viernes, 29 de enero de 2010

En la muerte de J.D. Salinger

Seguramente la noticia ya dio la vuelta al mundo: el miércoles 27 de enero de 2010, a los 91 años, murió en New Hampshire el escritor estadounidense J. D. Salinger. Acaso conmovido por la noticia, el poeta, traductor y periodista Jorge Aulicino –cuyo blog "Otra iglesia es imposible" se recomienda enfáticamente visitar, como el mejor de poesía y traducción de poesía de la Argentina– envía la siguiente columna, que se reproduce a continuación.

N. de. Administrador:
Una sola pista: Fernando Fagnani es el editor general de Edhasa en la Argentina.

El sentido oculto

Leí un libro que se titulaba El cazador oculto, y ese libro lo había escrito en inglés un hombre a quien admiraba por sus Nueve cuentos. No pensé, ni nadie pensaba en aquel tiempo –década de los 70–, que la traducción de estos libros pudiese ser debatible. Pero resulta que no sólo había un debate, al menos respecto de la primera obra, sino que el propio autor, J. D. Salinger, que hoy murió, a los 91 años, lo había dirimido (en mi opinión, en su propio perjuicio).

Salinger, lo aclaro de inmediato, es para mí el autor de El cazador oculto, y no de El guardián entre el centeno, y es el autor del cuento "Un día perfecto para el pez banana", que encantó a mi generación, o a parte de ella, y no de "Un día perfecto para el pez plátano". En la Argentina, comemos más bien bananas.

Continúo. Salinger es el autor y creador de un personaje legendario que es el Cazador Oculto. Y es el autor de otro personaje, el mayor de los hermanos Glass, quien a su vez había imaginado una especie inexistente de peces, llamados "banana". Estos peces mágicos tenían la función de encantar la mente de un niña con la que Glass se topa casualmente en una playa, antes de suicidarse. El que acechaba oculto, como un cazador, era un adolescente con el que inevitablemente uno se identificaba, Holden Caulfield. El mundo ha querido consagrar este libro como una joya de la literatura del siglo XX pero, para el mundo hispano, hay dos libros que más o menos contienen lo mismo, pero narrado de formas diversas.

Para mí, cuando Manuel Méndez de Andés tradujo The Catcher in the Rye para Fabril Editora, como El cazador oculto, y de ahí en más hizo legible y querible para mi generación el libro que Carmen Criado tradujo como El guardián entre el centeno, realizó una obra maestra en nuestra lengua. Del título, ni una sola palabra (excepto el artículo "el"-the) corresponde literalmente al original. En el título de Criado, sólo una: "centeno", sin contar artículos. La edición de Sudamericana, realizada por Pedro Rey, en 1998, mantiene el título, no sé si el texto. Ignoro si Méndez de Andés es un seudónimo. Por lo pronto, es el nombre de una calle de Flores, en la que nació Roberto Arlt.

Criado no está más cerca del espíritu de Salinger, si admitimos un espíritu.

Catcher es quien atrapa, agarra, toma, engancha o se engancha, etc. El verbo de origen, to catch, puede ser transitivo e intransitivo en inglés, y también sus equivalentes en castellano, pero claramente refiere a tomar al vuelo, a la carrera, repentinamente, etc. Catcher es, en el base-ball (béisbol, hasta para la RAE) el que tiene la función de atrapar. Si hubiese que ser fiel a la letra, tal vez habría que dejar la palabra en inglés, pues todos los jugadores de béisbol en el mundo llaman cátcher al catcher, incluso en el club DAOM, del Bajo Flores, donde vi jugar béisbol y lo practiqué sin mucho donaire. Esto, claro, si pensamos que Salinger aludía al jugador. Porque en el centeno también se pueden atrapar mariposas. Lo que hace el personaje es soñar que, en un gran campo de centeno, él se empeña desesperadamente en atrapar a los niños para que no caigan en el precipicio cercano. En este sentido, está lejos aún de ser un guardián.

Méndez de Andés encontró que en el título se alude a una posición de acecho, y convirtió al cátcher en cazador, lo que no es descabellado: el cazador atrapa su presa, se cobra una pieza, la derriba y siempre, en último caso, la toma. Si uno lee un poco en castellano, un poco en inglés, no tiene dudas de que Holden Caulfield no está en la vida en general atrapando mariposas o escarabajos, y mucho menos, papando moscas. En ningún caso, además, está en posición de guardián. No vigila nada en lo absoluto. Es posible incluso que Salinger aluda a la posición de un cátcher que corre tras la pelota entre el centeno, algo que se aviene a la visión onírica de Caulfield, porque el cátcher, en la realidad, no corre, sino que atrapa la pelota cuando viene mal servida o cuando el bateador marra.

La cuestión es que, para mí y gran parte de una generación que leyó a Salinger, el imperceptible cazador oculto es un mito. Un mito de un traductor oculto, se dirá. Digamos que sí.

Salinger, informado sobre la cuestión de los títulos de su novela, zanjó el litigio en favor de El guardián entre el centeno. De este modo, la editorial Sudamericana perdió los derechos de la obra de Salinger. Edhasa, que se apresta, seguramente, a re publicar El guardián entre el centeno, es la depositaria de esos derechos en castellano. Esto puede contarlo mejor Fernando Fagnani.

7 comentarios:

  1. solo dos citas:
    1.
    Coming thro' the rye, poor body,
    Coming thro' the rye,
    She draiglet a' her petticoatie
    Coming thro' the rye.

    Jenny's a' wat, poor body;
    Jenny's seldom dry;
    She draiglet a' her petticoatie
    Coming thro' the rye.

    Gin a body meet a body
    Coming thro' the rye,
    Gin a body kiss a body -
    Need a body cry?

    Gin a body meet a body
    Coming thro' the glen,
    Gin a body kiss a body -
    Need the warld ken?
    (Robert Burns,1872)

    2. "Anyway, I keep picturing these little kids playing some game in this big field or rye and all. Thousands of little kids, and nobody's around - nobody big, I mean, except me. And I'm standing on the edge of some crazy cliff. What I have to do, I have to catch everybody if they start to go over the cliff - I mean if they're running and they don't look where they're going I have to come out from somewhere and catch them. That's all I'd do all day. I'd just be the catcher in the rye and all". (Phoebe)

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  2. Es una niña y no un niño, con quien se topa Seymour en la playa en el cuento "Un día perfecto para el pez banana". La distinción no es banal. La atmósfera ominosa de ese encuentro (que sugiera que el protagonista podría terminar violando a la nena) depende de esa diferencia, además de la edad.
    Y es cierto, Jorge: la traducción de Méndez de Andés para la vieja Cia. Fabril Editora es insuperable.
    Saludos.

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  3. la fecha en burns es 1782, a menos que hubiese escrito el poema estando muerto.
    cuestiones de disgrafía.
    un saludo cordial

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  4. suplico al administrador, señor Jorge Fondebrider, ut supra, que modifique niño por niña y que sea lo que Dios quiera
    gracias, marcelo leites

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  5. Quisiera aclarar que la alusión a Fagnani no tiene malicia, sé que conoce bien la historia de los derechos de Salinger, pues Maximiliano Tomas la contó en Perfil, citándolo como fuente. Tampoco tengo nada contra Edhasa. He tratado de defender la versión argentina del título, supuesto que Méndez de Andés sea argentino, no por su condición de tal, sino porque me parece una solución más poética, más literaria, ante la traducción de un título cuyo espíritu, yanqui, es intraducible. No puedo demostrarlo ni jurarlo, pero diría que en el idioma inglés, el único sujeto que tiene la función de "atrapador" es el jugador que se sitúa detrás del bateador en el juego del béisbol, y si no es así, si no es el único, la resonancia hacia el juego, en el título, y en el fragmento de la novela, me parece muy fuerte.

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  6. podemos seguir complejizando la cosa y señalar que el Rye es un río de Escocia, con lo cual en Burns adquiere sentido la enagua mojada de Jenny

    jajajjaa
    cariños!

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  7. acabo de encontrar la clave de oculto:

    [...] -I mean if they´re running and they don't look where they're going I have to come out from somewhere and catch them.

    Bantam Books, 32nd. edition, p. 173

    las negritas son mías :P

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