"Poética de la traducción: traducción de la poética" fue el título de la charla que dio ayer Pablo Ingberg en el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. Se discutió sobre problemas concretos, con ejemplos directos de T.S. Eliot, William Shakespeare, Edgar Allan Poe y Virginia Woolf, entre otros autores, produciéndose asimismo un intercambio a propósito de la traducción de la rima en poesía y el efecto que las traducciones de Alberto Girri pudieron haber tenido sobre muchos poetas argentinos.
Quien desee ver en detalle lo que se dijo puede hacerlo en http://www.ustream.tv/recorded/16960018 (primera parte) y http://www.ustream.tv/recorded/16961381 (2da. parte)
Pablo Ingberg es Licenciado en Letras (UBA). Publicó cinco los libros de poesía (el último es Nadie atiende los llamados, 2010), una novela (Diario de un misógino, 1999). Tiene una obra teatral estrenada: Todos los caminos conducen a Roma (comedia con un intervalo), escrita en colaboración, estrenada en 1984. Entre los autores que tradujo se cuentan Safo, Sófocles, Aristófanes, Virgilio, Shakespeare (mitad de las Obras completas publicadas por la editorial Losada, cuya publicación estuvo a su cuidado), Walt Whitman, Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, Joseph Conrad, Herman Melville, James Joyce, Francis Scott Fitzgerald y Virginia Woolf.
Fotos: Agustín Spinetto
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Me pregunto hasta qué punto fue feliz la metáfora sobre la imposibilidad de la traducción poética que intenta musicalidades y formalidades como la métrica y la rima, a partir de la díada Bach-Telemann. Si es que es una metáfora y no un oxímoron... Bach y Telemann son autores de textos, musicales obviamente, pero textos al fin. Nunca podrían traducirse; sería como decir "traducir de Dostoyevsky a Kafka" o "de Dante a Ungaretti"... Por otra parte, no deja de haber un dejo de infravalorización en la metáfora (si es metáfora y no oxímoron): todos sabemos que Bach es un gigante, y Telemmann, con toda su dulzura a cuestas, le es menor, no un enano, pero sí a veces un superfluo, un pasatista. No creo que la buena traducción de poesía en metro y rima se parezca a Telemann.
ResponderEliminarMás acertada, creo, es la alusión de Pablo a varios intérpretes que están ante la misma partitura y sin embargo se diferencian. Voy más allá: dos de las versiones "canónicas" de la 9na. sinfonía de Beethoven registradas en disco son las de Karl Böhm y la de von Karajan. La primera dura 81', la segunda 67'. ¿Quién acelera, quién ralentiza? ¿Lo sabría Beethoven, que de yapa era sordo? Y sin embargo, más allá de los gustos personales, ambas son excelentes, casi incuestionables. Ahora bien, si por ejemplo viniera un director especializado en música del siglo XX, pongamos a Pierre Boulez, por bueno que sea, si me llena la 9na. de recursos que Beethoven jamás utilizaría -sonidos dodecafónicos, atonalidades, un toque jazzístico, etc.-, eso sí que sería cuestionable. Pero Pierre Boulez jamás haría tal cosa, como sí Girri & cía. ¿Perdonar a Girri como pionero o verlo muy consciente de sus decisiones? ¿Y qué hay de los que vinieron después de él, que ciertamente no son pioneros sino que tiran para veteranos y siguen con sus prosaísmos a cuestas y sentando tradición de yapa?
Por eso creo que es tan, tan valorable la labor de Pablo y otros, que trabajan desde la modestia y la pasión artesanal, y cuyos resultados, al menos en castellano, suenan más a Bach que a Telemann.
Estimado Sánchez:
ResponderEliminarLamento informarle que, además de las versiones de Böhm y Karajan de la 9ena., hay otras. Por ejemplo, la de Wilhelm Furtwängler, que es anterior a las que usted menciona, la de George Szell, que es contemporánea a las que usted prefiere, y la de John Elliot Gardiner (la que yo prefiero), que es posterior. No son las únicas, claro, pero también son consideradas canónicas, acaso por razones distintas que las que Ud. probablemente aprobaría. (De paso, la versión de von Karajan es cada vez más cuestionada, precisamente por ser la que más lejos está del pensamiento y la orquestación originales de Beethoven.) ¿Qué es lo que quiere demostrar entonces? Yo, a su apreciación, la leo considerando que Ud. tiene un gusto y que, lamentablemente, quiere imponerlo planteando un criterio de autoridad. Y no es eso lo que se discutió el otro día ni lo que se discute hoy.
En cuanto a su desvalorización de Girri y de quienes, según su particular punto de vista, "siguen con prosaismos a cuestas y etc.", entiendo que, por cerrado, se está perdiendo una parte de la fiesta. Lo lamento por usted. La vida es muy corta.
Por supuesto que hay más que las dos versiones que mencioné, no agregué ejemplos por cuestiones de pedantería. Pero lo cierto es que ni Böhm ni von Karajan ni Toscanini ni Abbado ni Gardiner ni Baremboim ni Kemble ni Furtwängler ni un largo etcétera tradujeron jamás Bach a Telemman ni Beethoven a Bela Bartok. En modo alguno intenté erigirme en autoridad, pero veo que la mala leche de la respuesta no me llama a esta fiesta ni me alarga la vida.
ResponderEliminarPor cierto, Aguirre sí tradujo a Mallarmé con rima; vayan estos ejemplos:
La tumba de Edgar Poe
Como la eternidad lo transforma en Sí mismo,
El poeta se yergue con la desnuda espada
Sobre un siglo aterrado por el que fue ignorada
La muerte que triunfaba en esa voz de abismo.
Vil sobresalto de hidra que al ángel oyó dar
Al habla de la tribu un sentido más puro,
En voz alta anunciaron el bebido conjuro
De una negra mixtura en un innoble mar.
La tierra sea hostil, la nube nos repruebe,
Si no esculpe con ellos nuesta idea un relieve
Que la tumba de Poe de su belleza invista.
Mole calma caída de un cataclismo oscuro,
Que este granito muestre para siempre su arista
A los vuelos de la Blasfemia en el futuro.
Brisa del mar
La carne es triste, ay, y todo lo he leído.
¡Huir, lejos, huir! Tan ebrias de sentido
Las aves que entre el cielo y la espuma se alejan.
Nada, ni los jardines que los ojos reflejan
Retendrá tu corazón que se moja en el mar,
Oh noches, ni mi lámpara que suele iluminar
Sobre un papel vacío que guarda su blancura,
Ni la joven esposa que mece su criatura.
¡He de partir! Steamer que inflas tu vela blanca,
¡Hacia una tierra exótica leva por fin el ancla!
Un Pesar desolado por los crueles anhelos
Aún crece en el adiós final de los pañuelos.
Y tal vez esos mástiles que convocan presagios
Son de aquellos que un viento empuja hacia naufragios
Perdidos, ya sin mástiles ni islotes peregrinos.
¡Oye, mi corazón, cantar a los marinos!
Por supuesto, Un golpe de dados... no lo tradujo con rima, porque el original carecía de ella.
Sánchez:
ResponderEliminarSiga participando.
La analogía falla porque usted Sottosanto compara autores primero, luego interpretaciones, de música. Y lo que está en cuestión es cómo traducir la música de un texto literario. Lo cual ya es en sí mismo una metáfora, porque los textos literarios no tienen música, estrictamente hablando, sino apenas, en el mejor de los casos, rimas.Si se quiere mantener en la metáfora musical, pasar un texto de un idioma a otro sería escribir para violín una sonata de piano. Claro que seguimos en el terreno de la metáfora musical, que es propicio para mantener su tesis, porque es tautológico. Creo que llamar a las rimas música es un error o una pretensión desmesurada, sobre todo cuando buscamos referentes musicales como Bach o Beethoven, o, faltó el grandioso Mozart, tan "pasatista" como Telerman. Dicho sea de paso, aquí aplica a la música un referente también equivocado: la música no se juzga por su "contenido". Girri no tradujo con rimas porque entendió que no existen rimas "equivalentes" y buscarlas lo distraía de poner en castellano otro componente del texto: el sentido, o el juego del sentido. Es una opción perfectamente válida. Como la de sacrificar el juego semántico, ya de por sí irreproducible en términos rigurosos. Para colmo suelen fracasar más estruendosamente -permítame la figura sonora- los que emprenden la traducción "musical". Cuestión agravada porque muchas veces han renunciado de entrada a trabajar en la reproducción aceptable del juego semántico.
ResponderEliminarPor supuesto que no, ya que se dan laconismos narcisistas en lugar de respuestas racionales. Creo que el blog más que Club de Traductores es un monopolio donde la fiesta escasea precisamente porque más que clubmen es el reducto de un célibe autoritario. Siga usted con su égida y sea un buen Telemann, sino genial, por lo menos un anodino que lucha por no serlo.
ResponderEliminarSánchez, no se exaspere. Aflójese el nudo de la corbata y cuide la salud.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Sánchez: nadie ha criticado la labor de Pablo. vuelva a mirar el video.
ResponderEliminaren tal caso, por qué no aprende de su maestro? en todo momento se mostró abierto a la diferencia de opinión sin necesidad de incurrir en razones de autoridad.
cuídese. el caballo puede tirarlo.
un saludo cordial,
silvia camerotto
Como dije hacia el final de mi cháchara, lamento un poco que lo fácil y rápido que prende la cuestión metro y rima haga aparecer eso como tema principal de mi exposición, cuando era sólo un aspecto entre tantos de una idea que formulé a mi modo a partir de Henri Meschonnic y ahora repito en versión más parecida a él: traducir no lo que unas palabras dicen sino lo que un discurso hace. Eso vale para verso y prosa. Como mostré con algún ejemplo, cuando Cortázar quita aparatosidad a la prosa narrativa de Poe, alguien podrá entender que lo mejora, yo creo que le quita parte de su esencia, que no hace en la traducción lo que Poe hizo con su prosa narrativa en inglés. Ahora veo otra reducción que lamento: cuando yo hablaba de música, jamás la igualé a rima; la rima, en todo caso, puede ser un aspecto de la música de las palabras en sucesión, pero no el único, ni siquiera creo que el principal. Eliot escribe en La tierra baldía: “Sweet Thames, run softly till I end my song”, un pentámetro yámbico muy musical, en la mejor tradición musical del verso inglés; Girri traduce: “Dulce Támesis, corre calladamente, hasta que acabe mi canto”, un verso de música ripiosa, muy Girri. Con que sólo hubiera puesto un adverbio de una sílaba menos, por ejemplo “quedamente”, o “suavemente”, no importa cuál, sin perturbar en lo más mínimo el “juego semántico” (yo diría que incluso mejorándolo), habría logrado una música mucho más afín a la del verso castellano; o sea, habría hecho con el castellano algo más parecido a lo que Eliot hace con el inglés. Y eso a mí, al menos, me parece mucho más importante que la rima.
ResponderEliminarPropongo otra figura para pensar este asunto. Primera estrofa de un célebre soneto de Quevedo:
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Ahora voy a “traducirlo”:
Miré los muros de mi patria,
si fuertes un tiempo ya desmoronados,
cansados de la carrera de la edad,
por quien ya caduca su valentía.
No cambié prácticamente nada, el “juego semántico” debería ser el mismo. Pero la música claramente no es la misma. Lo que Girri hace con Eliot, y con algunos otros poetas, se parece a lo que acabo de hacer con Quevedo. Aunque a mí no me guste mucho, entiendo que a algunos podrá gustarle: hay lugar para todos en el mundo.
Prosas que he traducido como la de Joyce y Virginia Woolf están llenas de efectos musicales: ritmo yámbico, aliteración tradicional inglesa, etc.
Cuando Shakespeare hace rimar la obra dentro de la obra en Hamlet, lo hace con la evidente intención de resaltar lo artificioso, el efecto teatro dentro del teatro; a mí me parece que ahí la rima tiene un efecto mucho más semántico que musical.
Son todas cosas que determinadas obras hacen con su discurso, y la traducción, a mi juicio, debería tratar de dar cuenta de eso de alguna manera.
Perdón, Sánchez Sottosanto por haberlo llamado por su segundo apellido únicamente y por escribir mal Telemann, pesa en mí el recuerdo de un intendente. Creo que nadie ha sido lacónico aquí. Sobre el tema de la música en poesía se podría desarrollar, es cierto, un poco más el argumento. En la repetición de dos sonidos de a pares, ya sea siguiendo el esquema AB-AB o AA-BB, no se forma, musicalmente, una frase demasiado compleja, es evidente. Y la poesía escrita no tiene muchas más posibilidades que ese tipo de repeticiones. En cuanto a Aguirre y sus traducciones: Hay acertadas traducciones de poemas con rimas. Son escasas. Y sacrifican incluso algún corderillo semántico en el altar de la 'música'
ResponderEliminarCordialmente, Jorge Aulicino
Señor Aulicino, ya nos hemos encontrado por algún otro blog, en el de Anadón si mal no recuerdo. Lamento sus confusiones, como una memorable en aquel blog, la de verso blanco con verso libre (sic). Y ahora veo que confunde usted música con rima, o cree que yo hago esa confusión. Lamentable en ambos casos: la música se ha dado de mil maneras en la historia de la literatura, y nunca ha ido contra la semántica sino que, en cierta manera son inseparables. En hebreo clásico la música se daba por paralelismos sintéticos o antitéticos, por acrósticos, por quiasmos. En la poesía griega tenemos un sistema basado en disposición de acentos, en la vieja literatura anglosajona (y no tanto) por aliteraciones, desde el medioevo latino conocemos el metro y la rima (que la literatura latina, paradójicamente, reservaba a la retórica), y hay mil formas de musicalidad más que nada tienen que ver con la rima o el metro: Whitman la posee, virtud de la que careció nuestro amigo Girri. Creo que tanto zarandeo en el versolibrismo y el prosaísmo les ha hecho olvidar elementos básicos de la poética. Y en cuanto a la semántica, no se aflija, un buen traductor puede conservarla tan bien como los aspectos formales. Un mal traductor puede tirar ambos al tacho de basura.
ResponderEliminarUn placer reencontrarlo, Aulicino. Recuerde la lección para mañana: el verso blanco no es = verso libre, la música no es = rima. Y Telemann no es Telerman. Y demuéstreme cuán pasatista es el Requiem de Mozart.
Sánchez, ¿de veras no se da cuenta el tono de energúmeno que asume en una discusión que podría ser hasta amena? Su último párrafo dirigido a Aulicino es de una singular estupidez. Tal como dijo Silvia Camerotto: si quiere discutir hágalo con la misma altura que ha demostrado su maestro Ingberg y si no puede, absténgase. La gracia está en cambiar ideas no en arrojarlas como si se tratara de granadas. Y encima carece de todo sentido del humor. Hágame el favor, dése una ducha, tómese un té de hierbas y deje de sermonear que se le va a paspar el dedo.
ResponderEliminarMe pregunto de dónde saca usted esas genealogías de maestro-discípulo. Y no se me raspa el dedo: sólo me complace ver cómo el utoproclamado Helicón de nuestra poesía es a veces capaz de supina ignorancia. Perdone mis granadas, no volverán a ocurrir; ud. las potenció con sus respuestas despectivas y carentes de médula. Disfrute de su club.
ResponderEliminarSánchez, usted se la pierde. No tengo otro remedio que concluir diciéndole chiva, ole, tapa.
ResponderEliminarSánchez, el carácter pasatista se lo puso Ud. a Telemann, lo mío respecto de Mozart fue un figura retórica llamada ironía. No confundo música con rima precisamente como usted hace en sus ejemplos. Y si he puesto verso blanco donde la erudición académica aconseja poner verso libre (o a la inversa) considere que también señalé mi errata. Conocí a un profesor que mientras comía secas galletitas Canale analizaba a Antonio Machado profiriendo expresiones como: "¡Qué oxímoron! ¡Qué oxímoron!" Si no fuera que este tipo de erudición no le pesa a los poetas, no tendríamos algunos bastante buenos. Está claro, Pablo, que tu noción de música no pasa por la rima, sino por la similitud de sonidos. Lamentablemente en el ejemplo que das de Quevedo la música se basa en la rima, por lo cual no acude a los fines de tu demostración. En cuanto a la ripiosa sílaba sobrante en el ejemplo de Girri... Creo que me interesaría ver cómo, además de restar una sílaba para no hacerlo tan "ripioso", hubieses traducido ese verso para que no sólo fuera menos ripioso sino musical. Desde luego, me gusta la poesía rimada o "musical" también. Esto es algo que cabe aclarar a esta altura. Por lo demás pienso que el tipo de musicalidad a la que te referís, y sobre la que, con su sabia elocución nos ha ilustrado Sánchez en apretado resumen histórico, es connatural a cada lengua y aparece más temprano que tarde, digamos que "por sí sola". Sólo se trata de darle su lugar. Girri hizo operaciones como la que vos criticás yo diría, a esta altura, conscientemente, sometiendo la poesía al rasero de la prosa. Como dirías, son criterios, y no creo que merezcan el olímpico desprecio trasudado por Sánchez. "Elementos básicos de la poética", "inseparables sonidos y sentidos": me parecen solo frases del tipo "forma y contenido son inseparables" con las que, en épocas recientes, se intentaba sellar la polémica sobre, precisamente, contenido y forma. En otro orden de cosas, aprecio y elogio cada vez que puedo tu versión de "Hojas de hierba".
ResponderEliminarEstimados todos, desde mi poco influyente posición de lectora recién estrenada de este blog, al que con sumo gusto e interés enlacé ayer a uno de los míos, creyendo que con ello servía al enriquecimiento cultural, que como todo ser humano con dos dedos de frente, deseo para mí y mis semejantes, debo decir que el seguimiento de esta conversación ha terminado por provocarme el sentimiento de vergüenza ajena, y hasta propia, por la mínima parte que me toca por haber decidido promocionar vuestro sitio en uno mío. Y concreto para que no haya lugar a dudas. No fue de recibo la respuesta con la que usted, señor Fondebrider, contestó a la intervención del señor Sánchez Sottosanto, el cual tan sólo hizo esclarecer con su inteligencia la inconveniencia de una metáfora (la de Telemann y Bach) que se expuso durante la charla coloquio protagonizada, a dios gracias, por la sensibilidad e inteligencia traductora (y didáctica y expositiva) del señor Inberg y a la qeu asistí mediante visionado y audio online, desde aquí: Sevilla (España).
ResponderEliminarLlega una como lectora y escribiente de poesía creyendo que un lugar dedicado a algo tan delicadísimo como la traducción poética va a encontrar la sapiencia más o menos necesaria para lograr interpretar el discurso de sus semejantes, y casi lo primero que se encuentra ha sido la respuesta de usted, señor Fondebrider, que a todas luces, y a poco que se relea, deja al descubierto la molestia que le produjo que alguien, no sé si porque se trataba de esa persona en particular, evidenciara mayor agudeza mental: no hay más común y vulgar forma de intentar ocultar la soberbia (es decir la falta de humildad, o sea, la incapacidad para reconocer un error) que adobarla con toda suerte de pedanterías, de las que, a la vista está, su primera intervención en este post está plagada.
Y como colofón, el insulto personal. Lo cual resulta simplemente intolerable.
Apañados vamos los que dependemos de traducciones si todos participaran del talante del que usted ha hecho gala en este post, señor Fondebrider. Si es incapaz de saber valorar una intervención inteligente de un semejante suyo, difícilmente podrá distinguir entre recurso y discurso poético,... por ejemplo.
Ni siquiera sé si usted traduce, aunque imagino que lo hará, pero desde luego, y a menos que su actitud me permita reconsiderar mi apreciación porque exista una disculpa por su parte hacia el señor Sánchez Sottosanto (errores cometemos todos), desde ya le digo que todo lo que pueda ver firmado con su nombre irá ya filtrado por la categorización que usted mismo se ha adjudicado: la de in-inteligente de la capacidad intelectual de los demás.
Saludos, aunque bastante disgustada y decepcionada.
Lamento su disgusto y decepción, Sofía. Entiendo que recién llega al blog. Recórralo y léalo con el detenimiento que se merece y fíjese si después de eso sigue sosteniendo lo que escribe.
ResponderEliminarCordialmente
Señor Fondebrider, no dudo de que este blog merece que mis ojos lo recorran entero, pero usted parece olvidar que no es a él a quien le reprocho su comportamiento, sino a usted como contertulio del señor Sánchez Sottosanto en este concreto post.
ResponderEliminarLe sugiero no desvíe atención o, como por aquí decimos, deje de echar balones fuera, asuma su responsabilidad y pida disculpas como es debido, eso sí, por el propio bien de "su" blog, si es que le importa la poesía, la traducción y hasta el mismo entendimiento entre las personas.
Buenas noches desde la otra orilla.
Sr. Aulicino, respondo en lo que a mí me toca. Diferenciar el verso blanco del libre es algo más que una antigualla académica: sería creer que los versos de Leopardi usan la misma metodología que los de Whitman cuando sabemos, al menos intuitivamente, el abismo que los separa.
ResponderEliminarPor otra parte, no defiendo a rajatablas la traducción rimada; sólo acoté lo de Aguirre-Mallarmé porque, si ud. ve completo el audio, se dijo en algún momento que Aguirre lo tradujo sin rima, y jamás el responsable del dicho se tomó el tiempo de retractarse.
Voy más allá: hasta considero que la traducción en prosa es plausible. Wilcock la utilizó en estos lares tanto como la rimada, y creo que en su caso me quedo con la primera opción (recuerdo con felicidad sus versiones en prosa de Tennyson). Los franceses han cultivado toda una tradición al respecto: Chateaubriand con Milton, De Nerval con Goethe, Baudelaire y Mallarmé con Poe, Leconte de Lisle con Homero, Anacreonte y los trágicos, Paul Valéry con San Juan de la Cruz, Marguerite Yourcenar con Kavafis, y la lista sigue. El tema es que la traducción siguió siendo poética -y musical, si la palabra no lo ofende- y no una prosa descafeinada. En las propias OC de W Shakespeare curadas por Ingberg hay una excepción, Noche de reyes, traducida en prosa por Emir Rodríguez Monegal, que no desmerece al resto.
En cuanto a mi mirada olímpica... yo la llamaría más bien rastrera y pampeana. Posiblemente sea yo un traductor mediocre y un poeta menor o un poetastro, pero soy consciente de ello, mientras que, sabemos bien, todos un stablishment de poetas canonizados y vivos que quizás mañana sean meras piezas arqueológicas para un tesista en busca de temas, no poseen esa consciencia.
Saludos cordiales desde el llano.
Estimada Sofía:
ResponderEliminarUno debe disculparse si considera que se equivocó. Yo no creo haberme equivocado y, por lo tanto, no tengo nada de que disculparme.
Si a usted le pesa mi actitud, está en su derecho de decirlo (como lo ha hecho) y yo, en el mío de dar por terminada la cuestión en lo que a esto se refiere. En consecuencia, no tengo más que decir.
Con la cordialidad del caso.
Por un problema de naturaleza técnica, Pablo Ingberg le pidió al Administrador de este blog que subiera el comentario que sigue a continuación. Como, aparentemente, excede el número de caracteres permitido por entrada va en dos partes.
ResponderEliminarPrimera parte:
Jorge (Aulicino): Me parece que hay un par de detalles en los que no consigo ser suficientemente claro para que me entiendas, y se me ocurre que tal vez sea porque presto atención a aspectos de lo musical (o rítmico: en todo lo que he dicho sobre este tema, ritmo y música son para mí sinónimos) en los que vos no te fijás quizá concientemente (porque al menos inconcientemente todo poeta tiene cierta noción de esto). Quiero decir que el ritmo, si bien es algo que uno puede pescar intuitivamente y personalizar o encauzar en tradiciones, depende básicamente de la distribución de los acentos, o la distancia entre acentos, según lo entiendo yo a través del cultivo del oído en la lectura, traducción y escritura de poesía. La sílaba de más que objeto a ese verso traducido por Girri produce un ritmo más o menos así: “Dul-ce-Tá-me-sis-có-rre-ca-lla-da-mén-tehas-ta-quea-cá-be-mi-cán-to”; la distancia entre los acentos fuertes de có(rre) y (callada)mén(te), cuatro sílabas átonas intermedias, tiende a ser mal sonora en castellano, sobre todo en ese contexto, comparada con las distancias restantes en el mismo verso. Eso no lo aprendí en ningún lado, es una convicción personal a partir de la experiencia (experiencia que incluye sobre todo la lectura de Quevedo, Darío, Neruda, etcéteras múltiples). O dicho más pedestremente, si “calladamente” se remplaza por “quedamente” o “suavemente”, como sugería yo antes, la primera parte del verso, “Dulce Támesis, corre quedamente” (elijo quedamente para mantener la aliteración a la inglesa que tal vez haya elegido Girri, coincidencia sonora al inicio de las palabras), se transforma en un endecasílabo perfectamente acentuado, maravillosamente rítmico. El resto podría quedar igual. Quizá mejoraría, aunque no me atrevo a asegurarlo tan rápidamente sin mayor meditación, si a la última parte del verso se la cambiara por “hasta el fin de mi canto”, un heptasílabo, metro afín al endecasílabo que lo precede, y menos trabado que ese un tanto cacofónico “kea-ka-be-mi-kan-to”. Así rápidamente, me parece que “Dulce Támesis, fluye suavemente, hasta el fin de mi canto” es muchísimo más musical que la versión de Girri. A mí, personalmente, me parece que Girri, como poeta y como traductor, tenía un toscano en la oreja. Pero como poeta se lo respeto, porque ese ripio era su música personal. Como traductor, no me parece apropiado que se lo imponga a un Eliot, o a un Wallace Stevens, poetas que trabajaban con un gran sentido de lo musical.
Comentario de Pablo Ingberg enviado al Administrador.
ResponderEliminarSegunda Parte:
En cuanto al ejemplo de Quevedo, lamento que mi falta de claridad te haya llevado a creer que el único cambio o el cambio principal que yo había hecho era el de quitar las rimas: para mí el cambio más importante estaba en la destrucción del metro y de la buena distribución de los acentos. Lo intento de nuevo sin perder las rimas:
Miré las paredes de la patria mía,
si fuertes un tiempo ya desmoronadas,
ya de la carrera de la edad cansadas,
por quien ya caduca su valentía.
No suena muy mal, pero el original de Quevedo suena muchísimo mejor. Al oírlos en voz alta, un oído atento y cultivado en la música de las palabras nota la rotunda diferencia, sin necesidad de ponerse a contar sílabas ni acentos. En el verso de Girri que puse como ejemplo, esa sílaba de más rechina. Cuando yo me lo digo en voz alta, antes de saber cuál es exactamente el problema, ya me perturba el oído. Tanto que no me costó nada encontrar el ejemplo: abrí la traducción de Girri al azar y enseguida di a simple vista con ese verso mal sonante.
Puede haber quien no preste atención a estas cuestiones, quien no tenga interés en ellas, quien crea en músicas más aleatorias o mas personales a contrapelo. A mí esas cosas me saltan a la vista y el oído espontáneamente, no porque me ponga a hacer cuentas. Recuerdo que hace muchos años le infligí la lectura de un poema que acababa de escribir a un amigo chileno, músico, compositor y letrista, que tenía oído absoluto (“tenía” porque murió); estaba escrito todo en endecasílabos, creía yo, unos diez o doce versos (algo inusual, de lo primero que yo experimentaba en mi vida con ese metro). Él me escuchó hasta el final y me dijo: ¿me repetís el verso tal?, ahí falta una sílaba. Por supuesto, él tenía razón, yo había cometido un descuido. Entre los lectores de poesía hay muchos oídos como los de mi difunto amigo Lucho Advis.
Cuando yo hablo de música de las palabras, hablo de ritmo, jamás de rima. La rima puede ser un condimento, no la sustancia. Espero haber logrado hacerme más claro.
Te agradezco mucho el elogio a mi traducción Hojas de hierba. Fue un trabajo duro. Tal vez parte de lo que le encontraste de bueno, concientemente o no, es el trabajo con el ritmo.
Pablo: Agradezco tu detallada respuesta, sobre todo la aclaración en cuanto qué entendés por música en un poema. Aún así, claro, disiento en el uso del término; la música es música y la literatura es literatura. A mí entender, Girri impone a Eliot lo que entendía por ritmo no más que lo que cualquier traductor le impone a cualquier traducido ya sea que piense que sólo lo está traduciendo o creando el real equivalente del idioma traducido en el idioma al que se traduce. Si Girri hubiese escrito el verso de Eliot como vos lo hubieras hecho, habría estado más cerca de cierto sentido musical eufónico, no de la armonía de Eliot. No creo, disculpame, que Girri tuviese un toscano en la oreja, sino que disonancias, asperezas y otras cuestiones le parecían apropiadas para le poesía. Ahora bien, si hubiese usado la palabra 'quedamente' no te habría chirriado a vos, pero sería, a mi modo de ver, un desastre semántico. Quedamente, ¡por Dios! No me imagino a Eliot apelando a lo "quedo", sobre todo porque ha usado el término softly. No sé si hay un equivalente al refinado "quedamente" en inglés. Tal vez vos lo sepas, lo digo sin sarcasmo, pero lo cierto es que tenemos el softly, que parece corriente y simple. Reconozcamos que la sensibilidad por los significados y resonancias de la palabras existe, tanto como la sensibilidad por la eufonía. ¿Suavemente? Parece ajustarse mejor al original, pero resulta que en lo que respecta a movimiento la traducción más ajustada parece ser "sin ruido". Admitamos que Girri podría haber usado suavemente satisfaciendo tanto a la eufonía como a la literalidad (parcialmente en lo que a ésta respecta): que no lo haya hecho no me permite construir ningún desdén por el modo en que Girri traducía. El caso, con Quevedo, es que la rima ha desparecido también, y no me parece en este caso que haya desparecido un elemento menor de la 'música'. Hay una trampa en tu ejemplo, que es la de haber elegido, en el caso de Quevedo, una estrofa clásica y consagrada, y haber elegido, asimismo, el peor modo de escribirla como contrajemplo. Creo que toda esta discusión se basa en criterios acerca de la "base" o la "esencia" de lo poético, que para mí, sin duda, no es la eufonía, aunque puedo apreciarla, cuando me saco el toscano girriano de la oreja. La arritmia es un ritmo; los prosaísmos son voluntarios, etc. Y sobre todo, la música, según lo entiendo, no es solo eufonía: Sonoridad agradable que resulta de la acertada combinación de los elementos acústicos de las palabras, según la RAE.
ResponderEliminarUn gusto discutir con vos
Jorge
Jorge A.: Un intercambio así podría seguir ad infinitum yéndose por detalles, pero me parece que las líneas fundamentales ya están planteadas y cada uno tiene su posición. No tomes ningún ejemplo de los que di a vuelapluma como una propuesta definitiva; lo digo por el caso del “quedamente”, que no defendería: ahí el punto fundamental para mí era mostrar el cambio de efecto rítmico por la supresión de una sílaba, o en mis términos de entre casa, la sordera de Girri ahí implícita. En esa línea, respeto su actitud de incluir traducciones en sus libros de poemas: eso muestra una apropiación, uno lee al poeta tal dentro de un libro de poemas de Girri. Cuando se publican sólo como traducciones, ahí empieza mi disidencia. Sobre el traslado o no de ritmos entre lenguas también se puede debatir hasta el infinito. Para mí, como le dije a tu tocayo Fondebrider en la mesa con algo que me surgió de improviso y voy a adoptar de aquí en más para aplicarlo a esta cuestión: nada se pierde, todo se transforma. Por ejemplo, al inglés le queda bien el yambo, al castellano no, el castellano requiere más distancia entre acentos; eso se nota hasta en la conversación en uno y otro idioma si uno presta oído. En fin, como dije, eso también puede seguir ad infinitum. Ahora, yo creo que poetas como Eliot tenían un sentido del ritmo totalmente distinto del de Girri (incluso más allá de las diferencias entre lenguas), y que Girri, al imponerle el suyo a Eliot, lo transforma, para mi gusto, en otra cosa (incluso más allá de las diferencias entre lenguas). Toda traducción tiene la impronta poética del traductor, más o menos ostensiblemente. Pero a mi juicio la impronta de Girri al traducir a Eliot lo desnaturaliza. Como Eliot de Girri, para el lector de Girri, lo respeto: un viejo chiste mío de entre casa es que La tierra yerma es el mejor poema que escribió Girri. Supongo que se nota que Girri poeta no es mi tipo, aunque lo respeto porque tiene su personalidad. Pero con Girri traductor, paso. Me parece que pasa algo parecido a lo del Poe de Cortázar, como decíamos con Fondebrider en la mesa: a las traducciones se les ha trasladado la fama de los traductores en tanto autores. Como la propaganda de Bayer: si es de X, es bueno. Y ya sabemos que la aspirina tiene sus beneficios y sus maleficios. Yo soy gastrítico y no tomo.
ResponderEliminarMy pleasure,
Pablo
Estoy seguro de que esto se puede continuar eternamente, y que las posiciones están tomadas. Sólo un mundo nos separa: Girri. Como no te gusta pero lo respetás, aceptás su poesía, pero la crítica va entonces por el lado de las traducciones. En verdad, podría decirse que tus Hojas de Hierba son tu mejor poema, también, porque el simple acto de traducir es desnaturalizar y co-producir. Tal vez sientas que estás más cerca de la "naturaleza" de Eliot; yo no me atrevería a decir cuál es la naturaleza de Eliot, o de Montale, para hablar de un poeta que escribe en una lengua que conozco un poco mejor. Sé que el sólo acto de volcar una palabra de él al castellano, lo desnaturaliza sin dudas; puede que no tenga problemas demasiados con la primera palabra, pero seguramente los tendré con la segunda o con la tercera. Las lenguas latinas para colmo tienen como problema, no como virtud, el origen común, lo que da lugar a los llamados falsos amigos. En la segunda o tercera o cuarta palabra seguramente pesará mi elección de sentido, ritmo, etc. Por lo que Montale resultará dos veces desnaturalizado. Aun cuando comprenda su noción de ritmo, o mejor dicho, sus patrones, si es que los tiene, será -como decía- como escribir para violín un concierto para piano; y eso todavía se puede hacer con gallardía. En algunos casos, es como escribir para pífano un concierto de trombón, o a la inversa.
ResponderEliminarYo creo que si es de X, es X, y eso es así en todos los traductores.
Cortázar: estoy de acuerdo. Y es una manera de leer a Poe, totalmente legítima, aunque me guste más el Poe complejo, "incorrecto", abundoso que sospecho en el original.
Auguri
Jorge