embargo, creo que expresa perfectamente bien lo que siento cada vez que leo  "literatura argentina". Me refiero, claro, a la expresión aplicada exclusivamente a la narrativa y, dentro de esa especie literaria, fundamentalmente a la novela. Da la impresión entonces de que la poesía, el ensayo y la literatura dramática escrita en este país no es "literatura argentina", sino otra cosa que no vale la pena considerar. 

Así, dejando de lado el equivalente a lo que alguna vez fue el llamado "cupo femenino", en todo festival, congreso, discusión y manifestación ligada a la parte más pública del arte de escribir, habrá, a lo sumo, uno o dos poetas o ensayistas invitados (los dramaturgos no tienen esa suerte) y sólo para cumplir. En la Argentina, a los organizadores de esos eventos no se les ocurre pensar que no sólo los narradores tienen algo que decir sobre la lo que escriben. Y cuando les conceden algún espacio a poetas y ensayistas, es para que discutan exclusivamente entre ellos, como si fueran una suerte de minusválidos en cuestiones de crítica literaria.

Por último, no puedo dejar de observar que la narrativa es, de todas las especies literarias, la que más cerca está del mercado: editoriales, agentes e incluso libreros entienden que los libros de verdad, los que se venden, son los de los novelistas y, ocasionalmente, los libros de cuentos escritos por gente que antes escribió novelas. Sin embargo, Juan José Saer, que escribió novelas, cuentos, poesía y ensayos solía decir que los narradores que no leen poesía son semianalfabetos. ¿Qué decir de aquéllos que organizan actividades alrededor de la literatura?

Ningún festival, ningún congreso, ninguna discusión o manifestación ligada a la parte más pública del arte de escribir es seria o siquiera letrada, si bajo el rótulo de "literatura argentina" no se hace cargo de los otros géneros. Y dejarlos de lado tampoco es elegante. De modo que, una vez más, "literatura argentina las pelotas". 

Jorge Fondebrider



miércoles, 6 de marzo de 2019

La iglesia católica y el fin del progresismo cultural veneciano


“Biblias, el primer Talmud, el primer Corán y hasta manuales de guerra y arquitectura militar.” Es lo que incluye, según la bajada, el siguiente comentario de Carlos María Domínguez sobre el libro Los primeros editores, de Alessandro Marzo Magno, publicado el año pasado por la editorial Malpaso. Esta reseña salió el pasado 3 de marzo, en suplemento El Cultural, del diario uruguayo El País.

La industria editorial en la 
antigua Venecia

El periodista Alessandro Marzo Magno (1962) ha encontrado en la historia de los primeros editores la oportunidad de recorrer las calles de la antigua Venecia y los inicios del libro moderno, a poco de que Gutenberg imprimiera la Biblia con tipos móviles. Su ensayo transita por el dato erudito y la divulgación con especial atención a la vida de los libreros e impresores de los últimos años del siglo XV y primera mitad del XVI, cuando con sus ciento cincuenta mil habitantes la ciudad era una de las más populosas de Europa y editaba la mitad de los libros que circulaban por el continente.

La presencia de comunidades balcánicas integradas a la República de la Serenísima, de dálmatas, armenios y griegos, judíos alemanes y emigrados de la cuenca del Mediterráneo, diversificó las lenguas de las primeras publicaciones y exigió sumar a las tipografías latinas caracteres hebreos, en cirílico, en el glagolítico de los croatas medievales, incluso en árabe. La artesanía y rusticidad de los medios a menudo convirtió las erratas en sospechas religiosas, pero en Venecia se imprimió la primera Biblia rabínica y el primer Talmud, el Talmud babilonio, el palestino, y hasta el primer Corán, en un emprendimiento fallido que, precisamente por sus errores tipográficos, no alcanzó a circular y fue recuperado en 1987 por la bibliotecóloga Angela Nuovo en la isla de San Michele.

A fines del siglo XV el 45% de los libros que circulaban en una Europa mayormente analfabeta eran religiosos, pero en Venecia, donde la cuarta parte de la población masculina asistía a la escuela, rondaban el 26%. Los humanistas italianos irradiaron el concepto de la cultura moderna sobre el resto del continente y los radicados en Venecia, como Pietro Bembo, o los visitantes frecuentes, como Erasmo, alentaron la publicación de muchos clásicos griegos y latinos, aportaron traducciones y gramáticas, y favorecieron la difusión de las obras de Dante y de Petrarca en dialectos italianos.

La vulgarización cultural ha conducido al equívoco de confundir, muy a menudo, el humanismo con el humanitarismo, pero en este momento de la historia su significación es transparente: fue la actitud de los primeros intelectuales en comprender que la cultura de Occidente era una sola y dependía de la recuperación de la tradición griega, latina y hebrea, desde una perspectiva no mediada por la iglesia. Los humanistas trabajaron en Venecia con muchos impresores y libreros pero entre todos destacó, por su formación y refinamiento, el editor Aldo Manuzio, creador del formato de nuestros libros en octavos (o libro de bolsillo), ya no concebido para la vocación religiosa, como las ediciones en folios, sino para la educación y el entretenimiento. Comenzó por publicar las obras de Virgilio, Catulo, Tibulo y Propercio, de las que vendió más de tres mil ejemplares y convirtió a Petrarca en un best seller mayor, vendiendo en sucesivas ediciones alrededor de cien mil ejemplares de sus obras. Su legado más firme, sin embargo, fue la creación de la tipografía de letra cursiva, desde entonces también llamada itálica, y a sugerencia de Pietro Bembo trasladó el punto y coma del griego al latín y a la lengua vulgar, a la que sumó apóstrofos y acentos, criterios que más tarde fueron acompañados por todos los editores.

Un brillo crepuscular.
Más allá de escasas y ligeras referencias, es notoria la ausencia de la poesía, el cuento y el ensayo renacentista en el retrato de Marzo Magno. No hay en su libro seguimiento alguno de las ediciones del Decamerón de Boccaccio o El Príncipe de Maquiavelo, las ediciones de Dante o Petrarca, pese a que le dedica un capítulo entero al pornógrafo Pietro Aretino, muy popular entonces, y otros a la edición de los mapas, las partituras, la medicina, la cosmética y la gastronomía.

El autor se inclina por los tópicos de los manuales prácticos con un rico anecdotario en materia de cosmética —para obtener el tono rubio del cabello las venecianas llegaron a utilizar estiércol de paloma, sangre de tortuga y hasta moscas hervidas—, o francamente espeluznantes en temas médicos, como la disección de condenados a muerte, luego sustituidos por cadáveres, y la recomendación de asar ratas domésticas, pulverizarlas y añadirlas a las papillas de los niños para prevenir los excesos de salivación, según consta en el primer gran tratado de farmacología, del médico Pietro Andrea Mattioli, con numerosas traducciones en toda Europa.

Los manuales de guerra y de arquitectura militar tuvieron en Venecia un despliegue mucho mayor que en otras ciudades, dada su condición de potencia dominante en el Mediterráneo. Los patricios venecianos necesitaban una buena formación bélica para desarrollar su carrera política y los editores los abastecían de obras clásicas y modernas. En el arte de la guerra la cartografía tenía una utilidad de primer orden y si se copiaban muchos mapas antes de la llegada de la imprenta, el descubrimiento de América potenció las ediciones geográficas a niveles nunca alcanzados.

La gran paradoja del desarrollo cultural veneciano fue que brilló en el momento en que su hegemonía y relevancia quedaba desplazada por los intereses del mundo sobre el Atlántico. Colón era genovés, Américo Vespucio, florentino, Giovanni Caboto y Sebastián Caboto, ambos venecianos, y Antonio Pigafetta, vicentino de la Serenísima; todos cumplieron un papel de primer orden en el descubrimiento, al servicio de intereses ajenos. Durante un tiempo los venecianos creyeron que podrían repartirse con la corona española el dominio comercial de los mares, pero el despliegue de la armada británica dejó al Mediterráneo fuera del juego de las nuevas hegemonías. 

Venecia fue, sin embargo, un centro importante en la difusión de las noticias que llegaban del nuevo mundo, a través de cartas, crónicas de viajes y, sobre todo, la elaboración de mapas y tratados geográficos integrales como las Navigationi e viaggi de Giovanni Battista Ramusio, la monumental recopilación de sesenta y cinco crónicas de viajes hacia todos los confines, desde la antigüedad hasta mediados del siglo XVI, editados en tres volúmenes in folio.

Cuando en 1547 los poderes de la Inquisición romana lograron afianzarse en Venecia, su destino como centro cultural quedó malogrado. En pocos años se condenaron los textos protestantes, todas las biblias en lengua vulgar, más de seiscientos autores quedaron prohibidos y la plaza de San Marcos vio arder decenas de miles de libros en sucesivas hogueras. Desaparecieron las imprentas, el nuevo polo editorial se desplazó a París, y una vez más la historia pulsó su latido.


martes, 5 de marzo de 2019

Becas para editores y traductores del sueco para asistir a la Feria de Gotemburgo


Publicada en el sitio Publishnews, el pasado 27 de febrero, con las firmas de Carlos Carrenho y Lorenzo Herrero, la siguiente convocatoria tal vez tiente a alguien.


La feria de Gotemburgo abre su programa
de becas para editores y traductores

El Consejo Sueco de las Artes, y la Feria del Libro de Gotemburgo ofrecen un programa de becas para traductores del sueco a otros idiomas, así como para editores y subagentes interesados en trabajar con la literatura sueca en traducción. Este programa busca reforzar el intercambio internacional de literatura y dar a conocer la literatura sueca de alta calidad en el sector editorial internacional y aumentar las posibilidades de que los autores suecos lleguen a los lectores en otros idiomas a través de la traducción. 

El programa de las becas se llevará a cabo del 25 al 28 de septiembre de 2019, coincidiendo con la propia feria que se desarrollará del 26 al 29 de septiembre de 2019. Pueden postularse a las becas traductores, editores y subagentes no nórdicos interesados en la literatura sueca. La organización dará prioridad a aquellos que no hayan asistido con anterioridad a la feria. Las becas cubrirán una parte de los gastos de viaje, alojamiento durante 3 noches y la entrada a todos los seminarios de la feria. El programa está parcialmente reservado, con reuniones, conferencias y actividades nocturnas, y parcialmente abierto a programas individuales. Habrá actividades separadas para traductores y editores, así como actividades conjuntas.

Los solicitantes se comprometen a participar en el programa completo. Para aquellos que viajen desde Europa, la suma de la beca de viaje es de 2.500 coronas suecas (235 euros), y para los solicitantes que viajan desde fuera de Europa, la suma es de 7.000 coronas suecas (665 euros). El hotel corre a cargo de la organización

El plazo para solicitar las becas finaliza el próximo 4 de abril. Si desea postularse puede acceder al formulario de inscripción a través de este enlace. Además puede consultar las bases completas de la convocatoria aquí

lunes, 4 de marzo de 2019

Con cada lengua que desaparece se va una parte de la vida humana sin posibilidad de retorno"


“Casi la mitad de las 6.700 lenguas que se hablan en el mundo están en peligro y el 90 % de ellas corre el riesgo de desaparecer antes de que termine este siglo, según la Unesco. Aquí, más de 20 pueblos indígenas son hablantes de al menos 14 idiomas aunque diez de ellas están en riesgo”. Eso dice la siguiente nota, publicada sin firma en el diario Clarín, el 27 de febrero pasado.

Cada 14 días muere un idioma
y en la Argentina hay 10 en peligro

El panorama es desolador: cada 14 días muere un idioma; en los últimos 10 años han desaparecido más de 100 lenguas; otras 400 están en situación crítica, y 51 son habladas por una sola persona. En la Argentina país, desparecieron tres y están en riesgo unas diez. Los datos fueron elaborados por la Unesco y son un llamado de atención.

Durante el lanzamiento del Año Internacional de las Lenguas Indígenas en Perú, donde se hablan 48 lenguas, de las que 21 están en peligro, la representante de la Unesco en ese país, Magaly Robalino, indicó que "cada dos semanas desaparece una lengua de la superficie del planeta". De ese modo, casi la mitad de las 6.700 lenguas que se hablan en el mundo están en peligro y el 90 % de ellas corre el riesgo de desaparecer antes de que termine este siglo.

"Con cada lengua que desaparece se va una parte de la vida humana sin posibilidad de retorno. Se extingue no solo un vehículo de comunicación, sino una cultura, un acervo de conocimientos, un sistema de pensamientos, una forma de ver el mundo, un sistema de relaciones y valores familiares y una fuerza de ciudadanía", dijo.

La representante de la Unesco destacó los esfuerzos del Gobierno de Perú por poner en valor sus 48 lenguas habladas por 55 pueblos indígenas, con el quechua como la más mayoritaria de América, con 3,7 millones de hablantes únicamente en territorio peruano.

En la Argentina y según estimaciones de la doctora en Lingüística e investigadora principal del Conicet a la prensa, más de 20 pueblos indígenas son hablantes de al menos 14 lenguas, lo que representa el 2,4% de la población nacional. De esos idiomas, solo tres son oficiales a nivel provincial: el toba, wichí y mocoví, en Chaco. Por su parte, el guaraní y el quechua son otras lenguas importantes con más de un millón de hablantes cada una.

Esas lenguas se agrupan en seis familias lingüísticas: toba, pilagá, mocoví (familia guaycurú); wichí, nivaclé, chorote (familia mataguaya); tapiete, AVA-guaraní, mbya, guaraní (familia tupi-guaraní); quechua, tehuelche (familia Chon), y mapuche. Recientemente se agregaron las lenguas vilela, considerada extinta en los 60, y chaná (charrúa), oculta durante casi 200 años.

Finalmente, aunque están extintas también aquí se hablaron Abipón (de la familia mataco-guaicurú), Cacán (hablada por los diaguitas), Chané (se usó en la provincia de Salta, hace unos 300 años), Querandí (lengua de los antiguos pampas también conocidos como querandíes), Lu le-toconoté (hablada por pueblos que habitaban en parte del territorio de la actual provincia de Santiago del Estero), Ona (extinta en la década de 1990 o en la de 2000), Yagán (de los aborígenes de las zonas litorales meridionales del archipiélago fueguino que se extinguió a inicios de siglo XX, aunque se conservan un gran diccionario elaborado por Thomas Bridges) y el guaraní misionero que se habló entre 1632 y 1767, aunque desapareció definitivamente hacia 1870.

viernes, 1 de marzo de 2019

Dinero para traducir a autores brasileños

“La Fundação Biblioteca Nacional ofrece becas de entre 1.000 y 6.000 dólares para la traducción de autores brasileños.” Al menos esto es lo que publica el sitio Publishnews, sin firma, en su edición del 25 de febrero pasado.

Becas para traducción de autores brasileños

Los editores internacionales interesados en presentar proyectos al Programa de Apoyo a la Traducción de la Fundação Biblioteca Nacional (FBN) de Brasil  pueden presentar sus propuestas hasta el próximo 14 de marzo. Los proyectos serán evaluados en la segunda reunión del bienio 2018/2020, marcada para el 28 de marzo y la lista de seleccionados se hará pública el  30 del mismo mes. Pueden participar en esta convocatoria, editoriales internacionales que tengan interés en publicar y distribuir libros de autores brasileños en el exterior, sin importar ni la lengua a la que se traducirá la obra ni el formato del libro. La FBN concederá bolsas de 1.000 a 6.000 dólares para traducciones y publicación de libros inéditos o nuevas traducciones y de hasta 3.000 dólares para proyectos de reedición.

En la última edición, se seleccionaron 36 proyectos. Entre ellos, destacan: El invitado y otros cuentos, de Murilo Rubião por la colombiana Ediciones Exilio; Don Casmurro, de Machado de Asís, por la egipcia Sefsafa; Todos los cuentos, de Clarice Lispector, por Penguin Random House, en Alemania, y El sol en la cabeza, de Geovani Martins, por Alfaguara en España y por la Suhrkamp en Alemania.

El programa es un elemento clave para la internacionalización de la literatura brasileña. "El programa es esencial para la presencia de la literatura brasileña en el mundo", comentó Nicole Witt, agente alemana que está al frente de 'Mertin', una agencia literaria que se especializó en la literatura lusófona. "El programa orienta las bases de los proyectos de traducción. Sobre todo los de aquellas editoriales pequeñas y medianas que a menudo escogen títulos literarios importantes. Hay editores internacionales que nos piden específicamente que les presentamos títulos para los que pueden conseguir apoyo para la traducción ", agregó.

Si desea más información, acceda a la web de la Biblioteca Nacional de Brasil donde encontrará las bases para participar.