Miguel Duro Moreno publicó la siguiente entrada en El trujamán, correspondiente al 26 de junio de 2000.
La traducción de la cursiva
El término diacrisis (sancionado por el uso pero no por la Academia) designa, en la escritura, el fenómeno de marcación por el cual se otorga un valor especial a una unidad gráfica, por lo general, aunque no necesariamente, discreta (una palabra, un párrafo, un título...).
Diacrítico es un derivado suyo. Suele decirse del signo ortográfico que no es ni auxiliar ni sintagmático (diacrisis ortográfica), según la clasificación siguiente:
SIGNOS GRÁFICOS
(signos ortográficos y todos los demás signos que no son ortográficos)
SIGNOS ORTOGRÁFICOS
DIACRÍTICO AUXILIARES SINTAGMÁTICOS
suprascritos
infrascritos o suscritos
laterales
Mas diacrítico también predica de los recursos tipográficos que se emplean para marcar una unidad gráfica y dotarla así de un matiz de especialidad (diacrisis tipográfica). Si tales recursos causan una modificación en la naturaleza de la unidad gráfica, la diacrisis será endógena; y si consisten en elementos (símbolos) añadidos que no implican mutación alguna, se estará ante la diacrisis exógena.
Un carácter puede experimentar cambios de muy diversa índole. Cuando se inclina hacia la derecha en un ángulo acusado, su figura es indudablemente distinta, por lo que cabe afirmar de él que es un carácter cursivo.
Los caracteres cursivos tienen una historia de medio siglo, y su función esencial es producir una serie de efectos sobre el conjunto de caracteres que no lo son. Sus aplicaciones son varias, y entre ellas no es la menor la del énfasis o el relieve.
El discurso narrativo de creación en inglés usa abundantemente del recurso de la cursiva para poner de relieve aquel carácter o aquella secuencia de caracteres sobre los que quiere concitar la atención del lector (los ejemplos provienen de una novela escogida al azar: Gerald Durrell, My Family and Other Animals, Londres, Harmondsworth, 1959):
‘I hope they are not too highbrow, dear,’ said Mother.
‘Good Lord, Mother, of course they’re not; [...]’. [pág. 93]
Por el contrario, el discurso narrativo de creación en español está muy lejos de acoger dicho recurso con la misma alegría y frecuencia. El problema se plantea cuando hay que traducirlo de aquel idioma a éste: si se traslada tal cual, se está incurriendo en un error de calco tipográfico, ya que lo que en inglés es uso en español es abuso; si no se traslada tal cual, ¿qué cabe hacer?
Los modos de proceder pueden concretarse en cinco:
1. La transformación de los caracteres cursivos en caracteres redondos:
‘Don’t be revolting,’ said Mother, glaring. [pág. 122]
— No seas repugnante —dijo mamá con mirada de odio— [...].
2. La modulación (ese término amonedado por Vinay y Darbelnet para referirse al procedimiento de traducción consistente en la introducción de un cambio en el punto de vista desde el que se enfoca la realidad que se desee expresar):
‘If you’re so damn clever why didn’t you make the boat?’ [pág. 163]
— Pues haber construido tú el barco, listillo.
3. La repetición (es decir, la transformación de la unidad gráfica afectada por la cursiva enfática en inglés en una unidad gráfica —puede ser más de una, y generalmente es una palabra o una secuencia de palabras— en español duplicada):
‘You fool, not brandy!’ yelled Leslie; ‘water... get some water.’ [pág. 188]
— ¡Brandy no, tonta; brandy no! —gritó Leslie. ¡Agua, echa agua!
4. El calco:
I said that when one said anything one meant anything, which included boats, and anyway I didn’t expect him to buy me one. [pág. 158]
Le dije que lo que tú quieras quería decir eso, lo que tú quieras, y que eso incluía un bote, y además que no esperaba que me lo comprase.
5. Y las comillas de redondo (latinas —«»— o simples —‘’—):
‘Well they’re queer; but they’re all very old, and so they’re bound to be. [...]’ [pág. 134]
— Son un poco «especiales», porque todos son muy ancianos, y es lógico que así sea. [...]
De los cinco, el más socorrido es el de la modulación; y el más fácil de manejar, el calco.
La ignorancia tiene arreglo. La desidia, perdón. Traducir mal la cursiva del inglés al español puede responder a una o a otra circunstancia, pero lo cierto es que debería evitarse si efectivamente se aspira a no depauperar esta última lengua, siquiera sea en su dimensión gráfica: communis error facit ius.
Diacrítico es un derivado suyo. Suele decirse del signo ortográfico que no es ni auxiliar ni sintagmático (diacrisis ortográfica), según la clasificación siguiente:
SIGNOS GRÁFICOS
(signos ortográficos y todos los demás signos que no son ortográficos)
SIGNOS ORTOGRÁFICOS
DIACRÍTICO AUXILIARES SINTAGMÁTICOS
suprascritos
infrascritos o suscritos
laterales
Mas diacrítico también predica de los recursos tipográficos que se emplean para marcar una unidad gráfica y dotarla así de un matiz de especialidad (diacrisis tipográfica). Si tales recursos causan una modificación en la naturaleza de la unidad gráfica, la diacrisis será endógena; y si consisten en elementos (símbolos) añadidos que no implican mutación alguna, se estará ante la diacrisis exógena.
Un carácter puede experimentar cambios de muy diversa índole. Cuando se inclina hacia la derecha en un ángulo acusado, su figura es indudablemente distinta, por lo que cabe afirmar de él que es un carácter cursivo.
Los caracteres cursivos tienen una historia de medio siglo, y su función esencial es producir una serie de efectos sobre el conjunto de caracteres que no lo son. Sus aplicaciones son varias, y entre ellas no es la menor la del énfasis o el relieve.
El discurso narrativo de creación en inglés usa abundantemente del recurso de la cursiva para poner de relieve aquel carácter o aquella secuencia de caracteres sobre los que quiere concitar la atención del lector (los ejemplos provienen de una novela escogida al azar: Gerald Durrell, My Family and Other Animals, Londres, Harmondsworth, 1959):
‘I hope they are not too highbrow, dear,’ said Mother.
‘Good Lord, Mother, of course they’re not; [...]’. [pág. 93]
Por el contrario, el discurso narrativo de creación en español está muy lejos de acoger dicho recurso con la misma alegría y frecuencia. El problema se plantea cuando hay que traducirlo de aquel idioma a éste: si se traslada tal cual, se está incurriendo en un error de calco tipográfico, ya que lo que en inglés es uso en español es abuso; si no se traslada tal cual, ¿qué cabe hacer?
Los modos de proceder pueden concretarse en cinco:
1. La transformación de los caracteres cursivos en caracteres redondos:
‘Don’t be revolting,’ said Mother, glaring. [pág. 122]
— No seas repugnante —dijo mamá con mirada de odio— [...].
2. La modulación (ese término amonedado por Vinay y Darbelnet para referirse al procedimiento de traducción consistente en la introducción de un cambio en el punto de vista desde el que se enfoca la realidad que se desee expresar):
‘If you’re so damn clever why didn’t you make the boat?’ [pág. 163]
— Pues haber construido tú el barco, listillo.
3. La repetición (es decir, la transformación de la unidad gráfica afectada por la cursiva enfática en inglés en una unidad gráfica —puede ser más de una, y generalmente es una palabra o una secuencia de palabras— en español duplicada):
‘You fool, not brandy!’ yelled Leslie; ‘water... get some water.’ [pág. 188]
— ¡Brandy no, tonta; brandy no! —gritó Leslie. ¡Agua, echa agua!
4. El calco:
I said that when one said anything one meant anything, which included boats, and anyway I didn’t expect him to buy me one. [pág. 158]
Le dije que lo que tú quieras quería decir eso, lo que tú quieras, y que eso incluía un bote, y además que no esperaba que me lo comprase.
5. Y las comillas de redondo (latinas —«»— o simples —‘’—):
‘Well they’re queer; but they’re all very old, and so they’re bound to be. [...]’ [pág. 134]
— Son un poco «especiales», porque todos son muy ancianos, y es lógico que así sea. [...]
De los cinco, el más socorrido es el de la modulación; y el más fácil de manejar, el calco.
La ignorancia tiene arreglo. La desidia, perdón. Traducir mal la cursiva del inglés al español puede responder a una o a otra circunstancia, pero lo cierto es que debería evitarse si efectivamente se aspira a no depauperar esta última lengua, siquiera sea en su dimensión gráfica: communis error facit ius.
Qué buenas explicaciones. Algo que no nos enseñan en las clases de español y que nos hace mucha falta, aunque no nos damos cuenta.
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