lunes, 29 de mayo de 2017

Una de lexicografía trasandina


El 22 de mayo pasado, en el periódico chileno Las Últimas Noticias, el escritor y periodista trasandino Roberto Merino escribió la siguiente columna referida a usos de una palabra en la lengua castellana, con particular atención a lo que se hizo con ella en Chile. Suponemos que, al cabo de su lectura, seguramente habrá algún traductor extranjero que empiece a dar saltos y a tirarse de los cabellos.


No hay tu tía
  
En un titular de este mismo diario vi hace poco que se hablaba de “tías del aseo” para referirse a mujeres empleadas para la limpieza en un lugar. Esto significa que la expresión ya pasó a la normalidad, al uso común. Hace veinte años nos hubiéramos reído de semejante eufemismo: habría sonado forzado, siútico y, sobre todo, paternalista.

El problema con esta clase de expresiones es que ponen una insistencia afectiva en una realidad donde –a juzgar por los sueldos que se pagan y las condiciones de trabajo que se brindan– el afecto no aparece por ninguna parte.

Una vez me tocó escuchar la alocución de un sociólogo medio agitador, radical en sus propuestas, intransigente y desagradable. Reforzaba sus argumentos con cifras que desmentían las cifras oficiales. Llegado el momento de mencionar a las auxiliares y barredoras salió con la culposa paparrucha de “las tías del aseo”.

Acabo de enterarme de que la frase “no hay tu tía”, tan usada por Julio Cortázar, tiene más que ver con el óxido de zinc que con tías propiamente tales.

Tía es una palabra cálida, que al menos quiere expresar una cercanía entre la persona a quien le es dirigida y aquella que la enuncia. A veces, en las familias de antes, había una señora que, sin ser técnicamente tía, se ganaba la calificación por méritos equivalentes: antiguas complicidades, años de involucramiento familiar. Llegaban unas tres veces al año generando mucha circulación de tazas de té y de pan dulce y, eventualmente, pasteles. Se trataba de señoras muy compuestas en la vestimenta, en el peinado y en la manera de hablar, que a veces las hacía parecer las entrevistadas de un programa de radio.

En los años 70, si no recuerdo mal, los niños empezaron a decirles tíos a los padres de sus amigos. Yo, por la edad que tenía, quedé fuera de la novedad. Me fue imposible hacer la conversión lingüística necesaria para prosperar en esa modalidad de aproximación confianzuda. Decidí, en compensación, tutear a los padres de mis amigos, lo que me parecía mucho más natural.

La utilización más extravagante de la palabra “tío” se la escuché hace años a unas alumnas universitarias: buscaban al auxiliar que abre las puertas de las salas, cambia los tubos fluorescentes quemados y en general asiste ante las eventualidades que se generan en un piso lleno de gente y saturado de actividad. Este señor tenía nombre, de hecho todo el mundo sabía su nombre y su apellido, pero estas niñas se referían a él –con la desesperación del que busca a un salvador– como “el tío de los pasillos”.

Sin duda la tía más famosa de Chile ha sido Carlina Morales Padilla, la Tía Carlina, regenta del mitificado prostíbulo de Vivaceta. Por ahí le anda el Tío Valentín, el pianista de Pin-Pon (1).

Los antiguos viejos verdes solían andar con alguna joven treinta años menor que presentaban como “una sobrina”, y ellos quedaban, por tanto, automáticamente referidos como tíos, lo que le daba a la palabra un barniz libidinoso. El tío en este caso era el sátiro dispuesto a dar el salto sobre su presa erótica dejando ver en el apuro las patas de macho cabrío. Muy distintos eran los objetivos y la forma de operar de aquel otro anciano que todos conocen de sobra y que se hacía llamar Tío Permanente (2).


Notas del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires:
(1) Valentín Trujillo Sánchez (1933), también conocido como “Maestro Valentín o “Tío Valentín», es un pianista y arreglador chileno de música popular, que se ha destacado por su aparición en diversos programas de televisión, tales como Pin Pon.

(2) Tío Permanente es la denominación que se dio a sí mismo el ex militar nazi Paul Schäfer, fundador  en Chile, en 1961. de la grotesca y sanguinaria Colonia Dignidad, tristemente célebre como centro de detención y tortura en tiempos de la dictadura de Pinochet.

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